MSJ IGLESIA Carlo Maria Martini y “su testamento espiritual” El 31 de agosto pasado falleció Carlo Maria Martini, S.J., cardenal emérito de Milán, figura referencial en la Iglesia católica desde hace décadas, reconocido intelectual caracterizado por su libertad y su mirada atenta al mundo y al futuro. 36 484 “L a herencia del cardenal Carlo Maria Martini está en su vida y en su magisterio, y a ella nosotros haremos referencia aún durante un tiempo. Él ha elegido la frase que hay que colocar en su tumba, extraída del salmo 119 [118]: ‘Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino’. De este modo, él mismo nos ha dado la clave para interpretar su existencia y su ministerio”: con estas palabras pronunciadas durante la homilía del funeral, el 3 de septiembre pasado, despidió al cardenal Martini su sucesor en el arzobispado de Milán, Angelo Scola. Y junto a estas y otras expresiones se han escuchado también las elevadas y conmovidas declaraciones de estima que le ha dirigido el mismo papa Benedicto XVI en reiteradas ocasiones, incluyendo las que formuló en el inusual mensaje que el mismo día de las exequias entregó a la Arquidiócesis de Milán. La última entrevista de Martini, el pasado 8 de agosto, tres semanas antes de su deceso, la realizó para el diario Corriere della Sera el jesuita austriaco Georg Sporschill, acompañado por una italiana residente en Viena, Federica Radice Fossati Confalonieri. Es el mismo sacerdote que en 2008 se ocupó de la publicación del libro de mayor éxito del mismo Martini, Coloquios nocturnos en Jerusalén, que –así como en otros libros-entrevista que este cardenal jesuita escribió en años recientes junto con católicos como Luigi Verzé y el médico Ignazio Marino– aborda materias de amplio interés, entre ellas las referidas al inicio y el final de la vida, el matrimonio y la sexualidad. El recuerdo del fallecido cardenal ha estado en las semanas recientes exclusiva y nítidamente dedicado a sus méritos como biblista y pastor, a la Escuela de la Palabra, a la promoción de la caridad, al diálogo con los no creyentes, a la cercanía a situaciones existenciales difíciles. Dicho de otro modo, ha sido para el Martini arzobispo y líder de opinión de los últimos años, usualmente destacado por los medios de comunicación. Desde el primer día de septiembre se verificaron diversas conmemoraciones de alto significado, incluyendo el recuerdo de sus opiniones y aportes a la Iglesia. En ese sentido fue considerada con interés la entrevista que otorgó al Corriere della Sera, que en algunos sectores ha sido calificada como su “testamento espiritual” y que Mensaje presenta a continuación. OCTUBRE 2012 © Osservatore Romano Arturo Mari / Vatican / AFP El papa Benedicto XVI y el cardenal Martini (mayo 2005). Corriere della Sera, 1 de septiembre: La última entrevista: “La Iglesia está atrasada 200 años. ¿Por qué no se remece? ¿Por qué tenemos miedo?” Georg Sporschill, S.J., y Federica Radice Fossati Confalonieri —¿Cómo ve Ud. la situación de la Iglesia? —La Iglesia está cansada en la Europa del bienestar y en América. Nuestra cultura ha envejecido, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías, el aparato burocrático de la Iglesia aumenta, nuestros ritos y nuestros hábitos son pomposos. Estas cosas, sin embargo, ¿expresan lo que somos nosotros hoy?… El bienestar pesa. Nos encontramos allí como el joven rico que, triste, se fue cuando Jesús lo llamó para que se convirtiera en uno de sus discípulos. Sé que no podemos dejar todo con facilidad. Pero, por lo menos, podríamos buscar hombres que sean libres y más cercaOCTUBRE 2012 nos al prójimo, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están, entre nosotros, los héroes en los que nos inspirarnos? Por ninguna razón debemos circunscribirlos a los vínculos de la institución. —¿Quién puede ayudar a la Iglesia hoy? —El padre Karl Rahner utilizaba con gusto la imagen de las brasas que se esconden debajo de la ceniza. Yo veo en la Iglesia de hoy tanta ceniza sobre las brasas que a menudo me surge un sentido de impotencia. ¿Cómo se pueden liberar las brasas de la ceniza en modo tal que se fortalezca la llama del amor? Antes que nada, debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad, como el buen samaritano? ¿O que tienen fe, como el centurión romano? ¿Que son entusiastas, como Juan Bautis- “El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. Solo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia”. ta? ¿Que osan asumir lo nuevo, como Pablo? ¿Que son fieles, como María Magdalena? Yo aconsejo al Papa y a los obispos que busquen a doce personas fuera de lo común para los puestos de dirección. Hombres que estén cercanos a los más pobres, que estén rodeados de jóvenes y que experimenten cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con hombres que ardan en modo tal que el espíritu pueda difundirse por doquier. 485 37 MSJ IGLESIA —¿Qué instrumentos aconseja contra el cansancio de la Iglesia? —Aconsejo tres muy fuertes. El primero es la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y debe recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de la pedofilia nos empujan a un camino de conversión. Un ejemplo son las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el cuerpo. Estos son importantes para cada uno y, a veces, quizá son incluso demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente escucha aún los consejos de la Iglesia en materia sexual. La Iglesia en este campo, ¿es aún una autoridad de referencia o solo una caricatura en los medios de comunicación? El segundo es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (...) Solo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia y sabrán responder a las preguntas personales con una elección justa. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche (...). Ni el clero ni el derecho eclesial pueden sustituir la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes, los dogmas, nos han sido dados para aclarar la voz interna y para favorecer el discernimiento de los espíritus. ¿Para quién son los sacramentos? Estos son el tercer medio de curación. Los sacramentos no son un instrumento para la disciplina, sino una ayuda para los hombres en los momentos del camino y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una fuerza nueva? Pienso en todos los divorciados y en las parejas que se han vuelto a casar, en las familias ampliadas: necesitan una protección especial. La Iglesia sostiene la indisolubilidad del matrimonio. Es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (...). La actitud que tenemos hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento de la generación de los hijos a la Iglesia. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor lo consigue. Si esta familia es discriminada, no solo se aparta a la madre, sino tam- bién a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá a la generación futura. Antes de la comunión rezamos: “Señor, no soy digno...”. Nosotros sabemos que no somos dignos (...). El amor es gracia. El amor es un don. Se debería dar la vuelta a la pregunta sobre si los divorciados pueden tomar la comunión. ¿Cómo puede la Iglesia ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes tienen situaciones familiares complejas? —Ud., personalmente, ¿qué hace? —La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Yo soy viejo y estoy enfermo y dependo de la ayuda de otros. Las personas bondadosas que me rodean me hacen sentir el amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en cuando percibo respecto a la Iglesia en Europa. Solo el amor vence al cansancio. Dios es amor. Yo tengo aún una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia? MSJ BENEDICTO XVI EN FUNERAL DEL CARDENAL MARTINI: “PASTOR GENEROSO Y FIEL DE LA IGLESIA” Queridos hermanos y hermanas: En este momento deseo expresar mi cercanía, con mi oración y cariño, a toda la Arquidiócesis de Milán, a la Compañía de Jesús, a los familiares y a todos aquellos que han estimado y amado al Cardenal Carlo Maria Martini y han querido acompañarlo para este último viaje. “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 119 [118], 105): las palabras del Salmista pueden resumir toda la existencia de este Pastor generoso y fiel de la Iglesia. Fue un hombre de Dios, que no solo estudió la Sagrada Escritura, sino que la amó intensamente, e hizo de ella la luz de su vida, para que todo fuera ad maiorem Dei gloriam, para la mayor gloria de Dios. Y precisamente por ello fue capaz de enseñar a los creyentes y a los que están en búsqueda de la verdad que la única Palabra digna de ser escuchada, acogida y seguida es la de Dios, porque indica a todos el camino de la verdad y el amor. Lo fue con una gran apertura de espíritu, sin rechazar nunca el encuentro y el diálogo con todos, respondiendo concretamente a la invitación del Apóstol de estar “siempre dispuestos a responder a cualquiera que les pida razón de 38 486 la esperanza que ustedes tienen” (1 Pt 3, 15). Lo fue con un espíritu de caridad pastoral profunda, según su lema episcopal, Pro veritate adversa diluyere, atento a todas las situaciones, especialmente a las más difíciles, cercano, con amor hacia el que estaba en la confusión y desaliento, en la pobreza y en el sufrimiento. En una homilía de su largo ministerio al servicio de esta arquidiócesis ambrosiana oró de este modo: “Te pedimos, Señor, que hagas de nosotros agua de manantial que brota para los demás, pan partido para los hermanos, luz para los que caminan en las tinieblas, vida para los que andan a tientas entre las sombras de la muerte. Señor, sé la vida del mundo. Señor, guíanos hacia tu Pascua. Juntos caminaremos hacia ti, llevaremos tu cruz, gustaremos la comunión con tu resurrección. Contigo caminaremos hacia la Jerusalén celestial, hacia el Padre” (Homilía del 29 de marzo de 1980). El Señor, que ha guiado al cardenal Carlo Maria Martini en toda su vida, acoja a este incansable servidor del Evangelio y de la Iglesia en la Jerusalén del Cielo. A todos los presentes y a los que lloran su pérdida, llegue el aliento consolador de mi bendición. OCTUBRE 2012 CARLO M. MARTINI (1927-2012): “Amar las cosas adversas por amor a la verdad” ADOLFO NICOLÁS, S.J.: “FUE UN HOMBRE LIBRE Y CREATIVO” La noticia de su deceso el último día de agosto pasado fue la noticia más vista en Le Monde y la más comentada en la BBC, y obtuvo además un significativo espacio en The New York Times. No es nada de habitual que el fallecimiento de un cardenal católico ocupe lugares destacados en esos importantes medios de comunicación, pero el cardenal Carlo Maria Martini desde hacía muchos años era ampliamente reconocido, también fuera de la Iglesia, como una figura importante cuya opinión era escuchada con respeto. Nació en Orbassano, Turín, el 15 de febrero de 1927, e ingresó a la Compañía de Jesús a los 17 años de edad. Tras culminar sus estudios universitarios de filosofía y teología, realizó dos doctorados en teología, iniciando una brillante carrera académica. Destacó como experto en el análisis de los textos del Nuevo Testamento. Hablaba seis idiomas, además del latín, el griego y el hebreo clásicos. Fue ordenado sacerdote a los 25 años de edad e hizo sus últimos votos en la Compañía a los 35. Trabajó pastoralmente en Roma e integró la Facultad de Teología de Chieri, siendo nombrado rector del Pontificio Instituto Bíblico en 1969 y rector de la Pontificia Universidad Gregoriana en 1978. Fue consagrado obispo en 1980 y cardenal tres años más tarde, permaneciendo durante dos décadas como arzobispo de Milán. Su lema cardenalicio fue Pro veritate adversa diluyere, “Amar las cosas adversas por amor a la verdad”. El año 2000 fue nombrado Académico de Honor de la Academia Pontificia de Ciencias. Desempeñó, asimismo, diversas tareas en sínodos de obispos y cargos en instituciones vaticanas de relevancia. En la última década vivió en Jerusalén. Publicó más de cincuenta libros. Entre ellos, destacan especialmente Vivir los valores del Evangelio (1996), En qué creen los que no creen (junto a Umberto Ecco, 1997) y varios referidos a los Ejercicios Espirituales con un original enfoque hecho desde la Sagrada Escritura. La última de sus publicaciones fue Coloquios nocturnos en Jerusalén (2008), libro en el que ofrece un diálogo con el sacerdote Georg Sporschill, S.J. Como una “figura que deja huella” y que vivió como “un hombre libre y creativo” describió al cardenal Martini el Superior General de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, S.J., en una entrevista publicada en revista Popoli. Lo consideró “un cardenal que tuvo una enorme influencia, no solo en la Iglesia y en la Compañía de Jesús (…). Como se sabe, nosotros los jesuitas no estamos muy contentos cuando uno de nosotros se convierte en obispo. La idea de san Ignacio era que podíamos servir mejor a la Iglesia sin asumir puestos, para ser más libres en el trabajo. En el caso de Martini, su nombramiento como obispo fue un servicio muy importante para la Iglesia, un servicio de apertura, de diálogo, con una pastoral muy espiritual y profunda, y al mismo tiempo cercana a la gente. Es por ello que, por ejemplo, muchos jóvenes iban al Duomo de Milán a rezar cuando organizaba encuentros de lectio divina. También fue un hombre muy creativo que puso toda su preparación, su espiritualidad y su conocimiento de la Biblia al servicio del pueblo de Dios. La fuente de su creatividad nacía del hecho de que era un hombre muy atento a los problemas de los demás, libre de las preocupaciones de sí mismo”. OCTUBRE 2012 487 39