TEMA 8: La Virtud y el vicio

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Ética
TEMA 8: La Virtud y el vicio
Junto a su naturaleza biológica, recibida por
nacimiento, el hombre es capaz de adquirir una segunda
naturaleza: repitiendo acciones libres va tejiendo su
propio estilo de conducta, su modo de ser mejor o peor.
A través de los actos que repetimos y olvidamos, se decanta
en nosotros una forma de ser que permanece. Pero la
libertad ofrece la posibilidad permanente de lograr tanto una
conducta digna del hombre como una conducta indigna y
patológica. Así, unos se hacen justos y otros injustos, unos
trabajadores
y otros perezosos,
responsables o
irresponsables, amables o violentos, veraces o mentirosos,
reflexivos o precipitados, constantes o inconstantes.
La virtud es un hábito operativo bueno, tanto por su fin
como porque perfecciona a quien lo realiza.
La libertad nos brinda posibilidades de protagonizar
actos buenos y malos. En el primer caso adquirimos
virtudes; en el segundo, vicios. Aristóteles llama virtudes a
los modos de ser perfectivos, los analiza a fondo y los
reconoce como poderes excelentes. Ningún profesional de la
enseñanza desconoce la incidencia educativa de esta
estrategia de repetición. Al igual que una golondrina no hace
verano, un acto aislado no constituye un modo de ser.
Sabemos que para consolidar una conducta es
imprescindible la repetición de los mismos actos. Por eso se
ha dicho que el que siembra actos recoge hábitos, y el que
siembra hábitos cosecha su propio carácter. En
consecuencia, «adquirir desde jóvenes tales o cuales
hábitos no tiene poca o mucha importancia: tiene una
importancia absoluta». Es la conclusión de Aristóteles y de
todos los que tienen que combatir las actuales epidemias de
droga y SIDA, por citar sólo un ejemplo elocuente.
Los pedagogos saben que, si los hábitos perfectivos
no arraigan pronto, la personalidad del niño queda a merced
de sus deseos. Cuando un hábito peligroso cristaliza, puede
resultar imposible erradicarlo. Pero la víctima de un vicio es,
en gran medida, responsable de su impotencia, porque «ha
llegado a ser injusto o depravado», dirá Aristóteles, «a base
de cometer injusticias o de pasarse la vida bebiendo y en
cosas semejantes, cuando en su mano estaba no haber
llegado a lo que ahora es».
El aforismo griego
"Conócete a ti
mismo" (que en griego clásico es γνῶθι
σεαυτόν,
transliterado
como gnóthi
seautón)
fue
inscripto
en
elpronaos del templo de Apolo en Delfos.
La frase "conócete a ti mismo" puede
referirse, al ideal de comprender la
conducta humana, moral y pensamiento,
porque comprenderse uno mismo es
comprender a los demás también y
viceversa, sabiendo que somos todos
pertenecientes a la misma naturaleza. Por
eso aprender el verdadero significado de
la frase conlleva inevitablemente a verse
uno mismo como ser humano ante la
verdad, que es lo que es, y por lo tanto
descubrir nuestras miserias, en cómo nos
engañamos y mentimos para alimentar
nuestro sufrimiento interno. Este aforismo
es una invitación a una mirada
introspectiva, como el detectar nuestras
carencias y defectos; y mantener
prudencia en el manejo de nuestra
lengua. Una llana y sincera capacidad de
autocrítica
«No quiero ser adicto, no
quiero autodestruirme, pero
la heroína es tan poderosa
como el diablo, es lo más
adictivo que he probado
nunca. No quiero volver a
probarla, pero no puedo
evitarlo. Me vuelvo loco».
Kurt Cobain
Compositor del grupo NIRVANA
Poco antes de morir, cinco años
de depresión por su adicción.
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8.1. Definición
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien.
Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de
sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona
virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones
concretas.
8.2. Virtudes Humanas y virtudes cardinales
Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones
estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad
que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra
conducta según la verdad. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para
llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que
practica libremente el bien. También reciben el nombre de virtudes
morales, ya que se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son
los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. (Mérito)
Las virtudes cardinales son aquellas entorno a las cuales se
agrupan todas las demás; de ahí el nombre. Son cuatro:
La personificación de la
justicia
equilibrando
la balanza de la verdad y la
justicia se remonta a la
diosa Maat, y más tarde Isis,
del antiguo Egipto. Desde el
siglo XV, la Dama de la
Justicia ha sido a menudo
representada con los ojos
vendados. La venda en los
ojos
representa
la
objetividad.

Prudencia: es la virtud que dispone la razón práctica a
discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a
elegir los medios rectos para realizarlo. es la “regla recta
de la acción”, escribe santo Tomás, siguiendo a
Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni
con la doblez o la disimulación. Es llamada auriga
virtutum: conduce las otras virtudes indicándoles regla y
medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio
de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su
conducta según este juicio. Gracias a esta virtud
aplicamos sin error los principios morales a los casos
particulares y superamos las dudas sobre el bien que
debemos hacer y el mal que debemos evitar.

Justicia: es la virtud moral que consiste en la constante y
firme voluntad de dar a cada uno lo que les es debido. La
justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a
establecer en las relaciones humanas la armonía que
promueve la equidad respecto a las personas y al bien
común. El hombre justo se distingue por la rectitud
habitual de sus pensamientos y de su conducta con el
prójimo.
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La película Hombres
de Honor cuenta las
dificultades de Carl
Brashear, un hombre
de color, para llegar
a ser buzo de la
Marina de los Estados
Unidos. Una historia
en la que se ve la
perseverancia de un
hombre que no se
tuerce
ante
las
contradicciones y va
venciendo
los
obstáculos que se le
van presentando.

Fortaleza: Es la virtud moral que asegura en las
dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del
bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y
de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la
fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la
muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las
persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el
sacrificio de la propia vida por defender una causa justa.

Templanza: Es la virtud moral que modera la atracción de
los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes.
Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y
mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La
persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos
sensibles, guarda una sana discreción y no se deja
arrastrar “para seguir la pasión de su corazón”
8.3. Los actos propios de la Prudencia
La prudencia es cognoscitiva e imperativa. Primero aprehende,
conoce la realidad, y después, manda, impera el querer y el obrar. El
conocimiento de la realidad es previo al imperio. Éste toma su medida
del conocimiento, al que sigue y se subordina.
En la prudencia hay tres actos; los dos primeros son cognoscitivos
y el tercero es imperativo: el consejo (consilium), el juicio práctico
(iudicium practicum) y el precepto (praeceptum), imperio (imperium) o
mandato.
1. El consejo: Aconsejarse o deliberar quiere decir sopesar los
pros y los contras de una acción, tratar de saber cuál de las
posibles soluciones a un problema es la mejor, qué bien a
realizar es mayor que otro, etc. Es un acto cognoscitivo. No
consiste, por tanto, propiamente en el hecho de pedir consejo –
algo que también se debe hacer cuando convenga-, sino en el
acto de deliberación que realiza uno mismo. En muchos casos
convendrá pedir consejo a personas experimentadas. Y eso
requiere humildad. A este hábito se opone la precipitación.
2. El juicio práctico: Es un acto cognoscitivo por el que la razón
destaca por encima de las demás una acción a realizar. Este
acto engendra el hábito llamado synesis que quiere decir
sensatez, sentenciar bien, juzgar rectamente, tener buen
sentido. «El juicio recto consiste en que la inteligencia
aprehenda las cosas tal como son en sí mismas. Esto se da
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cuando está bien dispuesta, como un espejo en buenas
condiciones reproduce las imágenes de los cuerpos como son
en sí mismos».
¿Qué se requiere para que la inteligencia esté bien dispuesta?


«Si cuando el hombre conoce
por su inteligencia lo que
está bien o está mal, lo que
debe hacer o no hacer, no lo
pone libremente en práctica
enseguida, su inteligencia se
debilita. La voluntad, cuando
tiene que actuar, y para ello
realizar un esfuerzo, tiende a
dilatar
la
decisión:
¡esperemos hasta mañana, y
ya veremos lo que hacemos!,
y deja pasar un poco de
tiempo. Entre tanto la
inteligencia
se
va
oscureciendo cada vez más y
las tendencias inferiores van
tomando la delantera. Así el
conocimiento del bien y del
mal se enturbia, y llega un
momento
en
que
la
inteligencia y la voluntad se
entienden mejor, hasta que
se ponen completamente de
acuerdo, porque la razón, ya
oscurecida, se ha identificado
con la voluntad y con los
instintos, y acaba pensando
que es perfectamente justo
lo que éstos le sugieren»
J. CARDONA,
Los miedos del hombre.
Reflexiones de un psiquiatra,
Rialp, Madrid 1989
Por una parte, la buena disposición de la voluntad, es
decir, vida virtuosa.
Por otra, de un modo más directo, que la inteligencia no
esté imbuida de ideas y concepciones erróneas, y ésta es
precisamente la función de la synesis, a la que se opone
la inconsideración.
3. El precepto, imperio o mandato: Para ser prudentes no basta
con deliberar o aconsejarse bien y juzgar rectamente lo que
debe hacerse. Es preciso poner en práctica lo que se ha
juzgado conveniente. No hacerlo, omitirlo, sería imprudente.
Este acto, que consiste en mandar sobre uno mismo para poner
por obra lo que ha de hacerse, es el acto propio de la virtud
de la prudencia. El vicio contrario es la inconstancia.
Si bien es conveniente demorarse en el consejo o deliberación,
una vez que se ha tomado una determinación, su puesta en
práctica debe realizarse con rapidez y diligencia. La importancia
de poner en práctica diligentemente lo que se ha visto
conveniente es mayor de lo que parece. Basta con pensar que,
si no se realiza lo decidido, se falta necesariamente a las demás
virtudes. Pero además, la falta de diligencia lleva al
oscurecimiento y ceguera de la razón con respecto al bien
moral.
VICIOS OPUESTOS A LA PRUDENCIA: Inconsideración y
precipitación,
Indecisión,
Negligencia
e
inconstancia,
Inflexibilidad.
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8.4. El vicio
Como hemos visto, la virtud es el hábito adquirido de
ejercer el bien, una disposición estable a obrar lo bueno. Por
el contrario, el vicio es el hábito que se adquiere al ejercer el
mal de modo continuado; por ello lo podemos definir como el
hábito operativo malo.
Efectos del vicio
Sin ánimo de hacer una lista completa, señalamos a
continuación algunos efectos que tiene el vicio adquirido:

Deterioro de la voluntad: La facultad de decidir y
ordenar la propia conducta queda debilitada cuando
un vicio ha arraigado. Es por ello que deja de ser el
bien lo que me mueve a obrar y acaba siendo el
instinto o el conocido “me apetece”.

Inicio de la pérdida del sentido de lo bueno. El
filósofo francés Gabriel Marcel, para ilustrar este
efecto decía: "Quien no vive como piensa, termina
pensando cómo vive". Es lógico, así como la
inteligencia mueve a la voluntad a hacer el bien, si la
voluntad la encamino hacia el mal ello repercute en
la inteligencia, y por ende me ciega en el camino
hacia el bien.

Auto justificación y complacencia: Admitir en la teoría
que uno hace cosas mal es frecuente, ahora bien,
admitir que uno es malo no gusta. Es por ello que
cuando uno adquiere un vicio, si no lucha por
erradicarlo, pierde de vista la maldad que en sí
mismo
encierra
y
acaba
justificando
su
comportamiento y en último término admitiéndolo
como un bien.
8.5. La adicción
Así como el vicio es esa tenencia a hacer cosas malas,
la adicción es un estado de dependencia a algo. Aunque
generalmente se refiere al alcohol, las drogas y los juegos
de azar, hay muchas otras adicciones, por ejemplo la
pornografía. Está conformada por los deseos que consumen
los pensamientos y comportamientos del adicto, y éstos
actúan en aquellas actividades para conseguir la sensación
o efecto deseado y/o para comprometerse en la actividad
deseada.
Me avergüenzo
de esos filósofos que no
quieren desterrar
ningún vicio si no está
castigado por
el juez.
Cicerón
L.Tolstoy
PELÍCULA:
Diario
Adolescente
de
un
Jim ( Leonardo DiCaprio) es un
chico
de
barrio.
Sus
días
transcurren entre las clases del
Padre McNulty en una escuela
católica, partidos de baloncesto y
las correrías que protagoniza con
sus
amigos
Mickey,
Pedro,
Neutrón y Bobby. No obstante su
vida da un giro radical cuando
comienza a adentrarse en el
mundo de la droga. Ello supone
un auténtico descenso a los
infiernos, en el que se ve obligado
incluso a ejercer la prostitución,
para hacerse con el dinero
suficiente para su dosis diaria.
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Como ejemplos tenemos la adicción al sexo, al juego
(ludopatía), a la pornografía, a la televisión, a las nuevas
tecnologías (tecnofilia), comidas rápidas, al alcohol
(alcoholismo), a los fármacos (fármacodependencia) o a las
drogas (drogadicción), etc.
Causas


Vicio: Cuando una persona cae en un vicio, y lo
hace de forma continua, sin luchar por erradicarlo
y auto complaciéndose en el mismo, está
propenso a sufrir una adicción.
Vacío existencial: La causa profunda de la
conducta adictiva hay que buscarla en el vacío
existencial y el sinsentido de una vida carente de
objetivos e ilusiones. Así, mientras el adicto no
encuentre la raíz de su vacío no podrá
humanizarse de nuevo.
En definitiva, cuanto más se centra uno en sí mismo,
más cerca se encuentra de la frontera de la adicción.
Efectos
Las adicciones, son dependencias que traen consigo
graves consecuencias en la vida real que deterioran, afectan
negativamente, y destruyen relaciones, salud física y mental,
además de la capacidad de funcionar de manera efectiva,
mientras que los hábitos consumistas facilitan el efecto
contrario. El adicto adquiere un aumento de tolerancia a la
sustancia, pero también queda atado al hábito de
consumo. Experimenta una creciente dificultad para dejar la
droga, sustancia o experiencia. El miedo a los síntomas de
retiro de la sustancia es el mayor obstáculo, aún para
personas que están convencidas, en el campo moral, que
debieran de superar la adicción. Las adicciones nos remiten
a la pérdida de la libertad interior. Son barreras que nos
mantienen sujetos, siendo la diferencia entre una adicción y
una conducta normal la pérdida del autocontrol. La
persona que busca el placer de una manera adictiva vive sin
pensar, sin creencias ni compromisos, sin horizonte vital, sin
un proyecto más allá de lo inmediato, y acaba por sentir que
ella misma se ha perdido.
TESTIMONIO DE UN ARTISTA
«Cuando la conocí tenía
dieciséis
años.
Fuimos
presentados en una fiesta, por
un "chico" que decía ser mi
amigo. Fue amor a primera
vista. Ella me enloquecía.
Nuestro amor llegó a tal punto
que ya no conseguía vivir sin
ella. Pero era un amor
prohibido. Mis padres no la
aceptaron. Fui expulsado del
colegio y empezamos a
encontrarnos a escondidas.
Pero entonces no aguanté
más, me volví loco. Yo la
quería, pero no la tenía. Yo no
podía permitir que me
apartaran de ella. La amaba;
destrocé mi coche, destrocé mi
casa y casi maté a mi hermana.
Estaba loco, la necesitaba.
Hoy tengo 39 años; estoy
internado en un hospital, estoy
inútil
y
voy
a morir
abandonado por mis padres,
por mis amigos y por ella.
¿Su nombre? Se llama cocaína.
A ella le debo mi amor, mi
vida, mi destrucción y mi
muerte.»
Freddy Mercury.
Vocalista del grupo musical
Queen
Poco antes de morir de SIDA
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