ESTADO DE DERECHO La Rendición de Cuentas modifica las contrataciones del Estado Cuando la excepción se convierte en la regla Julio Iribarne FERRERE Abogados H emos vuelto a las Rendiciones de Cuentas que no se limitan a precisamente “rendir cuentas” al Parlamento sobre los resultados del ejercicio anterior. Continúa la práctica de introducir cientos de artículos, muchos con modificaciones de fondo que a nuestro juicio ameritarían mayor discusión de la que reciben. Este es precisamente el caso del artículo 103 de esta Rendición de Cuentas. El mismo establece como excepción que podrán comprar bienes o servicios sin utilizar el mecanismo general de la licitación pública los entes autónomos y servicios descentralizados “que se encuentren de hecho o de derecho” en régimen de libre competencia y a la ANEP. En primer lugar, cualquier régimen que excluya la licitación debería estar acompañado de un rigurosísimo proceso de auditoría interna (un cambio revolucionario no solo legal, sino cultural y de procedimientos). Es una doble garantía, para los administrados en cuanto al manejo de su dinero -que no otra cosa son los fondos públicos- y también para quienes ofrecen al Estado sus bienes o servicios en un régimen que establezca la igualdad de oportunidades. No se puede desconocer que venderle al principal comprador del Uruguay no es una pequeñez. Lo mínimo que se puede exigir es que todos tengan chance de participar y que quien hace la oferta más conveniente gane. Pero además la licitación pública establece un doble control, que se acaba con esta modificación. El control previo a la adjudicación que realizan los oferentes, y el control posterior en vía administrativa que a partir de ahora carecerá de suficientes antecedentes documentales para decidir y sobre todo entender como se actuó. Se abre la puerta a que entes autónomos, servicios descentralizados y ANEP contraten bienes y servicios sin licitación pública En segundo lugar, plantea un problema nada menor en cuanto a qué se considera un régimen de libre competencia a los efectos prácticos. La propia norma no ayuda cuando nos dice que este régimen puede ser “de hecho” o “de derecho”. ¿Qué pasa si se deja que cada jerarca resuelva si él se encuentra en un régimen de libre competencia de hecho o no? La respuesta parece obvia. Todos tendrán la tentación de obviarse el engorroso sistema de la licitación, y efectuar compras directas, tendiendo a minimizar el sector “monopólico” de su empresa. En tercer lugar, esta nueva excepción -que incluye un sector muy importante del aparato estatal, acelera la tendencia a convertir la excepción en la regla. Si esto continúa, y continuamos agregando excepciones al régimen general, argumentando razones tal vez compartibles en su espíritu, muy pronto la norma dejará de aplicarse por falta de sustancia. En cuarto lugar, elimina mediante una nueva excepción el efecto suspensivo de los recursos, “salvo que así lo resuelva el jerarca de la empresa contratante”. Se suprime otra garantía que hasta ahora tenían los oferentes, puesto que -para cuando se resuelvan los recursos- la compra ya estará hecha y paga hace mucho tiempo. O sea, el daño ya habrá sido causado y solo restará repararlo a costo, por supuesto, de los contribuyentes. La mayor discrecionalidad que se concede a los jerarcas sumada a disminución de los controles (y por ende de las garantías) contribuirá a un clima de menor transparencia en los negocios del Estado. Si lo que se quería era agilizar el mecanismo de compras, se debió buscar una forma que disminuyera los plazos sin eliminar las garantías. O cambiar el sistema desde cero sustituyendo los controles actuales por otros, igual o más efectivos. Pero conceder esta especie de superpoderes a quienes no sabemos como los van a usar solo puede traer más inconvenientes que beneficios. Ojalá nos equivoquemos, pero el escenario más probable es un aumento significativo de cuestionamientos a la transparencia de las compras y de sentencias que condenen al Estado -léase nosotros- por haber, en aras de la velocidad, perjudicado a quien ofrecía lo mejor. La Rendición de Cuentas eliminó la licitación en un amplio sector del Estado La licitación no es perfecta pero es una garantía para administrados y oferentes Lo más grave es que se eliminan controles sin introducir nuevos Se eliminó también el efecto suspensivo de los recursos El Estado es el principal cliente para muchas empresas EL NUEVO RÉGIMEN REDUCE LA TRANSPARENCIA DE LAS CONTRATACIONES ESTATALES ¿Cómo queda el TOCAF? Artículo 33. Todo contrato se celebrará mediante el procedimiento de la licitación pública, cuando del mismo se deriven gastos de funcionamiento o de inversión o salidas para el Estado, y por remate o licitación pública cuando se deriven entradas o recursos. No obstante podrá contratarse: 3) Directamente o por el procedimiento que el ordenador determine por razones de buena admi- nistración, en los siguientes casos de excepción: ...U) La contratación de bienes o servicios, cualquiera sea su modalidad, por parte de los entes autónomos y servicios descentralizados integrantes del dominio industrial, comercial y financiero del Estado, destinada a servicios que se encuentren de hecho o de derecho en regímenes de libre competencia. Las impugnaciones o recursos que en tales casos se interpusieran, en cualquier etapa del procedimiento, no tendrán efecto suspensivo, salvo que así lo resuelva el jerarca de la empresa contratante. V) Para adquirir, ejecutar, reparar bienes o contratar servicios destinados al mantenimiento y mejoras de infraestructura de locales de enseñanzambajo su dependencia, por parte de la Administración Nacional de Educación Pública.