Homilía: Solemnidad de la Natividad del Señor (Navidad) 2011

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Homilía – Solemnidad de la Natividad del Señor
(Navidad) 2011 (B)i
Monseñor José H. Gomez
Arzobispo de Los Ángeles
Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles
Los Ángeles, California
25 de diciembre de 2011
Hermanos y hermanas ¡Feliz Navidad!
¡Hoy es un día de gran alegría! Hoy, la profecía que hemos escuchado en la primera
lectura de esta santa Misa ha sido cumplida. Ante los ojos de todas las naciones, nuestro
Dios ha venido a la tierra trayendo la Buena Nueva de paz y salvación.
Hoy, la luz ha dispersado la oscuridad del pecado que hace difícil que las personas en
nuestro mundo encuentren a Dios.
Es por ello que hoy, alrededor de todo el mundo, “desde donde sale el sol hasta
el ocaso” ii, una nueva canción se eleva desde la tierra hasta el cielo, al celebrar
con las personas de todas las naciones esta fiesta santa.
Hoy, para nosotros, ¡ha nacido un niño! Y su madre lo envuelve en pañales y lo acuesta
en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el alojamiento.
Hoy, en el Día de Navidad, debemos preguntarnos: ¿Aún hay lugar para Jesucristo en
nuestro mundo? ¿Aún hay lugar para Él en nuestros corazones? ¿Podemos seguir
creyendo en su salvación, en la paz que Él nos trae a nosotros y a todo el mundo?
Hoy rezamos por la paz en el mundo, especialmente en aquellas tierras donde Jesucristo
nació. Recemos también por todos los niños, especialmente por aquellos que han nacido
en dificultades y pobreza. Además, pidamos por todos aquellos que aún no han visto la
luz, que aún no han recibido al Niño que viene a nosotros en Navidad.
Las lecturas de las Sagradas Escrituras hoy nos dicen que el nacimiento de Jesús es al
mismo tiempo un misterio sagrado y el acontecimiento más importante de la historia de
la humanidad, la historia de la salvación. En la segunda lectura hemos escuchado:
En diversas ocasiones y bajo diferentes formas Dios habló a nuestros padres por medio
de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo… por
quien también hizo los mundos.”
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Este es exactamente el mensaje que escuchamos en el Evangelio de hoy. San Juan lo
explica de manera muy sencilla y hermosa, como hemos escuchado:
La Palabra era Dios… Todas las cosas fueron creadas por Él…
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
¡Esto es sorprendente! ¡Apenas lo podemos creer! ¡Pero es verdad! Este niño, nacido de
la Virgen María, ¡es Dios mismo! El Creador del universo ha venido a vivir en su
creación. El Dios que nos creó a cada uno de nosotros, ha venido para estar con
nosotros, para compartir nuestra vida humana de manera que podamos compartir su
vida divina.
Hermanos y hermanas, este es el hermoso regalo de la Navidad. ¡El regalo de Dios
mismo!
En el Evangelio de hoy, San Juan nos dice: “A todos los que lo recibieron les dio poder
de hacerse hijos de Dios”
Hermanos y hermanas, este es el verdadero regalo que recibimos en Navidad. La
posibilidad de convertirnos en hijos de Dios.
Hoy en Navidad, el Niño del pesebre en Belén nos llama a cada uno de nosotros por
nuestro nombre. Al igual que los pastores y reyes, necesitamos ir hacia Él.
Ya que Jesucristo compartió nuestra vida humana, sabemos que todas nuestras
actividades cotidianas, nuestro trabajo, nuestras relaciones y nuestra participación en la
sociedad, están llenas de sentido divino.
Alabamos a Dios no sólo cuando venimos a la iglesia, sino que lo alabamos también
cuando servimos a los demás por amor, poniendo amor en las pequeñas cosas que
hacemos en la vida diaria.
Entonces, ¡empecemos hoy, en Navidad! Hagamos de este día el primero de una nueva
vida para cada uno de nosotros. Empecemos hoy a ser menos individualistas, menos
egoístas, y hagamos de nuestras vidas una ofrenda a Dios y a los demás.
Trabajemos juntos para brindar la gracia y la verdad de Cristo, Su justicia y amor a
nuestra gran Arquidiócesis de Los Ángeles. Trabajemos para que hagamos de esta
ciudad un lugar donde sea más fácil ser buenos, donde sea más fácil amar y ser amados.
Así mismo, trabajemos duro para amar a aquellos a quienes Jesús ha amado de manera
especial, a aquellos que no tienen nada que ofrecernos a cambio: el pobre y el no
nacido, el preso y el inmigrante, el enfermo, el herido y el hambriento.
Necesitamos encender la luz de Jesucristo en cada área de nuestra sociedad. ¡Hagamos
hoy espacio para Dios en nuestros corazones y en nuestro mundo!
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Recemos también hoy a Santa María, la Madre de Dios y a su esposo San José, quienes
siguen guiando y protegiendo a la familia de Dios. Recemos para que seamos dignos de
recibir las promesas de Cristo, quien es el regalo de Dios que recibimos hoy en
Navidad.
Les deseo a todos ustedes y a sus seres queridos una Santa Navidad y un Año Nuevo
lleno de bendiciones.
i
ii
Readings (Mass During the Day): Isa. 52:7–10; Ps. 98:1–6; Heb. 1:1–6; John 1:1–18.
Eucharistic Prayer III.
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