Unas `primarias` ante unas decisiones cruciales Todo tiene su tiempo

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EUGENIO NASARRE
Diputado del Partido Popular
2 de junio de 2007
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Todo tiene su tiempo
CARLOS GARCÍA DE ANDOIN
Coordinador federal de Cristianos Socialistas PSOE. Concejal PSE-EE en Sestao
tesis del ‘apaciguamiento’ y de la ‘derrota’. La administración de
los resultados electorales del 27-M también va a estar determinada por esta cuestión. Ahora el escenario de las decisiones más urgentes se traslada a Navarra. En Navarra el Partido Socialista tiene la llave de la solución. Ha sido la tercera fuerza por votos
obtenidos. Pero su responsabilidad es inmensa. Para el nacionalismo vasco y para el proyecto tutelado por ETA la pieza de Navarra es esencial, obsesivamente central. Conquistar una parcela
de poder institucional en Navarra sería un paso de gigante.
Por desgracia, las cosas no están claras. La astucia otea en el
horizonte. Y la astucia está hecha de medias palabras, de ambigüedad calculada, de engaños, de regateos. Un amplio frente constitucionalista es posible en Navarra. Pero es un frente que necesita claridad y certidumbre. Es la hora de las grandes decisiones.
De alguna manera, por todo lo que acabo de relatar, las elecciones del 27-M tienen, inevitablemente, el alcance de ‘primarias’.
También, porque estamos ya muy cerca de unas elecciones generales trascendentales, en la que todos los españoles vamos a
decidir aspectos fundamentales de nuestra convivencia y de nuestro futuro. Si algo nos revela el resultado del 27 de mayo, es que
todo está abierto para las futuras elecciones generales. La victoria del PP en votos le sitúa en las mejores condiciones para afrontar unos comicios que cada día se nos aparecen más decisivos.
l PSOE ha ganado en poder territorial, más alcaldías de
grandes ciudades (+15), más presidencias autonómicas (+2),
el PP ha ganado en votos (+160.000). Pues bien, más allá
de la lectura partidaria creo que hay que destacar un hecho: la
elección de 66.162 ciudadanos como concejales, y entre ellos más
de 7.000 nuevas mujeres en un amplio abanico de opciones
políticas.
Detrás de esos números hay sobre todo personas que se disponen a ejercer el cargo como un compromiso derivado de su
ciudadanía y no pocos además de su creencia religiosa. Su contribución a la calidad de vida de las personas y al bien común
requiere una dedicación, junto a otras competencias y sinsabores, nada fácil de conciliar con los deberes profesionales y familiares. Es un compromiso cívico por cuatro años que debe ser
digno de estima y reconocimiento por parte de todos y particularmente de los que creemos que la “dedicación a la vida pública debe ser reconocida como una de las más altas posibilidades
morales y profesionales” del hombre (CVP n. 63). Hay espúreos
y es preciso extirparlos, pero no es un hecho generalizado.
Otra evidencia para poner las cosas en su sitio: éstas han sido
unas elecciones locales y autonómicas. En esta campaña se ha
producido una perversión política: se han querido convertir las
elecciones locales en unas elecciones primarias. Una cosa es que
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elecci ones
los resultados de las elecciones locales sirvan de hecho a posteriori como test indicador de posibles tendencias, también como
llamadas a la autocrítica, caso Madrid para el PSOE; otra bien
distinta es retorcer una campaña electoral para que sea lo que
no es. Todo tiene su tiempo, así dice el Eclesiastés (3,3). Tiempo
de municipales, tiempo de generales. Esta estrategia de ‘primarización’ y antagonismo exacerbado con temas de política nacional ha repercutido negativamente en la calidad democrática
de estas elecciones. Si bien a unos estimula y mantiene en vela
a otros lleva a la fatiga ciudadana y la abstención. Creo que ha
sido una oportunidad perdida de pedagogía y deliberación política sobre las prioridades de la política municipal.
En tercer lugar. A nadie se le escapa la sobrecarga y agitación
que hemos sufrido con el monotema de la política antiterrorista,
particularmente de mano del PP. Ello no es casual. Los medios
de comunicación también han sucumbido, por estrategia comercial o ideológica a las tácticas de propaganda de la izquierda abertzale. La consecuencia grave y palpable es que han quedado marginadas cuestiones relevantes desde un punto de
vista sociológico y cristiano, por ejemplo el papel de la política
local para la promoción de una vivienda accesible para todos, el
urbanismo salvaje, las políticas de integración de la inmigración,
la promoción de empleo, el desarrollo de la Ley de Dependencia
por las instituciones locales o las políticas ante la exclusión social. También temas como la promoción de la libertad religiosa,
bien en educación o a través de la reserva de suelo y adecuación
de las normativas para el culto en locales propios y públicos en
conformidad con el pluralismo religioso.
Cuarto. La semi-legalización de la izquierda abertzale representa una oportunidad de vuelta a la casa democrática. Cualquier
conato de terrorismo abortaría esta oportunidad. Debemos ser
plenamente conscientes de los riesgos y de las condiciones de incertidumbre en que el llamado proceso se encuentra, pero junto a la exigencia firme del fin de la violencia no podemos dejar
de “dar una oportunidad a la paz”, como decía un eslogan característico de las concentraciones silenciosas de la asociación
Gesto por la Paz. Con todo se impone prudencia en el caso de
Navarra.
Ha descendido la participación respecto a las pasadas elecciones municipales. No en exceso, pero sí es llamativa la diferencia a la baja de Andalucía y Cataluña. Esto rebate una idea
común por la que se piensa que la proximidad es garantía de
mayor implicación. No es así. La participación en los comicios
locales es menor porque son elecciones en las que una parte de
los ciudadanos piensa que lo que se decide es menos importante
o que las diferencias entre partidos son mínimas. Esto no exime,
sino que urge a los Ayuntamientos a hacer de la política local en
el día a día un experimento vivo de participación y ciudadanía,
a democratizar la democracia.
En la Vigilia de Pentecostés, que coincidió con mi último día
de legislatura, oré por los cristianos que en mi municipio hemos
sido concejales en las diferentes opciones políticas (PP, IU, PNV,
EA y PSE-EE) y di gracias por el Espíritu que hace posible la libertad y a la vez el entendimiento mutuo. Invito al lector a hacerlo por todos, cristianos o no.
2 de junio de 2007
l periódico nacional más influyente por ahora en España titulaba en primera página al día siguiente de los comicios
del 27-M: “Batasuna recupera una fuerte presencia en sus
feudos gracias a las listas de ANV”. Así de claro. Pasadas las elecciones, nadie pone ya en duda de que las listas de ANV son Batasuna, es decir son el entramado ETA. Han logrado 982 concejales y han reconquistado una buena parte del Goyerri. Hasta el
Partido Socialista se ha quitado rápidamente la careta. Se ha apresurado a declarar que bajo ningún concepto pactará con ANV.
Este es, a mi juicio, el hecho más relevante de las elecciones
locales y autonómicas del 27-M. Si no hubiera sucedido, podríamos analizarlas con otra perspectiva, con la que ofrecería un
país, cuya vida democrática transcurriría con normalidad. Pero este no es el caso y debemos hacer, aunque nos cueste, el esfuerzo
intelectual y moral de asumir el hecho y sus consecuencias.
Porque la trascendencia de lo sucedido no es sólo que ETA, a
través de su brazo político, se haya presentado a las elecciones
locales. Lo grave consiste en que ha vuelto a las instituciones democráticas, una vez que la soberanía nacional, mediante una ley
votada por amplísima mayoría, hubiera decidido que quien practica, defiende, propugna y avala el terrorismo como arma política debería estar expulsado de la vida democrática. Fue una decisión que tardó mucho en llegar. Necesitó un millar de asesinatos
y cerca de 40 años, durante los cuales la coacción provocada por
el terror había creado un clima social y político irrespirable en el
País Vasco, desde luego incompatible con lo que exige la vida democrática, que necesita la libertad como el oxígeno.
Burlándose de esta decisión de la soberanía nacional, ETA ha
logrado una pieza esencial para su estrategia: combinar la acción del terror con la participación en las instituciones democráticas. Es lo que siempre han hecho los movimientos totalitarios
en las democracias del siglo XX, acabando destruyéndolas, cuando han logrado sus objetivos, normalmente con los votos de las
urnas, una vez doblegada moralmente la sociedad objeto de su
conquista. Esta es la lección, acaso más importante, de todo el siglo XX. El ascenso de los totalitarismos al poder fue siempre una
mezcla de astucia y terror. La astucia ha consistido en burlar la
ley y utilizarla para sus fines perversos.
También en el proceso electoral ha habido mucha astucia y un
uso fraudulento de los instrumentos del Estado de Derecho. Pero
también ha habido complicidades, normalmente inspiradas por
el señuelo del ‘apaciguamiento’. Es la tesis expresada con aquellas estremecedoras palabras del fiscal general del Estado: “Hay
que evitar un ‘guantánamo’ electoral en el País Vasco”. Estuve en
la campaña electoral en tierras vascas. Me presentaba como concejal en una pequeña localidad de Guipúzcoa. Y en las radios con
simpatía nacionalista fue la frase que oí glosar con entusiasmo.
ETA ha logrado sus objetivos. Lo ha hecho sin pagar ningún precio, sin renunciar a nada, administrando sus tiempos de coacción
y terror, reservándose el papel de garante de los objetivos “políticos” que pretenden alcanzar ahora con mayor fuerza.
El panorama es sombrío. Y, no nos engañemos, afecta a toda
la vida nacional. Lo que ha vivido dramáticamente nuestra democracia en estos tres últimos años es el enfrentamiento entre
dos tesis sustentadas por los dos grandes partidos nacionales: las
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