CARACTERIZACIÓN DE LA ELITE POLÍTICA LOCAL EN UN NÚCLEO URBANO. ALBACETE TRAS LAS MUNICIPALES DEL 79 Óscar Martín García. Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea. Universidad de Castilla-La Mancha 1. Introducción Este trabajo se enmarca dentro de una investigación acerca de la gestión política en el ayuntamiento de Albacete durante el periodo de Transición. Un proyecto que intenta reflexionar sobre las relaciones políticas y de poder en el gobierno local; por lo que no podemos evadir la problemática ruptura-continuidad del personal político nacido de las municipales del 79 en relación con el que conformaba la última corporación franquista. Ese es el propósito de esta comunicación, delinear el perfil sociológico de las corporaciones neocensitaria1 y democrática, para arrojar algunas hipótesis preliminares sobre el significado del cambio en la política local. Somos conscientes de lo modesto, sólo nos planteamos abrir caminos a transitar en posteriores investigaciones, de nuestro estudio pues únicamente utilizaremos datos referentes al sexo, la edad, lugar de nacimiento, extracción profesional y nivel de instrucción para definir a dicho personal. Por ello, próximos análisis tendrán que ahondar en los orígenes familiares, la profesión de los padres, estado civil, la ocupación del cónyuge, número de hijos, la concepción de la política etc. 2 Los datos con los que se ha elaborado esta comunicación provienen de los informes remitidos por el ayuntamiento de Albacete al Gobierno Civil sobre la composición sociológica de la corporación en 1976, haciendo referencia al gobierno local nacido de las elecciones censitarias de 1973, y en 1979, tras las municipales que dan lugar al primer gobierno local democrático. Estas series provienen del Archivo Histórico Provincial de Albacete. La comunicación aquí presentada sigue el cauce inaugurado por otro trabajo sobre la evolución política del tardofranquismo municipal en Albacete2 y es complementaria de un estudio de las mismas características a nivel provincial.3 Recordemos que la transición a nivel local no fue paralela a la de otros ámbitos institucionales, desde el punto de vista cronológico se solapa con el proceso de consolidación a nivel general. El gobierno municipal, que en otras ocasiones había sido el peldaño inicial del cambio de régimen, se convertía ahora en la última etapa de la agenda democratizadora.4 Para Carlos Huneeus,5 el cambio político escalonado por etapas contribuyó a una proceso menos traumático, mientras que para Jordi Capo Giol6 posibilitó un sistema de partidos completamente diferente al que se hubiese dado de haberse celebrado las municipales con anterioridad a las generales. El gobierno Suárez fue consciente de la tradición política española durante el siglo XIX y del ejemplo más reciente, la proclamación de la II República, en la que el ámbito municipal se había erigido en baluarte de la transformación del sistema político 1 Este término es utilizado por G. Márquez Cruz en “La transición local en Galicia”, Revista de Estudios Políticos, 80. Con él se refiere a la clase política franquista renovada mediante las elecciones censitarias de 1973 y que permaneció en el poder local hasta las municipales del 79. 2 MARTÍN, Oscar: “Evolución política de las corporaciones franquistas. Albacete (1974-1979)” en Actas del V Encuentro de investigadores del franquismo, Albacete, noviembre, 2003 3 Este estudio se titula El cambio en el pueblo. Ruptura y continuidad en el medio rural albacetense. También ha sido presentado a estas jornadas. 4 MÁRQUEZ CRUZ, G.: Movilidad y lealtad política en Andalucía, CIS, 1992, pp .9-19 5 HUNEEUS, C.: “La transición a la democracia en España. Dimensiones de una política consociacional.” en SANTAMARÍA, J. (ed.): La transición a la democracia en el sur de Europa y América latina, CIS, Madrid, 1982, pp. 255-256 3 general. Era necesario consolidar un sistema de partidos poco polarizado y verificar la estabilidad en el voto antes de embarcarse en unas elecciones municipales que se podrían convertir en un plebiscito popular sobre el tipo de régimen y la transformación que se estaba llevando a cabo7. La continuidad de parte del franquismo en el seno de UCD hacía que aún imperase en el gobierno la idea de patrimonialización respecto al mundo municipal, se trataba de mantener el control de éste mediante el retraso de las elecciones municipales y la pervivencia de la ley de régimen local franquista. Todo lo cual posibilitaba un asentamiento más generalizado del partido del gobierno, UCD, en el mundo rural8. Somos conscientes de que éste no es un estudio sobre procesos electorales pero no podemos dejar de hacer una referencia tangencial ya que ellos moldean nuestro objeto de estudio, las elites. Las elecciones municipales de 1979 son el elemento articulador de la transición local. Lo cual ha hecho que sean consideradas como administrativas, despolitizadas, que obedecen a dinámicas propias y específicas de cada municipio sin conexión con la política general. Nosotros no compartimos tal percepción. Es obvio que las municipales conllevan una multitud de candidatos, campañas electorales específicas, con problemas y expectativas propias de diferentes contextos locales, pero en nuestra opinión no dejan de estar vinculadas a las elecciones generales. Sería más preciso hablar de interacción nacional-local que de objetos de análisis autónomo. Por ello, consideramos, en la línea de otros investigadores9, que los comicios municipales deberán ser abordados desde una doble panorámica: prestando atención 6 CAPO GIOL, Jordi: “Elecciones municipales pero no locales” en Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 56, 1991, p. 164 7 DOMÉNECH, X.: “El cambio político (1962-1976). Materiales para una perspectiva desde abajo” en Historia del presente, 1, 2002, p.62 8 MARAVALL, José María: La política de la transición, Taurus, Madrid, 1984, p.74 9 CAPO GIOL, Jordi: “Elecciones municipales pero no locales” Revista española de investigaciones sociológicas, 56, 1991, p. 4 tanto a lo particular y específico del municipio como a los rasgos generales que imbrican a las elecciones locales en una dinámica nacional10. Albacete es un ejemplo, como la gran mayoría de ciudades de sobrepasan los cien mil habitantes, de esta reciprocidad entre lo particular (del municipio) y lo general (del país) en las elecciones municipales. Las municipales estuvieron desprovistas de candidatos independientes de los partidos generales. Lo que indica el bajo nivel de localismo electoral, las municipales se politizan y se convierten en la arena de las luchas y estrategias de los grandes partidos. Sus claves explicativas en muchas ocasiones obedecen a un proceso de nacionalización: los líderes estatales participan en la campaña y los debates, habitualmente, están más relacionados con la realidad del país que la local. Por otro lado, el rasgo localista se encuentra en la comparación entre los resultados de las generales y las municipales, es aquí donde toma cuerpo el análisis particular y específico de la realidad política albacetense. Las municipales son el escenario de la recomposición de la derecha en relación a las generales y el PCE obtiene la recompensa a su labor de dinamización social en las zonas periféricas de la ciudad: AP baja estrepitosamente en favor de un aumento de UCD en la zonas donde viven las clases altas y medias-altas. Los más apegados al régimen optan por la vía pragmática, el voto útil, en el intento de cerrar las puertas del ayuntamiento a la izquierda. La subida del PCE en el extrarradio se debe a su contribución al movimiento asociativo y vecinal11. Respecto a los resultados que conformarán la elite objeto de estudio hay que decir que UCD y PSOE son las candidaturas más votadas en las municipales, aunque se 10 DELGADO SOTILLOS, I. y LÓPEZ NIETO, L.: “Un análisis de las elecciones municipales” en REP, 76, pp. 195-219 11 IZQUIERDO COLLADO, J.: Las elecciones de la Transición en Castilla-La Mancha, Instituto de Estudios Albacetenses, Albacete, 1984, p.69 5 configura una elite escorada hacia la izquierda (UCD, 11 concejales; PSOE, 11 y PCE, 5) que dará el gobierno a los socialistas. Para concluir con esta introducción, señalar que la elite local es heterogénea, no podemos hablar de un personal político local en términos absolutos, no podemos equiparar los gobiernos rurales con los urbanos. No tener en cuenta dicha distinción nos llevaría a hablar de una elite local de carácter agrario, rural, masculino y de baja capacitación técnica, debido a la distorsión introducida por la sobrerrepresentación del mundo rural que impone la ley electoral. La elite del pueblo y la de la ciudad obedecen a caracterizaciones diferentes12. En nuestro caso, señalar la especificidad a nivel provincial de la elite de la que nos ocupamos. La elite de la ciudad de Albacete es una isla en la provincia en relación a la preponderancia de una elite rural con un perfil sociológico completamente distinto. Recordemos que Albacete capital agrupa aproximadamente a un tercio de la población provincial y sin embargo sus concejales únicamente representan el 3,5 por ciento de los de la provincia, respondiendo el 96,5 por ciento restante (a excepción de un trío de localidades medias que aúnan en su elite rasgos urbanos y rurales) a una caracterización muy distinta. En la configuración de cada elite pueden tener diferentes grados de influencia la anterior desmovilización franquista, la tradición partidista (nula, a excepción del PCE, en Albacete, donde el PSOE se reorganizó muy tarde y otros - PSP y UCD- llegaron plenamente conformados desde Madrid), las características socioeconómicas, el nivel de continuidad del franquismo local etc. 12 Ver J.CAPO, M.BARAS, J.BOTELLA, G.COLOME: “La formación de una elite política local” en REP, 59, 1988, pp. 199-225 6 2. La configuración de una nueva elite política En primer lugar, señalar que buena parte de las repercusiones que las elecciones municipales del 79 tuvieron en el mundo rural albacetense como el intento de los partidos por extenderse territorialmente, la cooptación de las diferentes elites locales, la aparición de candidaturas independientes, el premiar a los militantes mediante las candidaturas etc. se anticiparon en la capital a las generales del 77. La problemática que conllevan las municipales se produjo con antelación en el mundo urbano, debido a la mejor estructuración de los partidos en éste. La cual no fue debida a una tradición de militancia opositora y clandestina en la capital sino a una acelerada organización que permitiese tener las infraestructuras mínimas para competir en las generales, a excepción de un PCE que comenzó a reorganizarse con anterioridad, hacia 1974. Por lo tanto, podemos decir que el plantel político albacetense ante las municipales del 79 estaba en parte determinado por las celebración de dos comicios generales con anterioridad. La principal consecuencia fue la eliminación de la anterior elite política municipal. Como ya hemos visto en otro lugar13, los concejales franquistas que representaban el tibio aperturismo municipal fundaron, ante las expectativas de cambio, Alianza Democrática de Albacete (ADA). Una suerte de partido político, de signo ecléctico, que representaba el instrumento del aperturismo local para introducirse en la nueva dinámica política. Una opción que potenciaba su carácter municipal y el prestigio de algunos de sus miembros sobre los elementos ideológicos. Encajaría dentro de lo que Márquez Cruz denomina formaciones lista de espera o agrupaciones conformadas en 13 MARTÍN GARCÍA, Óscar; op.cit; 7 buena parte por personal político neocensitario que actúan como plataforma de integración de éste en los partidos políticos estatales. En los días anteriores a la celebración de las generales del 77 observamos el intento de los grandes partidos políticos por incluir a esta elite local en sus candidaturas, sin que la participación de algunos de los miembros de ésta en el ayuntamiento franquista fuese óbice para los intentos de aproximación de PSOE, PCE o PSP. Los partidos estatales consideraban que el reconocimiento en la ciudad, la buena posición social y la cercanía al poder de algunos de los componentes de ADA podía representar importantes dividendos electorales. El poblamiento de las listas de algunos partidos con candidatos de poca imbricación en la vida pública albacetense hacía necesaria la cooptación de elites conocidas por la ciudadanía, que además representaban nuevos recursos de diferente naturaleza. La presión de los partidos nacionales sobre ADA provocará grandes disensiones en el seno de ésta. Aunque la salida más natural de su personal político era la UCD, finalmente ADA participará en las generales en coalición con el Partido Socialista Popular e Izquierda Democrática. Desintegrándose después, y fiel a su naturaleza de plataforma, surtiendo de personal político a los grandes partidos, dos de los representantes de ADA (que no habían sido concejales tardofranquistas) formarían más tarde parte de la corporación por el PSOE. Por otro lado, los más conservadores del ayuntamiento franquista buscaron su reconversión al nuevo sistema mediante su incursión en las candidaturas de AP. También en estas elecciones observamos la presentación de tres candidaturas de independientes para el Senado, dos de ellas concejales neocensitarios, intentando potenciar una alternativa personalista, apolítica y local. 8 En conclusión, la elite municipal franquista que intentó continuar su carrera política tras la desaparición del régimen mediante los comicios generales del 77 y 79 representó el 21 por cien de la corporación, en ésta predominaba la visión funcionarial y despolitizada promovida por el franquismo. Sus cauces de incursión en el nuevo sistema político fueron ADA (que tuvo muchos elementos de candidatura independiente), AP y las candidaturas de independientes. Al contrario de lo sucedido en el ámbito rural, en la ciudad de Albacete UCD no fue el tradicional partido cobijo del tardofranquismo municipal14. Ninguno de ellos resultó elegido. La elite tardofranquista no reportaba beneficios electorales. Los resultados evidenciaban el rechazo a la elite política municipal franquista y la poca rentabilidad electoral de las candidaturas independientes, se confirmaba la dificultad de participar en estos niveles de la política sin una estructura estable que aportase los recursos necesarios15 y el poco calado del mensaje personalista y localista en las ciudades grandes. Tanto el tardofranquismo como el independentismo electoral quedaban eliminados como alternativas políticas para las municipales. En este caso, las generales tuvieron el efecto en la política local de unas primarias que aclaraban el contexto político. Como ya hemos dicho, llegamos a las primeras municipales con un mapa político delineado. El anterior juego de cooptación de elites municipales franquistas quedó limitado a intentos de partidos marginales Aquellos concejales franquistas con mayor talante político, en una corporación en la que predomina una visión despolitizada de la administración local, habían quedado 14 La carrera política de buena parte de los miembros de ADA, su posicionamiento aperturista en el ayuntamiento y la pertenencia de alguno de ellos con el Grupo Parlamentario Independiente de Gabriel Cisneros y Pío Cabanillas parecía mostrar que el personal de ADA pasaría a formar parte de UCD. Martín Villa envió emisarios para negociar la cooptación pero finalmente ADA bascularía hacia la izquierda. 9 desprestigiados por sus malos resultados electorales en las generales del 77 y 79. Tanto que tan sólo una concejala tardofranquista apareció en las listas de las municipales. La ostentación del poder municipal no fue una herramienta de atracción sino otra fuente de desprestigio debido al colapso financiero y funcional de la última corporación franquista, cuya legitimidad se ve frecuentemente socavada por las críticas recibidas desde las asociaciones vecinales. Las candidaturas presentadas en las municipales del 79 reflejan los resultados de los anteriores comicios democráticos del 77 y 79: desaparecen las listas independientes y el personal municipal tardofranquista queda representada por una candidata de AP con pocas probabilidades de ser elegida. La no participación de las agrupaciones independientes indica que la elite nacida de las urnas del 79 ha sido seleccionada en su totalidad por los partidos de ámbito estatal, éstos monopolizan las listas siendo los únicos canales de acceso. El nuevo personal de la corporación será reflejo de los criterios de selección de los partidos. Como ya hemos visto, un criterio básico es la no incorporación de la antigua elite municipal en las candidaturas, con lo que las municipales de 1979 representan el ocaso de este personal, al menos en lo que se refiere a cargos electivos ya que algunos siguieron en la política adheridos a diferentes partidos. Aunque Albacete había sido una ciudad tranquila para los intereses del franquismo municipal su control de los recursos del poder municipal hasta 1979 no permitió su permanencia una vez llegada la democracia. Un segundo elemento en la selección del nuevo personal político fue la edad, en la que influyó el ejemplo de una transición a nivel general fundamentada en el olvido de la guerra civil. La ruptura no se limita a las personas ya que la nueva elite elegida democráticamente representa un cambio generacional, un rejuvenecimiento del poder. 15 BARAS, Montserrat: “Elites municipales y partidos políticos.1983” en REP, 76, p.162 10 Si la media de edad de la corporación saliente era de 52 años la de la entrante era de 32, Albacete es un ejemplo de que la clase política municipal del 79 es más joven que la nacional e incluso que la media de la local para el resto del país, que es de 44 años. Aparece una nueva generación, que se enmarca entre los grupos de edad más activos socialmente y que rompe con la generación que había participado en la guerra. Aparece en el poder un personal con una relación indirecta con ésta, entre los que se mezclaban aquellos que habían sufrido la posguerra con los que habían crecido bajo el desarrollismo. Una apreciación que puede ser importante respecto a la conformación subjetiva del recuerdo, que moldea la percepción de la actividad política. Los dos ejemplos de inclusión en las izquierdas de aquellos que habían vivido la contienda en su juventud parece responder al criterio de premiar la larga militancia histórica. De aquí en adelante prestaremos especial atención a los alcaldes ya que como afirma Márquez Cruz: “los alcaldes dentro de las elites políticas locales forman un segmento específico y ostentan un liderazgo institucional; (...) las competencias jurídico-políticas atribuidas son referentes políticos y sociales, y personifican el poder político local.”16 Así, se puede decir que aunque también existe un relevo generacional en la alcaldía, 36 años del alcalde entrante por 43 del saliente, éste se inscribe en una tendencia local de rejuvenecimiento de la presidencia de la corporación que había comenzado bajo el franquismo. Al menos desde 1965, los cuatro últimos ediles del ayuntamiento habían sido más jóvenes que su predecesores en el cargo. No es nada nuevo hacer referencia a que los partidos reproducen la discriminación social de la mujer. Tan sólo dos mujeres formaron parte de la primera corporación democrática, menos de las que lo hacían en el poder franquista aunque con 11 un mínimo papel político. Lo cual es una prueba más del momento embrionario en el que nos encontramos, la democratización tiene una significación en la mentalidad colectiva - socializada durante cuatro décadas en unos determinados valores- más formal que real, unos hábitos democráticos verdaderamente asimilados mostrarían una mayor participación femenina. Llama la atención que el número de mujeres en las candidaturas de los partidos de derechas, las listas con mayor número son Fuerza Nueva (nueve) y AP (seis), es mayor que en los de izquierdas. Lo cual parece indicar una reacción de aquellos colectivos de mujeres que sienten amenazados sus valores ante el cambio que se está dando en el mundo tradicional femenino con la aparición de temas que anteriormente eran tabú. Mientras que la mujer más tradicional reacciona ante las primeras manifestaciones del feminismo en Albacete mediante la militancia en las derechas, la mujer progresista de izquierdas parece buscar otras vías de participación social.17 Ya hemos visto que la llegada de la democracia indica una ruptura respecto al personal político del ayuntamiento. Otra cuestión es la continuidad de los grupos sociales privilegiados por el franquismo. Mediante el siguiente cuadro intentaremos arrojar luz sobre dicha cuestión: CUADRO 1. DISTRIBUCIÓN PROFESIONAL DE LA ELITE POLÍTICA MUNICIPAL. Profesionales liberales y técnicos superiores Funcionarios y técnicos medios Autónomos y comercio Empleados Amas de casa 16 CORPORACIÓN NEOCENSITARIA 36,8% 15,8% 21,0% 26,3% 0% CORPORACÓN DEMOCRÁTICA 40,7% 25,9% 14,8% 14,8% 3,7% MÁRQUEZ CRUZ, G.:” La transición local en Galicia” en REP, 80, p.97 CAPO GIOL, J. y BOTELLA, J.: “Las elites intermedias de los partidos españoles: Resultados preliminares” en Problemas actuales del Estado social y democrático de derecho, Universidad de Alicante, 1985, p.91 17 12 La distribución referente al ayuntamiento neocensitario muestra el sesgo de la representación corporativa propia del régimen franquista, aunque no se atiene a la distribución de la población activa por oficios. La corporación muestra una participación equilibrada de clases medias-altas ilustradas con estratos más populares, típica caracterización de un ayuntamiento franquista en el que parte de los notables locales delegan en sustratos inferiores, en la búsqueda de una mayor legitimación popular. La aparición de la nueva elite no trae consigo una renovación profunda de los grupos que participan en la gestión local. Por paradójico que parezca, las más altas capas profesionales ocupan un espacio superior que en la corporación franquista. También se deja observar una elite democrática con un mayor peso de funcionarios y técnicos medios, propio de las necesidades de profesionalización.18 Las capas sociales más desfavorecidas tienen una representación muy limitada en el gobierno local, existe cierta renovación en el poder en favor de las clases medias emergentes sin existir un cambio profundo de la composición social, continuando el poder en esas clases medias-altas ilustradas. No se puede hablar de una retirada de la intelligentsia del poder local tardofranquista, como ocurrió en otras partes, e incluso podemos observar la continuidad y promoción de dichas clases liberales ilustradas en la nueva corporación democrática.19 El sillón de la alcaldía sigue representando la misma ocupación profesional cualificada (abogado) que en las últimas tres alcaldías franquistas. En líneas generales compartimos la apreciación de Garraud sobre su estudio de las elites locales del medio urbano francés, cuando dice que: “La estructura socioprofesional de los alcaldes urbanos tiene sólo una relación muy lejana con el 18 Aunque la elite franquista mostrase cierto perfil populista hay que señalar que, sin embargo, aquellos concejales con un mayor protagonismo político pertenecían a los estratos medios-altos 13 reparto de la población activa francesa (...). Los cargos estudiados proceden predominantemente de las capas sociales más favorecidas, no necesariamente por el nacimiento o la fortuna, sino por la educación y el status socioprofesional que ésta permite adquirir o por la notoriedad local”20 ¿Esta distribución del poder refleja un mayor interés de las clases medias por la política albacetense o una intervención de los criterios de selección de los partidos referidos al nivel de instrucción y a la ocupación? La respuesta no la podemos ofrecer aquí pero un análisis en el futuro sobre el perfil socio-profesional y educativo de los militantes de los partidos nos pondría en disposición de ello. Aunque no existe un cambio a nivel social, el recambio generacional, la relación indirecta con la guerra, su crecimiento y formación paralelos a los cambios del desarrollismo puede generar en esta nueva elite una concepción de la vida, de la política y del poder diferente. El poder sigue residiendo básicamente en el mismo estrato social pero podemos apuntar de forma preliminar, necesitaremos la confirmación empírica en próximos estudios, que el franquista se sustentaba más en rentas agrarias y tenía unos esquemas valorativos más beatos y populistas mientras que el poder en el nuevo ayuntamiento parece basar sus rentas en el sector servicios y sus valores están más en consonancia con una sociedad modernizada.21 Respecto a la distribución por partidos, el PSOE responde a su calificación de partido de población grande-mediana y de clase media profesional. UCD encarna la clase media-alta local ya que tiene los mayores niveles de instrucción y el mayor número de técnicos superiores, aunque sus naturaleza de partido catch- all le hace tener representación de todas las categorías profesionales. El PCE parece no guardar su perfil 19 CAPO GIOL, J.: “La elite política local en España” en REP, 59, 1988, p.142 BOTELLA, J.: “La galaxia local en el sistema político español” en REP, 76, p. 156 21 ÁLVAREZ JUNCO, José:”Del franquismo a la Democracia” en MORALES MOYA, A. y ESTEBAN DE VEGA, M. (Eds.): La Historia Contemporánea en España, Salamanca, 1996, p.160 20 14 obrero, sus representantes son funcionarios, técnicos medios-superiores y profesores. En este caso, la defensa por parte de los representantes del PCE de las clases más desfavorecidas socialmente parece deberse más a una cuestión de ideología que de identificación con la situación personal22. La elite política local representa cierta consonancia en la relación ideologíaextracción socio-profesional en el caso del centro-derecha para ser menor en la izquierda. Una de las cuestiones con las que se encuentran los partidos al confeccionar las candidaturas para el gobierno local, de las que luego saldrá la elite política, son los criterios que determinan la selección y el puesto en la lista. Lo cual nos introduce en la cuestión sobre si primar la representatividad, la cualificación o premiar a aquellos que con su militancia, trabajo y fidelidad han demostrado su compromiso con el partido. La preferencia por gente joven y el origen de los candidatos, el 60 por ciento han nacido en Albacete o en poblaciones cercanas, son elementos que muestran la búsqueda de candidatos representativos. Sin embargo estamos hablando de una corporación que en líneas generales se puede denominar cualificada, cuyo porcentaje femenino es muy inferior al de la ciudad y cuya extracción socio-profesional no se identifica con la del resto de los albacetenses, aunque refleja ciertos movimientos. Todo lo cual indica que las nuevas necesidades que generan el proceso de democratización y descentralización en el medio urbano, cuya resolución va más allá de la mera representación notabiliaria del franquismo, deben ser abordadas por una clase política cualificada. Observamos una dualidad de legitimaciones: la búsqueda de una legitimación populista en el franquismo y de una legitimación de ejercicio en el periodo democrático. Mientras el franquismo buscaba un ensanchamiento de sus bases sociales mediante la 22 CAPO GIOL, J. y BOTELLA, J.; op.cit; p.93 15 introducción de clases populares que dotasen de cierta representatividad a la corporación, el ayuntamiento democrático recibía de las urnas esta aprobación popular, a la que intenta aunar una legitimación proveniente del buen gobierno, de una buena gestión, para lo cual los partidos consideraron necesarias a unas elites con cierta cualificación. El aumento de la complejidad de la gestión demandaba un personal político cualificado que –en líneas generales- residían en las capas sociales más altas. Parece ser que los partidos fueron conscientes de la delicada situación de la corporación que heredaban y promovieron candidaturas en las que primaba lo técnico sobre lo representativo. Todo ello nos lleva a observar en la profesión y en la formación una plataforma para introducirse en el mundo de la política, al mismo tiempo que ésta ofrece la posibilidad de promoción social. La prima a personas cualificadas por parte de los partidos creó una tendencia hacia la configuración de una elite homogénea, que representaba las desigualdades existentes en la sociedad: masculina, con una media de edad joven, compuesta en buena medida por nativos o procedentes de la emigración rural de la provincia, cualificada, con buen nivel educativo y con cierto déficit representativo. Aunque en este punto debemos de hacer referencia a los representantes del PCE, que encajan perfectamente en las coordenadas antes expuestas pero que además gozaban de una mayor capacidad de representación debido a su participación activa en los movimientos vecinales y en la problemática urbanística de las barriadas. Esto no ocurre con el resto de una elite con una nula actividad opositora, poco conocida por la opinión pública albacetense ya que emerge en la arena política prácticamente con motivo de las primeras generales. 16 Para concluir con esta comunicación, nos gustaría apuntar algunas tendencias futuras de esta elite. Tan sólo un 19 por ciento de esta corporación continuaría en 1983. La renovación iniciada en el 79 persiste, junto a cierta movilidad de elites (de los que repiten un 33 por ciento lo hacen bajo nuevas siglas). La primera elite local democrática fue básicamente una elite de paso, no representó el momento fundacional de una tradición, de un personal que se reproduciría en el poder en los sucesivos comicios; con lo que ello conlleva de profesionalización en el cargo y patrimonialización del mismo.23 Todo ello remarca el carácter experimental de las primeras elecciones municipales en Albacete. Respecto a las causas hay que hacer referencia a la desaparición de UCD y la crisis del PCE. Aunque también nos podemos plantear otras cuestiones: ¿en qué medida la percepción gastos-beneficios traída consigo por las necesidades (tiempo, dedicación, problemas etc.) de un poder local más profesionalizado pudo contribuir al abandono de este personal?, ¿ fue el ayuntamiento el peldaño inicial del cursus honorum de esta elite hacia la política regional o nacional?, ¿por qué AP no recogió a la elite local proveniente de la extinta UCD?. Preguntas todas ellas que intentaremos contestar en próximos estudios. Conclusión A pesar del intento inicial de los partidos por fichar a la parte mejor dotada políticamente de la elite tardofranquista municipal, el electorado albacetense manifestó su deseo de cambio mediante su poco apoyo a este personal que buscó su supervivencia política en las candidaturas de ADA (en coalición con el PSP de José Bono e Izquierda Democrática), AP e independientes en las generales del 77 y del 79. 17 El deseo de cambio de los ciudadanos vino a manifestarse con la aparición de una elite municipal completamente renovada, que además representaba un profundo cambio generacional, con lo que ello supone de cambio en la percepción del poder, del juego político y de los valores. Sin embargo, este cambio no altera la conformación del poder social, el dominio de la ciudad seguía estando representado por las mismas clases sociales que lo habían hecho tradicionalmente. Esta nueva elite refleja las emergencia de clases medias dedicadas a los servicios pero no se identifica con la población en términos de sexo, extracción socio-profesional y nivel educativo. Todo lo cual indica que la llegada de la democracia a la política local albacetense configura una elite cualificada, con un concepto mucho más profesional de la política, en la que prima sus capacidades técnico-profesionales sobre su representatividad social. La conformación de esta elite cualificada sugiere el deseo de los partidos por sumar a la legitimación de origen, la proveniente de las urnas, la legitimación de ejercicio, la nacida de la buena gestión al frente del gobierno local. La disparidad sociológica entre electorado-corporación también ha sido puesta de manifiesto por Garuad en sus estudios sobre las ciudades francesas o por Gyford, Leach y Game en el caso inglés, éstos últimos señalan la existencia de “un duradero y fundamental desajuste, en términos de características personales, entre los consejeros locales y sus electorados.”24 El recambio generacional no representa únicamente la ruptura respecto al personal franquista sino también la entrada en el gobierno local de una elite joven y cualificada.. Sin embargo, no estamos ante la aparición de una elite duradera, ya que buena parte de ella no continuó en 1983. Las causas pueden ser varias; además de la 23 24 CAPO GIOL, J.: “La elite política local en España” en REP, 59, 1988, p.138 BOTELLA, J.;op,cit; p.157 18 disolución de UCD y la crisis del PCE, habría que estudiar factores de motivación o ascensos en el mundo de la política. Finalmente, decir que la elite configurada en Albacete tras las municipales del 79 encaja perfectamente con la definición sociológica de las elites de otras ciudades en torno y superiores a cien mil habitantes que han sido analizadas en algunos de los trabajos citados a pie de página en esta comunicación. En todos estos casos las elites locales se encuentran subordinadas a las estancias rectoras de los partidos, siendo el nexo de unión entre éstas y la sociedad.25 25 J.CAPO, M.BARAS, J.BOTELLA y G.COLOME, op, cit; p.224