En el periodo de 1970 a 1980, en México se marca el inicio de una

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FERNANDO MINAYA HERNÁNDEZ
Y
ALEJANDRO OCHOA VEGA
México en los años setenta,
arquitectura, poder y administración
pública: algunos casos representativos
Fernando Minaya Hernández y Alejandro Ochoa Vega
Alumno de la maestría en Ciencias y Artes para el Diseño
Profesor del Departamento de Métodos y Sistemas
En el artículo se establece una aproximación al contexto
político, económico y arquitectónico del México de los
años setenta y se realiza un análisis tipológico y arquitectónico de los centros de gobierno de los estados de Baja
California, Sinaloa, Chiapas y la Delegación política
Venustiano Carranza en el Distrito Federal.
This article reviews the political, economic and architectural context of Mexico in the 1970s, including a
typological and architectural analysis of the seats of
government of the states of Baja California, Sinaloa and
Chiapas and the city hall of the borough of Venustiano
Carranza in the Federal District.
Palabras clave: tipología arquitectónica, administración
pública, palacios de gobierno, centro de gobierno, unidad
administrativa, delegación, modernidad arquitectónica,
arquitectura institucional.
Keywords: architectural typology, public administration, capitol buildings, seat of government, administrative unit, borough, architectural modernity, institutional
architecture.
INTRODUCCIÓN
En el periodo de 1970 a 1980, en México se
marca el inicio de una inestabilidad política
y sobre todo económica, después de varias
décadas de estabilidad desde el llamado “milagro mexicano”. El movimiento estudiantil
de 1968, la llegada del presidente Luis Echeverría (1970-1976) con un perfil de gobierno
populista, la recesión mundial, el despilfarro
y la debacle del sexenio de José López Portillo (1976-1982), la inflación, y las fallas del
modelo estabilizador de la década de 1950,
fueron factores determinantes para el fin de
los preceptos revolucionarios. Por otro lado,
el gobierno proyectó de nuevo, y mantuvo a
cuestas, el modelo desarrollista sosteniendo
la economía en el petróleo para incentivar
las grandes obras de infraestructura y equipamientos urbanos.
La difícil tarea asumida por el Estado fue
articular y reorientar el gasto público al desarrollo urbano en áreas como la cultura, los
servicios sociales, la vivienda y los edificios
administrativos, Al mismo tiempo, en diferentes niveles del Estado se promovió una
mayor eficiencia en la administración pública
y se construyeron nuevas sedes de gobierno
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ANTECEDENTES
en gran parte de los estados de la república.
La prioridad para estos centros fue concentrar
todos los servicios públicos en beneficio de las
comunidades locales. En el presente artículo
pretendemos aproximarnos a la problemática
de una década de transición entre el México
posrevolucionario (social y benefactor) y el
neoliberal, desde el análisis de la arquitectura
institucional, con objeto de ubicar determinantes económicas y políticas, así como la
tipología arquitectónica de la administración
pública.
Por otro lado, es relevante constatar como
la arquitectura está ligada estrechamente al
poder del Estado, y también a la creación de
espacios arquitectónicos para las funciones
administrativas (fig. 1).
En su evolución desde los antiguos palacios virreinales (muchos convertidos en ayuntamientos en el siglo XIX), los edificios de oficinas
gubernamentales definieron esquemas arquitectónicos vinculados, primero, al desarrollo
de un Estado centralizado y dependiente de la
corona española, y luego a otro independiente
y en buena medida liberal. Durante el siglo
XX, después de la Revolución, la consolidación
de un Estado nacionalista y moderno implicó
una transformación de las estructuras político
administrativas que modificó los programas
arquitectónicos de las sedes de gobierno.
La reutilización de edificios construidos en
la época de la Colonia, que en muchos casos
Figura 1. Izquierda. Palacio Municipal de Monterrey,
Nuevo León, Obras, 1979, p. 33; derecha-superior,
Delegación Gustavo A, Madero, DF, Anuario de
arquitectura mexicana, 1979, p. 177; derecha inferior,
Plaza Cívica, Mexicali, Baja California, Obras, 1977, p. 18.
pertenecían a la iglesia (conventos y hospicios) y al extinto poder virreinal, fue propicia
para albergar las instalaciones administrativas
del gobierno surgido de la independencia de
México.
Aunque la construcción de espacios para
los servicios administrativos del Estado independiente requería áreas con características
distintas, lo cual demandaba una serie de
ajustes tecnológicos como la introducción
de nuevos materiales de construcción en la
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realización de proyectos de obra nueva, estos
cambios se reflejaron sólo a finales del siglo
XIX, en el periodo del presidente Porfirio Díaz
(1877-1911), con la primera modernización
e industrialización. Algunos casos relevantes
fueron los palacios de gobierno en Nuevo
León,1 Colima,2 Guanajuato3 y Puebla.4
Durante el siglo XX la institucionalización
del Estado posrevolucionario trajo consigo la
reorganización estructural del sistema político mexicano. La consolidación de espacios
destinados a usos administrativos después de
1917 hizo necesaria la edificación de las sedes
de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en
el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924).5
Otros ejemplos de edificios de carácter administrativo del nuevo régimen fueron el Departamento de Salud6 (actual Secretaría de Salud)
y la Suprema Corte de Justicia.7 Durante un
amplio periodo, los centros de los gobiernos
estatales y municipales desaparecieron casi en
su totalidad de los programas federales, y fue
hasta 1960 cuando tuvieron un nuevo impulso
del gobierno nacional.
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como base de la economía industrializada: el
llamado “desarrollo estabilizador”. Lo anterior fue impulsado por el presidente Miguel
Alemán (1946-1952), y durante su gestión el
crecimiento económico del país registró un aumento del producto interno bruto (PIB) de 7.3%
en 1940. La modernidad y progreso, respaldados en el desarrollo nacionalista en todos los
rubros (sociales y económicos) que se habían
planeado por el Estado desde la Revolución,
parecía convertirse en realidad para la nación
al tener en puerta la oportunidad de integrarse
a los países del primer mundo. La bonanza de
los años cuarenta también fue propiciada por
la Segunda Guerra Mundial, que produjo beneficios a México en su crecimiento, sostenido
hasta 1970. Hasta el periodo de Díaz Ordaz
(1964-1970) las inversiones fueron recibidas
de manera creciente; la deuda exterior comenzó con el otorgamiento de los primeros créditos a México. Esto trajo serias consecuencias:
ahora sabemos que no se ha podido recuperar
la estabilidad y que conllevó a un estado de
letargo económico con déficit e inflación.
El periodo de Luis Echeverría (1970-1976)
vislumbró una actitud más populista y asistencialista en política económica; por esto, la deuda pública se incrementó con préstamos que se
realizaron en dicho sexenio. Esta política pretendió satisfacer las necesidades económicas y
sociales, y continuar con el nuevo modelo económico (el “desarrollo compartido”), el cual
proponía el equilibrio regional en la producción y disminuir el déficit comercial y la deuda
DESARROLLO POLÍTICO Y ECONÓMICO8
Para la década de 1970, el desarrollo económico se sustentaba en el modelo de sustitución
de importaciones, el cual proponía elevar los
aranceles de las importaciones para beneficiar
la producción interna de México y colocar a
las exportaciones de productos nacionales
A partir de esta nota y hasta la 26, excepto la 8 y la 9, se hará referencia a los autores de los edificios mencionados.
Francisco Beltrán, 1908, en Celso Garza, El estado de Nuevo León, Azabache, México, 1992.
1
2
Lucio Uribe, 1906, en Juan Reyes, El estado de Colima, Nueva guía, México, 1998.
3
Cecilio Louis Long, 1900, en Mariano Campillo et al., El estado de Guanajuato, Nueva guía, México, 1997.
4
Carlos S. Hall, 1908, en Ojeda Gamboa, El estado de Puebla, Azabache, México, 1994.
F. Méndez Rivas, 1922. Israel Katzman, La arquitectura contemporánea mexicana, Precedentes y desarrollo, ����-���,
���
���,
México, 1963.
5
6
Carlos Obregón Santacilia, 1926, id.
7
Antonio Muñoz, 1935, id.
8
Enrique Krauze, Los sexenios, tomos 1 y 2, Clío, México, 1999.
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pública para obtener un balance positivo en las
finanzas. El gasto se incrementó en esta década
por los excedentes petroleros producidos por
el descubrimiento de yacimientos en Tabasco.
Lo anterior implicó el cambio de una economía
fundada en la sustitución de importaciones a otra
basada en la producción de hidrocarburos, y en
la apertura de compra de productos y servicios
al exterior.
Indudablemente, el auge petrolero le proporcionó un respiro a la economía mexicana, pero
no se tenía contemplada la recesión económica
mundial producida en los años setenta. La significativa crisis impactó a los sectores obrero y
campesino del país, los cuales tenían un atraso
en el aumento de los salarios con respecto a
los precios del mercado; el resultado fue una
población mayoritaria debilitada, abandonada,
debido a la recesión, desorganizada y sin rumbo aparente dentro de la economía nacional.
La descapitalización del propio Estado afectó a las capas sociales más pobres y la bonanza
de la riqueza petrolera sólo benefició al sector
privado y a las trasnacionales. En un primer
momento, el gasto en obra pública no se afectó
seriamente, ya que todavía se podía contener
el agotamiento económico con los créditos, el
petróleo y el avance económico de las dos décadas anteriores. Sin embargo, la disminución
en la construcción de equipamientos sociales
y administrativos al final del periodo de José
López Portillo (1976-1982), hizo evidente la
crisis económica: el sistema no soportó los
embates de la ineficacia gubernamental. El
adelgazamiento del Estado fue provocado por
la falta de políticas para el desarrollo del país
y el alto endeudamiento con el exterior. El modelo económico adoptado en los años setenta
provocó lo que se denomina “el fin del milagro
mexicano”. Aunque México había alcanzado
una situación de estabilidad y crecimiento entre los años cuarenta y los sesenta, el endeudamiento y déficit de la siguiente década fue
de 12% del PIB, lo contrario de lo que propuso
López Portillo en su campaña: un crecimiento
del 14% anual.
El sustento económico de México desde
la década de los sesenta fue adquiriendo, en
mayor medida, dependencia mercantil hacia
las regiones del mundo que controlaban la tecnología y los procesos de producción, lo cual
provocó que el capitalismo estadounidense
afectara a México económicamente en la década de los setenta, lo anterior correspondió a
la crisis energética suscitada en el sistema de la
extinta Unión Soviética.
Otro factor importante fue la descentralización del Estado mexicano al dar cierta autonomía a los estados de la republica, de ahí la necesidad de crear las unidades administrativas o
centros de gobierno con el fin de llegar a casi
todas las entidades del país, cuyas poblaciones
crecían de manera importante y principalmente en las cabeceras estatales. La realización de
obras públicas administrativas fue impulsada
en esta década por la falta de espacios para
resolver las funciones económicas y políticas
de los poderes de la federación. La construcción de palacios de justicia, legislativos y ejecutivos en los diferentes órdenes de gobierno
(municipal, estatal y federal) buscó mejorar la
presencia del Estado en el territorio. El gobierno federal contribuyó al fortalecimiento de las
aduanas fronterizas y las unidades de abastecimiento de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), como parte del
plan de subsidios a las clases de bajos recursos,
que en su origen determinaría la estructura de
asistencia económica para el futuro del país.
Una entidad que tiene características que la
diferencian del resto de los estados es el Distrito Federal. Por su estructura dependía del
gobierno federal; el regente era nombrado por
el presidente de la república y tenía a su cargo 16 delegaciones políticas,9 cuatro de ellas
de nueva creación: Cuauhtémoc, Venustiano
Carranza, Benito Juárez y Miguel Hidalgo.
La construcción de espacios arquitectónicos
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adecuados y acordes con la demanda que requerían las delegaciones, municipios y estados
por la creciente población y la necesidad de
acercar el Estado hacia la sociedad fue la premisa del desarrollo de los llamados centros de
gobierno en la segunda mitad del siglo XX.
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Durante ese proceso, la ciudad de México
empezó a poblarse de innumerables conjuntos
habitacionales o condominios horizontales,
grandes o pequeños, de instancias públicas
y de la iniciativa privada, ocasionando que
la ciudad dejara atrás la predominante tipología habitacional unifamiliar, cuyo ejemplo
se muestra en la zona de Coapa, al sur de la
capital del país.
Otras edificaciones de gran impacto fueron
los centros comerciales, educativos, culturales, hospitales, hoteles, edificios de oficinas y
centros de convenciones. El nuevo concepto
de centro comercial, mall o plaza, es de origen
estadounidense y se caracteriza por concentrar
en un gran terreno una o más tiendas ancla
(grandes almacenes), locales comerciales, restaurantes, cines y estacionamientos. Las primeras edificaciones en el país se realizaron a partir
de 1969, Plaza del Sol en Guadalajara y Plaza
Universidad11 en la ciudad de México, con andadores a cielo abierto; después vendrían Plaza
Satélite en el Estado de México,12 Plaza Patria
en la capital jalisciense, y Perisur en el DF al
final de la década de los setenta,13 entre otros.
En cuanto a los centros culturales destacan
la UNAM con la sala de conciertos Netzahualcoyotl y el Espacio Escultórico, entre otras instalaciones,14 así como el ALFA (hoy Planetario
Alfa) en Monterrey, que proyectó la iniciativa
privada.15 En los años setenta también se desarrollaron los centros de convenciones, particularmente en sitios turísticos como Cancún
ARQUITECTURA MODERNA
EN LA DÉCADA DE LOS SETENTA
En un acercamiento a la fase de la modernidad
de los años setenta, en este apartado abordaremos diversos géneros arquitéctonicos representativos de la década. En primera instancia, la
arquitectura habitacional. Al aumentar considerablemente la natalidad y emigración hacia
las ciudades, el Estado tuvo que crear organismos que contrarrestaran el problema del crecimiento poblacional, así nacieron el Infonavit, el
Fovissste y el Indeco, entre otros organismos
oficiales. Inicialmente estas instituciones construyeron conjuntos habitacionales en todo el
territorio nacional, basados principalmente
en esquemas que tomaban como referencia
las súper manzanas y criterios de zonificación
del urbanismo funcionalista. En los primeros
proyectos se convocó a despachos de prestigio
y probada calidad arquitectónica,10 los posteriores quedaron en manos de proyectistas más
convencionales, y al final aquellos organismos
ya ni siquiera construyeron directamente y se
convirtieron en oficinas de financiamiento.
Ley Orgánica del Departamento del Distrito Federal
Federal, decretada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de diciembre
de 1970, en la cual se crean las actuales 16 delegaciones políticas, en Enrique Espinosa, Ciudad de México, compendio
cronológico de su desarrollo urbano (1521-2000), ���, México, 2003.
9
10
Infonavit Iztacalco: Imanol Ordorika, J. Francisco Serrano, Francisco J. Serrano y José R. Nava, 1973, id.
Juan Sordo Madaleno, José A. Wiechers y José I. de Abiega, 1969, Humberto Ricalde y Gustavo López, “Arquitectura en
México, 1960-1980”, en Cuadernos de arquitectura y conservación del patrimonio artístico, apuntes para la historia y crítica de la
arquitectura mexicana del siglo ��:: 1900-1980
1900-1980, vol. 2, núms. 22-23, ���/����, México, 1982.
11
12
Juan Sordo Madaleno, José A. Wiechers y José I. de Abiega, 1972, id.
13
Juan Sordo Madaleno y José A. Wiechers, 1979, id.
14
Orso Núñez y Arcadio Artís Espriú, 1976, id.
15
Fernando Garza Treviño, 1978, id.
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y Acapulco.16 En el sector de la educación, la
Universidad Nacional se expandió a través de
la Escuela Nacional de Estudios Profesionales
(ENEP) y del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) con diversos planteles ubicados en
la zona metropolitana. A su vez, se fundó la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM)
con tres sedes; el primer rector general fue Pedro Ramírez Vázquez, y David Muñoz el arquitecto de los edificios fundacionales. Como
centros de investigación de alto nivel y de enseñanza superior resaltan El Colegio de México y la Universidad Pedagógica Nacional,17
respectivamente. Estos edificios marcaron la
expresión monumentalista característica en la
obra de sus autores. El Colegio de Bachilleres
fue otro centro de enseñanza de nivel medio superior que surgió con la idea de cubrir una demanda educativa cada vez mayor, tanto en los
estados como en el DF. En lo cuantitativo y tecnológico, la estandarización desarrollada desde
el Comité Administrativo del Programa Federal
de Construcción de Escuelas (CAPFCE) provocó
que varios de estos equipamientos educativos
se simplificaran: a la larga, perdieron relevancia
arquitectónica e identidad regional.
El impulso que la industria turística tuvo
entre 1940 y 1950 abrió posibilidades para
el avance de la arquitectura hotelera. Como
referente significativo destaca el Camino Real,
de Ricardo Legorreta, en la ciudad de México
(1968). Legorreta realizaría en los siguientes
años para la misma empresa, los proyectos de
Cabo San Lucas, Cancún e Ixtapa Zihuatanejo,
conjuntos que además de responder a las con-
diciones físicas del lugar, implicaron la búsqueda de ambientes cálidos y vivos, a través
del uso del color, aplanados rústicos y remates
visuales con esculturas o fuentes.18
En la edificación de hospitales, el proceso
se inició en 1940, momento en el cual la federación aprobó un plan de construcción de hospitales que dotaron de instalaciones modernas
al IMSS, al ISSSTE y a la SSA como instituciones
principales, y que ha continuado hasta la fecha.
La década de 1970 aportó algunos ejemplos
de interés en hospitales: Instituto Mexicano de
Atención a la Niñez (IMAN),19 ahora DIF, y el
de Gineco Obstetricia,20 ambos en la ciudad de
México, entre otros.
El último género por mencionar es el de los
edificios de oficina, que además de haberse
impulsado mucho en 1970 se relaciona con los
casos de estudio que abordaremos más adelante. Dicha arquitectura está asociada directamente con la modernidad debido a su imagen,
escala y plástica, que en los años setenta ya
utilizaba prismas puros de fachadas de cristal
polarizado, y poco después, de espejos. Algunos de sus referentes fueron el Seagram Building de Mies Van Der Rohe, en Nueva York, y
el Lever House de SOM, en la misma ciudad.
El primer caso mexicano fue el Jaysur de Augusto H. Álvarez, en la esquina de Paseo de la
Reforma y Varsovia, en el que Álvarez aplicó
la Curtain Wall (muro cortina). Así llegamos a
1970, con una serie de ejemplos que es necesario tomar en cuenta: los edificios de IBM en
el Distrito Federal21 y Guadalajara,22 las sedes
del Infonavit en la capital23 y los estados, el
16
Alberto González Pozo, Enrique García Formentí y Jaime Nanclares, 1973, id.
17
Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, 1974 y 1979, id.
Hotel Camino Real Cabo San Lucas, 1972, Louise Noelle, Arquitectos contemporáneos de México, Trillas, México, 1996;
Cancún, 1975; Ixtapa, 1978, H. Ricalde y G. López, op. cit.
18
19
Pedro Ramírez Vázquez y Rafael Mijares, 1970, H. Ricalde y G. López, op. cit.
20
Agustín Hernández, Alejandro Martos y Gonzalo Arenas, 1975, id.
21
Augusto H. Álvarez y Enrique Carral, 1972, id..
22
Ricardo Legorreta, Noé Castro y Carlos Vargas, 1975, id.
23
Teodoro González de León y Abraham Zabludovski, 1973, id.
70
incluyen estacionamientos, plazas y jardines,
convirtiéndose en espacios urbano arquitectónicos con un carácter cívico por excelencia.
En todos ellos, además de realizarse trámites y
servicios, radica la principal autoridad local y
se efectúan de diversas ceremonias a lo largo
del año.
Tipos funcionales
En estas edificaciones el esquema del patio
central de origen virreinal se mantiene como
respuesta a la necesidad de distribuir de manera adecuada circulaciones horizontales y verticales, áreas de recepción, oficinas, y diversos
servicios. Las variantes tienen que ver con las
dimensiones, la proporción, si está cubierto o
no y su tratamiento como espacio de permanencia, con bancas, jardines, fuentes o esculturas, o si solo es un espacio de distribución. Por
lo general, el uso del espacio abierto y rodeado
de pórticos con arcadas desparece, y en su lugar se deja una circulación perimetral cubierta
por el volado de la losa del primer piso. Las
antiguas proporciones de alturas de más de 4 m
se mantienen parcialmente en las plantas bajas,
pero el resto de los niveles corresponden a las
dimensiones convencionales de los edificios de
oficinas actuales; es decir, 3 m de altura mínimo
para circulaciones y zonas de atención al público y de un poco menos para cubículos y oficinas
en general. La organización de los espacios, valga decir que por los avances de la modernidad
arquitectónica, se simplificó, al poder generarse
como una constante las plantas libres, otorgándole una flexibilidad espacial.
Centro Bancomer,24 el de Seguros América,25
y la Plaza Comermex26 y, por supuesto, varias
de las nuevas delegaciones políticas en la ciudad de México, no pocas unidades administrativas en los municipios del país, y palacios de
gobierno, municipales y de justicia.
TIPOLOGÍA DE LA ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA27
Para la administración pública, la arquitectura se relaciona directamente con las oficinas,
aunque también, por su representación política, conlleva una relevancia y simbolismo muy
particulares. Si un edificio de carácter administrativo, sea privado o público, puede construirse
a lo largo de cualquier calle o avenida, con sólo
la banqueta y un vestíbulo como relación interior-exterior, en cambio los palacios de gobierno o municipales, rebautizados recientemente
en algunos casos como unidades administrativas, y las delegaciones políticas del Distrito
Federal, se emplazan en grandes terrenos que
24
Juan Sordo Madaleno, Augusto H. Álvarez y José Adolfo Wiechers, 1976, id.
25
Ricardo Legorreta, Noé Castro, Carlos Vargas y Emilio Guerrero, 1976, id.
26
Héctor Mestre y Manuel de la Colina, 1977, id.
El objetivo al analizar la arquitectura de este periodo es trascender la lectura estilística y hacerlo desde la tipológica, la
cual permite explicar los objetos desde distintas características funcionales, formales, espaciales y tecnológicas y no sólo
desde su aportación estética. Entre otros autores en que nos basamos están Giulio Carlo Argan, Marina Waisman, Luis
Guerrero y Salvador Díaz-Berrio.
27
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Tipos formales
para el edificio contenían una sistematización
del propio diseño, adaptadas a las circunstancias tanto de materiales como del inmueble
mismo. Con lo anterior se hizo evidente la
utilización de elementos de carácter industrial
desarrollados en México desde 1930. Los
materiales predominantes fueron el concreto
aparente, el aluminio, el cristal y las estructuras de acero.
La arquitectura de los años setenta representó
la última etapa de una modernidad funcionalista y el incipiente arranque de la posmodernidad. En relación con su tipología formal
implicó la persistencia de esquemas que venían de décadas anteriores, pero a la vez fue
dando paso a otro tipo de expresiones. Así, las
fachadas de cristal continuo, con volúmenes
compactos y apenas ciertos elementos de énfasis, convivieron con otras donde fue común
el uso de la línea curva y cierta tendencia a la
masividad, además del faldón horizontal continuo, muy frecuente en la época. En el caso de
la arquitectura institucional, además de estas
características, se retomaron ciertos principios
de composición previos a la modernidad: la simetría, monumentalidad y énfasis de accesos
por medio de escalinatas y balcones.
ANÁLISIS ARQUITECTÓNICO
DE LOS CASOS DE ESTUDIO
Los criterios para seleccionar los casos de estudio estribaron en poder acercarse a variantes
geográficas representativas del territorio nacional, además de identificar condiciones de emplazamiento relacionadas con la consolidación de
sectores urbanos, o con la revitalización de las
zonas centrales por medio de la inserción de
estos nuevos centros administrativos. Baja California, Sinaloa, Chiapas y ciudad de México
fueron los sitios escogidos.
Tipos estructurales y constructivos
En la década de 1970, fue común utilizar materiales prefabricados que requieren disposiciones formales apegadas al concepto modular.
Las piezas que se aplicaban específicamente
Fig.ura 2. Delegación Venustiano Carranza. Fuente: Fondo
Hermanos Mayo, Archivo General de la Nación.
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Fig.ura 3. Planta Principal,
Delegación Venustiano Carranza,
FRMH y AOV.
Delegación política Venustiano Carranza
en la ciudad de México28
La construcción de este edificio (figs. 2-4) comenzó en 1971, y su realización estuvo a cargo
de Enrique de la Mora, Juan José Díaz Infante
y Eduardo Echeverría. Con esa terna se intentó
reunir el trabajo de un arquitecto de amplia
trayectoria, con el de otro con experiencia,
pero de menos edad y con un tercero con menos práctica y joven: criterios similares habían
inspirado la designación de los autores del
proyecto de Ciudad Universitaria.
El proyecto se asentó sobre un terreno
de 100 000 m², ubicado entre las avenidas
Francisco del Paso y Trocoso, Fray Servando
Teresa de Mier y Lázaro Pavía. Su principal
problemática fue la densidad de población por
atender, comparable con la de algunas ciuda-
Figura 4. Delegación Venustiano Carranza, Fondo Hermanos Mayo, Archivo General de la Nación.
28
“Delegación Venustiano Carranza”, en Arquitectura/México
/
/México
, noviembre-diciembre, núm. 12, México, 1976, pp. 69-76.
73
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des de la república: este edificio debía resolver
los servicios sociales y administrativos en poco
tiempo, sin contar con la consolidación del
clásico centro de gobierno que ha llevado siglos en su desarrollo y establecimiento.
El proyecto se fundamentó en la utilización
de un módulo de 1.80 × 1.80 m que proveyera flexibilidad tanto a las oficinas como al
desplazamiento hacia los diferentes servicios.
Una prioridad que se integró fue la capacidad
del inmueble para modificar la distribución de
las oficinas en etapas posteriores; la herrería
modulada respondía a estas necesidades.
La estructura completa del edificio, por
medio de vigas y tensores, pende de cuatro
apoyos, esto le otorga una apariencia ligera
y transparente; al prescindir de numerosas
columnas, se aprovecha mejor el espacio. Los
entrepisos se encuentran formados por losas
casetonadas de .72 × .72 m., ancladas a tensores que vienen de la parte superior del edificio,
lo cual facilita cierto desplazamiento a todo
el cuerpo en caso de sismo; no obstante, la
estructura fue reforzada a partir del terremoto
de 1985.
La parte central del conjunto, tomando el
modelo de patio, es donde se desarrollan todas
las circulaciones verticales de los tres niveles
del edificio; el domo traslúcido que cubre la
parte central ilumina las oficinas de la planta
principal y alta, pero tiene dificultad para hacerlo en la planta baja.
La parte simbólica del edificio es el balcón
principal. Actualmente está reducido en su dimensión original debido a la ampliación de las
oficinas del delegado con vista hacia la plaza,
ubicada al frente del conjunto. Este elemento
nos remite a las fiestas cívicas y a las ferias de
productos que actualmente se llevan a cabo en
la plaza.
Al sur del edificio central se encuentra adosada una estructura que alberga una oficina de
la Secretaría de Relaciones Exteriores, la cual
ha afectado el diseño original del proyecto; en
el lado poniente se localizan diversas oficinas
de servicios civiles y judiciales, concentradas en
un edificio previsto en el proyecto original; en el
extremo poniente se ubica el cine Venustiano
Carranza y a un costado las oficinas locales
del DIF.
La situación actual del inmueble es óptima,
auque las afectaciones por hundimientos y
las modificaciones por el crecimiento de los
servicios han cambiado el proyecto original.
En algunos casos las transformaciones y las
adecuaciones de materiales y áreas de oficinas
son importantes. Por otro lado, las oficinas delegacionales presentan saturación de áreas administrativas, lo que ha causado modificaciones
en los proyectos originales de los inmuebles, en
la mayoría de los casos, de poca calidad e integración arquitectónica.
Centro cívico de Mexicali, Baja California
Las características de cualquier ciudad fronteriza, sobre todo con los Estados Unidos,
están determinadas por los flujos de entrada
y salida de las poblaciones de ambos países,
que por cuestiones comerciales, laborales o
educativas cruzan la línea cotidianamente. El
caso de Mexicali se define como la contraparte
de Caléxico, California y, aunque con historias
y desarrollos urbanos distintos, comparten clima y otras características físicas (como la traza
reticular, tan distintiva del urbanismo estadounidense). La capital de Baja California se fundó en
1903, y para los años setenta el gobierno local se
propuso construir un centro cívico que concentrara los poderes estatales, municipales y hasta
religiosos. Concebido por el arquitecto Roberto
Gómez Delgado, el conjunto se ubicó en el
centro geográfico de la ciudad e incluía la construcción de seis edificios: los palacios federal,
de gobierno, judicial, legislativo y municipal,
además de una nueva catedral. Cabe mencionar
que este sector se ha consolidado a lo largo de
74
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Figura 5. Palacio de Gobierno de Baja California, AOV.
alrededor. Dispuesto en cuatro niveles y un sótano, el nuevo palacio de gobierno deja ver en
su expresión formal la sobriedad de su carácter
oficial a través de un pórtico a doble altura, el
balcón del gobernador y la continuidad de los
faldones horizontales en sus cuatro fachadas.
Su conservación a casi 30 años de haberse
construido es buena pero, al agregar otros
edificios incluidas en el proyecto original, su
emplazamiento se modificó. En suma, es un
conjunto que tiene pocos atractivos arquitectónicos y que, a pesar de su presencia urbana, no
logró ser el principal referente de identidad de
la ciudad (figs. 5 y 6).29
los años; además del centro cívico, se construyeron otros equipamientos importantes para la
salud, el recreo, la educación y el comercio.
El centro de gobierno lo constituyen los
edificios de los tres poderes (ejecutivo, judicial y legislativo), localizados alrededor de
una plaza con una escultura al centro, áreas
verdes y estacionamientos colindantes. De
este conjunto, analizamos a continuación la
sede del gobierno estatal. A nivel funcional el
edificio se proyectó con un pórtico y vestíbulo
de acceso, por el que se llega a un patio de
distribución, con núcleos de escaleras y elevadores en sus extremos y las áreas de oficina
Figura 6. Planta de conjunto,
Centro Cívico de Mexicali,
FRMH y AOV.
En una entrevista al gobernador Milton Castellanos, promotor del centro cívico asentaba: “Este desarrollo urbanístico,
a la par de fortalecer la economía local y regional atrayendo el gasto del turista y abasteciendo el consumo nacional,
ha resuelto una serie de problemas de la comunidad, ya que se ha creado algo necesario para el pueblo que antes no
existía: un punto de identificación. El mexicalense ahora se siente orgulloso de su ciudad, pues tiene algo que enseñar al
visitante”. “Donde el cielo captura el sol”, en Obras, noviembre, Expansión, México, 1977, pp. 18-32.
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Unidad administrativa: palacios
de gobierno y de justicia de Sinaloa30
El palacio de gobierno, sede del despacho
del ejecutivo del estado y de todas las dependencias afines, es el edificio de mayores dimensiones y se resolvió por medio de un partido arquitectónico en forma de cuadrado, con
poco más de 100 m por lado y un patio central.
Tiene cinco niveles de oficinas, con pasillos de
distribución en cada uno, tanto externos como
internos; cuatro escalinatas de acceso, una de
ellas es acceso principal desde la plaza cívica
más amplia; y dos módulos centrales para
sanitarios y circulaciones verticales. Formalmente, el edificio es de escala monumental y
simétrico, acentuado por 12 columnas exentas
en los cuatro lados, que sostienen un gran
volado en la parte superior. La proporción es
horizontal, misma que se enfatiza al usar faldones a todo lo largo. Las texturas las aporta el
concreto estriado y, al estar remetido el cuerpo
principal del inmueble, se crea un claroscuro
que resalta las líneas horizontales y la piel
agreste del concreto. La estructura principal
se define a través de columnas de concreto
armado, con un distanciamiento modular de
12.20 × 12.20 m, las losas son precoladas y las
vigas de acero.
Esta unidad administrativa (figs. 7-9) está en
un sector de la zona poniente de la ciudad de
Culiacán, el cual se encontraba en condiciones
precarias por lo cual su construcción implicó
la urbanización de más de 150 000 m2, que
incluyeron un fraccionamiento comercial, calles, avenidas y el gran conjunto administrativo
con las sedes del poder ejecutivo y judicial
del estado, plazas, andadores, jardines y estacionamientos. Proyectada y construida por
el arquitecto Eduardo de la Vega (Culiacán,
1938) entre 1978 y 1980, la unidad representó,
junto con el centro cultural Genaro Estrada, la
obra más significativa del gobierno de Alfonso Calderón por su alcance social y presencia
urbana. El conjunto, por razones comerciales,
se denominó Centro Sinaloa, y a lo largo de
más de 25 años ha logrado consolidarse, pese
a la sobriedad arquitectónica de los edificios de
gobierno, que contrastan con los que le rodean.
El conjunto conforma un diverso repertorio
formal, y es una muestra de las contradicciones
de la posmodernidad.
Figura 7. Fachada principal, Palacio de Gobierno de Sinaloa, Fondo Hermanos Mayo, Archivo General de la Nación.
30
“Edificio de gobierno en Sinaloa”, en Obras, mayo, Expansión, México, 1981, pp. 48-57.
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Figura 8. Fachada posterior, Palacio de
Gobierno de Sinaloa, Obras, op. cit., p. 48.
Figura 9. Planta tipo, Palacio de
Gobierno de Sinaloa, FRMH y AOV.
El palacio de justicia es un edificio más pequeño, pero arquitectónicamente muy similar.
La planta baja es libre, salvo el modulo central
de escaleras y elevadores, con dos niveles de
oficinas y sin andadores perimetrales. Formalmente, la volumetría es compacta y sólo se
acentúa la horizontalidad con faldones en las
partes bajas y superiores y con una piel central
de cristal espejo. En suma, forman un par de
edificios con lenguaje arquitectónico común, el
de un funcionalismo tardío, representativo de la
arquitectura oficial de los años setenta, que en
buena medida contribuyó a consolidar la modernidad arquitectónica de la capital sinaloense.
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Palacio de gobierno
en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas31
fuente en cascada, que es resultado del espejo
de agua de la planta baja.
Las fachadas contienen grandes faldones
de concreto, la predominancia del macizo
sobre el vano es consecuencia de las altas
temperaturas de la región, de ahí que los vanos
se encuentren remetidos. La masividad del
cuerpo principal coincide con las expresiones
monumentales de los edificios de gobierno de
la época, y da énfasis al centro de la fachada
principal en la cual se confina el balcón adecuado con un grabado del escudo nacional, y
una campana sostenida por un cuerpo de concreto que sobresale al centro de las oficinas del
gobernador.
Las oficinas administrativas del estado responden a las necesidades y requerimientos tanto del sitio como de la propia ciudadanía. Con
el tiempo, la estructura ha podido sobrellevar
las circunstancias climáticas, a excepción de
algunos escurrimientos pluviales en los muros
de concreto. Hasta el momento no ha sufrido
modificaciones en su partido arquitectónico
original; lo más significativo del edificio radica en su proporción horizontal y en la pureza
de sus volúmenes frente a un contexto arquitectónico próximo de expresiones diversas y
contrastantes.
La construcción del palacio de gobierno comenzó en 1978 (figs. 10-12), y surgió de la necesidad de establecer un espacio arquitectónico
que concentrara las oficinas anteriormente ubicadas en dos edificios antiguos del centro de la
ciudad. El proyecto estuvo a cargo del arquitecto David Muñoz Suárez (San Miguel de Allende, 1924), y se localiza en la plaza cívica de
Tuxtla Gutiérrez, rodeado de algunos edificios
que también son oficinas gubernamentales.
La disposición de la planta arquitectónica
responde al esquema de patio central con dimensiones de modulación longitudinal y transversal
diferentes. En este edificio resalta el concreto,
el cuerpo prismático y la base de la planta
cuadrangular, en donde se localizan los servicios administrativos; los siguientes niveles son
oficinas de direcciones y coordinaciones de
gobierno. El patio central está compuesto por
un espejo de agua con una pieza arqueológica
de origen maya, encontrada en las ruinas de
Palenque. Actualmente el patio está cubierto
por una estructura tubular que no se incluyó en
el proyecto original. El estacionamiento se recluyó en el sótano, y remata al centro con una
Figura 10. Palacio de Gobierno de Chiapas,
Fondo Hermanos Mayo, Archivo General
de la Nación.
31
Noelle, op. cit., pp. 102-103.
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Figura 11. Planta principal, Palacio de
Gobierno de Chiapas, FRMH y AOV.
Figura 12. Plaza cívica de Chiapas.
Fuente: Fondo Hermanos Mayo, Archivo
General de la Nación.
CONCLUSIONES
Un Estado con necesidades
de afirmación y legitimización
La arquitectura para el poder y la administración públicos realizada en México durante los
años setenta del siglo pasado puede explicarse
a partir de cuatro condiciones principales: afirmación y legitimación del Estado, predominio
de conjuntos urbanos sobre edificios aislados,
expansión urbana y propuestas.
Después de la matanza de Tlatelolco, en octubre de 1968, el Estado intentó definirse desde
un perfil de atención a las necesidades populares para contrarrestar su imagen represiva y
autoritaria ganada durante el sexenio anterior.
Los programas sociales de alcance mayoritario
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fueron la prioridad, lo mismo que, a partir de la
arquitectura pública e institucional, una política
de puertas abiertas. De tal suerte, los nuevos
conjuntos administrativos se explayaron en los
espacios abiertos para la concentración popular,
y los edificios, a pesar de su sobriedad y masividad, buscaron la permeabilidad social con las
escalinatas monumentales y patios interiores.
Variante tipológica: conjuntos urbanos, más
que de edificios aislados.
Salvo algunas excepciones, los nuevos centros de gobierno o unidades administrativas se
concibieron como grandes conjuntos urbanos,
y no como edificios singulares. Generalmente
promovieron la concentración de diversas funciones político administrativas, que hasta entonces se encontraban dispersas en la ciudad.
De esta manera, los proyectos incluyeron más
de un edificio, espacios abiertos, áreas verdes,
estacionamientos y vialidades, entre otros requerimientos.
el emplazamiento en zonas históricas, como
sucedió en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el resto
buscó regenerar zonas deterioradas o consolidar nuevos sectores de crecimiento.
Propuestas arquitectónicas
de escasa relevancia
Durante la década analizada aquí, en la arquitectura mexicana se marcaron diversos
giros de continuidad respecto al movimiento
moderno y sus expresiones formales. Algunas
propuestas llevaron al máximo la ligereza estructural y la volumetría compacta,32 otras se
remitieron a referentes prehispánicos,33 unas
más apostaron por la masividad monumental.34 Los conjuntos administrativos estudiados
se inclinaron más por lo monumental, aunque
el caso de la Delegación Venustiano Carranza,
en la capital del país, denota una búsqueda de
solución estructural de gran ligereza.
Así, la arquitectura de la administración pública estuvo enmarcada por la crisis del fin del
México desarrollista, el trauma de la matanza
de Tlatelolco de 1968, el populismo de Luis
Echeverría y la grandilocuencia de José López
Portillo. De esta manera, el agotamiento del
funcionalismo arquitectónico tuvo su expresión en propuestas institucionales convencionales, o apostando por un monumentalismo.
Emplazamientos en sectores
de expansión urbana
Los años setenta fueron muy significativos en
el impulso de la planeación urbana en el país.
Los nuevos conjuntos administrativos del sector público se integraron o hasta detonaron las
expansiones de las ciudades. Fue excepcional
Nuevo Edificio de la Lotería Nacional, Ramón Torres, David Muñoz Suárez, Sergio Torres, Jorge Ruiz y Héctor
Velásquez 1971-1974, Humberto Ricalde y Gustavo López, op. cit.
32
33
Colegio Militar, Agustín Hernández y Manuel González Rul, 1976, id.
34
Colegio de México y Universidad Pedagógica, Teodoro González y Abraham Zabludovsky, 1974 y 1979, id.
80
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