Mt 16, 24-25 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera

Anuncio
Dejate-Amar.com
X Encuentro nacional PAM
1 enseñanza
Mt 16, 24-25 “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que
pierda su vida a causa de mí, la encontrará.”
Qué encontramos en esta cita? Encontramos tres realidades. Jesús dice que “el renuncie a sí mismo”,
negarse. En otra traducción dice “niéguese a sí mismo”. Negarse. “Cargue con su cruz y me siga” El
circuito del cristiano que es un circuito movido por la Gracia.
Toda la vida del cristiano transcurre en este circuito. Quizás no sea la cita más conveniente si queremos
atraer a otro hermano no creyente o de otra religión o que se apartó de la fe porque le decimos que tiene
que decirse que No a sí mismo, es decir renunciar.
Entonces ¿qué piensa él?: “Tengo que dejar mi vida placeres, tengo que seguir a alguien que me obliga
a dejar de hacer cosas (es el argumento más común: la Iglesia me prohíbe cosas, me coarta mi libertad)
y encima tengo que cargar una cruz. O sea tengo que cargar una cruz ¿para qué? Para terminar como
Jesús o sea, desollado vivo.”
Para esos hermanos tendríamos que citar la parábola del hijo pródigo para atraerlos. Parece más
conveniente porque es un Dios que permite hacer la vida fácil, loca, de diversión y después vuelvo a
casa y perdona y además prepara una fiesta. Esa parece más linda.
Sin embargo este es el circuito del cristiano. Tres realidades fáciles de entender y realizar si nos
abrimos a la Gracia.
Para nosotros este circuito ¿me facilita o me complica la vida? Este circuito es que ¿Dios me invita a
disfrutar o a sufrir en la vida?
Ese circuito ¿nos sugiere la vida como un paseo de la mano de Dios y de María o como un valle de
lágrimas? ¿Dios quiere que seamos felices o que suframos hasta el encuentro definitivo?
Muchos cristianos piensan que la vida es una valle de lágrimas inclusive nosotros también cuando nos
pesa la vida decimos “y bueno es la cruz que me toca llevar y en el Cielo seré feliz”.
X Encuentro Nacional P.A.M.
1
Dejate-Amar.com
TRES REALIDADES: EL CIRCUITO DEL CRISTIANO
Tres realidades.
Esto es sencillamente lo que hay que hacer hasta el encuentro definitivo.
Tres pasos sencillos, fáciles, cualquiera lo puede hacer, pero es necesario saber bien a qué decir que
No; hay que saber bien cuál es la verdadera cruz que tenemos que cargar y qué significa seguir a Cristo.
Vamos a empezar por el negarnos a nosotros mismos. Negarse a uno mismo es tener la capacidad – que
nos da la Gracia de Dios – de decirle No a nuestro yo egoísta interior.
El circuito comienza con un primer No al yo egoísta, que nace con el pecado original en el hombre. Es
un yo que soy yo, es un yo interior al que no le gusta que la casa esté ordenada, es un yo con tendencia
al pecado, al mal, un yo que cuando la Gracia empieza a querer ordenar la casa se desespera; le gusta el
desorden, la corrupción, le gusta el pecado. A ese yo le tenemos que decir NO.
Lo primero que hace ese yo cuando la Gracia hace que sintamos dolor por nuestra vida de pecado
(estamos hablamos de la primer etapa de conversión) es desesperarse. Lo que no quiere es que el
cristiano entre en este circuito ininterrumpido, porque una vez que entre ahí ya no va a salir más y ese
yo está condenado a la muerte porque la Gracia lo va a ir pisoteando, no lo eliminará en esta vida pero
lo va a mantener agonizante para que no influya en nuestra vida, para que cuando quiera recobrar vida
X Encuentro Nacional P.A.M.
2
Dejate-Amar.com
la Gracia lo va a mantener en agonía. Ese yo va a ser nuestro compañero toda la vida. Somos nosotros
heridos por el pecado original.
Ese yo nos susurra todo el tiempo para que no ingresemos en el circuito de la Gracia. Y nos dice:
“No sos digno; no sos digno de cargar la cruz y seguir a Cristo; ya estás demasiado metido en el fango,
vos ya no tenés remedio; ¿qué vas a hacer vos siguiendo a Cristo? Cristo es Dios, el Hijo de Dios; vos
no te merecer seguirlo a Él; no te da vergüenza”
Miles de frases a las que tenemos que decir No. Dios sale en auxilio de sus hijos con la Gracia para este
primer y tan importante No que debe decir el alma. En este tiempo lo hace de manera especial a través
del Papa Francisco porque la gente está viendo en él la ternura de Dios Padre que abre sus brazos para
recibir a todos. Él dijo a los sacerdotes “abran las Iglesias, abran las puertas, que vengan todos”. La
gente ve en el Papa la cercanía, la coherencia porque si él dice que quiere una Iglesia pobre, él primero
se hizo pobre; la gente ve eso, su alegría, su cercanía. Dijo a los sacerdotes abran las Iglesias pero él
abrió primero el Vaticano, las puertas de la Iglesia a todos y con hechos concretos, por ejemplo
llamando por teléfono a personas desconocidas, él está dándole la sorpresa de interesarse
particularmente por un problema personal, él está demostrando esa apertura y está atrayendo a la gente.
Dios a través de él está enviando la Gracia para decir este primer No
Ese primer No que dice “no sos digno, sos una basura, una porquería, vos no servís para servir a
Cristo”. Lo que decimos al yo egoísta es “yo sé que no soy digno, que soy una porquería, que soy un
desastre pero si Jesús no me saca de esto, de este vacío, de este desorden en el que vivo, de la
corrupción, de la insatisfacción, no me saca nadie”. Entonces digo No, me niego a mí mismo - primer
paso - cargo con la cruz de mi debilidad, de mi miseria y sigo a Cristo. Negarse. Después vienen otros
No pero ese primero No es importante porque me introduce, me hace dar el primer paso para entrar en
el circuito.
La segunda realidad cargar la Cruz.
¿Qué significa? ¿Cuál es nuestra cruz verdadera? Nuestra naturaleza caída, esa es nuestra cruz y tiene
distintas manifestaciones.
El peso total de nuestra cruz está formado por distintos pesos que conforman ese peso total que es
nuestra naturaleza humana caída por el pecado original. Tenemos la corrupción (que aporta un
buen peso a nuestra cruz), tenemos el pecado (el mismo Papa hizo la diferencia entre corrupción y
pecado), tenemos las nostalgia de Dios y tenemos los dolores temporales que están en forma de unos
apéndices pequeños que salen de la cruz.
Nosotros los cristianos normalmente creemos que nuestra cruz son estos apéndices. Es un dolor
temporal que puede ser muy fuerte y decimos “esta es la cruz que me toca llevar”. Por ejemplo: “me
quedé sin trabajo, es la cruz que me toca llevar”. No. Apenas es un apéndice de mi cruz, temporal,
porque será por un tiempo breve o prolongado pero en algún momento este apéndice se cae porque
Dios me devuelve un trabajo. O un dolor de muelas, a veces es tan intenso que este apéndice parece la
cruz pero es sólo un apéndice. Cuando me tomo un calmante o el odontólogo me la arregla se cae el
apéndice, va a aparecer otro. Pero esa no es la cruz.
Falleció un ser querido, tengo una enfermedad grave y digo “es mi cruz”. No, es una parte que aporta
su peso pero es sólo una parte.
La cruz está formada por distintas realidades que aportan el peso total.
Vamos a quedarnos en la corrupción ahora. El Papa dijo “pecadores sí todos pero corruptos no”.
X Encuentro Nacional P.A.M.
3
Dejate-Amar.com
La corrupción son los hábitos voluntarios, complacidos; hábitos en los que estoy cómodo y no hago
nada para salir de ellos: lujuria, avaricia, los pecados capitales pero pecados voluntarios. Estoy en ese
hábito y me encanta, sé que está mal pero es mi vida, disfruto de esto, no tengo dolor, no quiero salir de
él. Corrupción. Y esto es lo primero que la Gracia quiere eliminar y cuando la Gracia la elimina el peso
de la cruz se aliviana mucho. Cuando Jesús dice carguen la cruz no dice: “elijan la más pesada y esa
carguen y esa los va a salvar si se quieren ir al Cielo” No. Dice “carguen la cruz”, o sea que la cruz se
puede alivianar.
Hay un mensaje que dice: “Alma pequeñísima, cruz pequeñísima” O sea, cuanto más niños, más
pequeña se hace la cruz. Entonces ¿vamos a tener menos méritos porque cargamos una cruz chiquitita?
No, porque Jesús no vino para castigarnos y darnos una cruz pesada, Él quiere alivianar nuestra cruz.
Él dijo “vengan a mí los afligidos, mi yugo es suave, mi carga ligera”
En el circuito le decimos No al yo egoísta que no quiere que entre acá porque eso significa su condena
de muerte. Yo le dije: no soy digno, pero lo voy a seguir a Cristo porque es el único que me va a salvar.
Conversión. Muchos pasamos por la corrupción y fuimos liberados y otros fueron preservados y
tenemos que dar Gloria a Dios por las dos realidades: haber sido rescatados o haber sido preservados de
la corrupción. Hay muchos que pasaron su juventud, su adolescencia y no vivieron esos hábitos
voluntarios de pecado, otros sí y ahí está la Gracia.
Ahora dije No, cargué la cruz y voy tras de Cristo
¿Qué significa seguir a Cristo?
Jn 1, 35-39 “Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.
Fijándose en Jesús que pasaba, dice: "He ahí el Cordero de Dios." Los dos discípulos le oyeron hablar
así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: "¿Qué buscáis?" Ellos le
respondieron: "Rabbí - que quiere decir, "Maestro" - ¿dónde vives?" Les respondió: "Venid y lo
veréis." Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora
décima.”
En este pasaje se ven claramente estas tres realidades: Negarse - Cargar la cruz - Seguir a Cristo; pero
especialmente ilumina la tercera porque seguirlo no es seguir a una persona. No se trata de un
movimiento corporal.
Es una disposición permanente del alma que busca el encuentro personal con Él. El seguimiento de
Cristo es el encuentro personal con Él, el alma que busca el encuentro, que desea estar donde Él vive.
Si no dimensionamos el seguir a Cristo como el encuentro amoroso con Él, nos quedamos con la
imagen de esa persona apesadumbrada, dolorida que carga su cruz y sigue a alguien que va adelante,
que nunca se da vuelta, al que nunca le ve la cara, que nunca tiene un diálogo con él, toda la vida va
cargando la cruz y siguiendo a alguien.
Jesús pide como condición para estar donde Él vive, o mejor dicho para vivir con Él, cargar la cruz.
Fíjense la cita: los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, se dio vuelta,
y al ver que lo seguían, les preguntó. Jesús no camina… Él espera que demos dos o tres pasitos y ya se
da vuelta porque nos siente, enseguida percibe al que lo busca.
Cargar la cruz es caminar unos metritos hasta el encuentro con Él, allí es donde se aliviana la cruz.
Los discípulos de Juan se negaron a sí mismos porque Juan dijo “ahí va el Cordero, Él tiene que crecer
yo tengo que empequeñecerme”. Los discípulos tenían su humanidad caída, su propio yo interior que
seguramente no quería que ellos emprendan este camino de seguir a Cristo y de encontrarse con Él. Yo
X Encuentro Nacional P.A.M.
4
Dejate-Amar.com
me preguntaba ¿Qué habrán pensado cuando Juan les dice “ahí va el cordero de Dios, síganlo a Él”?
Entre ellos quizás pudieron decir “Juan es un profeta, es un hombre extraordinario pero es una criatura
de Dios, un mortal, pero ese que va ahí es Dios”. No es fácil tomar la decisión en ese momento y
pensar “¿Me va a aceptar, no me va a aceptar, qué me va a pedir, voy a poder cumplir lo que me va a
pedir?”
Todas esas vocecitas que me hacen dudar si lo sigo o no lo sigo. Ellos tuvieron que decir No a esas
vocecitas y jugarse y cargar la cruz de su debilidad, de su naturaleza humana caída y seguirlo.
Pero ¿cuántos metros lo siguieron? Al ratito ya Jesús se da vuelta para preguntarle qué querían y ¿cómo
termina la historia? En la casa donde Jesús moraba y se quedaron con Él; termina en el Encuentro. Este
circuito es: negarse a sí mismo, cargar la cruz de mi humanidad caída e ir al encuentro con Jesús.
Seguramente a los discípulos de Juan que lo amaban entrañablemente y le eran leales, incluso hasta dar
la vida, por ahí se les pasó por la cabeza decirle a Juan “Vamos a seguirlo, vení con nosotros” pero ese
no era el proyecto de Dios. El proyecto de Dios era que Juan iba a ser encarcelado, ya su misión había
terminado, pero sale la naturaleza humana otra vez, sale mi proyectito, mi proyecto egoísta que puede
ser con buena voluntad, con deseos santos, pero es mío no es de Dios. “Vamos Juan acompañanos”.
No, Juan también se tuvo que negar. Se moría por seguir a Jesús pero tuvo que decir No a su yo y a la
invitación de la humanidad de esos discípulos de decía “Vamos, vamos a seguirlo”.
Hay etapas de la vida en que el Cordero pasa delante nuestro y nosotros decimos: “No es el momento
todavía, soy joven, quiero disfrutar de la vida, quizás en la tercera edad pero ahora estoy con mis cosas,
tengo una vida de desorden y estoy bien así, que no se meta en mi vida”.
Hay que negarse al querer egoísta, negarse a los cálculos personales, a los propios criterios. Jesús no
camina sin parar y va juntando seguidores, personas tristes cargando cruces. Él, al ver que alguien lo
sigue, que lo busca se detiene, se da vuelta, lo espera y lo recibe.
Mt 9, 18-22 “Mientras Jesús les estaba diciendo estas cosas, se presentó un alto jefe y, postrándose ante
él, le dijo: "Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá". Jesús se levantó y
lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias
desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: "Con sólo tocar su manto, quedaré
curada". Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: "Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado". Y desde ese
instante la mujer quedó curada.”
Otra cita del Evangelio donde queda en evidencia este circuito. La mujer habrá pensado que no era
digna. Ella tuvo que negarse a sí misma, negar a ese yo que le decía: “vas a perder el tiempo, cuánto
médicos no pudieron sanarte - los mejores – perdiste toda tu fortuna en médicos que no lograron nada y
vos crees que este señor, este profeta te va a curar”. Ella tuvo que decir No: “No soy digna, estoy
enferma, me estoy muriendo, estoy en la quiebra,
pero yo lo voy a seguir, voy a llegar hasta él”.
Cargó con su humanidad caída y llegó a la multitud y como pudo se abrió paso y tocó el manto de
Jesús. Jesús automáticamente siente al que lo busca, Él dice “Sentí que un poder salió de Mí”. De entre
todos los que lo tocaban sintió al que lo buscaba verdaderamente, al que lo buscaba porque necesitaba
Vida, muchos lo buscaban por otros motivos, por curiosidad, pero Él sintió al que pedía Vida y no dijo:
“Bueno el que me tocó que se ponga en la cola con su cruz y que siga junto a todos los seguidores que
tengo”. No. Se dio vuelta, al instante. No dejó que la mujer gatee 100 metros para verla arrastrada
X Encuentro Nacional P.A.M.
5
Dejate-Amar.com
cargando su cruz. Sintió el toque y se paró; tal es así que los discípulos le recriminaron esto: “Todo el
mundo te toca Maestro, vamos”. No, dijo Él, alguien me tocó.
Seguir a Cristo es el encuentro personal con Él, se sigue unos pasos y el encuentro, se vuelve a
decir No, se carga la cruz, se caminan pasitos y el encuentro. Esa es la vida del cristiano, un
encuentro con el amado del alma. Es lo que le dice a Fabiana “Tu vida es un permanente encuentro
con el amado de tu alma, el que espera el encuentro definitivo”.
Es importante esta primera charla para ver bien cuál es la cruz y ver bien qué es seguir a Cristo porque
la vida del alma pequeñísima y del bautizado es eso: encuentro, encuentro y encuentro, hasta el
encuentro definitivo.
En este otro gráfico es el mismo circuito de la Gracia: me niego al yo egoísta, cargo con mi humanidad
caída – que está compuesta de corrupción, pecado, dolores temporales, nostalgias de Dios - y voy al
Encuentro. Ya no dice seguir a Cristo, dice Encuentro.
¿Qué es el Encuentro? Sacramento, confesión, comunión e intimidad con Dios. En este circuito y
con este encuentro queda fuera la corrupción y aquí andamos un tiempo. No al yo egoísta, que me dice
que no me encuentre con Jesús, y cuando viene la confesión-comunión-intimidad ya comienzo a decirle
No a la corrupción. Tengo mis caídas, vuelvo a recorrerlo, vuelvo a la confesión y comunión, le vuelvo
a decir No a la corrupción y ando en ese circuito un tiempo hasta que la Gracia deja fuera la
corrupción, deja fuera los hábitos voluntarios de pecado. No dejo de ser pecador pero dejo de ser
corrupto. Y volver a la corrupción después de andar un tiempo en este circuito es muy difícil – si
mantenemos una vida sacramental frecuente -. La intimidad viene después de la comunión, porque
Jesús entra en nosotros y espera la intimidad. ¿Qué hacemos en la Misa? Jesús entra en nosotros,
rezamos un ratito y ya pensamos en otra cosa. El padre José terminaba de dar la comunión y decía “No
miren más el Sagrario, Jesús ya está dentro de ustedes” y hacía un silencio para intimar con Dios.
Nosotros en cambio, pensamos lo que vamos a comer, en un deporte, en un programa de TV.
Pero Jesús está esperando intimar! Nosotros pensamos “ya comulgué, Jesús va a hacer su Obra, yo
puedo pensar cualquier cosa”. No! Él está esperando el encuentro y en ese encuentro queda fuera la
corrupción y la cruz se aliviana, porque aunque parezca que estar en hábitos corruptos es nuestra
felicidad y nos da placer, no es así. Eso es lo que nos mata y es un peso muy grande.
Ahora vamos a ir a la intimidad agradeciendo a Dios habernos rescatado o preservado de la corrupción,
habernos hecho suyos. Dejarnos amar en la alegría de haber sido rescatados. Dejar que Dios mire a
través nuestro y desde nosotros a todos los que viven en la corrupción. Dios quiere obrar a través del
hombre y desde el hombre, por eso se quedó en la Eucaristía, para entrar en el hombre, mirar al mundo
por medio de él y restaurarlo. Si Dios hubiese querido quedarse para acompañarnos en el caminar se
hubiese quedado en otra cosa. “Me quedo en una crucecita de madera entonces los cristianos se la
cuelgan en el cuello y Yo voy a estar acompañando al cristiano” Pero Él eligió el pan y el vino, no
quiere acompañar, quiere estar adentro para asumir nuestra debilidad humana, entonces deja que
lo comamos y desde ahí quiere mirar al mundo enamorado, enamorado del hombre.
En el momento de las ofrendas, a mí me enseñaron a presentar mis cosas y está bien, pero lo más
importante es poner ahí mi humanidad caída, mi humanidad herida por el pecado original, porque Él
baja por eso, no baja porque somos virtuosos. No dice “¡Uh qué santidad, merecen que baje!”. No, Él
dice “Están torcidos, fallados, no pueden obedecer simples mandamientos, no tienen la capacidad,
X Encuentro Nacional P.A.M.
6
Dejate-Amar.com
tengo que ir a restaurar, a salvar, a resucitar”. La virtud viene después que Jesús baja, no viene antes.
Jesús primero tiene que bajar y encontrar nuestra humanidad caída y si Él encuentra en el altar almas
que quieren dejarse amar en su humanidad caída, Él asume esa debilidad y mira al mundo enamorado
de esa naturaleza humana, no enamorado del pecado sino del hombre caído. Entonces vamos a la
intimidad para que Jesús, que está dentro nuestro, porque ayer lo comulgamos y se quedó - no es que se
disolvió la hostia y Él se fue y quedó el Espíritu-; no, Jesús se queda, se queda para el encuentro
permanente, para que nuestra vida sea un encuentro permanente. Dejarnos amar en nuestra humanidad
caída para dejar que Él mire la corrupción en el mundo para que muchos puedan entrar en este circuito
a través de nuestra entrega. Entonces la intimidad no es encerrarse en uno mismo, la intimidad es
evangelizadora, es misionera, colabora en el plan salvador de Dios.
Hay un Salmo 113
“¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,
y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?
Él levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria.”
Él está en las alturas pero se inclina para ver los Cielos y la tierra. Dios se inclinó, se anonadó al
encarnarse, al hacerse hombre y sigue inclinándose al entrar en el hombre con la Eucaristía. Dios no se
queda en el Cielo y desde allí mira la humanidad caída sino que entra en la realidad humana, entra en el
mismo ser - a través de la Eucaristía - se inclina y salva.
Gen 18, 20-32
“Luego el Señor añadió: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave,
que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así,
lo sabré". Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de
pie frente a Abraham. Entonces se le acercó y le dijo: "¿Así que vas a exterminar al justo junto con el
culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de
perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al
justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el
Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?". El Señor respondió: "Si encuentro cincuenta justos en la
ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos".
Entonces dijo: "Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor.
Quizá falten cinco para que los justos lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a destruir toda la
ciudad?". "No la destruiré si encuentro allí cuarenta y cinco", respondió el Señor. Pero volvió a insistir:
"Quizá no sean más que cuarenta". Y el Señor respondió: "No lo haré por amor a esos cuarenta". "Por
favor, dijo entonces, que mi Señor no lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean solamente
treinta". Y el Señor respondió: "No lo haré si encuentro allí a esos treinta". Insistió: "Una vez más, me
tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no sean más que veinte". "No la destruiré en
atención a esos veinte", declaró el Señor. "Por favor, dijo entonces, que mi Señor no se enoje si hablo
por última vez. Quizá sean solamente diez". "En atención a esos diez, respondió, no la destruiré".”
X Encuentro Nacional P.A.M.
7
Dejate-Amar.com
Hay un mensaje que dice “Mientras que una sola alma viva la pequeñez, todo el cuerpo místico se
oxigena”. El alma pequeñísima tiene la misión de dejarse amar y tiene que ser fiel a ella para atraer la
mirada misericordiosa de Dios sobre la corrupción del mundo. Que Dios pueda decir “Por este que me
abre su corazón y se deja amar, voy a salvar a muchos”. Para que los que andan cargando la tremenda
cruz, sin rumbo, encuentren el rumbo y entren en este círculo de transformación de amor y así sientan
ese primer alivio de saber dónde ir para encontrar descanso. Muchos hermanos andan cargando la cruz
que todos cargamos – la de nuestra humanidad caída -, todos sufrimos, pero muchos no encontraron
todavía el Encuentro. Quedaron cargando la cruz y buscan el encuentro en cosas que agregan peso a su
cruz en vez de alivianarla; entonces nosotros al dejarnos amar, ofreciéndonos para dejarnos amar en
nuestra naturaleza humana caída, les podemos marcar el rumbo, entonces la intimidad es una entrega
por la salvación de las almas.
Si el seguimiento de Cristo es permanente y la condición es cargar la cruz, significa que la cruz deberá
también ser permanente.
En un mensaje a Fabiana dice “Tu vida es un encuentro permanente con el amado de tu alma”, si para
ir a ese encuentro permanente debemos cargar la cruz, la cruz también es permanente. Por eso es que
estos apéndices,que a veces creemos que son nuestra cruz, no lo son, porque sólo duran un tiempo y
pasan. Entonces ¿Qué le voy a decir a Jesús? “No me encuentro con Vos porque no me duele nada, no
tengo cruz.” No. Sigo cargando con la cruz de mi debilidad humana y siempre tengo que buscar el
encuentro con Jesús.
En esta primera parte queda fuera la corrupción, se aliviana nuestra cruz, nos dejamos amar, alegrar,
alabar a Dios en nuestra oración personal por haber sido rescatados o preservados de la corrupción.
Seguimos siendo pecadores pero en ese dejarnos amar en nuestra humanidad caída Jesús mira con
nuestros ojos a esa humanidad corrupta y pecadora y salva. Ese acto vamos a hacer ahora para que
muchos puedan verse libres de la corrupción.
X Encuentro Nacional P.A.M.
8
Descargar