Filosofía de la Educación Autor : C. S. Lewis Ediciones encuentro 1990, Madrid Este libro da una exelente visión del problema fundamental que afronta la educación en la postmodernidad. Este no reside en las técnicas que se emplean en a pedagogía, aunque no se haya llegado aún a una teoría de la educación unánime, sino más bien en un ámbito filosófico desde donde determina los niveles más importantes en la pedagogía. En el primer capítulo el autor trata de aclarar la naturaleza de lo que quieren transmitir los autores de cierto manual de literatura este es el capítulo que más nos interesa por ser el punto de encuentro más claro entre el problema filosófico y la educación, El segundo nos dará una idea de las incosistencias que implica ese tipo de filosofía y el tercero definir claramente la problemática que el autor trae a la luz. Lewis inicia su reflexión a partir de un manual de literatura para niños que cae en sus manos. Por no perjudicar a nadie se refiriere al manual como “Libro Verde” y a los autores como “Gayo y Ticio”. Estos últimos hacen un analisis de un texto que más que constituir un buen analisis literario es sin duda el planteamiento del pocicionamiento filosófico de los autores. Este consiste básicamente en asimilar los juicios de valor, como sería decir : “Estas cataratas son sublimes” con los sentimientos que nos hacen pronunciarlos, admitiendo que éstos últimos son subjetivos y carecen de importancia. Los autores a lo largo de los textos que tratan, se esmeran en quitarle el valor a cualquier valor. El autor se inclina sobre el método que utilisan Gayo y Ticio para hacer sus críticas literarias, y aparece claramente que en vez de comparar el trozo que se critica con algún trozo de buena literatura por ejemplo, se dedican simplemente a discreditarlo asociando todas las metáforas y estratégias literarias que buscan tocar los sentimientos del lector con trampas en las que no hay que dejarse caer. En otras palabras, en lugar de enseñar como diferenciar un texto de buena o mala calidad, los maestros se contentan de inculcuar a los alumnos la creencia de que todos los sentimientos (y juicios de valor que los producen) son contrarios a la razón y no deben ser considerados. Lewis encuentra tres razones que motivan esta actitud. La primera es el simple hecho de que hacer un critica literaria pertinente es más dificil que de discreditar todos los juicios de valor con un esepticismo que se a vuelto “cliché” en nuestra época postmoderna. Esto illustra bien la necesidad de una real experticia por parte de los pedagogos, que por falta de criterio propio a su diciplina incursionan ampliamente y de forma inconciente en un campo filosófico que no manejan seriamente. La segunda razón consiste en pensar incorrectamente que los jóvenes son proclives al sentimentalismo del que hay que protejerlos. El autor argumenta aquí desde su propria experiencia docente, que seguramente más que un exeso de sensibilidad los jóvenes parecen más bien necesitar en la mayoría de los casos de un desarrollo de esta, por lo que eliminar la importancia de la emociones no es pertinente. La tercera razón, algo más profunda, tiene que ver con el hecho de que hay que poder admitir que hay sentimientos adecuados que se pueden acceptar y otros que no. Y es en este punto donde el nivel filosófico interviene de lleno en la educación : Hasta cierto tiempo se pensaba que las cosas no sólo recibían nuestros sentimientos sino que también podían merecerlos, esto es : hay sentimientos, juicios de valor que se adecuan a la realidad mientras que otros no. De esto se derivaba que la educación como se veía tradicionalemente y en culturas tan diferentes como la griega, la hindú, la judía o la china, era considerada como un proceso formativo que debía educar el hombre para diferenciar los sentimientos legítimos y buenos de los que deben ser rechazados. Pero esto se basa sobre la presuposición de que existe una ley, un principio que determina la objetividad de ciertos valores frente a otros que no lo son, en otras palabras que existen actitudes que corresponden a la realidad de las cosa y otras no. Para simplificar el autor se refiere a esta ley primordial con la palabra Tao. Lewis explica que el sentimiento resulta del juicio de valor, es decir está subordinado a nuestra mente. Esta se refiere al Tao como un marco de referencia para jusgar de cuales son los sentimientos adecuados y razonables de los que no lo son. Si se suprime este marco de referencia, los sentimientos se encuentran sin ningún puente que los une con las cosas. No es posible desarrollar ningún tipo de inteligencia emocional sin referirse al Tao, por lo que la educación depende directamente de nuestra pocición frente a este. Aquellos que acceptan su existencia pueden pensar que existe una correspondencia entre ciertos sentimientos y ciertas cosas, como sería sentir piedad por un niño huerfano que duerme en la calle, mientras que los que no se ven obligados de considerar los sentimientos como una neblina que enturbia nuestra visión de las cosas, por lo que el sentimiento es algo que debe herradicar. Con respecto a un sentimiento de amor a la patria este tipo de pedagogo tiene dos alternativas : o inculcar fríamente a modo de condicionamiento al alumno la legitimidad del sentimiento simplemente porque conviene que los más jóvenes luchen por ellos, o en cambio, como seguramente lo hacen Gayo y Ticio, dejar el problema en manos del alumnos confiando de que cuando se presente una situación, serán lo suficientemente capaces de tomar buenas decisiones. Mientras tanto ellos siguen con su tarea de deslegitimisar todo sentimiento. Esta segunda opción parece ser menos inhumana pero sin duda es igualmente poco recomendable. En los momentos en que hay que tomar decisiones no es la parte intelectual de nuestro ser que tiene la mayor capacidad de dirigirnos, pero más bien esa parte “sentimental” de nosotros que actua de acuerdo a como fué enseñada. Durante una batailla lo que va a mantener los soldados firmes en sus posiciones no van a ser grandes discursos intelectuales, sino más bien sentimientos como el compañerismo, de patriotismo o de amor a una bandera o a su familia. Lewis aboga por la necesidad fundamental de una formación de la inteligencia emocional en el hombre, porque las emociones educadas son las definen la mayoría de nuestras acciones, sobre todo en momentos de dificultad y tensión como sería una batailla. Pero esta necesidad de una formación emocional no se detiene al campo de la guerra, cualquier momento en que es nesario tomar buenas decisiones, en favor del bien individual, familiar, o colectivo lo que va tener mayor autoridad son esos principios arraigados en nuestro sentir. En el Segundo capítulo Lewis aborda las dificultades teóricas que implíca la filosofía que impregna el libro verde. En un primer nivel la dificultad radica en la incapacidad de proponer un mejor sistema de valores bazandose únicamente sobre la razón. Cosa que es admitida por la mayoría de los pensadores postmodernos. La segunda dificultad consiste en que es tremendamente difícil (por no decir imposible) encontrar una moralidad instintiva común a todos los hombres por lo que automáticamente es necesario referirse a un orden otro para legitimisar esta u otra pocisión. Aunque el autor no precisa como se puede conocer aquella ley absoluta, deja en claro que no es posible no referise a esta sea cual sea la forma que le damos. En el tercer capítulo se refiere al desarrollo del poder del hombre sobre la naturaleza, y de forma más particular, del poder del hombre sobre el hombre. Una generación ve cada día su capacidad de determinar la siguente incrementarse lo que se traduce en medios tecnológicos de todo tipo y debería también traducirse inevitablemente en una educación cada vez más capaz de moldear los alumnos como lo quieren los educadores. Pero el gran problema radica en que anteriormente se tenía un “Tao” al cual referise, mientras que ahora los pensadores han abandonado toda referencia absoluta dejando un vacío ideológico cada vez más patente. Según argumenta el autor es inútil esperar que de este vacío ideológico surgan gente motivada por impulsos bondadosos : La experiencia histórica parece corroborar el pensamiento de que cuando el hombre es dejado con el poder y sin otra referencia que sí mismo no es la bondad y la buena voluntad que reinan. La problemática es esta : precisamos de un Tao para educar, sin embargo la tendencia actual que se manifiesta en el Libro verde es una de abandono del absoluto. C. S. Lewis no solamente apunta hacia la importancia de una educación que desarrolle la inteligencia emocional sobre la cual se basa toda la vida humana, pero sobre todo indica lo que está faltando : un cuadro de referencia al cual referise. David Demartin Historia, 137-02