La responsabilidad civil empresarial por los daños y perjuicios

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La responsabilidad civil empresarial
por los daños y perjuicios derivados
de accidentes de trabajo: una
aproximación a los criterios judiciales
imperantes y reflexiones en pro de
una urgente reforma procedimental
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ*
1. INTRODUCCIÓN
U
no de los temas más frecuentes y
problemáticos en los órdenes jurisdiccionales civil y social es el relativo a la delimitación de las responsabilidades
que nacen a cargo del empresario como consecuencia de los accidentes de trabajo sobrevenidos a los trabajadores a su servicio, resultando controvertido en todos sus aspectos,
desde el que afecta a la delimitación de la vía
jurisdiccional competente para su enjuiciamiento, hasta el referido a los criterios que
deben utilizarse para determinar cuándo se
produce el nacimiento de la responsabilidad,
sin dejar de lado, la forma en que debe procederse a la cuantificación de la indemnización
que se debe asumir.
Respecto al primero de los puntos mencionados, las sentencias de casación para unificación de doctrina (Sala de lo Social) permi-
* Abogado del Ilustre Colegio de Madrid.
ten mantener la competencia del orden jurisdiccional social para conocer de las indemnizaciones reclamadas frente al empresario por
quienes han sufrido un accidente de trabajo.
El Tribunal Supremo (por todas, STS 30 de
septiembre de 1997, Ar. 6853) se decanta por
tal solución, con apoyo en los diversos Autos
dictados por la Sala de Conflictos de Competencia.
Desde esta perspectiva consideramos irrelevante que la responsabilidad controvertida
pueda calificarse de acuerdo con los criterios
establecidos por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo como extracontractual, cuando
«el acto causante se presenta con entera abstracción de la obligación preexistente» (STS
de 19 junio 1984, Ar. 3250), o como contractual, cuando el hecho determinante del daño
surge «dentro de la rigurosa órbita de lo pactado y como desarrollo normal del contenido
negocial» (STS de 20 julio 1992, Ar. 6438). Lo
decisivo es que el daño se impute a un incumplimiento laboral y no civil.
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ESTUDIOS
En nuestra opinión, la actuación irregular
en que incurre el empresario en el marco de la
relación de trabajo sólo puede conceptuarse
como un ilícito laboral. Tal calificación conlleva no sólo la competencia jurisdiccional del
orden social para conocer de las consecuencias que resultasen de aquel ilícito, sino, además, que en la determinación de las responsabilidades que de él derivasen resulta irrelevante la distinción entre responsabilidad contractual y extracontractual propia del ilícito
civil, de tal manera que todo resarcimiento
que recibe el trabajador por el daño sufrido en
el marco del contrato de trabajo debe considerarse reparación del ilícito laboral sufrido,
sin que resulte posible distinguir si cada una
de las medidas resarcitorias recibidas debe
imputarse a una responsabilidad laboral contractual o extracontractual.
En otras palabras, no parece que sea posible que se reclame del empresario una indemnización a título contractual y otra a título
extracontractual, cuando el daño a reparar
nace de un único título de responsabilidad, el
ilícito laboral1.
Pese a la meridiana claridad de la exposición precedente, veremos en las líneas
siguientes cómo el panorama se oscurece y se
asiste a la ceremonia de la confusión entre los
órdenes jurisdiccionales civil y social, con el
grave quebranto para los perjudicados y afectados e incluso, por qué no decirlo, para las
empresas, ante la divergencia de criterios
judiciales sobre la materia que no producen
sino profunda inseguridad jurídica, en contra
del principio constitucional consagrado en el
artículo 9.3 de la Constitución Española (en
adelante CE).
No pretenden estos comentarios analizar
desde el punto de vista teórico la regulación
Siguiendo en ello, como luego se detallará, reiterada doctrina jurisprudencial del Tribunal Supremo y la
emanada de las diferentes Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia (por todas, la contenida
en la STSJ País Vasco, de 15 de abril de 1997, Ar. 1444).
1
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normativa de la responsabilidad empresarial
por los daños y perjuicios derivados de accidente de trabajo, pues son muchos las obras y
trabajos doctrinales que se han ocupado
amplia y certeramente sobre la materia. Al
contrario, nuestro pensamiento se enfoca en
suministrar, desde una visión eminentemente práctica, qué pueda ser de utilidad para los
responsables de la prevención de los riesgos
laborales y recursos humanos en las empresas, así como para los asesores jurídicos, cuál
es el actual estado de situación y las recomendaciones que de una manera indirecta
nos está sugiriendo la doctrina judicial, tanto
del orden civil como de la jurisdicción social.
2. LA CLASIFICACIÓN DE LAS
RESPONSABILIDADES DIMANANTES
POR LOS ACCIDENTES DE TRABAJO
En el Derecho Laboral existe un importante grupo de normas encaminadas a la prevención de los siniestros laborales y a la exigencia de responsabilidad en el caso de que los
mismos se produzcan, ubicadas las primeras,
fundamentalmente, en la Ley 31/95, de 3 de
noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) y, las segundas en el Real Decreto
Legislativo 1/1994, de 20 de julio, por el que
se aprueba el Texto Refundido de la Ley
General de la Seguridad Social (LGSS).
El deber que, por imperativo del artículo
14.2 de la LPRL, recae sobre el empresario,
obligándole a garantizar la seguridad y salud
de los trabajadores a su servicio en todos los
aspectos relacionados con el trabajo, conlleva
un deber de vigilancia del cumplimiento de la
normativa que regula esa materia.
Ese deber de vigilancia, que tiene cabida
entre las medidas generales de seguridad e
higiene en el trabajo que deben ser observadas por el empresario, según dispone el artículo 123.1 de la LGSS, incluye el prever las
distracciones o imprudencias no temerarias
que pudiera cometer el trabajador (art. 15.4
LPRL), debiendo partir de la base de que éste
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cumple las obligaciones que el artículo 29 de
la LPRL le impone personalmente en materia
de prevención de riesgos laborales2, de forma
que el empresario está obligado a vigilar el
cumplimiento efectivo de dicha normativa
por parte del trabajador y, si cumple ese
deber y comprueba que el trabajador también
lo hace con sus propias obligaciones, en caso
de que se produjera en alguna ocasión excepcional un accidente debido a que el trabajador
no observó los deberes que pesaban sobre él,
no habría reproche hacia el empresario.
Por el contrario, si el empresario constata
un incumplimiento sistemático o frecuente de
las obligaciones a cargo de los trabajadores y
se muestra permisivo o pasivo, incurrirá en
responsabilidad en caso de que se produzca el
accidente.
El incumplimiento empresarial de la normativa de Seguridad Social y prevención de
riesgos laborales es susceptible de provocar
consecuencias jurídicas en la vertiente administrativa, civil y penal.
Pero con independencia de tales efectos,
existe un conjunto de normas reparadoras de
los daños y perjuicios que haya sufrido el trabajador que se hallan integradas dentro de
las diversas previsiones de la LGSS. Dentro
de esta función reparadora se halla establecido un sistema de prestaciones garantizadas
en todo caso por el Sistema de la Seguridad
Social. En efecto, aparte de aquella protec-
2
Uso adecuado de las máquinas, aparatos y, en
general, cualesquiera otros medios con los que desarrollen su actividad; utilización correcta de los medios y
equipos de protección facilitados por el empresario; no
poner fuera de funcionamiento y utilizar correctamente
los dispositivos de seguridad existentes; informar de
inmediato a su superior jerárquico directo y a quienes
tengan atribuidas las labores de protección y prevención
acerca de cualquier situación que entrañe razonablemente un riesgo para la seguridad y salud de los trabajadores; contribuir al cumplimiento de las obligaciones en
materia de seguridad y salud de los trabajadores en el
trabajo; cooperar con el empresario para que éste
garantice unas condiciones de trabajo seguras y riesgos.
ción reparadora pública se halla prevista la
posibilidad de una ulterior responsabilidad
civil por daños y perjuicios derivada del
incumplimiento empresarial de sus obligaciones en materia de seguridad y salud, basada
en un régimen de responsabilidad por culpa
directamente relacionada con el incumplimiento de la normativa en materia de prevención de riesgos laborales y complementaria de la anterior, que completa en su integridad el sistema de responsabilidades a cargo
del empresario, derivadas todas ellas de forma directa o indirecta del incumplimiento
por el mismo del deber de seguridad que deriva de la propia relación laboral.
La doctrina científica entiende, acorde a la
legislación vigente, que en materia de accidentes de trabajo se pueden deducir las
siguientes responsabilidades:
1.º Las laborales estrictas y de Seguridad
Social, derivadas de la calificación del hecho
como accidente de trabajo, que hacen entrar
en juego todo el cuadro ordinario de prestaciones de seguridad previstas para esta contingencia. El daño producido por un accidente de trabajo puede dar origen a diversos
mecanismos de reparación, generando las
correspondientes obligaciones para sujetos
también distintos:
A) Las entidades gestoras o colaboradoras de la seguridad social o el empresario en supuestos de incumplimiento
de sus obligaciones de afiliación, alta y
cotización responden del pago de las
prestaciones de la Seguridad Social.
B) Pueden existir además mejoras voluntarias de las prestaciones básicas de la
Seguridad Social a cargo de quien pueda resultar obligado en virtud de la
modalidad aplicada y del sistema de
gestión.
2.º Las, a la vez administrativas y laborales, consistentes en el recargo de todas las
prestaciones, cuando éstas son debidas a
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infracciones de normas de seguridad e higiene en el trabajo. El empresario responde también del recargo de las prestaciones previsto
en el artículo 123 de la LGSS3 en caso de que
el accidente se haya producido con infracción
de normas de seguridad e higiene en el trabajo.
• El recargo y la sanción administrativa
contemplan el hecho dañoso desde una
perspectiva diversa, al crear el primero
una relación indemnizatoria empresario-perjudicado, incardinándose la
segunda en la potestad estatal de imponer la protección a los trabajadores.
Conforme ha sentado en unificación de
doctrina la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo en sentencia de 14 de febrero de
2002 (Ar. 2521), las características que presiden el recargo son:
Y, por otro lado, que los requisitos jurisprudenciales para su imposición son:
• Se constituye como una «pena o sanción» que se añade a una propia prestación, previamente establecida y cuya
imputación sólo es atribuible, en exclusiva, a la empresa incumplidora de sus
deberes en materia de seguridad e
higiene en el trabajo.
• La finalidad del recargo es evitar accidentes de trabajo originados por infracciones empresariales de la normativa
de riesgos laborales, impulsando coercitivamente el cumplimiento del deber
empresarial de seguridad, con el fin de
que a la empresa no le resulte menos
gravoso indemnizar al accidentado que
adoptar las medidas preventivas oportunas.
• La coexistencia del recargo con una sanción administrativa no comporta vulneración del principio «non bis in idem».
Art. 123 LGSS: «Todas las prestaciones económicas
que tengan su causa en accidente de trabajo o enfermedad profesional se aumentarán, según la gravedad de la
falta, de un 30 a un 50 por 100, cuando la lesión se produzca por máquinas, artefactos o en instalaciones, centros o lugares de trabajo que carezcan de los dispositivos
de precaución reglamentario, los tengan inutilizados o en
malas condiciones, o cuando no se hayan observado las
medidas generales o particulares de seguridad e higiene
en el trabajo, o las elementales de salubridad o las de
adecuación personal a cada trabajo, habida cuenta de
sus características, y de la edad, sexo y demás condiciones del trabajador».
3
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• Que resulte acreditado el incumplimiento por la empresa de alguna medida de seguridad (plena vigencia del
principio de presunción de inocencia)
legalmente impuesta (no obligaciones
genéricas).
• Que medie relación de causalidad entre
la infracción y el resultado dañoso.
• Que exista culpa o negligencia de la
empresa (exclusiva o compartida).
• Que la falta de negligencia o cuidado no
sea compatible con una actitud prudente del empresario, a la luz de criterios de
normalidad y razonabilidad.
3.º Las administrativas estrictas, básicamente sanciones en forma de multas que se
regulan en la LPRL y por los hechos tipificados como faltas en la Ley 8/1988, de 7 de abril,
derogada por Real Decreto Legislativo
5/2000, de 4 de agosto, por el que se aprueba
el Texto Refundido de la Ley sobre Infracciones y Sanciones del Orden Social (LISOS).
Esta vertiente administrativa se sujeta a
los principios de legalidad, irretroactividad,
tipicidad, proporcionalidad y non bis in
idem4.
4.º Las responsabilidades civiles fundadas en los preceptos de responsabilidad contractual (arts. 1101 y siguientes del Código
Civil, en adelante, CC) o extracontractual
(arts. 1902 y 1903 CC). A este respecto cree-
4
STSJ Madrid, de 6 de junio de 2002 (Ar. 2394).
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mos oportuno adelantar ya estas precisiones:
• El término civil se utiliza en un sentido
amplio que comprende, frente a la
penal, tanto la responsabilidad estrictamente civil como la que surge de un
incumplimiento laboral.
• Cuando se está ante un daño cuya producción se imputa a un ilícito laboral,
entendido como la infracción de una
norma, estatal o colectiva, o de una
regla de la autonomía privada o de la
costumbre, la responsabilidad ya no es
civil, sino laboral y el supuesto queda
atribuido al orden social.
• La responsabilidad penal conlleva una
responsabilidad civil aneja por la comisión de delitos5.
Según la Doctrina de la Sala de lo Civil del
Tribunal Supremo para que se admita la responsabilidad extracontractual regulada en el
artículo 1902 del CC se hace precisa la conjunción de los presupuestos siguientes:
– Subjetivo, consistente en la existencia
de una Acción u Omisión generadora de
una conducta imprudente o negligente
atribuible a la persona o entidad contra
la que la acción se dirige.
– Objetivo, relativo a la realidad del daño
o lesión.
– Relación causal, entre el daño y la falta6.
Pueden producirse supuestos de hecho que impliquen responsabilidad criminal o civil de alguna persona
o del empresario, y en este caso el art. 127.3 LGSS aclara que «la prestación será hecha efectiva .... sin perjuicio
de aquellas responsabilidades. En estos casos, el trabajador o sus derechohabientes podrán exigir las indemnizaciones procedentes de los presuntos responsables criminal o civilmente».
6
Por todas, STS (Civil), de 24 de septiembre de
2002 (Ar. 7869).
5
De los tres requisitos mencionados, unos
(la acción y el daño causado) tienen naturaleza fáctica y otros (la culpa o negligencia y la
relación de causalidad) tienen marcado matiz
jurídico, diferenciación de trascendencia en
materia de recursos7.
3. LOS PRINCIPIOS QUE PRESIDEN
LA COMPLEMENTARIEDAD DE
INDEMNIZACIONES Y EL RECHAZO
DE UNA INDESEABLE SITUACIÓN DE
ACUMULACIÓN NO COORDINADA
DE INDEMNIZACIONES
Las diferentes acciones que pueden ejercitarse para alcanzar el resarcimiento de un
daño, conforme a las previsiones del artículo
10898 del CC dimanan:
1.º De aquellas que derivan de una relación previa, como son las que nacen de
los contratos.
2.º Y aquellas que tienen su origen en
actos ilícitos y que a su vez, se dividen
en: a) Los ilícitos penales incluidos en
el artículo 1089, por concurrir la tipicidad y punibilidad y que se rigen por
las normas del referido carácter, y en
las que además el CC será supletorio
en virtud de lo dispuesto en el artículo
1090; y b) Los ilícitos originados por la
actuación y omisión negligente no
penada por la Ley, a los que se refiere
el artículo 1902 de la misma disposición normativa.
Partiendo del deber genérico de no causar
daño a otro, los principios jurídicos 9 que
enmarcan la obligación de resarcimiento tras
un accidente de trabajo son:
STS (Civil), de 2 de marzo de 2001 (Ar. 2589).
Artículo 1089: «Las obligaciones nacen de la ley, de
los contratos, y cuasi contratos, y de los actos y omisiones
ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o
negligencia».
9
Siguiendo doctrina judicial pacífica. Por todas,
STSJ País Vasco de 3 de julio de 2001 (Ar. 1892).
7
8
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• La reparación íntegra del daño sufrido,
que no se alcanza a cubrir con el sistema de prestaciones de Seguridad Social.
• Ha de evitarse el enriquecimiento injusto del trabajador o de sus causahabientes.
La cuestión que inmediatamente surge es
analizar la posibilidad del ejercicio de pretensiones indemnizatorias complementarias a
las básicas que puedan corresponder en el
campo de la Seguridad Social por responsabilidad civil, con la finalidad de lograr el resarcimiento de daños y perjuicios derivados de
un accidente de trabajo.
La respuesta por parte de las Salas de lo
Civil y Social del Tribunal Supremo es unánime y afirmativa. El principio de unidad de
culpa civil y complementariedad de indemnizaciones aparece recogido entre otras, en la
sentencia (Sala de lo Civil) de 8 de octubre de
200110, mediando los siguientes argumentos
(f.j. 3º):
«Siendo hoy patente en nuestro ordenamiento jurídico la superación del principio
de inmunidad del empresario y de los límites de la reparación (…) resulta aconsejable, dada la compatibilidad entre las
indemnizaciones fundadas en las responsabilidad civil del empresario y las
prestaciones de la seguridad social originadas por el mismo supuesto de hecho (…),
10
Los antecedentes de los que se partía eran: a) En
la empresa H. se produce la muerte de cuatro trabajadores (un vigilante y tres picadores) en diciembre de
1992 al resultar aplastados por una losa de grandes
dimensiones que se desprendió del techo durante las
labores de explotación minera. b) Se interponen demandas correspondientes en reclamación de cantidad por
indemnización de daños y perjuicios, ante el juzgado de
primera instancia núm. 2 de Mieres, en favor de las
esposas e hijos de los trabajadores fallecidos. c) Las
demandas se fundaban en los arts. 1902 y 1903 CC,
reprobando a la empresa la aplicación de un sistema de
explotación inadecuado y de un método de entibación
inseguro.
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mantener, en garantía el principio de reparación íntegra del daño (…).
Se trata en suma de pasar de una indeseable situación de acumulación no coordinada de indemnizaciones, sin base normativa
suficiente por cuanto compatibilidad no
equivale necesariamente a acumulación
descoordinada, a un sistema de complementariedad de las indemnizaciones
hasta lograr la reparación íntegra del
daño. Para ello conviene analizar en el
ámbito civil la responsabilidad del empresario fundada en el art. 1902 CC, mediante una muy especial atención, de un lado, al
elemento de la culpa o negligencia, único
medio de evitar la confusión con el ámbito
objetivo, cuantitativamente prefijado propio de la seguridad social y por recargo de
las prestaciones a costa del empresario en
virtud de su propia culpa cuando ésta es
tenida en cuenta por la misma normativa
de la seguridad social para imponerle ese
recargo cuyo pago no puede ser legalmente
objeto de seguro».
De la misma forma, pacífica doctrina emanada de la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo11 sostiene dicha compatibilidad con
base en los siguientes argumentos:
• El artículo 123 de la LGSS, que al tratar
del recargo de las prestaciones económicas en caso de accidente de trabajo y
enfermedad profesional, dispone que
«la responsabilidad que regula este artículo es independiente y compatible con
las de todo orden, incluso penal, que
puedan derivarse de la infracción». Y,
recordemos que el precepto admite
abiertamente la compatibilidad de
indemnizaciones complementarias con
el recargo de prestaciones económicas
por falta de medidas de seguridad.
Sentencias de 2 de febrero (Ar. 3250) y 10 de
diciembre de 1998 (Ar. 10501), 17 de febrero de 1999
(Ar. 2598) y 20 de julio de 2000 (Ar. 7369).
11
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• El artículo 127 de la misma Ley que
sigue también esa tendencia, pero con
influencia sobre un mayor campo que
excede del acotado por el artículo 123;
según aquel precepto «cuando la prestación haya tenido como origen supuestos
de hecho que impliquen responsabilidad
criminal y civil de alguna persona,
incluido el empresario... el trabajador o
sus derechohabientes podrán exigir las
indemnizaciones procedentes de los presuntos responsables criminal o civilmente».
• En la sentencia del Tribunal Supremo
de 10 de diciembre de 1998 (Ar. 10501),
dictada por la Sala General, se admitió
asimismo la posibilidad de ejercer distintos tipos de acciones para alcanzar el
resarcimiento de un daño, según las circunstancias de hecho que puedan servir
de apoyo a esa pretensión de indemnización.
En definitiva, las decisiones judiciales ratifican la compatibilidad o, mejor dicho, la complementariedad de las cantidades percibidas
por el trabajador accidentado para lograr una
íntegra indemnización de los daños percibidos. Pero no, como luego veremos, para percibir una cantidad superior a la que éstos constituyeron; salvando exclusivamente de este
criterio las cantidades que el trabajador perciba en razón a la imposición de un recargo por
falta de medidas de seguridad que, en razón a
su identidad, no debe compensarse en forma
alguna (conforme a la doctrina en unificación
de doctrina de la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo, como luego precisaremos).
4. LA POLÉMICA ENTRE LOS ÓRDENES
JURISDICCIONALES CIVIL Y SOCIAL
De forma pacífica y constante la jurisprudencia laboral señala que, sin perjuicio de la
competencia de la jurisdicción penal por la
responsabilidad civil derivada de delitos, el
conocimiento de las reclamaciones por acci-
dente de trabajo corresponde en principio a la
jurisdicción social12. La competencia de este
orden social se extiende tanto a la reclamación de prestaciones de Seguridad Social,
como a la reclamación de los incrementos o
recargos de las mismas por incumplimiento
de medidas de seguridad e higiene (art. 123
LGSS), como en su caso a la responsabilidad
civil (laboral) añadida a las anteriores (art.
127 de la propia Ley).
No obstante lo anterior, lo cierto es que también la jurisdicción civil viene conociendo de las
controversias afectantes a las indemnizaciones
civiles por los daños y perjuicios. Así las cosas,
el conocimiento conjunto acerca de la responsabilidad empresarial por daños y perjuicios derivados de accidente de trabajo por las jurisdicciones civil y del orden social arrastra:
•
El inconveniente de la indefinición
que el justiciable padece con respecto
al orden jurisdiccional al que ha de
acudir.
•
Una indeseable desigualdad de trato,
debida a la distinta accesibilidad de
los procesos civil y laboral, y a los muy
diversos criterios informadores de uno
y otro ordenamiento.
•
Los perniciosos efectos para los trabajadores y empresas afectadas, al darse
una presunta vulneración del principio constitucional de la seguridad jurídica (art. 9.3 CE) y del derecho a la
tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE).
•
La urgente necesidad de que se acometa una reforma legislativa que resuelva definitivamente la controversia.
12
Hay una amplia corriente jurisprudencial en pro
de la atribución competencial al orden jurisdiccional
social en temas de responsabilidad civil dimanante de
accidente de trabajo, de la que son buena muestra las
sentencias de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo
de 15 de noviembre de 1990 (Ar. 8575), 24 de mayo (Ar.
4296) y 27 de junio de 1994 (Ar. 5489), 3 de mayo de
1995 (Ar. 3740), 30 de septiembre de 1997 (Ar. 6853) y
23 de junio de 1998 (Ar. 5787).
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Tal pareciera como si el trabajador afectado o sus causahabientes tuviesen a su libre
albedrío la posibilidad de formalizar sus
acciones ante una u otra jurisdicción, lo que
de suyo, es criticable, como en más de una
ocasión ha podido reconocer la Sala de lo
Social del Supremo13.
Así, pues, para enjuiciar de esta materia
no es baladí, como a continuación veremos,
partir de las siguientes consideraciones:
En el actual estadio legislativo, la responsabilidad contractual dimana sustancialmente de la regulación contenida en:
• Arts. 4.2.d) y 19.4 del Estatuto de los
Trabajadores (RDL 1/1995, de 24 de
marzo).
• Arts. 11 al 13 de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social
(RDL 5/2000, de 4 de agosto).
• La naturaleza jurídica de la responsabilidad, contractual o extracontractual.
• Arts. 15 y concordantes de la Ley
31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales.
• La determinación de qué orden jurisdiccional es competente para conocer de
este tipo de pretensiones.
• Reglamento de los Servicios de Prevención (RD 39/1997, de 17 de enero).
• La diferente posición de que gozan en la
jurisdicción social el trabajador y sus
causahabientes, respecto del beneficio
de justicia gratuita.
• Los diferentes índices valorativos para
la cuantificación de la culpa y el daño
según conozca de la reclamación la
jurisdicción social o la civil.
• La duración de los procedimientos,
según sea una u otra la vía jurisdiccional utilizada.
4.1. El carácter contractual o
extracontractual de la
responsabilidad y la doctrina
de la sala de conflictos del
Tribunal Supremo
La delimitación entre responsabilidad
contractual y extracontractual o aquiliana no
es tarea fácil y menos aún cuando se afronta
con relación al deber de seguridad que tiene
todo empresario titular de un contrato de trabajo.
• Ley General de la Seguridad Social
(RDL 1/1994, de 20 de junio).
• Directivas Comunitarias 89/391 CE y
93/104 CE.
• Convenios Colectivos.
Por otro lado, la responsabilidad extracontractual (llamada también «aquiliana», por
haber sido introducida en el área jurídica por
la Lex Aquiliana del siglo III a.C.) se funda en
el principio general alterum non laedere y se
protege a través de las normas contenidas en
los artículos 1902 y siguientes del CC.
La polémica y marcado enfrentamiento
entre los dos órdenes jurisdiccionales debería
estar resuelta, al mediar al efecto doctrina
judicial de la Sala de Conflictos del Tribunal
Supremo que encauza al orden social los litigios cuando concurre omisión por parte del
empresario de las medidas de seguridad
legalmente establecidas, o los daños derivan
de un incumplimiento de las obligaciones que
constituyen contenido esencial del contrato
de trabajo14. Recientemente, se ha destacado,
«Debe entenderse que el daño causado en un
accidente de trabajo, cuando concurre omisión por parte del empresario de las medidas de seguridad legalmen14
Entre otras, STS 30 de septiembre de 1997 (Ar.
6853).
13
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con indudable acierto, que es irrelevante el
hecho de que la demanda civil se fundamente
en los artículos 1902 y 1903 del CC, puesto
que en todo caso se trata del cumplimiento de
los deberes legales impuestos sobre seguridad e higiene que se integran en el contenido
de la relación laboral15.
Las prescripciones de las normas sobre
seguridad e higiene (en terminología actual,
en materia de prevención de riesgos laborales) forman parte esencial del contenido del
contrato de trabajo y su observancia viene
impuesta por los preceptos antes mencionados, en relación con lo dispuesto en el artículo
1090 del CC sobre las obligaciones derivadas
de la ley, al mismo tiempo que por su incorporación al contrato de trabajo, de tal manera
que su incumplimiento se encuadra en los
artículos 1101 y siguientes del citado cuerpo
legal, lo que impone entender que las reclamaciones civiles dimanantes de los accidentes de trabajo están comprendidas dentro de
la rama social del Derecho.
En definitiva, la discusión doctrinal y jurisprudencial en torno a esta materia debería
resolverse a favor del carácter contractual de
tal responsabilidad. No debe ofrecer duda
alguna que cuando el daño deriva de un ilícito
laboral, entendido como la infracción de una
norma estatal o colectiva, o de una regla de la
autonomía privada o de la costumbre, la res-
te establecidas, se deriva de un incumplimiento de las
obligaciones que constituyen contenido esencial del contrato de trabajo, pues los deberes y derechos que los
constituyen no sólo nacen del concierto de voluntades
producido entre las partes, puesto que el artículo 3 del
Estatuto de los Trabajadores enuncia las fuentes de la
relación laboral y establece en su apartado 1º que tales
derechos y obligaciones se regulan por las disposiciones
legales y reglamentarias del Estado, por los convenios
colectivos, por la voluntad de las partes... y por los usos y
costumbres» (Autos dictados por unanimidad por la Sala
de Conflictos de Competencia, de 23 de diciembre de
1993, Ar. 10131, 4 de abril de 1994 –dos Autos– Ar.
3196 y Ar. 3197 y 10 de junio de 1996, Ar. 9676).
15
Autos de 21 de diciembre de 2000 (Ar.
2002/2105) y 23 de octubre de 2001 (Ar. 2003/1184).
ponsabilidad es derivada del contrato de trabajo y por ello contractual, siendo protegible
al amparo de lo establecido en los artículos
1101 y siguientes del CC y no en la cita de los
artículos 1902 y 1903 del citado cuerpo legal.
Como de una manera muy gráfica dijo la
STS de 10 de diciembre de 1998 (Ar. 10501),
en el Derecho Laboral, al estar en presencia
de una deuda de seguridad del patrono, «es
difícil imaginar supuestos en los que el
empresario, en una misma actuación, viole el
deber de garantía que entraña la culpa contractual y al mismo tiempo incurra en supuestos de la extracontractual, incardinados en
ese marco laboral».
4.2. El orden jurisdiccional competente
La contradicción existente entre la jurisdicción civil y la social es patente desde el
momento en que los dos órdenes conocen de la
responsabilidad civil empresarial por daños y
perjuicios derivados de los accidentes de trabajo, autoerigiéndose, con base en una misma
normativa, como vía competencial para conocer de esta específica responsabilidad.
A) El Orden Jurisdiccional Civil ha venido declarándose competente para conocer de
este tipo de litigios. Sin embargo desde 1998
se han alzado algunas posturas discordantes,
pues se entendía que tanto se instase la tutela por vía contractual (arts. 1101 y siguientes
CC), como a través de la aquiliana del artículo 1902 del CC, el ilícito determinante de la
responsabilidad del empresario, y que late en
cada uno de esos preceptos, no es posible descolgarlo del contrato de trabajo, y más cuando
en tema de responsabilidad, se ejercita una
pretensión, con base en la infracción del
empresario de las adecuadas medidas de
seguridad, control, vigilancia que devienen
exigibles en la LPRL16.
16
En este sentido se han pronunciado STS (Civil),
considerando la competencia del Orden Social, entre
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53
329
ESTUDIOS
No obstante, a partir de 1999, se vuelve al
giro de la competencia del orden jurisdiccional civil, pero no sin el matiz de que para ello
la acción ha de fundarse en los artículos 1902
y 1903 del CC. Con posterioridad, la Doctrina
de la Sala de lo Civil, contenida en las STS de
15 de septiembre y 8 de octubre 2000 confirmaba su competencia jurisdiccional con estos
argumentos:
• Siempre que la acción se funde en los
artículos 1902 y 1903 del CC. Si se funda únicamente en el incumplimiento de
las medidas de seguridad, que en la
relación laboral constituyen una obligación típica del empresario, la competencia corresponde al orden jurisdiccional
social.
• Cuando la demanda del trabajador se
fundamente en exclusiva en la responsabilidad extracontractual del empresario. Si se alega en aquélla el deber
contractual y legal de protección que se
cierne sobre el empresario, la competencia debe trasladarse al orden jurisdiccional social.
En esta línea, y entre las sentencias más
recientes dictadas han de mencionarse las
STS de 2 de julio (Ar. 1700), 15 de septiembre
(Ar. 7478) y 8 de octubre de 2001 (Ar. 7551),
cuya argumentación en pro de su competencia jurisdiccional se resumía en que:
• La terminología utilizada en la calificación de esta responsabilidad como civil
contenida en las normas de seguridad
social (arts. 115.5 y 127.3 LGSS) y en la
de prevención de riesgos laborales (art.
42 LPRL).
• La falta de una expresa obligación contractual de seguridad e higiene a cargo
otras, las de 10 febrero (Ar. 979), 20 marzo (Ar. 1708),
24 octubre (Ar. 8236) y de 21 noviembre de 1998 (Ar.
8817) y curiosamente, por lo inusual, el voto particular
de la STS de 30 noviembre de 1998 (Ar. 8785).
330
del empresario en las normas reguladoras del contrato de trabajo (en la referencia a la normativa anterior al ET).
• La naturaleza extracontractual de este
tipo de responsabilidad.
• La naturaleza expansiva y el carácter
subsidiario del orden jurisdiccional civil
al amparo del artículo 9.2 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial (LOPJ).
• El hecho de que en muchas otras ocasiones la Sala de lo Civil lo haya decidido
en este sentido.
De la primera resolución judicial (STS 2 de
julio de 2001), permítasenos destacar la propia contradicción que se contiene en su fundamentación jurídica, al admitir la competencia del orden civil pese a dejar sentada la
previa falta de medidas de seguridad por parte del empresario17. De la segunda sentencia
(STS 15 de septiembre de 2001), efectuaríamos exactamente la misma crítica, al tratarse de una acción de responsabilidad extracontractual cuando dimanaba de la enfermedad
profesional de la silicosis18. Y de la última
17
«Probados los hechos que demuestran la inequívoca relación de causalidad entre la acción y el resultado
dañoso, a consecuencia de la falta de medidas de seguridad adecuadas, procede la imputación de la conducta
negligente (artículo 1902 del Código civil) a don Marino
A. S., pues como Jefe de Equipo tenía mando directo
sobre el actor, debiendo verificar, previamente al comienzo de los trabajos ordenados, que se cumplían todas las
medidas de seguridad y debiendo facilitar al actor, cuando menos, la medida personal de seguridad más elemental, cual era el cinturón de seguridad, no haciendo
nada de ello, ni comunicando siquiera a la empresa las
dificultosas circunstancias en que se tenía que desarrollar
el trabajo, organizando el izado de las piezas con una grúa
móvil, lo que tampoco ordenó, ni requirió de la empresa».
18
Mediando sin embargo el siguiente razonamiento
en pro de la jurisdicción civil (ordinal primero):«... sin
que la empresa a pesar de conocer las condiciones de
trabajo de las demandantes, que se prestaba en un
ambiente contaminado, no adoptó las medidas conducentes a la descontaminación de ese ambiente, o a otras,
que neutralizaran sus efectos; medidas que la empresa
adoptó en fechas posteriores, circunstancias éstas que
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JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
sentencia (STS 8 de octubre de 2001), que trataba de las indemnizaciones dimanantes de
fallecimientos de trabajadores por faltas de
medidas de seguridad (aplicación de un sistema de explotación inadecuado en explotación
minera y existencia de un método de entubación inseguro)19.
Se pasa a constituir la Teoría de la Opción,
bajo el parámetro de que cuando un hecho
fundamentan las reclamaciones de las demandantes, de
acuerdo con lo dispuesto en el art. 1902 del Código Civil,
al exponer a las empleadas a un riesgo seguro de contraer
esa enfermedad, que se manifestó en fecha posterior a la
que fue contraída».
19
Reproducimos parcialmente, por su interés, su
tercer fundamento jurídico: «No obstante, los recursos
ahora examinados deben ser resueltos en coherencia con
el criterio adoptado después de dichas sentencias y mantenido hasta la actualidad, por lo que, fundadas las
demandas en los arts. 1902 y 1903 CC, debe concluirse que la competencia para conocer de las mismas
correspondía al orden jurisdiccional civil y que, por
tanto, deben prosperar los motivos fundados en defecto
en el ejercicio de la jurisdicción.
Ciertamente no puede considerarse del todo satisfactoria una solución estrictamente formalista que atienda sobre todo a la norma invocada por la parte actora.
Pero tal solución no es sino manifestación de un problema de mayor calado consistente en que la normativa
laboral no conduzca por sí sola a la reparación íntegra del daño ni siquiera cuando se aplica el recargo de
prestaciones por infracción de normas de seguridad (art.
123 LGSS, correlativo al art. 93 del TR de 1974), esto es
por culpa del empresario, recargo también tasado y cuya
naturaleza jurídica (sancionadora o reparadora) es objeto
asimismo de una viva polémica. De ahí que, siendo hoy
patente en nuestro ordenamiento jurídico la superación
del principio de inmunidad del empresario y de los límites de la reparación, esenciales en su día al configurarse
inicialmente la cobertura de los accidentes de trabajo en
la Ley de 30 de enero de 1900 como una responsabilidad
objetiva por riesgo empresarial, resulte aconsejable,
dada la compatibilidad entre las indemnizaciones fundadas en la responsabilidad civil del empresario y las prestaciones de la Seguridad Social originadas por el mismo
supuesto de hecho (art. 127.3 del actual TR LGSS y art.
97-3 del TR vigente al tiempo de ocurrir los hechos),
mantener, en garantía del principio de reparación
íntegra del daño, la competencia del orden jurisdiccional civil para conocer de la posible culpa del
empresario fundada en los arts. 1902 y 1903 CC».
dañoso es violación de una obligación contractual y, al mismo tiempo, del deber general de no dañar a otro, hay una yuxtaposición
de responsabilidades (contractual y extracontractual) y da lugar a acciones que pueden
ejercitarse alternativa y subsidiariamente, u
optando por uno o por otra, o incluso proporcionando los hechos al juzgador para que éste
aplique las normas en concurso de ambas responsabilidades que más se acomoden a aquéllos, todo ello en favor de la víctima y para
lograr un resarcimiento del daño lo más completo posible20.
Esta teoría asume como punto de partida
una visión extremadamente amplia del artículo 1902 del CC, como una norma general de
orden público que podría incluso actuar a
favor del dañado en aquellos supuestos en los
que existiera una previa relación obligatoria
de seguridad entre las partes. En estos
supuestos, el ofendido podría acoger una u
otra vía de reparación, eso sí, sin posibilidad
alguna de alterar la acción contractual o
extracontractual ejercitada (al considerarse
diferentes, mutatio libelli) y sin que el juez
pudiera modificarla salvo que quisiera caer
en el vicio de incongruencia. Y de ahí se deducía en último término que siempre que el perjudicado basase su pretensión en la vía extracontractual, y no, obviamente en la contractual (para la que este orden sería inevitablemente incompetente21), el orden jurisdiccional competente sería el civil y no el social.
Esta doctrina al día de la fecha pervive con
marcada virulencia. En efecto, recientes pronunciamientos ponen en evidencia un marcado enfrentamiento con la doctrina, uniforme
y pacífica, elaborada por las Salas de lo Social
y de Conflictos del Supremo. Permítansenos
dos simples ejemplos.
STS 19 de mayo de 1997 (Ar. 3885).
STS (Civil), de 2 de octubre de 1994 (Ar. 7442) y
de 24 de diciembre de 1997 (Ar. 8905) que declaran la
incompetencia de la jurisdicción civil cuando la víctima
de un accidente de trabajo fundamenta su pretensión en
la responsabilidad contractual del empresario.
20
21
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331
ESTUDIOS
En la STS (Civil) de 28 de noviembre de
2001 (Ar. 9530)22, asistimos, a una extensión
desmesurada en pro de la competencia jurisdiccional civil, con base en argumentos más
que discutibles y cuestionables:
• La compatibilidad de responsabilidades
en punto a la indemnización por accidente de trabajo y la dimanante de acto
culposo (frente a tal aserto, habría que
reafirmar la irrelevancia de la compatibilidad con las concretas reglas de atribución de competencias en relación con
el orden jurisdiccional competente).
• La jurisdicción ordinaria civil no viene
vinculada a la laboral, siendo por tanto
independiente para enjuiciar conductas
cuando se acciona al amparo de los artículos 1902 y 1903 del CC, ya que la
responsabilidad aquiliana es compatible con la derivada sobre la base de la
relación de trabajo (razonamiento criticable, pues, si hay conexión de los daños
causados con la relación laboral, lo que
de suyo parece una perogrullada, si
hablamos precisamente de responsabilidad civil como consecuencia de accidente «de trabajo», la jurisdicción forzosamente debe ser la laboral).
• La Sala de lo Civil no está vinculada
más que por el imperio de la Ley y su
propia jurisdicción (afirmación que
supone desconocer que la competencia
es cuestión de orden público que no pue-
22
Al final, en el fallo, al estimarse el recurso casacional reenvía los autos a la Audiencia para que continuase
el proceso. Las actuaciones se iniciaron en 1993 por los
herederos de un trabajador fallecido; el Juzgado de Primera Instancia de Oviedo condenó a la empresa al pago
de 30 millones de pesetas. La Audiencia Provincial de
Oviedo, resolviendo el recurso de apelación planteado,
declaró la incompetencia de la jurisdicción civil, declarando la nulidad de todo lo actuado y previniendo a la
parte actora para que usase de su derecho ante el Juzgado de lo Social. Los herederos recurrieron en casación
estimando que el orden civil era el competente y el TS
les dio la razón.
332
de estar condicionada por las normas
que invoquen las partes sino por las que
realmente sean de aplicación al caso y
que por demás, en todos los casos que
subyace una responsabilidad civil en el
marco de la seguridad y salud en el trabajo, la competencia corresponde al
orden social de la jurisdicción versus
art. 9.5 LOPJ).
En la misma línea se pronunció la STS
(Civil) de 15 de julio de 2002 (Ar. 5911), al
razonar, en reclamación de viuda e hijo de
picador de mina que fallece en accidente de
trabajo, su competencia jurisdiccional sobre
la base de que lo acontecido fue la producción
de un resultado dañoso como consecuencia de
un hecho realizado en los quehaceres laborales, lo cual excedía de la órbita específica del
contrato de trabajo, y permitía entender que
su conocimiento correspondía al orden civil
por el carácter residual y extensivo del mismo. Y de paso, señalaba el Alto Tribunal que
las resoluciones dictadas por la Sala de Conflictos no creaban doctrina jurisprudencial,
para de esta forma obviar sus pronunciamientos proclives al marco jurisdiccional
social23.
Resultan sorprendentes y difícilmente sostenibles estos razonamientos que parecen
olvidar que, cuando surge la responsabilidad
civil por daños y perjuicios derivados de un
accidente de trabajo, estaríamos ante un
eventual incumplimiento de la obligación de
seguridad del empleador, totalmente subsumible en los deberes intrínsecos al contrato
de trabajo.
No obstante lo anterior, en una línea más
objetiva y coherente con la recta doctrina sentada por la Sala de Conflictos del Tribunal
Supremo y con la jurisprudencia de la Sala de
lo Social del mismo Alto Tribunal, en las escasas ocasiones en las que los organismos civi-
23
Invocando al efecto la STS de 4 de diciembre de
1995 (Ar. 9158).
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JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
les judiciales inferiores, Juzgados de Primera
Instancia y Audiencias Provinciales se declaran incompetentes para conocer de estos litigios, en buena parte, ven luego revocados sus
pronunciamientos, al albur de la doctrina de
la Sala de lo Civil del Supremo24.
24
Y así, destacamos, como ejemplo, la sentencia de
la Audiencia Provincial de Burgos de 7 de septiembre de
2001 (Ar. 313371), en la que se ejercitaba una acción de
responsabilidad extracontractual en solicitud de una
indemnización de 5 millones de pesetas, por los daños y
perjuicios causados por la brucelosis contraída mientras
trabajó para la empresa. La demanda fue estimada parcialmente en primera instancia, al condenar a abonar al
actor la cantidad de 3.333.334.-ptas.. Se formula recurso de apelación, reproduciéndose la excepción de falta
de jurisdicción y la Audiencia apreció dicha falta de
jurisdicción civil para conocer del asunto, siendo su
segundo fundamento de derecho clarificador:
«Si el conflicto individual que surge entre trabajador
y empresario como consecuencia de la enfermedad
contraída por éste, al desarrollar la actividad laboral
prestada al empleador, por no haber adoptado éste
las medidas de seguridad e higiene reglamentariamente exigibles es evidente que el conflicto individual
es consecuencia del contrato de trabajo y en consecuencia la competencia para conocer de la reclamación indemnizatoria corresponde al orden jurisdiccional social por disposición del art. 9.5 LOPJ y arts. 1 y
2 a) de la LPL, pues no hay que olvidar que entre las normas que forman parte esencial del contrato de trabajo
está la Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el
Trabajo de 9 Mar. 1971.
En el caso de autos, el actor pretende una indemnización por las secuelas que padece a consecuencia del
proceso de brucelosis contraído en diciembre de 1996
cuando trabajaba como matarife para la demandada; la
culpa o negligencia en la que funda su petición indemnizatoria, en ejercicio de la acción de responsabilidad
extracontractual que dice ejercitar, radica, según se indica en el hecho séptimo de la demanda en el incumplimiento por la sociedad demandada de las condiciones
de seguridad e higiene en el centro de trabajo en la fecha
en que contrajo la brucelosis, así «no cumple ni las prevenciones exigidas por la normativa específica para tales
explotaciones ni las normas generales sobre riesgos laborales, dado que la limpieza del lugar de trabajo se hacía
sólo con agua, sin utilizar producto alguno para desinfectarlo, y las vísceras de los animales contaminados se
depositaban en una cubeta sin medidas de aislamiento ni
descontaminación hasta que, cada cierto tiempo, eran
recogidas por otras empresas». Así aunque nominalmente se dice ejercitar una acción de responsabilidad
B) Por su parte, el Orden Jurisdiccional
Social, a través de la doctrina jurisprudencial de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo,
ha sostenido desde la sentencia de 6 octubre
1989 (Ar. 7120), tanto el carácter contractual de este tipo de responsabilidad, como su
propia competencia, doctrina que se ha consolidado en la resolución de 30 septiembre
1997 (Ar. 6853), en la que, recogiendo lo ya
señalado por la Sala de Conflictos en el Auto
de 23 diciembre 1993 (Ar. 10131), asigna el
conocimiento de este tipo de litigios, en los
que está en juego la responsabilidad del
empresario añadida a la objetiva por accidente de trabajo, al orden jurisdiccional
laboral25.
Compartimos íntegramente este posicionamiento, remarcando que las razones que, a
nuestro juicio, avalan la competencia del
orden jurisdiccional social para conocer de la
responsabilidad civil del empresario derivada de accidente de trabajo son:
1.ª El carácter contractual de la responsabilidad, al derivarse el daño precisamente, de
un contrato de trabajo y circunscrito a esta
esfera de responsabilidad laboral en cuyo
ámbito se da la relación inter partes, cuyo
contenido no participa de la naturaleza de
ningún otro contrato.
extracontractual, en realidad, y atendiendo al tipo de
negligencia que se imputa a la Sociedad, la infracción
de las normas de seguridad e higiene en el trabajo,
son la causa de que el actor hubiera contraído la
enfermedad, formando parte esencial del contrato de
trabajo la normativa sobre Seguridad e Higiene es evidente que la acción que se ejercita es una acción de responsabilidad contractual, y no mediando otro viento
contractual entre los litigantes que el laboral es competente la Jurisdicción Social para el conocimiento de la
reclamación del actor».
25
Al afirmarse que: «no obstante la «vis attractiva»
que caracteriza el orden jurisdiccional civil y las concomitancias que ofrece con los supuestos de culpa extracontractual prevenidos en los artículos 1902 y 1903 del
Código Civil, el órgano jurisdiccional competente para
conocer del mismo es el correspondiente al del orden
social».
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ESTUDIOS
Normativamente la obligación general de
prevención forma parte del contenido del contrato de trabajo, por lo que cualquier controversia surgida en torno a su posible incumplimiento y, en consecuencia, toda reclamación,
basada en un ilícito laboral, ha de entrar dentro de la esfera competencial del orden social.
El incumplimiento empresarial de normas
relativas a prevención de riesgos laborales
(seguridad e higiene, en terminología clásica
y constitucional) es claramente referible a
una obligación contractual. No tiene lógica
alguna que se subraye la importancia y el
alcance de este deber patronal y a la hora de
extraer una consecuencia concreta de toda
esa importantísima construcción haya de
hablarse de incumplimiento extracontractual.
La simple lectura de preceptos como el
artículo 4.2, d) del ET (consagrando el derecho de los trabajadores a su integridad física
«en la relación de trabajo») o el artículo 14 de
la LPRL («derecho a una protección eficaz
[que] supone la existencia de un correlativo
deber del empresario») sirven para comprobar
que cuando el empresario, en su caso, incumple estas obligaciones, y puede ser acreedor a
que se le exija responsabilidad, las mismas
son laborales y se hallan integradas en el contenido del contrato de trabajo.
2.ª La línea doctrinal marcada por la Sala
Especial de Conflictos de Competencia del
Tribunal Supremo (en resoluciones citadas
en las notas a pie de página nº 14 y 15), ya
que, como se señala, el cumplimiento de los
deberes legales impuestos sobre seguridad e
higiene en el trabajo se integra en el contenido de la relación laboral cuyo conocimiento es
materia propia de la Jurisdicción laboral.
3.ª La integración en el contrato de trabajo
de la pretensión. El ilícito determinante de la
responsabilidad del empresario, y que late en
cada uno de los preceptos reguladores de la
responsabilidad contractual o extracontractual contenidos en el CC, no es posible descolgarlo de la disciplina del contrato de trabajo.
334
4.ª La inviabilidad de una simultánea culpa extracontractual. Dentro de la responsabilidad aquiliana no cabe impetrar el auxilio
del artículo 1902 del CC, como ratio petendi,
cuando, entre el perjudicado o dañado y el
autor o dañador preexiste una relación jurídica, integradora del título de pedir, porque,
entonces, la absorción por la prevalente responsabilidad contractual no deja lugar a
dudas.
5.ª El contenido de las Leyes Procesales.
El artículo 9.5º de la LOPJ dispone que los
juzgados y tribunales del orden jurisdiccional social conocerán de las pretensiones que
se promuevan dentro de la rama social del
derecho, tanto en conflictos individuales
como colectivos, mientras que el artículo 2, a)
de la LPL asigna al orden social de la jurisdicción el conocimiento de las cuestiones que
se promuevan «entre empresarios y trabajadores como consecuencia del contrato de trabajo», y no cabe duda de que se está ante una
de ellas, cuando se reclaman daños y perjuicios como consecuencia de un accidente de
trabajo.
6.ª El carácter civil de la responsabilidad
a que alude el artículo 127.3 de la LGSS no
comporta regla alguna de atribución jurisdiccional, sino que denota la naturaleza de las
consecuencias (patrimoniales, ajenas a las
derivadas de un ilícito penal, adicionales a
las correspondientes en el marco de la Seguridad Social) a afrontar por el empresario.
7.ª Cuando se legitima la comparecencia
en el proceso civil se está presuponiendo su
existencia, pero no preceptuándola, y una
norma que asigne competencia específica
frente a la regla general debe ser clara y terminante; por otro lado, el citado precepto
apunta asimismo para los casos en que se exija responsabilidad a un tercero distinto del
empleador.
Parece pues indiscutible que, en tema de
responsabilidad, cuando se ejercite una pretensión por lesiones sufridas por el trabaja-
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JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
dor en accidente de trabajo, bajo el alegato de
infracción de la empresa de las adecuadas
medidas de seguridad, control y vigilancia
que por razón del contrato de trabajo devienen exigibles (cuya observación, hubieran
evitado el siniestro), tanto se inste la tutela
por vía contractual (artículos 1101 y ss. del
CC) como a través de la aquiliana del artículo
1902 del CC, el ilícito determinante de la responsabilidad que late en esos preceptos, no es
posible descolgarlo de la disciplina laboral y,
por ende, de su ámbito jurisdiccional.
4.3. Los principios jurídicos iura
novit curia y da mihi factum
dabo tibi ius
Los mencionados principios son expresivos
de la independencia judicial, y permiten a los
órganos judiciales aplicar el derecho que estimen conveniente y si bien no pueden apartarse de los hechos debatidos en autos, sí, por el
contrario, del derecho invocado26.
En nuestra opinión, la jurisdicción civil
hace gala de su aplicación artificiosa para
enmendar la recta línea marcada por la Sala
de Conflictos del Tribunal Supremo. En este
orden, constituye objeto de discusión entre la
doctrina procesalista la cuestión que remite a
la identificación de cuáles son los elementos
que permiten la determinación de la acción
que se ejercita. Desde esta discusión podría
dudarse si, por ejemplo una sentencia sería
incongruente porque condenara por algo no
pedido como la responsabilidad extracontractual, cuando lo solicitado es que se condenara
por responsabilidad contractual.
Parte de una línea jurisprudencial laboral
lo sostendría sobre la base del juego de un
aforismo bien conocido que no es sino el de
iura novit curia, esto es, el que el Tribunal
conoce y puede aplicar el derecho con inde-
26
Por todas, STSJ Andalucía (Sevilla), de 3 de octubre de 1996 (Ar. 4889).
pendencia de las alegaciones de las partes al
efecto27. En todo caso y también para este
ámbito lo cierto es que las acciones de responsabilidad por culpa (sea contractual o
extracontractual) mantienen una misma
estructura tradicional en cuanto a la necesidad de acreditar primero el daño, después,
la acción dañosa de carácter negligente y, en
último término, la relación de causalidad.
Así, como se declara (STS 30 septiembre
1997, Ar. 6853), en este ámbito, la responsabilidad por culpa ha de ceñirse a su sentido
clásico y tradicional, sin ampliaciones que
están ya previstas e instauradas, con más
seguridad y equidad.
También la doctrina judicial de los Tribunales Civiles ha sentado en numerosas sentencias que las normas de la responsabilidad
contractual y las de responsabilidad extracontractual si bien se fundamentan en dos
pretensiones distintas28, sin embargo, sería
un error deducir que si el perjudicado ha fundamentado jurídicamente su demanda de
indemnización, ya en normas de responsabilidad extracontractual, ya de responsabilidad
contractual, exclusivamente, el juzgador no
podrá estimarla o desestimarla, aplicando las
normas que regulan la otra responsabilidad,
sin incurrir en incongruencia por cambio de
la causa de pedir29.
27
Así, en la STSJ Cataluña, de 7 de marzo de 2002
(Ar. 1550).
28
STS 1 de abril de 1990 (Ar. 2684), entre otras
muchas.
29
Esta postura doctrinal, como dice la STS (Civil) de
24 de julio de 1998 (Ar. 6141): «... es lógica y se asume
totalmente desde el punto de vista del principio «iura
novit curia» perfectamente desarrollada por la corriente
doctrinal germánica de la «freie revisions praxis», que permite al juzgador dar la norma jurídica aplicable al factum
alegado y probado, aunque en la pretensión no se alegue
la misma, e incluso cuando se alegue otra norma con distinto contenido. Y así lo ha entendido el Tribunal Constitucional en la emblemática sentencia de 5 mayo 1982
(Ar. 20), cuando en ella se dice que los Tribunales no
tienen ni necesidad ni obligación de ajustarse, en los
razonamientos jurídicos que les sirven para motivar
sus fallos, a las alegaciones de derecho de las partes, y
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335
ESTUDIOS
En conclusión, en aplicación del aforismo
iura novit curia y la máxima da mihi factum,
dabo tibi ius:
• La causa petendi viene configurada por
la relación de hechos que constituye el
soporte fáctico de la demanda, y no por
la fundamentación jurídica de la misma, que no vincula al órgano judicial.
• La modificación en la aplicación de las
normas de la responsabilidad contractual o extracontractual no genera incongruencia ni indefensión de tipo alguno.
• El objeto de los procesos civiles o laborales, en estos supuestos de acciones de
condena por daños y perjuicios derivados de accidente de trabajo, se cumple
proporcionando al Juez los hechos que
integran la petición deducida.
• Con abstracción de la calificación jurídica que pueda dársele posteriormente
por el órgano judicial.
pueden basar sus decisiones en fundamentos jurídicos distintos, pues a ello les autoriza la regla del aforismo «iura novit curia».
Para más adelante subrayar que:
«...amparada una determinada pretensión procesal
en unos hechos constitutivos de la «causa petendi» en
términos tales que admitan, sea por concurso ideal de
normas, sea por concurso real, calificación jurídica por
culpa, bien contractual, bien extracontractual o ambas
conjuntamente salvado –por iguales hechos y sujetos
concurrentes–, el carácter único de la indemnización
no puede absolverse de la demanda con fundamento
en la equivocada o errónea elección de la norma de
aplicación aducida sobre la culpa, pues se entiende
que tal materia jurídica pertenece al campo del «iura
novit curia» y no cabe eludir por razón de la errónea o
incompleta elección de la norma el conocimiento del
fondo, de manera que el cambio del punto de vista jurídico en cuestiones de esta naturaleza no supone una
mutación del objeto litigioso. O dicho con otras palabras,
no cabe excusar el pronunciamiento de fondo en
materia de culpa civil si la petición se concreta en un
resarcimiento aunque el fundamento jurídico aplicable a los hechos sea la responsabilidad contractual, en
vez de la extracontractual o viceversa».
336
Y las consecuencias que se derivan de
estas conclusiones no pueden ser más obvias.
La jurisdicción civil, haciendo una aplicación
incoherente y antinómica de las Leyes Procesales, admite su competencia procedimental,
con el argumento criticable de llevar la fundamentación jurídica al terreno de la culpa
extracontractual, aunque la propia demanda
se fundamentase en la culpa contractual. La
inseguridad jurídica no puede ser más palpable y urge, como ya venimos manifestando, la
correspondiente reforma legislativa.
4.4. La relevancia de una u otra
jurisdicción
Dentro de la actual posición jurisprudencial adoptada por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, con unos planteamientos fácticos dimanantes de daños por accidente de
trabajo se puede acceder al orden jurisdiccional civil, en reclamación de los perjuicios causados, con el simple basamento jurídico de
mentar en la demanda la existencia de una
responsabilidad extracontractual.
Así, y aun cuando la competencia jurisdiccional debería residir exclusivamente en la
vía laboral, en el actual estado de situación la
opción por el orden social o civil es plenamente real, lo que supone de facto unas diferencias notorias y relevantes que el lector debe
considerar:
4.4.1. El beneficio de justicia gratuita
y las costas
Insistimos en que determinar el orden
jurisdiccional competente no es tema trivial o
irrelevante.
Los trabajadores gozan del beneficio de
justicia gratuita30, lo que significa la posibilidad de obtener la designación de un abogado
30
Art. 2 d) de la Ley 1/1996 de 10 de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita.
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de oficio sin tener que abonar honorarios. El
derogado artículo 25.2 de la LPL se refería a
«nombramiento de abogado por el turno de
oficio, sin obligación de abonar honorarios»,
del mismo modo que el artículo 6.3 de la Ley
1/1996, alude a la «defensa y representación
gratuitas por abogado y procurador en el procedimiento judicial».
Es decir, la exención de honorarios se reconoce, pero no de manera genérica sino condicionada a que se sigan los trámites previstos
en el propio ordenamiento a fin de conseguir
la designación de oficio; sin embargo, para
disfrutar de tal privilegio ante los órganos del
orden civil se precisa de solicitud y expreso
reconocimiento, en este caso limitado al cumplimiento de los requisitos exigidos en la Ley
de Asistencia Jurídica Gratuita, no debiendo
olvidarse, el distinto tratamiento que respecto a la condena en costas se sigue según se
goce o no de tal prerrogativa.
Tampoco se debe olvidar el carácter facultativo que la asistencia letrada tiene en la
instancia laboral (conforme establece el art.
21.1 LPL la asistencia letrada posee «carácter
facultativo en la instancia», sin perjuicio de
que pueda utilizarla cualquiera de los litigantes), a diferencia de su obligatoriedad en el
juicio ordinario civil31.
En otro orden de cosas no menos importante es el tema de las costas. En la jurisdicción social las mismas son inexistentes para
la parte social, estando perfectamente tasadas en las fases de recursos de suplicación y
casación, cuando hay pérdida del mismo en
la impugnación empresarial. Lo contrario
acontece en la jurisdicción civil, siendo el
principio general el de su imposición a la
31
Procedimiento declarativo utilizado en la actualidad por los importes económicos que se barajan en
materia de responsabilidad civil empresarial dimanante
de accidentes de trabajo. Conforme dispone el art. 249.2
de la LEC, Ley 1/2000, de 7 de enero, se conocerán por
este proceso aquellas reclamaciones cuya cuantía exceda de 3.005.06 euros.
parte que vea totalmente rechazada sus pretensiones.
4.4.2. La duración de los procedimientos
No ofrece duda alguna que el principio de
celeridad (art. 71 LPL) impregna el orden
jurisdiccional social y que, por el contrario, en
el orden civil la lentitud de la justicia (por
razones que no vienen al caso examinar) es
patente. En la vía laboral, el proceso, normalmente, puede culminar en un periodo de uno
a dos años (Juzgado de lo Social, posterior
recurso suplicatorio ante la Sala de lo Social
del Tribunal Superior de Justicia y excepcionalmente, recurso de casación para la unificación de doctrina, ante el Tribunal Supremo)32.
32
Un ejemplo en el orden jurisdiccional social nos
confirma la más pronta resolución de los litigios. Así, en
la STS 20 de julio de 2000 (Ar. 7369). Los datos a considerar fueron: a) El 24 de febrero de 1997, el actor sufrió
un accidente laboral. b) La Dirección Provincial del INSS
resuelve en fecha 28 de enero de 1998, declarar que las
lesiones que padece el actor son constitutivas de Incapacidad Permanente Total, derivada de accidente de
trabajo. c) La Dirección Provincial del INSS, con fecha
25 de noviembre de 1998, resuelve estimar la existencia
de responsabilidad empresarial por falta de medidas de
seguridad e higiene en el trabajo, en el accidente sufrido
por el actor, declarando en consecuencia la procedencia de que las prestaciones de Seguridad Social derivadas de dicho accidente sean incrementadas en un 50%
con cargo exclusivo a la empresa responsable. d) El
actor (de 57 años de edad, casado, tiene tres hijos,
mayores de edad, constando que a su cargo se encuentran su esposa y una hija) solicitaba la cantidad de
18.000.000 de ptas. según el siguiente desglose: 1º. Indemnización básica por lesiones permanentes (incluidos daños morales según secuelas producidas al actor,
cifradas en 34 puntos, aplicando el valor por punto de
143.548 ptas., lo que hace un total de 4.880.600 ptas.
(tabla III). 2º. Factores de corrección por lesiones permanentes: a) perjuicios económicos 2.593.000 ptas.
(tabla IV), b) Daños morales complementarios,
10.526.400 ptas. e) Sentencia del Juzgado de lo Social
nº 20 de los de Madrid, dictada el 5 de marzo de 1999
con condena a la empresa a indemnizar al actor en la
cantidad de 9.168.660 ptas. y e) Sentencia de 30 de
julio de 1999 del TSJ de Madrid, desestimatoria.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
337
ESTUDIOS
En la jurisdicción civil, la normalidad33
puede acarrear tres instancias (Juzgado de
Primera Instancia, Audiencia Provincial y
Tribunal Supremo), con lo que, si no se discute la competencia del orden jurisdiccional, el
litigio puede durar, si se agotan todos los
recursos (sin mentar la excepcionalidad del
amparo ante el Tribunal Constitucional)
entre unos seis a nueve años.
Si complicamos el proceso civil con planteamientos, de oficio o a instancia de parte, del
orden jurisdiccional competente, el periodo se
alarga. Un primer ejemplo en el orden jurisdiccional civil, nos confirma esta afirmación.
Se trata del caso analizado en la sentencia del
Tribunal Supremo de 28 de noviembre de
2001 (Ar. 9530). El núcleo del litigio tenía
una base concreta: un accidente laboral, y la
parte actora con base en los artículos 1902 y
1903 del CC exigía la procedente indemnización de daños y perjuicios en razón de una
culpa extracontractual. Se iniciaron las
actuaciones en el año 1993 y la solución judicial aventura demorarse, dado que la Audiencia Provincial de Oviedo apreció la incompetencia del orden jurisdiccional civil y la sentencia del Supremo la anuló para que por
dicha Audiencia continuase el proceso a partir del instante en que quedó interrumpido34.
33
Juicio ordinario en reclamación de cantidad superior a 150.253.03 euros.
34
Menor cuantía seguido ante el Juzgado de Primera
Instancia nº 2 de Oviedo, con sentencia estimatoria de
fecha 30 de junio de 1994 que condenaba al importe de 30
millones de pesetas, dejada sin efecto por la Audiencia
Provincial por incompetencia del Orden Civil de la jurisdicción. La doctrina de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, apreciando su jurisdicción era del siguiente tenor:
«La Jurisdicción Ordinaria Civil no viene vinculada a
la Laboral, siendo por tanto independiente para enjuiciar conductas cuando se acciona al amparo de los artículos 1902 y 1903 del Código Civil, ya que la responsabilidad aquiliana es compatible con la derivada en
base a relación de trabajo»
«Por lo tanto, como dice la sentencia de 13 de julio
de 1998 (RJ 1998, 5122), este motivo debe prevalecer
–se vuelve a repetir– porque esta Sala no está vinculada
más que por el imperio de la Ley y su propia jurisdic-
338
En los mismos términos, otro ejemplo en el
orden jurisdiccional civil, que ratifica las
dilaciones existentes en esta vía, lo constituye la ya mencionada sentencia del Supremo
de 8 de octubre de 2001 (Ar. 7551)35.
Señalemos, por último que, en la actualidad, ante el general incumplimiento de los
plazos procesales en resolver los procedimientos judiciales, cada día se observa más
como buena parte de las sentencias dictadas
por los Juzgados y Tribunales de los diversos
órdenes jurisdiccionales civil y laboral salvaguardan sus retrasos en dictar sentencias, en
mérito de la efectiva y real carencia de
medios humanos y materiales36.
«Otra cuestión, y derivada de todo lo anterior, es la
viabilidad o no del reenvío de la presente contienda al
Tribunal «a quo», y aquí tampoco debe caber la más mínima duda, que a tenor de lo dispuesto en el artículo 17151-1º de la Ley de Enjuiciamiento Civil, no será esta Sala la
que asumiendo la instancia resuelva el fondo del asunto,
ya que ello significaría un ataque a la tutela judicial efectiva del artículo 24-1 de la Constitución Española, al privar a un contendiente de la segunda instancia. Por lo que
debe ser el Tribunal «a quo», que al apreciar una falta de
competencia no correcta, el que defina y resuelva ahora
la cuestión de fondo, en la fase correspondiente de la
apelación».
35
Muerte de cuatro trabajadores de HUNOSA (un
vigilante y tres picadores) en diciembre de 1992. Con
sentencia estimatoria parcial de 17 de mayo de 1995 del
Juzgado de Primera Instancia núm. 2 de Mieres en autos
acumulados de juicio de menor cuantía sobre indemnización de daños y perjuicios. En grado de apelación, la
Audiencia Provincial dictó sentencia el 15 de mayo de
1996, declarando la incompetencia de la jurisdicción
civil y la nulidad de las actuaciones. El TS declara haber
lugar al recurso de casación, anula y deja sin efecto la
sentencia recurrida y ordena la devolución de las actuaciones al tribunal de segunda instancia para que con
libertad de criterio, que se extiende incluso a la posibilidad de acordar nueva celebración del acto de la vista,
dicte sentencia resolviendo en el fondo los recursos de
apelación interpuestos en su día contra la sentencia de
primera instancia.
36
Al efecto, la fórmula de estilo utilizada suele ser
del tenor siguiente: «El no cumplimiento, en su caso, del
plazo legal para el dictado de esta resolución es debido
al número de asuntos que penden ante esta Sección, a la
grave deficiencia de medios materiales con los que está
dotada y a la imposibilidad material de atender mejor el
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
4.5. La valoración de la culpa
Uno de los grandes interrogantes que tradicionalmente ha planteado la responsabilidad patrimonial es el que se refiere al elemento intencional, en el análisis y alcance de
la exigencia de culpa o negligencia que aparece en la normativa. Consideramos que la concurrencia de alguna clase de culpa parece elemento imprescindible en las demandas de
responsabilidad contractual, ya que, según el
artículo 1101 del CC, tal responsabilidad
nace del incumplimiento, o cumplimiento
defectuoso, mediante dolo o negligencia. No
nos parece, por lo tanto, que en el ámbito concreto de la seguridad y salud en el trabajo
pudiera llegarse a una conclusión distinta.
Hay que tener en cuenta, por lo demás,
que, según las reglas generales del Código
Civil, fuera de los casos expresamente mencionados por la Ley, y de aquellos en que así
lo declare la obligación, «nadie responderá de
aquellos sucesos que no hubieran podido preverse, o que, previstos, fueran inevitables»
(art. 1195 CC).
Sin embargo, veremos a continuación el
distinto tratamiento que los órdenes jurisdiccionales civil y social dan a la valoración de la
culpabilidad empresarial, con respecto a los
daños y perjuicios derivados de un accidente
de trabajo.
A) En el Orden Jurisdiccional Civil, los
postulados clásicos de la doctrina de la culpa han experimentado una vigorosa conmoción (STS, Civil, de 22 de noviembre 2002,
Ar. 10092), pues según se decía la jurisprudencia evolucionaba adaptándose a la realidad social, siempre cambiante (art. 3.1 CC) y
desde la primera época en que exigía la prueba de la culpa y la segunda, en que se impuso
servicio con los medios humanos (judiciales y no judiciales) a ella adscritos, lo que se pone de manifiesto a los
efectos de lo establecido en el artículo 211.2 de la Ley
1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil».
la inversión de la carga de la prueba, ha llegado a mantener, a partir de la década de los
ochenta, que la imputación subjetiva del acto
dañoso, con un fundamento de reproche culpabilístico, se basa en que la producción del
daño indica que no se han tomado las precauciones o la diligencia necesaria para evitarlo37.
Se desplaza cada vez más la prueba de la
culpa a la prueba del nexo causal, ya que se
subsume en la causa del daño la existencia de
la culpa; en las dos últimas décadas la Sala de
lo Civil ha mantenido que la persona que causa el daño, lo hace por dolo o por culpa, pues
de no haber una y otra, no habría causado
(nexo causal) el daño38.
En el sistema resarcitorio de daños con
base en la culpa extracontractual o aquiliana
del artículo 1902 del CC, se ha sostenido que,
respecto a la valoración de la culpa, aunque
no es aceptable la responsabilidad objetiva, sí
es aplicable la responsabilidad cuasi-objetiva. Esta concepción comporta que la carga de
la prueba corresponde al empresario que
deberá acreditar, en cada caso, la adopción en
su actividad de la diligencia media exigible,
más allá incluso de las prescritas por la normativa en materia de seguridad laboral.
Es la denominada Teoría del Riesgo que se
concreta (STS, Civil, 6 de noviembre de 2001,
Ar. 237) en el principio de que «todo aquel que
emplee una actividad o explotación que genere riesgo debe responder de los daños que ella
ocasione».
Esquemáticamente, las reglas se resumen
como sigue39:
• Campo sustantivo: pierde importancia
la teoría culpabilista. El concepto
moderno de la culpa no va a consistir,
STS 14 de junio de 1984 (Ar. 3242).
Por todas, STS 12 de diciembre de 2002 (Ar.
10978).
39
STS (Civil), de 11 de julio de 2002 (Ar. 8247).
37
38
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
339
ESTUDIOS
solamente, según criterio de la Sala de
lo Civil del Tribunal Supremo, en la
omisión de la diligencia exigible, según
las circunstancias del caso, puesto que
dado el dinamismo de la vida moderna,
se ha ampliado el concepto de la culpa
para abarcar aquellas conductas en las
que puede haber negligencia sin una
conducta antijurídica40.
• Campo procesal: imposición de la inversión de la carga de la prueba. En la
práctica judicial los hechos se vienen
interpretando en las sentencias con una
evidente tendencia tuitiva a favor de las
víctimas, a costa de un innegable oscurecimiento del elemento culpa.
• La presunción de inocencia del artículo
24 de la CE no es de aplicación41.
• Conclusión: enorme ampliación de la
obligación in vigilando y de un plus en
la diligencia normalmente exigible.
Pues bien, en la mayoría de las reclamaciones contra los empleadores por responsabilidad civil dimanante de los accidentes de
trabajo, y siendo indiscutible que se está en
presencia de un accidente de trabajo y que se
ha producido una consecuencia lesiva, la problemática se ceñirá en determinar si se ha
mediado culpa empresarial que establezca el
nexo de causalidad generador del daño.
Como expresa la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo42 que resume la más reciente
doctrina interpretativa del artículo 1902 del
CC, no puede negarse la nueva tendencia de
la responsabilidad civil consistente en orientar la interpretación y aplicación de los principios jurídicos tradicionales, basados en la
doctrina de la culpa, por caminos de máxima
protección de las víctimas de los sucesos
STS (Civil), de 29 de enero de 2003 (Ar. 616).
STS (Civil), de 21 de febrero de 2002 (Ar. 2894).
42
STS 6 de junio y 22 de noviembre de 2002 (Ars.
4979 y 10092).
dañosos, al subrayarse que atendidos los términos del precepto y la línea de la tradición
jurídica española:
a) La jurisprudencia permanece teóricamente fiel a la doctrina de la culpa, considerando a ésta elemento justificativo
de la responsabilidad civil.
b) Sin embargo, las soluciones prácticas
que se perciben en los fallos (es decir, la
forma en que realmente se interpretan
los hechos en la sentencia), denuncian
una evidente tendencia tuitiva en favor
de las víctimas a costa de un innegable
oscurecimiento del elemento culpa. Las
razones del proceder judicial se sustentan, según se manifiesta en la doctrina
judicial en: a) un sistema de vida acelerado y de enorme interrelación y, b) la
tendencia a maximilizar la cobertura en
lo posible de las consecuencias dañosas
de la actividad humana43.
c) Pues, o se hace recaer sobre el presunto
responsable la prueba de que no fue su
negligencia la causante del resultado
dañoso en que se basa la reclamación
promovida contra él, o se parte de la
afirmación teórica de que la culpa se
presume.
Tal pareciera con lo que llevamos expuesto
que en cualquier accidente del que se derivase un daño para el trabajador, la absolución
del empresario en el orden jurisdiccional civil
estaría condenada al fracaso. Al hilo de la
prueba del nexo de causalidad la jurisprudencia nos proporciona supuestos de desestimación íntegra de la demanda con base en
argumentos tales como la total imprecisión
en relación al origen de las lesiones, por lo
que ante la incertidumbre existente sobre la
causa del daño físico sufrido se rechaza la
pretensión indemnizatoria44, llegándose a
40
41
340
STS (Civil), de 11 de julio de 2002 (Ar. 8247).
Así, en STS (Civil), 21 de enero de 2003 (Ar.
1361): «...el motivo examinado no puede prosperar con43
44
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
afirmar45 que la creación de riesgo no es factor único determinante de la responsabilidad
que puede ser excluida por falta de culpa.
En idénticos términos desestimatorios de
la pretensión reparadora y conforme expone
la STS (Civil) de 6 de noviembre de 2001 (Ar.
237), si se desconoce la causa misma originadora del accidente y si el «porqué» del mismo
no queda acreditado, no cabe apreciar ninguna responsabilidad contra el empleador. No
basta la causalidad física, sino que es preciso
que conste una acción u omisión atribuible al
que se pretende responsable (o por quien
debe responder) determinante, en exclusiva,
o en unión de otras causas; con certeza, o en
un juicio de probabilidad cualificada, según
las circunstancias concurrentes (entre ellas
la entidad del riesgo), del resultado dañoso
producido.
De esta guisa, para la jurisdicción civil, no
habría responsabilidad del empleador real
porque el resultado lesivo venga producido
por la actuación imprudente de un tercero,
forme a la doctrina jurisprudencial declarativa de que la
carga de la prueba de la base fáctica de la relación de
causalidad corresponde a la parte demandante» (sentencias de 6 de noviembre de 2001, Ar. 237, y 23 de
diciembre de 2002).
45
En la STS de 23 de diciembre de 2002 (Ar. 10935)
se analizó el caso de una empresa dedicada a la actividad de fabricación de pólvora, en la que trabajaba un
operario que falleció con motivo de una explosión producida por causa desconocida en sus instalaciones.
Al final se confirmaron los pronunciamientos de instancia por cuanto «no se desprende circunstancia alguna
que permita afirmar que la demandada con relación al
accidente producido hubiera incurrido en imprudencia o
negligencia» y recordándose que es doctrina jurisprudencial la expresiva de que corresponde al demandante
la carga de la prueba de la base fáctica de la relación de
causalidad y por ende las consecuencias de su falta, para
concluir que «lo único demostrado es el riesgo que crea
la actividad de que se trata, mas ello no es suficiente porque, si se admitiera, la objetivación de la responsabilidad
sería absoluta –en este caso respondería la empresa de
las consecuencias de todo accidente acontecido en sus
instalaciones–, lo que contraviene la reiterada doctrina
jurisprudencial al respecto».
empresario contratista46. Lo que no quita
para que se pueda instar una reclamación
civil por un empleado de un subcontratista
contra el empresario principal que omita las
medidas de seguridad47.
B) Por otro lado, en el Orden Jurisdiccional Social, aun cuando la doctrina ha venido
dulcificando el requisito de la culpabilidad,
en orden al nacimiento del deber de indemnizar consecuencias dañosas derivadas de actividades de riesgo, no se ha producido una
absoluta eliminación del elemento culposo,
por cuanto su existencia es un principio básico de nuestro ordenamiento jurídico que
impide condenar a quien prueba que actuó
con la debida y exigible diligencia, siendo la
causa de los daños ajena a su actuar y no previsible.
Así la propia Sala de lo Social del Tribunal
Supremo ha venido entendiendo que para la
declaración de responsabilidad empresarial,
dado que en materia de accidentes de trabajo
ya se ha establecido la responsabilidad objetiva de la Seguridad Social, debe excluirse la
idea del mero riesgo de la actividad productiva y, en consecuencia, no se entiende aplicable la inversión de la carga de la prueba y se
exige un mayor plus de culpabilidad (STS de
13 julio de 1999, Ar. 5046, y 30 septiembre de
1997, Ar. 6853, y STSJ Madrid, Sala de lo
Social, de 11 octubre de 200048, Ar. 43360).
46
STS 16 de marzo de 2001 (Ar. 3198), enjuiciando
un caso en el que la actuación imprudente fue de la
empresa contratista de una obra pública, y no del
empleador subcontratista para el que trabajaba el fallecido.
47
STS 13 de febrero de 2002 (Ar. 3198), con
ampliación de la condena solidaria al encargado, en
supuesto de trabajador con secuela de gran invalidez,
que cayó al vacío al ceder la barandilla en la que instintivamente se apoyó al sufrir un tropezón.
48
En su fundamento de derecho único, establece
que: «el incumplimiento del empresario del deber de
seguridad que tiene para con sus trabajadores, posee ya
una protección especifica a través de la legislación laboral, siendo necesario, cuando se ejercita acción sobre
la base de lo dispuesto en el art. 1101 del Código
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
341
ESTUDIOS
Asimismo, la doctrina jurisprudencial, en
sede social49 tiene declarado que la protección
objetiva de los accidentes de trabajo no puede
duplicarse por la vía de la responsabilidad
contractual ni por la de la responsabilidad
aquiliana cuando no ha mediado culpa del
empresario en la producción del daño. Se
señala que al gozar los accidentes laborales
de una protección objetivada, duplicar ésta
con la declaración de responsabilidad contractual o extracontractual, que nunca podrá
ser universal como la prevenida en la legislación social ni equitativa entre los distintos
damnificados, más que constituir una ventaja o mejora social, se transformaría en un elemento de inestabilidad y desigualdad.
De esta doctrina se hacen eco las Salas de
lo Social de los diversos Tribunales Superiores de Justicia50 remarcándose que para que
Civil, acreditar la existencia de una culpa muy grave
que sobrepase los límites de responsabilidad protegida por la citada legislación, por tratarse de un plus
indemnizatorio que, en todo caso, habría de tener en
cuenta lo ya percibido por el accidentado, y, en el presente caso, si bien es claro que la colocación de tubos en
forma de aspa solo puede considerase una medida de
señalización y no una medida técnica de protección, ello
supone únicamente una falta de medidas de seguridad,
que, según consta en hechos probados, fue apreciada
por la Inspección de Trabajo pero no una actuación culposa empresarial merecedora de una mayor responsabilidad».
49
STS 30 de septiembre de 1997 (Ar. 6853) y 29 de
septiembre de 2000 (Ar. 8349).
50
El TSJ Madrid (entre otras, en sentencia de 6 de
junio de 2002, Ar. 2394, y las en ella citadas) tiene dicho
que cuando, con independencia de las obligaciones
impuestas por la legislación social a las empresas y
Mutuas como consecuencia de accidente laboral y,
directamente a la empresa en caso de infracción de
medidas de seguridad, se pide indemnización de daños
y perjuicios, es preciso probar una mayor culpa del o de
los empresarios que les constituya en deudores de una
reparación mayor que la impuesta.
Pues, como dice la STSJ Cataluña, de 12 de noviembre de 1997 (Ar. 3923): «aun cuando la doctrina ha venido dulcificando el requisito de la culpabilidad, en orden
al nacimiento del deber de indemnizar consecuencias
dañosas derivadas de actividades de riesgo, no se ha producido una absoluta eliminación del elemento culposo,
342
opere en estos supuestos la responsabilidad
del empresario es necesario se acredite que
medió culpa o negligencia por parte del mismo en la producción del resultado dañoso, por
lo que no cabe declarar dicha responsabilidad
cuando la empresa cumple todas las exigencias legales de higiene y seguridad en el trabajo y no realiza acto alguno que incremente
el riesgo propio de la actividad desempeñada
por el trabajador damnificado.
En algunas ocasiones51 se ha venido exigiendo la necesidad de que se acrediten acciones u omisiones culposas a añadir a la responsabilidad ya reconocida por infracciones
de medidas de seguridad, toda vez que la exigencia de las mismas no comporta, necesariamente, culpa civil, diferenciando y separando
claramente el recargo de prestaciones de la
responsabilidad derivada de un incumplimiento laboral. Sin embargo, otro cuerpo de
doctrina judicial da por supuesta la concurrencia de tal elemento de indiligencia por
entenderse acreditado del dato de haberse
constatado una infracción reglamentaria con
el consiguiente recargo en materia de medidas de seguridad e higiene52.
De esta forma, van a ser cuatro los requisitos que han de concurrir para que la responsabilidad empresarial sea apreciada en sede
jurisdiccional laboral:
a) Que la empresa haya incumplido alguna medida de seguridad, general o especial, y que ello resulte cumplidamente
acreditado, pues tratándose de medida
sancionadora resulta aplicable la constitucional presunción de inocencia. Se
por cuanto su existencia es un (...) principio básico de
nuestro ordenamiento jurídico que impide condenar a
quien prueba que actuó con la debida y exigible diligencia, siendo la causa de los daños ajena a su actuar y no
previsible».
51
STS 27 de abril de 1992 (Ar. 3414) y STSJ Cataluña, de 7 de marzo de 2002 (Ar. 1550).
52
Así, en STSJ País Vasco, de 22 de enero de 2002
(Ar. 611).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
sostiene incluso que no puede fundamentarse la responsabilidad civil en un
precepto que imponga obligaciones
genéricas, exigiéndose expresamente
acreditar y probar culpa o negligencia,
aunque sea esta última una limitación
que rechaza alguna doctrina y jurisprudencia.
b) Que exista culpa o negligencia apreciable a la vista de la diligencia exigible a
un buen empresario que resulte ser la
de un prudente empleador atendidos a
criterios de normalidad y razonabilidad. Para ser prudente, el empresario
está obligado a conocer las reglas de
seguridad y a aplicarlas, asumiéndose
el criterio de que quien ejerce una
industria o comercio se presume iuris et
de iure que conoce las reglas de seguridad53.
c) Que medió relación de causalidad entre
la infracción y el resultado dañoso, lo
cual ha de quedar ciertamente probado,
es decir, que no se presume.
d) Existencia de un perjuicio causado por
el siniestro.
En este orden de cosas, no debemos olvidar
la precisión específica del artículo 15.4 de la
LPRL en el sentido de que: «La efectividad de
las medidas preventivas deberá prever las
distracciones o imprudencias no temerarias
que pudiera cometer el trabajador», así como
el artículo 16, sobre evaluación de riesgos.
A modo de conclusión, pues, la jurisprudencia social ha establecido que la responsabilidad civil derivada de accidente de trabajo
o enfermedad profesional es una responsabilidad culpabilista o subjetiva que ha de ir unida a una conducta negligente o inadecuada
del empleador, o a la concurrencia de falta de
cuidados precisos por parte del mismo o a la
no adopción de medidas evitadoras del riesgo
53
STS (Civil), de 26 enero de 1990 (Ar. 609).
que sea imputable de alguna manera a ese
empresario principal54.
4.6. La valoración económica del daño
Al igual que acontece con el concepto de la
culpa, también la valoración económica del
daño y la cuantificación de la indemnización
reparadora son parcialmente distintas en los
órdenes jurisdiccionales civil y social. Se asisten a dos doctrinas perfectamente diferenciadas:
– Compatibilidad perfecta: Sala de lo
Civil.
– Compatibilidad imperfecta o relativa:
Sala de lo Social.
A) La jurisdicción civil sostiene la teoría
de la perfecta compatibilidad según la cual, el
monto total de la indemnización por culpa es
totalmente independiente de las prestaciones
de Seguridad Social y, en consecuencia, éstas
no deben tenerse en cuenta a la hora de fijar
su importe (STS de 27 noviembre 1993, Ar.
9143, y 30 noviembre 199855, Ar. 8575).
Esta línea ha sido flexibilizada por las
recientes STS de 21 julio 2000 (Ar. 5500) y 8 de
octubre de 2001 (Ar. 7551) en el sentido de que
para fijar la cuantía de la indemnización en el
proceso civil se considera correcto computar lo
ya percibido por el perjudicado en concepto de
54
STSJ Cataluña, de 9 de octubre de 2001 (Ar.
4668).
55
En la que se indica que:«es doctrina de esta Sala,
reiterada en numerosas sentencias, de ociosa cita, la de
la compatibilidad de la indemnización satisfecha por
accidente de trabajo y la dimanante del acto culposo,
tanto en el espacio de los daños materiales, como en el
de los morales, ya que la reglamentación especial no sólo
no restringe el ámbito de aplicación de los arts. 1902 y
1903 del Código Civil, sino que explícitamente viene
reconociendo su vigencia, al aceptar expresamente la
posibilidad de que puedan derivarse del hecho cuestionado otras acciones que las regidas por la legislación
laboral, exigibles las mismas ante la jurisdicción civil».
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
343
ESTUDIOS
prestaciones de la Seguridad Social con origen
en los mismos hechos enjuiciados.
B) La doctrina de la compatibilidad perfecta no es seguida por la Sala de lo Social del
Tribunal Supremo que aboga por la teoría de
la compatibilidad imperfecta o relativa. Con
base en ella, se entiende que la coexistencia
establecida en el artículo 127.3 de la LGSS no
conlleva su independencia y que, como la
indemnización ha de ser adecuada, proporcionada y suficiente para alcanzar, reparar o
compensar plenamente todos los daños y perjuicios y, a su vez aquélla no debe exceder del
daño o perjuicio sufrido, de forma que los
dañados no deben enriquecerse injustamente, procede, a la hora de concretar el monto
indemnizatorio, tener en cuenta lo percibido
en concepto de prestaciones de seguridad
social e incluso de mejoras complementarias56.
Más concretamente, recogiendo la doctrina jurisprudencial y judicial57 sobre la materia, los principios en los que se asienta el
deber de indemnizar son:
1.º) En el ámbito del derecho laboral rige
el principio «nemine non laedere», que obliga
a todo aquel que causa un daño a otro a repararlo, siempre que se den los presupuestos
necesarios para generar esa obligación, sin
que resulte exigible una responsabilidad de
carácter objetivo.
56
Como se señalaba en la STS de 17 febrero de
1999 (Ar. 2598):«... no puede hablarse que estemos en
presencia de dos vías de reclamación compatibles y
complementarias y al mismo tiempo independientes, en
el sentido de ser autónomas para fijar el importe de la
indemnización, sin tener en cuenta lo que ya se hubiera
recibido con esa misma finalidad de resarcir el perjuicio,
pues estamos ante formas de resolver la única pretensión indemnizatoria, aunque tenga lugar ante vías jurisdiccionales o procedimientos diversos que han de ser
estimadas formando parte de un total indemnizatorio».
57
Como exponen las STSJ País Vasco, de 13 de junio
de 2000 (Ar. 2987) y 3 de julio de 2001 (Ar. 1892) y la
STSJ La Rioja, de 17 de abril de 2001 (Ar. 181092).
344
2.º) Cuando exista deber de reparar el
daño surgido a consecuencia de la realización
del contrato de trabajo, el sistema compensatorio debe lograr la reparación íntegra del
daño sufrido por el trabajador.
En este orden de cosas, resulta decisivo
advertir que nuestro Sistema de Seguridad
Social, al proteger con prestaciones económicas contra la pérdida de capacidad laboral,
temporal o definitiva, que sufre una persona
por razón de un accidente laboral, está limitando los perjuicios que sufre, en los que ya
no cabe incluir la completa carencia de ingresos que se deriva de no poder trabajar.
Bien es verdad que ese mismo Sistema
únicamente otorga protección contra la pérdida de retribuciones que conlleva esa merma
de capacidad laboral y que no siempre lo hace
con prestaciones que le cubran el 100% de lo
que ganaría trabajando, por lo que en buena
parte de los casos habrá una merma de ingresos (lucro cesante) y, además, un daño moral
no compensado por la Seguridad Social.
De ahí que, a la hora de fijar la indemnización reparadora, en estos casos, ha de tenerse
en cuenta lo que se recibe como prestaciones
de la Seguridad Social, pero tampoco cabe
estimar que solamente con dichas prestaciones se logra una reparación completa de los
daños y perjuicios sufridos.
3.º) La cuantía de la indemnización procedente se fijará teniendo en cuenta la naturaleza de los hechos y el grado de culpabilidad
de los sujetos intervinientes en la producción
del mismo.
4.º) Existe compatibilidad entre la indemnización que proviene de distintas fuentes de
obligaciones, como son el ordenamiento de
Seguridad Social, la negociación colectiva e
individual y la responsabilidad extracontractual o aquiliana.
5.º) Esta compatibilidad no implica duplicidad en el derecho al percibo de indemnizaciones pues el Sistema compensatorio y repa-
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
rador no puede generar un enriquecimiento
injusto del trabajador. La reparación del
daño o perjuicio a cargo del empresario
incumplidor de su deber de prevención debe
ser completa, pero tampoco debe rebasar su
importe, pues entonces estaríamos ante un
enriquecimiento sin causa58.
De este modo, ante la pluralidad de órdenes jurisdiccionales procedentes (civil y laboral) para obtener la reparación de los daños,
son criterios esenciales a respetar que:
a) Existe un solo daño que hay que compensar o indemnizar, sin perjuicio de
las distintas reclamaciones que puedan plantearse; y
b) Estamos ante formas o modos de resolver la misma pretensión aunque tenga
lugar ante vías jurisdiccionales o procedimientos diversos, que han de ser
estimadas como partes de un total
indemnizatorio, y por ello las cantidades ya recibidas han de computarse
para fijar el quantum total59.
4.6.1. ¿Han de deducirse los recargos por faltas de medidas de seguridad?
La cuestión no es ciertamente baladí. Si
para la determinación de la cuantía de la
58
En palabras de la STS de 2 de octubre de 2000 (Ar.
9673) ha de haber una «exigencia de proporcionalidad
entre el daño y la reparación y, a sensu contrario, que la
reparación .... no debe exceder del daño o perjuicio sufrido o, dicho de otro modo, que los dañados o perjudicados no deben enriquecerse injustamente percibiendo
indemnizaciones por encima del límite racional de una
compensación plena». O en la doctrina contenida en la
STSJ Cataluña, de 5 febrero de 2002 (Ar. 1435): «La sentencia es perfectamente respetuosa con la doctrina jurisprudencial citada, plenamente coherente por lo demás
con principios jurídicos de larga raigambre en nuestro
ordenamiento como el de la proscripción del enriquecimiento injusto que derivaría del hecho de percibir una
compensación superior al valor de los daños producidos».
59
Exponente de esta tesis jurisprudencial es la STS,
Sala General, de 10 de diciembre de 1998 (Ar. 10501).
indemnización por los daños y perjuicios de
toda índole derivados de un accidente de trabajo deben detraerse o computarse las cantidades que deba abonar la empresa infractora
de las medidas de prevención de riesgos laborales determinantes del accidente en concepto de «recargo de las prestaciones económicas» (ex art. 123 de la LGSS) o si, por el contrario, dicho recargo es independiente de esta
indemnización.
A) Los principios de la Sala de lo Social
del Tribunal Supremo se concretan en una
polémica sentencia, votada en Sala General,
el día 2 octubre 2000 (Ar. 9673)60, en el sentido de que no pueden ser objeto de descuento
las cantidades percibidas en concepto de
recargo por falta de medidas de seguridad.
Dicha posición se fundamenta en el carácter
sancionador del mismo y en el tenor literal
del artículo 123.3 de la LGSS que, no sólo
establece la compatibilidad, sino incluso el
carácter independiente de esta responsabilidad con las de todo orden. Esta resolución
contiene un voto particular61, suscrito por 7
60
Los antecedentes fueron: a) Accidente de un trabajador (oficial sondista) en un pozo de carbón, cuya
pierna quedó aprisionada entre dos tolvas al no poder
ser visto por el maquinista, ni ser oído por otro trabajador dado el ruido provocado por una turbina cercana. b)
El trabajador fue declarado en situación de incapacidad
permanente total. c) La empresa «H» fue declarada responsable del pago de un recargo del 50% sobre las prestaciones. d) La empresa «H» fue sancionada administrativamente con multa por falta de medidas de seguridad.
e) El trabajador reclamó como indemnización por los
daños sufridos la cantidad de 36.965.000 ptas. La sentencia de instancia redujo la indemnización a 4 millones
de pesetas, aumentándola hasta 21.708.121.-ptas. la
Sala de lo Social del TSJ de Asturias, que se confirmaron
dado el signo de desestimación que tuvo el recurso casacional para la unificación de doctrina.
61
Voto particular de indudable enjundia jurídica
que se concretaba en estos principios: 1.– Desde el
momento en que se abona el recargo, su importe debe
computarse como «partida de la indemnización» del trabajador accidentado. 2.– No puede decirse que la finalidad preventiva del recargo justifique la exclusión de su
descuento de la indemnización por daños. 3.– La vía
para mantener la constitucionalidad del recargo frente al
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
345
ESTUDIOS
de los 16 magistrados que compusieron la
Sala General, que se muestra favorable al
descuento de todos los conceptos y prestaciones percibidas por el afectado sin exclusión
alguna. La doctrina mayoritaria ha sido confirmada después con las STS de 14 de febrero
y 9 de octubre de 2001 (Ar. 2521 y 9595).
Ante el carácter no pacífico habido en el
debate dentro de la Sala Cuarta, podemos
aseverar que, a medio plazo, existe la posibilidad de nuevos giros jurisprudenciales sobre
la materia, desde el momento en que acontezcan cambios en la composición de los magistrados que integran la Sala.
B) Frente a la tesis mantenida por el
orden jurisdiccional social, la Sala de lo Civil
del Supremo sostiene que el valor del recargo
debe deducirse del importe de cualquier
indemnización por daños y perjuicios, llamada a reducir el daño y a reparar íntegramente la lesión producida, evitando un enriquecimiento injusto del trabajador62.
4.6.2. Quantum indemnizatorio y
manifestaciones
Conforme a los artículos 1101 y 1902 del
CC, todo aquel que causa un daño está obligado a repararlo y, según la doctrina judicial
vertida al respecto, la indemnización tendente a esta reparación deberá ser adecuada,
proporcionada y suficiente para alcanzar a
reparar o compensar plenamente todos los
principio non bis in idem es aceptar su carácter de
indemnización y descontar su importe de lo que corresponde pagar para cubrir el total de daños causados. 4.–
El criterio del cómputo del recargo no garantiza, sin
embargo, que las percepciones totales (prestaciones de
Seguridad Social más recargo) no superen el daño producido. 5.– Si el recargo no se descuenta de la indemnización y sumado a ella excede de la indemnización,
pierde su función reparadora y se convierte en sanción
punitiva.
62
Complementariedad indemnizatoria recogida,
entre otras, en STS de 8 de octubre de 2001 (Ar. 7551).
346
daños y perjuicios (daño emergente, lucro
cesante, daños materiales y daños morales63)
que, como derivados del accidente de trabajo,
se acrediten que se hayan sufrido en las esferas personales, laboral, familiar y social, de
manera que debe existir una perfecta proporcionalidad entre el daño y la reparación y, a
sensu contrario, la reparación no debe exceder del daño o perjuicio sufrido o, dicho de
otro modo, los dañados o perjudicados no
deben enriquecerse injustamente percibiendo indemnizaciones por encima del límite
racional de una compensación plena64.
A) En el orden laboral, el legislador no ha
querido tasar la reparación con arreglo a
módulos predeterminados, quizás en el convencimiento de que es preferible un sistema
de compensación que individualice al máximo los efectos perniciosos ocasionados. Se
reconoce por la doctrina judicial la dificultad
y complejidad de realizar una valoración del
daño producido que sea acorde a las exigencias de la justicia, pues como se ha señalado
no es fácil valorar el dolor, o la perplejidad de
la eventual cercanía del fin de la vida, las
posibles fobias futuras surgidas del siniestro,
o la situación de pasividad que deriva de un
internamiento hospitalario, o la repercusión
de tales situaciones en el ámbito de relación y
afectividad del ser humano65.
A este propósito, la circunstancia de que la
empresa tenga suscrita una póliza de responsabilidad civil para indemnizar los daños
materiales y personales causados a sus trabajadores no supone que, acaecido un evento
63
El dolor físico e incertidumbre de la situación
cuando uno está en proceso de curación, la separación
de los seres queridos si hay ingresos hospitalarios, la
imposibilidad de hacer una vida normal, la angustia en
el período recuperatorio, la incertidumbre respecto del
futuro, el desasosiego familiar, etc. (por todas, STSJ Galicia, de 23 de febrero de 2002, Art. 3307).
64
STSJ La Rioja, de 17 de abril de 2001 (Ar.
181092).
65
STSJ Castilla–La Mancha, de 28 de noviembre de
2001 (Ar. 581).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
dañoso, nazca automáticamente el derecho
del perjudicado a ser indemnizado en la cuantía máxima prevista. Como sentó la doctrina
contenida en la STSJ Aragón de 21 de febrero
de 2002 (Ar. 1098), el seguro de responsabilidad civil (Ar. 73 de la Ley 50/1980, de 8 de
octubre, del Contrato de Seguro), prevé la
cobertura de la indemnización de los daños y
perjuicios causados a un tercero, pero no predetermina el concreto importe de la cuantificación del daño indemnizable, siendo la cantidad asegurada el límite máximo contractual del daño indemnizable por la aseguradora.
Para formar el criterio judicial valorativo
del quantum indemnizatorio, los órganos
judiciales, a falta de norma legal expresa en
materia laboral y para facilitar la prueba o
para formar el criterio valorativo, parten de
una serie de circunstancias tales como66:
1.ª La naturaleza de los hechos (gravedad
de las secuelas, incerteza de su evolución,
necesidad de tratamiento médico constante,
daños morales y repercusiones funcionales y
sociales67).
tema de la Seguridad Social y las mejoras
voluntarias pactadas. Es principio, ya dicho,
que la responsabilidad ha de cubrir el perjuicio ad integrum, pero sin incurrir en enriquecimiento injusto.
5.ª A falta de norma legal expresa en
materia laboral la indemnización, en principio, alcanzará sin limitación los daños y perjuicios que como derivados del accidente de
trabajo se acrediten, aunque para facilitar la
prueba o para formar el criterio judicial valorativo los órganos judiciales puedan acudir
analógicamente, como posibilita el artículo
4.1 del CC, a otras normas del ordenamiento
jurídico que ante determinadas secuelas o
daños establezcan unos módulos indemnizatorios69. Así, los baremos que la correspondiente normativa administrativa establece
con respecto a las cuantías indemnizatorias
por muerte, lesiones permanentes e incapacidad temporal derivadas de los accidentes de
circulación, y que anualmente actualiza la
Dirección General de Seguros y Fondos de
Pensiones en aplicación de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación
de Vehículos a Motor70.
2.ª El grado de culpabilidad.
3.ª La dependencia económica.
4.ª Las sumas ya percibidas por los conceptos de prestaciones y pensiones68 del Sis-
66
STS 30 septiembre de 1997 (Ar. 6853) y 2 de
febrero de 1998 (Ar. 3250), STSJ Cataluña, de 26 de
febrero de 2001 (Ar. 759), STSJ Navarra, de 26 de julio
2002 (Ar. 2929).
67
STSJ Cataluña, de 9 de octubre de 2001 (Ar.
1172).
68
Así, y en un supuesto de invalidez permanente,
como mínimo se habrían de detraer el importe de la
capitalización actuarial de la pensión, sin considerar los
intereses y las cantidades satisfechas por prestaciones de
incapacidad temporal. En lo que atañe al descuento de
las cantidades ya percibidas a tanto alzado, la STSJ
Madrid de 6 de junio de 2002 (Ar. 2394) señalaba que
ello no representa ninguna dificultad al tratarse de una
mera operación aritmética, añadiendo que «aunque sí la
presenta en lo que se refiere al descuento de las presta-
ciones de pago periódico o aseguradas de futuro por el
Sistema de la Seguridad Social (viudedad y orfandad) en
cuanto no existe una norma precisa al respecto entre los
varios criterios posibles (descuento del capital coste renta, cálculo actualizado...) debiéndose, en todo caso, partir de un cálculo proporcional global compensando
dichas prestaciones periódicas que evite duplicar el
resarcimiento (SS. 12 diciembre 1979, Ar. 4363; 16 marzo 1981, Ar. 916; 6 noviembre 1987, Ar. 8343; 9 octubre
1990, Ar. 1990, 7588), produciendo el enriquecimiento
injusto por los demandantes».
69
STS 17 de febrero de 1999 (Ar. 2598).
70
Pautas establecidas en la Ley 30/1995, de 8 de
noviembre. El último baremo publicado por la Dirección General lo fue mediante Resolución de 20 de enero de 2003 (BOE del 24 de enero). Se contienen cinco
Tablas. La Tabla I recoge las indemnizaciones básicas por
muerte, incluidos los daños morales (así, por ejemplo, si
la edad de la víctima no alcanza los 65 años la indemnización al cónyuge es de 87.990,30 euros, siendo la más
alta prevista cuando la víctima lo es sin cónyuge y con un
hijo menor (131.985,44 euros). La Tabla II regula los factores de corrección para las indemnizaciones básicas
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
347
ESTUDIOS
6.ª Los baremos son un referente que puede servir en algunos casos como tal, pero no
como único criterio a tener en cuenta, ni tan
siquiera necesariamente como elemento a
utilizar siempre debiendo valorarse todas las
circunstancias que concurren en cada
caso71.Y ello porque la indemnización a percibir ha de ser adecuada, proporcionada y suficiente para reparar todos los daños y perjuicios, sin que se dé lugar a situaciones en que,
por vía de las distintas acciones resarcitorias
derivadas del accidente, se superen los límites racionales de una compensación plena.
En cualquier caso, para fijar el quantum
indemnizatorio que corresponda al trabajador o herederos accionantes, lo primero que
se ha de hacer es cuantificar económicamente
el perjuicio sufrido 72 , para acto seguido
detraer los importes de las prestaciones de
Seguridad Social que se hubieren percibido y
mejoras voluntarias pactadas.
• STSJ Extremadura, de 2 de mayo de
2002 (Ar. 2502): 190.000.-ptas.
2.º Por incapacidad permanente parcial
para su profesión habitual: la STSJ CastillaLéon, de 7 de octubre de 2002 (Ar. 257980)
que fijaba un importe de 24.049,2 euros.
3.º Por incapacidad permanente total:
• STSJ Castilla-León, de 21 de octubre de
2002 (Ar. 3173): 52.936,24 euros.
• STSJ Navarra, de 26 de julio de 2002
(Ar. 2929): 269.812,30 euros.
• STSJ Murcia, de 15 de abril de 2002
(Ar. 1521): 5 millones de pesetas.
• STSJ Cataluña, de 20 de febrero de
2002 (Ar. 1410): 5.985.588.-ptas.
• STSJ Cataluña, de 5 febrero de 2002
(Ar. 1435): 11.241.873.- ptas.
Ejemplos recientes de importes indemnizatorios reconocidos en la jurisdicción laboral
son:
• STSJ Murcia, de 14 de enero de 2002
(Ar. 388): 18.030,36 euros.
1.º Por lesiones permanentes no invalidantes:
• STSJ Castilla-La Mancha, de 28 de
noviembre de 2001 (Ar. 581):
6.500.000.-ptas.
• STSJ Murcia, de 28 de octubre de 2002
(Ar. 2848): 14.456,56 euros.
4.º Por invalidez permanente absoluta:
• STSJ Murcia, de 9 de septiembre de
2002 (Ar. 254700): 8.577,18 euros.
• STSJ Andalucía (Málaga), de 26 de
abril de 2002 (Ar. 2619): 10 millones de
pesetas.
por muerte (ingresos netos anuales de la víctima por trabajo personal, circunstancias familiares especiales que
se describen, etc.). La Tabla III se dedica a las indemnizaciones básicas por lesiones permanentes, recogiéndose en la IV los factores de corrección. En la Tabla V, se
especifican las indemnizaciones por incapacidad temporal.
71
Es jurisprudencia reiterada de la Sala 1ª del Tribunal Supremo que las Tablas publicadas cada año sobre el
seguro de circulación de vehículos a motor son mera
actualización por lo que en todo caso han de aplicarse
las del año en que por el Juzgado de instancia se dicta
sentencia.
72
Por todas, STSJ Cataluña, de 20 de febrero de
2002 (Ar. 1410).
348
• STSJ País Vasco, de 26 de marzo de
2002 (Ar. 220759): 13.123.858.-ptas.
• STSJ Cataluña, de 9 de octubre de 2001
(Ar. 4668): 30 millones de pesetas.
• STS de 17 de febrero de 1999 (Ar. 2598)
en unificación doctrina, que confirmaba
una indemnización73 de 2.353.730.-ptas.
73
Los antecedentes fueron: a) Trabajador accidentado cuando arrancaba una placa de servicio público de
un vehículo (saltó una esquirla que se introdujo en el ojo
izquierdo), siendo declarado inválido permanente abso-
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
5.º Por gran invalidez:
• STSJ Andalucía (Granada), de 20 de
septiembre de 2002 (Ar. 2979): un
importe de 300.506,05 euros.
• STSJ Andalucía (Málaga), de 15 de
abril de 2002 (Ar. 2616): importe de
221.458,17 euros.
6.º Por fallecimiento del trabajador:
• STSJ Galicia, de 25 octubre 2002 (Ar.
3357): indemnización a la viuda de 8
millones de pesetas por ella y 4 millones
más por cada uno de los hijos menores
de edad.
• STSJ Murcia, de 11 de junio de 2002
(Ar. 224771): a la pareja de hecho y al
hijo, 72.121,45 euros y 42.070,85 euros,
respectivamente.
• STSJ Murcia, de 6 de mayo de 2002 (Ar.
2180): 3 millones de pesetas a la viuda y
500.000.-ptas. a cada uno de los hijos
mayor y menores del causante.
• STSJ Cataluña, de 7 de marzo de 2002
(Ar. 1550): 67.089,68 euros para la viuda y 16.037,67 euros a cada uno de los
hijos del causante, concurriendo en el
supuesto actuación negligente del fallecido por lo que las indemnizaciones fueron reducidas a la mitad en las cuantías
dichas.
• STSJ Comunidad Valenciana, de 14 de
febrero de 2002 (Ar. 3300): 15 millones
de pesetas.
• STSJ Andalucía (Sevilla), de 31 de enero de 2002 (Ar. 3739): un importe de
luto. b) El trabajador solicitó 10.000.000 ptas., como
indemnización por daños y perjuicios. c) Imposición a la
empresa de recargo del 30% sobre las prestaciones. d)
Existían gafas de protección para el uso indistinto de los
trabajadores cuando los mismos lo entendieran necesario, pero no para cada empleado individualizadamente.
60.101,21 euros, con valoración por concurrencia de culpas.
• STSJ Castilla-León (Burgos), de 30 de
julio de 2001: 20 millones de pesetas a
favor de los herederos de quien falleció a
causa de ausencia de medidas de seguridad.
• STS de 2 de febrero de 1998 (unificación
de doctrina): indemnización de 5 millones de pesetas. para la viuda y
1.500.000 ptas. para los hijos74.
B) En la jurisdicción civil, ejemplos de
importes indemnizatorios reconocidos, según
el grado de incapacidad o invalidez alcanzados, son:
1.º Lesiones permanentes no invalidantes:
• STS de 16 de enero de 2003 (Ar. 6): por
el concepto de incapacidad (31 días) y
secuelas confirmaba el importe de
10.424.000.-ptas.
• STS de 22 noviembre 2002 (Ar. 10092):
confirma condena de la Audiencia Provincial en importe de 14 millones de
pesetas a favor de quien sufrió amputaciones de falanges de mano derecha.
2.º Por incapacidad permanente total: la
STS de 24 de septiembre de 2002 (Ar. 7869)
fijó una indemnización en importe de
74
Los antecedentes eran: a) El trabajador se encontraba realizando tareas de riesgo en el parque natural
«LM» donde fue atacado por un ciervo, falleciendo
como consecuencia de las heridas. b) Su viuda e hijos
reclaman frente a las codemandadas 41.000.000 ptas.
en concepto de indemnización por daños y perjuicios
derivados de culpa contractual. La DPT impuso sanción
de multa de 70.000 ptas. por infringir las normas de
seguridad, sin que se interpusiera recurso por parte de la
empresa/Ayuntamiento sancionado frente a su resolución quedando por ello acreditada su actuación culposa. Se desestiman las pretensiones de los demandantes
por el Juzgado de lo Social y por la Sala de lo Social del
TSJ de Extremadura.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
349
ESTUDIOS
42.070,85 euros, que comprendió los conceptos de la pérdida de ingresos entre la fecha de
la resolución declaratoria de la incapacidad
permanente total y la edad de jubilación, y el
daño moral referente a las limitaciones en la
vida cotidiana.
3.º Por invalidez permanente absoluta:
STS de 22 de enero de 2003 (Ar. 566): 14
millones de pesetas.
4.º Por gran invalidez:
• STS de 12 de diciembre de 2002 (Ar.
10978): se confirma la indemnización de
62.008.418.-ptas.
• STS de 13 de febrero de 2002 (Ar. 3198):
confirma el pronunciamiento de condena del Juzgado y la Audiencia en el
importe de 50 millones de pesetas, en
favor del accidentado.
5.º Por fallecimiento del trabajador:
• STS de 29 de enero de 2003 (Ar. 616): se
confirma una indemnización de
8.059.390.-ptas., en favor de los familiares del causante.
• STS de 15 de julio de 2002 (Ar. 5911):
confirma condena del Juzgado en el
importe de 8.500.000.-ptas. en favor de
la esposa e hijo.
• STS de 11 de julio de 2002 (Ar. 8247):
confirma condena Audiencia en el
importe de 8 millones de pesetas, a
favor de los padres de trabajador fallecido.
• STS de 25 de abril de 2002 (Ar. 4033):
confirma condena Audiencia en el
importe de 11.700.000.-ptas., en favor
de la viuda.
• STS de 8 de abril de 2002: confirma condena Audiencia, en favor de la viuda en
20 millones de pesetas (8.250.000.-ptas.
por los 825 días de incapacidad del esposo por el daño moral durante el tiempo
350
en que estuvo inmovilizado y se vio
sometido a diversas intervenciones quirúrgicas y 11.750.000.-ptas., por el
dolor y pérdida del esposo) y 5 millones
de pesetas para cada hijo.
• STS de 13 de diciembre de 2001 (Ar.
9354): 20 millones de pesetas a favor de
los herederos del operario. Se pedían 30
millones de pesetas y en la primera y
segunda instancia hubo sentencia desestimatoria (actuaciones iniciadas en
1995).
• STS de 2 de marzo de 2001 (Ar. 2589):
se confirmaba para los padres por el
fallecimiento de hijo la suma de 16
millones de pesetas.
• STS de 22 de febrero de 2001 (Ar. 2610):
al caerse el trabajador por escalera de
grúa, se confirmaba la cantidad de 12
millones de pesetas para la esposa
(actuaciones iniciadas en 1992).
• STS de 18 de mayo de 1999 (Ar. 4112):
se confirmaba la del juzgado de instancia, en el importe de 13.335.631.-ptas. a
favor de sus padres.
6.º Por el período de invalidez y las secuelas: STS de 27 de febrero de 2002 (Ar. 2418):
confirma el pronunciamiento de condena de
la Audiencia en el importe de 20 millones de
pesetas, en favor del accidentado.
4.6.3. La posible revisión del Quantum
por el Tribunal Superior
A) En el orden laboral, la ausencia de criterio legal de tasación de la reparación conlleva que la determinación de los daños y perjuicios se convierta en un elemento puramente
fáctico, de apreciación por el juzgado, sólo
revisable cuando se asiente en bases manifiestamente erróneas75, se evidencie una des-
75
STS 11 de diciembre de 1997 (Ar. 8972). Como
se sentaba en la STSJ País Vasco, de 3 de julio de 2001
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
proporción entre el daño realmente causado y
la retribución satisfactoria que se reconozca
en la sentencia76, la cuantificación resulte
manifiestamente ilógica o desproporcionada77, la resolución sea caprichosa, desorbitada o evidentemente injusta78, o si, en definitiva, presenta un acusado desajuste a una
racionalidad media79.
El quantum reparatorio en caso de indemnización de daños y perjuicios se integra en
los denominados pronunciamientos discrecionales, facultativos o de equidad, que constituyen materia reservada a la soberanía del juzgador de instancia. Se parte, pues, del principio de la discrecionalidad respecto a la fijación del quantum indemnizatorio, en aplicación de lo dispuesto en el artículo 1103 del
CC, por lo que no debe ser susceptible de
impugnación, sin más, en tanto en cuanto no
se manifieste una evidente desproporción
entre el daño realmente inferido y la retribución satisfactoria establecida.
Ar. 1892):«... nada impide a un órgano judicial que en
esa fijación, se oriente por criterios dispuestos por el
legislador a la hora de reparar daños y perjuicios ocasionados en accidentes de circulación, para lo que se sigue
un criterio de tasación. Dado que su aplicación no es
imperativo legal, no hay obstáculo alguno para que ese
criterio se adopte incluso para supuestos en los que el
accidente ocurrió con anterioridad a su vigencia. Tampoco lo hay para que el Juzgado lo tome como orientación
y, conscientemente, se aparte del mismo en determinados extremos por considerar que no resultan ajustados
para fijar la reparación en el caso concreto. Ahora bien, si
lo que sucede es que queriendo seguir ese criterio de
tasación, interpreta mal su alcance, cabe denunciar la
equivocación en vía de recurso».
76
STS 20 de abril y 6 de mayo de 1992 (Ar. 2662 y
3511) y STSJ Cataluña, de 26 de febrero y 9 de octubre
de 2001 (Ar. 759 y 4668).
77
STS 24 de enero de 1996 (Ar. 641) y 15 noviembre 1997 (Ar. 8126).
78
STSJ Extremadura, de 2 mayo de 2002 (Ar. 2502).
79
STS 5 de diciembre de 2000 (Ar. 9887), 15 de
diciembre de 1994 (Ar. 10495), 25 de febrero de
1992 (Ar. 1554), 19 de diciembre de 1991 (Ar. 9409),
9 de febrero de 1990 (Ar. 700) y 20 de octubre de
1988 (Ar. 7592).
Así, pues, la determinación del quantum
indemnizatorio es competencia del juzgador
de instancia, pudiendo sólo ser revisado por
vía de recurso cuando exista error en las
bases del cálculo que permitieron fijarlo o el
mismo sea evidentemente desproporcionado,
por exceso o por defecto, o manifiestamente
erróneo. Ejemplos de revisiones habidas son:
• STSJ País Vasco, de 7 de mayo de 2002
(Ar. 187067): en una invalidez total se
rebaja el importe de 5 millones de pesetas al de 15.025 euros.
• STSJ Cataluña, de 25 enero de 2002
(Ar. 1172): de 40 millones a 30 millones
de pesetas, por una invalidez permanente absoluta.
• STSJ País Vasco, de 22 enero 2002 (Ar.
611): trabajador que fallece víctima de
accidente de trabajo (hacer contacto la
cabina metálica que era elevada, con una
línea de conducción de energía eléctrica
de alta tensión). Se reseñan las prestaciones establecidas en favor de los causahabientes tanto por el sistema público
obligatorio, como el recargo de medidas
de seguridad y por seguros adicionales,
que han satisfecho otros en importe de
18.262.000.-ptas. Demanda la viuda
para ella y para sus hijos, con suplico de
45 millones de pesetas. El fallo de instancia condena al pago de 21.703.019
ptas. a la aseguradora mercantil de la
empresa. El TSJ del País Vasco desestima el recurso de los demandantes y estima en parte el de la aseguradora pues se
entiende que de la suma inicial han de
ser descontadas las cantidades percibidas o aplicadas, y establece la condena
final en 2.541.019. -ptas.
• STSJ Castilla-La Mancha, de 28 de
noviembre de 2001 (Ar. 581): en grado
de incapacidad total se incrementa la
concedida por el Juzgado de lo Social de
3.236.234.-ptas., al importe de 6.500.000.ptas.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
351
ESTUDIOS
• STSJ Cataluña, de 9 de octubre de 2001
(Ar. 4668): para trabajadoras con invalidez absoluta se reduce la concedida en
instancia de 50 millones a 30 millones
de pesetas.
• STSJ Andalucía (Málaga), de 7 de septiembre de 2000 (Ar. 4115): trabajador
con invalidez permanente total para su
profesión habitual derivada de accidente de trabajo que solicitaba una indemnización de daños y perjuicios por un
importe de 65 millones de pesetas. El
TSJ modera la indemnización en atención a todo lo percibido, a los efectos de
la evaluación del lucro cesante, daño
emergente, así como el físico y moral y
la reduce a 20 millones de pesetas.
B) En el orden civil, respecto del quantum
indemnizatorio, el Tribunal Supremo reitera
la doctrina de que se trata de una cuestión de
libre apreciación por los Tribunales de Instancia80.
4.6.4. Los intereses moratorios
Uno de los puntos más debatidos en las
resoluciones dictadas en materia de responsabilidad civil por daños derivados de accidentes de trabajo es el referente a la interpretación que haya de darse al artículo 20 de la
Ley 50/1980, de 8 de octubre, de Contrato de
Seguro81, en el eventual recargo a la aseguradora del veinte por ciento anual sobre la
suma indemnizatoria desde la fecha del accidente hasta su pago.
Conforme al contenido de dicho precepto,
la imposición de indemnización del 20%, que
sólo viene referida por el propio precepto al
asegurador, se supedita a que se haya producido mora o retardo, lo que presupone necesariamente que la obligación a cargo del res-
STS 18 de mayo de 1999 (Ar. 4112).
Precepto que ha sido modificado por la disposición
adicional sexta de la Ley 30/1995 de 30 de noviembre, de
Ordenación y Supervisión de los Seguros Privados.
80
81
352
ponsable haya nacido y su cuantía esté determinada, ya que como establecía el anterior
artículo 18 de la Ley 50/1980, no simplemente está condicionada a la verificación del
siniestro sino que nace al «término de las
investigaciones y peritaciones necesarias para
establecer la existencia del siniestro y, en su
caso, el importe de los daños que resulten del
mismo», lo que, como afirma el Tribunal
Supremo, entre otras sentencias de su Sala
de lo Social, de 23 de julio (Ar. 7061) y 6 de
octubre de 1998 (Ar. 7427), implica que la
imposición de tal recargo por mora está supeditado a que la cuestión sometida a enjuiciamiento deba o no considerarse litigiosa y dé
solución entera o no enteramente clara a primera vista, lo que sólo a través de la sentencia judicial puede determinarse.
En relación con la aplicación de dicho precepto hay que partir de la base de que, como
ha dicho reiteradamente la jurisprudencia de
la Sala Civil del Tribunal Supremo, lo que el
legislador ha querido es incentivar mediante
este recargo prestacional el pronto cumplimiento por las compañías aseguradoras de
las obligaciones derivadas de los contratos de
seguro, entendiendo, en congruencia con ello
que el recargo se debe desde la fecha de producción del siniestro, y que sólo por excepción, cuando concurre causa justificativa del
retraso es cuando podrá aceptarse que ese
recargo se traslade a otra fecha posterior.
En concreto, dicha Sala, en la interpretación del indicado precepto, después de una
primera época en la que llegó a hablar de
multa penitencial aparentemente no susceptible de modificación en cuanto al día inicial
de aplicación del indicado porcentaje, ha considerado causa justificativa del retraso la
necesidad de que habrá de tramitarse un procedimiento judicial para establecer, bien la
cuantía de la indemnización cuando ésta no
está determinada en la póliza, lo que se produce habitualmente en el seguro contra
daños, bien la causa de la prestación o en los
que es necesario hacer una interpretación de
la póliza para determinar si debe de conside-
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
rarse o no responsable del siniestro a la compañía demandada habiendo sentado el criterio de que la aplicación de dicho precepto «exige un examen de la conducta de la aseguradora», o, lo que es igual, estar a las circunstancias de cada caso de forma que habrá que estimar justificado el retraso como regla general
en aquellos casos en que «concurre una controversia que ha de resolver si efectivamente
por parte de la aseguradora ha existido o no
responsabilidad para su cobertura»82.
La Sala de lo Social en un principio adoptó
una postura de aplicación drástica del precepto (como puede apreciarse en la STS de 17 de
diciembre de 1990, Ar. 9803), en la que estimó
que la discusión sobre cuál fuera la aseguradora responsable no exoneraba del recargo a
quien resultara condenada. Sin embargo, en
sus más recientes pronunciamientos ha entendido que cuando hace falta un procedimiento
judicial para concretar la aseguradora responsable o la naturaleza de la contingencia determinante de la responsabilidad, el retraso en el
pago de la indemnización se entiende justificado, valorando por lo tanto, para la aplicación
del recargo, la concreta situación producida, y
más específicamente si fue necesaria o no la
tramitación de un procedimiento judicial, no
para la fijación de la cuantía que en estos casos
(a diferencia de lo que ocurre en el seguro mercantil contra daños), viene especificada en la
póliza de la Compañía de Seguros, sino para
fijar otros presupuestos necesarios para poder
concretar la responsabilidad.
Así, la doctrina jurisprudencial nos suministra ejemplos en los que puede apreciarse
como se consideró justificado el retraso y se
impuso el recargo no desde la fecha del accidente, sino desde la de la sentencia que declaró la invalidez y/o la responsabilidad de una
concreta aseguradora83. También hay preceEntre otras, STS 24 de marzo de 1998 (Ar. 2049),
7 de mayo de 1999 (Ar. 4575), 25 de septiembre 1999
(Ar. 7273) y 21 de marzo 2000 (Ar. 2426).
83
STS 13 de febrero de 1991 (Ar. 833) en la que se
discutió si la enfermedad causante de la invalidez había
82
dentes en los que se justificaba el retraso en
el abono de la indemnización exonerando a la
aseguradora de dicho interés moratorio84.
Otro de los puntos controvertidos es si
ante un fallo estimatorio parcial procede o no
la condena de intereses. Inicialmente el Tribunal Supremo los rechazaba85, al entender
que para fijar los intereses moratorios se
había exigido que estuviera la cantidad predeterminada exactamente o pendiente de
una simple operación aritmética según el brocado in illiquidis non fit mora (STS de 12 de
julio de 1988 y 19 de mayo de 1991).
Por el contrario, en la actualidad, se
entiende que deben abonarse los intereses de
la cantidad que determina la sentencia aunque sea menor de la reclamada, al sentarse
como doctrina de la Sala de lo Civil que, atenuando el automatismo del principio mencionado, ha de declararse la procedencia de los
intereses en aquellos supuestos en los que la
cantidad que otorga la sentencia resultase
de calificarse de contingencia común o profesional; STS
6 de octubre de 1998 (Ar. 7427) en la que se discutió
cuál de las afectadas era la aseguradora responsable en
atención a la fecha discutida del hecho causante, así
como si el infarto de miocardio causante de la invalidez
había de ser calificado como contingencia laboral o
común; STS 20 de enero de 1999 (Ar. 811) en la que se
discutió cuál de dos aseguradoras había de hacerse cargo de la indemnización en atención a la fecha del hecho
causante; STS 15 de marzo de 1999 (Ar. 2919) en la que
se discutía si el actor estaba o no incluido en la póliza, así
como cuál era la aseguradora responsable; STS 18 de
abril de 2000 (Ar. 3968) en la que se discutió cuál era la
aseguradora responsable en atención a la duda sobre si
la fecha del hecho causante había de considerarse la del
accidente o la de la concreción de la situación de invalidez permanente, o en la STS 14 de noviembre de 2000
(Ar. 9641) al discutirse la naturaleza común o profesional
del hecho causante del siniestro del que había de responder la compañía aseguradora.
84
Así, en la STSJ Madrid, de 6 de junio de 2002 (Ar.
2394) por la necesidad de haber acudido a un procedimiento judicial al objeto de interpretar el clausulado de
la póliza en orden a examinar si cubría o no los accidentes acaecidos fuera del territorio nacional, así como para
fijar el cálculo de las indemnizaciones.
85
Por todas, STS 3 de abril de 1998 (Ar. 1873).
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
353
ESTUDIOS
efectivamente debida al tiempo de requerimiento de su pago, «porque los referidos intereses actúan a medio de sanción al deudor
moroso, renuente al pago y la protección judicial del acreedor debe ser completa de sus
derechos»86.
4.6.5. Situaciones concausales en la
generación del daño: pluralidad de
culpas o exclusiva de la víctima
La doctrina judicial se sintetiza en el
siguiente principio: para que se produzca la
exoneración de responsabilidad por culpa
exclusiva de la víctima, como para apreciar la
concurrencia de culpas, es necesario que
resulte probada la existencia de una acción u
omisión imputable a la víctima que pueda ser
calificada de culposa o negligente que, interfiriendo en el curso causal de los hechos, lo
anule en el primer caso, o sin anularlo, en el
segundo, contribuya a la producción del
resultado dañoso87.
86
Por todas, como sentencias recientes, las STS de 11
de noviembre de 1999 y 16 de enero de 2003 (Ar. 6).
87
STS 31 diciembre de 1997 (Ar. 9195). Confirmaba
sentencia de la AP de Jaén condenando a las empresas
codemandadas al pago de una indemnización de
18.000.000 ptas. a los herederos de un trabajador de una
sociedad cooperativa andaluza que falleció. Los antecedentes eran: a) El fallecimiento se produjo a consecuencia del desmoronamiento de la pared de una zanja en la
que el trabajador se introdujo para nivelar una tubería
pvc para desagüe de las instalaciones de una almazara de
la cooperativa demandada; b) La reforma de la almazara
había sido proyectada por un ingeniero industrial (codemandado) que ejercía la dirección de la obra y c) No existieron instrucciones siquiera verbales al trabajador sobre
el modo de realizar el trabajo. La doctrina judicial sentó
que existió culpa de la cooperativa in vigilando o in eligendo ya que permitió que el ingeniero director de las
obras no llevara el preceptivo libro de órdenes y visitas de
la obra y no cumpliese con su obligación de estar presente, supervisar y dirigir, al menos en los momentos más
difíciles o peligrosos, tales obras. Al asumir la cooperativa
propietaria de la obra la ejecución material de la misma,
lo hizo sin adoptar las medidas necesarias para que esa
ejecución se llevase a cabo sin mayores riesgos para el
personal que, por su cuenta, la realizaba.
354
Al respecto lo correcto jurídicamente es
hablar de pluralidad de culpas, no compensación, que convergen en la producción del
daño, es decir, a la que cabe atribuir a la victima (puede ser culpa inicial) se acumula la
que se imputa a la empresa. Lo que se traduce en distribución de responsabilidades en su
vertiente económica, es decir, se genera una
compensación de responsabilidades88. Es el
artículo 1103 del CC el que da cobertura normativa a esa facultad moderadora, de la que
el Juzgado o Tribunal pueden hacer uso
cuando concurren los requisitos o presupuestos para su ejercicio.
A) La aplicación de la moderación judicial
cuando hay pluralidad de culpas, según dispone la Jurisprudencia Civil, es facultad propia de los juzgadores y tribunales de instancia89, sólo cabiendo su revisión casacional
cuando emplean de modo irracional y desmesurado los parámetros de aplicación90.
En este sentido, examinando las sentencias dictadas por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo, se puede afirmar que las reglas
son:
1.º Para apreciar concurrencia de culpas y
bajo el principio de la equidad91, es precisa la
concurrencia de los siguientes requisitos:
a) Tener conciencia del riesgo.
b) La observancia de las instrucciones
recibidas92.
STS (Civil), 6 de noviembre de 2002 (Ar. 9637).
STS (Civil), 21 de febrero de 2002 (Ar. 2894).
90
STS (Civil), 6 de noviembre de 2002 (Ar. 9637).
Así en STS de 29 de noviembre de 2001 (Ar. 951), por
actuación coadyuvante del fallecido en el accidente,
apreciando concurrencia de culpas se moderó la cuantía económica de las responsabilidades. El Juez de Primera Instancia concedió 15 millones de pesetas, la
Audiencia Provincial desestimó la demanda y el TS condenó a 5 millones de pesetas.
91
STS 21 marzo de 2000 (Ar. 2023).
92
STS 12 julio de 1999 (Ar. 4772), 31 diciembre de
1997 (Ar. 9413) y 10 julio de 1993 (Ar. 6005).
88
89
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
c) Ha de atenderse a la experiencia y formación profesional del interesado93.
fallecimiento de un minero que barrenaba sin
haber recibido órdenes al efecto100.
d) La previsibilidad del riesgo de daño94.
4.º También podría romperse el nexo causal en los supuestos de caso fortuito y existencia de fuerza mayor101.
e) Los elementos de seguridad puestos a
disposición de la víctima95.
f) La conexión entre las funciones propias
del trabajador y los cometidos realizados al acaecer el accidente96.
2.º Los excesos de celo (esmero, interés y
diligencia del trabajador) no pueden volverse
en contra de la víctima, reduciendo la indemnización97.
3.º En los casos de culpa exclusiva de la
victima no entraría en juego la teoría de la
responsabilidad por riesgo ya que para su
aplicabilidad es preciso que el daño producido
se derive de una actividad peligrosa, que
implique un riesgo considerablemente anormal en relación a los estándares medios98.
Así, y a modo de ejemplo, el Tribunal Supremo (Sala de lo Civil) desestimó una pretensión de los herederos de un conductor que
falleció por atrapamiento, al realizar la descarga del vehículo que manejaba, porque en
el evento hubo un componente culpabilistico
del propio accidentado 99 ; y también en el
93
STS 18 diciembre de 1997 (Ar. 9105), 11 julio de
1997 (Ar. 5605) y 30 junio de 1997 (Ar. 5409).
94
STS 31 julio de 1997 (Ar. 5529).
95
STS 20 octubre de 1988 (Ar. 7594) y 28 octubre
de 1985 (Ar.5086). La STSJ País Vasco, de 26 de marzo de 2002 (Ar. 220759), contiene con amplio detalle,
en su fundamento jurídico cuarto, de actuación grave
y negligente de empleado que comportó se apreciase
la compensación de culpas, y se redujese la indemnización por responsabilidad civil empresarial en un
50%.
96
STS 1 febrero de 1999 (Ar. 745) y 29 septiembre
de 1989 (Ar. 6388).
97
STS (Civil), de 22 de noviembre de 2002 (Ar.
10092).
98
STS (Civil), de 6 de noviembre de 2002 (Ar.
9636).
99
STS (Civil), de 4 de octubre de 2002 (Ar. 9253).
B) En el Orden Jurisdiccional Social, así
mismo, la utilización de la culpa o negligencia
del trabajador, como factor compensatorio en
la moderación del importe de la indemnización viene también recogida en la reiterada
doctrina judicial102 existente, al señalarse
que el hecho de que la responsabilidad pueda
ser objetiva no impide la atenuación o exención de la responsabilidad empresarial si se
acredita tanto la culpa de la víctima o de un
tercero, puesto que queda roto el nexo causal
entre el daño y la causa, cuanto si el perjudicado ha contribuido a la producción del daño
con una actuación culpable, ya que en tales
casos el Juez puede efectuar la correspondiente compensación, no derivada cierta y
propiamente de culpas, sino de las consecuencias económicas de la confluencia de concausas en la producción del daño.
5. EL PLAZO DE PRESCRIPCIÓN Y EL
DÍA INICIAL DE CÓMPUTO
La prescripción está regulada con carácter
general en los artículos 1961 a 1975 del CC y,
STS (Civil), de 4 de marzo de 2002 (Ar. 2422). A
mayor abundamiento en el supuesto analizado en STS
31 de diciembre de 2002 (Ar. 10759): «... deduce con
una lógica irreprochable, que el accidente se produjo por
actuación negligente achacable únicamente al empleado
accidentado, en cuanto que, la empresa encargó la realización del derribo de la pared a otro empleado, por lo
que el recurrente no obraba de acuerdo a las directrices
de la misma, y segundo, que dada la calificación laboral
del mismo, como Oficial 2º, tenía los conocimientos más
que suficientes para haber llevado a efecto con seguridad
la realización del trabajo, con independencia de que se
hubiera llevado a efecto manualmente como lo pretendió el recurrente, o mecánicamente».
101
STS (Civil), de 11 de julio de 2002 (Ar. 8247).
102
Por todas, STSJ Aragón, de 6 de marzo de 1997
(Ar. 992).
100
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
355
ESTUDIOS
en el derecho sustantivo social en el artículo
59 del ET. A tenor de estos preceptos el plazo
de prescripción será:
• Responsabilidad contractual laboral:
un año (art. 59 ET).
• Responsabilidad contractual civil: quince años (art. 1964 CC).
• Responsabilidad extra-contractual
civil: un año (art. 1968.2 CC).
La problemática surge en la determinación del día inicial del cómputo de la prescripción. El dies a quo del cómputo de la prescripción será, por mandato del artículo 1969 del
CC, aquel en el que la acción pueda ejercitarse. La cuestión está en discernir cuándo puede ser ejercitada la acción encaminada a la
restitución del daño causado.
En este sentido, difícil resultará hacer
coincidir el día inicial del cómputo con aquel
de producción del evento dañoso, al resultar
obvio que, en tal momento, es imposible, salvo caso de fallecimiento, determinar los
daños causados.
La Sala de lo Civil del Tribunal Supremo
ha entendido que esta figura ha de ser objeto
de interpretación restrictiva103, apreciación
que también puede observarse en los órganos
del orden social104.
Tal doctrina comporta que la determinación del momento en que la acción puede ejercitarse deba identificarse con aquel en que se
tuvo pleno conocimiento y de modo definitivo
de los efectos del quebranto producido, pues,
Por todas, STS 21 diciembre de 1999 (Ar. 9204).
STSJ País Vasco, de 18 enero de 2000 (Ar. 818).
Incluso el plazo de prescripción se puede interrumpir
por la reclamación realizada mediando mandato tácito
(STS de 21 de enero de 1986, Ar. 261) debiéndose
recordar que la institución de la prescripción debe interpretarse restrictivamente pues el valor de la seguridad
jurídica interpretado de manera extrema es susceptible
de llevar a consecuencias injustas.
103
104
356
teniendo la prescripción su fundamento en el
desuso en el ejercicio del derecho, de manera
que se manifieste una clara voluntad perezosa de su titular, no procede su estimación sino
en aquellos casos que desde el momento que
pudo reclamarse la reparación del daño no se
hizo.
A mayor abundamiento, debe entenderse
que tal posibilidad existe desde el día en que,
teniendo en cuenta que se produce un único
daño que compensar o indemnizar sin perjuicio de las distintas reclamaciones que puedan
plantearse105, el mal estuvo totalmente concretado y que en caso de lesiones o discapacidades orgánico-funcionales coincide, con la
fecha de la notificación de valoración de las
secuelas efectuada por la Seguridad Social106.
La pregunta se puede concretar más: ¿desde el conocimiento de las lesiones recibidas o
el de sus repercusiones definitivas?. La respuesta es unívoca, para los dos órdenes jurisdiccionales, desde que se conoce exactamente
el alcance de las secuelas residuales, momento que se subordina al de terminación del
expediente que definitivamente determine la
situación de incapacidad del afectado107. Para
la Sala de lo Social del Supremo108, desde la
firmeza de la sentencia en la que se confirme
o siente el grado de invalidez y queden valoradas las dolencias y secuelas del perjudicado
(no desde la emisión del Informe Propuesta
del Equipo de Valoración de Incapacidades) o
cuando no se ha combatido la resolución
administrativa del INSS en la que se declara
al afectado en un determinado grado de invalidez permanente, desde su fecha de notificación109.
105
4216).
STSJ País Vasco, de 16 noviembre de 1999 (Ar.
Por todas, STSJ Castilla y León (Valladolid), de 14
de mayo de 2002 (Ar. 174562) y STS (Civil) de 30
diciembre de 1998 (Ar. 10142).
107
STS (Civil), de 6 de febrero de 2002 (Ar. 1602).
108
En STS 22 de marzo de 2002 (Ar. 5995).
109
STSJ Andalucía (Málaga), de 15 de abril de 2002
(Ar. 2616).
106
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
53
JOSÉ ANTONIO SANFULGENCIO GUTIÉRREZ
También en este campo la interrupción de
la prescripción se interpreta de manera
extensiva, al aplicarse dicha institución de
forma cautelosa y restrictiva. Así, la doctrina
judicial110 ha otorgado eficacia interruptiva
de la prescripción a:
a) Las reclamaciones extrajudiciales planteadas por medio de telegramas, al no
negarse a los mismos carácter de reclamación extrajudicial, en el sentido del
artículo 1973 del CC111. En este sentido
queda patente el animus conservandi
en la reclamación extrajudicial, practicada personalmente o por vía epistolar
o telegráfica debidamente acreditada,
incluso valiéndose de representante o
mandatario aunque sea verbal112.
b) Una reclamación judicial ante la jurisdicción civil113. No así por las pretensiones deducidas en relación con el recargo
impuesto en aplicación del artículo 123
de la LGSS114.
Hay que tener en cuenta que «por ser la prescripción un instituto no fundado en la justicia intrínseca
sino en el principio de seguridad jurídica a fin de evitar en
la medida de lo posible el ejercicio tardío de los derechos
(sentencias de 7 de enero de 1881, 30 de septiembre de
1986, y las en ella citadas, , debe ser aplicada con espíritu restrictivo, de tal forma que cuando se ponga de relieve un simple atisbo de «animus conservandi» en quién la
misma se pretende aplicar, habrá de entenderse interrumpido el plazo de prescripción (vid. y las en ella citadas)».
111
STSJ Comunidad Valenciana, de 14 de febrero
de 2002 (Ar. 3300).
112
STS 22 de septiembre de 1984 (Ar. 4332).
113
Invocando STS 10 de diciembre de 1998 (Ar.
10501).
114
Dado que tal recargo como se señala en la
STSJ Castilla y León (Valladolid), de 14 de mayo de 2002
(Ar. 174562), más que naturaleza resarcitoria es de contenido sancionatorio, al venir cuantificado objetivamente, con carácter accesorio respecto de las contingencias
principales de contenido económico, modulándose no
en razón de la extensión de los perjuicios irrogados, sino
de la entidad o gravedad de la infracción cometida en la
deuda de seguridad impuesta del empleador, por lo que
el incremento patrimonial obtenido por tal vía, no puede integrarse en el quantum indemnizatorio único al
110
c) La tramitación de un procedimiento
penal115. La iniciación del plazo prescriptivo, cuando el ejercicio de la acción
civil se ha visto procedido de un procedimiento penal, coincide con el de la notificación al perjudicado del archivo,
sobreseimiento o terminación de dicho
proceso penal. Esto es, la prescripción
que señala el artículo 1968.2 del CC no
se inicia, conforme al artículo 1969, hasta el día en que la acción puede ejercitarse y esto no tiene lugar mientras que
el perjudicado desconoce la terminación
del procedimiento penal impeditivo116,
estando proscrita la interpretación en
contra de la persona a cuyo favor juega
el derecho reclamado.
6. LA RESPONSABILIDAD EN LOS
SUPUESTOS DE SUBCONTRATAS
Dado que el deber de seguridad que
incumbe normalmente al empresario, alcanza también al de aquellos otros que asumen
la realización de una obra o servicio contratándola con otro en lugar de acometerla directamente, también a ellos les incumbe el deber
de indemnizar por los daños y perjuicios ocasionados por tal causa, si es que hubieren
incumplido ese deber de seguridad con resultado lesivo para alguno de los trabajadores,
ya que es una responsabilidad imputable a
todo aquel que incurra en los supuestos de
hecho previstos en los artículos 1101 ó 1902
del CC; es decir, quien incumpla sus obligaciones contractuales, o las cumpla deficientemente por culpa o negligencia, en el ámbito
de la responsabilidad contractual; y quien
cause daño a otro mediante culpa o negligencia, aunque no exista vínculo contractual, por
que responden las acciones nacidas de los artículos
1101 ó 1902 del Código Civil.
115
STS (Social) 6 mayo de 1999 (Ar. 4708) y STS
(Civil) de 21 de junio y 27 de diciembre de 2001 (Ar.
5070 y 1646).
116
Sentencias 220/93, 89/99 y 228/00 del TC.
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ESTUDIOS
lo que se refiere a la responsabilidad extracontractual.
7. LA TRANSACCIÓN Y LA RENUNCIA
DE DERECHOS
En el ámbito de la seguridad y salud en el
trabajo, el artículo 24.3 de la LPRL establece
que los empresarios que contraten o subcontraten la realización de obras o servicios
correspondientes a la propia actividad y que
se desarrollen en sus propios centros de trabajo deberán vigilar el cumplimiento por
dichos contratistas de la normativa de prevención de riesgos laborales.
El Tribunal Supremo admite la validez de
los acuerdos transaccionales sobre la materia
dado que no afectan a derechos irrenunciables al no tener este carácter los derivados de
un accidente laboral.
El principio general es, pues, la responsabilidad del empresario principal y del contratista y de la cadena de subcontrataciones que
pudiese existir117. Se parte de una interdependencia de las distintas unidades de trabajo y una coordinación y vigilancia con las
medidas de seguridad, de tal forma que si
como consecuencia de un incumplimiento de
las mismas se produce un accidente laboral
por el que resulta dañado un trabajador, con
independencia de que dependa del subcontratista o del contratista principal, responderá
éste118.
Por el contrario, en los contratos entre
empresas no determinantes de relación de
subordinación entre ellos, no responde el dueño de la obra que encarga su realización a
otro contratista por la omisión de medidas de
seguridad que incumbían a éste, salvo que se
hubiera reservado participación en los trabajos o parte de ellos sometiéndolos a su vigilancia o dirección119.
117
Recientemente, la STS (Social), en unificación de
doctrina, de 9 de julio de 2002 (Ar. 10538), ha interpretado de forma extensiva la responsabilidad solidaria en
materia salarial y de seguridad social, al partir de la nueva redacción dada al art. 42.2 ET por la Ley 12/2001, de
9 de julio, al introducir como responsables solidarios no
sólo a los subcontratistas sino también a los «contratistas», lo que supone una precisión ampliatoria de la responsabilidad a tener en cuenta.
118
STS 22 de julio de 1994 (Ar. 5525) y 31 de julio
de 1997 (Ar. 6345).
119
STS 27 de noviembre de 1993 (Ar. 9143) y 3 de
octubre de 1997 (Ar. 7089).
358
Se parte del principio de que los derechos
que el artículo 3.5 del ET declara absolutamente indisponibles son aquellos reconocidos
por disposiciones legales de Derecho necesario o los reconocidos como indisponibles por
Convenio Colectivo. Evidentemente no concurre ninguna de dichas notas en los derivados de un accidente de trabajo. Cosa distinta
sería si nos halláramos ante una renuncia
anticipada de derechos, es decir, ante un pacto que tuviese por objeto la renuncia anticipada a reclamar indemnización alguna por
cualquier eventual accidente que el trabajador pudiera llegar a sufrir en el futuro, en el
curso de su prestación laboral para la empresa a la que le unía su contrato de trabajo.
Concretamente se admite la transacción en
aquellos supuestos en los que el accidente ya
se había producido y el afectado ya conocía la
totalidad de las circunstancias y de las consecuencias lesivas del mismo. Podía, por ello,
llegar a una transacción como la que llevó a
efecto120. Por otro lado circunstancias tales
120
STS 11 de julio de 2002 (Ar. 6200). Los argumentos que sostuvieron esta apreciación fueron: 1º) Que
teniendo en cuenta las prestaciones percibidas durante
su incapacidad laboral transitoria (85.500. ptas. mensuales, más un 30%) y la pensión vitalicia por incapacidad permanente total para la profesión habitual, la
indemnización percibida no resultaba irrisoria ni desproporcionada a la baja; 2º) Las ventajas de su inmediata percepción y el ahorro que debiera haber supuesto en
cuanto a gastos y costas; 3º) Emitió su consentimiento
con plena conciencia y voluntad, sin ser inducido a
error, dentro de una negociación desarrollada en términos de normalidad. 4º) El contenido claro, terminante e
inequívoco, sin condicionante alguno de la renuncia
que se demostraba de: a) Daban por recibida la suma de
15 millones de pesetas como indemnización total por
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como que el afectado no hubiese llegado a efectuar la ratificación de la renuncia ni a desistir
de las acciones iniciadas, en modo alguno,
afirma el Supremo, pueden restar eficacia a la
misma de la que tales actuaciones prometidas
no eran condicionantes sino simples consecuencias, pues no puede admitirse que llegara
a derivarse un beneficio del incumplimiento
por su parte de los compromisos contraídos.
8. CONCLUSIONES
Primera.–Desde la vigencia del ET, y desde
luego, aún más desde la entrada en vigor de la
LPRL, es incontestable la existencia de una
clara deuda de seguridad del empresario
hacia sus trabajadores. De ahí que en estos
casos dicha responsabilidad se debe articular
por la vía de los artículos 1101 y siguientes del
CC.
Segunda.–La diferencia última entre responsabilidad contractual o extracontractual
no se encuentra tanto en el origen contractual o no de la obligación incumplida, sino en
la propia preexistencia de dicha obligación de
seguridad entre el sujeto afectado y el causante del daño por acción u omisión y en el
hecho de que dicho daño sea causado por el
incumplimiento de la obligación.
Tercera.–Para determinar la jurisdicción
competente resulta irrelevante que se califi-
los daños y perjuicios sufridos con motivo de las lesiones
producidas en el accidente; b) Reiteran que se trata de
indemnización transaccional por todos los daños y perjuicios, tanto morales como materiales, sufridos en
dicho accidente. c) Insisten en que se consideran totalmente indemnizados, saldados y finiquitados, por lo
que hacen total renuncia de acciones, tanto penales
como civiles. d) Se comprometen a desistir de cuantas
acciones hubieran iniciado por el hecho mencionado, al
haber sido resarcido del importe de los perjuicios de
toda índole que le fueron causados, exonerando a la
aseguradora de cualquier posible reclamación que formularan terceras personas que se creyeran con derecho
a indemnización, comprometiéndose a correr con todos
los gastos que tal reclamación llevara consigo.
que la responsabilidad empresarial como contractual o extracontractual. El orden social
de la jurisdicción es competente para conocer
de cualesquiera daños causados al trabajador
por conductas de su empresario, cuando éste
actúe como tal empleador, con imputación de
culpa bien se plantee ésta como contractual,
bien se plantee como extracontractual que
sea causa del daño producido.
La distinción entre los órdenes jurisdiccionales civil y social no depende tanto del tipo
de responsabilidad ejercitada sino más
correctamente de la naturaleza de la norma
que es objeto de aplicación. Y de ahí que si vía
artículo 1902 del CC lo que en realidad se
analiza es el cumplimiento o no por parte del
empresario de las normas de seguridad y
salud laboral, de naturaleza claramente laboral, en definitiva, de un injusto laboral, el
orden jurisdiccional competente deberá ser
necesariamente el social (art. 9.5 LOPJ y art.
2 LPL), con independencia de cuál fuese el
tipo de responsabilidad y, obviamente, de la
acción ejercitada.
Cuarta.–Sólo dos situaciones excepcionales quedarían excluidas de la competencia
exclusiva del orden jurisdiccional social: a)
cuando el supuesto incumplimiento de la
obligación general de prevención pudiera ser
constitutivo de delito, y b) aquellas otras
situaciones en las que el daño generado o causado por el empleador no tuviera ninguna
conexión con la actividad laboral del trabajador afectado.
Quinta.–La mención en algunos preceptos
laborales del término responsabilidad civil no
debe ser utilizada sesgadamente, ya que aun
cuando normalmente con la misma suele identificarse a la responsabilidad extracontractual
por daños, no lo es menos que en otras muchas
ocasiones suele utilizarse englobando ambos
tipos de responsabilidad: esto es, tanto la contractual como la extracontractual.
Sexta.–La validez de los acuerdos transaccionales sobre la materia, dado que no afec-
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tan a derechos irrenunciables al no tener este
carácter los derivados de un accidente laboral.
Séptima.–Se deben suprimir los inconvenientes de la indefinición que el justiciable
padece con respecto al orden jurisdiccional a
que ha de acudir, y que arrastran una indeseable desigualdad de trato, debida a la distinta accesibilidad del proceso civil y del proceso
laboral y a los muy diversos criterios informadores de uno y otro ordenamiento.
Octava.–El dispar tratamiento dado por
los órdenes jurisdiccionales civil y social, a
una misma cuestión, vulnera, en nuestra opinión, el principio de seguridad jurídica que,
como una exigencia objetiva del ordenamiento, se impone al funcionamiento de todos los
órganos del Estado en el artículo 9.3 de la CE.
Y además, en cuanto dicho principio integra
también la expectativa legítima de quienes
son justiciables a obtener para una misma
cuestión una respuesta coherente de los órganos encargados de impartir justicia, ha de
considerarse que los actuales criterios valorativos de la culpa y quantum indemnizatorios
vulnerarían, asimismo, el derecho subjetivo a
una tutela jurisdiccional efectiva, reconocido
por el artículo 24.1 de la CE, pues no resulta
compatible la efectividad de dicha tutela y la
firmeza de pronunciamientos judiciales marcadamente dispares en los dos órdenes jurisdiccionales.
Novena.–Existen diferencias notorias
entre el orden social y el civil a la hora de
plantear y resolverse una acción de responsabilidad civil empresarial por los daños y perjuicios derivados de accidente laboral:
• La larga duración de los procedimientos
civiles frente a los laborales.
• La diferente posición de que goza el trabajador y sus causahabientes respecto
del beneficio de justicia gratuita.
• La postulación que en sede civil precisa
(juicio ordinario) obligatoriamente la
360
intervención de procurador, a diferencia de la laboral en el que la parte puede
accionar individualmente en la primera
instancia.
• La asistencia técnica de abogado que se
hace imperativa en la vía civil (juicio
ordinario), cuando en la vía laboral en
la primera instancia es facultativa.
• Los diferentes índices valorativos de la
culpa según conozca la jurisdicción civil
(responsabilidad cuasi-objetiva) o laboral (plus de culpabilidad).
• La valoración económica del daño en el
orden civil (compatibilidad perfecta)
frente al laboral (compatibilidad imperfecta, al excluir los recargos por faltas
de medidas de seguridad).
• La jurisdicción civil suele ser más generosa en el establecimiento del quantum
indemnizatorio.
• Los plazos de prescripción por una responsabilidad contractual. La laboral un
año frente a los 15 años de la contractual civil.
Décima.–Hemos insistido suficientemente
en la perplejidad que causa que dos órdenes
jurisdiccionales conozcan conjuntamente de
la responsabilidad civil empresarial por los
daños y perjuicios dimanantes de los accidentes de trabajo, por lo que, en aras a garantizar
los principios constitucionales de seguridad
jurídica y tutela judicial efectiva, debería procederse a los correspondientes cambios legislativos a fin de:
1.º En la línea del Informe Durán 1 2 1
sobre la siniestralidad laboral en
121
Conclusiones del Informe Durán (Informe sobre
riesgos laborales y su prevención. La seguridad y la salud
en el trabajo en España. FEDERICO DURÁN LÓPEZ. Presidencia del Gobierno. Madrid 2001) que hacemos nuestras son:
1. Modificar la LPL para atribuir expresamente a la
jurisdicción social el conocimiento de las reclamaciones
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España, abogamos por una reforma
normativa que atribuya de manera
clara a la jurisdicción social el conocimiento de cuantas reclamaciones
jurisdiccionales puedan formularse
para conocer de la responsabilidades
patrimoniales por accidentes de trabajo, salvo que se tratase de responsabilidad ex delicto.
2.º Deducir de la valoración de los daños a
indemnizar los recargos de las prestaciones.
3.º Necesidad de permitir el aseguramiento de los recargos.
4.º Avanzar en la línea de la supresión de
los recargos por faltas de medidas de
seguridad.
de responsabilidad civil (contractual, extracontractual y
la derivada de delito) cuando se originen en el ámbito de
la relación de trabajo, concentrando en un único orden
jurisdiccional la totalidad de las pretensiones y el conocimiento global de cuantas responsabilidades se deriven
de la eventual infracción de las normas preventivas. 2.–
Despenalizar las faltas por imprudencia cuando ésta
implique infracción de normas de seguridad y salud
laboral ya tipificada administrativamente, manteniendo
exclusivamente los actuales tipos de delito. 3.– Suprimir
el actual recargo de prestaciones en caso de falta de
medidas de seguridad y establecer un procedimiento
ágil, ante los tribunales laborales, para la reclamación de
la íntegra reparación del daño sufrido por el trabajador
accidentado en caso de culpa del empresario, quien
podría asegurar su responsabilidad.
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ESTUDIOS
RESUMEN
362
Este artículo analiza las responsabilidades que nacen a cargo del empresario como consecuencia de los accidentes de trabajo sobrevenidos a los trabajadores a su servicio, con relación, entre otros temas a: la delimitación de la vía jurisdiccional competente, los criterios
que deben utilizarse para determinar cuándo se produce el nacimiento de la responsabilidad o la forma en que debe procederse a la cuantificación de la indemnización a asumir. Se
exponen, desde una visión eminentemente práctica, el actual estado de situación y las recomendaciones que indirectamente sugiere la doctrina judicial, tanto civil como social.
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