Memoria IV Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008. Proyecto Arqueológico Ixtlahuacán. El hombre antiguo, adaptación y subsistencia al medio ambiente natural. Proyecto General y Resultados de la 1ª temporada. Fernando González Zozaya Centro INAH- Colima1 I.- Introducción. Cuando pensamos en una primera ocupación cultural de los valles de Colima, se nos viene a la cabeza la cerámica acinturada de la fase Capacha, o en su caso los colores guindas que decoran muchas de las bellas formas cerámicas de la fase Ortices. Pocas veces pensamos en grupos seminómadas rondando las fértiles llanuras en pro de sus piezas de caza menor, o por ejemplo en grupos recolectores carroñeros esperando la muerte de alguna presa y mucho menos que los famosos perritos de Colima de la fase Comala, acompañaron al hombre en el poblamiento de América por lo menos desde hace 10,000 años. Desde que Isabel Kelly trabajó las primeras fases de poblaciones sedentarias, a éstos se les ha relacionado con los grupos de las costas sudamericanas, lo cual parece innegable, sin embargo es difícil explicar la génesis cultural en Colima, relacionado a un solo factor “civilizatorio”. Debió de existir un bagaje cultural previo, adaptado y eficiente que pudiera compartir experiencias con los grupos venidos desde tan lejos. Ésta es en síntesis la 1 temática y la hipótesis referida desde el planteamiento general del Proyecto Arqueológico Ixtlahuacán. El hombre antiguo, adaptación y subsistencia al medio natural. La intención de este artículo es mostrar al público en general, los avances, propuestas, logros y dificultades dentro del proyecto de investigación, así como acercarlos a un espacio cronológico cultural de difícil acceso, como lo es el precerámico, la demarcación arqueológica con menor evidencia material. II.- Contexto general del proyecto de investigación, generalidades. En nuestro país, los vestigios culturales producidos por las sociedades prehispánicas que más han llamado la atención, tanto de los investigadores como de los aficionados, han sido, casi siempre los grandes monumentos arquitectónicos. Esta herencia ha sido clave para la construcción y el desarrollo de la identidad nacional promovida por el Estado mexicano y sus instituciones, así esta realidad político cultural ha influido determinantemente a la arqueología mexicana. Durante décadas enteras las investigaciones arqueológicas se han avocado predominantemente a los grandes centros urbanos prehispánicos, y a las vastas regiones ricas en vestigios culturales, fundamentalmente a lo que llamamos “altas culturas” del centro y sur del país. Esta puesta en balanza ha sido perjudicial para ciertas regiones mesoamericanas y casi la totalidad del norte del país, pues históricamente han estado parcialmente al margen del interés de la investigación arqueológica, una de estas regiones es el Occidente mexicano, el cual se ha visto por muchos investigadores, como un área marginal o ¿marginada? del ámbito plenamente mesoamericano. Desgraciadamente, a esta circunstancia negativa se le añade que la mayor parte de las investigaciones en el Occidente mesoamericano, se han caracterizado por ser reducidas, intermitentes y con poca continuidad. Sin embargo, y a pesar de grandes limitantes de toda índole, desde hace más de 20 años, arqueólogos como Otto Shöndube, Arturo Oliveros, Joseph B. Mountjoy, Lorenza López y Ma. De los Ángeles Olay, entre muchos otros, han trabajado incansablemente llenando huecos de información, contrarrestando el desconocimiento arqueológico y poniendo un límite al grave deterioro de los vestigios culturales provocado por el alarmante saqueo. Hoy, después de varios años de intensa labor institucional, estamos seguros que, gracias a nuevos esfuerzos individuales y colectivos, la arqueología “marginal” empieza a subsanar los huecos cognoscitivos con información mucho más completa y satisfactoria en lo que se refiere al registro de la evidencia cultural prehispánica. 2 Así, a pesar de la carencia de trabajos arqueológicos, el estado de Colima ha sido trabajado prolíficamente por muchos investigadores, nacionales y extranjeros, los cuales han dejado una firme huella y antecedentes necesarios para continuar su labor. Positivamente muchos de los trabajos realizados en la entidad han dejado relucir la complejidad y la riqueza arqueológica del estado, así como su problemática. Así pues, las líneas de investigación han sido trazadas, sólo falta continuar su trabajo con tareas conjuntas. Es en este contexto que se plantea el Proyecto Arqueológico Ixtlahuacán, intentando ser adecuado a las urgentes necesidades del centro de trabajo y a las prioridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia, y en especial por un interés especifico en el área. El proyecto fue planteado a solicitud expresa del centro de trabajo, como un intento de diversificar las investigaciones arqueológicas, las cuales se han concentrado especialmente en los municipios de Colima y Villa de Álvarez. Se designó al área geográfica cultural de Ixtlahuacán, entre muchos otros factores, pues es una de las áreas prioritarias y urgentes para la protección e investigación de los vestigios culturales en Colima, pues el desarrollo de la agricultura extensiva e intensiva, con miras a la exportación de productos de alto valor a Oriente ha acelerado la destrucción del patrimonio cultural. La intención general de los investigadores del Centro INAH Colima es contar con mejor información a nivel regional, integrar historias más amplias que entrelacen las geografías mejor trabajadas con las terra ignota, así como el dar seguimiento renovado y a largo plazo sobre las hipótesis planteadas por los precursores de la arqueología de Occidente. Es así que este proyecto de investigación arqueológico está estructurado en tres grandes bloques, trinomios interdependientes e indisociables: 1.El primero se refiere a la investigación arqueológica con un alto enfoque integral, el cual incluye, en una primera instancia, la comprensión del escenario natural como el objeto de estudio donde los actores sociales se desarrollaron de manera integral, así mismo pretende insertar estudios transdisciplinarios en materia de paleontología, paleobotánica, geografía cultural y arquitectura histórica. Además el proyecto está diseñado, para generar nuevos cuadros de arqueólogos en la región, al incorporar estudiantes de diversas universidades en todas las etapas de trabajo. 2.El segundo, está permeado por un principio básico, el del conocer el objeto de investigación, dando prioridad al registro arqueológico, implementando técnicas para ilustrar de la mejor manera posible los vestigios culturales, pretendiendo así, contar con elementos confiables para su valoración, investigación y protección arqueológica. 3 3.Y por último, el tercer componente, la trascendencia del factor social, en donde se establecen las bases para la interacción entre los tres niveles de gobierno y la sociedad civil, en donde se fomente la prevención de la destrucción del patrimonio cultural, y se concreten acciones eficientes de investigación, protección y difusión del patrimonio a corto, mediano y largo plazo. Así este proyecto esta diseñado para ser ejecutado en varias etapas y temporadas, la primera de ellas para un año, y las demás etapas a mediano y largo plazo. Imagen 1.- Imagen oblicua del área de Ixtlahuacán. Se aprecia el valle del mismo nombre circundado por el río Coahuayana. Al fondo el Océano Pacifico. Mapa tomado de www.googleearth.com, 2006. 1.1. Planteamiento de la investigación arqueológica en Ixtlahuacán. A pesar de la relativa carencia de información arqueológica en el Occidente mesoamericano, comparativamente con otras áreas culturales, las bases y problemáticas fundamentales se han planteado desde mucho tiempo atrás. Me remito principalmente a los planteamientos y postulados propuestos a través de los trabajos de Carl Sauer, Isabel Kelly, Joseph Mountjoy y Ángeles Olay. 4 Para todo investigador, el partir de los firmes cimientos construidos con todas las limitaciones y esfuerzos, por nuestros colegas, es lo mínimo que debemos hacer los recién avecindados en Colima. Poner nuestro ladrillo sobre bases bien cimentadas es el objetivo y motor de esta investigación, dando siempre el justo lugar y el reconocimiento a los que nos precedieron y a los que aún siguen construyendo incasablemente historias de vida pasadas. Así, de la fuente de inagotables líneas de investigación propuestas por los anteriores investigadores en el Occidente mesoamericano, destacan de entre muchas otras, para ser retomadas, los siguientes aspectos básicos a desentrañar, éstas planteadas por Mountjoy en el Coloquio cero realizado hace ya casi 20 años:2 1.- El estudio de sus restos prehistóricos (preagrícolas). 2. Profundizar sobre la poca presencia de remanentes prehistóricos en el Occidente. 3.- Estudiar a profundidad el formativo en la región, básicamente su proceso de colonización a partir del complejo Capacha-El Opeño. 4. Esclarecer el sistema de hegemonía cultural representado por la tradición Aztatlan en el posclásico temprano en el Occidente así como su papel en el clásico tardío a partir de la caída de Teotihuacan en el altiplano central y el desarrollo de la tradición posclásica tolteca. 5. Ampliar el conocimiento de las culturas indígenas al tiempo del contacto. 6. Estudiar el proceso de desarrollo económico por medio de la intensificación agrícola, artesanal y de los sistemas de extracción e intercambio de recursos, así como la relación que este desarrollo tuvo con la estabilidad demográfica y la expresión religiosa en el Occidente de México. Estos seis puntos, son en gran medida, los ejes de investigación del proyecto Ixtlahuacán, perderlos de vista, será negar décadas de experiencia colectiva. De todos estos “nodos” de investigación, destacan como bien apunta Olay, la carencia de datos relativos al largo periodo precerámico, pues pareciera que los desarrollos agrícolas, posteriores a esta etapa se dan en la región por “generación espontánea”. Así se vislumbra, el que sea sumamente necesario, comprender dichos procesos anteriores a las sociedades agrícolas. Seguramente el comprender los antecedentes de éstas nos ayudará a dilucidar aún mejor los procesos culturales de formativo y etapas posteriores en Colima en particular y en general de Occidente. Es por ello, que es fundamental enfocar, en las primeras etapas de investigación del Proyecto Arqueológico Ixtlahuacán, los aspectos precerámicos, sin que ello signifique perder de vista las otras etapas culturales: por algo debemos de empezar, y para ello, considero que será mejor, iniciar por el principio. 5 Varios investigadores, de manera formal e informal han argumentado repetidamente que es necesario e imprescindible conocer de una manera más detallada la región de Ixtlahuacán, desde que Sauer construyó sus hipótesis del origen de la agricultura en Occidente, cuando Isabel Kelly investigó a lo largo de sus trabajos de campo realizados en 1966, 1967, 1968, 1971 y 1973 se dio cuenta de la importancia de investigar las áreas que atraviesa el río Salado 3 y hasta ahora la Dra. Olay ha hecho hincapié, en reiteradas ocasiones, que en dicha región se encuentran muchas de las respuestas, que se necesitan para entender integralmente la arqueología de Colima. Así, al intentar comprender la historia cultural de una región, en este caso del antiguo Ixtlahuacán4, es necesario enriquecer y complementar las líneas de investigación propuestas por Joseph Mountjoy, pues en general desconocemos qué sucedió a profundidad en esta área cultural. Plantearnos preguntas como por ejemplo: ¿en qué áreas potenciales se puede encontrar evidencia arqueológica que nos ayude a entender las sociedades precerámicas?, ¿cómo abordar y contextualizar la posible evidencia? ¿cuál es el significado y el impacto cultural en caso de encontrar dicha evidencia? ¿qué tipo de evidencia es factible de conservarse en el área de Ixtlahuacán?, ¿cuál es el impacto en términos de procesos culturales con la llamada “tradición Capacha”? ¿cuál es la dinámica de los grupos de apropiación directa (recolectores cazadores) de Ixtlahuacán? y ¿cuál es la característica del patrón de subsistencia y de su reproducción social? entre muchas otras, nos ayudarán a guiar la investigación. Imagen 2.- Río Salado, vista general a la altura de la comunidad de Piscila. 6 Por otro lado, al adentrarnos en materia de estudios, es central para nuestro interés de investigación en Ixtlahuacán, al enfocarnos a los aspectos precerámicos, el no pasar por alto, los postulados de Sauer,5 al hipotetizar proponiendo futuras líneas de investigación: 1.Los rasgos básicos del lugar en el cual las plantas nativas fueron modificadas indican su fuente en el Pacifico más que en el Atlántico. Las áreas del Pacífico tienen en general una temporada de lluvias más corta, un índice pluvial menor, y una temporada seca mucho más marcada. Sus suelos son raramente ácidos, comúnmente son algo alcalinos. Todas las cosechas nativas principales muestran rasgos que señalan un origen en las tierras secas del Occidente. Quizás busquemos sus indicios más tempranos en los valles pluviales, probablemente debajo de una altitud de dos mil metros. Todos los cultivos nativos están basados en el calor; esto es, germinar mejor en los suelos bien aereados, sólo con poca humedad bajo las temperaturas ascendentes de finales de primavera e inicios de verano. Los intervalos cortos del clima seco son benéficos. Aunque ninguno de los cultivos es verdaderamente resistente a la sequía, tienen modos de sobreviviencia como superficies de hojas peludas las que les protegen contra breves periodos de sequedad. La maduración toma lugar durante la temporada de secas y soleada que sigue a las lluvias. Algunos granos necesitan de una temporada de lluvias de sólo un mes; otras clases de maíz pueden hacer uso de casi tres meses de humedad. Estas cualidades climáticas de las cosechas comunes de México parecen indicar un origen en los niveles bajos de la tierra templada de la vertiente del Pacífico. 2.En la vertiente del Pacífico también, del norte de Guatemala a Sonora, existe una diversidad excepcionalmente grande de tipos de cultivos ecológicamente alterados y de subespecies o variedades. De los maíces que existen en el Occidente hay muchos que nunca han sido clasificados. Su recopilación se ha hecho hasta ahora mayoritariamente en mercados o en ciudades grandes, dejando por fuera a las semillas que son importantes para la economía nativa pero que no ingresan al comercio. El resultado es que el botánico no sabe todavía la riqueza del maíz, frijol, chile, algodón de tierras altas, amaranto y jitomates que caracterizan a las de las laderas detrás de la costa oeste. 3.Es también notable el que la flora silvestre del Occidente tiene parientes cercanos de las plantas cultivadas (además del maíz). 4.La ruta de dispersión de los cultivos hacia la agricultura india de los Estados Unidos se explica también por la gran antigüedad de la cultura de la costa occidental. Esta ruta se encontraba con certeza al norte de la costa occidental hacia Arizona y Nuevo México, y de ahí al este, desde la región del Pueblo al Valle del Mississipi y la costa este de los Estados 7 Unidos no hay indicios que ningún cultivo domesticado se llevara de México por la costa del Golfo. 5.Poco a poco el trabajo de los arqueólogos produce evidencia de la temprana operación de este corredor occidental en la difusión de una variedad de rasgos culturales de México a Arizona y Nuevo México. Reafirmando los apuntes de la Dra. Olay: en nuestros días, los planteamientos de Sauer aún no han resonado en las investigaciones arqueológicas actuales, queda la tarea de retomarlas, para ser valoradas al ser refutadas o comprobadas adecuadamente. Como hipótesis inicial de trabajo, se propone que en el área cultural de Ixtlahuacán existen componentes fundamentales (relación medio ambiente natural y cultural) para que se desarrollen culturas precerámicas, las cuales ya han establecido eficientemente un sistema inicial preagrícola. Para concluir este apartado, puntualizo, que a partir de lo expresado anteriormente, se han esbozado los planteamientos generales de este proyecto, adquiriendo significado las preguntas y las hipótesis propuestas por los investigadores antes citados. III.- Balance de investigación. Resultados de la 1ª etapa- 1ª. Temporada. Investigar el periodo precerámico en Colima supone, primeramente, contemplar un espacio cronológico cultural de difícil acceso, por ser la demarcación arqueológica con menor evidencia material. La producción tecnológica de los grupos precerámicos, involucró forzosamente herramientas más dependientes a la habilidad y destreza del cazador y/o recolector, que el propio diseño y especialización del utillaje lítico. A su vez, las herramientas, instrumentos y utensilios necesarios para la colecta, almacenaje y preparación de alimentos, implicaban muchas veces, por cuestiones prácticas, utilizar materia prima de origen orgánico de fácil transportación. Todo esto está aunado a un factor determinante: Los grupos de caza recolección no modificaron sustancialmente su medio natural, tomaban de él lo que requerían, sin generar mayores excedentes de producción. Arqueológicamente esta característica cultural se refleja en el registro arqueológico, la evidencia material se presenta de manera limitada, con escasísimos ejemplos. Al mismo tiempo se presenta otro problema para la comprensión de los grupos precerámicos, el arqueólogo en general sesga su comprensión primero, por no suponer la existencia de dicha temporalidad y segundo, por la nula o poca preparación para poder abordar y comprender la gama de expresiones culturales de los recolectores cazadores. 8 Hasta ahora poco es lo que se conoce sobre esta etapa en el occidente de México, Daniel Zizumbo, integrante de este proyecto nos menciona lo siguiente: Las condiciones climáticas favorecieron dos migraciones de grupos asiáticos hacia América, la primera entre 20,000 y 14,000 BP, de grupos del sur de Siberia que ingresaron y expandieron por las costas, llegando a cubrir toda América. La segunda después de 11,000 BP, de grupos del centro de Siberia que siguieron una ruta continental interna (Schurr 2004, Nettle 1999). Ambos grupos migratorios presentaron diferentes acervos genéticos y culturales (Dixon 1999, Schurr 2004). (a) Los primeros denominados paleoindios (Pre-clovis) con nivel cultural caracterizado por su actividad principal la caza y la recolección de productos marinos: artefactos líticos rudimentarios manufacturados con la técnica de percusión directa (piedra contra piedra), organización en pequeños grupos dedicados a la recolección de productos marinos y estuarios y grandes grupos dedicados a la caza de mega fauna. Disponían del fuego, lanzas puntagudas de madera endurecidas por fuego, raspadores grandes de piedra e incipiente bifacialismo. (b) El segundo grupo denominados indios arcaicos (Cultura Clovis): Con un nivel caracterizado por sus principales actividades de sobrevivencia: la caza y la recolección de plantas. Además del fuego, disponían de dos herramientas bio-tecnológicas fundamentales: El perro (Canis familiaris L.) y el bule (Lagenaria ciceraria L.) (Erickson et al, 2005; Wayne et al., 2006; Zeder et al., 2006). Estas herramientas permitieron asegurar la disponibilidad de agua (el bule como instrumento) y carne (el perro como instrumento y como carne de el mismo) ampliando enormemente su capacidad de movilidad. Además contaron con puntas bifaciales, elaboradas con percusión indirecta y talla a presión. El encuentro de estos grupos propició flujo cultural y genético (Hundley y Long 2005). Existen evidencias de ocupación en la región occidental por grupos de la cultura Paleoindia en las lagunas de Sayula-Zacoalco como puntas de proyectil alargadas en asociación con la caza de mamut, anterior a 9000 BP. Así como evidencias de la llegada e integración cultural Clovis, asociada a la caza del bisonte y fauna menor, posterior a 9000 BP (Aliphat, 1988; Hardy 1994; Benz 2001).6 9 Ahora bien, las implicaciones arqueológicas de contemplar la película completa, entre las fases precerámicas y las subsiguientes: Capacha, Ortices, Comala, Colima, Armería y Chanal, repercuten en conocer los procesos culturales de una manera integral, desgraciadamente es común entre los investigadores el omitir los orígenes y los procesos culturales más antiguos a las sociedades agrícolas-sedentarias. Imagen 3.- Área cultural de Ixtlahuacán. Tomado de Vergara Santana, 1990. 10 Imagen 4.- Polígono de investigación área cultural de Ixtlahuacán, con sus subregiones fisiográficas. Imagen 5.- Sitios arqueológicos dentro del polígono de investigación registrados por Atlas Arqueológico Nacional. Ahora bien, como se mencionó párrafos atrás, el encontrar la “lupa con sus lentes apropiados” a este tipo de contextos supone, primero, evidentemente detectarlos arqueológicamente. Este es uno de los objetivos principales en la 1ª etapa de trabajo. El partir de las experiencias previas, en concreto Atlas Arqueológico Nacional, Proyecto Costa Norte de Michoacán, y la de los compañeros de trabajo, en especial las de Ángeles Olay Barrientos y Laura Almendros López, se conjuntaron para establecer los criterios técnicos y académicos para iniciar los recorridos en campo en Colima. 11 Los trabajos del Proyecto Arqueológico Ixtlahuacán (PAI), se logró tener los conocimientos iniciales fisiográficos en gabinete y la experiencia de iniciar la contrastación de la información de Atlas Arqueológico del estado de Colima y del Proyecto Costa Norte. A pesar de no haber detectado indicio alguno de expresiones culturales precerámicas en esta 1ª temporada de investigación, se cumplieron otros objetivos descartando áreas donde no se presentó evidencia cultural construyendo hipótesis geoarqueológicas donde se puede presentar la potencialidad arqueológica que nos indicase cómo y dónde buscar a los grupos de apropiación directa. Imagen 6.- Mapa donde se muestra la potencialidad arqueológica donde se pueden ubicar las sociedades recolectoras-cazadoras. Desde que se concibió el diseño general de este proyecto de investigación se plantearon tres aspectos fundamentales a contemplar: la comprensión del escenario arqueológico y natural como eje rector, asociado a factores interdisciplinarios. Como segundo aspecto el de registrar y actualizar los sitios arqueológicos con miras a su conservación e investigación. Y por último el establecer compromisos sociales con la comunidad en general (tres niveles de gobierno y sociedad civil) para la protección y divulgación del patrimonio cultural y paleontológico del área de Ixtlahuacán. 12 1.- Sobre la investigación arqueológica con un alto enfoque integral: Se sentaron las bases para la comprensión del escenario natural a partir de los diferentes análisis geográficos del área natural de Ixtlahuacán. Así mismo se iniciaron las bases para los estudios transdisciplinarios en materia de paleontología, botánica y geografía cultural y arquitectura histórica. ! En materia de paleontología se constató a partir de colecciones particulares y de información de los pobladores de la zona, sobre la existencia de material fósil. Se solicitó el apoyo de manera oficial por parte del director del Centro INAH-Colima, a la sección de paleontología del Centro INAH-Coahuila, esto por la experiencia previa del trabajo con la M. en C. Felisa Aguilar Arellano. La paleontóloga determinó la importancia del material localizado en la bodega del Museo Comunitario de Ixtlahuacán, a cargo del Municipio, como perteneciente a un perezoso terrestre, espécimen ubicado dentro del pleistoceno final, (10,000 a.C.) siendo el segundo caso reportado para el estado de Colima. Por otro lado se solicitó el apoyo a la Coordinación Nacional de Arqueología sobre los lineamientos a seguir de dos organizaciones en conformación, 1.- La Asociación Civil de Aficionados del estado de Colima, y 2.El club de paleontología de la Facultad de Biología de la Universidad de Colima. Actualmente existe el compromiso de continuar con la vinculación académica para proteger e investigar tan importante material biológico. Las tareas pendientes a desarrollar son: realizar inspecciones en las diferentes localidades paleontológicas para realizar una primera valoración y realizar los dictámenes concernientes; el registrar las piezas paleontológicas del Museo Municipal de Ixtlahuacán y establecer los convenios respectivos con las organizaciones civiles en vías de regularización ante el INAH. Imagen 7.- Fósiles pertenecientes a un perezoso terrestre, registrados en el Museo Comunitario de Ixtlahuacán. 13 ! ! Botánica y geografía cultural. Se consolidaron los vínculos académicos con el Dr. Daniel Zizumbo Villarreal y la Dra. Patricia Colunga, ambos investigadores de la Unidad de Recursos Naturales del CYCY. Se establecieron vínculos académicos de investigación en las siguientes líneas de investigación: a) Periodos precerámico y formativo en la región occidental de mesoamérica. Especial atención en el área de Colima-sur de Jalisco y sur-oeste de Michoacán. Se tiene en proceso de preparación un artículo y un proyecto transregional. b) Uso prehispánico, colonial y actual de la planta del mezcal (Agave spp). Presentación de ponencia y artículo en el 3er Foro de Arqueología, Historia y Antropología de Colima. Organizado por la Secretaria de Cultura. Gobierno del estado de Colima. En preparación un segundo artículo más amplio sobre el tema. Por otro lado se establecieron los vínculos académicos con la Dra. Martha I Vergara Santana y el Dr. Sebastián Lemus Juárez, del Centro Universitario de Investigaciones y Desarrollo Agropecuario (CUIDA). Dichos vínculos consistieron en: a) La presentación del Proyecto Ixtlahuacán a la comunidad estudiantil y académica de los alumnos de biología. b) Inserción de biólogos tesistas en el proyecto con el fin de identificar las diversas plantas y animales en la región con relación a los sitos arqueológicos. Un aspecto fundamental que no se pudo cubrir en esta temporada en campo, por lo que se observa una limitación importante en las descripciones naturales con relación a dichos espacios culturales. c) Establecimiento de bases reales durante la 2ª temporada para la realización de trabajo etnobotánico en la región de Ixtlahuacán. A partir de las necesidades conjuntas de investigación se establecieron las siguientes líneas de trabajo: 1. Estudio de las poblaciones naturales vinculadas a los espacios arqueológicos, con énfasis en flora útil. 2. Atlas regional de los recursos naturales de Ixtlahuacán, partiendo del estudio del padre Juan Joseph Morales.7 Arquitectura Histórica. Se estrechó el vínculo intrainstitucional con la Sección de Monumentos Históricos a través del Dr. Roberto Huerta Sanmiguel. Dichas labores consistieron en lo siguiente: a) Se establece las visitas conjuntas en las inspecciones al área de Ixtlahuacán, en caso del que el PAI detecte monumentos históricos. b) La coordinación en aspectos legales en caso de denuncias ante la destrucción de un bien histórico. 14 c) Mutua participación como parte del convenio de colaboración con el Municipio de Ixtlahuacán. Las tareas a realizar en la 2ª temporada en este rubro están encaminadas al trabajo en campo para la recopilación de datos biológicos en las comunidades y sitios arqueológicos. Dicho proyecto biológico será coordinado de manera conjunta por los biólogos del CUIDA y los participantes del Proyecto Ixtlahuacán. ! Investigación Lingüística. En el transcurso de esta 1ª temporada nos percatamos de la existencia oral de reminiscencias de vocablos nahuas, aunado a la revalorización del documento histórico del padre Juan Joseph Morales.8 Es por ello, que como parte fundamental de la investigación en el área de Ixtlahuacán, la Mtra. Rosa Ma. Zúñiga, lingüista del Centro INAH-Colima, y como parte de la Dirección de Antropología, participará con un subproyecto lingüístico, contemplado para las futuras etapas de investigación. En este estudio se prevé por la Mtra. Zúñiga, en una primera instancia la recopilación y sistematización en campo de las tradiciones orales, con énfasis en la conceptualización lingüística del espacio y de las plantas y animales de uso tradicional. Las tareas pendientes a desarrollar en esta etapa, fue el de generar nuevos cuadros de arqueólogos en la región, al incorporar estudiantes de diversas universidades en todas las etapas de trabajo. Consideramos que para la realización de este aspecto fundamental es necesario terminar de sentar las bases de conocimiento y de maduración del proyecto, para así poder comunicar de mejor manera la experiencia previa a los estudiantes. 2.- Sobre el segundo bloque, el registro de sitios arqueológicos, estuvo permeado por un principio básico, el del conocer el objeto de investigación, dando prioridad al registro arqueológico, implementando técnicas para ilustrar de la mejor manera posible los vestigios culturales, pretendiendo así, contar con elementos confiables para su valoración, investigación y protección arqueológica. Sobre este trabajo da cuenta la puesta al día de 15 sitios y el registro de uno más. Cabe ampliar que para una primera etapa sólo se contempla la verificación de los sitos arqueológicos ya registrados. Como evaluación sobre un primer acercamiento a los sitios arqueológicos en la región, a la par de las conclusiones particulares vaciadas en cada uno de los registros de cada sitio de manera general consideramos lo siguiente: a) En materia de estado actual de los sitios: La necesidad de la actualización del Atlas Arqueológico es una labor prioritaria en la investigación de la zona. La destrucción por acciones humanas, (saqueo, vandalismo y modificación del entorno 15 por obras de infraestructura), acabó con el 70% del patrimonio arqueológico registrado. Seguimos apostando a la identificación y concientización con la comunidad en general, como una herramienta no coercitiva para atenuar dicha destrucción. Agradecemos en este apartado el apoyo incondicional de nuestro guía, Antonio Valladares, nieto de Fidel Valladares, propietario del Rancho de Acatitán, donde Isabel Kelly localizó evidencia Capacha; e hijo de Rubén Valladares, guía de la arqueóloga. Gracias a Antonio pudimos acceder a los muy saqueados y peligrosos predios de la región así como su apoyo en campo fue imprescindible para el registro de la evidencia arqueológica. b) En materia de investigación: No existe evidencia arqueológica precerámica asociada a los sitios registrados en el Atlas. (reocupaciones). La potencialidad arqueológica de sitios arqueológicos con tecnología de “apropiación directa” no se localiza en los espacios utilizados por los grupos sedentarios. Es necesario recorrer las áreas potenciales de investigación para detectar dicha evidencia. Es necesaria, la afinación del proyecto, en la siguiente temporada, en función del traslape de evidencia material con el medio físico natural, para establecer qué tipo de evidencia cultural se pretende estudiar. 3.- Y por último, el tercer componente, la trascendencia del factor social, en donde se establecieron las bases para la interacción entre los tres niveles de gobierno y la sociedad civil, en donde se fomente la prevención de la destrucción del patrimonio cultural y se concreten acciones eficientes de investigación, protección y difusión del patrimonio a corto, mediano y largo plazo. Consideramos que el mejor acierto, entre otras acciones que no es necesario abundar aquí de manera particular, fue la participación de la abogada del Centro INAH, la licenciada Lourdes Polanco Ventura, quien le dio seguimiento al Convenio de Colaboración y Coordinación propuesto para firma que celebra el INAH y el Municipio de Ixtlahuacán. En dicho documento se establecen las primeras bases legales para la colaboración estrecha entre las dos entidades de gobierno, sin este instrumento cualquier acción legal queda desarticulada. Gracias a este mecanismo legal será más fácil la colaboración y estrecha coadyuvancia para la protección y difusión del patrimonio cultural del área de Ixtlahuacán. A manera de colofón y como reflexión, discurrimos que apostar a proyectos de larga duración como el que aquí se presenta de forma general, integrales, multidisciplinarios, regionales, colectivos, comunitarios, flexibles, y en especial donde es factible dar seguimiento a hipótesis y temas generales de investigación, redituarán en trabajos con 16 mayor alcance, cuya intención a final de cuentas, es aportar elementos confiables y útiles a los investigadores que nos secundarán. El tiempo se encargará de evaluar esta pretensión. Imagen 8.- Plática informativa al cuerpo policiaco del municipio de Ixtlahuacán. Notas. 1.- Este artículo presentado como ponencia en el 4º Foro de Arqueología, Antropología e Historia de Colima, fue elaborado con base en el proyecto general de investigación y en el informe de la 1ª etapa, 1ª temporada del Proyecto Arqueológico Ixtlahuacán. Documentos enviados y aprobados por el al Consejo de Arqueología. 2.- Avila Palafox, Ricardo (comp.) El Occidente de México. Arqueología, historia, antropología. Guadalajara, Universidad de Guadalajara, Laboratorio de Antropología, (Colección fundamentos), 1989. pp. 28-29. 3.- Isabel Kelly, “Seven Colima tombs: an interpretation of ceramic content”, en Contributions of the University of California Archaeological Research Facility Num. 36:1-12 (Berkeley, University of California, Department of Anthropology, 1978). 17 4.- Hablo de la región de Ixtlahuacán como el referente histórico, fisiográfico y cultural, a partir de la Jurisdicción del Curato de Ixtlahuacán en 1778. 5.- Siguiendo a Ángeles Olay en Volcán de fuego, cuna del agua, morada del viento. Desarrollo social y procesos de cambio en el Valle de Colima. Una propuesta de interpretación. Tesis doctoral. México D.F., 2005, pp.200. Carl Sauer, “The personality of Mexico”, en John Leighly (ed.) Land and life. A Selection from the Writings of Carl Ortwin Sauer, Berkeley y Los Angeles, University of California Press, 1974, pp. 104-117. 6.- Zizumbo Villarreal, Daniel. “Periodos Precerámico y Formativo en la región occidental de Mesoamérica: especial atención al área de Colima-Sur de Jalisco-Suroeste de Michoacán”. Artículo en preparación, información especial para este trabajo. México, 2008. 7.- Vergara Santana, Martha I. “Ixtlahuacán a través de la etnobotánica. Siglo XVIII”, en Revista Barro Nuevo, Año 1, primera época, número 3, octubre-diciembre 1990. 8.- Morales, Juan José. Ixtlahuacán y sus pueblos. 1778. Club del libro Colimense, núm. 23, 1978. 18