3 segundos - Centro Parraga

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3 SEGUNDOS
...
La memoria tiene gravedad, siempre nos atrapa.
Los que la tienen, pueden vivir el frágil tiempo presente.
Los que no la tienen, no viven en ninguna parte.
Patricio Guzmán (Nostalgia de la Luz)
EXILIO
El exilio desnuda. Borra las trazas.
Desgarra el cuerpo y la memoria, que ya no tiene derecho de existir ni
pronunciarse.
Exiliados, el carpintero, el periodista, la escritora ... ya no son más que
exiliados.
El exiliado es, además, un ciudadano de segunda, de prestado, un
asistido... una molestia con la que la sociedad carga. Y hay que cargar con
esa etiqueta. Pedir perdón por vivir lejos de la tierra que uno ama, por no
poder volver a ella y a aquellos que se quedaron allí, por deber integrarse
en una sociedad que no es la propia.
Hay que probar al mundo lo que uno vale.
De nuevo. De cero. Sin apoyos. Sin referencias. Y con rechazos.
El exilio nos roba las raíces. Nos las arranca. Hay que poder curar la
herida. Y, después, hay que arar duro la tierra para plantar raíces nuevas.
Pasan años ... y generaciones.
Parece mentira. Todo eso puede hacer una frontera.
¿Quién puede acoger el dolor del otro?
¿Quién puede siquiera escucharlo?
Si Francia escuchara la palabra de cada exiliado que acoge, el mundo entero lloraría en sus calles.
Tierra de acogida. De derechos humanos. Es una labor enorme. Y a veces es demasiado.
En 1939, más de 400.000 personas atravesaron los Pirineos en busca de refugio. El gobierno francés
estaba en una encrucijada política extremadamente tensa. Intentaban evitar la guerra.
El pueblo francés tenía miedo del espíritu revolucionario español. La propaganda franquista exportaba la
imagen del diablo rojo español y muchos lo creyeron.
Pagaron justos por pecadores. El miedo y la prudencia produjeron el horror absurdo de los campos de
internamiento ... y no lograron evitar la guerra. España pagó muy cara la prudencia de Francia e Inglaterra.
Pero, por aquel entonces, nadie podía asegurar lo que ocurriría unos meses más tarde.
...
No creo que haya culpa. Pero sí heridas muy profundas que necesitan cicatrizar. Heridas que necesitamos
abrir y limpiar para poder cerrarlas en paz.
Hay familias que viven aún con el recuerdo de la injusticia y la humillación a la que fueron sometidos sus
padres o abuelos, clavado en el alma. Hay cuerpos olvidados aún en fosas comunes, que necesitan
encontrar una sepultura digna, el amor de sus familias y el reconocimiento de aquellos que los enterraron
allí. Y hay, aún, algunos supervivientes de esta historia, que tal vez pueden compartir con nosotros parte
de su vivencia.
Nadie puede reparar la historia.
El reconocimiento puede sanar el dolor.
El conocimiento puede ayudarnos a pensar de otra manera.
3 SEGUNDOS
- Je suis morte.
Una mujer mayor se precipita desde lo alto de una azotea contra los adoquines de una calle parisina.
La caída dura tres segundos, aproximadamente.
Un instante nada más.
Un instante que va a compartir con nosotros.
Un instante durante el cual su vida entera atraviesa su mente y la escena.
3 segundos, tal vez.
El tiempo de la caída.
La narración adopta así el ritmo y la estructura aparentemente caótica de esta rememoración fugaz.
Una estructura impulsiva, emocional, cuyo motor y guía es la urgencia de la muerte inminente.
Cuantos han vivido experiencias cercanas a la muerte atestiguan de ello: antes de morir nuestra vida entera
se presenta ante nosotros. El tiempo pierde su dimensión habitual y se sumerge uno en este viaje -que
podríamos tal vez calificar de dantesco, puesto que atravesamos cielo, infierno y purgatorio- a través de la
experiencia vivida; a través de momentos cruciales de ésta, pero también de otros, aparentemente banales,
y sin embargo llenos de significación.
Así hemos querido narrar la vida de esta mujer: española, hija de republicanos y obligada a dejar el país,
como tantos otros, en 1939. Acogida, como tantos otros en los campos de internamiento franceses y
asimilada, finalmente, como tantos otros, a la sociedad francesa.
A partir de los múltiples testimonios y estudios realizados sobre esta época de nuestra historia, trazamos la
vida de una mujer, que podría ser una cualquiera de las tantas hijas de republicanos que la vivieron,
síntesis de la vivencia de tantas mujeres, y portadora de una reflexión filosófica y humana.
LENGUAJES
Nuestra mujer habla en francés y en español. Las dos lenguas se entremezclan como el recuerdo, como las
múltiples identidades adquiridas a lo largo de una vida.
A estos dos idiomas se añade el lenguaje visual. Desarrollamos un trabajo de investigación en torno al
papel y las artes gráficas. La imagen puntúa, acentúa, estimula y conmociona a veces la narración oral.
El sonido, finalmente, acompaña cada palabra, cada gesto, cada imagen.
El sentido se desprende de una nota musical como del verbo, para dar a beber lo que siente ... ¿el actor?
¿el músico? ¿el autor? ¿el espectador? ...
Es un instante de memoria que toma cuerpo en el temblor de un sonido, de un ritmo, de una imagen, de un
movimiento. El aire se tiñe de emoción, como si en el agua apretáramos una esponja empapada de sal …
para hacer nacer el mar.
PLÁSTICA
El espacio se define en una gran sobriedad. Tan solo la mujer y una
serie de paneles de papel negro, blanco y tal vez marrón detrás de ella
lo ocupan.
La iluminación es tenue. Concreta.
Trabajamos en la herencia de nuestros pintores barrocos, tenebristas;
pero también del cine expresionista alemán, y de los movimientos de
vanguardia que acompañaron en Europa las primeras décadas del
siglo XX. Una época de reconstrucción, de cuestionamiento, en la que
parecía que el sistema establecido llegaba al punto máximo de
decadencia, a su fin. Una época en la que todo era posible. Incluso los
peores horrores.
Estos paneles serán portadores de la imagen. Desgarrados, doblados,
deslizados, desplegados … de ellos nacerán los elementos plásticos
que navegan desde una mancha de color a la composición de espacios
más complejos.
Perspectiva, movimiento, impresión.
Encuentro entre las artes plásticas y dramáticas.
GÉNESIS
Fue hace tan solo unos años cuando supe de la existencia de los campos (llamados entonces “de
concentración”, pero que hoy la mayoría prefieren llamar “de internamiento”) en los que fueron
encerrados los cientos de miles de personas que huyeron de España poco antes de la victoria definitiva del
bando nacionalista.
En primer lugar quedé impresionada por el hecho de que la población civil, y después los combatientes
republicanos, fueran acogidos en Francia (republicana y bajo el gobierno de Daladier y el Frente Popular
en aquellas fechas) en condiciones que me parecían más apropiadas para prisioneros de guerra que para
refugiados políticos.
En segundo lugar, me impactó el hecho de que yo, española, no hubiera conocido esta parte de mi historia
antes.
A partir de ese momento, comencé un largo trabajo de aprendizaje y recuperación de mi herencia
histórica. Constaté lo poco que sabía sobre nuestra historia reciente. Comprendí las causas de este olvido;
la necesidad que muchos tuvieron y tienen de dejar de lado el dolor y el desgarro para poder seguir
adelante con la vida, y al mismo tiempo sentí crecer en mí la necesidad de recuperar esta memoria.
Este trabajo, y sin duda mi condición de “emigrada” en Francia desde 2006, alimentaron en mí, al mismo
tiempo, una hipersensibilidad hacia la condición del exiliado, del refugiado, del inmigrante, y un
cuestionamiento que partió sobre el significado de la palabra “acoger”, sobre cómo y por qué podemos
acoger al “otro” … y que se fue desarrollando, de manera exponencial, en torno a naturaleza del ser
humano, a su valor y a cómo medimos o apreciamos a aquellos que nos rodean, a la noción de justicia, a la
futilidad de las fronteras y las nacionalidades, a la necesidad de supervivencia frente a la defensa de la
justicia social… y tantas otras cuestiones.
La actualidad nos ofrece hoy muchos ejemplos de otros países que atraviesan situaciones muy similares a
la de España entonces.
Me pareció urgente hablar a nuestros jóvenes de aquellos tiempos y permitir así una reflexión común
sobre la actualidad y hacia el futuro.
Me pareció urgente que nuestros abuelos vean a las generaciones presentes rescatar la memoria de su
lucha de entre el polvo del olvido, de donde muchos de ellos no son aún capaces de salir.
España tiene por delante un gran trabajo de recuperación y revisión de la memoria histórica. Los
periódicos nos recuerdan, hoy mismo, mientras escribo estas líneas, que la labor será larga y difícil, a
pesar del tiempo pasado.
Yo quisiera ocuparme, por el momento, de esa pequeña parte que vivieron los que cruzaron la frontera y,
pasando por los campos, se instalaron en Francia.
Producción
Compagnie des Oiseaux Migrants
alojada por el Théâtre de l'Épée de Bois - Paris
Escritura y dirección
Dolores Lago Azqueta
Ayudante
Patricia Luis-Ravelo
Artista plástico
Jean-Sébastien Bordas
Con el apoyo de:
Geneviève Dreyfus-Armand
Université Paris 8 Vincennes-St Denis
La Mandrágola
Association I am a bird now
Association les Narines bleues
www.oiseauxmigrants.com
[email protected]
0033 (0) 637 04 21 38
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