Torre Valentina En los años 50, el boom del turismo había llegado a España; es por ello que se necesitaban lugares para acoger a todos esos visitantes que venían desde el extranjero para disfrutar del maravilloso clima del Mediterráneo. Una de las propuestas que se plantearon para cubrir esta necesidad fue “Torre Valentina”. Este proyecto, que recibiría el nombre de la zona en el que se iba a situar, consistía en el diseño y construcción de un hotel de lujo. La promotora decidió encargar el proyecto al arquitecto español José Antonio Coderch, el cual tenía ya para entonces una trayectoria consolidada a nivel nacional. Este proyecto supondría un salto en su carrera, pues pasaría a ser reconocido internacionalmente por los arquitectos en auge de la época. Fue así como Coderch llamó la atención del arquitecto Josep Lluis Sert, quien le invitó a formar parte del CIAM del año 1959, celebrado en Otterlo, Holanda, en el museo Kröller-Muller. El CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) consistía en la organización de conferencias y reuniones en las que se realizaban trabajos, discusiones y críticas sobre la arquitectura del momento con la intención de difundirla. En Otterlo concluye un proceso que se había iniciado después de la Segunda Guerra Mundial, llevando a cabo una transformación progresiva del funcionamiento y estructura de estos congresos de arquitectura. Con la disolución de la carta de Atenas se ponía fin a una época en la que los arquitectos clásicos imponían sus obras sin necesidad de debate o crítica. Con el tiempo, se fue evolucionando hacia una arquitectura que se preocupaba más por el ser humano y la naturaleza, y esto se materializó en la carta del Hábitat que supuso el comienzo de una nueva doctrina arquitectónico-urbanística que incorporaba los nuevos ideales. Torre Valentina se hallaba dentro de este nuevo plan arquitectónico. Se trataba de un proyecto perfectamente integrado en el hábitat. Tenía en cuenta la capacidad de decisión de sus habitantes, los cuales podrían elegir los tipos de viviendas antes de construirlas. Recuperaba la imagen de construcción tradicional como un instrumento para articular el proyecto en lenguaje moderno, sin perjudicar la identidad del lugar. Por otro lado, intentaba reducir el impacto visual del hotel previsto en el proyecto original, sustituyéndolo por un sistema de casas bajas, camufladas entre los pinos de la Costa Brava. Los pinos se conservaban entre los patios intercalados entre las casas bajas y las ocultaban completamente. Coderch estuvo en contra de los cuerpos geométricos grandes, que ocultaban las vistas y estropeaban el paisaje, como los que habían construido los pioneros del movimiento moderno. Prefería trabajar con quiebros y escalonamientos sin entrar en competencia con el paisaje natural, adaptándose a la topografía del terreno sin dañarlo. Así, en Torre Valentina los apartamentos se quiebran y escalonan para adaptarse al terreno y ocultarse bajo los pinos. En el proyecto de Torre Valentina hubo tres variaciones importantes del proyecto: 1º Proyecto: A Coderch se le encarga el diseño y construcción de un hotel de lujo, el cual se situaría en un promontorio en la costa brava, en una zona no muy amplia. La idea de Coderch era la de orientar todas las habitaciones hacia el este para poder disfrutar de la vista hacia el mar, que se gozaba desde el emplazamiento. Para no interferir en el entorno, Coderch genera un escalonamiento en el edificio, adecuándose a la topografía del terreno y haciendo que el edificio no destacase tanto. Así el protagonista no es el hotel, sino el entorno que lo rodea. 2º Proyecto: Se le pedía que añadiera en el emplazamiento unos cuantos apartamentos, los cuales se situarían en la parte norte y sur del hotel. En planta podemos intuir la ordenación como una especie de abanico que sigue las líneas de nivel de la vertiente de la montaña, para garantizar la integración con el entorno. En cuanto a las viviendas, todas estarían orientadas al este, según el propio Coderch, para “evitar el excesivo calor”. Las viviendas se agruparían en hilera, cada una desplazada de la anterior unos 80 cm, y todas ellas se adaptarían a la topografía para poder disfrutar de las vistas del mar sin que los propietarios pudieran ser vistos desde allí. 3º Proyecto: Enfrente del hotel se añaden más apartamentos. Se hace la distribución final de apartamentos y hotel; en total todo ocupa unos 35000 m2, en los cuales encontramos 131 viviendas, el hotel con 80 habitaciones y unas 250 plazas de aparcamiento (las de los apartamentos, que tienen las suyas, y las que se comparten con el hotel). Se crean unos ejes distribuidores N-S, los cuales se componen por una serie de calles peatonales bajo las hileras de apartamentos y 2 vías de acceso rodado aprovechando caminos preexistentes: uno situado en la parte oeste que servía para acceder a las viviendas que tenían garaje propio, y otro situado más al centro de la parcela, acabando en una plaza en la que se situaría un garaje comunitario compartido con el hotel. En el eje E-O, tenemos varios tramos de escaleras los cuales conectaban las calles N-S. La pendiente era bastante grande (en torno al 20 %). El proyecto acabó cambiando, ya que en un principio estaban proyectadas en ese terreno 14 viviendas unifamiliares con 2000m2 de patio, y en el proyecto definitivo hay 131 apartamentos y un hotel de 80 habitaciones y 250 plazas de aparcamiento. «La composición de bloques a base de apartamentos únicos y de grupos de dos apartamentos permite muchas variaciones. Es posible sustituir unos apartamentos por otros según las necesidades del comprador. Cada apartamento está libre de servidumbre, de vistas en relación con sus vecinos y con la gente que circula por la urbanización. En la mayor parte de los apartamentos se puede vivir sin ver más que los árboles, las terrazas y el mar.» Una de las intenciones de Coderch en este proyecto era conseguir una elasticidad en la distribución de los apartamentos. Para hacer esto posible, la venta de los apartamentos debía realizarse antes de la construcción de ellos. El cliente podría elegir el apartamento que mejor se adaptase a sus necesidades. Las 12 manzanas o “bloques” se componen de “grupos”, que son una combinación de uno, dos o tres apartamentos o “tipos”. Estos están adosados unos a otros y se desarrollan entre dos muros que forman la crujía de 4,50 metros, aunque en los casos de grupos de dos o tres tipos alguna estancia de la casa invade el muro medianero. Todo ello propicia unas tipologías muy diversas: desde uno mínimo con un solo dormitorio, hasta otro de 5, a los que se les pueden ir añadiendo más o menos baños, terrazas o garajes. De esta forma se obtendría hasta 26 viviendas distintas. Esta organización tan peculiar y compleja perdería todo su sentido si las viviendas se construyeran antes de venderlas, ya que el cliente no podría elegir la tipología más adecuada y serían meros apartamentos adosados. Como el texto estudiado en clase de los sistemas, los grupos serían las piezas a combinar para crear el conjunto. Teniendo las piezas, pero con demasiadas posibilidades de variables, es necesario crear unas leyes. Primero, se decide la organización de la parcela, con la disposición de los bloques y la cantidad de viviendas que contendrá cada uno. Segundo, se dibuja un catálogo de esos grupos que recoja la mayoría de combinaciones posibles. Tercero, se distingue entre dos clases de apartamentos, grandes y pequeños, cuya diferencia es que los primeros tienen la cocina y el comedor separados, y los segundos, juntos. En este catálogo se incluye también otra serie de elementos invariables (dormitorios, baños, escaleras) que se insertarán en la crujía de 4,5. Para aclararse con tal complejidad, Coderch se inventa esta nomenclatura de letras y números en función de las características de cada apartamento. Todas estas estancias que él diseñó se insertan entre los dos muros y se articulan con un pasillo que discurre a lo largo de uno de ellos. Ese eje longitudinal de circulación acoge las escaleras necesarias para alcanzar los distintos niveles de la volumetría. Es importante mencionar también que la fachada posterior tenía que disponer de “interrupciones” o “cortes de bloque”, para diferenciar los distintos grupos. En la fachada frontal son las viviendas en sí mismas las que se desplazan con un ritmo uniforme. En estas 26 tipologías posibles existen dos criterios fundamentales: el escalonamiento y la elasticidad. En esta axonometría se puede apreciar como los diferentes elementos se escalonan en el espacio. Se aprecia también que todos los apartamentos disponen en planta baja de un local, cuya función puede ser de tienda o de trastero, el cual se abre a la calle peatonal que discurre bajo la edificación. Sobre ésta, Coderch vuela el volumen de las salas de estar, de manera que se garantiza la máxima intimidad y tranquilidad de las viviendas. Los muros se apoyan en dos pilares metálicos en forma de cruz, que recuerdan a los del Pabellón de Barcelona de Mies. En cuanto al sistema constructivo, Coderch se decantó por el tradicional, paredes de ladrillo y vigas de hormigón armado, a excepción de los pilares del porche. Sin embargo, los muros tienen un papel plástico muy importante al sobresalir en la cubierta y potenciar el ritmo de escalonamiento de las losas. De esta forma, contribuyen a dinamizar la volumetría y a arropar las terrazas, aislándolas de los vecinos, y consiguiendo que sólo se vea el mar y el cielo. Las viviendas de “Torre Valentina” reproducen las tipologías de las de los pueblos de pescadores de la zona, de parcelas estrechas con una sola crujía y de gran profundidad. Como conclusión, se puede afirmar que en este proyecto hay una serie de aspectos que se pueden extrapolar a nuestro encargo de camping en la Patacona: Por una parte, la ordenación de las viviendas está dispuesta de forma que se generen espacios públicos, respetando la vegetación y el entorno, siendo el impacto visual mínimo. Éstas, además, se integran perfectamente en el paisaje, ya que la arquitectura no destaca, pues la vegetación la camufla. En nuestro emplazamiento no existe, en la actualidad, gran cantidad de árboles, pero sí que son de obligada inserción para regenerar el paisaje. Otro aspecto que podemos adecuar es la tipología de las viviendas, ya que es una idea interesante el “jugar” con las diferentes tipologías, añadiendo y sustrayendo algunos elementos, creando de esta manera unas “reglas del juego” que configuren el proyecto. Como última característica, se podría hacer en nuestro camping una reinterpretación de las viviendas típicas que había hace unos años en el emplazamiento, adaptando las típicas casas blancas de pescadores a la arquitectura contemporánea. BIBLIOGRAFÍA ● Arquitecturas ausentes del siglo XX 04 Coderch Torre Valentina: un proyecto de paisaje 1959 En busca del hogar. Coderch 1940-1964.