La función significante y simbolizadora de la palabra en la clínica Dr. Norberto Schenquerman [email protected] Investir la función significante y afectiva presente en la masa fónica de los pacientes fomenta, desde mi perspectiva, la integración de las voces disociadas del mundo interno. Por otra parte posibilita el pasaje de un nivel preverbal hacia otro hacia otro de mayor simbolización, en una red dinámica que cristaliza el concepto de sí y de los demás, adquiriendo una valoración cognitiva potencial. A nivel fónico coexisten un espectro de particularidades sonoras, fenómenos que cumplirían en el nivel intrapsíquico la función de un “Yo auxiliar” y desde lo lingüístico representarían, básicamente, la expresión de los primeros determinantes de la estructura del carácter. La voz como objeto sonoro posee tres elementos constitutivos: timbre, altura e intensidad y además otras cualidades, aunque pertenecientes al nivel suprasegmental del habla como ser la entonación, ritmo, duración, prosodia, gestos, acento o silencios. A mi criterio estos componentes resultan inseparables del discurso oral y en la experiencia de la cura toman la connotación de contenidos latentes que he denominado “trama sonora”. A través de la misma se pondrían de manifiesto estados de alegría, dudas, temor, etcétera; es decir sentimientos o sensaciones mentales, códigos verbales y paraverbales vinculados estrechamente con la regulación de los afectos y las emociones. Específicamente intento expresar que a través de los elementos sónicos del habla del analizando podemos captar, por ejemplo, la modulación de sus quejidos, el timbre de su ansiedad, la prosodia de sus vacilaciones. Así al expandirse la disposición auditiva se crearía un particular registro de lo escuchado que junto con los contenidos ideativos ampliarían la percepción- conciencia del paciente. René Kaës se refiere al decir, interdecir y entredecir y señala que estos decires suponen ciertas zonas de pasaje entre los lugares psíquicos del adentro y del afuera, lo cual pondría en evidencia los pensamientos prohibidos por efecto de la represión. Estos tres componentes serían tributarios de las palabras dichas o no, conformando una cadena asociativa en la situación transferencial, aspectos que este autor resalta como una vía eficaz de apertura hacia los contenidos inconscientes. Ligado al plano clínico podemos recalcar entonces que la interacción entre el habla y sus componentes sonoros resulta una herramienta terapéutica complementaria útil para abordar la comprensión integral de las emociones y su funcionamiento simbólico. O sea que más allá de lo sintáctico, semántica y pragmático el entorno sonoacústico que envuelve a las palabras va adquiriendo un carácter vivencial, a la manera de un “tejido conectivo” de la interpretación. Considero que este estilo de abordaje pone en juego un sistema de identificaciones que evoca las internalizaciones tempranas, resignificando las unidades fonólogicas pertenecientes al patrimonio mnémico. Esto se corresponde con un afán del paciente, “en un volver atrás”, quien por medio de estos mecanismos inconscientes buscaría recuperar sus primeras vivencias de satisfacción, a fin de paliar la nostalgia por la falta de su objeto de deseo, en un intento por reintroyectarlos otra vez. Conceptos que remiten al texto de Freud “Recuerdo, Repetición y Elaboración” (1914). La vinculación cuantitativa y cualitativa entre representación de cosas y representación de palabras me lleva a inferir que al establecerse nexos entre los niveles de expresión verbal y no verbal se crearía una red lingüística que desempeña un “papel ordenador” en la comunicación terapéutica. Por tanto, a la función ordenadora le podemos atribuir el beneficio de realizar transformaciones lingüísticas, además de prevenir la aparición de una estasis libidinal, brindándole un soporte a los huecos mnémicos del paciente. El afecto como contenido de conciencia sólo puede desplegarse plenamente con la constitución paralela de un vínculo empático que englobe los particulares registros de la organización psíquica del paciente, dado que es la voz quien la transporta, incluida su raíz inconsciente. En las etapas más regresivas de los pacientes he constatado cómo desde su percepción vuelven, en ocasiones, a reproducir la percepción originaria, suscitándose una moción psíquica de la índole de los “deseos” y cuya imagen mnémica, según refiere Freud, quedaría asociada a la huella que dejó en la memoria la excitación producida por la necesidad. Es decir que con la palabra el analista aloja al paciente en sí y con ello se aprehende a sí mismo. Diddier Anzieu alude que hay una fase primitiva, previa aún a la visual que funcionaría como un espejo sonoro, cumpliendo una rol importante en la conformación del aparato psíquico y que sería: 1) la capacidad de significar 2) la capacidad de simbolizar. La voz escuchada primariamente como sonido, no tiene categoría de voz (es decir que no está semantizada) sino que se organiza sobre una base auditiva, a la manera de un estímulo sonoro primario. El bebé reacciona frente a dichos estímulos de manera muy diversa: a) Percibe sonidos que los asocia al placer de los cuidados, a la alimentación. Los sonidos reconocidos pasan a constituir parte de su incipiente yo. (principio del placer). b) Más adelante percibe otros sonidos que se ligan con el displacer. c)Habrá un tercer momento donde se constituirá el yo placer definitivo y donde la experiencia de satisfacción ya se puede corresponder con la prueba de realidad. Anzieu nomina significado prelingüístico a los gritos y a los sonidos del parloteo y significado infralingüístico a la mímica y a los gestos. La escucha y el pensar cognoscitivo El registro de las verbalizaciones del paciente nos impone a los terapeutas la necesidad de desarrollar un umbral sensitivo capaz de captar los mensajes velados e inconscientes que van surgiendo en el transcurso de la sesión. Aparecen intercambios ambivalentes tales como: idealización o desidealización; dependencia o independencia; amor u odio; identificación y desidentificación y esta imbricación discursiva nos enfrenta a un más acá y un más allá de las palabras. La condición de que puedan volverse representables aquellas huellas mnémicas reprimidas se sustenta en la conformación de un espacio terapéutico donde se contemple la identificación, la proyección, además de realizar permanentes retranscripciones en torno a sus verbalizaciones. Considerar las resonancias emocionales de la palabra permitiría reforzar el sistema interpersonal del vínculo terapéutico, como asimismo favorecería a la constitución de la identidad perceptiva, producto final compuesto tanto por las funciones significantes como por las funciones simbólicas. Es en el interior del entramado vincular donde se debe rescatar la expresión de las fantasías endopsíquicas irrepresentables. Una viñeta clínica: En el transcurso de una sesión un paciente de 25 años, quien había comenzado su tratamiento pocos meses atrás, me manifestó con un tono de voz agitado que de lo hablado en sus sesiones, poco después olvidaba la mayor parte de su contenido. Su déficit auditivo me llevó a indagar sobre cómo solía dirigirse su madre a él cuando niño. Con bastante dificultad me mencionó que era de tonos chillones, duros e impacientes y que generalmente elegía una caja de soldaditos para jugar, como una forma de no oírla debido al rechazo que le producía. Desde una lectura metapsicológica perturbación de sus asocié que este paciente presentaba una internalizaciones tempranas, simbióticas y de la memoria sensoperceptiva. Así, a través del juego y como un mecanismo defensivo interponía un block resistencial auditivo”, filtrando partes de lo escuchado como defensa frente a sus vivencias traumáticas. En este breve ejemplo podemos observar que la madre carecía de componentes afectivos vocales “suficientemente buenos” (Winnicott) y al faltarle una heteroestimulación auditiva adecuada, fue el determinante para que evolutivamente su función auditiva se constituyera de manera deficiente. Los sentimientos de vacío en las necesidades de su Yo, se reflejaron a posteriori, en un déficit en el sistema de las representaciones, derivado de su entorno primitivo (madrepadre) en el que prevaleció un “baño sonoro de palabras negativas”. Por lo tanto, dado que el código verbal materno internalizado tenía un predominio de sonidos metálicos, intrusivos, desagradables, traté de laborar clínicamente con mis intervenciones apelando a un estilo verbal complementario, semejante a un objeto transicional, para bordear aquellos huecos afectivos que no pudo llenar y que dio lugar a su perturbación afectiva. Conclusiones El modelo de abordaje que propongo no implica tener que realizar actividades verbales intencionales, apelar a la imitación o a la mímica sino que es en la confluencia discursiva complementaria, en el ensamble del cuerpo vocal entre el analista y el paciente donde se asienta la función significante y simbólica del lenguaje. Desde un plano intersubjetivo tiene una impronta específica sobre las envolturas externas y envolturas internas del sí mismo, cuestiones vinculadas directamente con la diferenciación entre adentro y afuera, mundo externo versus mundo interno, Yo, no-Yo. En síntesis, pienso que los aspectos fonéticos y fonemáticos se fijan mayormente en el transcurso del desarrollo infantil, por lo cual la exploración de los diversos códigos verbales abre nuevos horizontes, ampliando las complejas relaciones existentes entre lenguaje, pensamiento y afecto. Bibliografía Amati Mehler, J, et. al.: La babel del Inconsciente, Edit. Lumen, 2002 Anzieu D.: El Yo Piel, Edit. Biblioteca Nueva, España Freud S.: Obras Completas, Edit. Amorrortu, Buenos Aires Käes, R.: “La palabra y el vínculo. Procesos asociativos y trabajo psíquico en los grupos”, 1994. Liberman, D.: Lingüística, interacción comunicativa y proceso psicoanalítico, Edit. Galerna, Buenos Aires, 1970. Rose G.J.: “Música, pérdidas y regulación del afecto”, Rev. de Psicoanálisis, Tomo LVl, Nº4, 1999. Schenquerman, N.: “La identificación y su vinculación con el pensamiento inconsciente y las líneas melódicas”, International Journal of Psychoanalysis,Vol. 68,Nº2, Pág. 207, 1987. --------------------: “Acerca de la escucha, el habla y el pensar cognoscitivo”, Revista de Psicoterapia, Psicoanálisis y Grupo, Vol 18, Madrid, España, 1996. Schenquerman, N.: La trama sonora de la interpretación, Edit. Publikar, Buenos Aires, 1999.