Los cristianos tienden a tener una relación

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Iglesia Anglicana Peñalolén
¿Qué dice la Biblia acerca del Dinero?
Los cristianos tienden a tener una relación tormentosa con el dinero. Nos
gozamos con el poder que el dinero nos otorga, y lo reconocemos como un
generoso regalo de Dios para nosotros, pero sin embargo también tenemos
problemas con él. Luchamos con la atracción del materialismo y la codicia;
batallamos para usar bien nuestro dinero; nos desesperamos al verlo
desaparecer tan rápido de nuestras manos. Recordamos también a aquellos
pastores de antaño que predicaban sobre los peligros de ‘mamón’ (el dios del
dinero) y nos sentimos un poco incómodos preguntándonos cuánto de
mamón hemos hecho nuestro.
Históricamente, entre los cristianos esta tormentosa relación se ha
manifestado en una variedad de actitudes hacia el dinero y las posesiones. A
un lado del espectro, algunos han visto al dinero (y grandes cantidades de él)
como una bendición de Dios para la persona santa, haciendo así que la
cuenta bancaria llegue a ser como un termómetro de nuestra espiritualidad.
Dicen que Dios desea hacernos materialmente ricos y que lo único que lo
impide es nuestro pecado y falta de fe.
Otros cristianos han tomado la posición totalmente opuesta. Para ellos
el dinero contamina nuestra relación con Dios y es sólo al deshacernos de la
mayor cantidad posible de dinero que podremos llegar a conocer
adecuadamente a Dios. Un voto de pobreza ha estado en el centro mismo de
muchas órdenes religiosas (tal como los franciscanos).
Quizás ninguno de estos extremos nos atrae demasiado, pero cada uno
contiene un poco de la verdad. Hay secciones de la enseñanza bíblica que
enfatizan la bondad de Dios y las bendiciones materiales que él derrama
sobre su pueblo, tal como hay partes de la Biblia que advierten sobre los
peligros del dinero. ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia el dinero? ¿Debemos
repudiarlo, o estar agradecidos por él, o ambos? ¿Cuánto de él debemos dar a
otros, y a quién? ¿Y qué es lo que Dios quiere que hagamos con el dinero que
nos quedamos?
Preparado por César Guzmán M
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¿Qué es el dinero?
En su esencia, el dinero es una forma tangible de poder. Representa la
habilidad acumulada para hacer cosas: el poder para entrar a un restaurante
y hacer que alguien te prepare y sirva tu comida; o el poder de transferir una
pertenencia desde otra persona a tu persona; o el poder de vivir en un lugar
determinado y con un estándar de vida determinado.
Desde otro punto de vista, el dinero es simplemente hacer trueque sin
tener que acarrear los bienes. Es un mecanismo conveniente para que una
sociedad organice el intercambio de bienes y servicios. Porque representa
nuestro potencial para hacer nuestras propias cosas, el dinero ha llegado a
ser una forma de medir nuestra riqueza. En otros tiempos y en otras culturas
(incluyendo muchas del período bíblico) se usaban formas mucho más
concretas como indicadores de riqueza –tal como la cantidad de oro que se
poseía o el número de ovejas y vacunos que alguien poseía. En Génesis 13
leemos que Abraham era “riquísimo en ganado, en plata y en oro”.1
El cristiano y el dinero
Uno de los problemas al hablar del dinero es que todo el mundo está
esperando una sola cosa. Queremos que alguien nos diga con exactitud la
cantidad de dinero que un cristiano debiera tener, y que también nos explique
con exactitud cómo hay que gastarlo. El fariseo dentro de todos nosotros
quiere rodear todo el tema con números y reglas de tal forma que todos
sepamos con exactitud lo que Dios nos pide y con cuánto nos podemos
quedar. ¿Me compro un auto normal, o me puedo comprar uno de lujo?
Desafortunadamente
(no,
¡afortunadamente!),
no
es
así
como
funciona. “Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos”
(Mateo 5:20), dice Jesús, “no entraréis en el reino de los cielos”. En el Sermón
del Monte (de donde viene esta cita) Jesús explica que nuestra obediencia
debe llegar incluso a nuestras actitudes. El cristianismo es una religión del
1
Abraham es un caso interesante, ya que Dios no vio a sus ya abundantes posesiones como una razón
para no darle también toda la tierra de Canaán. ¿Aprobó Dios las riquezas de Abraham? ¿Qué es lo que
Dios piensa sobre la riqueza en general?
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corazón –es una religión para personas cuyos corazones han sido limpiados y
transformados por el Espíritu de Dios, y que ahora añoran servir y agradar a
su Señor.
Un dios alternativo
Si bien la Biblia nos dice con alegría que el dinero y la riqueza son parte de la
buena creación de Dios, y que vienen a nosotros como una bendición;
también nos advierte con extrema seriedad sobre los peligros del dinero. El
dinero, parece, llega a ser un dios alternativo. El dinero puede seducirnos a la
apostasía –esto es, podemos encontrarnos sirviendo al dinero en vez de servir
a Dios. El dinero ejerce un extraño poder sobre nosotros. Enciende nuestra
avaricia. En nuestro mundo caído, nos incita a olvidar al Creador y, en su
reemplazo, a adorar a su creación. Es merecedor del título ‘dios falso’.
Para muchos cristianos occidentales como nosotros, este es una
especie de punto ciego espiritual. Hay pecados de los que estamos
plenamente conscientes –pero la avaricia y la idolatría financiera no son cosas
por las que nos preocupamos mucho. Medite en esto: según su opinión,
¿cuántas de las parábolas de Jesús tienen que ver con el sexo? ¿Y cuántas
tienen que ver con la avaricia y el dinero? El resultado final es que casi no se
puede distinguir a muchos cristianos occidentales de sus vecinos no cristianos
si comparamos el uso que hacen del dinero. Compran los mismos productos
de consumo, viven en los mismos barrios, y toman las mismas y caras
vacaciones. Desde un punto de vista externo, pareciera ser que cualquiera
sea el efecto que el evangelio haya tenido en sus vidas, todavía no ha
penetrado hasta sus billeteras.
Aquí hay una advertencia para todos nosotros. El dinero es seductor. Es
peligroso. Puede tentarnos a abandonar nuestra devoción exclusiva a Dios.
Veamos algunos de los muchos versículos que en las Escrituras
advierten contra los peligros del dinero: Deuteronomio 8:6-18, Salmo
49:16-20, Mateo 13:18-23, Lucas 12:16-31, 1 Timoteo 6:6-10, 17-19,
Apocalipsis 3:14-18
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La Biblia afirma lo siguiente respecto a las riquezas:
a. Dios es el dueño del dinero –es de él. El dinero y las riquezas son parte
de la buena creación de Dios dada en beneficio nuestro.
b. La humanidad pervierte el buen propósito de Dios al considerar al dinero
como un ídolo o dios falso. Terminamos sirviendo a lo creado en vez de
servir al creador. c. La avaricia es idolatría.
d. Debemos estar atentos al poder seductor del dinero, y no dejarnos llevar
por él.
e. Debemos contentarnos con lo que Dios nos da.
Esto nos trae la próxima pregunta. ¿Qué debemos hacer con nuestro dinero?
Dado que agradecemos a Dios por su generosidad, y que nos cuidamos de no
ser tentados a adorar al dinero, ¿cómo vamos a gastar lo que tenemos? ¿Qué
principios debieran guiarnos?
Hasta ahora hemos hablado de la importancia de tener actitudes
santas con respecto al dinero, en vez de establecer reglas e instrucciones
estrictas. Al establecer cómo usar nuestro dinero,
hay algunas actitudes
bíblicas claves que debemos examinar y comprender (esto lo haremos en este
estudio y en los dos siguientes)
La primera es prudencia2.
No es difícil ver el por qué Proverbios es un libro favorito para muchos
cristianos en su lectura bíblica personal. Es tan práctico, tan sensato y tan
sabio. Merece una lectura y meditación constante, ya que si bien mucho en él
tiene que ver con cosas de la vida diaria, lo hace desde un sentido común
basado en Dios. En el tema del dinero, tiene mucho que enseñarnos.
Proverbios enfatiza en primer lugar la necesidad de previsión, diligencia
y cuidado para proveer para nuestras necesidades materiales del futuro. No
hay rastro alguno de la despreocupada actitud ‘lo voy a dejar todo en manos
2
Proverbios 1:10-19, Proverbios 6:6-11, Proverbios 11:1, Proverbios 12:11, Proverbios 21:20,
Proverbios 24:47, Proverbios 27:23-27, Proverbios 28:22, 22
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de Dios’, que se ve entre algunos cristianos. Tal como el apóstol Pablo,
Proverbios es bien claro: si no estás dispuesto a trabajar, no debieras estar
dispuesto a comer (ver 2 Tes. 3:10).
Los sabios se aseguran de tener una fuente estable de ingresos antes
de comenzar a gastar (Pr. 24:27; 27:23-27). Toman en cuenta sus recursos y
los usan sabiamente, sin devorarlos como el insensato (Pr. 21:17, 20). Ellos
ven la insensatez de los planes hazte-rico-rápido, y reúnen sus riquezas
lentamente pero en forma perdurable.
Todo esto puede ser resumido en la palabra ‘prudencia’. El diccionario
define así esta palabra “sabiduría práctica previsora, discreción, cuidado en
proveer para el futuro”. Proverbios nos urge a ser prudentes; es otra de
nuestras actitudes bíblicas claves.
Pagar las deudas
“Pagad a todos lo que debéis“ dice Pablo en Romanos 13. “al que tributo,
tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra,
honra”. Estas palabras reflejan lo que Cristo dijo cuando se le preguntó sobre
pagar impuestos: “Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es
de Dios” (Mt. 22:21).
La actitud detrás de ambas citas es extremadamente importante:
debemos ser fieles en pagar lo que debemos. Esto surge directamente del
carácter del Dios al que servimos. Dios paga sus cuentas. Él es justo. Él, fiel e
imparcialmente “pagará a cada uno conforme a sus obras” (Ro. 2:6).
De la misma forma, cuando le debemos algo a alguien, no debemos
dudar en pagar lo adeudado. Hablando de dinero, hemos visto en el Nuevo
Testamento que los cristianos tienen varias obligaciones financieras. Somos
responsables por nosotros y por nuestras familias. Cuando sea posible, no
debemos cargar a otros con tener que cuidar de nosotros, sino que debemos
ganar nuestro propio pan y pagar por nuestras cosas. Tenemos también una
responsabilidad hacia nuestra congregación, para que ella pueda pagar por su
mantenimiento y su ministerio –por los edificios, el costo de mantener todo
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en orden.
Generosidad
La ‘sociedad en el evangelio’ que Pablo gozó con los filipenses no se limitaba
a sus ‘propias’ iglesias, esto es, a las iglesias que él había fundado. Pablo
tenía un fuerte sentido de solidaridad hacia sus hermanos y hermanas
cristianos en todo el mundo. Cuando los cristianos en Judea sufrieron a causa
de una gran hambruna, Pablo fue clave en recolectar dinero para apoyarles.
A medida que él lo hace, aprendemos algunas importantes lecciones
sobre el dar y el recibir.
Enriqueciéndonos a través de la generosidad
Estos maravillosos versículos en 2 Corintios 8-9 son más sensacionales a
causa de sus paradojas –ellos hablan de rogar por el privilegio de dar dinero
(que no es el tipo de ruego que se ve normalmente); ellos nos hablan de
Aquel que se hizo pobre para que otros se hicieran ricos a causa de su
pobreza; ellos nos hablan de Dios recompensando al generoso con aún más
riquezas .. Para que él o ella puedan dar aún más.
Esta última paradoja es la más profunda de todas: que la clave a las
verdaderas riquezas no está en acumular uan fortuna, o en gastarla para
nuestro placer, sino en darla. Dios bendice al dador generoso y alegre
proveyéndole de más recursos y oportunidades de dar. Al llegar a ser como
Cristo, que se desprendió de las riquezas del cielo para que nosotros
pudiéramos compartirlas, recibimos mucha más de lo que podemos dar.
Esta paradoja se refleja también en Proverbios (fue uno de los temas
que no vimos en el estudio 3). Para mostrar algunos ejemplos:
Hay quienes reparten, y les es añadido más;
Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza.
El alma generosa será prosperada;
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Y el que saciare, él también será saciado.
Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá;
Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende.
Proverbios 11:24-26
A Jehová presta el que da al pobre,
Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.
Proverbios 19:17
El ojo misericordioso será bendito,
Porque dio de su pan al indigente.
Proverbios 22:9
En 2 Corintios vemos una generosidad que es motivada y moldeada por el
amor sacrificial de Cristo. Vemos un espíritu de compañerismo en el evangelio
que considera el dar como un gozo y un privilegio a ser aprovechado cuando
sea posible.
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