LA INNOVACIÓN DE PRODUCTOS Y SERVICIOS: UNA

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LA INNOVACIÓN DE PRODUCTOS Y SERVICIOS: UNA REFLEXIÓN
AXIOTELEOLÓGICA
Reidar Jensen Castañeda∗
I. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este artículo es el de realizar una reflexión, tanto epistemológica
como axioteleológica, acerca de la acción de innovación que de los productos y
servicios con que cuenta, realizan continuamente las sociedades humanas. Primero nos referiremos a la relación intrínseca que existe entre innovación y tecnología;
para inmediatamente después realizar el análisis de esta relación desde la perspectiva de la teoría económica (tanto neoclásica como marxista) y la perspectiva
sociológica.
La innovación, en la actualidad, inmediatamente nos remite al campo de la
tecnología. Innovación de productos y servicios sin aludir a los cambios tecnológicos es absurdo, sobre todo en esta época de globalización económica y cultural
que estamos viviendo. El cambio tecnológico está centrado en el hallazgo de conocimientos, habilidades y actitudes más prácticos para obtener resultados deseados al menor costo y tiempo posibles.
Pero la tecnología pura no existe, hay un entrelazado profundo entre sociedad y cambio tecnológico. Las nuevas tecnologías son sistemas socioculturales
que generan y transforman cultura, y el proceso de renovación se ha institucionalizado voluntariamente para hacer avanzar a la sociedad en su conjunto, o a la mayor parte de ésta, hacia rumbos cada vez efectivos. La tecnología afecta a la sociedad y la sociedad afecta a la tecnología, productos y servicios están contextualizados, no son productos azarosos, sin intencionalidad, sin marco cultural; por el
contrario, podríamos hacer la interpretación de una cultura completa (y, de hecho,
la Antropología lo hace) a través del análisis de los vestigios de sus productos y
servicios.
II. LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA
En sentido estricto, la innovación tecnológica alude a los productos o procesos
nuevos, o técnicamente perfeccionados, que llegan a los consumidores a través
de un sistema de comercialización, ya sea público, privado o institucional. Requiere de una serie de fases sucesivas que permite la producción de la novedad y que
desemboca en un proceso posterior de difusión y adaptación a las condiciones
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Investigador del IIESCA
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peculiares de cada grupo social1. En términos generales, podemos observar las
siguientes etapas en el proceso de innovación:
a) La invención o emergencia de una idea novedosa con la correspondiente comprobación, a pequeña escala, de su posibilidad técnica. En el estado actual de
sistematización del cambio tecnológico, el invento surge por nuevos descubrimientos de la investigación aplicada o por el estímulo de una tecnología nueva
en un campo distinto. En este fructífero intercambio radica la importancia de la
actual conexión transdisciplinaria entre las ciencias de cualquier índole (naturales, sociales o exactas) y la tecnología. Si la innovación se dirige preferentemente al mercado de consumo, esta primera fase entraña un estudio de la
convergencia entre necesidad social demandada o creada y la idea emergente.
Cualquiera que sea el destino final de la invención, sus probabilidades actuales
son mayores al aumentar la comunicación; en este caso, y desde mediados del
Siglo XX, los sectores punta son la microelectrónica, la informática y la biotecnología.
b) El desarrollo de un diseño o prototipo de la idea anterior, comprobando su operatividad, investigando cualquier cambio de orientación que lo mejore, analizando costos y demandas y poniendo en juego todos los recursos disponibles
para la planeación efectiva del mismo.
c) La producción y consolidación de la innovación. Implica la ejecución práctica de
la planeación prevista, con las pertinentes modificaciones organizacionales y
materiales para que se pueda elaborar o fabricar el nuevo producto a gran escala, y para que llegue a los destinatarios, especialmente a través de la comercialización.
Con la entrada en escena de los recursos proporcionados por la Mercadotecnia, especialmente los de la promoción, comienza el proceso de difusión de las
innovaciones tecnológicas. La aceptación por parte del consumidor depende de
múltiples factores y no está exenta de un grado relativo de irracionalidad, en especial cuando se desconocen las ventajas reales que aportan los productos y servicios recién salidos de las empresas.
Ahora bien, entre las motivaciones más relevantes que inducen a la adquisición de nueva tecnología se hallan desde necesidades básicas relacionadas con
la salud, hasta deseos meramente lúdicos, pasando por una amplia gama de intereses: facilitar el trabajo y la autonomía individual, proporcionar comodidad, elevar el prestigio social, mejorar la productividad y rentabilidad en las empresas, alcanzar el éxito en la competencia por el mercado, etc.; pero, cuando las necesidades son apremiantes, la innovación tecnológica es aceptada con facilidad, aunque
su nivel de perfección sea escaso. Si sus bondades son importantes y el producto
en sí no es caro, la innovación tecnológica se expande con facilidad, originando
una demanda creciente. Lo mismo sucede cuando se crea la infraestructura necesaria para el uso mayoritario de la innovación o cuando los complejos tecnológicos
se desarrollan suficientemente en torno a una tecnología básica, como es el caso
1
A. Pacey, La cultura de la tecnología (México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1990), pp. 16-31.
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de la microelectrónica. Un aspecto interesante viene dado por el hecho de que
cada tecnología presenta una forma particular de difusión2.
III. MARCO AXIOTELEOLÓGICO DE LA INNOVACIÓN DE PRODUCTOS Y
SERVICIOS Y DEL CAMBIO TECNOLÓGICO.
La innovación de bienes y servicios y el cambio tecnológico se insertan en la dinámica, más amplia, del cambio social, dado que, como decíamos, tecnología y
sociedad interactúan constantemente, una redefiniendo a la otra. Basándonos en
el Paradigma Crítico-Analítico, podemos considerar que la tecnología es modificada a través de tres vías distintas: a) La Investigación y Desarrollo, b) La propia
innovación y c) La difusión de la innovación.
Las recientes teorías del cambio tecnológico intentan interrelacionar los tres
planos de análisis, independientemente de que se generen desde un enfoque
eminentemente económico o sociológico.
III.1 El marco económico.
Los estudios sobre la innovación aportados por la ciencia económica presentan, a
su vez, diversas variantes:
Desde el punto de vista de la Economía Neoclásica, el aspecto clave es el
concepto “función de producción”, es decir, la relación existente entre determinadas tecnologías y la capacidad productiva derivada de su aplicación. Las innovaciones tecnológicas, pues, se introducen en el sistema económico si aminoran el
costo por unidad de producción, permitiendo ahorrar en los factores utilizados3.
Esta visión capitalista supone también que:
1) El libre mercado es un valor apreciado por el individuo y necesario para el dinamismo económico de una sociedad.
2) El libre mercado se equilibra a través de la competencia internacional y nacional. Ambas impulsan a las empresas a mantener con continuidad los programas de investigación y desarrollo, y a los gobiernos a establecer medidas políticas de apoyo a la investigación y a la atracción de inversión industrial. El objetivo menos ambicioso es evitar la desaparición en manos de unos competidores que emplean una tecnología superior y más eficaz en la producción. La
competencia ha de cuidar el exceso en la capacidad de producción, en especial, de los productos básicos manufacturados, y ha de atender a un conjunto
de variables que hagan atractivo el producto al consumidor. De ahí que en el
sistema capitalista se estén buscando continuamente nuevas tecnologías que
abastezcan necesidades no detectadas, no satisfechas o no explotadas. Por
otra parte, la competencia no está exenta de una cara obscura de fracasos y
costos de toda índole.
2
E. Braun y S. Macdonald, Revolución en miniatura (Madrid: Ed. Tecnos-Fundesco, 1984), pág. 27.
3
J.M. Vergara, Ensayos económicos sobre innovación tecnológica (Madrid: Alianza Editorial, 1989), pp. 76-82.
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3) El consumidor actúa libremente y de forma racional, orientando así la innovación tecnológica. No obstante, esta independencia está condicionada por la
disponibilidad de medios de compra y por la oferta existente en el mercado.
4) La información del mercado es completa y veraz, lo que obviamente no siempre cumple, a causa de la propia complejidad de funcionamiento del producto
tecnológico y por las falsas expectativas que la publicidad engendra respecto al
consumo del producto. De ahí las medidas adoptadas tanto por la iniciativa privada (consumismo) como por el Gobierno (protección al consumidor).
Desde el punto de vista del materialismo histórico, Marx considera que el
cambio tecnológico, en cuanto implica modos de producción, es el factor central
del dinamismo histórico y propicia la liberación de las fuerzas productivas. Ahora
bien, el empresario que introduce innovaciones pretende no sólo incrementar sus
ganancias, sino también dominar al proletariado en la lucha de clases. Por esta
razón el empresario selecciona un tipo determinado de tecnología y no otro. Según Marx, la lógica del sistema competitivo capitalista exige el incremento continuo
de la plusvalía para invertir en una nueva tecnología que reduzca costos: la misma
renovación tecnológica, al incrementar la productividad, permite competir con éxito. Por otra parte, el creciente predominio de las máquinas en la producción sustituye las habilidades de los trabajadores y, por ende, la especialización laboral, de
modo que se ven abocados a una proletarización incesante4.
Entre las aportaciones recientes, totalmente transdisciplinarias, de las Ciencias Económicas por interpretar los fenómenos de innovación de productos y servicios y el cambio tecnológico, hay que contar las teorías evolucionistas, que consideran a este último como proceso de elección no racional, basado en la búsqueda y la selección de innovación tecnológica a través del mecanismo de ensayo y
error. Uno de los principales teóricos de esta corriente es Elster quien opina que
“el cambio técnico (la fabricación y modificación de herramientas) puede haber
desempeñado un papel importante en la evolución de la vida inteligente sobre la
tierra, comparable al del lenguaje. Durante el transcurso de la historia humana, las
instituciones sociales surgieron y desaparecieron en gran medida como respuesta
a cambios en la tecnología productiva y destructiva. Más aun, el cambio tecnológico constituye un desafío para el análisis dado que es fundamentalmente impredecible”5.
Dentro de estas contribuciones recientes tenemos el análisis de la estructura de las explicaciones científicas elaboradas acerca del cambio tecnológico, la
aplicación de los fundamentos teóricos de la elección al ámbito de las modernas
fuentes de energía: nuclear, solar e incluso psíquica. La base de la elección de
una u otra forma de energía debe ser la imposibilidad de responder a la pregunta
fundamental de las consecuencias de una u otra elección. Ahora bien, en cuanto a
la teoría de las decisiones se refiere, debe distinguirse entre una rama normativa,
interesada por el modo racional de elegir, y una rama empírica, enfocada al modo
4
Karl Marx, El capital (Madrid: Ed. Siglo XXI, 1978), pág. 126.
5
J. Elster, El cambio tecnológico (Barcelona: Ed. Gedisa, 1990) pág. 41.
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de tomar las verdaderas decisiones. También, por otra parte, debemos diferenciar
entre una elección individual y una colectiva.
En cuanto a las elecciones individuales racionales debemos hacer la distinción entre las decisiones bajo certeza, es decir, aquéllas tomadas con información
perfecta para lograr metas perfiladas y coherentes, y las decisiones bajo riesgo, es
decir, con información imperfecta, pero con resultados probables conocidos. Si el
individuo decide con conocimiento de los resultados de cualquier acción, pero sin
poder asignarle una probabilidad, estaría actuando conforme a la teoría de las decisiones bajo incertidumbre, entraría en el campo de lo no probabilístico. En cambio, si aplica la teoría de los juegos o de las decisiones interdependientes, actúa
creyendo que la elección y la recompensa de cada individuo dependen de la elección de todos los demás.
Respecto a la teoría de la elección colectiva, podemos señalar que en el
campo de la Economía Pública es bastante socorrida, ya que se basa fundamentalmente en las nociones de equilibrio de la economía global heredados de Wilfredo Pareto6, y creemos que es pertinente para el tema de la elección energética.
III.2 El marco sociológico.
Entre las aportaciones recientes de la Sociología por interpretar los fenómenos de
innovación de productos y servicios y el cambio tecnológico, hay que contar la
existencia de los procesos de variación y selección, pero estrechamente relacionados. En el fondo, los enfoques sociológicos y las teorías evolutivas se inclinan
por modelos multidireccionales, de modo que son los factores económicos, políticos, sociales, culturales, etc., los que influyen en la elección de unas u otras innovaciones tecnológicas. Pero mientras las teorías evolutivas abogan por su impredictibilidad, los enfoques sociológicos consideran que este proceso es controlable.
De esta manera el constructivismo social, fundamentado epistemológicamente en
la sociología del conocimiento científico, estudia las variaciones científicas y tecnológicas para pasar después a dilucidar qué sector del colectivo social se beneficia
de la aplicación de tal variabilidad7.
Ahora bien, desde una aproximación de la Teoría de Sistemas, debemos
mencionar la presión ejercida por determinados grupos de intereses para que un
sistema tecnológico persista una vez que se ha consolidado, fenómeno que puede
equivocarse con una capacidad de autogeneración de la tecnología. Más bien en
este caso estaremos hablando de mecanismos de entropía negativa, es decir, los
mecanismos psicológicos y sociales que utiliza el hombre para impedir que un sistema se desintegre y mute o desaparezca.
En cuanto a los esfuerzos de investigación y desarrollo para la innovación
de productos y servicios, las elecciones selectivas de tecnología están en función
de los intereses negociados por los grupos que la elaboran y comercializan, pues
6
Guy Terny, Économie Publique (París: Ed. du Seuil, 1978), pág. 19.
7
T. Pich y W. Bijker, “The Social Construction of Facts and Artifacts or How the Sociology of Science and the Sociology of
Technology Might Benefit Each Other”, Social Studies of Science, 14 (1984), pp. 39-41.
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deben optar, a lo largo del proceso de investigación, por diversas alternativas modificadas continuamente por el medio social.
IV.
CONCLUSIONES
En el caso de la innovación de productos y servicios y el cambio tecnológico que
conlleva en la sociedad mundial, la Economía, ya sea Pública o Privada aplicada a
las Ciencias Administrativas, nos proporciona material de análisis para las distintas
alternativas derivadas de los modelos de riesgo e incertidumbre y la prevalencia
del criterio de maximización, es decir, elegir la alternativa que ofrezca las mejores
consecuencias.
Por otra parte, la sociología, nos advierte sobre la necesidad de ser coherente con la creencia en la predicción o el control de la velocidad, la naturaleza y la
dirección del cambio tecnológico que la sociedad ha definido como necesario para
la innovación de los productos y servicios que requiere.
El cuestionamiento de hasta qué punto los realizadores materiales de la innovación tecnológica están conscientemente involucrados en la transformación de
las sociedades debe replantearse. Existe un peligro subyacente en la aceptación
acrítica, por parte de países como México, de las innovaciones tecnológicas, sobre
todo porque el sistema industrial hegemónico mundial, ya sea Norteamericano,
Europeo o Asiático, se sustenta en el consumismo y la industria armamentista, de
donde obtiene su fuente principal de financiamiento y demanda de producción.
Corresponde a la comunidad de científicos y educadores asumir la responsabilidad
de la acción y la dirección políticas, desviando el esfuerzo investigador y la inversión pública y privada hacia la innovación de productos y servicios cada vez más
eficientes, pero contextualizados del beneficio común, es decir, que se reviertan
en beneficio para toda la sociedad, que sistémica y ecológicamente hablando, es
una sola en todo el orbe, reorientando la tendencia actual al consumo desenfrenado y al individualismo por conductas más humanistas, cívicas y conservacionistas
que, en último análisis, garantizarán mejores productos y servicios para las generaciones futuras.
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