PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- INQUIETUDES HERODES NO SABÍA QUIÉN ERAS. NOSOTROS SABEMOS QUE TÚ ERES EL HIJO DE DIOS, Y QUE SÓLO TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA. JUEVES 26 DE SEPTIEMBRE DE 2013 Del Evangelio según san Lucas 9, 7-9 El virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía: -«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de ver a Jesús. LECTURAS COMPLEMENTARIAS: AGEO 1, 1-8 - CONSTRUYAN EL TEMPLO, PARA QUE PUEDA COMPLACERME SALMO 149 - EL SEÑOR AMA A SU PUEBLO CONTEXTO – El reinado del David marcó la conciencia nacional del pueblo de Israel. Durante el resto de su historia buscó un rey que se asemejara a David. Cada vez se hizo más lejana esta esperanza ante el dominio ejercido por los imperios Persa, Griego y Romano. Los siglos anteriores a Jesús se pensó que la llegada de ese rey-mesías ocurriría al final de los tiempos, pero sería precedido por un precursor que le prepararía el camino. Este precursor sería Elías que prepararía el día de Yahvé. El evangelio de Mateo identifica claramente a Juan Bautista con el profeta Elías. En este contexto de espera del mesías se mueve nuestro relato. Herodes no logra comprender quién es Jesús. Le asustan los rumores del pueblo en torno a la llegada de un profeta que cambie la situación de dependencia de Israel, porque él mismo había hecho asesinar al profeta Juan. EL MAESTRO NOS INVITA A NO SER HERODES - Hoy hay muchos Herodes empecinados en eliminar la vida y la esperanza de los pobres y del medio ambiente, pero, al mismo tiempo, se sorprenden porque aun en los momentos más difíciles, pequeñas comunidades, organizaciones o asociaciones mantienen viva la luz del proyecto de Jesús. ¿Somos Herodes o somos luz? PARA REFLEXIONAR CUANDO LOS DESEOS NO BASTAN Un movimiento de fé, un proceso de conversión puede tener por signo el querer ver a Jesús. Sin embargo, esos deseos no son siempre claros. Tal el caso de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, corrupto ejecutor del Bautista. Con una combinación de estupor, confusión y superstición quiere ver a Jesús de cerca; algunos le dicen que es Elías que ha aparecido, otros que es Juan que ha resucitado. En ambos casos, la situación lo preocupa enormemente: el poder siempre percibe al amor como amenaza. Así Herodes no tiene ningún empacho en reconocer su autoría en el asesinato del Bautista; y en ese reconocimiento, se cierne ominosa la crueldad y el odio que llevarán al Maestro a la cruz. No bastan los deseos; no basta intentar clasificar a Jesús desde lo que se conoce, aplicarle esquemas predeterminados -es esto, es lo otro...-, sino más bien descubrirlo como se nos presenta en verdad y tal cual Él mismo nos busca. Aunque afortunadamente, Él sobrepasa infinitamente todo preconcepto y toda idea mezquina. El deseo de verlo debería ir acompañado de una apertura del corazón para reconocerlo y aceptarlo tal cual es, aún cuando derribe esas estructuras que nos inventamos para nuestra comodidad. Con ojos capaces de asombro, con mirada habilitada para lo novedoso, para una Buena Noticia. Habrá que andarse con cuidado: no vaya a ser que, a pesar de un encuentro pleno, Él escape a nuestros moldes y persistamos en nuestras imágenes falsas que tienen por destino la violencia. PARA ORAR Dios, Padre nuestro: Somos privilegiados de conocer a Jesús, tu Hijo: Suscita en nosotros vivos deseos de verle y reconocerle en los acontecimientos de la vida y en la gente que nos rodea, para que la vida no sea vacía y vana, sino siempre llena, nueva y hermosa. Amén. PARA ACTUAR – Hoy nosotros al igual que Herodes también nos enteramos de los últimos acontecimientos. Muchos de ellos nos dejan perplejos. Pocos son buena noticia. Ojalá que también nosotros tengamos el mismo deseo que Herodes. Que tengamos ganas de ver a Cristo. Que lo querramos conocer y estar con El. EL HIJO SABE QUIÉN ES EL PADRE En una ronda de amigos alguien mostró una foto, donde se veía a un hombre de rostro severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al público. Todos quedaron con la idea de que se trataba de una persona inflexible, exigente, que no permitía intimidad. En ese momento, llega un joven, ve la foto y exclama: “¡Es mi padre!” Los demás miraron hacia él, y mirando la foto, comentan: ¡Vaya padre severo! Y el chico joven contesta: “¡No, en absoluto! Es muy cariñoso. Mi padre es abogado. Aquella foto fue sacada en el tribunal, en el momento en que denunciaba el crimen de un latifundista que quería desalojar a una familia pobre que moraba en un terreno baldío del ayuntamiento, desde hacía muchos años. ¡Mi padre ganó la causa! Los pobres pudieron quedarse allí donde estaban.” Todos le miraron de nuevo y dijeron: “¡Qué persona más simpática!” Como por un milagro, la fotografía se iluminó por dentro y tomó otro aspecto. Aquel rostro, tan severo adquirió rasgos de una ternura entrañable. Las palabras del hijo cambiaron todo, sin cambiar nada. «¿Quién es éste de quien oigo tales cosas?» A los hombres les gusta tener a Dios lejos, como al sol, lo suficiente lejos para aprovecharse de su calorcito y huir de su quemadura. Graham Greene