algunas reflexiones sobre el caso cubano

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ALGUNAS REFLEXIONES
SOBRE EL CASO CUBANO
NITAROUSMANITZAS
Se cumple un año de la migración de 120.000 cubanos a Estados
Unidos. Las primeras reacciones de
la prensa, tanto la explicación oficia! cubana como la contraria,
fueron simp[if¡c3dor3s. La explicación oficial cubana pone todo el
énfasis en que se trata de elementos
anti-sociales; la explicación contraria lo pone en que vienen huyendo
de la violación de los derechos humanos, de la opresión de la libertad.
La autora reconoce que "ambas
interpretaciones puedan tener sus
granos de verdad". Pero en lugar de
entrar a determinar cuál es el grado
de verdad de cada una, prefiere
aportar nuevos elementos de juicio.
Mansaja no está tampoco en condiciones de determinar cuál es la parte de verdad de cada factor. Pero
cree valioso entregar al público un
punto de vista diferente. El articulo
tiene interés más allá del problema
que nos ocupa, porque muestra
cómo, sobre un mismo tema, hay
algo más que decir que los juicios
en blanco y negro, a favor o en
contra.
A partir de abril de 1980, la llegada d<- más de 120.000 exiliados
cubanos a la costa sur de Florida
ha centrado una vez más la atención en la revolución cubana y ha
planteado interrogantes acerca de
la viabilidad del socialismo cubano. Estas interrogantes son especialmente agudas porque, en contraste con la oleada de refugiados
venidos desde Cuba en la década
del 60, una gran proporción del
nuevo grupo está constituida por
"hijos de la revolución", crecidos
bajo el orden socialista de Cuba.
También, en contraste con el primer éxodo -que contaba con un
alto número de hombres de negocio, doctores, abogados y otros
profesionales pertenecientes a las
clases alta y media— en la ola
actual hay una considerable cuota
de personas de origen obrero las
que, por lo tanto, deberían estar.
al menos en teoría, vinculadas a la
revolución.
La explicación oficial cubana
es que los emigrados desde Marie!
constituyen una pequeña minoría
de "lumpen" y de "elementos
anti-sociales", de ningún modo
representativos de la gran masa del
pueblo cubano que apoya la revolución. Por otra parte, los opositores al sistema cubano describen a
los exiliados como refugiados que
escapan de la represión pol ítica y
llaman al éxodo "la flotilla de la
libertad". También afirman que la
emigración de más de 120.000
cubanos en el espacio de pocos
meses es una indicación clara de la
existencia de un enorme descontento interno en la isla y que la
revolución ha fracasado definitivamente.
Ambas interpretaciones pueden
contener granos de verdad. Sin
embargo, cuando se examinan los
datos, se constata que ambas son
exageradas y que contribuyen más
a oscurecer que a ¡luminar la realidad cubana. El problema para
aquellos que tratan de entender el
fenómeno cubano es cómo evitar
las trampas polémicas e ideológicas de ambos extremos y situarse
ante la experiencia cubana desde
una perspectiva equilibrada y
empírica.
El primer asunto que hay que
poner en claro es el de los números. Sacar conclusiones políticas
del hecho de que más de 120.000
cubanos hayan elegido recientemente dejar su isla y establecerse
en los Estados Unidos es un ejercicio dudoso. Visto en un vacío,
120.000 personas pueden parecer
una masa enorme. En el contexto
de la migración desde el Caribe
hacia los Estados Unidos durante
las tres últimas décadas, constituyen una pequeña gota en un gran
recipiente.
Por ejemplo, actualmente sólo
en el área de la ciudad de Nueva
York viven cerca de 1.000.000
de portorriqueños. A pesar de la
relación especial que tiene Puerto
Rico con los Estados Unidos, su
régimen democrático y su economía de libre empresa, aún no pueden satisfacer las necesidades básicas de toda su población. Por esto
se desplazan en gran número hacia
el continente. Nadie llama a esta
marejada de personas —provenientes de una isla que tiene un tercio
del tamaño de Cuba- "flotilla de
la libertad".
El perfil del nuevo gomo do
emigrados cubanos también sugiere que es mejor no sacar conclusiones fáciles. Hay algunos "elementos anti-sociales", incluyendo
a más de 1.600 personas que han
sido identificadas como criminales
violentos (asalto, violación, asesinato) y que han sido encarceladas
por las autoridades norteamericanas, además, de varios centenares
de adolescentes que han sido
clasificados como delincuentes
juveniles. También, por lo menos
3.000 se declaran homosexuales
que dicen no haber podido ejercer
libremente su opción sexual bajo
el régimen cubano actual.
Estas personas constituyen, sin
embargo, una pequeña minoría.
La mayoría de los exiliados pueden ser clasificados en dos amplias
categorías, pero no mutuamente
excluyentes. En primer lugar, más
del 4 0 % son personas que se han
reunido con parientes que ya
vivían en los Estados Unidos. La
cuestión acerca de la reunificacíón
de las familias ha estado pendiente
desde 1973, año en que el "puente aéreo" desde La Habana a
Miami fue interrumpido. Se le dio
un nuevo ímpetu en 1979, cuando
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las autoridades cubanas permitieron a 100.000 miembros de la comunidad de exiliados en los Estados Unidos visitar a sus parientes
en la isla. Cualesquiera sean las
variables económicas o políticas,
el factor humano es obviamente
importante en este caso.
En la segunda categoría —que
está constituida por un grupo
grande de hombres jóvenes solos—
es difícil identificar un motivo
único v dominante para su emigración. Sin embargo, una muestra
al azar de entrevistas y una serie
de incidentes públicamente documentados desde su arribo, dan
ciertas pistas. Pocos entre ellos
son refugiados pol fticos en el sentido tradicional (y, de hecho, el
gobierno de los Estados Unidos se
ha negado hasta ahora a concederles el status formal de refugiados).
En general, sus quejas básicas no
son las de persecución política
directa, sino que de conformismo,
austeridad, inmovilidad ocupacional y mero aburrimiento.
Ellos tampoco son "refugiados
económicos". A diferencia de la
mayor parte de los migrantes
obreros de México, de América
Central y de las islas del Caribe,
los cubanos no eran cesantes en su
propio país. Cuando se les consulta acerca de sus aspiraciones, no
hablan de necesidades básicas sino
que de televisores a color y de
automóviles. Dentro del conjunto
total de nuevos exiliados, las autoridades de salud de los Estados
Unidos no han encontrado ningún
caso de desnutrición. También
informan que la frecuencia de
enfermedades entre esos emigrados es estadísticamente la misma
que en la población de los Estados
Unidos. Obviamente, no han sufrido privación económica extrema. En muchos casos resulta ciaro
que están persiguiendo la ilusión
de una sociedad de consumo. (De
hecho, en un notorio incidente,
20 exiliados cubanos abandonaron
sus trabajos en Texas declarando
que el salario mínimo de los Estados Unidos, que es de tres dólares
con diez centavos por hora, era
demasiado bajo para ellos).
Para comprender la importan-
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cia de estos datos, no se debería
concentrar la atención solamente
en los exiliados, sino que también
observar la dinámica interna de la
sociedad cubana. El hecho primero y más importante que a menudo se oscurece tras las nubes de
la polémica ideológica— es que
Cuba es un país pequeño y subdesarrollado. Sus recursos naturales
son escasos y carece de petróleo.
Cualquiera sea su sistema económico y político, siempre se verá
constreñido por sus propios recursos y profundamente afectado por
las fluctuaciones en el mercado
internacional.
Cuando la revolución comenzó
en 1959, Cuba no era el más pobre entre los pobres. No obstante,
mientras que las estadísticas gruesas colocaban a Cuba en el cuarto
superior de los países latinoamericanos, el país presentaba el perfil
y los problemas propios del subdesarrollo, aunque con características especiales propias. En primer
lugar, Cuba era virtualmente una
colonia de los Estados Unidos.
Dando testimonio ante el Congreso de los Estados Unidos después
de la revolución, Earl Smith, anterior embajador en Cuba, abiertamente afirmó: "Los Estados Unidos, hasta el advenimiento de
Castro, eran tan abrumad ora mente influyentes en Cuba que... el
embajador americano era el segundo hombre en importancia en
Cuba; a veces aun más importante
que el presidente". Según datos
del Departamento del Comercio
de los Estados Unidos, en la década de los años 50, el capital de
Estados Unidos controlaba el
4 0 % de la producción de azúcar cruda de Cuba, la que constituía la base principal de la economía. También controlaba el 90°/o
de los servicios de teléfono, luz
y energía; 50°/o del sistema de
ferrocarriles público y monopolizaba la explotación de los recursos minerales de Cuba. (Había
reciprocidad en esta situación. En
tanto que el capital norteamericano constituía la fuerza dominante en la economía cubana, el
capital cubano fluía en la dirección contraria. En 1955, cuatro
años antes de la caída de Fulgencio Batista, cubanos ricos tenían
más de 150.000.000 de dólares
invertidos sólo en el estado de
Florida}.
Segundo, a pesar de que Cuba
era relativamente próspera dentro
del tercer mundo, la isla se había
estado estancando durante 30
años. La producción de caña por
hectárea en los años 50 fue la
misma que en 1920 y, aun más
baja que en cualquier otro importante país productor de azúcar en
el mundo. El sistema educacional,
que había estado entre los más
avanzados de América latina a
comienzos de siglo, se estaba
deteriorando. En 1959, cerca de
un 2 4 % de la población mayor
de 10 años era analfabeta. A lo
largo de la década del 50 el desempleo durante la así llamada "estación muerta" entre las cosechas de
azúcar, era de un 2 0 % . Aun
durante la cosecha un 9 % de la
fuerza laboral estaba desocupada.
Tercero, la relativa prosperidad
de Cuba era ciertamente relativa.
Si La Habana era opulenta, el
campo estaba empobrecido. Una
investigación realizada a fines de
los años 50 por la Agrupación
Católica Universitaria reveló que
sólo un 1 1 % de las familias
rurales tomaba leche regularmente, sólo un 4 % comía carne y
sólo un 2°/o comía huevos.
También reveló que un 36°/o
sufría de parásitos intestinales, un
1 4 % de tuberculosis y un 1 3 %
de tifus. Mientras en La Habana
había un doctor por cada 420
habitantes, en el Oriente rural
había uno por cada 2.550 habitantes. Podrían citarse datos similares ad infinitum. Solo serviría
para enfatizar el gran nivel de desigualdad que existía en la Cuba
pre-revolucionaria.
Frente a estas realidades económica y social, los líderes revolucionarios que tomaron el poder en
enero de 1959 tenían dos objetivos principales: dar a Cuba el
control sobre su propia economía
y lograr una distribución más
equitativa del patrimonio nacional. Estas metas —que no pafecen
tan radicales veinte años después
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'Flotilla de la libertad" o "elementos antisociales": dos explicaciones extremas
del hecho— tuvieron implicancias
que desafiaron el status quo y
amenazaron fos intereses económicos de Estados Unidos en Cuba.
La reacción de Estados Unidos fue
rápida y potente, como lo fue la
reacción de las antiguas clases privilegiadas de Cuba.
Resumiendo una larga y compleja historia de sucesos, en dos
años de revolución los problemas
del subdesarrollo cubano se habían complicado enormemente.
Primero, un boicot norteamericano que involucraba no sólo la ayu-
da gubernamental sino también
toda la banca privada y el tráficc
comercial, dejó a Cuba en una
gran crisis económica. Segundo, e'.
éxodo de la mayoría de la clase
alta y de una gran parte de la ciase
media, mermó drásticamente los
recursos humanos de Cuba. El
éxodo de abogados y rentistas no
fue especialmente dañino; la partida masiva de doctores, de agrónomos y de personal administrativo
entrenado fue un golpe crítico
para un país subdesarrollado. Finalmente, después de la invasión
de Playa Girón, fue necesario
para Cuba mantener un cuerpo
militar que estaba más allá de los
medios realistas de una pequeña
isla no industrial.
El aumento de la presión norteamericana entre 1959 y 1961 se
basó en la presunción de que Cuba
—especialmente después que estableció relaciones diplomáticas y
comerciales con los soviéticos en
1960— estaba en camino de convertirse en un estado comunista 1 .
Como sucede a menudo, esa presunción fue una profecía que se
cumplió a sí misma. Dados sus
recursos, Cuba es en gran parte
dependiente del comercio exterior, de créditos y ayuda, una realidad que ninguna revolución
puede cambiar. Una vez que Estados Unidos empezó a cortar el
aporte económico tradicional de
Cuba, los líderes fidelistas tuvie1
Veinte aflos mas tarde, es difícil entender cómo este punto de vista
simplista y bipolar del mundo pudo
haber influenciado los más altos círculos políticos del gobierno de Estados
Unidos. Hoy en día, por ejemplo,
nadie sugeriría que el comercio argentino con la Unión Soviética significa
que el país está cayendo en el campo
comunista. Tampoco el hecho de que
un país mantenga relaciones cordiales
con China es interpretado ahora como
que se está volviendo Maoísta. En
1959, sin embargo, se le dio un profundo significado ideológico a tales conductas pragmáticas, como en al caso de
raba
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ron pocas alternativas aparte de
saltar a la órbita soviética si su
gobierno y economía querían sobrevivir. El hecho de que Estados
Unidos fuera capaz de persuadir a
sus amigos europeos y latinoamericanos para que se unieran al
embargo económico, sólo dismiyó las opciones de Cuba e hizo casi
inevitable el eventual resultado.
Mientras que las causas subyacentes del salto cubano al bloque
soviético podrían, sin duda, ser
discutidas interminablemente, la
faceta más interesante de la trayectoria siguiente de Cuba —en
términos de modelos alternativos
de desarrollo— reside en el juego
interno de política y práctica,
jnvirtiendo el orden tradicional de
prioridades implícitas en la teoría
económica neo-clásica y en la mayoría de los enfoques occidentales
del desarrollo, los líderes cubanos
dieron un mayor peso, al comienzo de la revolución, a la distribución que a la acumulación e inversión de capital. Aunque no dejaron de prestar atención al crecimiento económico, decidieron
desde el comienzo que, cualquiera
fuera el costo, las necesidades
básicas de sus ciudadanos tenían
que ser satisfechas. Aun cuando
los problemas de la economía se
agudizaron y el embargo norteamericano creó enorme escasez,
esa consideración fue definitiva.
Así se instituyó un estricto sistema de racionamiento para asegurar que, si ningún cubano podía
vivir en opulencia, ningún cubano
moriría de hambre. Además, el
estado cubano, a pesar de sus dificultades económicas, se adhería
a un conjunto de prioridades que
no eran negociables: educación,
empleo y salud. Aun después de la
debacle de la cosecha de azúcar
en Cuba en 1970, cuando el
régimen cambió de curso y empezó a dar atención primordial al
crecimiento económico m y a la
inversión, esas áreas de bienestar
público no fueron ni descartadas
ni postergadas.
Los resultados estadísticos son
irrefutables. La CÍA, que no
tiene una simpatía especial por el
régimen de Castro, estima que el
MENSAJE N° 297, MARZO-ABRIL 1981
La promesa de Fidel del "socialismo con abundancia" no ha sido viable
96°/o de la población cubana es
actualmente letrada y que la cesantía y el sub-empleo combinados no es mayor que el 8°/o de la
fuerza laboral. Las autoridades de
salud de Estados Unidos han atestiguado lo adecuado de la nutrición cubana y de los servicios
médicos, aun en un grupo considerable compuesto por disidentes.
La mortalidad infantil, que en
1959 era de 60 por cada mil niños
nacidos vivos, se ha reducido a
19,3. A pesar del racionamiento,
el consumo calórico per cápita
diario es de 2.728 calorías y el
consumo de gramos de proteína
per cápita diarios es de 70,1. Si
bien la vida y la dieta son austeras,
son también suficientes para garantizar una base mínima para una
existencia humana respetable.
Lo que falta en la ecuación cubana son los bienes de consumo.
A comienzos de la década del 70,
cuando subió el precio del azúcar
en el mundo, el gobierno empezó
a suavizar la fuerte austeridad de
su sistema al importar productos
de consumo. En los últimos dos
años Cuba se ha visto forzada a
volver atrás drásticamente. Una
serie de plagas han atacado las
plantaciones de azúcar, café y
tabaco (que son las fuentes prin-
cipales de comercio externo) y
una infección viral ha mermado
las piaras de cerdos cubanos (la
principal fuente de consumo de
carne en Cuba). Estos desastres
naturales que han ocurrido casi
simultáneamente han reducido,
dramáticamente, la capacidad de
Cuba para responder a las aspiraciones de su pueblo después de
20 años de sacrificios. La promesa original de Fidel del "socialismo con abundancia" no ha sido
viable en vista de estos múltiples problemas, lo que puede
ayudar a explicar el éxodo de jóvenes desilusionados en los meses
recientes; especialmente al ser
'tentados' el año pasado por la
horda de visitantes norteamericanos con sus historias de oportunidad y "abundancia" que existiría
sólo a 90 millas al norte. Por otra
parte, ningún otro país en el
mundo subdesarrollado, especialmente enfrentado a tales problemas económicos, ha podido actuar
mejor en cuanto a satisfacer las
necesidades esenciales, básicas de
su pueblo. La gran pregunta para
el futuro es si Cuba, en los años
venideros, usará esa base tanto
para un crecimiento económico
como para una mayor apertura
política.
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