Plaga de palomas: la literatura amerindia siempre fuera de las

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Márgara Averbach
Plaga de palomas de Louise Erdrich: la literatura amerindia, siempre lejos de las
visiones europeas del mundo
Resumen: Plaga de palomas, la última novela de Louise Erdrich traducida al
castellano, es una muestra cabal de la calidad de mestiza de la literatura amerindia
estadounidense, escrita en un idioma europeo (el inglés) pero basada en una visión del
mundo claramente no occidental que se apropia de formas, recursos, lenguaje para
expresar y defender sus propias lecturas del universo. Se trata de una novela que desafía
los supuestos de los lectores no amerindios porque describe el mismo sitio o espacio
material que habitan las culturas occidentales (América del Norte) pero desde un sitio
cultural “diferente mítica, intelectual y espiritualmente”, como explica en su artículo
Catherine Rainwater, cuando habla de Anita Endrezze y Leslie Marmon Silko (otras dos
autoras amerindias), en un artículo publicado este año. Para analizar ese mestizaje, el
artículo explora el antibinarismo de la novela; la estructura; el tema básico de “vuelta a
casa”, siempre característico de estas literaturas; la importancia de la herencia cultural
incluyendo la figura del trickster; la crítica a las instituciones de la cultura blanca y
finalmente la ampliación del realismo a instancias que Occidente consideraría
“mágicas”. Todas estas características son la base de una literatura política que se
propone defender la visión del mundo ojibwe (india) frente al intento de borramiento
del racismo, encarnado en el “American way of life”.
Plaga de palomas, la última novela de Louise Erdrich traducida al castellano, es
una muestra cabal de la calidad de mestiza de la literatura amerindia estadounidense,
escrita en un idioma europeo (Inglaterra, el país de Europa que llevó más lejos su
Imperio) pero basada en una visión del mundo claramente no occidental que se apropia
de formas, recursos, idioma para expresar sus propias lecturas del universo.
Se trata de una novela que desafía los supuestos de los lectores no amerindios
porque describe el mismo sitio o espacio material que habitan las culturas occidentales
pero lo mira desde un sitio cultural “diferente mítica, intelectual y espiritualmente”,
como explica en su artículo Catherine Rainwater, cuando habla de Anita Endrezze y
2
Leslie Marmon Silko (otras dos autoras amerindias) en un artículo recién publicado en
SAIL.1
Estructura
La estructura de la novela es una trama de historias contadas en distintas
primeras personas, ninguna de las cuales es más importante que las demás y todas son
imposibles de entender sin las demás, una novela coral completamente alejada de la
novela burguesa de protagonista individual. Sin embargo, todas esas historias empiezan
con un breve relato en tercera persona que plantea varios enigmas (¿quién mató? ¿quién
es el bebé? ¿va a sobrevivir? ¿por qué las muertes? ¿cuál es el rol de la música?) que
solo podrán resolverse con la suma de todas las historias que se despliegan después. Esa
estructura clara apunta al hecho de que la visión ojibwe del mundo cree en la existencia
de muchos mundos e individuos diferentes pero en un único universo. Es una visión
holística no fragmentaria, como las culturas occidentales de los siglos XX y XXI.
Ninguno de los enigmas puede resolverse sin los demás, es imposible separar una
historia de la otra.
El tiempo funciona exactamente del mismo modo: no se trata de un tiempo
cronológico sino de varios tiempos simultáneos que se entrelazan unos con otros como
suele suceder en las narraciones orales en las que el que cuenta pasa de una historia a
otra porque todas las historias se necesitan y se sostienen. Todas las historias retoman
tiempos anteriores y posteriores y todos esos tiempos importan: por ejemplo, en la
historia de la familia Corwin, el juez tiene que salvar al chico porque sabe que los
antepasados de Corwin permitieron su existencia al salvar a los blancos que serían el
principio de su propia familia).
El viaje de vuelta (homing in)
1
““Maybe Einstein Was Part Yaqui”: Deposing Thought by Endrezze and Silko”, en Studies in American
Indian Literatures, selección y edición de Chadwick Allen. Nebraska: University of Nebraska Press, volumen 26,
número 1, 2014 (spring). Pags. 1 a 28.
3
Dentro de la estructura se puede marcar la tendencia de la novela amerindia a
relatar siempre “viajes de vuelta” (en contraposición con la novela WASP y europea
que narra “viajes de ida”, “salidas al mundo”, como corresponde a una literatura creada
en tiempos de expansión colonial). Lo que el crítico W. Bevis llama “homing in” 2. y
Paula Gunn Allen analiza en varios capítulo de su The Sacred Hoop3 se repite aquí en
varias historias y forma parte esencial de la entramado general, claramente centrípeto (y
no centrífugo. Según estas visiones del mundo, el único lugar desde donde puede
entenderse el mundo es el centro, el lugar donde uno nació. Esa raíz significa cordura y
separarse de ella, perder el equilibrio.
En Plaga de palomas, Eveline se va a universidad, como si fuera una WASP, y
una vez allá, se siente profundamente mal y entonces, toma un trabajo en un psiquiátrico
hasta que se convierte en paciente, no en trabajadora. Como tantos otros personajes
amerindios anteriores, pierde el centro.4 Entonces, toda la comunidad que la ha perdido
tiene que rescatarla. Cuando vuelve, ella es por fin, ella misma, porque la vuelta a casa
siempre está relacionada con la identidad (aquí, eso incluye el reconocimiento de su
verdadera identidad sexual, otro tipo de llegar a casa). Mooshu es otro personaje que se
va y tiene que volver. Tiene que irse con su novia en medio de la plaga de palomas del
título pero cuando vuelve se ha convertido en maestro y guía de la comunidad, además
de en trickster. Marn también repite esta historia desde otro tipo de comunidad. Se va
por amor detrás de Bill y vuelve con él a su casa y al principio, esa vuelta parece peor
pero es ahí donde ella adquiere la fortaleza que necesita y la decisión de matar a Bill,
2
Bevis, William. “Native American Novels: Homing In”, en Recovering the Word, editado por Arnold
Krupat. University of California Press, 1987
3
Gunn Allen, Paula. The Sacred Hoop. Boston: Beacon Press, 1986.
4
Los protagonistas de las dos primeras grandes novelas amerindias del siglo XX, Heart of Darkness de
Nathaniel Scott Momaday** y Ceremony de Leslie Marmon Silko, pierden el centro en el ejército y deben
recuperarlo volviendo al lugar, al tiempo y a la comunidad de donde salieron.
4
decisión positiva para su destino y el de sus hijos proviene del lugar en el que está y la
comunidad la protege, la salva. En ese sentido, su periplo es más indio que blanco.
Parte de la novela tiene que ver con el Oeste de los Estados Unidos y el viaje al
Oeste era un viaje de colonización y de conquista, un viaje de ida solamente. La
“conquista del Oeste” es la base de una de las historias de Plaga de palomas. Pero ese
viaje sin retorno es un desastre desde el comienzo (como todo viaje sin retorno en estas
literaturas) y en algún momento, cerca del final de la novela, es todo el pueblo de Pluto
el que desaparece: no tiene verdaderas raíces y no consigue fijarse en la tierra. A
diferencia de los indios, los blancos vuelan como cardos del desierto: por eso el pueblo
se vuelve invisible, porque no ha tenido un verdadero principio.
Los viajes de vuelta curan; los de ida terminan en desastre. Y, como dice el
artículo de Catherine Rainwater, se describe una tierra, un lugar que habitan dos pueblos
con un espacio cultural diferente. Solamente uno de ellos consigue, a pesar de todo,
entenderlo en profundidad, convertirlo en pariente.
Este lugar, la tierra que rodea a Pluto, está descripta con cuidado. Es un lugar
voraz: “engulle a todos, incluso a quienes consiguen vertebrar un país o una
reservación… Sin embargo, hay un amor y un conocimiento de la Tierra y su relación
con los sueños; eso es algo que nuestros antepasados tenían” (148).
Frente a esa tierra, como opuesto está lo que se define como “la enfermedad de
la ciudad”, es decir, la codicia, cuyo peor síntoma es el dinero. La pérdida de las tierras
por parte de los indios es un drama terrible. Dice Eveline (pag 110)5 “Comprendí que la
pérdida de sus tierras habitaba en ellos para siempre. Esa pérdida también me afectaría a
mí”. Y es que en esa idea --que la conquista y la llegada de esos modos de pensamientos
5
Erdrich, Louise. Plaga de palomas. Traducción: Susana de la Higuera Glynn-Jones. Madrid: Siruela, 2010.
Todas las citas son de esta edición en castellano. Original: The Plague of Doves, 2008.
5
tocados por la avaricia y el dinero y el idioma inglés afectarían a todos, los que ya
estaban y los que llegaron—está asentado el libro completo y su remolino de historias.
Por eso, el nombre “Plaga de palomas”: la paloma es un animal extranjero, un
invasor que arruina todo lo que toca. Pero en la visión del mundo ojibwe nada tiene un
único sentido y la invasión terrorífica de las palomas también permite el encuentro de
Mooshu con su amada y su huida hacia el mundo y es esa huida (que tiene retorno, por
supuesto) la que le permite volver como sabio y como trickster y ayudar desde ese rol a
los suyos. La “plaga de palomas” y la huida de Mooshu es el principio elegido para
contar una red infinita de historias, que se continúa en otros libros de Erdrich, un poco
como la historia del condado de Yoknapatawpha en Faulkner. Si se conciben las
historias como todas ligadas entre sí, hay que elegir un punto de partida y se elige la
partida de Mooshu así como se elige un final en el que Pluto, el pueblo, se vuelve
invisible y la tierra, en cierto sentido, vuelve a quienes eran sus primeros dueños.
Herencia: sangre, lugar, tricksters
El lugar es parte de la herencia de todos estos personajes y las historias son el
lugar porque tiempo y espacio son lo mismo y no pueden dividirse, como aclara el
artículo de Rainwater. Y en Plaga de palomas, la herencia es esencial. Hay que hacer
notar cómo esta importancia de lo que Occidente llamaría “pasado” (concepción que las
visiones amerindias del mundo rechazan porque no dividen en “pasado, presente y
futuro” sino que el tiempo es siempre cíclico y simultáneo) se contrapone violentamente
con la idea estadounidense de que siempre es posible dejar atrás la herencia y empezar
de nuevo. En la novela, hay un intento por completar un árbol genealógico y hacerlo es
esencial para la vida presente y las mujeres que quedan en Pluto al final están tratando
de recuperar la historia del pueblo para sacarlo adelante (aunque no lo consiguen). Los
6
antecedentes de todo son esenciales y apenas se investiga una historia, salta otra porque
ninguna historia está sola.
Es por esa unidad de las historias (la herencia holística que abarca a todos y a
todo) que la comunidad entera rescata a Eveline del manicomio y después a Marn
cuando ella mata a Bill; o que las historias de los antepasados del juez Coutts y de
Corwin vuelven a cruzarse generaciones más tarde.
En esa trama se contraponen dos herencias (al mismo tiempo, se modifican y
rozan): la religión católica y el protestantismo por un lado (Europa) y por otro, las
ceremonias indias que conocen tanto Mooshu como Shamengwa.
El “Ojibwe Way” está relacionado con una concepción de ser humano como
pariente de todo lo que lo rodea y por lo tanto, ambos personajes tienen una relación
especial con los animales que pertenecen al lugar, (no las palomas). Como bien aclara
Paula Gunn Allen, aquí los animales no son símbolos, no representan nada, son
parientes sagrados y poderosos (aquí aparecen la nutria y el búfalo). El reconocimiento
de ese poder se hace evidente cuando Mooshu pide ayuda a los pájaros y en ese mismo
momento, Sendero Sagrado reza a Cristo en una escena que contrapone ambas visiones
del mundo.
El centro de la visión ojibwe del mundo está en la figura del trickster, que en
Erdrich está presente desde su primer novela, Filtro de amor.6 El más importante de los
tricksters de la novela es Mooshu, que abre la historia y siempre está intentando
contarla, por ejemplo, a su nieta, en una repetición de la figura que tiene otro personaje
repetido en Erdrich, Nanapush en Tracks7. Mooshu tiene todas las características del
trickster: capacidad para la comicidad (lo cómico le permite destruir a sus enemigos
como el cura a través de la broma, llegar a su nieta y también a las mujeres que ama);
6
7
Erdrich, Louise. Love Medicine. New York: Bantam, 1984.
Erdrich, Louise. Tracks. New York: Henry Holt, 1988
7
capacidad para sobrevivir (como los tricksters tradicionales, sobrevive siempre; por
ejemplo, no lo cuelgan con Sendero Sagrado); capacidad para ser maestro (cuenta lo que
debe contarse y las historias llevan verdad y explican el mundo; por ejemplo: le cuenta a
la nieta lo que debe saber aunque su madre no esté de acuerdo); vitalidad y capacidad
para el sexo (ya viejo sigue teniendo deseos sexuales y está lleno de alegría).
No es el único trickster en Plaga de palomas: también está ahí Corwin, un pícaro
con capacidad para sobrevivir y hacer reír. Quizás es todavía más trickster porque todo
lo hace con mala intención pero todo lo que hace sale bien para otros en un resumen
final.
Los tricksters son esenciales en toda narración comunitaria. En cierto sentido,
están en el centro de la comunidad y del lugar que la alberga y forma parte de ella,
como arañas en el centro de una tela de historias. Tejen relaciones aún sin quererlo. Tal
vez podría leerse toda la novela como una historia múltiple tejida por un trickster con
capacidad para ver a través de un tiempo no occidental, no cronológico.
Mujeres y hombres
La novela destruye la idea occidental de la mujer como la parte negativa de un
par binario que la convierte en el lado débil, no racional de la humanidad. En primer
lugar, las historias que las involucran las muestran como llenas de fuerza, una fuerza
que las hace capaces incluso de matar cuando es preciso.
En ese sentido, tanto Eveline con su capacidad para sentir y su deseo de
sobrevivir más tarde, como Marn, son los mejores ejemplos. Bill es el personaje más
extremadamente pernicioso de Plaga de palomas: adquiere un poder infinito y lo utiliza
para decidir según su propio saber y entender qué está bien y qué está mal e imponer su
criterio a otros. Esa acumulación de poder lo hace peligroso para todos, especialmente
para sus propios hijos. Su muerte a manos de Marn es un momento clave de Plaga de
8
palomas. Este tratamiento positivo de ciertos actos necesarios de violencia es un tópico
en la literatura y el cine amerindios y forma parte de lo que Rainwater llama trato
agresivo o incómodo de los lectores: “At times this conversation with readers fells
confrontacional, abrasiva and even deliberately threatening” (3). Aparece no solo en
Almanac of the Dead de Leslie Silko8 (una novela que tuvo repercusiones negativas por
eso justamente), donde los hechos de violencia son constantes en un futuro cercano sino
también en la escena de la muerte del asesino de animales a manos de Fools Crow en la
novela homónima de James Welch,9 una de las pocas que transcurre en el siglo XIX. En
este caso, la violencia de Marn es la respuesta necesaria en defensa del futuro,
representado por los hijos y se la contrapone por completo con la violencia del asesino
de la familia al comienzo de la novela.
Racismo e instituciones de la cultura blanca
La novela no está centrada solamente en los personajes indios. Al contrario: la
trama de historias los une a todos en el mismo tejido temporal, pero el racismo anti
indio recorre las historias como un fantasma omnipresente. Erdrich lo describe con
claridad: la visibilidad racial es lo único que ven los blancos. Cuando se descubre el
crimen de la apertura, se decide inmediatamente que son los indios quienes lo hicieron.
Eran indios y estaban ahí. No hace falta más que eso para probar la culpabilidad. Como
dice Leonard Peltier en su libro sobre la cárcel (y nadie mejor que él para decirlo, preso
desde 1975 por un crimen que no cometió): “I consider my years at Wahpeton (school)
my first imprisonment and for the same crime as all the others: being an Indian”,10
donde Peltier une escuela y cárcel, dos instituciones totales.
8
Silko, Leslie Marmon. Almanac of the Dead, Penguin, 1991.
Welch, James. Fools Crow. Viking Book, New Yori 1986.
10
“Considero mis años en Wahpeton mi primera experiencia como prisionero y por el mismo crimen que
todas las otras: ser indio”. En Peltier, Leonard. My Life is My Sun Dance. , Prison Writings. -Peltier, Leonard. Prison
Writings, My Life is my Sun Dance. (Edited by Harvey Arden). New York: St. Martin’s Griffin, 1999.
9
9
Los indios de la novela de Erdrich pasan por lo mismo. Y en general, lo que se
confirma en todo el entramado de historias es que cada vez que los amerindios se salen
del estereotipo o están en el lugar equivocado a la hora equivocada, todos dejan de
considerarlos humanos, como el cura que inmediatamente los cree culpables.
Por su lado, los indios también saben lo que está por pasarles y cuando los
atrapan, caen en el estereotipo del western: acusan a otros indios, “los indios malos” y
ellos se pintan como “buenos” y aclaran: “nosotros somos como ustedes”, porque están
asimilados. En esa escena desesperada en la que el blanco responde: “Ni por asomo” y
uno de los acusados, Asiginak comenta en ojibwe: “Tienes razón. Ustedes son la locura
de esta tierra” (100), se hacen evidentes tanto la separación entre las culturas que viven
en el mismo tiempo/espacio material (pero no cultural) como la falsedad de la promesa
de la asimilación. Ni aún asimilados son “como” los blancos. Nunca lo serán.
Estos indios que viven en un mundo dominado por las instituciones blancas
tienen que enfrentarse a una serie de instituciones complejas, de las cuales una es la
iglesia católica, representada por el padre Cassidy, que convierte a los indios en
monstruos apenas los acusan. La visión más destructiva y abrasiva (para seguir con el
vocabulario de Rainwater) es la del trickster Mooshu, que en una conversación muy
cómica con el padre destruye uno a uno sus argumentos de fe y en una comparación con
las ceremonias tradicionales, decide volver a ellas y abandonar la iglesia (desde 56) y
cuando el cura lo amenaza con el infierno le dice “Nosotros no creemos en un infierno
que arde eternamente” (58).
La iglesia de Bill es peor aún porque le permite amenazar a Marn usando a sus
hijos de rehenes: “Si me llegas a abandonar un día, Marn, me llevaré a los niños. Me los
quedaré yo. Y sabes lo que haré con ellos” (212).
10
En la novela, la justicia de los blancos, otra institución total, desaparece cuando
se descubre el asesinato de la familia en la granja, reemplazada por la típica “justicia por
mano propia” del género western: el linchamiento, cuyo primer nombre era la “ley de
Lynch”, nombre interesante. Los blancos del pueblo linchan a los indios que consideran
culpables y el único sobreviviente es Mooshu, en parte por sus poderes de trickster.
No todo es negativo: del otro lado de la partida de linchadores, aparece el
sheriff, que trata de impedir ese proceder y sobre todo el juez Coutts, que trata de salvar
a Corwin y se esfuerza por obedecer las leyes de las historias del pasado más que las
dictadas por los blancos: las obligaciones que adquirieron sus antepasados en el
momento en que llegaron a la zona mejora los actos del juez en el presente.
Otra institución presente es la escuela, que aquí no tiene el peso negativo que
adquiere en novelas como Tracks, tal vez porque no se trata de una escuela de pupilos
sino de una escuela diurna que permite que subsistan las dos educaciones: la que
imparten los blancos y la que transmiten las historias del trickster, el abuelo Mushu. En
ese mestizaje radica el futuro y la salvación de la nieta.
Y sin embargo, quizá, la institución blanca que está en el centro del libro es,
sobre todo, el mercado liberal, representado aquí por el Banco y por el dinero. El ansia
de poderío económico que lleva a los blancos al Oeste. Al dinero y al Banco se refiere
directamente el episodio del robo de John Wildstrand y Bill y Maggie embarazada y
Neve la mujer de John. John es gerente del Banco pero hace todo eso porque no
consigue dinero para su amante porque Neve es la que es dueña del Banco. El dinero ni
siquiera es accesible para quienes son empleados del Banco.
Por otra parte, en la novela, cada vez que el dinero entra en una situación, las
cosas van mal (justo al contrario de lo que pasa con el violín de Shamengwa): el viaje al
Oeste es un desastre en todo sentido y termina en muerte; cuando hay una separación de
11
marido y mujer y se habla de dinero, se arruina todo; mejora cuando la discusión pasa a
las cosas (168). Al contrario, cuando Corwin roba, le sale bien porque roba no dinero
sino un objeto, el violín, que lo mejora. Por otra parte, el Banco, al final, no vale nada
porque el dinero no sirve, no funciona en sí mismo, no existe en cierto modo.
El dinero está íntimamente ligado con la colonización: se coloniza por razones
económicas y cuando llegan al Oeste, destruyen todo para conseguirlo. Es porque está
enraizado en eso que el pueblo está muriendo al final, en completa decadencia.
Aquí, el “progreso” es negativo (344): eso queda muy claro en la discusión entre
el juez y el constructor que es capaz de tirar todo abajo, donde el juez es mejor que el
otro, justamente porque no es “progresista fanático”. El progreso destruye y lo que se
pierde son tierra (110) y bosques. Se pierde naturaleza.
Magia y poder (conclusiones)
El libro es un libro ojibwe escrito en inglés. Como todos los libros de Erdrich, la
visión del mundo que lo sustenta abre otra lectura del universo y fuerza a los lectores a
compartirla mientras están leyendo.
Como explica Paula Gunn Allen, en estas literaturas, los objetos que tienen
poder (mágicos, podría decirse) no son símbolos de otra cosa, son poderosos en sí
mismos y están más allá de la visión científica de las visiones europeas del mundo.
Tal vez el primero y principal de estos objetos es el violín, que aparece ya en la
introducción en tercera persona, cuando salva al bebé que sobrevivió a la masacre en la
granja. En realidad, esa es una de sus características: cada vez que aparece, el violín
salva: en el orden en que estos aparecen en el libro (un orden no cronológico) salva
primero al bebé, luego a los que van a morir por falta de agua y alimento en el viaje al
Oeste; más adelante a Corwin (al que rescata de una vida de desastre y criminalidad) y
finalmente a Shamengwa.
12
No hay personificación del objeto pero se lo describe con las características de
una mujer (por las curvas, por ejemplo) y lo que consigue siempre son hechos de
comunicación: el silencio del bebé por el violín calma al asesino; la alegría que
transmite salva a los pioneros perdidos; la música cambia el destino de Corwin…
Por otra parte, el violín está íntimamente relacionado con los sueños y el poder
de los sueños que, en la visión ojibwe del mundo (y en la mayoría de las visiones de las
tribus de América), no sirven como vía de comunicación con el inconsciente a la
manera de Freud sino con el afuera, con los parientes no humanos. En la novela,
Shamengwa sueña que debe ir al borde del lago y esperar y lo hace y cuatro días
después llega un bote con el violín. Este acto se da en un plano que para Occidente sería
sin duda “mágico” y estaría fuera de la “verosimilitud realista” para pasar a la
“fantástica”. Erdrich juega con eso: al principio, a través del puente de las historias (es
decir, no dentro de la misma, sino más allá), parece darle una explicación “extraña”
(para usar el vocabulario de Todorov11) pero las fechas no coinciden con lo cual la
explicación fracasa y no queda más que la aceptación de lo “mágico”.
Así, como dice Paula Gunn Allen12, el violín no representa un poder especial, es
poderoso. También lo es a nivel de la estructura del libro: enlaza historias y las
comunica, por ejemplo, es por su intermedio que la carta le llega al Juez Coutts. Pero
además, el violín está directamente relacionado con el arte y este arte está en directa
comunicación con lo que está fuera de sí mismo: es un arte que tiene que ver con el
mundo, que ayuda a entenderlo, que vive dentro de él; es un arte que salva, y salva fuera
del arte. Así, en la discusión entre realismo genético y realismo formal que describe
11
Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Traducción: Silvia Delpy. México: Premia,
1980.
12
Gunn Allen, Paula. Studies in American Indian Literature: Critical Essays and Course Designs. New
York: MLA, 1983.
13
Quintana, Plaga de palomas se posiciona francamente dentro del “realismo genético” y
considera que el referente, lo que está fuera del arte, nunca es una falacia.13
Así, la novela es intensamente política y al mismo tiempo presenta una clara
opinión con respecto a la función del arte y dentro del arte, la función de la literatura.
Podría leérsela incluso, como una respuesta a la opinión de los canónico como Harold
Bloom que opinan que toda literatura política está manchada de sospecha y se aleja del
arte.
Márgara Averbach
13
Quintana, A. “El discurso sobre la realidad” en Fabular lo visible. Barcelona: Acantilado, 2003. (29 a 63).
14
Bibliografía citada
Bevis, William. “Native American Novels: Homing In”, en Recovering the Word, editado por Arnold
Krupat. University of California Press, 1987
Erdrich, Louise. Love Medicine. New York: Bantam, 1984.
Erdrich, Louise. Plaga de palomas. Traducción: Susana de la Higuera Glynn-Jones. Madrid: Siruela, 2010
Erdrich, Louise. Tracks. New York: Henry Holt, 1988
Gunn Allen, Paula. Studies in American Indian Literature: Critical Essays and Course Designs. New York:
MLA, 1983.
Gunn Allen, Paula. The Sacred Hoop. Boston: Beacon Press, 1986
Quintana, A. “El discurso sobre la realidad” en Fabular lo visible. Barcelona: Acantilado, 2003. (29 a 63).
Rainwater, Catherine. ““Maybe Einstein Was Part Yaqui”: Deposing Thought by Endrezze and Silko”, en
Studies in American Indian Literatures, selección y edición de Chadwick Allen. Nebraska: University of Nebraska
Press, volumen 26, número 1, 2014 (spring). Pags. 1 a 28.
Silko, Leslie Marmon. Almanac of the Dead, Penguin, 1991
Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Traducción: Silvia Delpy. México: Premia, 1980.
Welch, James. Fools Crow. Viking Book, New Yori 1986.
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