como exonerarse de responsabilidad

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SOCIEDAD COLOMBIANA DE ANESTESIOLOGIA Y REANIMACION - SCARE
COMO EXONERARSE
DE RESPONSABILIDAD
Luis Gonzalo Peña Aponte
Gerente Nacional FEPASDE
Este Archivo se suministra para fines informativos y académicos,
y se encuentra acogido a leyes de Propiedad Intelectual,
NO se autoriza su reproducción total o parcial, salvo Autorización por Escrito de la
Sociedad Colombiana de Anestesiología o Reanimación - SCARE
COMO EXONERARSE DE RESPONSABILIDAD
Varios son los artículos que hemos publicado sobre los
elementos jurídicos y tácticos que pueden llevar a un
profesional de la medicina a ser declarado responsable
en los campos civil, penal, contencioso administrativo o
ético disciplinario.
Desde luego que el mejor camino para disminuir la
probabilidad de ser declarado responsable judicial o
éticamente es desarrollar el ejercicio profesional con
conciencia preventiva en el manejo de las relaciones
médico-paciente, médico-familiares, médico-institución
y médico-colegas y compañeros de ejercico en general.
Haciendo abstracción de debates en torno a la carga
probatoria y dentro de una visión preventiva, conviene
repasar las causales de exoneración de responsabilidad
aplicables especialmente en los ámbitos civil y contencioso
administrativo.
Desde luego que si queremos demostrar cualquiera de
estas causales debemos tener a nuestro alcance los medios
probatorios idóneos para tal fin. Por razones jurídicas y
pragmáticas se destaca la prueba documental, que
concreta en la denominada historia clínica.
Las causales de exoneración, fundamentalmente buscan
descomponer la estructura de elementos jurídicos que
deben completarse para poder llegar a la declaratoria
de responsabilidad, y en particular descomponer la
llamada relación de causalidad entre el hecho o acto
médico y la afectación en la salud o la vida se destaca
ante todo el descarte de los factores o modalidades
constitutivos de culpa.
La primera y tal vez más importante causal de exoneración
consiste en demostrar que se ha despegado
profesionalmente una conducta diligente, cuidadosa,
prudente, perita y cumpliendo los reglamentos del
ejercicio, causal que opera aun independientemente de
que el resultado en la salud o en la vida no haya sido
favorable, salvo excepciones muy puntuales.
Esta causal se concreta en el registro de todo el esfuerzo
profesional tanto en la fase del diagnóstico médico como
en la fase terapéutica, tendiente a lograr el
restablecimiento o por lo menos estabilización de la salud
física o psíquica y a evitar la terminación de la vida;
siempre acatando y respetando los reglamentos manuales
y protocolos dictados para el ejercicio de la medicina y
sus especialidades.
Tal actuación profesional debe moverse con el criterio
de evitar, disminuir o en su defecto manejar los riesgos
a que pueda estar expuesto el paciente, lo cual se traduce
en que al momento de definir la terapéutica o acto
quirúrgico en especial, debe hacerse una evaluación de
los riesgos que implica proceder o no a tal acto y a su
vez evaluar los riesgos que implican cada una de las
alternativas si existen, para el manejo del paciente. De
ser necesario deberá acudirse a la interconsulta
especializada, a las juntas médicas, a la remisión, a los
exámenes de diagnóstico y en general a todo lo que
implique evitar la exposición injustificada de riesgos para
el paciente en relación directa con su situación clínico
patológica. No sobra indicar que en cuanto al manejo de
los riesgos para la vida o la salud, estos deben ser
explicados previamente al paciente, a sus familiares,
allegados o responsables, con el fin de que éste o estos
procedan a dar su autorización o consentimiento para
luego si proceder a la práctica del acto, tratamiento o
procedimiento, de conformidad con lo previsto en el
artículo 15 de la ley 23 de 1981.
Todas las actuaciones deben desplegarse sobre la base del
conocimiento científico y tecnológico debidamente
actualizado, de tal forma que en el evento de un conflicto
judicial los registros del actual médico resistan el contraste
de lo que debió hacerse o no hacerse a la luz de la lex
artis frente a lo que se hizo o dejó de hacerse, medido
esto dentro de las posibilidades fácticas de que estaba
rodeado el profesional.
Si por razones insalvables el profesional debe apartarse
de lo dictado por las normas, manuales o protocolos, será
conveniente registrar la respectiva justificación siempre
en aras del adecuado manejo de los riesgos a que se halle
expuesto el paciente.
Un segundo grupo de hechos constitutivos de causal de
exoneración encaja en la denominada fuerza mayor y caso
fortuito, que se refiere a la presentación de hechos
imprevisibles y además irresistibles para el actuar médico.
Este concepto, está afectado por cierta relatividad histórica,
pues en la medida en que avanza la ciencia y la tecnología
médicas, mayor será la franja de hechos o los riesgos que
podrán ser previstos con la ayuda de los conocimientos y
de las técnicas mismas. Ahora bien, se requiere además
que, si los hechos o los riesgos se realizan sin haber sido
previstos, no hayan sido posible enfrentarlos, caso en el
cual debe verse en particular la disponibilidad de recursos
que tuvo para su actuación, el respectivo profesional. El
fallador en su momento debe estudiar tal disponibilidad
de recurso dentro del entorno en que se desarrolle la
relación médico-paciente y médico-institución. Al médico
no se le puede obligar a lo imposible. Si queda demostrada
tal imprevisibilidad e irresistibilidad, se frustrará entonces
la declamatoria de responsabilidad.
El anterior principio no sólo parece consagrado en las
normas civiles generales del derecho sino que además fue
previsto en el artículo 16 de la Ley 23 de 1981 conocida
como código de ética médica.
De otro lado igualmente se puede llegar a la exoneración
cuando queda probado el hecho exclusivo de un tercero
como causa del efecto no favorable en la vida o en la salud
del paciente, esto es que una persona distinta al profesional
cuestionado, produjo una lesión o una agresión sobre el
paciente sin que pueda imputársele al médico negligencia,
descuido o imprudencia en su actuación.
Finalmente puede también probarse que el resultado
negativo haya sido producto de la culpa exclusiva del
paciente, bien por no haber acatado las instrucciones del
profesional o bien por haberse agredido a sí mismo. Sin
embargo este último hecho no exonerará cuando tal
situación hubiese podido ser previsto por el profesional
de acuerdo con su especialidad.
En los estrados judiciales, son varios los antecedentes
sobre la importancia de la primera posibilidad de
exoneración, aún en el severo evento que el accidente
haya sido juzgado a la luz de la tesis de la falla del servicio
presunta. En sentencia del 24 de agosto de 1992 dentro
del expediente No. 6754, la Sección Tercera de la Sala de
lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado indicó
que «Podrán así los médicos exonerarse de responsabilidad
y con ello los centros clínicos oficiales que sirven al
paciente, mediante la comprobación, que para ellos, se
repite, es más fácil y más práctica, de haber actuado con
la eficiencia, prudencia o idoneidad requeridas por las
circunstancias propias al caso concreto, permitiéndole al
juzgador un mejor conocimiento de las causas,
procedimientos, técnicas y motivos que llevaron al
profesional a asumir determinada conducta o
tratamiento».
En reciente sentencia del 3 de abril de 1997, la misma
Corporación al citar otro fallo de la Corte Suprema de
Justicia, dentro del expediente No. 9467, recuerda que
«los riesgos propios de la intervención médica ... no
permiten que sobre ella se configure una obligación de
resultado» y «Por tal razón, se ha dicho que la prueba
de la ausencia de culpa, no puede ser nunca en realidad
una prueba perfecta, en la medida en que lo que se
evidencia, mediante la demostración de la diligencia y
del adecuado cumplimiento dé las obligaciones de la
entidad médica, es simplemente que el daño no ha tenido
origen en su falta, sin que tenga que demostrase
exactamente cuál fue la causa del daño recibido por el
paciente, pues si se exigiera esta última demostración,
se estaría pidiendo la demostración de una causa extraña,
que es la causal de exoneración propias de los regímenes
objetivos de responsabilidad».
Estas líneas no pretenden contener la panacea para evitar
ser sujetos pasivos de procesos en contra ni menos eliminar
absolutamente el riesgo de ser declarados responsables,
pero si dar algunas luces que pueden ser preventivamente
implementadas en la rutina del quehacer médico.
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