Las neveras y pozos de nieve o hielo. Francisco Javier Lozano

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Las neveras y pozos de nieve o hielo
en la comarca de las Cuencas Mineras
FRANCISCO JAVIER LOZANO ALLUEVA
Durante los siglos anteriores a la era industrial disponer
de hielo o nieve para refrescar bebidas, especialmente
durante los calurosos estíos aragoneses, así como el
uso terapéutico, fue una necesidad tan real como lo es
hoy en día disponer de una nevera en cada hogar. Al
servicio de esta necesidad se creó toda una industria
tradicional que generaba trabajo, comercio y dejó, finalmente, un «patrimonio industrial». Esta labor se desarrolló principalmente desde finales del siglo XVI hasta
la aparición de las fábricas de hielo.
Las características geográficas de la comarca de las Cuencas Mineras, serrana,
con cotas elevadas, la harían, a priori, favorable a la construcción de neveras
donde almacenar nieve o hielo. Sin embargo, la lejanía de los grandes centros
de consumo (el valle del Ebro principalmente, o las zonas costeras valencianas),
restringió el almacenamiento y uso al de las propias localidades, que en la mayoría de casos contarían con una sola nevera para su autoabastecimiento.
La técnica
El proceso para almacenar y conservar la nieve o el hielo hasta el verano consistía, en primer lugar, en trasladar éstos hasta el interior del pozo, donde la
acumulaban en capas que compactaban y aislaban con otras capas de paja. La
nevera en su conjunto estaba muy protegida del tiempo exterior y conservaba el
hielo durante meses. Las pequeñas puertas se orientaban de forma que no encarasen habitualmente a los vientos cálidos, y podían tener dobles puertas para
aminorar el intercambio de aire con el exterior.
Normalmente se construyeron en las proximidades de un talud para facilitar la
evacuación del canal de desagüe que realizaban desde el fondo de la nevera al
exterior, para el hielo o nieve que, inevitablemente, se fundía poco a poco. El
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suelo de la nevera se cubría, o bien
con un entarimado, o con un simple
suelo irregular de ladrillos que permitían la evacuación del agua. El hielo se podía aislar de la propia pared
del pozo con cañas.
Las neveras o pozos de hielo se encontraban generalmente en las
afueras de la población, en el lado
de la umbría, evitando el sol y los
vientos como el bochorno. En nuestra comarca las hallamos a entre 100
y 600 m de pueblo. En el caso de
Montalbán se hallaba un poco más
alejada, a 1,2 km y es desacostumbrada la lejanía de una de Armillas
que, salvo error, estaba a ¡6,2 km! o
la de La Zoma a más de una hora
del pueblo.
Nevera de Montalbán
Neveras en nuestra comarca
El nomenclátor de 1860 indica que en nuestra comarca había por entonces nevera, o «cobertizo del pozo», en los pueblos de Anadón, Armillas, Blesa,
Cortes de Aragón, La Hoz de la Vieja, Josa, Martín del Río, Montalbán,
Muniesa, Palomar de Arroyos,
Plou, Rudilla, Segura de los Baños, Valdeconejos y Villanueva
del Rebollar.
No obstante, este registro de Hacienda no fue completo, ya que existen
neveras en Alcaine (en el casco urbano) y en Huesa del Común (donde se conserva el edificio aunque
transformado).
La calle de la Nevera, en Alcaine, adopta el
nombre de la nevera que se localiza en pleno
casco urbano
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En otras localidades la nevera se
perdió hace dos o más generaciones, pero los vecinos de Anadón,
Armillas, Blesa, Cortes de Aragón, Cuevas de Almudén, La Hoz
de la Vieja, Martín del Río, Munie-
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sa, Palomar de Arroyos, Segura de
los Baños, Villanueva del Rebollar
y la Zoma aún pueden indicar dónde se encontraba exactamente ésta,
ya arruinada y aterrada.
Otras localidades, en cambio, han
olvidado incluso la localización de
la misma, como es el caso de Valdeconejos. En las localidades de Cañizar del Olivar o Jarque de la
Val, donde ni la documentación ni
Nevera de Huesa del Común
la memoria popular parece recordar
la existencia de nevera, nos apuntan que una partida de su término se denominaba «La Nevera» (la toponimia ayuda generalmente a recordar al menos su
existencia).
Las pocas neveras de aquella época que aún quedan en pie lo están gracias a
que les encontraron otros usos. Hoy en día encontramos neveras, al menos, en
Alcaine, en Huesa del Común (donde se conservó como dos plantas con sendos pajares), en Rudilla (hoy es un pajar sin profundidad, y cubrieron enteramente la cúpula para agrandar la era superior, apareciendo como una cueva),
en Plou (la hallamos dentro del recinto del nuevo cementerio, y se usó como
Antigua nevera de Plou, reconvertida en osario
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Nevera de Josa –exterior–
osario), y la que es posiblemente el
mejor ejemplo de la comarca, en Josa (la nevera de José Nuez, reutilizada como bodega).
Nevera de Josa –interior–
No en todas las localidades en que
están documentadas estas edificaciones existiría la típica construcción en
forma de ancho y profundo pozo cubierto por una falsa bóveda; en Vivel
del Río, por ejemplo, llaman «la nevera» a una especie de cueva donde
guardaban los medicamentos hasta
las primeras décadas del siglo XX.
Testimonios de su explotación
Todavía está por abordarse un estudio de los contratos de explotación y arrendamiento de las neveras de la comarca de las Cuencas Mineras, donde los fondos del
Archivo de Protocolos Notariales de Montalbán deberán jugar un papel principal.
Podemos suponer que muchas de las neveras relacionadas arriba fueron construidas a cargo de los propios concejos de los municipios, para evitar el pago de
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altos precios por un hielo cuyo transporte multiplicaba su precio grandemente.
Su gestión se procuraba por arrendamiento, como era habitual con otros servicios. Algunas neveras fueron bienes comunales hasta mediado el siglo XIX, como en Muniesa (la cual tenía 225 m3) y La Hoz de la Vieja, pues disponemos
de la ficha de su desamortización.
Especialmente documentada tenemos la nevera (ahora desaparecida) de Blesa,
en el norte de la comarca. Esta nevera fue inicialmente de particulares que la
donaron a su muerte, en 1614, a la cofradía de la Sangre de Cristo de la localidad. Ese año vendieron hielo y nieve en el propio lugar por la cantidad de 462
sueldos por menudo, y sólo 100 sueldos en cinco carretadas al exterior («a la ribera»). Las neveras generaban numerosos gastos en material, reparaciones, paja,
transportes de nieve al pozo y sus jornales; aunque algunos trabajos se ejecutaran gratuitamente por los cofrades, el día en que se limpiaba o llenaba la nevera
se les ofrecía de comer. En 1615 la propia cofradía arrendó «la nieve» a cambio
de un ingreso fijo. En 1785 la nevera seguía generando rentas «de la nieve cuando
se recoge», aunque para otra cofradía, la del Santísimo Sacramento.
Bibliografía
BAYOD, Alberto y BENAVENTE, José Antonio, «Neveras y pozos de nieve o hielo en el Bajo Aragón:
El uso y comercio de la nieve durante la Edad Moderna». Al-Qannis, Taller de Arqueología de Alcañiz y Asociación Cultural Amigos del Mezquin, Alcañiz 1999.
LOZANO, Fco. Javier (2003), «La nevera de Blesa», Revista cultural El Hocino, n.º 5. Asociación Cultural El Hocino de Blesa, 2001, 2.ª edición en Internet en www.blesa.info.
MONESMA, Eugenio, «Tareas de Antaño», Oficios perdidos VIII, Capítulo 7. Pyrene, P.V., 1997
ONA, José Luis, «Una industria milenaria desaparecida. Neveras y pozos de hielo en Aragón», Revista
Trébede 16/17 y 18 (julio a septiembre de 1998).
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