Centro de Estudios Económicos del Sector Privado

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Centro de Estudios Económicos del Sector Privado
El empleo y desempleo
en México
1994 – 2000
Análisis de la evolución de este importante fenómeno.
Introducción
Uno de los fenómenos económico-sociales más importantes en una economía es el del empleo y desempleo. Cuanta gente en edad de trabajar tiene un empleo o
una ocupación remunerada que determina muchas decisiones hacia el interior de las unidades familiares, como serían cuántos miembros de la familia trabajan,
cuántos estudian y a qué tipo de bienes y servicios tienen acceso. El empleo y la ocupación son determinantes del bienestar de la población y de la forma como
este evoluciona en el tiempo. Muchas otras decisiones familiares e individuales, como estudiar, casarse y tener hijos dependen en buena medida de la situación
laboral de las personas.
Para las empresas también es importante conocer la dinámica de la fuerza de trabajo y sus tendencias, ya que con ello pueden determinar la factibilidad de
cambiar su nivel de actividad, sabiendo de antemano que contarán con oferta de mano de obra suficiente o podrán estimar el impacto que sus decisiones tendrán
sobre la sociedad.
Cuál sea el acervo disponible de población en edad de trabajar y sus características sociodemográficas son factores determinantes para que las empresas decidan
elegir una ciudad para establecerse y producir, por lo que también el desarrollo regional depende de la situación del mercado de trabajo.
En este artículo analizamos la evolución de este importante fenómeno en el periodo 1994-2000. Este lapso reviste especial importancia al menos por dos razones:
la primera es que el 1° de enero de 1994 entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), al que se ha señalado como importante
generador de puestos de trabajo remunerado; y la segunda, que en 1995 México vivió la peor crisis de los tiempos modernos, que tuvo un importante efecto en el
empleo.
El balance, adelantando conclusiones, es positivo, al menos en lo que respecta al número de ocupados; aunque en términos de poder adquisitivo de los salarios
apenas nos estemos sobreponiendo del problema.
Evolución reciente del empleo en México
El personal ocupado en establecimientos económicos aumentó de 13.1 millones de personas en 1993 a 16.7 millones en 1998, según los resultados de los censos
económicos que levanta el INEGI. En este último año dicha Institución contó un total de 3.1 millones de establecimientos en el país, en las actividades
industriales, comerciales y de servicios.
También de acuerdo con cifras del mismo Instituto, en 1993 se estima que habían unos 33.4 millones de personas en la población económicamente activa (PEA) y
para 1998 esta cifra aumentó hasta 40.5 millones de personas. Es decir, el número de personas que ofrecían servicios de trabajo en el mercado creció en poco más
de 7 millones.
Si se contrasta esta cifra con la de los censos económicos, que indican que el número de ocupaciones en establecimientos económicos creció en 3.6 millones,
sugiere que casi la mitad de la PEA que se incorporó al mercado en ese lapso se ocupó en actividades diferentes a las registradas en los censos económicos
(industria, comercio y servicios).
Este dato es importante, ya que a través del otro indicador del mercado de trabajo, que se obtiene a partir de las encuestas en hogares que realiza el INEGI, se
observa que la tasa de desocupación abierta en áreas urbanas disminuyó de 3.4% en 1993 a 3.2% en 1998. Es decir, un elevado número de ocupaciones se generó
en el sector agropecuario y en actividades no registradas en los censos, como serían las actividades desarrolladas en los propios hogares o en la calle.
El otro dato más importante aún es que en el año 2000 la tasa de desocupación abierta se ubica en 2.0%, la más baja desde que se mide este indicador, lo que
sugiere que el mercado de trabajo ha registrado una gran dinámica, ya que por lo menos en los últimos dos años se incorporaron otros dos millones de personas a
la fuerza de trabajo, las cuales encontraron una ocupación en la economía.
El dinamismo de la economía y el mejoramiento en las condiciones de estabilidad después de la crisis han contribuido a modificar favorablemente el entorno del
mercado de trabajo, favoreciendo su expansión continua en los últimos cinco años. El aumento del empleo comprendió a la mayoría de los sectores de actividad
durante el presente sexenio.
El empleo en maquila es el más dinámico
Al utilizar otros indicadores específicos para sectores se tiene que entre 1994 y 2000 el ritmo de crecimiento del empleo en la industria maquiladora fue de 13.5%
en promedio anual; en el comercio se observa una tasa promedio de 2.0% anual, mientras que el empleo del sector manufacturero de transformación solo creció
en 0.5% y las ocupaciones en el sector público presentan una caída de 1.3% en el número de plazas . En el mismo lapso se observa que el número de asegurados
al IMSS tuvo un crecimiento de 5.4% promedio.
La industria maquiladora de exportación es la actividad que en los últimos años ha desempeñado el papel más sobresaliente en la creación de empleos, debido a la
fuerte expansión de su nivel de producción así como por su intensa utilización de mano de obra. Este resultado no debe resultar sorprendente, sobre todo si se
considera que en el mismo lapso las exportaciones casi se quintuplicaron.
En diciembre de 1999 la ocupación en este sector alcanzó 1,196,678 trabajadores, por lo que se crearon casi 158 mil nuevas plazas de trabajo con respecto al nivel
de diciembre de 1998, lo que implicó un crecimiento de 15.2% anual. Asimismo, en el periodo comprendido de diciembre de 1994 a junio del 2000, generó 693
mil nuevos empleos. Comparando este resultado con el de la ocupación en la industria de transformación, más relacionada con el mercado interno, sugiere que el
flujo de comercio exterior ha resultado determinante para la creación de nuevos empleos. En este comentario conviene aclarar que el mercado interno genera
empleos también en los sectores de comercio y servicios y en los mercados informales; todos ellos, como puede verse en el cuadro anterior, crecieron menos que
el empleo en la maquila.
Respecto a los trabajadores asegurados en el IMSS, al cierre de 1999 se registró un incremento de 6.1% con respecto a 1998, lo que implica que se generaron 701
mil empleos en dicho año, cifra muy superior a la observada antes de la crisis. Al mes de julio del año 2000 la creación de empleos formales asciende a 458 mil.
Cabe mencionar que en periodo 1994-2000 se han generado casi 3.5 millones de empleos. Este resultado implica que todos los sectores sin excepción se han visto
beneficiados con el crecimiento. Aun los empleos más costosos , que son los registrados en el IMSS observaron una gran dinámica.
La desocupación abierta
En este punto de nuestro análisis es conveniente aclarar la diferencia entre ocupación y empleo, que constantemente se utilizan como sinónimos, pero que
implican situaciones diferentes. El empleo como tal implica una serie de atributos de formalidad, como son el contrato de trabajo, la presencia de prestaciones, un
lugar fijo para trabajar, horario definido y un sueldo determinado.
En contraste una ocupación puede carecer de uno o más de los anteriores atributos. De hecho si una persona realiza una ocupación por lo menos tres horas a la
semana, a cambio de la cual percibe un ingreso, se considera ocupada.
En México, atendiendo recomendaciones internacionales se mide la ocupación y la desocupación, ya que al igual que en otros sitios con nivel de desarrollo
comparable existe un sector informal relativamente grande.
Para medir la desocupación se utilizan encuestas en hogares, que determinan cuántos miembros de los hogares son de 12 años o mayores; a partir de este universo
se determina la población económicamente activa y la inactiva. La primera se compone de todas aquellas personas ocupadas y las desocupadas que buscaron
activamente trabajo en la semana de referencia de la encuesta. En contraste, la población económicamente inactiva comprende a los de 12 años o mayores que
declaran ser estudiantes, amas de casa, jubilados, pensionados o incapacitados para trabajar en la semana de referencia de la encuesta.
En 1994 se registró una tasa desocupación abierta de 3.7% promedio en el año. A partir de 1995, cuando se vivieron los peores meses de la crisis las tasas
aumentaron hasta duplicarse, alcanzando un pico de 7.6% entre julio y agosto de ese año, lo que implicó un promedio de 6.2% para todo ese año.
A partir de 1996 se inició el movimiento a la inversa, bajando paulatinamente hasta alcanzar 2.0% en julio del 2000, que ha sido la más baja en el periodo que
abarca este estudio.
Se estima que cuando el desempleo alcanzó su valor máximo de 7.6% afectó a un total de 2.7 millones de personas, las cuales no tenían oportunidad de ocuparse
por lo menos tres horas a la semana. En contraste la tasa de 2% que se observa actualmente solo involucra a unas 850 mil personas.
Es importante destacar que esta cifra de desocupados es un monto estimado, ya que para determinarlo se tiene que establecer el tamaño de la población y la tasa
de participación de la misma en la fuerza de trabajo. Como se verá más adelante, ambos conceptos son muy dinámicos a lo largo del ciclo económico y durante el
año.
La dinámica de la fuerza de trabajo cambia conforme a la situación económica general. En las épocas de crisis, cuando se pierden empleos y cae el poder
adquisitivo de los salarios, las familias reaccionan incorporando un mayor número de miembros a la fuerza de trabajo para complementar el ingreso familiar.
Normalmente en esta etapa ingresan a la fuerza de trabajo estudiantes y amas de casa, lo que hace que aumente la tasa de participación de la población en la
fuerza de trabajo y, por lo tanto, en una primera etapa, la tasa de desocupación. Por el contrario, cuando la situación económica es favorable y se recupera el
poder adquisitivo, algunos de los miembros de los hogares abandonan la fuerza de trabajo para continuar con sus estudios, capacitarse o dedicarse de lleno a las
labores del hogar. Esto implica que la tasa de participación disminuye y, por lo tanto, también la tasa de desocupación abierta.
Otra gran cantidad de fenómenos relacionados con la reacción de empresas y familias ante el entorno del mercado de trabajo pueden ser identificados.
Por ejemplo, el aumento o disminución de la tasa de rotación de personal en los puestos, como respuesta a las remuneraciones y oportunidades que se generan en
el mercado; la duración del desempleo en diferentes etapas del ciclo económico y las tasas de desempleo según género o por edades, son indicadores que permiten
detectar y establecer las condiciones en las que desempeña el mercado de trabajo en un momento determinado.
La tasa de participación en la
fuerza de trabajo
Independientemente de que una persona de 12 años o más tenga una ocupación, esta puede o no participar en la fuerza de trabajo.
La cambiante situación económica, la modernización tecnológica, la dinámica demográfica, la mayor escolaridad de la población y la creciente incorporación de
mujeres y jóvenes a las actividades económicas desde edades tempranas han transformado los niveles y estructura de la PEA.
La población de 12 años y más se clasifica en términos económicos como activa o inactiva según sea que desempeñe o busque un trabajo o no. Con base en el
conteo de población de 1995, la población de 12 años y más sumaba 65.3 millones de personas, cifra que representó 71.6% del total. De este grupo de mayores de
12 años se tuvo que 35.8 millones (53.2%) eran económicamente activas. De ese total el 96.8% se encontraba ocupado, tasa que equivale a 34.7 millones de
personas y el 3.2% se hallaba desocupada (1.1 millones).
La tasa neta de participación de la población, como se describió arriba, creció en los años de crisis. Así, mientras que en 1994 era de 54.7%, aumentó hasta 56.6%
en 1998, fecha a partir de la cual ha descendido ligeramente. Lo que esto refleja es la reacción de las familias ante el entorno económico general, aumentando su
participación en los años difíciles y disminuyéndola en los años buenos.
Este fenómeno determina, a su vez, las características de la ocupación y la desocupación en los años de auge y en los años de crisis. Otros factores también
intervienen, como es el nivel de escolaridad, que ha hecho que en los últimos diez años aumente la tasa de participación de mujeres en la fuerza de trabajo, de
36.5% en 1994 hasta 39.5% en el presente año. Otro de los factores que determinan el aumento en la participación de mujeres es el mayor número de
oportunidades en el mercado y los mejores sueldos que perciben ahora, comparados con los que percibían en el pasado.
Con base en la Encuesta Nacional de Empleo Urbano de julio del 2000 la PEA asciende a casi 40 millones de personas en la actualidad, de las cuales 97.8% se
encuentra ocupado y 2.2% desocupado. Sobre la base de los resultados de esta encuesta se puede determinar que en el periodo 1995-2000 se generaron poco más
de 4.4 millones de empleos, lo que permitió absorber a la nueva mano de obra que se sumó al mercado en este lapso. Tal comportamiento hizo posible el descenso
de manera importante de la tasa de desempleo abierto.
Características estacionales del desempleo
El desempleo presenta características estacionales bien definidas; esto es, a lo largo del año se presentan fenómenos con regularidad que afectan el desempleo.
Durante el primer trimestre de cada año normalmente se registran tasas superiores a las del segundo.
El desempleo repunta en el tercer trimestre y vuelve a descender en el cuarto, para aumentar de nuevo en el primero del siguiente año.
Lo anterior se debe a que en el último trimestre de cada año tiene lugar el mayor incremento de la demanda agregada, por la presencia de las compras
decembrinas, relacionadas con el pago de gratificaciones de fin de año a una parte significativa de los trabajadores, principalmente de los asalariados.
Esto hace que en dicho trimestre se presenten las menores tasas de desempleo de cada año, ya que las empresas contratan más mano de obra para hacer frente a
este fenómeno. Estas contrataciones son normalmente temporales, ya que a inicios de cada año el ajuste presupuestal de los hogares conduce a una contracción de
la demanda y, por ende, de las ventas y del empleo.
También es importante destacar que el repunte en la tasa de desempleo en el tercer trimestre obedece a la presencia del periodo vacacional de verano, ya que
algunos estudiantes en épocas de vacaciones buscan un empleo para generar ingresos.
Esto hace que su tasa de participación aumente en estos grupos de edades y por lo tanto el desempleo se eleva en esta época.
Cabe mencionar que en el año de 1995 se presentó una excepción a esta regla debido a la crisis económica. La tasa de desempleo en el segundo trimestre,
continuó en ascenso hasta el mes de agosto en que alcanzó 7.6% que fue la más alta del periodo.
Desocupación por sexo
La tasa de desempleo es en general mayor entre las mujeres que entre los hombres. Este fenómeno tiene diversas explicaciones.
En primer término se tiene el hecho de que la población masculina tiene una tasa de participación mayor que la de mujeres, que prácticamente se ha mantenido
constante.
La participación de las mujeres, aunque ha presentado un sistemático aumento, pasando de una tasa de 36.5% en 1994 a una de casi 40% a julio del año 2000,
tiene mayor variabilidad. Entre otras, las decisiones de casarse y tener hijos, aunque cada vez con menor incidencia, siguen afectando las decisiones de trabajar de
la población femenina mayor de 12 años.
Esta situación hace que muchas empresas, sobre todo las que tienen que invertir montos considerables para reclutar, contratar y capacitar personal, prefieran
hombres para muchas plazas, ya que por lo general estos varían menos su tasa de participación en la fuerza de trabajo que las mujeres.
En otras palabras, la empresa tiene mayor certeza de recuperar su inversión en el caso de los hombres que en de las mujeres. Aunque dicha situación ha cambiado
en años recientes, dado el creciente número de mujeres en puestos clave, todavía se puede observar evidencia del comportamiento descrito.
Lo anterior se corrobora al observar que no obstante que la tasa neta de participación de los hombres se mantuvo casi constante entre 1994 y 2000, su tasa de
desempleo es menor.
En el caso de las mujeres se registra un aumento significativo de su tasa neta de participación, aunque con mucha mayor variabilidad entre los años, y al mismo
tiempo se ha visto una consistente reducción en la tasa de desempleo.
En el periodo analizado se observa que disminuye la tasa de participación de mujeres cuando la actividad económica mejora y posteriormente aumenta cuando la
situación es todavía mejor. La ganancia de poder adquisitivo de los salarios produce dos efectos; en primer término elevan el costo de permanecer fuera de la
fuerza de trabajo para las mujeres.
Conforme esta situación se mantiene el bienestar familiar aumenta y puede motivar que algunas mujeres abandonen la fuerza de trabajo para dedicarse a otro tipo
de actividades, como educarse, capacitarse, o simplemente para casarse y tener hijos.
Algunas mujeres al observar los salarios más atractivos pueden decidir racionalmente posponer decisiones de casarse y tener hijos, a cambio de ello trabajan y
perciben un salario que les permite elevar sus condiciones de vida y las de su familia. Aunque no se puede negar la presencia de dichos factores en el mercado de
trabajo, sería prematuro afirmar que nos encontramos ante una nueva tendencia. Falta observar la evolución de la economía durante otro lapso relativamente largo
de recuperación para poder derivar conclusiones más firmes.
Aparte de los cambios en las pautas de decisión de contraer matrimonio, el descenso de la fecundidad, la mejora de los niveles educativos de las mujeres y los
mejores ingresos individuales, el proceso de terciarización, que es el aumento constante de la importancia relativa de los servicios en el empleo total, se han
traducido en un aumento de la demanda de la fuerza de trabajo femenina.
Fenómenos como el de la migración al extranjero, que involucra principalmente a hombres también influyen en la mayor participación femenina en la fuerza de
trabajo. Asimismo, algunas actividades, como la maquila de ensamble y confección, mayoritariamente contratan mujeres.
El desempleo afecta más a los jóvenes
El desempleo abierto afecta principalmente a los jóvenes por diversas razones. En primer término destaca el hecho de que no tienen una responsabilidad directa
en el sostenimiento del hogar y, por lo tanto, su actitud para conservar el empleo, disciplina y desempeño son menos confiables que en el caso de las personas
maduras.
Conviene recalcar que esta no es una actitud discriminatoria, sino una respuesta racional de las empresas ante una mayor probabilidad de ver perdida de pronto su
inversión en un trabajador que abandona el empleo sin previo aviso.
Esta situación ayuda a explicar la razón por la que los jóvenes en ocasiones perciben menores remuneraciones que los trabajadores adultos. Las obligaciones
familiares normalmente hacen que las personas tengan una actitud más responsable en el trabajo en lo que respecta a desempeño, por lo que los adultos son
preferidos a los jóvenes.
Finalmente se encuentra el hecho de que los jóvenes tienen menor experiencia y capacitación que los adultos, lo que provoca que el desempleo en este segmento
sea mayor. Como se puede observar, los grupos de edad de 12 a 19 años y 20 a 24 años presentan las mayores tasas de desocupación, mientras que en las edades
centrales disminuye. Esta situación se agrava en épocas de crisis, cuando obligados por la reducción del ingreso familiar, los jóvenes tienen la necesidad de
incorporarse a la fuerza de trabajo.
Desocupación y experiencia en el trabajo
En términos de experiencia laboral, en 1994 los desempleados que ya habían trabajado constituían 85.1% del total, y al mes de julio del 2000 este porcentaje con
respecto a la población desocupada abierta aumentó 1.1 puntos porcentuales para ubicarse en 86.2%. Tal resultado es producto de una tendencia ascendente en la
proporción de desempleados con experiencia laboral, producto del mejoramiento general en las condiciones del empleo.
Al igual que un mejor salario del jefe de familia puede llevar a la decisión de que otro miembro de la misma abandone la fuerza de trabajo para estudiar, incentiva
a muchos ocupados a invertir recursos para buscar y encontrar un mejor empleo. Este fenómeno se analiza en detalle más adelante.
Duración del desempleo
Otra de las características que registra cambios notables, dependiendo de la situación económica general, es la duración del desempleo. Cuando la demanda es
baja, las empresas no contratan personal y esto eleva el periodo de búsqueda de trabajo de la población. En 1995, cuando la crisis provocó una caída del ingreso y
las ventas, se vivió un periodo de alto desempleo. En este año 35.3% de las personas desempleadas permanecían así durante más de nueve semanas, mientras que
solo 46.1% de los desempleados tardaba de una a cuatro semanas en encontrar trabajo. A partir de 1996 se registra un cambio importante en cuanto a la
distribución de la población desempleada por la duración de la falta de empleo, pues se incrementa sustancialmente la participación porcentual de la que dura
menos tiempo en tal situación.
Al mes de julio del año 2000, el 60.0% de la población permanece desempleada solo de una a cuatro semanas, mientras que la que dura nueve y más semanas se
redujo a solo 22.2%. Cuando la duración del desempleo es menor se observa por lo general un aumento en la rotación del personal ocupado en las empresas. Las
empresas que resienten este fenómeno son las que por lo general pagan menos a su personal ocupado.
Cuando los empleados perciben que se reduce la duración del desempleo, muchos de ellos deciden aventurarse a dejar un empleo actual en busca de uno mejor.
Este es un tipo de "inversión" en capital humano, ya que las personas asignan recursos a la actividad de búsqueda esperando un rendimiento para su inversión a
través de un mejor salario.
Por lo general esta actividad de búsqueda la realizan los mejor capacitados que sienten que pueden ganar más en otra ocupación, durante la época en que el
mercado registra las menores tasas de desempleo, porque la probabilidad de encontrar algo mejor es mayor.
Desempleo por regiones
Las actividades relacionadas con la industria maquiladora de exportación y con la industria exportadora han preferido mayoritariamente ubicarse fuera de las
áreas metropolitanas tradicionales, como serían México, Guadalajara y Monterrey. Aunque dichas zonas también se han beneficiado de la bonanza del comercio,
no es posible rechazar la hipótesis de que la apertura comercial ha producido incentivos para descentralizar las actividades productivas. Esta tendencia ha ejercido
una gran influencia sobre el mercado de trabajo, creando nuevas oportunidades en forma creciente fuera de las zonas tradicionales y, por lo tanto, generando
importantes flujos migratorios.
El incremento observado en la desocupación, como resultado de la caída en el PIB después de la crisis de 1995, afectó en forma diferencial a la mayoría de las
regiones del país. Aunque el aumento en la desocupación fue generalizado, cobró matices distintos según la vocación económica estatal.
En las áreas donde la actividad prevaleciente es la maquila y el comercio fronterizo se pudo observar un impacto moderado en el desempleo, en comparación con
las otras entidades. También destaca la recuperación rápida del empleo en estas zonas, gracias al dinamismo de la industria maquiladora de exportación, la cual
con la entrada del TLCAN favoreció su consolidación. En contraste, los efectos del desempleo se hicieron sentir con mayor fuerza en las áreas urbanas cuya
actividad productiva principal es la industria de la transformación, combinada en algunos casos con el comercio. Estas actividades, conviene apuntar, están
relacionadas con la suerte que corre el mercado interno, el cual se vio muy golpeado por la pérdida de empleos y de poder adquisitivo de los salarios.
El desempleo en estas ciudades tuvo un ascenso acelerado pero también su descenso fue notable, pues en la medida que la industria manufacturera se fue
recuperando la desocupación fue disminuyendo. Tal es el caso de Monterrey, Puebla, Veracruz y Guadalajara, ciudades con una alta presencia industrial, que
vieron rápidamente disminuir el desempleo una vez iniciada la recuperación general de la actividad económica a partir de 1996.
Aquellas ciudades en donde existe un marcado predominio de las actividades comerciales, conjugadas con las turísticas y la maquiladora, se caracterizan por
tener una TDA baja y fueron en las que dicha tasa creció menos a raíz de la crisis.
En contraste, el ritmo de recuperación del empleo ha sido lento, principalmente en las áreas que tienen una importante participación en la actividad agrícola y con
baja presencia de la industria.
Población ocupada por nivel de ingreso
La calidad del empleo juega un papel importante en la determinación del nivel de ingreso de las familias. Por otro lado, la oferta de puestos de trabajo que están
asociados con un ingreso más decoroso es muy reducida, pues se concentra principalmente en las grandes empresas, las que normalmente efectúan elevadas
inversiones y, por lo tanto, requieren de personal muy especializado. Esta no es por lo general la regla en las empresas medianas y pequeñas, quienes contratan
mano de obra menos calificada para desempeñar funciones que exigen menor especialización.
Como resultado del vigoroso ritmo de crecimiento de la economía hubo un elevado ritmo de creación de nuevos empleos; sin embargo, comparando los niveles de
percepciones salariales en 1994 y en el 2000 se percibe que, aun cuando muchos de los nuevos empleos están mejor remunerados que los que existían antes de la
crisis, especialmente los de alta tecnología orientada a la exportación, esta no es la regla general en toda la economía.
El número de asalariados que ganaban entre uno y hasta cinco salarios mínimos representaba 71.2% del total en 1994. En el año 2000 dicha proporción
disminuyó hasta 69.5%, lo que implica que un mayor número de personas ahora ha mejorado su nivel de percepciones. Por su parte, los que ganaban más de
cinco salarios mínimos pasaron de representar 12.3% del total a 13.5% entre 1994 y el año 2000, respectivamente, lo que también es señal de que muchos
mejoraron su situación.
Sin embargo, también se observa que en el mismo lapso el porcentaje de ocupados que percibe menos de un salario mínimo aumentó de 8% a 10.6%. Una
característica importante de la estructura del empleo en México, que explica la estructura de los salarios, es su dispersión según el tamaño de las unidades
económicas. Así, tenemos que existen simultáneamente desde las unidades unipersonales, las que contratan de 1 a 5 personas y las grandes empresas. Estas
últimas son las menos abundantes, mientras que existe un gran número de unidades unipersonales.
Las pequeñas unidades concentran la mayoría del empleo en el sector agropecuario, el comercio y los servicios, mientras que la manufactura presenta una mayor
dispersión en cuanto al tamaño de las unidades que lo conforman, destacando el dinamismo de las empresas medianas y grandes que se concentran en las
actividades de maquila para exportación.
Este último resultado es también derivado del mayor flujo comercial de México, que implica que las empresas que se instalan en México necesitan producir
grandes volúmenes para aprovechar economías de escala y explotar al máximo las ventajas competitivas de México. Conforme el tamaño de los establecimientos
aumenta, mayor es la proporción de trabajo asalariado y mayor el nivel de ingreso promedio.
Educación e ingreso
La educación es una de las características de la población que se relaciona directamente con las actividades ocupacionales y el nivel de ingreso. La educación
permite que el individuo adquiera conocimientos y habilidades que le van a permitir desarrollar plenamente su potencial, adquirir un perfil adecuado para el
desempeño de sus actividades y elevar al máximo su productividad. Conforme a los resultados del conteo de población de 1995, la escolaridad promedio de la
población de 15 años y más apenas rebasaba los siete años aprobados.
Esto implica que la PEA en México tiene la primaria completa y algunos conocimientos de educación media básica.
En el año de 1999 dicho indicador casi alcanza ocho años aprobados, por lo que se puede concluir que no ha habido un avance significativo en el grado promedio
de escolaridad de la población en dicho periodo.
Esta situación ayuda a explicar el porqué de las bajas percepciones de una mayoría de la población y también por qué la lenta recuperación de los salarios en años
recientes.
Por entidad federativa la escolaridad más alta corresponde al Distrito Federal y a Nuevo León, que superan ligeramente los nueve años, lo que significa que en
estas entidades la población de 15 años y más se encuentra en promedio iniciando la educación media superior.
Por otra parte, los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Guanajuato tienen en promedio menos de seis años aprobados; es decir la población no completó el
nivel básico de instrucción.
Cuando el nivel de escolaridad de los desempleados aumenta, normalmente se puede concluir que la economía se encuentra en la parte alta del ciclo económico,
cuando la producción y el empleo crecen vigorosamente. El mayor nivel de escolaridad de los desempleados puede asociarse a una mejor situación económica de
la población con mejor escolaridad, lo que le permite permanecer temporalmente dedicada a la búsqueda de un empleo acorde con sus intereses y no integrarse,
inmediatamente, al subempleo o a la informalidad.
Comentarios finales
Es indudable que el rápido crecimiento de las exportaciones ayudó a la rápida reactivación del mercado de trabajo después de la crisis de 1995. Adicionalmente,
el efecto multiplicador de las exportaciones en el mercado interno ha facilitado el proceso de recuperación general de la actividad económica, del empleo y de las
condiciones de vida de la población.
En el periodo 1995-2000 se generó un número tal de nuevas ocupaciones, que fueron suficientes para dar empleo y ocupar a toda la fuerza de trabajo de nuevos
jóvenes que año con año se incorporan al mercado y todavía producir una reducción en la tasa de desocupación abierta. En el año 2000 la desocupación es
notablemente menor a la que se tenía en 1994, antes del estallamiento de la crisis. Para muchos observadores la tasa de desempleo en México pueda parecer baja
con respecto a otros países.
Esta situación se explica en parte porque no existe un seguro de desempleo para los trabajadores y las personas no se pueden permitir el lujo de estar
desempleados durante mucho tiempo, por lo que tienen que encontrar un trabajo o cualquier ocupación para sobrevivir.
Un alto porcentaje de la población económicamente activa se encuentra en actividades informales, pues es más fácil encontrar un trabajo de tipo informal que
encontrar un trabajo formal. Esto se debe a la presencia de una menor regulación en el sector informal, por lo cual en épocas de crisis es más fácil salir del
desempleo al sector informal que al sector formal.
Otro factor importante que influye en el desempleo es el nivel de instrucción, ya que la probabilidad de estar ocupado en un momento determinado aumenta con
el nivel de escolaridad de las personas. Existe una fuerte asociación entre los niveles de escolaridad y la localización de los trabajadores en el sector formal o
informal urbano.
La situación de la economía se refleja en movimientos en las tasas de participación de la población en la fuerza de trabajo y en la de desempleo abierto. Estas
variaciones son la respuesta de los agentes económicos a los incentivos, que representa el empleo y sus características, como son el salario, las prestaciones
asociadas y la perspectiva profesional. Estas características son muy cambiantes a lo largo del ciclo económico, lo que afecta al desempleo y la participación de la
población en la fuerza de trabajo.
Existe todavía una proporción no despreciable de los trabajadores en zonas urbanas que gana menos de un salario mínimo; por ello es importante considerar el
subempleo, la educación y la pobreza para tener una visión completa del mercado de trabajo y proponer políticas para su fortalecimiento permanente.
Nota:
1 Esta reducción, de acuerdo con las notas de los Informes Presidenciales se debe a la descentralización de plazas, como serían las del sector educatico.
2 Independientemente de la dificultad que representa cumplir con todos los trámites para registrar y “formalizar” un empleo, también representan costos
adicionales al salario para las empresas. Las cuotas para servicio médico, seguro de riesgos de trabajo, seguro de vida, Infonavit, SAR, impuestos, reparto de
utilidades representan una garga considerable, que estima de 40% en adición al salario pagado al trabajador.
3 La muestra trimestral para cada ciudad se distribuye uniformemente entre el número de semanas comprendido en el periodo. Las preguntas de la encuesta están
referidas a la semana anterior a la misma.
Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, A. C.
www.cce.org.mx
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