Este trabajo se enmarca dentro de una proyecto de tesis sobre la

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CARACTERIZACIÓN DE LA ELITE POLÍTICA LOCAL EN UN NÚCLEO
URBANO. ALBACETE TRAS LAS MUNICIPALES DEL 79
Óscar Martín García.
Departamento de Historia. Área de Historia Contemporánea.
Universidad de Castilla-La Mancha
1. Introducción
Este trabajo se enmarca dentro de una investigación acerca de la gestión política
en el ayuntamiento de Albacete durante el periodo de Transición. Un proyecto que
intenta reflexionar sobre las relaciones políticas y de poder en el gobierno local; por lo
que no podemos evadir la problemática ruptura-continuidad del personal político nacido
de las municipales del 79 en relación con el que conformaba la última corporación
franquista.
Ese es el propósito de esta comunicación, delinear el perfil sociológico de las
corporaciones neocensitaria1 y democrática, para arrojar algunas hipótesis preliminares
sobre el significado del cambio en la política local.
Somos conscientes de lo modesto, sólo nos planteamos abrir caminos a transitar
en posteriores investigaciones, de nuestro estudio pues únicamente utilizaremos datos
referentes al sexo, la edad, lugar de nacimiento, extracción profesional y nivel de
instrucción para definir a dicho personal. Por ello, próximos análisis tendrán que
ahondar en los orígenes familiares, la profesión de los padres, estado civil, la ocupación
del cónyuge, número de hijos, la concepción de la política etc.
2
Los datos con los que se ha elaborado esta comunicación provienen de los
informes remitidos por el ayuntamiento de Albacete al Gobierno Civil sobre la
composición sociológica de la corporación en 1976, haciendo referencia al gobierno
local nacido de las elecciones censitarias de 1973, y en 1979, tras las municipales que
dan lugar al primer gobierno local democrático. Estas series provienen del Archivo
Histórico Provincial de Albacete.
La comunicación aquí presentada sigue el cauce inaugurado por otro trabajo
sobre la evolución política del tardofranquismo municipal en Albacete2 y es
complementaria de un estudio de las mismas características a nivel provincial.3
Recordemos que la transición a nivel local no fue paralela a la de otros ámbitos
institucionales, desde el punto de vista cronológico se solapa con el proceso de
consolidación a nivel general. El gobierno municipal, que en otras ocasiones había sido
el peldaño inicial del cambio de régimen, se convertía ahora en la última etapa de la
agenda democratizadora.4 Para Carlos Huneeus,5 el cambio político escalonado por
etapas contribuyó a una proceso menos traumático, mientras que para Jordi Capo Giol6
posibilitó un sistema de partidos completamente diferente al que se hubiese dado de
haberse celebrado las municipales con anterioridad a las generales.
El gobierno Suárez fue consciente de la tradición política española durante el
siglo XIX y del ejemplo más reciente, la proclamación de la II República, en la que el
ámbito municipal se había erigido en baluarte de la transformación del sistema político
1
Este término es utilizado por G. Márquez Cruz en “La transición local en Galicia”, Revista de Estudios
Políticos, 80. Con él se refiere a la clase política franquista renovada mediante las elecciones censitarias
de 1973 y que permaneció en el poder local hasta las municipales del 79.
2
MARTÍN, Oscar: “Evolución política de las corporaciones franquistas. Albacete (1974-1979)” en Actas
del V Encuentro de investigadores del franquismo, Albacete, noviembre, 2003
3
Este estudio se titula El cambio en el pueblo. Ruptura y continuidad en el medio rural albacetense.
También ha sido presentado a estas jornadas.
4
MÁRQUEZ CRUZ, G.: Movilidad y lealtad política en Andalucía, CIS, 1992, pp .9-19
5
HUNEEUS, C.: “La transición a la democracia en España. Dimensiones de una política consociacional.”
en SANTAMARÍA, J. (ed.): La transición a la democracia en el sur de Europa y América latina, CIS,
Madrid, 1982, pp. 255-256
3
general. Era necesario consolidar un sistema de partidos poco polarizado y verificar la
estabilidad en el voto antes de embarcarse en unas elecciones municipales que se
podrían convertir en un plebiscito popular sobre el tipo de régimen y la transformación
que se estaba llevando a cabo7.
La continuidad de parte del franquismo en el seno de UCD hacía que aún
imperase en el gobierno la idea de patrimonialización respecto al mundo municipal, se
trataba de mantener el control de éste mediante el retraso de las elecciones municipales
y la pervivencia de la ley de régimen local franquista. Todo lo cual posibilitaba un
asentamiento más generalizado del partido del gobierno, UCD, en el mundo rural8.
Somos conscientes de que éste no es un estudio sobre procesos electorales pero
no podemos dejar de hacer una referencia tangencial ya que ellos moldean nuestro
objeto de estudio, las elites.
Las elecciones municipales de 1979 son el elemento articulador de la transición
local. Lo cual ha hecho que sean consideradas como administrativas, despolitizadas, que
obedecen a dinámicas propias y específicas de cada municipio sin conexión con la
política general. Nosotros no compartimos tal percepción.
Es obvio que las municipales conllevan una multitud de candidatos, campañas
electorales específicas, con problemas y expectativas propias de diferentes contextos
locales, pero en nuestra opinión no dejan de estar vinculadas a las elecciones generales.
Sería más preciso hablar de interacción nacional-local que de objetos de análisis
autónomo. Por ello, consideramos, en la línea de otros investigadores9, que los comicios
municipales deberán ser abordados desde una doble panorámica: prestando atención
6
CAPO GIOL, Jordi: “Elecciones municipales pero no locales” en Revista Española de Investigaciones
Sociológicas, 56, 1991, p. 164
7
DOMÉNECH, X.: “El cambio político (1962-1976). Materiales para una perspectiva desde abajo” en
Historia del presente, 1, 2002, p.62
8
MARAVALL, José María: La política de la transición, Taurus, Madrid, 1984, p.74
9
CAPO GIOL, Jordi: “Elecciones municipales pero no locales” Revista española de investigaciones
sociológicas, 56, 1991, p.
4
tanto a lo particular y específico del municipio como a los rasgos generales que
imbrican a las elecciones locales en una dinámica nacional10.
Albacete es un ejemplo, como la gran mayoría de ciudades de sobrepasan los
cien mil habitantes, de esta reciprocidad entre lo particular (del municipio) y lo general
(del país) en las elecciones municipales.
Las municipales estuvieron desprovistas de candidatos independientes de los
partidos generales. Lo que indica el bajo nivel de localismo electoral, las municipales se
politizan y se convierten en la arena de las luchas y estrategias de los grandes partidos.
Sus claves explicativas en muchas ocasiones obedecen a un proceso de nacionalización:
los líderes estatales participan en la campaña y los debates, habitualmente, están más
relacionados con la realidad del país que la local.
Por otro lado, el rasgo localista se encuentra en
la comparación entre los
resultados de las generales y las municipales, es aquí donde toma cuerpo el análisis
particular y específico de la realidad política albacetense. Las municipales son el
escenario de la recomposición de la derecha en relación a las generales y el PCE obtiene
la recompensa a su labor de dinamización social en las zonas periféricas de la ciudad:
AP baja estrepitosamente en favor de un aumento de UCD en la zonas donde viven las
clases altas y medias-altas. Los más apegados al régimen optan por la vía pragmática, el
voto útil, en el intento de cerrar las puertas del ayuntamiento a la izquierda. La subida
del PCE en el extrarradio se debe a su contribución
al movimiento asociativo y
vecinal11.
Respecto a los resultados que conformarán la elite objeto de estudio hay que
decir que UCD y PSOE son las candidaturas más votadas en las municipales, aunque se
10
DELGADO SOTILLOS, I. y LÓPEZ NIETO, L.: “Un análisis de las elecciones municipales” en REP,
76, pp. 195-219
11
IZQUIERDO COLLADO, J.: Las elecciones de la Transición en Castilla-La Mancha, Instituto de
Estudios Albacetenses, Albacete, 1984, p.69
5
configura una elite escorada hacia la izquierda (UCD, 11 concejales; PSOE, 11 y PCE,
5) que dará el gobierno a los socialistas.
Para concluir con esta introducción, señalar que la elite local es heterogénea, no
podemos hablar de un personal político local en términos absolutos, no podemos
equiparar los gobiernos rurales con los urbanos. No tener en cuenta dicha distinción nos
llevaría a hablar de una elite local de carácter agrario, rural, masculino y de baja
capacitación técnica, debido a la distorsión introducida por la sobrerrepresentación del
mundo rural que impone la ley electoral. La elite del pueblo y la de la ciudad obedecen
a caracterizaciones diferentes12.
En nuestro caso, señalar la especificidad a nivel provincial de la elite de la que
nos ocupamos. La elite de la ciudad de Albacete es una isla en la provincia en relación a
la preponderancia de una elite rural con un perfil sociológico completamente distinto.
Recordemos que Albacete capital agrupa aproximadamente a un tercio de la población
provincial y sin embargo sus concejales únicamente representan el 3,5 por ciento de los
de la provincia, respondiendo el 96,5 por ciento restante (a excepción de un trío de
localidades medias que aúnan en su elite rasgos urbanos y rurales) a una caracterización
muy distinta.
En la configuración de cada elite pueden tener diferentes grados de influencia la
anterior desmovilización franquista, la tradición partidista (nula, a excepción del PCE,
en Albacete, donde el PSOE se reorganizó muy tarde y otros - PSP y UCD- llegaron
plenamente conformados desde Madrid), las características socioeconómicas, el nivel de
continuidad del franquismo local etc.
12
Ver J.CAPO, M.BARAS, J.BOTELLA, G.COLOME: “La formación de una elite política local” en
REP, 59, 1988, pp. 199-225
6
2. La configuración de una nueva elite política
En primer lugar, señalar que buena parte de las repercusiones que las elecciones
municipales del 79 tuvieron en el mundo rural albacetense como el intento de los
partidos por extenderse territorialmente, la cooptación de las diferentes elites locales, la
aparición de candidaturas independientes, el premiar a los militantes mediante las
candidaturas etc. se anticiparon en la capital a las generales del 77.
La problemática que conllevan las municipales se produjo con antelación en el
mundo urbano, debido a la mejor estructuración de los partidos en éste. La cual no fue
debida a una tradición de militancia opositora y clandestina en la capital sino a una
acelerada organización que permitiese tener las infraestructuras mínimas para competir
en las generales, a excepción de un PCE que comenzó a reorganizarse con anterioridad,
hacia 1974.
Por lo tanto, podemos decir que el plantel político albacetense ante las
municipales del 79 estaba en parte determinado por las celebración de dos comicios
generales con anterioridad. La principal consecuencia fue la eliminación de la anterior
elite política municipal.
Como ya hemos visto en otro lugar13, los concejales franquistas que
representaban el tibio aperturismo municipal fundaron, ante las expectativas de cambio,
Alianza Democrática de Albacete (ADA). Una suerte de partido político, de signo
ecléctico, que representaba el instrumento del aperturismo local para introducirse en la
nueva dinámica política. Una opción que potenciaba su carácter municipal y el prestigio
de algunos de sus miembros sobre los elementos ideológicos. Encajaría dentro de lo que
Márquez Cruz denomina formaciones lista de espera o agrupaciones conformadas en
13
MARTÍN GARCÍA, Óscar; op.cit;
7
buena parte por personal político neocensitario que actúan como plataforma de
integración de éste en los partidos políticos estatales.
En los días anteriores a la celebración de las generales del 77 observamos el
intento de los grandes partidos políticos por incluir a esta elite local en sus candidaturas,
sin que la participación de algunos de los miembros de ésta en el ayuntamiento
franquista fuese óbice para los intentos de aproximación de PSOE, PCE o PSP.
Los partidos estatales consideraban que el reconocimiento en la ciudad, la buena
posición social y la cercanía al poder de algunos de los componentes de ADA podía
representar importantes dividendos electorales. El poblamiento de las listas de algunos
partidos con candidatos de poca imbricación en la vida pública albacetense hacía
necesaria la cooptación de elites conocidas por la ciudadanía, que además representaban
nuevos recursos de diferente naturaleza.
La presión de los partidos nacionales sobre ADA provocará grandes disensiones
en el seno de ésta. Aunque la salida más natural de su personal político era la UCD,
finalmente ADA participará en las generales en coalición con el Partido Socialista
Popular e Izquierda Democrática. Desintegrándose después, y fiel a su naturaleza de
plataforma, surtiendo de personal político a los grandes partidos, dos de los
representantes de ADA (que no habían sido concejales tardofranquistas) formarían más
tarde parte de la corporación por el PSOE.
Por otro lado, los más conservadores del ayuntamiento franquista buscaron su
reconversión al nuevo sistema mediante su incursión en las candidaturas de AP.
También en estas elecciones observamos la presentación de tres candidaturas de
independientes para el Senado, dos de ellas concejales neocensitarios, intentando
potenciar una alternativa personalista, apolítica y local.
8
En conclusión, la elite municipal franquista que intentó continuar su carrera
política tras la desaparición del régimen mediante los comicios generales del 77 y 79
representó el 21 por cien de la corporación, en ésta predominaba la visión funcionarial y
despolitizada promovida por el franquismo. Sus cauces de incursión en el nuevo sistema
político fueron ADA (que tuvo muchos elementos de candidatura independiente), AP y
las candidaturas de independientes. Al contrario de lo sucedido en el ámbito rural, en la
ciudad de Albacete UCD no fue el tradicional partido cobijo del tardofranquismo
municipal14.
Ninguno de ellos resultó elegido. La elite tardofranquista no reportaba beneficios
electorales. Los resultados evidenciaban el rechazo a la elite política municipal
franquista y la poca rentabilidad electoral de las candidaturas independientes, se
confirmaba la dificultad de participar en estos niveles de la política sin una estructura
estable que aportase los recursos necesarios15 y el poco calado del mensaje personalista
y localista en las ciudades grandes.
Tanto el tardofranquismo como el independentismo electoral quedaban
eliminados como alternativas políticas para las municipales. En este caso, las generales
tuvieron el efecto en la política local de unas primarias que aclaraban el contexto
político.
Como ya hemos dicho, llegamos a las primeras municipales con un mapa
político delineado. El anterior juego de cooptación de elites municipales franquistas
quedó limitado a intentos de partidos marginales
Aquellos concejales franquistas con mayor talante político, en una corporación
en la que predomina una visión despolitizada de la administración local, habían quedado
14
La carrera política de buena parte de los miembros de ADA, su posicionamiento aperturista en el
ayuntamiento y la pertenencia de alguno de ellos con el Grupo Parlamentario Independiente de Gabriel
Cisneros y Pío Cabanillas parecía mostrar que el personal de ADA pasaría a formar parte de UCD. Martín
Villa envió emisarios para negociar la cooptación pero finalmente ADA bascularía hacia la izquierda.
9
desprestigiados por sus malos resultados electorales en las generales del 77 y 79. Tanto
que tan sólo una concejala tardofranquista apareció en las listas de las municipales.
La ostentación del poder municipal no fue una herramienta de atracción sino otra
fuente de desprestigio debido al colapso financiero y funcional de la última corporación
franquista, cuya legitimidad se ve frecuentemente socavada por las críticas recibidas
desde las asociaciones vecinales.
Las candidaturas presentadas en las municipales del 79 reflejan los resultados de
los anteriores comicios democráticos del 77 y 79: desaparecen las listas independientes
y el personal municipal tardofranquista queda representada por una candidata de AP con
pocas probabilidades de ser elegida.
La no participación de las agrupaciones independientes indica que la elite nacida
de las urnas del 79 ha sido seleccionada en su totalidad por los partidos de ámbito
estatal, éstos monopolizan las listas siendo los únicos canales de acceso. El nuevo
personal de la corporación será reflejo de los criterios de selección de los partidos.
Como ya hemos visto, un criterio básico es la no incorporación de la antigua
elite municipal en las candidaturas, con lo que las municipales de 1979 representan el
ocaso de este personal, al menos en lo que se refiere a cargos electivos ya que algunos
siguieron en la política adheridos a diferentes partidos.
Aunque Albacete había sido una ciudad tranquila para los intereses del
franquismo municipal su control de los recursos del poder municipal hasta 1979 no
permitió su permanencia una vez llegada la democracia.
Un segundo elemento en la selección del nuevo personal político fue la edad, en
la que influyó el ejemplo de una transición a nivel general fundamentada en el olvido de
la guerra civil. La ruptura no se limita a las personas ya que la nueva elite elegida
democráticamente representa un cambio generacional, un rejuvenecimiento del poder.
15
BARAS, Montserrat: “Elites municipales y partidos políticos.1983” en REP, 76, p.162
10
Si la media de edad de la corporación saliente era de 52 años la de la entrante era de 32,
Albacete es un ejemplo de que la clase política municipal del 79 es más joven que la
nacional e incluso que la media de la local para el resto del país, que es de 44 años.
Aparece una nueva generación, que se enmarca entre los grupos de edad más
activos socialmente y que rompe con la generación que había participado en la guerra.
Aparece en el poder un personal con una relación indirecta con ésta, entre los que se
mezclaban aquellos que habían sufrido la posguerra con los que habían crecido bajo el
desarrollismo. Una apreciación que puede ser importante respecto a la conformación
subjetiva del recuerdo, que moldea la percepción de la actividad política.
Los dos ejemplos de inclusión en las izquierdas de aquellos que habían vivido la
contienda en su juventud parece responder al criterio de premiar la larga militancia
histórica.
De aquí en adelante prestaremos especial atención a los alcaldes ya que como
afirma Márquez Cruz: “los alcaldes dentro de las elites políticas locales forman un
segmento específico y ostentan un liderazgo institucional; (...) las competencias
jurídico-políticas atribuidas son referentes políticos y sociales, y personifican el poder
político local.”16
Así, se puede decir que aunque también existe un relevo generacional en la
alcaldía, 36 años del alcalde entrante por 43 del saliente, éste se inscribe en una
tendencia local de rejuvenecimiento de la presidencia de la corporación que había
comenzado bajo el franquismo. Al menos desde 1965, los cuatro últimos ediles del
ayuntamiento habían sido más jóvenes que su predecesores en el cargo.
No es nada nuevo hacer referencia a que los partidos reproducen la
discriminación social de la mujer. Tan sólo dos mujeres formaron parte de la primera
corporación democrática, menos de las que lo hacían en el poder franquista aunque con
11
un mínimo papel político. Lo cual es una prueba más del momento embrionario en el
que nos encontramos, la democratización tiene una significación en la mentalidad
colectiva - socializada durante cuatro décadas en unos determinados valores- más
formal que real, unos hábitos democráticos verdaderamente asimilados mostrarían una
mayor participación femenina.
Llama la atención que el número de mujeres en las candidaturas de los partidos
de derechas, las listas con mayor número son Fuerza Nueva (nueve) y AP (seis), es
mayor que en los de izquierdas. Lo cual parece indicar una reacción de aquellos
colectivos de mujeres que sienten amenazados sus valores ante el cambio que se está
dando en el mundo tradicional femenino con la aparición de temas que anteriormente
eran tabú. Mientras que la mujer más tradicional reacciona ante las primeras
manifestaciones del feminismo en Albacete mediante la militancia en las derechas, la
mujer progresista de izquierdas parece buscar otras vías de participación social.17
Ya hemos visto que la llegada de la democracia indica una ruptura respecto al
personal político del ayuntamiento. Otra cuestión es la continuidad de los grupos
sociales privilegiados por el franquismo. Mediante el siguiente cuadro intentaremos
arrojar luz sobre dicha cuestión:
CUADRO 1. DISTRIBUCIÓN PROFESIONAL DE LA ELITE POLÍTICA MUNICIPAL.
Profesionales liberales y técnicos superiores
Funcionarios y técnicos medios
Autónomos y comercio
Empleados
Amas de casa
16
CORPORACIÓN
NEOCENSITARIA
36,8%
15,8%
21,0%
26,3%
0%
CORPORACÓN
DEMOCRÁTICA
40,7%
25,9%
14,8%
14,8%
3,7%
MÁRQUEZ CRUZ, G.:” La transición local en Galicia” en REP, 80, p.97
CAPO GIOL, J. y BOTELLA, J.: “Las elites intermedias de los partidos españoles: Resultados
preliminares” en Problemas actuales del Estado social y democrático de derecho, Universidad de
Alicante, 1985, p.91
17
12
La distribución referente al ayuntamiento neocensitario muestra el sesgo de la
representación corporativa propia del régimen franquista, aunque no se atiene a la
distribución de la población activa por oficios. La corporación muestra una
participación equilibrada de clases medias-altas ilustradas con estratos más populares,
típica caracterización de un ayuntamiento franquista en el que parte de los notables
locales delegan en sustratos inferiores, en la búsqueda de una mayor legitimación
popular.
La aparición de la nueva elite no trae consigo una renovación profunda de los
grupos que participan en la gestión local. Por paradójico que parezca, las más altas
capas profesionales ocupan un espacio superior que en la corporación franquista.
También se deja observar una elite democrática con un mayor peso de funcionarios y
técnicos medios, propio de las necesidades de profesionalización.18
Las capas sociales más desfavorecidas tienen una representación muy limitada
en el gobierno local, existe cierta renovación en el poder en favor de las clases medias
emergentes sin existir un cambio profundo de la composición social, continuando el
poder en esas clases medias-altas ilustradas.
No se puede hablar de una retirada de la intelligentsia del poder local
tardofranquista, como ocurrió en otras partes, e incluso podemos observar la
continuidad y promoción de dichas clases liberales ilustradas en la nueva corporación
democrática.19 El sillón de la alcaldía sigue representando la misma ocupación
profesional cualificada (abogado) que en las últimas tres alcaldías franquistas.
En líneas generales compartimos la apreciación de Garraud sobre su estudio de
las elites locales del medio urbano francés, cuando dice que: “La estructura
socioprofesional de los alcaldes urbanos tiene sólo una relación muy lejana con el
18
Aunque la elite franquista mostrase cierto perfil populista hay que señalar que, sin embargo, aquellos
concejales con un mayor protagonismo político pertenecían a los estratos medios-altos
13
reparto de la población activa francesa (...). Los cargos estudiados proceden
predominantemente de las capas sociales más favorecidas, no necesariamente por el
nacimiento o la fortuna, sino por la educación y el status socioprofesional que ésta
permite adquirir o por la notoriedad local”20
¿Esta distribución del poder refleja un mayor interés de las clases medias por la
política albacetense o una intervención de los criterios de selección de los partidos
referidos al nivel de instrucción y a la ocupación? La respuesta no la podemos ofrecer
aquí pero un análisis en el futuro sobre el perfil socio-profesional y educativo de los
militantes de los partidos nos pondría en disposición de ello.
Aunque no existe un cambio a nivel social, el recambio generacional, la relación
indirecta con la guerra, su crecimiento y formación paralelos a los cambios del
desarrollismo puede generar en esta nueva elite una concepción de la vida, de la política
y del poder diferente. El poder sigue residiendo básicamente en el mismo estrato social
pero podemos apuntar de forma preliminar, necesitaremos la confirmación empírica en
próximos estudios, que el franquista se sustentaba más en rentas agrarias y tenía unos
esquemas valorativos más beatos y populistas mientras que el poder en el nuevo
ayuntamiento parece basar sus rentas en el sector servicios y sus valores están más en
consonancia con una sociedad modernizada.21
Respecto a la distribución por partidos, el PSOE responde a su calificación de
partido de población grande-mediana y de clase media profesional. UCD encarna la
clase media-alta local ya que tiene los mayores niveles de instrucción y el mayor
número de técnicos superiores, aunque sus naturaleza de partido catch- all le hace tener
representación de todas las categorías profesionales. El PCE parece no guardar su perfil
19
CAPO GIOL, J.: “La elite política local en España” en REP, 59, 1988, p.142
BOTELLA, J.: “La galaxia local en el sistema político español” en REP, 76, p. 156
21
ÁLVAREZ JUNCO, José:”Del franquismo a la Democracia” en MORALES MOYA, A. y ESTEBAN
DE VEGA, M. (Eds.): La Historia Contemporánea en España, Salamanca, 1996, p.160
20
14
obrero, sus representantes son funcionarios, técnicos medios-superiores y profesores. En
este caso, la defensa por parte de los representantes del PCE de las clases más
desfavorecidas socialmente parece deberse más a una cuestión de ideología que de
identificación con la situación personal22.
La elite política local representa cierta consonancia en la relación ideologíaextracción socio-profesional en el caso del centro-derecha para ser menor en la
izquierda.
Una de las cuestiones con las que se encuentran los partidos al confeccionar las
candidaturas para el gobierno local, de las que luego saldrá la elite política, son los
criterios que determinan la selección y el puesto en la lista.
Lo cual nos introduce en la cuestión sobre si primar la representatividad, la cualificación
o premiar a aquellos que con su militancia, trabajo y fidelidad han demostrado su
compromiso con el partido.
La preferencia por gente joven y el origen de los candidatos, el 60 por ciento han
nacido en Albacete o en poblaciones cercanas, son elementos que muestran la búsqueda
de candidatos representativos. Sin embargo estamos hablando de una corporación que
en líneas generales se puede denominar cualificada, cuyo porcentaje femenino es muy
inferior al de la ciudad y cuya extracción socio-profesional no se identifica con la del
resto de los albacetenses, aunque refleja ciertos movimientos. Todo lo cual indica que
las nuevas necesidades que generan el proceso de democratización y descentralización
en el medio urbano, cuya resolución va más allá de la mera representación notabiliaria
del franquismo, deben ser abordadas por una clase política cualificada.
Observamos una dualidad de legitimaciones: la búsqueda de una legitimación
populista en el franquismo y de una legitimación de ejercicio en el periodo democrático.
Mientras el franquismo buscaba un ensanchamiento de sus bases sociales mediante la
22
CAPO GIOL, J. y BOTELLA, J.; op.cit; p.93
15
introducción de clases populares que dotasen de cierta representatividad a la
corporación, el ayuntamiento democrático recibía de las urnas esta aprobación popular,
a la que intenta aunar una legitimación proveniente del buen gobierno, de una buena
gestión, para lo cual los partidos consideraron necesarias a unas elites con cierta
cualificación.
El aumento de la complejidad de la gestión demandaba un personal político
cualificado que –en líneas generales- residían en las capas sociales más altas.
Parece ser que los partidos fueron conscientes de la delicada situación de la
corporación que heredaban y promovieron candidaturas en las que primaba lo técnico
sobre lo representativo. Todo ello nos lleva a observar en la profesión y en la formación
una plataforma para introducirse en el mundo de la política, al mismo tiempo que ésta
ofrece la posibilidad de promoción social.
La prima a personas cualificadas por parte de los partidos creó una tendencia
hacia la configuración de una elite homogénea, que representaba las desigualdades
existentes en la sociedad: masculina, con una media de edad joven, compuesta en buena
medida por nativos o procedentes de la emigración rural de la provincia, cualificada,
con buen nivel educativo y con cierto déficit representativo.
Aunque en este punto debemos de hacer referencia a los representantes del PCE,
que encajan perfectamente en las coordenadas antes expuestas pero que además
gozaban de una mayor capacidad de representación debido a su participación activa en
los movimientos vecinales y en la problemática urbanística de las barriadas. Esto no
ocurre con el resto de una elite con una nula actividad opositora, poco conocida por la
opinión pública albacetense ya que emerge en la arena política prácticamente con
motivo de las primeras generales.
16
Para concluir con esta comunicación, nos gustaría apuntar algunas tendencias
futuras de esta elite. Tan sólo un 19 por ciento de esta corporación continuaría en 1983.
La renovación iniciada en el 79 persiste, junto a cierta movilidad de elites (de los que
repiten un 33 por ciento lo hacen bajo nuevas siglas).
La primera elite local democrática fue básicamente una elite de paso, no
representó el momento fundacional de una tradición, de un personal que se reproduciría
en el poder en los sucesivos comicios; con lo que ello conlleva de profesionalización en
el cargo y patrimonialización del mismo.23 Todo ello remarca el carácter experimental
de las primeras elecciones municipales en Albacete.
Respecto a las causas hay que hacer referencia a la desaparición de UCD y la
crisis del PCE. Aunque también nos podemos plantear otras cuestiones: ¿en qué medida
la percepción gastos-beneficios traída consigo por las necesidades (tiempo, dedicación,
problemas etc.) de un poder local más profesionalizado pudo contribuir al abandono de
este personal?, ¿ fue el ayuntamiento el peldaño inicial del cursus honorum de esta elite
hacia la política regional o nacional?, ¿por qué AP no recogió a la elite local
proveniente de la extinta UCD?. Preguntas todas ellas que intentaremos contestar en
próximos estudios.
Conclusión
A pesar del intento inicial de los partidos por fichar a la parte mejor dotada
políticamente de la elite tardofranquista municipal, el electorado albacetense manifestó
su deseo de cambio mediante su poco apoyo a este personal que buscó su supervivencia
política en las candidaturas de ADA (en coalición con el PSP de José Bono e Izquierda
Democrática), AP e independientes en las generales del 77 y del 79.
17
El deseo de cambio de los ciudadanos vino a manifestarse con la aparición de
una elite municipal completamente renovada, que además representaba un profundo
cambio generacional, con lo que ello supone de cambio en la percepción del poder, del
juego político y de los valores. Sin embargo, este cambio no altera la conformación del
poder social, el dominio de la ciudad seguía estando representado por las mismas clases
sociales que lo habían hecho tradicionalmente.
Esta nueva elite refleja las emergencia de clases medias dedicadas a los servicios
pero no se identifica con la población en términos de sexo, extracción socio-profesional
y nivel educativo. Todo lo cual indica que la llegada de la democracia a la política local
albacetense configura una elite cualificada, con un concepto mucho más profesional de
la política, en la que prima sus capacidades técnico-profesionales sobre su
representatividad social. La conformación de esta elite cualificada sugiere el deseo de
los partidos por sumar a la legitimación de origen, la proveniente de las urnas, la
legitimación de ejercicio, la nacida de la buena gestión al frente del gobierno local.
La disparidad sociológica entre electorado-corporación también ha sido puesta
de manifiesto por Garuad en sus estudios sobre las ciudades francesas o por Gyford,
Leach y Game en el caso inglés, éstos últimos señalan la existencia de “un duradero y
fundamental desajuste, en términos de características personales, entre los consejeros
locales y sus electorados.”24
El recambio generacional no representa únicamente la ruptura respecto al
personal franquista sino también la entrada en el gobierno local de una elite joven y
cualificada.. Sin embargo, no estamos ante la aparición de una elite duradera, ya que
buena parte de ella no continuó en 1983. Las causas pueden ser varias; además de la
23
24
CAPO GIOL, J.: “La elite política local en España” en REP, 59, 1988, p.138
BOTELLA, J.;op,cit; p.157
18
disolución de UCD y la crisis del PCE, habría que estudiar factores de motivación o
ascensos en el mundo de la política.
Finalmente, decir que la elite configurada en Albacete tras las municipales del
79 encaja perfectamente con la definición sociológica de las elites de otras ciudades en
torno y superiores a cien mil habitantes que han sido analizadas en algunos de los
trabajos citados a pie de página en esta comunicación. En todos estos casos las elites
locales se encuentran subordinadas a las estancias rectoras de los partidos, siendo el
nexo de unión entre éstas y la sociedad.25
25
J.CAPO, M.BARAS, J.BOTELLA y G.COLOME, op, cit; p.224
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