Cuando camines a Damasco

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Cuando camines a Damasco
Por Franklin Bordas Lowery*
El camino a Damasco es una referencia de cambio. ¿Puede un hombre
cambiar su vida mientras camina hacia algún lugar? Un hombre llamado Pablo,
cambió radicalmente su vida en ese camino hacia Damasco. Emprendió el viaje
con un objetivo que misteriosamente no alcanzó, aunque utilizó toda su
energía, capacidades y enfoque para lograrlo, pero todo fue en vano. Ese
camino a Damasco fue inolvidable, la vida de Pablo tuvo un giro violento. Su
corazón, que es lo que un hombre no logra cambiar por si mismo, cambió.
El camino a Damasco trunca una marcha en círculos. Pablo, podría ser
cualquier hombre que carga con su vida sin dirección, en una afanosa y
confusa búsqueda de sentido, aunque haciendo las cosas al revés. El
empresario tejedor de lonas, llamado también Saulo de Tarso, se apropió de
una misión deleznable: proteger de peligrosos conspiradores al imperio
romano, que proclamaban el mensaje del Mesías resucitado, el Enmanuel
profetizado desde tiempos antiguos.
De familia adinerada, culto, educado en la famosa escuela del maestro
Gamaliel, con excelentes relaciones políticas, fariseo exitoso pero con un fuerte
vacío interior, Pablo buscaba con intransigencia algo que ni siquiera entendía.
Igual hoy, la búsqueda incesante de muchos no parece terminar. El mismo
Adolfo Hitler, apóstol de la maldad, buscaba sentido para su vida matando
judíos y llenaba de fantasmas su alma hasta ser el mismo, su propia victima.
Porque no es afuera el campo de batalla, es dentro de uno mismo donde
realmente se deciden las grandes victorias.
Recalcitrante en su propia opinion era Pablo antes del accidente en el camino a
Damasco. Era ciego y sordo voluntario, por lo que no podía ver ni oír acerca de
Jesús el hijo de Dios. Estaba enfocado en buscar antagonistas. No solo en los
que creyeran en Jesucristo, sino en los que no pensaran como el. Muchos
hombres y mujeres mantienen una permanente batalla en sus hogares, cada
quien atrincherado en sus propios esquemas sin poder dialogar acerca de sus
vidas y necesidades, y caminan rumbo a Damasco como Pablo, probablemente
sin saberlo a un encuentro inesperado que marcará su existencia.
El apóstol Pablo es aquel estereotipo de creyente que quiere avasallar a los
que no comparten su ideología. En algún momento, personajes de la politica
parecen copiar el modelo de Pablo, cuando casi desean acabar con la
existencia de la oposición y obtener una victoria total sin adversarios.
Pero Pablo, vivió una intensa y desagradable sorpresa camino a Damasco,
quedar ciego intempestivamente, no puede ser agradable para nadie. A mitad
de camino, Saulo había despedido a sus hombres enviándolos de regreso a
Jerusalén y había seguido su camino solo, como muchos ególatras hoy quieren
caminar. Y tuvo un encuentro con Jesús en la soledad del camino que cambió
su vida.
Muchos hoy día caminan ciegos y son enemigos de su propia sombra. El Libro
de Hechos de los apóstoles narra, que una luz cegadora, mas fuerte que el sol
envolvió a Pablo, que cayendo en tierra oyó una voz que decía: Saulo, Saulo
¿porqué me persigues?
Luego de ese encuentro solitario, Pablo jamás llegó a ser el mismo de antes.
Porque un encuentro con tu Dios, te hace otro hombre. Tú dejas de ser ese
pertinaz perseguidor de tu orgullo y tu soberbia, y ese afanoso diseñador de
enemigos gratuitos, para ser nuevamente la obra perfecta del creador. Cuando
camines a Damasco –que significa el trayecto de tu vida-, sueña con la luz. Esa
luz que cambió a Pablo, puede que te alcance a ti, y la misericordia de Dios
provea una nueva perspectiva a tu existencia.
*email: [email protected]
Escritor cristiano
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