Esculapio (para los romanos) o Asclepios (en griego

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Esculapio (para los romanos) o Asclepios (en griego ‘incesantemente benévolo’)
era el dios de la curación en la mitología griega. A pesar de ello, los estudios dicen que
Esculapio existió realmente en Tesalia hacia el 1200 a.C. Después de su muerte, fue
deificado y empezaron las leyendas.
La mitología
Esculapio era hijo de Apolo y de Coronis; hija de Flegias, rey de Tesalia. A petición de
Plutón, dios de los infiernos Júpiter tuvo que hacer morir a Esculapio porque este curaba
a los enfermos y resucitaba a los muertos, y así el infierno se quedaba desierto. Por
solicitud de su padre Apolo, Esculapio quedó inmortalizado en el cielo (constelación
Ofiuco). Otra versión dice que se le quitó el poder de resucitar a los muertos y se le
limitó a ejercer la sanación. Esculapio quitaba las enfermedades e infundía su poder
curativo en las personas tocándolas con su “suave mano”. Se le diviniza y se le dedican
santuarios por toda Grecia.
La templos o asclepiones
Los templos dedicados a Esculapio se llamaban asclepiones. El famoso santuario de
Epidauro en la Argólida fue probablemente el primer asclepión. Comprendía salas de
ejercicios físicos y estancias especiales para los enfermos y un gran teatro. Llegó a ser el
centro terapéutico más grande de la antigüedad y desarrolló una verdadera escuela de
Medicina. Durante el período helenístico los santuarios “formaban médicos”. El estado
contribuyó al mantenimiento del instituto médico-religioso mediante subvenciones, y la
mayor afluencia de visitantes produjo que tuviese que ampliarse los edificios en los que
los enfermos pasaban la noche.
La medicina religiosa y la racional coexistían. Con el tiempo, la medicina se fue
progresivamente separando de la religión y a cobrar prestigio: “Y entre las artes
liberales, la medicina no es inferior a ninguna en elegancia, distinción y satisfacción y
proporciona a sus estudiosos una preciosa recompensa, esto es: el bienestar y la salud
del cuerpo”. Plutarco. Consejos para conservar la salud.
Duró hasta el 426 d. C., cuando el emperador romano Teodosio lo mandó clausurar
junto con los demás santuarios paganos. El más famoso de los sucesores de Esculapio
fue Hipócrates.
El viaje, la religión y la salud
La medicina prehipocrática está basada en los dos elementos característicos: lo
sobrenatural y lo puramente empírico. En la Iliada de Homero se pone de manifiesto un
considerable conocimiento del tratamiento de las heridas y otras lesiones a través de la
cirugía, ya reconocida como una especialidad distinta de la medicina interna.
Los enfermos llegaban al santuario, que tardó varias generaciones en construirse, desde
diversos y lejanos lugares con la esperanza de que el dios médico los curara. Son viajes
vinculados a la salud y en Grecia estrechamente ligados a la religión. Los mejores y más
cuidados caminos eran los que iban o pasaban por santuarios relacionados con la salud.
En los santuarios la medicina se ejercía por medio de oráculos, donde los sacerdotes
interpretaban los sueños con que el dios había favorecido a los enfermos durante la
noche que habían pasado bajo el pórtico del templo. Muchas veces, la experiencia de los
sacerdotes permitía orientar correctamente al enfermo para la curación. Las
enfermedades se consideraban como un miasma, obra de un poder maligno y una cosa
material que podía curarse de distintos modos, como lavándose con agua.
El templo estaba formado por tres terrazas estructuradas en niveles y a las que se
llegaban por grandes escalinatas. En la terraza más baja se abrían numerosos pozos en
donde se practicaban abluciones rituales. En la terraza central, los peregrinos ofrecían
sacrificios al dios médico; en ella se hallaba también el Tesauro o tesoro del templo.
Cada persona que obtenía la ayuda del dios médico debía hacer una donación, debía
pagar honorarios; para sanar un fémur roto se pagaba con un pollo, también podían
hacerlo gratis si el paciente era pobre. La tercera terraza, a la que se llegaba por una
majestuosa escalinata, era la más alta. Estaba rodeada por tres de sus lados con salones
columnarios. En este abatón se llevaba a cabo el llamado sueño terapéutico, la
"incubación". Todo este servicio, era proporcionado por sacerdotes o iatros,
probablemente médicos, que disponían a los enfermos en las salas donde se hallaban
dispuestas las camas.
En un fragmento de una comedia de Aristófanes, se describen las actividades que se
llevaban a cabo durante el llamado sueño terapéutico: “Cuando llega la noche los
enfermos se acuestan en las camas de reposo (gr. cline; de donde proviene el término
clínico). Los siervos del templo (gr. therapeutes) apagan las luces y piden silencio total.
Luego, un sacerdote da una vuelta para recoger de los altares el pan de oblación.
Después aparece el dios médico escoltado por sus dos hijas y un esclavo. Va de cama en
cama para examinar a los enfermos y también mezcla ungüentos y jarabes”.
Grecia no tenía escuelas de medicina; si un joven deseaba hacerse médico buscaba a un
miembro distinguido de la profesión que lo aceptara como aprendiz. La regla era que
fuera admitido a cambio de una remuneración, con lo que el maestro quedaba obligado
a impartirle su ciencia y su arte al alumno durante el tiempo que fuera necesario.
Las causas psicosomáticas de muchas enfermedades, la importancia de la disposición y
la fe de quien solicitaba ayuda, cumplieron un papel decisivo en el éxito que alcanzaron
las curaciones en los templos bajo la protección de Esculapio.
El legado
Esculapio tuvo varios hijos: dos médicos que son mencionados en La Ilíada, y las hijas:
Hygeia, (deriva el término “higiene”, la preservadora de la salud), Panaqueia (Panacea,
‘la que todo lo cura’, farmacéutica), Egle (oculista y partera) y Laso (enfermera).
Hipócrates, al anunciar su famoso juramento, coloca a Esculapio y lo pone por testigo
junto a Apolo, Higeia y Panacea para que se cumpla la palabra empeñada “hasta donde
tenga poder y capacidad”.
Aunque ninguna de las estatuas de Esculapio son originales, existen reproducciones de
las realizadas por Fidias y Mirón. Se le representa como un hombre maduro, con barba
y mirada serena. Aparece con un manto y lleva la copa con la bebida salutífera, el
báculo con la serpiente enroscada y un perro en recuerdo del que llevaba consigo el
pastor que, según la leyenda, recogió a Esculapio de niño. El bastón de Esculapio quedó
para la posteridad como símbolo de la medicina. La vara de Esculapio es una vara de
ciprés con una serpiente enroscada. Este emblema apareció unos 800 años a C., en
tiempos de Homero. La serpiente representa al animal astuto y ágil que siempre se
mantiene en estado permanente de alerta y establece un paralelo con la conducta que
deben seguir los médicos para la adecuada atención de los enfermos, además es un
animal sagrado en la mitología griega y símbolo de las virtudes medicinales de la tierra.
El bastón era una ayuda para caminar por los polvorientos senderos de la época.
Hipócrates de Kos (460 a. C-370 a. C.), es citado como el padre de la Medicina
occidental. Su padre también fue médico, al igual que sus dos hijos y su yerno; su
verdadero sucesor. A los 13 años inició sus estudios médicos en un asclepion. Terminó
su formación en Egipto.
Creó una escuela de medicina basada sistema racional basado en la observación y
experiencia para el estudio de las enfermedades, cuyas causas atribuía a fenómenos
naturales y no a actos de los dioses o de tipo mágico-religioso.
Describe el cuerpo humano como una asociación de los cuatro humores: flema (agua),
bilis amarilla (fuego), bilis negra (tierra) y sangre (aire). El dolor y la enfermedad se
atribuyeron al desequilibrio de estos humores.
El mantenimiento de la salud se efectúa a través de la dieta y la higiene. Su obra está
compuesta por 70 escritos recogidos por sus seguidores en el Corpus hippocraticum. El
verdadero genio de Hipócrates se muestra en sus obras Tratado del pronóstico y
Aforismos, donde se hallan los resúmenes de su vasta experiencia clínica que inspiró
incontables comentarios hasta bien entrado el siglo XVIII. De un valor excepcional son
también los trabajos hipocráticos Tratado de las fracturas y Tratado de las luxaciones.
Estas ideas continuaron siendo desarrolladas en especial por Galenus, y persisten
durante la Edad Media y el Renacimiento por casi 2 mil años.
Tratamiento
La medicina hipocrática era simple, estéril y apacible siempre que fuese posible. Por
ejemplo, prefería usar agua limpia o vino para tratar las heridas.
El método hipocrático era muy acertado al tratar dolencias simples tales como las
fracturas, que requirieron la tracción del esqueleto haciéndose luego presión sobre el
área dañada. El banco hipocrático fue un sistema utilizado con este fin.
Realizó la primera intervención de un empiema torácico, menciona las primeras terapias
para hemorroides y el uso del espéculo rectal, precursor de la endoscopia.
Categorización
Estableció que las enfermedades pueden ser agudas, crónicas, endémicas y epidémicas,
y estableció los términos de recaída, resolución, crisis y convalecencia entre otros.
Define la crisis como un punto en el que la enfermedad comenzaría a derrotar al
paciente y como consecuencia este moriría o, de lo contrario, los procesos naturales
harían que el paciente se recupere.
Juramento hipocrático
Hipócrates también dejó un legado ético profesional en el juramento que creó cuando
empezó a instruir. El juramento que él estableció y sus adaptaciones posteriores sirve
como código de ética en muchas escuelas médicas.. Definía que el médico debe tener un
carácter honesto, calmado, comprensivo y serio.
“Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y
diosas, poniéndolos de jueces, que este mi juramento será cumplido hasta donde tenga
poder y discernimiento. A aquel quien me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a
mis padres; él participará de mi mandamiento y si lo desea participará de mis bienes.
Consideraré su descendencia como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles
nada. Si cumplo este juramento y no lo quebranto, que los frutos de la vida y el arte
sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo contrario me
ocurra si lo quebranto y soy perjuro”.
En la actualidad es considerado como una tradición antes del ingreso a la práctica de la
medicina, siendo la Declaración de Ginebra de 1948 y su siguiente actualización la
versión más moderna:
“Prometo solemnemente consagrar mi vida al servicio de la humanidad; otorgar a mis
maestros el respeto y la gratitud que merecen; ejercer mi profesión a conciencia y
dignamente; velar ante todo por la salud de mi paciente; guardar y respetar los
secretos confiados a mí, incluso después del fallecimiento del paciente; mantener, por
todos los medios a mi alcance, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica;
considerar como hermanos y hermanas a mis colegas; no permitiré que
consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo,
nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro
factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente; velar con el máximo respeto por
la vida humana; no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes
humanas, incluso bajo amenaza; hago estas promesas solemne y libremente, bajo mi
palabra de honor”.
En el siglo VI a.C. la medicina griega se volvió secular por completo. En Crotona,
Alcmaeon (siglo VI a.C.) identificó el cerebro como el asiento fisiológico del
entendimiento. Empédocles formuló el concepto de que la enfermedad es en primera
instancia la expresión de un desequilibrio entre la perfecta armonía de los cuatro
elementos: fuego, aire, agua y tierra; y formuló una teoría rudimentaria de la evolución.
Se impusieron valores éticos más elevados a los médicos, tomando el célebre juramento
hipocrático. El conocimiento de la anatomía humana se basaba en la disección de los
animales. La fisiología se basaba en los cuatro humores cardinales, o fluidos del
organismo (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra), todavía válido en la Edad Media.
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