ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA PRIORIDAD DE CREAR HOSPITALES DE DÍA PARA NIÑOS PEQUEÑOS Queridas compañeras: Me gustaría en esta mesa tocar algunos temas que para mi son muy importantes, todos los son en el trabajo con los mas pequeños y desde cualquier modelo se podrían aportar experiencias que avalan la eficacia de un trabajo intensivo en las primeras etapas de la vida. Existen diferentes modelos de Hospitales de día, basados en la experiencia y en la necesidad del grupo-equipo que lo compone, al igual que diferentes experiencias en la historia del tratamiento de los trastornos graves de la infancia y en la propia historia de la psiquiatría y psicología infantil que nos aportan líneas de pensamiento en esta línea. Mi aportación parte del convencimiento de que primero es el equipo designado para HD quien tiene que definir sus programas en función de la patología, de la edad de los menores, de los profesionales del equipo, del marco teórico desde el que se parte, del espacio disponible, de la demanda que en ese momento exista en su zona de referencia... Por lo que en estas primera Jornadas, para mi sería importante dejar abierto este planteamiento y en las próximas jornadas (que seguro serán muchas) ir definiendo modelos. La terapia intensiva en niños pequeños (al niño y a la madre) es algo que va mas allá de aquellos aspectos que tienen que ver con la atención a las necesidades básicas de cuidado, de aprendizaje, adquisición de destrezas y habilidades, etc., que son indiscutiblemente necesarios para su desarrollo. Desde mi punto de vista el Hospital de Día en bebés/ primera infancia estaría orientado a posibilitar la construcción de la estructura psíquica necesaria y aún incompleta o deficitaria de algunos cuadros psicopatológicos que tiene que ver con la constitución misma del sujeto. Yo quisiera detenerme en tres componentes o conceptos clave que permitirán entender cual es mi posición: la función materna, la construcción del sujeto y la función imaginaria/simbólica de la Institución. La función materna: Quizás sea desde otras especialidades ( Pediatría, Neonatología, ...) desde donde se han desarrollado en las últimas décadas programas y métodos y aportaciones teóricas donde se recogen la necesidad de tener en cuenta el desarrollo emocional del bebé, y de la importancia de la preparación para de la madre para la maternidad (de preparación al parto, lactancia materna, madres canguro, importancia de vínculo afectivo, niños prematuros, incubación, permanencia de las madres en Hospitales....) Los sistemas sanitarios han comprendido la necesidad de incorporar estos programas en su cartera de servicios, desarrollado estos programas de atención incluso con la incorporación de la figura paterna, la presencia de este en el parto, la ayuda en las clases de preparación, ayuda también en el cuidado del bebé e incluso la experiencia y el derecho de tomar el tiempo de lactancia materna como figura que puede reemplazar a la madre biológica, por supuesto que son avances en cuanto a la concepción de un cuidado de la madre y el bebe que entiende la necesidad de la reincorporación de la madre a sus tareas, compartiendo con el padre las obligaciones de maternaje, entendiendo la necesidad de crear vínculos estables que permitan el desarrollar emocional del menor. El bebé tiene una identidad previa a su nacimiento, basado en el deseo de los padres y en el imaginario que desde antes de su nacimiento se pone en juego: el nombre del bebe...., el cuarto donde dormirá..., a quien se parecerá...., como será, etc. Estará también en juego las identificaciones de los padres, sus modelos de referencia, el papel que jugaron a su vez sus propios padres, todas estas experiencias previas e inconscientes de los padres y fundamentalmente de la madre como portadora de la estructura biológica donde se desarrolla el bebé. A su vez y durante el parto, en el nacimiento y en el puerperio, la madre tiene la función de servir de lazo social y de representación de los social. En un acto: la presentación en sociedad de su bebé . Muestra al niño desde el modelo de mamá que su grupo de referencia haya definido simbólicamente. Este bebé a veces no responde al modelo imaginado ni a las identificaciones simbolizadas, por dos razones o porque la madre aún no esté preparada para la maternidad psíquica, aunque su parto haya llegado a buen puerto o porque el niño no ha completado su desarrollo psíquico. En estos casos será mas probable que el bebé sano salga adelante y la madre entre en el duelo no resuelto, en la depresión post-parto, etc, pero si a ésta indefensión psíquica de la madre, se una a una inmadurez psíquica del bebé no hay recursos para atenderlo. Tanto mamá como bebé necesitan de un tiempo de incubadora psíquica para completar la díada madre-hijo. Los sistemas sanitarios están preparados para atender todo lo evidente, lo físico, lo orgánico incluso incorporando aspectos psicológicos, pero son ciegos a que lo psicológico es previo y determinante de lo biológico. Y nosotros los especialistas en esta materia tendríamos que hacerlo evidente y prioritario. El cuidado del niño prematuro, la incubación, el maternaje, los programas canguro permiten que el niño fuera del útero materno, complete su desarrollo integral. Valorando la necesidad de que la madre pase el mayor tiempo posible con el bebé, le aporte su leche natural, lo toque, le hable lo, oiga, lo huela, sensopercepciones preparatorias de la díada madre-hijo, previo a la futura separación y autonomía de los dos organismos. Pero que pasa con la madre que no ha completado su embarazo psíquico, el bebé inmaduro psíquicamente?. Esa madre que da a luz antes de que haya completado su proceso de maternidad psíquica? , que pasa con ese bebé que no ha recibido los nutrientes psíquicos para poder desarrollarse, no como ser biológico, sino como sujeto objeto de deseo, inscrito en el mundo del discurso que no del hablante? ¿Cómo se separa lo que todavía no esta maduro para la separación, para la autonomía y para la identidad? Nos llegan como clínicos los primeros llantos desgarrados, los primeros síntomas dístónicos, las primeras reacciones incomprensibles, a veces tapadas ocultas en un aparente buen funcionamiento orgánico, el niño come y duerme bien, coge peso y se desarrolla según lo establecido. La construcción de la subjetividad: El bebé necesita de una figura de apego para crear vínculo estables que le permitan su desarrollo psíquico, puede incluso intercambiarse no necesariamente tendría que ser la madre si esta por determinadas circunstancias no puede (separación forzosa, enfermedad, muerte..) puede desarrollarse con otras figuras que le ayuden a establecer estos primeros vínculos. Pero en el caso del bebé que presentará en un futuro muy próximo, quizás en los primeros meses, síntomas de su alteración psicopatológica, la contrariedad con la que nos encontramos es que esta madre si está, ( está presente la mayoría de los casos) , pero es una madre en ausencia psíquica, es una madre ausente pero que difícilmente es perceptible su ausencia, incluso para el clínico mas experto. Por lo que el Otro como figura simbólica y estructurante no está. La Institución, como estructura social llena de significantes puede jugar un papel decisivo en el desarrollo del bebe, del niño y del adolescente, de diferentes formas sociales y en función de la demanda que de ella se haga, por eso funcionan también los distintos modelos, en nuestro caso, de Hospitales de Día, de los mas pedagógicos, a los que ejercen un maternaje y cuidado del menor en todas las áreas, cuidado, afecto, relación, etc Pero hay dos tipos de institución que nos da una idea la dimensión estructurante que esta puede tener en el psiquismo infantil las Instituciones cerradas, las casa cuna donde se depositan los menores y que sirvieron a Sptitz para sus estudios de los diferentes síndromes y síntomas que presentaban los niños institucionalizados (depresión anaclítica...) que podían incluso llevar a la muerte y las que posibilitan el espacio y los profesionales que ayudan a desarrollar la individualidad del niño. No todos los niños presentaban estos síndromes, dependían de su vulnerabilidad al entorno y también, a como se hubieran producido esas primeras experiencias de relación vincular con la madre. Y las Instituciones que permitieron crear una cierta individuación dentro del grupo, favoreciendo el cuidado de los cuidadores estables y específicos, los equipos multidisciplinares donde desde el psicoterapeuta, pueden aportar al menor una serie de estímulos, hasta el monitor maternaje, cuidados y vínculos que permiten la mejoría del cuadro clínico. En este sentido, desde los modelos específicos, con programas específicos grupales o individuales, hasta la concepción de que es el “espacio institucional” donde el niño acude un tiempo reglado en función de sus posibilidades, el que va a permitir a la madre completar, en ausencia de la presencia del bebe, su maternidad simbólica y al bebe encontrar otros significante reglados o aleatorios , que van des un mimo, hasta un percibir la comunicación entre otros en un ir y venir de significante, que le van a ir permitiendo, “como si” de una incubadora psíquica se tratara, apreender aquellos significante que le serán necesarios posteriormente y en presencia nuevamente de la madre, para dar esa función de sentido que le permitirá completar tanto a la madre como al niño su gestación psíquica.