Comentario F.J. Garcimartín/M.J. Prieto Reglamento título ejecutivo

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DERECHO INTERNACIONAL PRIVADO. GRUPOS A Y BCURSO 2008/2009
LECCIÓN 11, PREGUNTA 8
AÑO XXV. Número 6151. Martes, 21 de diciembre de 2004
DOCTRINA
LA SUPRESIÓN DEL EXEQUATUR EN EUROPA: EL TÍTULO EJECUTIVO EUROPEO
Por FRANCISCO J. GARCIMARTÍN
y
Catedrático de Derecho Internacional Privado
(Universidad Castilla-La Mancha)
*
MARÍA JESÚS PRIETO JIMÉNEZ ( )
Abogada del Estado
(Dirección Servicio Jurídico del Estado)
El Reglamento 805/2004 establece un título ejecutivo europeo para créditos no impugnados. Esto
significa que una resolución de condena dictada en un Estado miembro de la UE y certificada como Título Ejecutivo Europeo podrá --y deberá-- ejecutarse directamente en todos los demás Estados miembros sin necesidad de atravesar ningún procedimiento intermedio de exequatur. La frontera jurídica que implica el procedimiento de exequatur desaparece. Este trabajo ofrece una primera aproximación al citado Reglamento. En él se exponen los problemas fundamentales que se
plantearon durante su negociación y las soluciones finalmente alcanzadas. En paralelo al estudio
del Reglamento, se va viendo también su correlación con el Derecho procesal civil español.
SUMARIO: I. El Reglamento de Título Ejecutivo Europeo: rasgos generales.-- II. Ámbito de aplicación: 1.
Materia civil y mercantil. 2. El concepto de créditos no impugnados: A) Definición general. B) Supuestos
concretos. 3. Concepto de «resolución». La inexigibilidad de la fuerza de cosa juzgada. 4. Transacciones
judiciales y documentos públicos. 5. Ámbito territorial. Irrelevancia del domicilio del demandado. 6. Ámbito
temporal.-- III. Certificación de la resolución como TEE. Requisitos: 1. Ejecutividad en el Estado de origen.
2. Respeto de las reglas de competencia previstas para consumidores, seguro y competencias exclusivas.
3. Respeto de las normas mínimas de notificación: A) Notificaciones. B) Información. C) Subsanación. D)
La posibilidad de recurso extraordinario. 4. Certificado: rectificación y revocación.-- IV. Ejecución en el
estado requerido.-- V. Bibliografía.
I. EL REGLAMENTO DE TÍTULO EJECUTIVO EUROPEO: RASGOS GENERALES
1. El Reglamento 805/2004, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de abril de 2004, establece un
1
Título Ejecutivo Europeo para créditos no impugnados ( ) (Reglamento TEE). Este texto responde a estas
previsiones del programa de Tampere de medidas para la aplicación del principio de reconocimiento mutuo de las resoluciones judiciales en materia civil y mercantil, entre las que se contemplaba la supresión
del exequatur en el ámbito de los créditos no impugnados como «una de las prioridades de la Comuni2
dad» ( ). La idea se concreta expresamente en el art. 1 del Reglamento, donde se establece que su objetivo «es crear un título ejecutivo europeo para créditos no impugnados que permita, mediante la fijación
de normas mínimas, la libre circulación en todos los Estados miembros de resoluciones, transacciones
judiciales y documentos públicos con fuerza ejecutiva sin que deba llevarse a cabo ningún procedimiento
intermedio en el Estado miembro de ejecución para el reconocimiento y la ejecución». Y se repite en el
*
Ambos autores han participado como miembros de la delegación española en las negociaciones que, en
el seno del Consejo, condujeron a la adopción del Reglamento sobre el Título Ejecutivo Europeo. Las
opiniones que aquí se expresan son a título exclusivamente personal.
1
DOUE de 30 de abril de 2004.
2
) Programa aprobado por Acuerdo del Consejo de 30 de noviembre de 2000.
art. 5: «Una resolución que se haya certificado como título ejecutivo europeo en el Estado miembro de
origen será reconocida y ejecutada en los demás Estados miembros sin que se requiera ninguna declaración de ejecutividad y sin posibilidad alguna de impugnar su reconocimiento». La misma previsión se
establece en los arts. 24.2 y 25.2 con respecto a las transacciones judiciales y a los documentos públicos
con fuerza ejecutiva.
2. El mecanismo que utiliza el Reglamento TEE para la supresión del exequatur es la fijación de normas
mínimas para los procedimientos judiciales en los que se obtiene la resolución. En concreto, se establecen normas procesal mínimas para aquellos aspectos en los que las diferencias existentes entre las legislaciones de los Estados miembros constituían un obstáculo al reconocimiento y ejecución de las resoluciones judiciales, típicamente con las vinculadas a las garantías del derecho de defensa del demandado.
El establecimiento de normas mínimas comunes en estas materias permite eliminar el control judicial del
Estado de ejecución --propio del procedimiento de exequatur y recogido todavía en el Reglamento «Bru3
selas I»-- ( ) y llevar este control al órgano judicial del Estado de origen que dicta la resolución.
3. La supresión del exequatur no se basa en la plena confianza recíproca de los Estados miembros en
sus respectivos sistemas procesales, pues para ello habrían bastado las previsiones de los arts. 1 y 5
anteriormente transcritos, sin necesidad de establecer normas mínimas comunes. Pero tampoco se pretende eliminar ese procedimiento intermedio a partir de la armonización procesal, pues las normas mínimas que establece el Capítulo III del Reglamento TEE no son directamente aplicables, esto es, no modifican ni derogan por efecto directo del Reglamento las normas procesales de los Estados miembros, ni
obligan a los Estados a transponerlas. El Reglamento TEE se aparta, asimismo, de la idea inicialmente
barajada de vincular el Título Ejecutivo Europeo para créditos no impugnados a las resoluciones que se
4
obtuvieran a través de un proceso europeo de requerimiento de pago uniforme o armonizado ( ), por ser
éste el tipo de proceso que permite obtener más rápidamente un título ejecutivo cuando el deudor no
impugna el crédito. Sin embargo, esta medida, como otras de aproximación procesal --vgr., las de aceleración y simplificación de los litigios de pequeña cuantía, contempladas junto con el Proceso Monitorio
Europeo en el Libro Verde presentado por la Comisión el 20 de diciembre de 2002-- se pospusieron para
dar prioridad al Reglamento TEE, que permite así avanzar en la aproximación de las normas procesales
sobre notificación sin imponer su armonización a la vez que amplía su ámbito de aplicación a todas las
resoluciones judiciales, cualquiera que sea el procedimiento en el que se dicten, e incluye también las
transacciones judiciales y los documentos públicos con fuerza ejecutiva.
4. Nuestro propósito en este trabajo es ofrecer una primera aproximación a este texto. Es un estudio descriptivo, de mera presentación del texto, donde expondremos los problemas fundamentales que se plantearon durante su negociación y las soluciones finalmente alcanzadas analizando su correlación con el
Derecho procesal civil español.
II. ÁMBITO DE APLICACIÓN
5. El ámbito de aplicación del Reglamento TEE viene delimitado, desde un punto de vista material, por
dos variables: la materia, civil y mercantil como en «Bruselas I», y el objeto, que se circunscribe a los que
denomina «créditos no impugnados». Desde un punto de vista formal, el Reglamento delimita los tipos de
títulos ejecutivos que se certificarán como TEE, que pueden ser tanto resoluciones judiciales como transacciones judiciales y documentos públicos con fuerza ejecutiva, también como en Bruselas I. En cuanto
al ámbito territorial, se aplica a los títulos ejecutivos procedentes de otros Estados miembros con la excepción de Dinamarca y con independencia de cuál sea el domicilio del deudor; y en el aspecto temporal,
será de aplicación a los títulos emitidos con posterioridad a su entrada en vigor. A continuación vamos a
ver con más detalle cada uno de estos aspectos.
1. Materia civil y mercantil
6. El ámbito material de aplicación del Reglamento TEE es el mismo que el del Reglamento «Bruselas I».
De hecho, el artículo relativo a esta cuestión en el Reglamento TEE (art. 2) está tomado literalmente de
ese texto. Se aplica sólo en el ámbito civil y mercantil. Las deudas alimenticias están comprendidas en
ese ámbito (para este tipo de deudas, que se materializan periódicamente, el Reglamento contiene previ3
Reglamento 44/2001, del Consejo, de 22 de diciembre de 2000.
Vid. la Exposición del Motivos de la Propuesta de Reglamento TEE, COM (2002) 159 final, DOCE 27 de
agosto de 2002; detenidamente, CORREA DELCASSO, págs. 2-3; RODRÍGUEZ VÁZQUEZ, passim;
DÍEZ RIAZA, passim. El 19 de marzo de 2004 la Comisión ha presentado una Propuesta de Reglamento
del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece un procedimiento monitorio europeo, COM
(2004) 173 final.
4
siones particulares, vid. el certificado normalizado recogido en el Anexo I, ap. 5.1.2). No incluye la materia
fiscal, aduanera y administrativa (art. 2.1). Al igual que Bruselas I, excluye expresamente el estado y la
capacidad de las personas físicas, los regímenes económicos matrimoniales, los testamentos y las sucesiones; la quiebra y procedimientos análogos; la seguridad social y el arbitraje. Los laudos arbitrales no
podrán certificarse como título ejecutivo europeo (vid. infra). Es irrelevante la naturaleza del órgano jurisdiccional. En consecuencia, las decisiones adoptadas por la jurisdicción laboral o incluso la penal en materia de Derecho privado quedan dentro de ese ámbito.
7. El Reglamento TEE añade una exclusión que no se encuentra en Bruselas I. Conforme al art. 2.1 in
fine, no se aplicará a los casos en que el Estado incurra en responsabilidad por acciones u omisiones en
el ejercicio de su autoridad (acta iure imperii). En realidad esta excepción es puramente narrativa pues el
propio concepto de materia civil y mercantil excluye implícitamente ese tipo de actuaciones de su ámbito
de aplicación. El Tribunal de Justicia así lo ha repetido en numerosas ocasiones. Sin embargo, algunos
Estados miembros insistieron en añadir esta frase con el objeto de aclarar el significado de esos concepto
y poder oponerse a la ejecución de una decisión certificada como TEE en otro Estado miembro alegando
la inaplicabilidad del Reglamento (o al menos, conservar la posibilidad de plantear una cuestión prejudicial
al Tribunal de Justicia).
2. El concepto de créditos no impugnados
A) Definición general
8. El Reglamento se aplica sólo a las resoluciones judiciales, transacciones judiciales y documentos públicos con fuerza ejecutiva sobre créditos no impugnados (art. 3). El concepto de crédito, a los efectos procesales del Reglamento, se define como la reclamación referida al pago de un importe de dinero determinado o específico que sea exigible o cuya fecha de exigibilidad se indique en la resolución, en la transacción judicial o en el documento público (art. 4.2). No se puede certificar como título ejecutivo europeo las
reclamaciones de deudas de bienes fungibles distintos del dinero, las condenas de cantidad no determinada en la propia resolución, ni los documentos públicos en los que, pese a ser ejecutivos conforme a la
ley que los rige, la cuantía del crédito se fija posteriormente conforme a un pacto de liquidez incluido en el
título (vid. arts. 572.2 y 573 LEC). Más dudosa resulta, sin embargo, la exclusión de las sentencias con
reserva de liquidación previstas por el art. 219 LEC cuando la liquidación requiere una simple operación
aritmética. Se incluyen los créditos aún no vencidos y los pagos periódicos (condenas de futuro del art.
220 LEC). En este caso, en el certificado se ha de hacer constar el importe de cada plazo y sus fechas de
vencimiento. Se incluyen también los intereses, legales o no, que deben hacerse constar en el certificado
(esto significa que en aquellos ordenamientos que esté previsto un interés de la mora procesal éste sólo
se beneficiará del régimen del Reglamento si consta en el certificado de título ejecutivo europeo).
9. La definición de créditos no impugnados se encuentra en el art. 3.1 del Reglamento. En esta definición
se diferencia en función del comportamiento del deudor. En unos casos el Reglamento prevé una asunción expresa de la deuda, bien en el marco de un procedimiento judicial (por ejemplo, en los casos de
allanamiento o de transacción judicial), bien documentada ante una autoridad pública no judicial (documento público con fuerza ejecutiva). En otros casos, que son precisamente los que motivan la exigencia
de las normas mínimas, el Reglamento prevé una asunción implícita de la deuda, derivada de la «ausencia comprobada de oposición por el deudor sobre la naturaleza o alcance de una demanda pecuniaria»
(cdo. 5). La inclusión de esta segunda hipótesis motivó se sustituyese el concepto de crédito reconocido -que pone el acento en la aceptación del crédito, expresa o tácita-- por el de no impugnado --que dirige la
atención a la falta de oposición--. De ahí que cuando se trata de transacciones judiciales y de documentos
públicos con fuerza ejecutiva, los arts. 24.1 y 25.1 hablen sólo de créditos en el sentido del art. 4.2, aunque lógicamente su objeto ha de ser también un crédito no impugnado en el sentido del art. 3.1 a) y d).
10. Esta solución es tributaria de la concepción inicial del TEE limitada a resoluciones judiciales obtenidas
en un proceso europeo de requerimiento de pago uniforme o armonizado. No obstante, resulta discutible
una vez que se amplía el instrumento para incluir las resoluciones judiciales obtenidas en cualquier tipo
de procedimiento: en efecto, no parece justificado que se incluyan todos los créditos no impugnados en lo
que no compareció el deudor y que en cambio se mantengan fuera de su ámbito de aplicación los supuestos de oposición del deudor (i.e., en los que sí hubo comparecencia), pues si hubo oposición del
deudor es difícil que se produzca una vulneración del derecho de audiencia. Esta paradoja sólo se explica
si recordamos la configuración del Reglamento TEE en el programa de medidas como un proyecto piloto.
Es, por ello, previsible que en el futuro se amplíe su ámbito a todo crédito pecuniario, haya habido o no
oposición del deudor, y después a toda la materia civil y mercantil que abarca el Reglamento «Bruselas
I».
B) Supuestos concretos
11. El Reglamento TEE tipifica los supuestos de no impugnación. En concreto, y siguiendo esa diferenciación entre admisión expresa y tácita, el Reglamento TEE establece que en el caso de un procedimiento
judicial se considerará no impugnado el crédito cuando el deudor ha manifestado expresamente su
acuerdo sobre el mismo, mediante su admisión (allanamiento en contestación a la demanda ex art. 405
LEC) o mediante una transacción aprobada por un órgano jurisdiccional o celebrada en el curso de un
procedimiento judicial [art. 1.a)]. La diferencia entre transacción judicialmente «celebrada» o «aprobada»
permite subsumir en esta categoría tanto las resoluciones judiciales que «aprueben» como las que
«homologuen» transacciones judiciales y acuerdos logrados en el proceso, que son títulos ejecutivos en
nuestro sistema procesal (art. 517.3 LEC). Fuera de un procedimiento judicial, el Reglamento considera la
existencia de un crédito no impugnado cuando el deudor lo ha aceptado expresamente en un documento
público con fuerza ejecutiva.
12. El Reglamento tipifica también los supuestos de admisión tácita. Según la estructura del procedimiento, distingue dos hipótesis.
(a) Primera hipótesis: típicos casos de rebeldía.
5
La primera hipótesis es si el deudor ( ) «nunca lo ha impugnado, con cumplimiento de los pertinentes
requisitos procesales de la ley del Estado de origen, durante la tramitación del procedimiento judicial» [art.
3.1 b)]. En el considerando 6 se aclara que este supuesto comprende la incomparecencia en la vista o la
omisión de respuesta a la invitación del órgano jurisdiccional a presentar alegaciones por escrito. Esta
hipótesis está pensada para los supuestos de rebeldía, aunque permite también incluir los casos de personación sin oposición al crédito, como, por ejemplo, cuando el demandado plantea una declinatoria y,
una vez resuelta, deja de comparecer o de contestar al fondo de la demanda (vid. art. 64 LEC). En los
supuestos de rebeldía, la falta de comparecencia o de oposición en forma equivalen a la aceptación tácita
del crédito a efectos del Reglamento, aunque no impliquen allanamiento conforme a la lex fori (vid., por
ejemplo, art. 496.2 LEC). Lo que esto significa es que si el juez dicta una sentencia favorable al actor, esa
sentencia se podrá certificar como TEE.
La remisión a «los requisitos procesales pertinentes del Estado miembro de origen» tiene como objetivo
ceñir el control al comportamiento procesal del deudor [art. 3.1 c)]: el crédito se considera no impugnado
si cualquier tentativa de oponerse no cumpliera dichos requisitos. No es suficiente con que el deudor haya
manifestado su oposición al crédito, por ejemplo, prejudicial o extrajudicialmente, sino que es necesario
que esa oposición la haya hecho en el proceso y bajo las condiciones de la lex fori, esto es, con los requisitos procesales exigidos por esta ley para la impugnación del crédito. De otro modo, el crédito se considerará como no impugnado. Por ejemplo, una contestación a la demanda inadmitida por extemporánea no
podría considerarse como impugnación.
La referencia a que «nunca lo ha impugnado» plantea ciertos problemas de interpretación. Está claro que
una vez aceptado, expresa o tácitamente, el crédito y certificada la resolución como TEE, una impugnación posterior, por ejemplo un recurso contra la sentencia, no elimina su carácter de «no impugnado»,
aunque propiamente habría dejado de serlo. Para explicar correctamente esto es necesario anticipar que
el Reglamento no exige que las resoluciones sean firmes, a diferencia de lo que establecía la propuesta
inicial, ni limita la posibilidad de que el crédito se considere no impugnado al procedimiento de instancia,
sino que puede adquirir tal carácter en la vía de recurso --por ejemplo, si el acreedor recurre la resolución
inicial desestimatoria de su demanda y el deudor apelado no se opone a la apelación ni comparece en la
vista, obteniendo el acreedor su resolución de condena en la segunda instancia--, en cuyo caso será en
esta vía en la que se expida por primera vez el certificado --y no uno sustitutorio del emitido en primera
instancia-- si se cumplen los requisitos y normas mínimas procesales (art. 12.2). No parece, sin embargo,
compatible con la expresión «nunca lo ha impugnado» considerar como no impugnado un crédito que lo
fue en la primera instancia, con personación y oposición del deudor, cuando la demanda fuera desestimada en primera instancia y el acreedor obtuviera una resolución favorable en apelación sin comparecencia
ni oposición del deudor a la apelación, salvo que se entienda que el ámbito temporal de la indicada expresión se limita a la instancia en que se obtiene la resolución judicial de cuya certificación se trata, en lo que
sería una interpretación pro actione que impone al deudor la carga no sólo de impugnar inicialmente el
crédito, sino de mantener su oposición en las sucesivas instancias para evitar la certificación como TEE
6
de las resoluciones que en ellas se dicten ( ).
5
El Reglamento utiliza el término material, «deudor», en lugar del término procesal, «demandado», para
incluir aquellos supuestos en los que no hay formalmente una demanda y, por ello, no hay auténtico «demandado». A lo largo de este trabajo nos tomaremos la licencia de utilizar esa misma terminología.
6
Sobre este punto, los autores del trabajo mantienen puntos de vista distintos, por eso hemos preferido
dejar abierta la cuestión.
(b) Segunda hipótesis: impugnación inicial pero incomparecencia a la vista.
La segunda hipótesis está pensada para los procedimientos en los que hay una impugnación inicial pero
luego el deudor no comparece a la vista. En realidad, esta segunda hipótesis constituye una excepción a
la primera pues si hay una impugnación inicial no puede decirse que «nunca lo ha impugnado». En este
caso, se considerará no impugnado si el deudor no ha comparecido ni ha sido representado en la vista
siempre que dicho comportamiento equivalga a una aceptación tácita del crédito o de los hechos alegados por el acreedor de acuerdo con la legislación del Estado miembro de origen. De nuevo, la remisión a
la ley del Estado de origen nos da la clave para entender el alcance de este precepto. Una impugnación
inicial seguida de la incomparecencia a la vista sólo equivale a aceptación del crédito si así lo establece la
ley del foro.
13. En el caso español, la incomparecencia en la audiencia previa al juicio ordinario después de haber
contestado la demanda (art. 414.3 LEC) o en el juicio verbal (art. 442.2 LEC) únicamente provocan la
declaración de rebeldía (en su caso) y la continuación del procedimiento, al igual que la posterior incomparecencia a la vista o falta de contestación a la demanda del deudor en el contradictorio subsiguiente al
proceso monitorio en el que el deudor se opuso al requerimiento de pago. Las únicas excepciones posibles son las del art. 826 LEC para el juicio cambiario, donde si el deudor no comparece a la vista para
defender sus alegaciones pese a haber formulado oposición, la ley dispone la estimación automática de la
demanda, y la del art. 441.4 LEC, para el juicio verbal sumario previsto en el art. 250.10 (reclamaciones
por incumplimiento del comprador de obligaciones derivadas de contratos inscritos en el Registro de Venta a Plazos de Bienes Muebles y formalizados en el documento oficial establecido al efecto), donde se
establece también la estimación de la demanda por incomparecencia a la vista cuando el deudor hubiera
anunciado previamente su oposición a la reclamación. Podría plantearse también la aplicación de esta
misma regla en la segunda instancia cuando el recurso de apelación se hubiese interpuesto por el deudor
que luego no comparece a la vista, en cuyo caso se le tiene por desistido del recurso (art. 464.1 en rela7
ción con el art. 442.1 LEC) ( ). Esta posibilidad sólo tiene interés si la sentencia de instancia no pudo
certificarse como TEE porque el crédito fue impugnado por el deudor, ya que si el recurso de apelación se
interpone contra una sentencia certificada como TEE porque el crédito no fue impugnado en la primera
instancia, esta ulterior impugnación no priva de sus efectos al certificado emitido, como ya dijimos, tanto si
el deudor sostiene la apelación hasta el final como si deja de interponer el recurso preparado o no comparece a la vista tras la interposición del recurso, aunque si la sentencia de apelación modifica o revoca la
de instancia se deberá emitir un certificado sustitutorio del inicial (art. 6.3).
14. Las costas procesales también gozan del sistema previsto por el Reglamento. Cuando una resolución
incluya una decisión ejecutiva relativa al importe de las costas procesales se certificará como título ejecutivo europeo (art. 7). Esto incluye el posible interés aplicable. El Reglamento puntualiza que no es necesario que en la notificación del escrito de incoación o equivalente al deudor se fije la cantidad reclamada
como costas, pero al menos sí que se le informe de que se pide esta condena [vid. art. 17 b) in fine]. Puede suceder que el deudor no se oponga al crédito principal, pero sí a las costas. En este caso, la condena
al pago de éstas no podrá certificarse como título ejecutivo europeo pues no se trata de un «crédito no
impugnado» (art. 7). Pese al tenor del Reglamento, que se refiere a que la resolución «incluya» la condena a las costas, no hay obstáculos para aplicar esta regla cuando la condena en costas sea objeto de una
decisión diferente de la principal (esto es, la relativa al crédito no impugnado). No obstante, ambas condenas han de ir en el mismo certificado (ap. 5.3 Anexo I), lo cual presupone que la cantidad exacta que
corresponde a las costas ha de fijarse antes de expedir el certificado (cuyo objeto es la resolución principal). En el Derecho español, la aplicación de este régimen puede plantear problemas, ya que la cantidad
sólo se fija una vez que la sentencia deviene firme y por un procedimiento autónomo de tasación.
3. Concepto de «resolución». La inexigibilidad de la fuerza de cosa juzgada
15. El Reglamento se aplica a las resoluciones judiciales que condenan al pago de un crédito no impugnado, tal y como lo hemos definido, y a las transacciones judiciales y documentos públicos con fuerza
ejecutiva sobre este mismo objeto. El concepto de «resolución» (art. 4.1) está tomado del Reglamento
Bruselas I (art. 32): comprende cualquier decisión adoptada por un tribunal con independencia de la denominación que recibiere, tal como auto, sentencia, providencia o mandamiento de ejecución, así como el
acto por el cual el secretario judicial liquidare las costas. Es irrelevante el tipo de proceso: ordinario, verbal
o monitorio, o incluso cautelar, si conduce a una decisión provisional de condena. Naturalmente, comprende un auto despachando ejecución en un proceso monitorio, y así lo aclaraba la Exposición de Motivos de la propuesta de la Comisión. Incluye las dictadas por el secretario judicial o por otros funcionarios
del órgano jurisdiccional en función del Derecho de cada Estado miembro. No se incluyen en este concepto las decisiones arbitrales, ni las resoluciones judiciales confirmatorias de éstas (no obstante, si el deudor
presta su consentimiento al laudo en un documento público podría utilizarse el art. 25). Tampoco se de7
En relación a este supuesto vale también lo dicho en la nota precedente.
ben entender incluidas en el concepto las resoluciones judiciales que aprueban u homologan transacciones judiciales, que son objeto de un régimen específico en el que no se exigen los requisitos establecidos
para las resoluciones judiciales (arts. 6.1 y 24.3).
16. En el proyecto inicial de la Comisión se exigía fuerza de cosa juzgada, i.e., sólo se podían certificar
como título ejecutivo europeo las resoluciones que hubiesen adquirido fuerza de cosa juzgada, y se pre8
veía, eso sí, un titulo ejecutivo para las medidas cautelares ( ). Durante las negociaciones se modificó
este requisito. La razón principal fue la comparación con el Reglamento «Bruselas I». No parecía muy
razonable que las decisiones ejecutivas sin fuerza de cosa juzgada se beneficiasen del Reglamento «Bruselas I» y no del Reglamento TEE. Es más, en la práctica, esa exclusión haría bastante inútil este último,
pues una vez ejecutiva la decisión, el acreedor utilizaría la vía de Bruselas I sin esperar a que la decisión
alcanzase fuerza de cosa juzgada para obtener el certificado de TEE. Por eso, finalmente se extendió la
aplicación del Reglamento TEE a las decisiones con fuerza ejecutiva según la ley del Estado de origen.
Esto explica, como ya hemos visto, que el hecho de que el demandado, quien no se opuso en primera
instancia, recurra la decisión de condena no implica que el certificado deje de ser eficaz.
4. Transacciones judiciales y documentos públicos
17. Ya hemos anticipado que el Reglamento TEE incluye tanto las transacciones «celebradas» como las
«aprobadas» judicialmente, concepto este último que no contempla expresamente el Reglamento de
Bruselas I. El Reglamento TEE no define este término, aunque pueden entenderse comprendidas en él
las transacciones judicialmente homologadas, que son títulos ejecutivos en nuestro sistema procesal (art.
517.3 LEC) como, en particular, el acuerdo logrado por las partes y homologado judicialmente en la audiencia previa al juicio ordinario, que surte los efectos atribuidos por la ley a la transacción judicial (art.
415.2 LEC).
9
18. El Reglamento se aplica a los documentos públicos con fuerza ejecutiva (art. 25) ( ). La definición de
«documento público» está tomada de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia en el ámbito del Convenio
10
de Bruselas ( ). Por documento público se entiende un documento formalizado o registrado que cumple
dos condiciones: (a) su autenticidad se refiere a la firma y al contenido del instrumento, y (b) ha sido establecida por un poder público u otra autoridad autorizada con este fin por el Estado miembro de donde
provenga (art. 4.3). Para que ese tipo de documentos públicos puedan certificarse como TEE son necesarios dos requisitos adicionales: que tengan fuerza ejecutiva conforme a la ley de la autoridad que los expide y que deje constancia del consentimiento del deudor sobre el crédito [art. 1 d)]. La existencia de un
consentimiento expreso del deudor sobre el crédito es el elemento que legitima que los documentos públicos se beneficien del certificado de TEE y que el control sea muy reducido.
19. En estos dos casos, el certificado ha de expedirse cumplimentando sendos formularios especiales
(recogidos en los Anexos II y III del Reglamento, respectivamente). Estos formularios son más sencillos
que el formulario general para resoluciones judiciales ya que, al exigirse en ambos casos el consentimiento expreso del deudor, no ha de verificarse el cumplimiento de ninguna norma mínima. En el caso de los
documentos públicos con fuerza ejecutiva, el Reglamento deja a los Estados miembros que designen la
autoridad a la que ha de dirigirse la solicitud de certificación del TEE, que puede ser la misma pero también puede ser distinta de la que haya formalizado o registrado el documento con fuerza ejecutiva (art.
25.1). En el caso de las transacciones judiciales, la solicitud se dirige al mismo órgano jurisdiccional ante
el que se celebran o que las aprueba (art. 24.1), aunque su expedición también parece que se puede
encomendar a otro órgano jurisdiccional, al igual que en el caso de las resoluciones judiciales (vid. punto
3 de los Anexos I y II). En todo caso, las autoridades competentes deben notificarse a la Comisión [art.
30.1 c)].
20. Una vez certificados, la transacción judicial o el documento público se podrán ejecutar en los demás
Estados miembros sin que se requiera ninguna declaración de ejecutividad y sin posibilidad de impugnar
su ejecutividad (arts. 24.2 y 25.2). En su caso, serán aplicables las mismas reglas que rigen la ejecución
de resoluciones judiciales: por ejemplo, el certificado sólo surtirá efectos dentro de los límites de la fuerza
ejecutiva de la transacción o del documento (art. 11 en relación con los arts. 24.3 y 25.3).
5. Ámbito territorial. Irrelevancia del domicilio del demandado
8
Vid. COM (2002) 159 final; CORREA DELCASSO, pág. 4.
Vid. FERNÁNDEZ-TRESGUERRES, págs. 1-2.
10
STJCE de 17 de junio de 1999, as. C-260/97 (tomando el concepto, a su vez, del Informe Jenard-Möller
sobre el Convenio de Lugano).
9
21. El Reglamento se aplica entre los Estados miembros con exclusión de Dinamarca por la especial
posición que tiene este Estado conforme al art. 69 del Tratado CE y su protocolo anejo (vid. cdo. 25; sí
que se aplica al Reino Unido y a Irlanda, vid. cdo. 24). Esto quiere decir que, por ejemplo, se aplicará el
Reglamento si el tribunal de origen es un Estado miembro distinto de Dinamarca y la decisión se va a
ejecutar en España o si el tribunal de origen es español y la resolución se va a ejecutar en los demás
Estados miembros salvo Dinamarca.
22. El Reglamento se aplica con independencia del domicilio del demandado, incluso si éste tiene su
domicilio en Dinamarca. En la propuesta original de la Comisión, esto no era así. Sólo se podía certificar
un TEE contra un deudor domiciliado en un Estado miembro. Posteriormente, esta restricción se eliminó.
Dos razones se invocaron para ello: por un lado, por su contraposición con el Reglamento «Bruselas I»,
cuyas reglas de reconocimiento y ejecución se aplican con independencia del domicilio del demandado, y
por otro lado, por la discriminación inversa que provocaba (frente a un domicilio en otro Estado miembro
sería posible obtener un TEE, y frente a un domiciliado en un tercer Estado, no). Como es obvio, un certificado de TEE frente a deudores de terceros Estados sólo tiene sentido en la medida en que puedan tener
bienes en otro Estado miembro.
6. Ámbito temporal
23. La entrada en vigor del Reglamento está prevista para el 21 de enero de 2005, y será aplicable a
partir del 21 de octubre de 2005 (con la excepción de los arts. 30, 31 y 32 que son aplicables desde la
entrada en vigor, vid. art. 33). La fecha de referencia para determinar a qué resoluciones se aplica es la
de «entrada en vigor» (art. 26). Esto significa que el Reglamento tiene cierta eficacia retroactiva: a partir
del 21 de octubre de 2005 se podrán certificar como TEE las resoluciones dictadas desde el 21 de enero
de ese mismo año (vid. art. 26 por relación con el art. 33). Lo mismo vale para a las transacciones judiciales y para los documentos públicos con fuerza ejecutiva. Es verdad que la referencia temporal señalada
se incluyó a última hora y sin auténtica discusión, pero mientras no se modifique esa lectura nos parece la
única interpretación posible.
III. CERTIFICACIÓN DE LA RESOLUCIÓN COMO TEE. REQUISITOS
24. El Reglamento establece que, una vez certificada, la resolución podrá ejecutarse en los demás Estados sin necesidad de exequatur (art. 5). Lo mismo se establece para las transacciones judiciales y documentos públicos con fuerza ejecutiva (arts. 24.1 y 25.1). El acreedor ha de pedir la certificación expresamente y, en el caso de las resoluciones judiciales, puede pedirla en cualquier momento (art. 6.1), esto es,
podrá pedirla junto con la demanda (lo cual es aconsejable pues permitirá, en su caso, asegurar ex ante
el respeto de las normas mínimas), durante el procedimiento, o incluso con posterioridad a la obtención
de una resolución favorable. Siempre, claro está, con el límite máximo de la caducidad de la acción ejecutiva. El Reglamento no determina cuál es el órgano jurisdiccional competente para expedir el certificado,
sino que se limita a precisar que debe solicitarse al «órgano jurisdiccional de origen», esto es, el que ha
conocido del asunto en el momento de darse la circunstancia de la «no impugnación del crédito» (vid. art.
4.6). Durante las negociaciones se discutió si la autoridad que ha de expedir el certificado debería ser la
11
misma que dicta la resolución ( ). El Reglamento no parece dejar completamente cerrado el tema, pues,
en principio, presupone que la autoridad que expide el certificado es la misma que estaba conociendo del
litigio cuando se dieron las condiciones de no impugnación del crédito, ya que a ésta debe dirigirse la
solicitud, pero el ap. 3 del Anexo I (lo mismo que en el Anexo II para transacciones judiciales) contempla
la posibilidad de consignar un órgano jurisdiccional distinto.
25. El certificado se expide en un documento formalizado, recogido en el Anexo I del Reglamento (Anexos
III y IV para transacciones judiciales y documentos públicos con fuerza ejecutiva, respectivamente) que ha
de cumplimentarse en la misma lengua que la resolución (art. 9.2, aplicable a las transacciones y documentos públicos por remisión de los arts. 24.3 y 25.3). La certificación puede ser parcial (art. 8): por ejemplo, cuando la resolución se refiera a varios asuntos y no en todos ellos se cumplan los requisitos para la
certificación o cuando el deudor sólo acepta una parte del crédito.
26. Para obtener la certificación de TEE es necesario que se cumplan los siguientes requisitos: (a) que la
decisión sea ejecutiva en el Estado de origen; (b) que se hayan respetado ciertas reglas de competencia
judicial del Reglamento Bruselas I, y (c) que se hayan respetado también las normas mínimas que establece el Reglamento en cuanto a la garantía de los derechos de defensa (art. 6.1). De conformidad con el
principio de confianza recíproca que informa el Reglamento y con la eliminación de todo proceso intermedio de exequatur, el control del respecto a esas condiciones corresponde al Estado de origen. El Estado
requerido no puede revisar si se han cumplido o no los requisitos (cdo. 18). En todo caso, el certificado de
11
STEIN, pág. 189.
una resolución como TEE ha de poner de manifiesto que el órgano jurisdiccional competente ha llevado a
cabo dicho control. A continuación vamos a desarrollar el contenido de estos requisitos.
1. Ejecutividad en el Estado de origen
27. El primer requisito es que la decisión sea ejecutiva. No se exige que tenga fuerza de cosa juzgada. El
carácter ejecutivo lo determina la lex fori del Estado de origen. Por ello, el Reglamento establece que sólo
dentro de los límites de la fuerza ejecutiva que la resolución tiene conforme a la ley del Estado de origen,
el certificado surtirá sus efectos (art. 11). El Estado de origen es el que da fuerza ejecutiva, pero también
el que la quita. En consecuencia, si conforme al Derecho de ese Estado una resolución ha dejado de ser
ejecutiva (porque, por ejemplo, ha transcurrido el plazo de caducidad, vid., en el caso español, art. 518
LEC), o se ha suspendido o limitado su ejecutividad, esta circunstancia se extiende también a su eficacia
extraterritorial. El Reglamento (art. 6.2) prevé en estos casos que el deudor pueda pedir al órgano jurisdiccional de origen un certificado normalizado en el que se indique la falta o la limitación de ejecutividad
(Anexo IV).
2. Respeto de las reglas de competencia previstas para consumidores, seguro y competencias
exclusivas
28. El segundo requisito que impone el Reglamento para que una resolución se pueda certificar como
título ejecutivo europeo es el respeto a ciertas reglas de competencia judicial internacional [art. 6.1 b)].
Para entender el alcance de este requisito es necesario recordar que conforme al Reglamento «Bruselas
I» la posibilidad de excepcionar la competencia precluye en el Estado de origen salvo en ciertos casos:
competencias exclusivas, contratos de consumo y contratos de seguro (art. 35.1, el caso especial de los
convenios del art. 72 Reglamento «Bruselas I» está previsto en el art. 22 del Reglamento TEE). La desaparición del procedimiento de exequatur implica que esta última posibilidad desaparece también y que
en consecuencia toda oposición a la competencia precluye en el Estado de origen. Como respuesta a
esta circunstancia, el Reglamento TEE exige, como presupuesto para la expedición del certificado, que se
hayan respetado las reglas de competencia de las secciones 3 y 6 del Reglamento «Bruselas I». Esas
secciones se refieren respectivamente a la competencia en materia de contratos de seguros y a las competencias exclusivas.
29. Se podría decir que este precepto es superfluo pues, conforme al régimen del Reglamento «Bruselas
I», el juez de origen controla siempre de oficio su competencia cuando una persona domiciliada en un
Estado miembro fuere demandada ante los tribunales de otro Estado miembro y no compareciere (art.
26.1). En consecuencia, si no se han respetado esas reglas de competencia, no es que no pueda certificarse la resolución como TEE, es que sencillamente no debería haberse dictado ninguna resolución de
condena. Y esta regla vale para cualquier título de competencia. Por ello, la única explicación de esa
disposición del Reglamento TEE es establecer una garantía de un «doble control». Si el juez de origen se
equivocó al aplicar las reglas de competencia de Bruselas I y dictó una resolución de condena, en el momento de expedir el certificado deberá volver a revisar su propia competencia en los casos de contratos
de seguro y de competencias exclusivas. Si entonces repara en su error, y al margen de los recursos que
quepan contra la resolución, deberá denegar ese certificado.
30. Para los consumidores, el Reglamento contiene una regla especial: sólo se puede certificar una resolución de condena contra el consumidor si ha sido dictada por el Estado miembro donde tiene su domicilio
[art. 6.1 d)]. En la propuesta inicial, los consumidores seguían el régimen general que acabamos de describir, de tal modo que el juez volvía a controlar su competencia en el momento de expedir el certificado y
debía rechazar su expedición si no respetó las reglas de competencia que el Reglamento «Bruselas I»
establece en materia de contratos de consumo. Durante las negociaciones esta regla se modificó en aras
a garantizar una mayor protección al consumidor. El argumento aducido para excluir esa solución en el
caso de los consumidores era que, en cierto modo, dicho régimen implicaba una modificación del régimen
de Bruselas I en perjuicio del consumidor. Conforme a «Bruselas I» el riesgo de error del juez de origen
no lo asume el consumidor. Si el juez de origen se equivoca, el consumidor siempre puede oponerse al
exequatur en el Estado requerido. Esto significa que el consumidor no tiene la carga de excepcionar la
competencia al juez de origen y, por consiguiente, no tiene la carga de «viajar al extranjero». Conforme a
la propuesta inicial del Reglamento TEE esta solución se invertía. El hecho de que el control de la competencia se le atribuyese al juez de origen, por mucho que sea «doble», implicaba que los riesgos de error
los asumía el consumidor. Si quería oponerse a la competencia del juez de origen debería «viajar al extranjero», ya no le bastaba con esperar a la fase de exequatur. Para corregir este resultado, el Reglamento establece que en el caso de un contrato de consumo sólo podrá expedirse un TEE contra un consumidor cuando la resolución la haya dictado el juez del Estado miembro donde ese consumidor tiene su domicilio. Naturalmente, esta regla especial no juega cuando el consumidor es demandado en un Estado
distinto de su domicilio y acepta expresamente el crédito.
31. La solución finalmente adoptada no esta libre de crítica. Hay casos en los cuales el Reglamento «Bruselas I» permite demandar al consumidor en un foro distinto del de su domicilio (por ejemplo, cuando nos
encontramos ante un consumidor «activo», vid. art. 15). La solución adoptada por el Reglamento TEE
implica que un foro legítimo conforme a «Bruselas I» no puede certificar una resolución como título ejecutivo europeo. Lo cual resulta ciertamente paradójico.
3. Respeto de las normas mínimas de notificación
32. El tercer requisito que exige el Reglamento para expedir el certificado es que se hayan respetado las
normas mínimas. Las normas mínimas están pensadas para los casos en los que el procedimiento se
desarrolló sin la participación del deudor y su objeto es asegurar que, pese a ello, se respetaron los derechos de defensa (cdo. 10). Por eso el art. 6.1 c), que establece las condiciones de expedición del certificado, se remite sólo a los apartados b) y c) del art. 3.1, esto es, a los casos de admisión tácita del crédito
típicamente por la no comparecencia del demandado. En estos supuestos, el respeto a los derechos de
defensa se centra en asegurar que la ausencia del deudor fue consciente (o informada) y voluntaria: i.e.,
que el deudor tuvo conocimiento de la reclamación con el tiempo suficiente y de manera tal que pudo
preparar su defensa, así como de los requisitos para impugnar el crédito y de las consecuencias de su no
participación (cdo. 12).
33. Aunque el Reglamento habla de «normas mínimas», tal vez el concepto no sea muy feliz pues recuerda demasiado al empleado en las Directivas de armonización. Y no es eso. Las normas mínimas no modifican el Derecho nacional, ni son de aplicación directa por los jueces nacionales. Tampoco obligan a los
Estados a modificar su legislación nacional para adaptarla al estándar de las normas mínimas. Como
sabemos, cada Derecho nacional sigue determinando cómo ha de practicarse la notificación. Si la notificación ha de practicarse en el Estado de origen, se aplicará la ley procesal de ese Estado. Si la notificación ha de practicarse en otro Estado, miembro o no, se aplicará la ley correspondiente, así como los
Reglamentos o Convenios vigentes (el Reglamento 1348/2000 se aplica cuando la notificación haya de
practicarse en otro Estado miembro, vid. art. 28 y cdo. 21). Las normas mínimas sencillamente fijan el
«listón» que debe «saltar» el Derecho nacional: cada Estado conserva su Derecho nacional y practica las
notificaciones conforme a él, pero sólo si este Derecho nacional satisface el estándar de las normas mínimas la resolución se podrá certificar como TEE.
34. Por su carácter de normas mínimas, todo lo que no esté regulado por ellas queda al Derecho nacional
y, por consiguiente, no es presupuesto de la certificación. Por ejemplo, el requisito de la edad o el parentesco para recibir una notificación por sustitución.
A) Notificaciones
35. Los arts. 13 y 14 enumeran los métodos de notificación aceptables, referidos al escrito de incoación o
documento equivalente y a la citación para la vista (aunque respecto de ésta se admite su notificación
verbal en una vista anterior dejando constancia en el acta). El primero prevé una notificación al deudor
con acuse de recibo firmado por éste, lo cual presupone que hay una prueba directa de que el escrito de
incoación ha llegado a sus manos. El art. 14 prevé métodos alternativos de notificación que dan fe de que
el escrito ha llegado al entorno del deudor, donde es responsabilidad suya procurarse el acceso a dicho
documento. La presunción del legislador comunitario es que estos métodos se caracterizan por ofrecer
una certidumbre total (art. 13) o un alto grado de probabilidad (art. 14) de que el deudor ha recibido el
documento objeto de notificación. Además, en este segundo caso (notificaciones por sustitución o en el
buzón) sólo se puede certificar cuando el Estado de origen dispone de un procedimiento que permite una
revisión plena de la resolución (art. 19). El Reglamento no acepta lo que denomina notificaciones que se
basan en una «ficción legal» (por ejemplo, la notificación por edictos o en estrados).
36. El art. 13 contempla la notificación al deudor acreditada con acuse de recibo. En concreto, el art. 13
prevé cuatro formas de notificación: (a) Notificación personal acreditada por acuse de recibo, en el que
conste la fecha de recepción, firmado por el deudor; (b) Notificación personal acreditada por un documento firmado por la persona competente que la haya realizado en el que declare que el deudor recibió el
documento o que se negó a recibirlo sin justificación legal y en el que conste la fecha de notificación; (c)
Notificación por correo acreditada mediante acuse de recibo en el que conste la fecha de recepción, firmado y reenviado por el deudor; (d) Notificación por medios electrónicos como telecopia o correo electrónico, acreditada mediante acuse de recibo, en el que conste la fecha de recepción, firmado y reenviado
por el deudor.
37. El sistema español de comunicaciones judiciales permite acomodar su práctica a esos supuestos (vid.
arts. 152.1.2.ª y 3.ª LEC). En ellos no se limita el lugar en el que se practica la notificación (lo que permite
incluir todos los previstos como domicilio del demandado en el art. 155.3 LEC), pero sí se exige el acuse
de recibo, como hace la LEC para la comunicación que tenga por objeto la personación en juicio o la
realización o intervención personal de la parte en determinadas actuaciones (arts. 155.4 y 158). Conforme
al Derecho español si el intento de notificación mediante remisión a su domicilio por correo certificado con
acuse de recibo fuera infructuoso, al no firmar el destinatario el acuse de recibo (y directamente en el
caso del requerimiento de pago del proceso monitorio, art. 815.1), la LEC ordena practicar la notificación
al Secretario judicial mediante la entrega de copia de la cédula o resolución documentada en diligencia
con firma del destinatario (art. 161.1), considerando válida la notificación aunque el destinatario rehúse la
entrega y así se haga constar en la diligencia (art. 161.2). Las comunicaciones electrónicas están asimismo previstas, aunque su uso dependerá de que la disponibilidad de estos medios para los Tribunales y
las partes (art. 162 LEC).
38. El art. 14, por su parte, prevé la notificación por sustitución y otros métodos que ofrecen garantías
equivalentes. En la propuesta original, la relación entre la notificación personal y la notificación por sustitución era subsidiaria: sólo cabía la segunda una vez intentada la notificación a la persona del deudor. En
el texto final la relación entre ambos preceptos es alternativa. Además, el elenco de formas de notificación
se ha ido ampliando para alcanzar las formas habitualmente utilizadas en los diferentes Estados, con el
único límite de las ficticias. No obstante, los métodos de notificación sin acuse de recibo por parte del
deudor sólo son aceptables cuando el Estado de origen disponga a un recurso de revisión (art. 19, infra).
39. En concreto, el art. 14 establece que la notificación al deudor del escrito de incoación o documento
equivalente y, en su caso, la citación para la vista, se podrá haber realizado asimismo de alguna de las
siguientes maneras: (a) Notificación personal, en el domicilio del deudor, a persona que viva en la misma
dirección que éste o que estén empleadas en ese lugar; (b) Notificación personal, en el establecimiento
comercial del deudor, a personas empleadas por él cuando se trata de trabajadores por cuenta propia o
de una persona jurídica; (c) Depósito del escrito en el buzón del deudor; (d) Depósito del escrito en una
oficina de correos o ante las autoridades públicas competentes y notificación escrita de dicho depósito en
el buzón del deudor, si en la notificación escrita consta claramente el carácter judicial del escrito o el
hecho de que tiene como efecto jurídico hacer efectiva la notificación y, por lo tanto, constituir la fecha de
inicio del cómputo de los plazos pertinentes; (e) Notificación por correo sin acuse de recibo con arreglo al
apartado 3 cuando el deudor esté domiciliado en el Estado miembro de origen; (f) Por medios electrónicos
con acuse de recibo acreditado mediante una confirmación automática de entrega, siempre que el deudor
haya aceptado expresamente con anterioridad este medio de notificación.
40. El sistema español contempla la notificación por sustitución en el art. 161.3 LEC, que se acomoda en
lo sustancial a las previsiones de las letras a) y b) del art. 14. En la letra a), las otras versiones lingüísticas
(donde se habla de household, wohnung....) confirman que ha de tratarse de personas que entran directamente dentro del entorno de vida del deudor, esto es, que vivan en la misma casa o apartamento, lo que
excluye a los vecinos, aunque no se exige que sean familiares ni se establece un requisito de edad,
habiéndose suprimido la exigencia del proyecto inicial de que se tratara de adultos para dejar esta cuestión a la legislación nacional. La inclusión del conserje de la finca en la referencia a personas que estén
empleadas en ese lugar puede ser dudosa (vid. art. 161.3 LEC). El considerando 15 aclara que la notificación por sustitución prevista en este apartado y en el siguiente sólo es aceptable si las personas mencionadas han recibido efectivamente el documento. Los supuestos en los que se han negado a recibirlo
quedan excluidos. Por lo demás, la letra b) excluye la notificación por sustitución en el lugar de trabajo
cuando el deudor es trabajador por cuenta ajena, como admite nuestra LEC (art. 161.3), lo que se justificó
porque sólo los empleados del deudor que es trabajador por cuenta propia o persona jurídica pueden
entenderse incluidos en un entorno donde es responsabilidad suya procurarse acceso a dicho documento.
En la práctica española, esto puede plantear problemas en los numerosos supuestos en los que el deudor
sea un trabajador por cuenta ajena y no tenga a nadie en su domicilio a quien practicar la notificación por
sustitución. No obstante, estas dificultades se podrían sortear invocando el supuesto previsto en la letra e:
si se trata de un deudor domiciliado en España bastará con haber remitido la comunicación por correo a
su domicilio, aunque no se haya recibido el acuse de recibo, o con el depósito en el buzón del escrito o de
una diligencia por el Secretario judicial cuando, intentada la notificación por entrega personal del art.
161.1, el deudor no se hallara en su domicilio (art. 155 LEC). En todos los supuestos del art. 14 se exige
que el domicilio del deudor se conozca con certeza.
41. El Reglamento regula también, como contenido de las normas mínimas, la forma de dejar constancia
del acto. La fe de la notificación realizada con arreglo a los apartados (a) a (d) se dará de la siguiente
forma: o bien mediante un documento firmado por la persona competente que haya efectuado la notificación en el que consten la forma utilizada, la fecha y, en los casos de notificación por sustitución, el nombre
de la persona que ha recibido la notificación y su relación con el deudor; o bien, en los casos de notificación por sustitución, mediante acuse de recibo de la persona que haya recibido la notificación (art. 14.3).
Cuando la notificación es simplemente por correo sin acuse de recibo (la autoridad competente no deposita el escrito en el buzón, sino que lo remite por correo) o cuando es por medios electrónicos con confirmación automática, las garantías de recepción son menores. Por ello, se restringen estas posibilidades.
La primera, sólo cabe cuando el deudor esté domiciliado en el Estado de origen, con lo que se supone
que debe conocer esa forma de notificación y no hay razones para que los demás Estados no vayan a
admitirla respecto a esas personas. La segunda, exige que el deudor la haya admitido previa y expresamente.
42. La notificación practicada con arreglo a los arts. 13 y 14 se puede haber realizado también a los representantes del deudor. Así lo dispone el art. 15, que incluye tanto los supuestos de representación legal
como los de representación voluntaria (y, en su caso, la representación por procuradores).
B) Información
43. Con el fin de garantizar que el deudor toma su decisión de no personarse y, por consiguiente, de no
impugnar el crédito, de forma consciente y valorando sus consecuencias, el Reglamento exige que se le
provea de una información mínima. Esta información ha de referirse a tres aspectos: al crédito, a los requisitos procesales para impugnarlo y a las consecuencias del incumplimiento de esos requisitos. En
cuanto al crédito, en el escrito de incoación o documento equivalente se han de hacer las indicaciones
siguientes: a) el nombre y la dirección de las partes; b) el importe del crédito; c) en su caso, el tipo de
interés que se le reclama y el periodo, salvo que conforme a la ley del Estado de origen se le añada un
interés ex lege; d) una indicación de las causas de la reclamación (art. 16). En cuanto a los requisitos
procesales para impugnarlo y las consecuencias de no hacerlo, también requiere que en ese mismo escrito o en uno adjunto, se le haya informado: a) de los requisitos procesales para impugnar el crédito, incluido el plazo para impugnarlo por escrito o la fecha para la vista, según proceda, el nombre y la dirección
de la institución a la que deba responder o ante la que deba comparecer, según proceda, y si es obligatoria, la presencia de un letrado; b) las consecuencias de la ausencia de impugnación o de la incomparecencia, en particular, si procede, la posibilidad de una resolución contraria al deudor o de la ejecución de
una resolución contraría al deudor, así como la responsabilidad del pago de las costas procesales (art.
17). A diferencia de lo que establecía la propuesta inicial, ya no se exige que se informe de la posibilidad
de certificar la resolución como título ejecutivo europeo, lo cual facilita la adaptación de la práctica forense, en la medida en que los otros extremos son habitualmente señalados en las cédulas de emplazamiento (vid. art. 152 LEC, aunque tal vez deba completarse en algún extremo).
44. El idioma en que ha de darse esta información es fundamental para asegurar los derechos de defensa. En principio, debería aplicarse las reglas del Reglamento 1348/2000: la información deberá darse en
la lengua oficial del Estado miembro requerido o en una lengua del Estado miembro de transmisión que el
destinatario entienda (art. 8), por ejemplo, por ser nacional de dicho Estado.
C) Subsanación
45. El Reglamento prevé dos posibilidades de subsanar una notificación inicial que no haya satisfecho las
normas mínimas (haya sido o no defectuosa según la lex fori). La primera es mediante la notificación
adecuada de la resolución (art. 18.1; recogiendo el principio contenido en el art. 34.2 del Reglamento
«Bruselas I»). La resolución podrá ser certificada como título ejecutivo, si se dan tres condiciones: a) que
la resolución se le haya notificado al deudor de alguna de las formas previstas en los arts. 13 y 14; b) que
el deudor haya tenido la posibilidad de impugnar la resolución mediante un recurso que permita su revisión plena y el deudor haya sido informado debidamente acerca de los requisitos procesales para la impugnación, incluido el nombre y la dirección de la institución ante la que ha de plantearse el recurso y, si
procede, el plazo; c) que el deudor no haya impugnado la resolución. El Reglamento presupone que la
inactividad consciente y voluntaria del deudor, cuando dispone de la posibilidad de una revisión plena del
litigio, subsana la notificación inicial defectuosa (en el sentido de que no satisfacía las normas mínimas
del Reglamento).
46. La otra posibilidad está formulada como cláusula general y entiende subsanado el defecto de la notificación inicial a partir de los actos propios del deudor. En concreto, cuando del comportamiento del deudor
durante las actuaciones judiciales se deduce que ha recibido personalmente el documento que se le debía notificar con el tiempo suficiente para preparar su defensa. Como consideró la propia Comisión, este
12
supuesto sólo es pensable que se produzca «en circunstancias verdaderamente excepcionales» ( ).
D) La posibilidad de recurso extraordinario
47. El capítulo dedicado en el Reglamento a las normas mínimas (Capítulo III) se cierra con la exigencia
de que exista en el Derecho nacional algún tipo de recurso extraordinario de audiencia al deudor rebelde
(art. 19). La remisión a la «legislación del Estado miembro de origen» en el apartado primero del art. 19 y
12
JUSTCIV 91 CODEC 850, pág. 6.
el apartado segundo dejan claro que este precepto es una norma mínima, como las del resto del capítulo
III. Este artículo está pensando para los casos de incomparecencia del deudor por causa que no le es
imputable (típico supuesto de rebeldía forzosa). En esos supuestos, los Estados miembros deben de
disponer de alguna vía procesal que permite al deudor solicitar la revisión de la resolución. Si los Estados
miembros no disponen de esta vía, no podrá certificarse la resolución como título ejecutivo europeo.
48. El Reglamento prevé dos hipótesis: una para los casos en los que el deudor no tuvo conocimiento
efectivo del proceso y otra para los casos en los que sí lo tuvo pero no compareció por razones de fuerza
mayor. Para los primeros, establece que la resolución no podrá certificarse como título ejecutivo europeo
cuando el deudor no dispone de un recurso de revisión contra dicha resolución si: (i) la notificación no fue
al deudor con acuse de recibo de éste (esto es, se notificó de una de las formas previstas en el art. 14, no
en el art. 13), (ii) y no se efectuó con la suficiente antelación para permitirle organizar su defensa sin que
pueda imputársele responsabilidad por ello [art. 19.1 a)]. Los ejemplos imaginables son muy variados:
notificaciones por sustitución en las que la persona notificada no le entrega la notificación al deudor o
notificaciones por depósito en el buzón en las que un tercero recoge la correspondencia y no se la entrega al deudor. Para los segundos, en los cuales el deudor tuvo conocimiento del proceso, pero no pudo
comparecer e impugnar el crédito por razones de fuerza mayor o debido a circunstancias extraordinarias
ajenas a su responsabilidad, debe disponer de un recurso de revisión conforme al Derecho nacional del
Estado miembro de origen; de otro modo, la resolución no podrá certificarse como título ejecutivo europeo. Aunque el Reglamento no lo exija expresamente --como lo hacía el proyecto inicial--, este recurso ha
de permitir la revisión plena del litigio y no se aplica cuando el defecto se ha subsanado de conformidad
con el art. 18. En nuestro sistema procesal, el art. 501 LEC recoge ambos supuestos en sus aps. 1.º y 2.º,
13
por lo que se cumpliría con el estándar del Reglamento ( ).
4. Certificado: rectificación y revocación
49. La certificación de título ejecutivo europeo ha de hacerse en un formulario normalizado (Anexo I para
las resoluciones judiciales) y ha de cumplimentarse en la misma lengua que la resolución (art. 9). Puesto
que toda la información imprescindible para la ejecución se proporciona rellenando nombre y números o
marcando casilleros, en principio, es innecesaria la traducción del certificado salvo en casos verdaderamente excepcionales en los que el órgano jurisdiccional de origen tenga que dar explicaciones adicionales. Aunque se propuso durante las negociaciones, al final no se incluyo en el certificado normalizado una
referencia al posible plazo de caducidad de la resolución de condena. Esto lo único que significa es que
deberá en cada caso consultarse la legislación del Estado miembro de origen. Tampoco se dice nada
ahora sobre el número de copias. En principio, y de conformidad con la ley del Estado de origen, el
acreedor puede pedir tantas copias como Estados en los que pretenda ejecutar la resolución.
50. El Reglamento mantiene la previsión del proyecto inicial y del proyecto modificado de la Comisión
conforme a la cual contra la expedición de un certificado de título ejecutivo europeo no cabe recurso alguno (art. 10.4). No obstante, tras las negociaciones en el Consejo, y como consecuencia del dictamen del
Parlamento europeo, el texto final del Reglamento prevé dos excepciones: la rectificación de errores materiales y la revocación. La rectificación de errores materiales no entraña propiamente un recurso, sino
que está pensada para cuando del contraste entre el tenor de la resolución y lo que dice el certificado se
aprecia una discrepancia material (por ejemplo, la resolución condena al pago de 1.000 y en el certificado
consta 10.000; o la resolución condena al pago en una moneda, e.gr. euros, y en el certificado se ha señalado otra distinta, e.gr. libras). La rectificación la pueden pedir tanto el acreedor como el deudor, en
función de a quién interese, y ha de solicitarse ante el órgano jurisdiccional de origen [art. 10.1 a)].
51. La revocación sí representa por su naturaleza un recurso dirigido a dejar sin efecto el certificado, ya
que está pensada para los casos en los que el certificado se ha expedido indebidamente por no darse
14
alguno o algunos de los presupuestos necesarios conforme al propio Reglamento ( ). La posibilidad de
revocación, que ha de instarse también ante el órgano jurisdiccional de origen, está prevista en el art. 10.1
b): se revocará cuando la emisión del certificado sea manifiestamente indebida a tenor de los requisitos
15
del presente Reglamento. Las causas de impugnación pueden ser muy variadas. Por ejemplo ( ): (a)
porque no es aplicable el Reglamento por encontrarse la resolución fuera de su ámbito de aplicación; (b)
13
Este precepto no es aplicable a las sentencias firmes recaídas en juicios sumarios, como el verbal a
que se refiere el art. 250.10.º LEC, por cuanto carecen de efectos de cosa juzgada. En éstos, sin embargo, puesto que el apartado 2 del art. 19 admite que los Estados miembros permitan el acceso a la revisión
en condiciones más ventajosas que las expuestas, cabe sostener que se cumple la norma mínima al
poder incoar el deudor condenado en el juicio sumario un proceso declarativo ordinario.
14
Vid. STADLER (2004), pág. 8 (subrayando la importancia de este recurso para asegurar la tutela adecuada del deudor).
15
Vid. STEIN, pág. 190.
porque el crédito no se puede considerar como «no impugnado» conforme a la definición del art. 3.1; (c)
porque no se han respetado los criterios de competencia a los que se refiere el art. 6.1 b o d (el deudor es
un consumidor y no fue demandado en su domicilio). El examen, en este caso, no se limita al tenor de la
resolución sino que pueden invocarse otros datos, aunque la voluntad del legislador es restrictiva: el principio es que no cabe recurso contra la expedición del certificado, por lo que la revocación es algo excepcional que sólo procede cuando la expedición haya sido «manifiestamente indebida a tenor de los requisitos del presente reglamento». El procedimiento de revocación no puede utilizarse para reabrir el debate
sobre el fondo, ni en general para discutir aquellos aspectos cuyo cauce natural es el recurso contra la
resolución principal.
52. La rectificación y la revocación han de solicitarse a través del formulario Anexo VI (art. 10.3), pero el
procedimiento se rige por el Derecho nacional (art. 10.2) que, en nuestra LEC, no ofrece obstáculos tratándose de la rectificación de errores materiales (admisible respecto de cualquier resolución judicial conforme al art. 214), pero que en el caso de la revocación debe reconducirse al tipo de recurso que proceda
contra la decisión de expedir el certificado del TEE, lo que plantea la cuestión previa relativa a la forma
deba adoptar ésta (auto o providencia). La cuestión no es baladí, pues de su solución dependerá el régimen de recursos que proceda contra la misma. Para disipar dudas es aconsejable que se introduzcan en
la LEC las previsiones necesarias para resolver esta cuestión.
53. Fuera de estas dos opciones, no cabe recurso alguno contra la expedición de un certificado de título
ejecutivo europeo. El Reglamento, en cambio, guarda silencio sobre la posibilidad de recurrir una decisión
denegando la expedición del certificado. Y como aclaró la Comisión durante las negociaciones, la expedición es obligatoria para el órgano jurisdiccional de origen si se dan los presupuestos del Reglamento, por
lo que sólo puede denegarla por incumplimiento de los mismos (por ejemplo, porque la autoridad judicial
considere que no se han cumplido las normas mínimas sobre notificaciones). De ahí que el silencio del
Reglamento sobre el eventual recurso del acreedor contra la denegación del certificado de TEE no deba
entenderse como un rechazo a dicha posibilidad: sería paradójico que el deudor pudiese recurrir la expedición pero el acreedor no pudiese recurrir una decisión negativa, cuando todo el objetivo del Reglamento
es favorecer este instrumento. Lo que este silencio implica es una remisión al Derecho nacional, que será
el que rija la posibilidad de que el acreedor recurra una decisión denegatoria.
IV. EJECUCIÓN EN EL ESTADO REQUERIDO
54. El efecto típico del certificado es que la resolución debe ejecutarse en el Estado requerido sin que se
requiera ninguna declaración de ejecutabilidad y sin posibilidad alguna de impugnar su reconocimiento.
55. La ejecución, salvo lo establecido por los arts. 20 a 23 del Reglamento, se rige por el Derecho nacional del Estado requerido y ha de practicarse igual que si fuese una sentencia nacional (art. 20.1). Las
causas de oposición a la ejecución propiamente dicha las determina la ley del Estado de ejecución (por
ejemplo, el pago o los pactos condonatorios; en principio, caben todas las causas previstas en los arts.
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556 y ss. LEC, en la medida en que sean oponibles a la ejecución de una resolución) ( ). Lo mismo vale
para la impugnación de los actos ejecutivos concretos, un embargo hecho sobre bienes inembargables o
la interposición de tercerías. La caducidad de la acción ejecutiva, en cambio, se rige por la ley del Estado
de origen. Las causas de oposición a la ejecución de un documento público extranjero certificado como
título ejecutivo europeo van también por la ley del Estado requerido (en España, art. 557 LEC).
56. Las causas de oposición a la ejecución son las previstas por el Derecho nacional. Naturalmente, no
pueden ser distintas de las oponibles a la ejecución de una sentencia nacional. En el procedimiento ejecución no puede oponerse, por ejemplo, la falta de competencia del juez de origen, la irregularidad de la
notificación o los defectos en la expedición del certificado. De ningún modo cabe una revisión en cuanto al
fondo (art. 21.2). Esto es una consecuencia lógica de adelantar el control al Estado de origen. La única
excepción es la que establece el art. 21.1 del Reglamento: la inconciliabilidad de decisiones. Esta causa
de oposición se regula expresamente en el Reglamento TEE, como una oposición derivada de un hecho
posterior al momento procesal en que precluyó la facultad de alegar circunstancias sobrevenidas, como
es la existencia de una resolución inconciliable, en el proceso previo. El Reglamento TEE regula esta
causa de oposición, apartándose en algún punto del sistema «Bruselas I». A instancia del deudor, el órgano jurisdiccional del Estado requerido denegará la ejecución si la resolución certificada como título
ejecutivo europeo es incompatible con una resolución dictada con anterioridad en un Estado miembro o
en un tercer país, siempre que: (a) la resolución anterior tenga el mismo objeto y se refiera a las mismas
partes; (b) la resolución anterior se haya dictado en el Estado miembro de ejecución o cumpla las condiciones necesarias para ser reconocida en el Estado miembro de ejecución; (c) no se haya alegado y no
haya podido alegarse la incompatibilidad para impugnar el crédito durante el procedimiento judicial en el
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Así, CORREA DELCASSO, pág. 7. El límite lo fija el art. 21.2 del Reglamento sobre el TEE.
Estado de origen. En relación al Reglamento «Bruselas I», por un lado, se equiparan las resoluciones del
Estado requerido a las de otro Estado miembro o a las de un tercer Estado (de tal modo que sólo prevalecen aquéllas si son anteriores). El Reglamento TEE elimina así el privilegio que en el Reglamento «Bruselas I» tienen las decisiones del foro. Y, por otro lado, se previenen los comportamientos oportunistas del
deudor, de tal modo que sólo cabe la oposición cuando la inconciliabilidad no se alegó y no pudo alegarse
en el Estado de origen.
57. El acreedor ha de facilitar a las autoridades competentes del Estado miembro donde deba llevarse a
cabo la ejecución ciertos documentos: (a) una copia de la resolución que cumpla las condiciones necesarias de autenticidad; (b) una copia del certificado del título ejecutivo europeo que cumpla las condiciones
necesarias de autenticidad, y (c) en el caso de que sea necesario, la transcripción del certificado o una
traducción en la lengua oficial del Estado miembro de ejecución (art. 20.2).
58. Inicialmente el Reglamento sólo se aplicaba a las resoluciones con fuerza de cosa juzgada, con lo que
era difícil imaginar casos en los que pudiera plantearse un recurso en el Estado de origen (salvo los extraordinarios de audiencia al rebelde, por ejemplo). Posteriormente se amplió su ámbito de aplicación a
las resoluciones que, siendo ejecutivas, no eran firmes. Esto aumenta notablemente las posibilidades de
recursos en el Estado de origen. Por eso, el Reglamento adopta algunas cautelas. Si se impugna una
resolución certificada como TEE, el órgano jurisdiccional o la autoridad competente en el Estado miembro
requerido podrá, a instancia del deudor: (a) limitar el procedimiento de ejecución a medidas cautelares; (b)
subordinar la ejecución a la constitución de una garantía que determinará dicho órgano jurisdiccional o
autoridad competente; (c) o, en circunstancias excepcionales, suspender el procedimiento de ejecución
(art. 23). Este precepto se incardina en el procedimiento de ejecución en el Estado requerido, y no prejuzga lo que sucede en el Estado de origen. Por ello presupone que en este último, pese al recurso, la resolución conserva su fuerza ejecutiva. Esto nos da la clave para comprender su alcance. El principio que
inspira el Reglamento es el de extensión de la fuerza ejecutiva, que la resolución tiene conforme a la ley
del Estado de origen, en todo el territorio comunitario. En consecuencia, la facultad del Estado requerido
de limitar esa fuerza ejecutiva debe ser la excepción y, desde luego, no debería proceder si el acreedor ya
ha prestado algún tipo de caución en el Estado de origen y conforme a la ley de éste la resolución mantiene su fuerza ejecutiva.
59. El mismo régimen se aplica cuando el deudor haya solicitado en el Estado de origen una rectificación
o la revocación del certificado de acuerdo con el art. 10 del Reglamento (art. 23.II).
V. BIBLIOGRAFÍA
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