Puente de Salgina - CICCP - Colegio de Ingenieros de Caminos

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Hitos
)
La obra favorita de...(*)
Juan J. Arenas de Pablo
Puente
de
Salgina
Jua n J osé Arena s de Pablo (Huesca , 1940),
inge niero de Caminos desde 1963, es catedrático
de Puentes de la ETS de Ingenieros de C aminos
de la Universidad de Cantabria desde 1976. Su
ac tividad profesional en el proyecto de puentes y
construcciones especiales ha sido constante
desde e l fin de sus estudios. En 1988 funda el
ga bine te de ingeniería APIA XXI, y en 1999
Arenas y Asociados, Ingenie ría de Diseño, ambos
en Santander. Pero Arenas de Pa blo es sobre todo
un maestro en el diseño y construcción de
puentes de prestigio internacional, entre los que
destaca n el puente de la Barqueta para la E xpo
92 de Sev illa; el viaducto de La Regenta, entre
Ribadesella a Luarca, un arco de hormigón de
190 me tros de luz ga lardonado con el Premio
Pue nte de Alcántara ; el puente móvil sobre la
dársena del M orrot en el puerto de Barcelona,
récord mundial de luz entre rótula s de giro, y
ta mbién el puente del Tercer M ilenio sobre el
E bro en Za ragoza , en c onstrucción. Igualmente
llevan su firma la estructura y cubierta del
estadio de El Sardinero, la Nueva Lonja de
pescado fresco en el pue rto de Santa nder o el
Estadio D eportivo M unicipa l de Grana da.
Arenas de Pa blo es autor de numerosos
a rtículos publicados en revista s té cnica s y de
arquitectura españolas y extranjeras, ademá s de
monografía s sobre puentes y cá lculo de
estructuras, entre e llas Caminos en al aire: los
puentes. Conferenciante en universida des e
instituciones profesionales, ha recibido
numerosos premios, entre otros la Me dalla de
honor de la Asociación Técnica del Pretensado, la
Gran C ruz de la Institución de l M érito
Humanitario y la Medalla de honor a l Mérito
Profesiona l del C olegio Nac iona l de Ingenie ros de
Caminos. Desde 2006 es aca démico de la Real
Academia de Noble s y Bellas Artes de San Luis.
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A la pregunta de cuál es la obra pública de todos los
ti empos que más me impresiona sólo puedo responder
con perplejidad y silencio. Son tantos los valores, y tan
diversos, que cada uno de ellas acumula que establecer
comparaciones entre unas y otras no puede llevar a nin gún resultado razonable.
Sin embargo, sí me atrevo a decir que entre los puen tes de todas las épocas quizás ninguno como el construido
por Maillart sobre el barranco de Salgina, en el cantón
suizo de Grisones, logre transmitirme tan fuertes senti mientos. Se trata de un puente arco triarticulado, de hor migón armado de paredes delgadas, plasmación de un
estilo que Maillart desarrolló y que resulta inconfundi ble. Las dos semibóvedas de Salgina saltan, la una al en cuentro de la otra, sobre un
barranco profundo de pare des verticales, lo que conce de a esta obra un gran sen tido dinámico y una máxima
expresividad estructural, ya
que sólo el encuentro entre
ambas mitades en la rótula
de clave y la transmisión de
fuerza a través de ella hace posible su funcionamiento
como arco.
Pero además, la limpieza máxima de sus formas es tructurales, formas de hormigón armado, del todo in novadoras en su época, concede a este puente un ca rácter de ligereza y simplicidad máximas. La plataforma
del tablero mide 3 metros de anchura, ya que Salgina
se construyó y sigue sirviendo a un diminuto camino ru ral. Nada que ver, por tanto, con puentes tan ruidosos y
llenos de vida como puedan ser Brooklyn o el Golden Ga te, los puentes de París y Praga, los de Florencia y Ro ma, o el puente del Gran Canal de Venecia. O, en Espa ña, los puentes de Sevilla y Zaragoza.
En el silencio de los Alpes, el puente de Salgina, que
nació de un concurso de mínimo costo de construcción,
sigue rezumando puro espíritu.
Una obra dinámica,
expresiva y de
máxima limpieza
estructural
(*) Desde esta sección
pretendemos acercar al
lector aquellas obras
que de un modo u otro
representan un gran lo gro en el marco de la
obra pública o de la ingeniería, siempre a través de la mirada personal de un destacado
profesional del sector o
de la docencia.
El espíritu del
hormigón armado
SOLEDAD BÚRDALO
Situado en un camino rural que sobrevuela el profundo barranco de Salgina, en los
Alpes suizos, el puente creado por
Maillart es uno de los hitos de la ingeniería civil del siglo XX, máxima expresión de
las posibilidades estructurales y artísticas
del hormigón armado. Puro arte inscrito
en la naturaleza salvaje.
n el cantón suizo de
los Grisones, en
plena naturaleza alpina, sobre una vertiginosa garganta, se
eleva la etérea y blanquecina
silueta del puente de Salginatobel (su nombre oficial),
soberbia creaci ón del año
1930 del ingeniero Robert
Maillart. Excelencia técnica,
originalidad formal, belleza
plástica y un insuperable encaje en la imponente topografía montañosa qu e lo acoge,
han hecho de esta innovadora
estructura de hormigón armado en uno de los iconos de la
cultura técnica del siglo XX.
E
◗ Vista general
del puente y
proceso de
montaje de la
cimbra que sirvió
para su
construcción.
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que rápidamente alcanzó.
Con esta materia mestiza que
adopta la forma de encofrado –molde en el que se vacía
el hormi gón hast a que fragua–, y por tanto capaz de
adaptarse a cualquier diseño
imaginable, el gran ingeniero suizo creó uno de los conjuntos de puentes más originales y hermosos de la historia
de la ingeniería civil. Puentes
únicos, de una ligereza y audacia sin precedent es, radi calmente nuevos, cuyas formas y proporciones no tenían
nada que ver con lo realizado
hasta entonces. Formas que,
por otra parte, no obedecían
a invenciones caprichosas de
su autor, sino que expresaban
un lenguaje nuevo y propio,
consustancial al nuevo sistema de construcción.
Acero y hormigón
Y es que aunque ya ha cumplido más de 75 años, este refinado arco de 90 metros de
luz que puentea con impecable limpieza el precipicio que
se abre entre dos moles rocosas sigue cautivando a ingenieros de todo el mundo
por su asombrosa actualidad.
De hecho, la prestigiosa Asociación Americana de Ingeniería Civil (ASCE, en sus siglas en inglés) declaró a este
elegante viaducto “hito histórico internacional de la ingeniería civil” en 1991. Realmente, el tiempo no ha dejado obsol et a esta j oya
arquitectónica, considerada
un ejemplo modélico de pureza estructural. Todo un clásico del hormigón armado.
Formado en la prestigiosa
Escuela Politécnica de Zurich, el ingeniero Robert Maillart (Berna 1872-Ginebra
1940) pertenece a la estirpe
de l os grandes innovadores
del diseño estructural del siglo XX, en la que se inscriben ingenieros de la talla del
francés Eugène Freyssinet, el
italiano Pier Luigi Nervi o el
español Eduardo Torroja.
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Junto a esos baluartes de la
técnica, Maill art exploró a
fondo las posibilidades técnicas y expresivas del entonces recién nacido hormigón
armado, contribuyendo con
sus obras a que adquiriese ese
papel de material universal
(
◗ Salginatobel es un arco de
tres articulaciones (en los
estribos y en la clave), con
30 metros de luz.
El puente aúna excelencia
técnica, originalidad, belleza
plástica y un perfecto encaje
en la topografía montañosa
Material por antonomasia
del siglo XX –como el acero
lo fue del siglo XIX–, el hormigón armado es una colaboración del acero y del hormigón adecuada especi al mente para resistir flexiones.
El hormigón trabaja muy
bien a compresión y el acero
en barras es muy adecuado
para resistir tracciones. De
ahí que las barras de acero
–lisas primero y corrugadas
después– se introducen en la
pieza de hormigón en el borde que debe resistir las tracciones, y gracias a la adherencia entre los dos materiales, las primeras resisten las
tracciones y el segundo las
compresiones.
Bajo la forma de múltiples
patentes, la técnica del hormigón armado empezó a dar
sus primeros pasos en la segunda mitad del siglo XIX y
se desarrolló a principios del
siguiente, después de varias
tentativas. Uno de sus precursores fue el jardinero de
Versalles Joseph Monier,
quien tuvo la idea de asociar
a sus jardineras de cemento
unas varillas de acero que las
dot aba de gran resistenci a.
Monier registró patentes sucesivas desde 1865 para la fa-
bricación de tubos, depósitos,
escaleras, vigas, cubiertas y
puentes. No obstante, una de
las primeras certificaciones
se debe a Joseph-Luis Lambot, quien ya en 1849 registró una embarcación de hormigón armado, que se mostró al gran públ ico en la
Exposición Universal de París de 1855. Después, fue el
constructor francés Francois
Hennebique quien de forma
más industrializada y con un
novedoso sistema de franquicias impulsó su desarrollo en todo el mundo en los
primeros años del siglo XX.
A diferencia de la arquitectura, ámbito donde llevó
tiempo asimilar el nuevo materi al, el mundo de la ingeniería no tardó en hacerlo suyo. En el terreno de los puentes, la primera realización de
hormigón armado fue una
modesta pasarela peatonal levantada por Monier en 1875
en Chazelet (Francia), un arco rebajado con una luz de
16,5 metros. No obstante, las
primeras realizaciones con el
nuevo material se hacían de
forma tradicional, con los
mismos métodos de construcción adoptados para los
puentes de sillería o metálicos. Además, imperaba un
cierto rechazo estético hacia
el hormigón armado, no se le
consideraba un material de
construcción digno de ser expuesto tal cual, de ahí que se
recurriese con relativa frecuencia a chapar las obras
con piedra.
El heterodoxo Maillart
En este contexto se comprende mejor el carácter revolucionario de las propuestas de Robert Maillart. Frente al mimetism o dominante
entre sus colegas, el ingeniero suizo se aparta de las fórmulas tradicionales y proyecta s us obras de acuerdo con
las características del nuevo
material. De esta forma, planteó innovadoras s oluciones
portadoras de un nuevo lenguaje estético, que eran el resultado de aprovechar al lí-
◗ El puente visto desde el
fondo del barranco de
Salgina, a más de 90
metros de profundidad.
Izquierda, Robert Maillart.
mite las ventajas resistentes y
expresivas de esa materia nueva e inexplorada como era el
hormigón armado.
Sus reflexiones acerca de
la construcción de puentes de
hormigón armado le llevan a
considerar que las diferentes
partes de la estructura –la bóveda, el tablero y los tímpanos, para un puente arco–,
hasta entonces tratadas como
elementos independient es,
forman un todo solidario. Esta complementariedad de elementos –que tiene en cuenta
una de las principales características del hormigón armado, su monolit ismo– da
lugar a un si stema estático
claro que permite simplificar
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las formas, además de un
considerable ahorro de materiales al eliminar todas las
partes no funcionales de la
estructura. De acuerdo a estos planteamientos, que son
fruto de extraer al hormigón
toda su riqueza de posibil idades resistentes, Maillart diseñó unos puentes de gran
economía, pero también de
una ligereza y finura nunca
vist as, con poco peso respecto a las cargas. Son obras
despojadas de toda clase de
decoraciones o revestimientos, de gran sinceridad estructural, donde cada uno de
sus element os cumple una
función resistente precisa.
En un artículo publicado en
1938, Maillart reflexionaba sobre esa integración de las formas, expresando que “el hormigón armado no crece como
la madera, no nace de l a laminación como el acero ni posee juntas como la sillería, sino que, materia vertida en moldes, podría compararse con la
fundición, cuyas formas particulares, nacidas de una larga
experiencia, podrían enseñarnos mu ch o por su forma d e
pasar de uno a otro elemento
constructivo de modo progresivo y continuo, evitando cualquier quiebro angular. Es es6
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◗ Vista la teral del puente.
Abajo, la complicada
cimbra que permitió poner
en pie el puente de
Salginatobel es una obra
de arte en sí misma.
(
ta v isión de conjunto, in tegrando las partes en el todo,
la que condicion a la belleza
de las formas”.
Su voluntad por utilizar el
hormigón armado por su economí a, facilidad de uso y
adaptación a todas las formas
El puente de Salginatobel
simboliza la capacidad de la
buena obra de ingeniería de
enriquecer el paisaje sobre el
que se asienta
de construcción posibles queda patente desde sus primeros trabajos. En el puente sobre el río Inn, en la pequeña
localidad suiza de Zouz, que
proyecta en el año 1901, la
idea de que las diferentes partes deben funcionar como
una unidad ya está presente.
Se trata de un arco de tres articulaciones (en los estribos
y en la clave), con 30 metros
de luz, que introdujo a nivel
mundial el uso de la sección
en cajón de hormigón armado. Ésta surge como una suma del arco, el tablero y los
tímpanos de cierre, suponiendo una total integración
de todos los elementos estructurales. Ya no tiene que
aguantar por sí solo la carga,
el arco puede ser mucho más
delgado. Este tipo de sección
resistente es la que se utili za hoy en todos los puentes
de hormigón armado o pretensado de gran luz.
Novedosos métodos
Zouz fue el primero de una
serie de más de 40 puentes,
todos ellos en Suiza, que
Maillart proyectó a lo largo
de su trayectoria profesional.
Una andadura que no resultó
nada fácil. Y es que aunque
hoy su producción es objeto
de admiración en todo el
mundo, en su época no fue
muy valorada, teniendo que
hacer frente a la desconfianza de las autoridades suizas,
que cuestionaban sus novedosos métodos. Hay que hacer notar que Maillart mantuvo una actitud crítica hacia
los códigos y reglament os
oficiales que ordenaban la
práctica del hormigón armado, que en su opinión imponían a los ingenieros unos límites que podían haber sido
determinados en cada caso a
través de ensayos (pruebas de
carga). Todo ello no hacía sino limitar la imaginación de
los técnicos, además de suponer un freno a la innovación.
El poco aprecio con el que
fue acogida la obra de Maillart
en su momento explicaría el
El puente en
datos
Año de construcción: 1930
Tipología: Puente en arco
triarticulado
● Material de construcción:
Hormigón armado
● Longitud total: 132, 30
metros
● Anchura del tablero: 3,50
metros
● Luz del arco: 90,04 metros
● Altura: 90 metros
● Autor: Robert Maillart
●
●
hecho de que la gran mayoría
de sus puentes se localicen en
modestos caminos perdidos en
las montañas suizas, lugares
apartados donde su audacia
formal podría p asar más inad vertida. Sin olvidar el factor económico. Y es que Maillart ganó numerosos concursos públicos por lo razonable
del precio de sus estructuras,
que se situaban por debajo del
de sus rivales. Un claro ejemplo de ello es el puente de Salginatobel, terminado en 1930.
Este hermoso viaducto, q ue
hoy ocupa un lugar de honor
en la historia de la técnica y
es reconocido mund ialmente
como una pieza clave del arte
de construir del siglo XX, fue
elegido en su momento por las
autoridades locales no por sus
bondades técnicas o formales,
sino porque era la opción más
barata entre los 19 proyectos
barajados.
El modelo Salginatobel
Salginatobel es una de las
obras más admiradas de Maillart, la que exhibe de forma
más elegante y depurada las
posibilidades resistentes y
formales del hormigón. Además de un ejemplo paradigmático de autent ici dad estructural, con una total adecuación entre la forma y la
función de cada una de sus
partes. Situado en un camino
rural que conecta la aldea alpina de Schuders con el núcleo de Schiers, en el val le
del río Landquart, el puente
sobrevuela a más de 90 metros de altura el profundo barranco de Salgina, rodeado de
un majestuoso entorno natural donde se suceden acantilados, roquedos, cascadas y
laderas tapizadas de frondosos bosques de enorme belleza. Se trata de un arco de
tres arti culaciones –uno de
los tipos más cultivados por
el ingeniero suizo–, con un
canto variable y una luz de
90 metros, el mayor de los realizados por Maill art y uno
de los más grandes de su
tiempo. La conexión del arco y del t ablero se asegura
mediante una serie de finas
pantallas verticales colocadas cada seis metros, componiendo todos los elementos una unidad estructural.
Diseñado para tráfico ligero,
con una longitud de 133 metros y anchura de 3,5 metros,
su construcci ón supuso un
avance enorme, si se considera que en esa época los arcos de hormigón seguían tomando prestadas sus formas
de las seculares bóvedas de
sillería.
En el terreno de la construcción, uno de los aspectos
más llamativos fue la dificultad del montaje de la cimbra
de madera sobre la que se
construyó el arco. Concebido
y realizado por el ingeniero
Richard Coray, especialista
en este tipo de estructuras efímeras, el complejo andamiaje que permitió poner en pie
Salginatobel fue una obra de
arte en sí misma. Se trataba
de una ci mbra de gran envergadura de las de recogida,
llamadas así porque recogían sus pies derechos inclinándolos ligeramente hacia
unas cimentaciones concentradas en puntos de las laderas que daban menor altura
de cimbrado.
Uno de los aciertos de la
obra más valorados por la crítica especializada es el de su
lograda integración en el
grandioso paisaje de montaña en el que se inserta. Su encaje geográfico es tal que uno
tiene la impresión de que ese
profundo desfiladero rocoso
quedarí a incompleto sin la
presencia del escultural arco que lo cruza. Y es que Salginatobel simboliza como pocas la capacidad de la buena
obra de ingenierí a de enriquecer y cualificar el paisaje
sobre el que se asienta.
Pero la fascinación que provoca este puente de hormigón,
su embrujo, la expresividad
poética que transmite su desnuda geometría, no puede explicarse sólo desde la mirada
de la técnica o de los valores
paisajísticos. Hay algo en él
que le hace trascender ese plano para entrar de lleno en el
mundo del art e. Como dice
Arenas de Pablo, “Salgina
desborda lo resistente, lo funcional y lo económico y se coloca en el puro plano del arte.
De un arte inscrito en la naturaleza salvaje y de un arte,
además, difícil, que presupone el respeto máximo a la técnica y a las leyes de la física.
De un arte que no es más que
técnica llevada a niveles profundos, abismales, de bienhacer” (Caminos en el aire: los
puentes, Madrid 2003). ■
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