dad, aunque pueden reconocerse las cubetas de la mayoría de

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SANTOS CIRUJANO
dad, aunque pueden reconocerse las cubetas de la mayoría de estas zonas húmedas,
solo retienen agua dos de ellas (Celadilla y Taray); las demás están secas de forma
natural o han sido drenadas (fig. 64).
La escasa bibliografía botánica disponible sobre estas lagunas se refiere casi en
su totalidad a la vegetación acuática y marginal de la laguna del Taray (CIRUJANO,
1980,
1981a; TALA VERA & al., 1986; GARCÍA MURILLO, 1990) y a las formaciones
helofíticas -masegares y espadáñales- que crecían en los bordes de las lagunas del
Huevero y Navazuela. En este sentido las citas que el primero de los autores hace
de Typha angustifolia de dichas lagunas corresponden en realidad a Typha domingensis. Y del mismo modo debe corregirse la cita de Utricularia vulgaris de las
lagunas de Navazuela y Taray, que debe asignarse correctamente a Utricularia australis.
Laguna de la Celadilla (30SWJ2067)
La laguna de la Celadilla fue modificada desde hace tiempo con fines recreativos. Sus orillas, antes arcillosas, fueron cubiertas con arena, y la cubeta, alimentada
por medio de un pozo que garantizaba unos volúmenes mínimos de agua. En el presente su interés botánico se concreta en las praderas subacuáticas discontinuas de
Chara hispida var. hispida y en algunos ejemplares de Potamogetón pectinatus. En
sus orillas solo destacan algunas manchas de Phragmites australis y Scirpus lacustris subsp. tabernaemontani (fig. 65A).
Laguna de Hoya Honda (30SWJ2257)
La laguna de Hoya Honda se encuentra completamente seca y su cuenca
cubierta por un pastizal subhalófilo en el que Juncus subulatus denota el carácter
salino de la antigua cubeta. En su límite NE se ha excavado una profunda zanja que
embalsa aguas subsalinas (conductividad 3.550 uS.cm ; profundidad 3,5 m) y en la
que se desarrollan formaciones compactas de Chara áspera (fig. 65B).
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Laguna del Taray (30SWJ2462)
La laguna del Taray recogía las aguas de la acequia del Taray y daba origen al
denominado río del Taray, que finalmente, y bajo el nombre de río de las Ánimas,
confluía con el río Záncara en el pantano de los Muleteros (fig. 64). Sin duda la
laguna del Taray era la más llamativa del complejo lagunar que nos ocupa. Sus
aguas permanentes debían ser moderadamente mineralizadas (conductividad 9001.400 uS.cnr ; profundidad 2,5-3 m) si tenemos en cuenta los análisis realizados en
el verano de 1974 (CIRUJANO, 1980; 1981a), y basándonos en estos datos (tabla 21)
puede afirmarse que en dicha época eran de tipo mixto, sulfatado carbonatado (clorurado)-cálcico magnésico (sódico). En la cubeta lagunar no hay constancia de la
existencia de macrófitos acuáticos, pero las acequias estaban colonizadas por
Potamogetón coloratus y Zannichellia contorta, dos hidrofitos indicadores de
aguas limpias y bien oxigenadas. Potamogetón pectinatus cubría por completo la
superficie del agua en los canales con aguas más profundas y remansadas, y
Utricularia australis, un mesopleustófito entonces relativamente abundante en los
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