Respuestas al Cuestionario de la Comisión para la revisión de las Directrices comunitarias sobre ayudas estatales a favor del medio ambiente 10/10/05 A. Preguntas generales 1. Ámbito de aplicación y objeto de las Directrices El ámbito de aplicación de las Directrices vigentes debe cubrir ayudas para inversiones que contribuyen a reducir la contaminación causada por el propio beneficiario cuando las mismas se destinen a alcanzar un nivel de protección del medio ambiente superior al contemplado en la normativa comunitaria y siempre no existan instrumentos de mercado para lograr dicha mejora y que las ayudas superen el “test comparativo” al que se hace referencia bajo el epígrafe “Enfoque económico reajustado”. En este sentido no es preciso reforzar el principio “quien contamina paga” a través de una aplicación restrictiva de las ayudas a favor del medio ambiente, como se expone a continuación. 4. Principio “quien contamina, paga”. El principio “quien contamina paga” está consolidado en las principales normas y políticas comunitarias sobre medio ambiente y no necesita reforzarse a través de una aplicación restrictiva de las ayudas a favor del medio ambiente. Su propósito –la internalización de los costes ambientales externos- debe servir de guía para el establecimiento de normas y políticas en este campo. Pero no debe entenderse como principio supremo e inquebrantable al que subordinar cualquier otro principio o política. Cuando la aplicación de este principio impida una acción beneficiosa para el medio ambiente debe permitirse una excepción al mismo, autorizándose por ejemplo, una ayuda siempre que realmente la misma suponga una mejora para el medio ambiente, resulte el instrumento adecuado para dicho fin y no provoque distorsiones de competencia ni suponga una limitación al comercio. No hay que perder de vista que el fin último de las ayudas a favor del medio ambiente es conseguir un alto nivel de preservación del medio ambiente y una mejora de su situación. Y que este fin último debe tener como limitación única otros fines de la política comunitaria: las normas de competencia y el crecimiento económico. Salvaguardando estos dos últimos fines de la política comunitaria no tiene sentido restringir las posibilidades de mejora del medio ambiente escudándose en un principio orientado a su protección. En este sentido, los criterios para determinar la procedencia de las ayudas deben ser: - si el destino de la ayudas es beneficioso para el medio ambiente, si la ayuda es el instrumento más adecuado para conseguir ese beneficio ambiental (y aquí si que se tendría en cuenta el “principio quien contamina paga”, ya que si existiera posibilidad de conseguir ese beneficio mediante instrumentos de mercado o mediante 2 - impuestos orientados a la internalización de costes entonces la ayuda no debería autorizarse). si el importe de las ayudas es proporcionado para la mejora ambiental. si se producen distorsiones de competencia o efectos sobre el comercio que deban limitarse. En definitiva, el propio “test comparativo” al que se hace referencia en el Cuestionario para un “Enfoque económico reajustado” ya tiene en cuenta la aplicación adecuada del principio “quien contamina paga”. Particularmente, debe eludirse la aplicación del principio “quien contamina paga” en los siguientes casos: • • • • En aquellos en que las inversiones medioambientales vayan dirigidas a una prevención (no corrección) de un determinado impacto o riesgo ambiental de la instalación Cuando las inversiones se dirigen a que las instalaciones sean menos contaminantes, esto es, a mejorar su rendimiento medioambiental, aun cuando ese objetivo no suponga la mejora de las exigencias de la normativa comunitaria o nacional, por no haber requisitos legales específicos al respecto (puntos 18 b), 20 y 37 de las Directrices actuales). En este caso, el efecto final que resultará en el entorno será el de un nivel de protección ambiental superior al existente con anterioridad a la implantación de las inversiones. Las inversiones que supongan una mejora tangible de las exigencias en materia ambiental de la normativa comunitaria o nacional. La adaptación de procesos de producción -lo que incluye no solo a inversiones en activos de descontaminación del inmovilizado de una planta, sino también a otros relacionados con estos procesos, su reconversión, mejora de eficiencias y del reciclado/valorización de residuos– que redunde en una mejora de los estándares de protección del medio ambiente. 5. ¿Mantener, incrementar o recortar los porcentajes actuales de ayuda? Teniendo en cuenta los nuevos requisitos legales medioambientales que van a tener que cumplir desde 01.01.2008 algunos sectores ( p.ej. el de Grandes Instalaciones de Combustión, todos los afectados por el Plan Nacional de Asignación 2008 – 2012 ), que supondrán una carga significativa adicional sobre el gasto e inversión ambiental de determinadas empresas, está justificado incrementar los porcentajes o/y crear incentivos para lograr niveles de protección superiores a los exigidos por la normativa comunitaria. 3 7. Posible ayuda para la innovación medioambiental La eco-innovación y la eco-eficiencia no deberían considerarse como objetivos finales, sino como medios para conseguir mejoras en las prioridades clave medioambientales de acuerdo con el Sexto Programa de Acción Comunitaria en materia de medio ambiente: - cambio climático [incluyendo renovables y cogeneración y ahorro y eficiencia energética], naturaleza y biodiversidad, medio ambiente y salud y calidad de vida recursos naturales y residuos. Se trata de mejorar en estas cuatro áreas clave y la eco-innovación, la eco-eficiencia son dos filosofías de trabajo que combinan mejoras ambientales con mejoras económicas/competitividad. Pero la eco-innovación y la eco-eficiencia deben orientarse a mejoras concretas, centradas en alguna de las cuatro prioridades clave mencionadas. En este sentido, se precisa una mayor coherencia entre las Directrices para las ayudas estatales a favor del medio ambiente y el Sexto Programa de acción mencionado. Las áreas de acción para las ayudas a la inversión y de funcionamiento deberían adaptarse a las prioridades clave en materia de medio ambiente de acuerdo con el Sexto Programa. Si el propósito de las Directrices es “determinar en qué medida y bajo qué condiciones pueden resultar necesarias ayudas estatales a fin de garantizar la protección del medio ambiente y el desarrollo sostenible sin producir efectos desproporcionados en la competencia y en el crecimiento económico”, un elemento esencial a tener en cuenta es la política comunitaria –cuya referencia básica es el Sexto Programa de Acción Comunitaria en materia de medio ambiente. Las actuales Directrices están basadas fundamentalmente en el área “cambio climático” renovables y cogeneración y ahorro y eficiencia energética- y no tocan el resto de áreas prioritarias del Sexto Programa de Acción. Es cierto que de las cuatro áreas prioritarias de acción comunitaria el área “cambio climático” constituye el campo más claro de acción de las empresas, que un tratamiento diferenciado de las ayudas por parte de los Estados miembros podría tener efectos negativos sobre la competencia y que por tanto las Directrices se deben ocupar del mismo. Sin embargo, esta consideración resulta parcial. Más que de la forma de conseguir mejoras ambientales –a través de la eco-innovación o la eco-eficiencia- las Directrices se deberían ocupar de la consecución de resultados ambientales en campos prioritarios de actuación. Un ejemplo de ello sería la producción y comercialización de productos y servicios “verdes”: objetivos enmarcados en el área “recursos naturales y residuos” del Sexto Programa de Acción –política de productos integrada-, iniciativas que habitualmente necesiten apoyo público para ser económicamente viables (la expresión “producción y comercialización de productos y servicios verdes” no 4 incluye aquí aquellas acciones desarrolladas voluntariamente por las empresas en el marco de su política comercial general y que no precisan apoyo público) . B. Capítulos específicos de las Directrices actuales 9. Ayudas a la inversión Como se expone en la respuesta a la pregunta 7, las áreas de acción para las ayudas a la inversión y de funcionamiento deberían adaptarse a las prioridades clave en materia de medio ambiente de acuerdo con el Sexto Programa de Acción Comunitaria en materia de medio ambiente. Las actuales Directrices están basadas fundamentalmente en el área “cambio climático” renovables y cogeneración y ahorro y eficiencia energética- y no tocan el resto de áreas prioritarias del Sexto Programa de Acción. Esta consideración resulta incompleta, al no tener en cuenta determinadas iniciativas con efectos ambientales positivos que ya han sido adoptadas por algunas empresas y para cuyo desarrollo y extensión resulta fundamental disponer de incentivos por parte de las Administraciones Públicas competentes: por ejemplo las acciones de las empresas voluntarias- en materia de biodiversidad, que contribuyen a la conservación de espacios y especies protegidas –objetivo establecido en el Sexto Programa para el área “naturaleza y biodiversidad”-. El tratamiento de las actuales Directrices, referido sólo al traslado de empresas instaladas en zonas de la red Natura 2000 es incompleto e incoherente con el Sexto Programa de Acción. Otro supuesto a considerar es el ya mencionado, relacionado con la producción y comercialización de productos y servicios “verdes” que necesiten apoyo público para ser económicamente viables (no se incluyen las acciones desarrolladas voluntariamente por las empresas en el marco de su política comercial general y que no precisan apoyo público). Independientemente de que la respuesta a la pregunta 10 sobre el régimen de fomento de las Renovables se refiera a las ayudas de funcionamiento, el criterio que se expone en la misma debe extenderse a las ayudas a la inversión, debiendo aplicarse a los costes totales – inversión y funcionamiento-, como se recoge en la opción 1 de las Directrices actualmente vigentes. 10. Ayuda de funcionamiento - Gestión de residuos, ahorro de energía, energías renovables, cogeneración de calor y electricidad y reducciones o exenciones fiscales • Opciones de ayuda de funcionamiento autorizada para energías renovables. A pesar del progreso conseguido, la UE está lejos de alcanzar sus objetivos para el desarrollo de las energías renovables. Como se recoge en la reciente Comunicación de 5 la Comisión al Consejo y al Parlamento sobre este asunto -COM (2004) 366 final- “los objetivos de renovables para 2010 no se conseguirán con las políticas y medidas vigentes, ni siquiera en el escenario de eficiencia energética”. Esto implica que si la UE quiere alcanzar sus objetivos y cumplir sus compromisos ambientales todos los agentes involucrados en el desarrollo de las energías renovables deben realizar un gran esfuerzo en los próximos años. Los instrumentos de la política de apoyo son el factor esencial para el desarrollo y para una mayor penetración de las energías renovables: hasta que los costes externos estén completamente integrados en la economía de la energía convencional, se requerirá alguna forma de apoyo regulatorio para el desarrollo de estas fuentes de energía y para afrontar los objetivos políticos definidos. Se han desarrollado dos tipos fundamentales de marcos de apoyo a las renovables: sistemas de precios regulados o tarifas de introducción de energía y sistemas de cuotas reguladas o sistemas de certificados negociables. Aproximadamente la mitad de los países de la UE ha optado por los primeros, mientras la otra mitad lo ha hecho por los segundos. Del análisis de las experiencias de los dos sistemas en los Estados miembro resulta claro que los sistemas de precios regulados o tarifas de introducción de energía han resultado más efectivos: el 87% de la capacidad instalada eólica total (33,860 MW) se ha ejecutado en países con sistemas de primas. El 83% de la capacidad instalada eólica en 2004 (5,506 MW) se ha ejecutado en países con estos sistemas y sólo el 15% en países con sistemas de certificados. Los sistemas de primas son claramente el modelo exitoso y no hay ejemplos significativos de sistemas de certificados negociables exitosos. Los sistemas de primas no sólo son más efectivos, sino que también han demostrado eficientes que los de certificados: la razón está en que los sistemas de certificados negociables implican mayores riesgos, por lo que la inversión precisa una mayor rentabilidad y remuneración. Dos indicadores claros de este hecho son: 1) en 2004 la retribución por MWh en los países con certificados era muy superior (aproximadamente un 30%) al de los países con primas y 2) un análisis del Coste Medio de Transacción en el sector de la energía eólica en 2003-2004 muestra que en países con sistemas de certificados negociables el precio de mercado de un MW es más elevado que en países con mecanismos de primas, implicando mayores expectativas de ingresos y mayores costes para el sistema. Como conclusión, los sistemas basados en mecanismos de primas no sólo son más efectivos, sino también más eficientes que los de certificados negociables. Las razones son muy simples: los sistemas de tarifas de introducción de energía resultan atractivos para los inversores puesto que resultan seguros y predecibles. Esto es lo realmente importante en un negocio a largo plazo e intensivo en capital como es el caso del de la energía eólica. Por contra, los certificados no resultan atractivos, al implicar riesgo en los precios de mercado de la energía y de los certificados, altamente volátiles. 6 En relación con el sistema de armonización, si se plantea un sistema aplicable a nivel comunitario la única opción razonable sería la basada en el modelo que ya ha demostrado resultados positivos y efectividad: sistemas de tarifas de introducción de energía. En cualquier caso, es cierto que los Sistemas de Certificados Negociables se han implantado recientemente y no existe experiencia ni resultados suficientes para juzgarlos. Se necesita más tiempo y más experiencia para probar su efectividad, para realizar conclusiones creíbles sobre su capacidad potencial de atraer inversiones y de proporcionar nueva capacidad instalada. En este contexto, parece razonable no proponer un sistema armonizado por el momento, y en su lugar, obtener más información en los próximos años, analizar los resultados y en función de los mismos decidir si armonizar o no y, en su caso, elegir el sistema más efectivo y eficiente. Consideramos prematuro establecer en este momento un sistema armonizado a nivel comunitario. El propósito fundamental de alcanzar los objetivos nacionales de renovables se vería comprometido debido al efecto de ruptura que dicha armonización provocaría en los mercados nacionales. La experiencia demuestra que incluso pequeños ajustes a un marco regulatorio pueden producir efectos profundamente negativos en los mercados de energía eólica y otras fuentes de energía renovable. Cambios más importantes tendrán aun mayor impacto en los mercados. Y el cambio en el marco regulatorio de todos los estados miembros comprometerá el cumplimiento de los objetivos renovables nacionales y retraerá la confianza de los inversores. Finalmente, debe señalarse que cualquier marco efectivo para el desarrollo y potenciación de la energía renovable requiere decisiones políticas en cuatro campos vitales: diseño adecuado de mecanismos retributivos, acceso a la red y desarrollo estratégico de las redes, buen gobierno y procedimientos administrativos adecuados y aceptación y apoyo publico. En este sentido un mecanismo de retribución adecuado solamente no es suficiente para garantizar el éxito y siempre se requiere un análisis “causa-efecto”. • Alcance de las ayudas al funcionamiento y su posible ampliación o restricción: En línea con lo indicado en la respuesta 9, las áreas de acción para las ayudas a la inversión y de funcionamiento deberían adaptarse a las prioridades clave en materia de medio ambiente de acuerdo con el Sexto Programa de Acción Comunitaria en materia de medio ambiente. 7