la nota final - Naciones Unidas

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UNITED NATIONS
NATIONS UNIES
Hacer posible un mandato imposible: el desafío de prevenir el genocidio
y las atrocidades en masa. Nota de final de mandato,
por Francis M. Deng
El 25 de enero de 2012, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Kimoon, anunció que mi mandato como Asesor Especial para la Prevención del
Genocidio y las Atrocidades Masivas concluiría el 31 de julio de 2012, como parte
de los cambios de personal directivo superior que realizaría para su segundo
mandato.
Dejaré mi cargo sintiendo una profunda gratitud hacia el Secretario General
por haberme dado la oportunidad de desempeñar un mandato de tanta trascendencia
para la humanidad: la prevención del genocidio. También me iré con la satisfacción
de que durante mi mandato hicimos todo lo posible por establecer un marco
conceptual, normativo y operacional para llevar a cabo nuestra labor de prevención
del genocidio.
A pesar de los desafíos que implica el mandato y las limitaciones que existen
para su ejecución, confío en que hemos sentado las bases de la cooperación con los
Estados Miembros de las Naciones Unidas, las organizaciones regionales y
subregionales, las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, la
sociedad civil en general, y otras partes interesadas. Esta colaboración es esencial
para promover la causa de la prevención del genocidio y otras atrocidades similares.
Si bien el genocidio es uno de los delitos más terribles que se espera que la
humanidad prevenga, detenga y castigue, se trata a la vez de una cuestión muy
delicada. El genocidio causa negación tanto por parte de sus autores como de las
personas a quienes se pide intervención. Aunque cuando se alega la comisión de un
genocidio a menudo se lo hace vagamente, de modo que se describe una situación
de violencia generalizada, el crimen de genocidio, tal como se lo define
jurídicamente, solo se reconoce en la mayoría de los casos una vez que ya ha
ocurrido. Por esta razón, el curso de acción más conveniente es la adopción de
medidas de prevención temprana —medidas que se adoptan antes de que la
situación se agrave y haya tanto en juego que se comience a negar el genocidio.
Desde el comienzo fui consciente de que iba a ejecutar un mandato que era
virtualmente imposible de realizar, pero que debía convertirse en una tarea posible.
Con este fin, el desafío que es la prevención del genocidio debe definirse de forma
que reduzca la complejidad de esa labor. Por lo tanto, intenté definir el genocidio de
forma de que fuera más manejable. A fin de que el mandato fuera menos
intimidante, decidí desmitificar el genocidio para que no se lo percibiera como una
cuestión demasiado delicada para ser abordada.
Mi modo de entender el genocidio es que se trata de una manifestación
extrema de conflictos relacionados con la identidad que surgen, no de las diferencias
entre los grupos, sino de las consecuencias de esas diferencias, que se traducen en
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grandes desigualdades, discriminación, marginación, exclusión, estigmatización,
deshumanización y negación de derechos fundamentales. La manera más eficaz de
prevenirlo, por lo tanto, es gestionar la diversidad de modo constructivo para
promover la igualdad, la inclusión, el respeto de los derechos fundamentales y la
observancia de los valores y prácticas democráticos.
Mi enfoque se basó en cuatro suposiciones y principios básicos:
En primer lugar, debemos admitir que la mayoría de los países, si no todos,
afrontan el desafío de proteger, dentro de sus fronteras nacionales, poblaciones que
están fuertemente divididas por crisis de identidad nacional. Esas crisis las dividen
en grupos integrados y grupos no integrados, y crean vacíos de responsabilidad
nacional en lo que respecta a la protección de estos últimos. Marginados y a menudo
perseguidos, ¿a quién más pueden pedir protección y asistencia sino a la comunidad
internacional?
En segundo lugar, cuando estas poblaciones desesperadas buscan protección
internacional, las autoridades nacionales levantan la soberanía como una barricada
contra la participación externa. Y es verdad que la soberanía de los Estados sigue
constituyendo un principio fundamental en las relaciones internacionales. Como
consecuencia de ello, la soberanía se convierte en un instrumento al que recurren
para los Estados que han maltratado gravemente a sus propias poblaciones para
defenderse a sí mismos, Estados que se vuelven en razón de ello susceptibles de ser
objeto de escrutinio por el exterior.
En tercer lugar, para devolver a la soberanía su sentido positivo, esta debe
estipularse como un concepto que implique la responsabilidad de los Estados de
proteger a sus propias poblaciones, de ser necesario con apoyo internacional, es
decir, que la respetabilidad y la legitimidad de cualquier autoridad nacional debe
depender de que cumpla con las normas internacionales de protección a las
poblaciones que lo necesitan.
Este concepto de “soberanía como responsabilidad” ha llevado finalmente a la
elaboración del principio de la “responsabilidad de proteger”, que se funda en tres
pilares: la responsabilidad de los Estados por sus poblaciones, el apoyo
internacional a los Estados en el ejercicio de esa responsabilidad y una participación
internacional más enérgica y multifacética en los casos en que es evidente que un
Estado no protege a su propia población del genocidio, los crímenes de guerra, la
depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad.
Como los mandatos relativos a
responsabilidad de proteger se encuentran
instruyó a mi colega, Edgard Luck, Asesor
responsabilidad de proteger y a mí formar
los cuatro crímenes o infracciones.
la prevención del genocidio y la
interrelacionados, el Secretario General
Especial del Secretario General sobre la
una oficina conjunta que se ocupara de
En cuarto lugar, si bien los dos primeros pilares de la responsabilidad de
proteger no generan controversias, las recientes medidas adoptadas por el Consejo
de Seguridad en Côte d’Ivoire y Libia en relación con el tercer pilar han demostrado
que la respuesta internacional está ganando cada vez más terreno, a pesar de que las
intervenciones siguen siendo controvertidas.
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Nuestra Oficina, guiada por estos fundamentos y principios, lleva a cabo una
serie de actividades relacionadas con la vigilancia y la evaluación de riesgos,
asesorando y alertando, fortaleciendo la capacidad y aumentando la concienciación
para promover los esfuerzos nacionales, regionales e internacionales por proteger a
las poblaciones del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y los
crímenes de lesa humanidad, así como de la incitación a cometerlos.
Un elemento fundamental de nuestra labor es la reunión y el análisis de
información a los fines de dar una alerta temprana. La Oficina analiza los
acontecimientos que se producen en todo el mundo mediante su Marco de Análisis,
un instrumento objetivo para evaluar el riesgo de que se cometa un genocidio, para
lo cual se tienen en cuenta ocho conjuntos de factores relacionados con la identidad.
Cuando existe el riesgo de que se cometa un genocidio o crímenes similares en una
situación concreta en algún país, publicamos informes y notas de asesoramiento
sobre políticas a fin de alertar al Secretario General y los miembros del Consejo de
Seguridad sobre esa situación.
A fin de fortalecer la capacidad de prevención, alerta temprana y respuesta, la
Oficina también ha llevado a cabo un programa de formación orientado al desarrollo
de la capacidad. Entre 2009 y 2011, realizamos 34 sesiones de formación en 13
países y capacitamos a 738 personas sobre la prevención del genocidio y crímenes
similares.
Dado que consideramos que la Oficina cumple una función catalizadora, para
lograr los objetivos generales de prevención es esencial colaborar con los asociados
dentro y fuera de las Naciones Unidas, como las organizaciones gubernamentales y
no gubernamentales, la sociedad civil en general, las instituciones de investigación y
la comunidad académica.
En lo que respecta al futuro y a la persona que el Secretario General designe
como mi sucesora, espero que el marco conceptual, institucional y operacional que
hemos establecido para la Oficina proporcione un fundamento sobre el que se pueda
basar su labor futura.
En cuanto a mí personalmente, con independencia de lo que haga en la
próxima fase de mi vida profesional, no tengo duda de que las causas que me han
preocupado en los últimos decenios, entre ellas, la última, el mandato sobre la
prevención del genocidio, me seguirán preocupando y constituirán la base de una
continua cooperación con las organizaciones y las instituciones que comparten estas
inquietudes.
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