Max Weber - Sociología del Poder

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Joseph Roberts
NIUB:14944510
Grupo A1
Max Weber - Sociología del Poder
Éste escrito de Max Weber es el tercer capítulo de su obra póstuma Economía y Sociedad y en él se pretende
explicar las relaciones de dominio y poder que operan en las sociedades políticas. Cabe remarcar aquí, con tal de
evitar complicaciones más adelante, una importante distinción terminológica. Max Weber pretende estudiar en éste
texto la naturaleza del poder entendido como Herrschaft que a diferencia del término alemán Macht, o poder
genérico, expresa una relación muy específica de mando-obediencia en la cual existen buenos motivos para
obedecer, existe por lo tanto siempre una voluntad o interés que impulsa a la obediencia de los mandatos.
Esta noción resulta de interés debido a que no hace referencia solo a la imposición de una voluntad sobre
otra sino que gira en torno a las nociones de legitimidad, y de validez del poder establecido, que no tiene que ser
necesariamente legitimada por soberanía nacional. La obediencia tratada en el texto no es, por lo tanto,
únicamente de facto sino que además de iure. La obediencia que se da cuando “la acción de quien obedece se desarrolla
básicamente como si esa persona hubiera convertido en máxima de su comportamiento el contenido de la orden.” 1 Tras haber
constatado el fenómeno Weber se pregunta ¿porque obedecer?, es decir, expone los posibles motivos para
considerar legitima una imposición. El tipo de motivos por los cuales los “subditos” se deciden a obedecer
determina, según Weber, el tipo de dominación que se trata. Cabe remarcar que las estructuras que describe Weber
en la obra no son aplicables únicamente a una dominación estatal sino que el esquema conceptual se extiende
también a empresas privadas, iglesia o incluso a organizaciones caritativas.
La legitimidad a la cual aspira una estructura de dominación determina el tipo de dominación que se da.
Ésta creencia en la legitimidad puede tener una de tres bases, en primer lugar existe el poder legítimo en tanto que
opera mediante un orden jurídico, en segundo lugar una estructura de dominación puede ser considerada legítima
debido a que sigue las normas solidificadas por la tradición y en último lugar la creencia en la legitimidad puede
nacer de la posesión de cualidades excepcionales por parte de quien ostenta el poder. Éstos dos últimos tipos de
relación son, en virtud de su base sentimental o históricamente contingente, formas de dominación menos
racionales.
Inherente al problema de porque es legítimo el poder es el estudio de cómo ésta estructura de poder se
perpetua, o cómo ejerce realmente la dominación, permitiendo a Weber entonces explorar los diversos tipos de
aparatos administrativos característicos de cada sistema.
El primer tipo de relación de dominación se basa en la legalidad, es decir, la obediencia queda garantizada
por el ordenamiento jurídico al cual se somete y según el cual se gobierna. Se presta obediencia, por lo tanto, no al
individuo que ostenta el cargo en un momento determinado sino al derecho, derecho al cual están también
sometidos los gobernantes. Weber da una caracterización muy sintética al inicio del texto a tratar, “se basa en la
creencia en la legalidad del ordenamiento establecido y del derecho a dar órdenes”2 El ordenamiento jurídico en cuestión, un
conjunto de normas abstractas, puede ser creado tanto por un pacto como por una imposición, es decir, no es
necesariamente democrática.
El aparato administrativo característico de éste sistema es la administración burocratica. La dominación
legal precisa de cargos delimitados y jerarquizados, que ejercen su influencia según unos medios coactivos
permitidos. El sistema burocrático es el sistema más racional de administrar un colectivo en virtud de la estabilidad
y seguridad que hace de su funcionamiento el más previsible, Weber escribe, “es la más racional en el aspecto de la
precisión, de la estabilidad, de la disciplina, de la seguridad, es decir, que hace posible un elevado nivel de calculabilidad de sus resultados
para la cabeza de la organización y para los administrados.”3 La burocratización de la sociedad lleva inevitablemente a la
constitución de una sociedad más meritocrática ya que hay una creciente importancia del saber especializado. En
palabras de Weber “para participar en el aparato administrativo de una organización, sólo está cualificada la persona que tenga una
formación especializada demostrable.” 4 , éstos funcionarios son nombrados, no elegidos, en virtud de sus capacidades
demostrables en exámenes o mediante diplomas. Expresado de modo sintético, “Administración burocrática significa
dominación en virtud del conocimiento.”5 El análisis de Weber parece, en éste punto, cada vez más actual sobre todo
cuando éste afirma que debido a la necesidad de conocimiento especializado en la sociedad administrada
burocráticamente se da “una tendencia hacia la pluticratización a favor de que el aprendizaje profesional dure lo más posible (casi
hasta los 30 años de edad).”6 cosa que con el aumento de licenciados y un mayor interés por la teoría y el conocimiento
demostrable burocráticamente desde la publicación de la obra hace casi más lucido el análisis en los tiempos que
corren que en su fecha de publicación original. Como consecuencia de esto en un sistema de dominación racional
coge cada vez más peso la escritura, es decir, en terminología weberiana, rige el principio del expediente escrito.
Weber insiste sobre la inevitable expansión de la burocracia en una sociedad de masas y su íntima relación con el
capitalismo en tanto que sistema de organización política más racional dotando de estabilidad al panorama político,
fomentando así el desarrollo económico.
Acto seguido Weber estudia el segundo tipo de dominación, la dominación tradicional; que a diferencia de
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la dominación legal, encuentra su legitimidad en el carácter sagrado que éste adquiere de la tradición, es decir,
debido a que ha sido consagrado en el tiempo. La obediencia prestada aquí adquiere un carácter más personal que
la obediencia a la entidad impersonal que es el derecho, en pocas palabras, se obedece a una persona y se responde
debido a “fidelidad personal y no por un deber oficial impersonalizado.”7 Pese a la ausencia de aparato legal al cual esté
sometido el gobernante éste no tiene un abanico ilimitado de actuaciones posibles ya que él también se ve
constreñido por las pesadas normas de la tradición, que de ser violadas encontraría una oposición hacia su persona
y una destrucción del elemento legitimador de su poder, aunque resulta necesario decir por otro lado que también
existe una “discrecionalidad del señor en el ámbito que le asigne la tradición.”8 Se sigue de lo anteriormente dicho que
cualquier novedad introducida debe ser justificada mediante una apelación a la tradición, afirmando que pese a
haber existido siempre únicamente ahora ha sido puesto por escrito.
El aparato de administración del poder adquiere un carácter personal haciendo que los miembros del
gobierno tiendan a mantener una relación personal con el gobernante, mostrando así otra vez la naturaleza
discrecional de la dominación. Weber afirma, a modo de ejemplificación que en muchos casos el gobernante
procura “cubrir los puestos más importantes con los miembros de la familia gobernante”9 De aquí se deriva que el peso del
conocimiento experto es considerablemente menor en los aparatos administrativos tradicionales, y el sistema entero
está impregnado de una arbitrariedad y ausencia de claridad respecto tanto a cargos como a derechos. Un ejemplo
significativo de la arbitrariedad existente en la dominación tradicional se ve a la hora de examinar cómo los
miembros del aparato administrativo adquieren su manutención. En muchos casos, según Weber éstos obtienen los
bienes necesarios para la vida debido a su “presencia en la mesa del señor o la recepción de provisiones de sus despensas.”10
Los efectos sobre la economía del sistema de dominación tradicional son claros, la ausencia de desarrollo
del capitalismo, una economía irracional (en tanto que no calculables)y un uso del dinero meramente consuntivo, es
decir, orientado únicamente hacia el consumo.
En tercer lugar se da la dominación carismática, legítima en tanto que los súbditos obedecen ya que se
entregan en virtud de “la santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y del ordenamiento creado o revelado por esa persona.”11
En virtud de éstas consideraciones se entiende como capacitado al poseedor para ser un líder. El poseedor del
carisma es reconocido por sus seguidores “nacido de la entrega a una revelación, al culto del héroe”12 En éste sistema, al
igual que en el sistema tradicional, se da una alto grado de arbitrariedad, sobre todo en la selección de los
individuos que conforman el aparato administrativo que son escogidos “sobre la base de las características carismáticas del
seleccionado.”13
A diferencia de tanto la dominación tradicional como la legal la dominación carismática siempre se
presenta como algo extraordinario, singular, que no se perpetua en el tiempo. Éste carácter extraordinario es
debido a que la obediencia se da en virtud de características extraordinarias individuales, si deja de ser excepcional y
puntual es necesaria una radical transformación hacia formas más ordinarias.
El líder carismático debe ser sucedido, y su sucesor debe ser aceptado por la comunidad, el candidato
puede ser escogido de diversas maneras, entre ellas por sucesión hereditaria cosa que supone un claro paso hacia un
sistema de dominación tradicional. Otra posible vía de estabilización es la aplicación de “la idea de que el carisma es
una cualidad que se puede transmitir”14 consiguiendo de esta manera atribuir el carisma no a la persona sino al cargo que
éste ostenta.
Weber, más adelante, hace una reinterpretación de la dominación carismática en términos no autoritarios,
éste afirma que “la legitimidad real de la autoridad carismática descansa totalmente en su reconocimiento por parte de los
seguidores.”15 es decir, se entiende el reconocimiento como fundamento de la legitimidad y no como mera
consecuencia de ella. Nos acercamos con éste sistema al ideal de una democracia, aunque Weber insiste
constantemente sobre el peligro de tener funcionarios elegidos debido a que “la posibilidad de que sean destituidos o de no
ser reelegidos impiden una administración y una justicia estrictamente objetivas.”16 considerando así la inherente ineficiencia de
este sistema.
Tras exponer la tipología de los sistemas de dominación cabe remarcar que no se dan estos de un modo tan
ideal en la realidad sino que todo sistema fáctico está sujeto a las contingencias empíricas, haciendo imposible
clasificarla perfectamente en una de las caracterizaciones tan rígidas. La dominación legal, por ejemplo, no es
nunca del todo legal debido a que en muchos casos ésta adquiere algunos rasgos de la dominación tradicional en la
medida en que la obediencia a la ley se convierte en tradición y costumbre.
Weber trata en capítulos posteriores temas comunes a todas las formas de dominio que éste especifica.
En primer lugar Weber analiza los medios de limitación del poder del sistema de dominación. Una
estructura que ejerce ésta función es la colegial, que según Weber “no producen necesariamente un debilitamiento de la
dominación, sino en todo caso una moderación de la misma en el sentido de la racionalización.”17 además de garantizar “una mayor
minuciosidad a la hora de sopesar las decisiones administrativas”18 . Weber analiza en detalle las diversas formas de
organización colegial posibles e históricas. El segundo modo de limitar el poder de una determinada estructura de
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poder es la división de poderes, “es decir, por un traspaso de determinadas funciones como poderes a diferentes individuos,”19
El siguiente capítulo tiene como tema central la noción de partido, definido por Weber como “asociaciones
que, basándose en la libre adscripción de sus miembros, tienen como objetivo procurarles a sus dirigentes el poder dentro de una
organización.”20 la noción de partido engloba un grupo heterogéneo de organizaciones con fines, líderes etc distintos
entre si. Éstas organizaciones luchan por el poder dentro de una estructura y ellos son, según Max Weber, los
participantes activos del sistema mientras que los electores son fundamentalmente pasivos, “las masas inactivas de
electores o votantes son solamente objeto de la propaganda en las épocas de elecciones.”21 remarcando Weber posteriormente “los
ciudadanos solo desempeñan un papel de objetos”22 Los partidos, como toda conglomeración social pueden ser
caracterizados mediante el esquema conceptual de la dominación. La principal diferencia entre los partidos y los
órganos políticos se muestra a la hora de estudiar la adhesión a ellos siendo ésta formalmente, remarcando Weber
¡Formalmente!, libre.
Se estudia también, de un modo menos riguroso que la caracterización de los sistemas de dominación, la
democracia directa. Ésta consiste en hacer “que el administrador sólo actúe en virtud del poder concedido por los miembros de la
organización, en el ‘servicio’ de éstos y de acuerdo con la voluntad de éstos”23 aunque Weber remarca que éste sistema es
alcanzable únicamente en sociedades con un número reducido de integrantes (poniendo como ejemplo los cantones
suizos o los municipios norteamericanos), Éstas organizaciones obligan a los administrativos a rendir-les cuentas y a
actuar únicamente según lo decidido en la asamblea de miembros.
Weber advierte que la democracia directa tiende a derivar en una administración de notables, aquellos que
pueden “vivir para la política sin tener que vivir de ella”24 , es decir de hombres con ingresos no derivados de su fuerza de
trabajo.
Tras analizar la democracia directa pasa a tratar la noción de representación, concepto que designa el
hecho que los actos de un grupo de los miembros de una organización es impuesta, o considerada legítima y por
ende vinculante, por el resto de los miembros. Los actos de los representantes son más, o menos, libres en
proporción inversa a la fuerza del mandato imperativo según el cual los representados controlan los actos de los
representantes. Si los representados ejercen un control total los representantes adquieren la función de ser
meramente funcionarios, es decir, obedecer la voluntad de los representados. Weber estudia, como hace en otros
fragmentos, las diversas formas de representación, clasificando éstas.
Los conceptos altamente ilustrativos de ésta obra hacen de ella una obra interesante y de lectura obligada
que entre otras cosas dota de una terminología útil para un estudio objetivo de ciertos fenómenos políticos. El
aparato conceptual desplegado por Weber en su análisis de la dominación unido a los apuntes más anecdóticos o
ejemplificativos que hace éste tenga un nuevo sentido en la sociedad actual. Las palabras de Weber resuenan una y
otra vez con el paso del tiempo. Pese a ser en ciertos puntos altamente técnico e incluso excesivamente detallado la
tesis esencial de la obra resulta poderosa y aplicable con todos sus matices al mundo que nos rodea.
De ella, además de la conocida tipología de la dominación se derivan conclusiones más fundamentales,
como la inevitable tendencia a entender la esencia de la política como una relación de dominación consentida.
Joseph Roberts
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Notas:
Weber, Max. Sociología del Poder. Alianza Editorial. Madrid 2012. ISBN: 978-84-206-6947-2. Pág. 73
Ibid. Pág. 75
3 Ibid. Pág. 88
4 Ibid. Pág. 80
5 Ibid. Pág. 91
6 Ibid. Pág. 92
7 Ibid. Pág. 95
8 Ibid. Pág. 95
9 Ibid. Pág. 97
10 Ibid. Pág. 111
11 Ibid. Pág. 75
12 Ibid. Pág. 122
13 Ibid. Pág. 124
14 Ibid. Pág. 134
15 Ibid. Pág. 166
16 Ibid. Pág. 172
17 Ibid. Pág. 178
18 Ibid. Pág. 186
19 Ibid. Pág. 194
20 Ibid. Pág. 199
21 Ibid. Pág. 201
22 Ibid. Pág. 205
23 Ibid. Pág. 207
24 Ibid. Pág. 210
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