Examen Descartes Grupo: Alumn@: Fecha: Nota: Define los

Anuncio
Examen Descartes
Fecha:
Grupo:
Alumn@:
Nota:
1. Define los conceptos subrayados en el texto (3 puntos).
2. Explica la teoría del texto y compara lo que dice Descartes con lo que dice otro autor
de la Historia de la Filosofía y valora su actualidad (4 puntos).
3. Desarrolla el contexto del texto (3 puntos).
Por un instante quise buscar otras verdades, y, habiéndome propuesto el objeto de los
geómetras (...) recorrí algunas de sus más simples demostraciones, y, al percatarme de que esa
gran certeza que todo el mundo les atribuye sólo se funda en que se las concibe con evidencia,
según la regla que enuncié hace poco, advertí también que no había en ellas nada que me
asegurase de la existencia de su objeto; pues veía claramente que, suponiendo un triángulo, era
necesario que sus tres ángulos fuesen iguales a dos rectos, pero no por eso veía nada que me
asegurase de la existencia en el mundo de ningún triángulo; en cambio, volviendo a examinar la
idea que tenía de un Ser perfecto, encontraba que la existencia estaba comprendida en ella, de la
misma manera que está comprendido en la de un triángulo el que sus tres ángulos sean iguales a
dos rectos o en la de una esfera el que todas sus partes disten igualmente de su centro, y aun me
parecería más evidente lo primero; por consiguiente que Dios, ese Ser tan perfecto, es o existe lo
encontraba por lo menos tan cierto como pudiera serlo cualquier demostración de la geometría.
1) La filosofía de Descartes es una reacción frente a la filosofía escolástica. Tras
su paso por los jesuitas, que lo formaron en dicha filosofía de origen medieval y con
base en el aristotelismo, nuestro autor muestra su desencanto hacia sus métodos y
logros. No hay ninguna seguridad en lo que sus maestros le enseñaron, hasta el punto de
que no hay nada que haya dicho uno de los filósofos medievales que no haya sido
negado por otro. En cambio, las matemáticas observa seguridad, progreso continuo
desde la antigüedad. Ello es debido, dice Descartes, a que poseen un método que guía a
quien se dedica a dichas verdades. Es un método que muestra verdades evidentes,
verdades de las que no se puede dudar. Con él se alcanza certeza, o seguridad de que se
posee la verdad. Nos sirve para salir de la duda. Es, pues, para Descartes, un modelo
para la filosofía: hay que buscar un método similar para la misma, un método que dirija
la razón y le permita emplearse correctamente en sus dos operaciones básicas, la
intuición y la deducción. Ese método, inspirado, que no copiado, en las matemáticas,
consiste en una serie de reglas sencillas, empezando por la evidencia: no hay que
admitir sino aquello que se presente a la mente de forma clara y distinta, es decir,
evidente. Esta regla, la principal del método, no es otra cosa que la invitación a la razón
a usar la intuición intelectual, para descubrir verdades nuevas, no como en las
matemáticas, según se lee en el texto, que sólo nos permite pasar de unas verdades a
otras.
Utilizando el método y, previa duda de todo lo que se puede dudar, los sentidos,
los razonamientos matemáticos y la existencia de la realidad, Descartes cree encontrar
dichas deseadas evidencias. En primer lugar, la existencia del alma o sustancia pensante
es evidente. Y, entre las ideas de ese ser pensante, hay varias que nos van a demostrar la
existencia de Dios, ya que Dios es evidente a nuestra razón si la utilizamos
correctamente, siguiendo el método. Dios es demostrado por medio de tres argumentos
a priori: como causa de la idea de infinitud, por el argumento ontológico y como causa
de mi existencia. Y se convierte, esta sustancia infinita que es Dios, en garantía de toda
verdad y conocimiento, ya que es quien ha puesto en nosotros las ideas innatas. Por otra
parte, Dios, sustancia pensante infinita y perfecta, es también quien nos garantiza la
existencia del la sustancia extensa –mundo-, ya que no puede engañarnos en creencia
tan firma como la que tenemos en ella.
Frente al concepto de evidencia o intuición que defiende el racionalismo
(intuición racional o intelectual), los empiristas y Kant van a defender la intuición
sensorial. Y, en consecuencia, van a considerar que, ya que de Dios no hay pruebas
sensibles, no se puede saber nada sobre él ni sobre su existencia. En Kant
concretamente, de Dios sólo tenemos una idea. Esa idea guía nuestra razón pero no es
posible conocer el objeto que pensamos con dicha idea. De Dios no hay prueba
científica, aunque es un ser necesario, según este autor, para la moral.
2) Descartes, como todos los racionalistas, siente pasión por las matemáticas.
Esto le lleva a pensar que el uso de la razón que hacemos en matemáticas, con algunos
matices, puede ser el que necesita la filosofía para avanzar en el conocimiento científico
de lo que es real y no lo es. Defiende, por lo tanto, la intuición intelectual de ciertas
verdades. Se puede llegar mediante esas evidencias a averiguar qué realidades existen y
cómo son dichas realidades. Es decir, Descartes y los demás racionalistas, van a
considerar que la metafísica es una ciencia gracias a los conocimientos a priori que nos
proporciona la razón. Ésta es más fiable que los sentidos y nos permite evitar los errores
de éstos e ir más allá de lo que ellos muestran. Demostrarán la existencia de Dios y de
otras sustancias (alma y mundo) y aceptarán que hay ciertas verdades a priori, como el
principio de causalidad (nuestra convicción de que todo tiene causa). Las ideas innatas
serán la base de todo este conocimiento a priori de la razón.
Descartes, como decimos, demostrará la existencia del alma mediante el llamado
“cogito”. Tras dudar de todo (duda metódica), llega a la conclusión de que quien duda
piensa, y quien piensa existe. Ese alma o sustancia pensante, demostrada por nuestro
autor al aplicar el método, va a ser la base para la siguiente demostración: la de la
existencia de Dios. La realiza por medio de tres argumentos. 1) Somos capaces de
pensar en la infinitud, luego tenemos la idea de “infinito” en nuestro alma. Sólo algo de
igual o más entidad la ha podido crear; por lo tanto debe existir un ser infinito que haya
puesto en nosotros dicha idea. 2) Si somos capaces de pensar en el ser perfecto (y lo
somos), no podemos pensar en él como no existiendo. Sería como pensar en que el ser
perfecto no es perfecto. Por lo tanto, el ser perfecto tiene que existir. 3) Alguien superior
al ser humano debe haberlo creado. Y ese alguien no se encuentra entre las cosas de este
mundo. Debe haber un ser que nos haya creado, superior a todo lo que hay en este
mundo. En conclusión: Dios existe. Y va a ser la garantía de que el mundo es real. Es,
en general, la garantía de todo conocimiento, ya que es quien ha puesto en nosotros las
ideas innatas. Con respecto al mundo, Él lo ha creado y lo ha puesto en marcha,
dotándolo de movimiento.
Los empiristas, contra todo esto, admiten sólo un tipo de evidencia o intuición:
la sensorial. La mente, cuando nacemos, no posee contenidos innatos. Somos papeles en
blanco que nos vamos rellenando por medio de la experiencia. De lo que no hay
experiencia sensorial no hay conocimiento y, por lo tanto, no lo hay de Dios, del alma o
del mundo. Tampoco sabemos a priori si, por ejemplo, todo tiene causa. No existe el
conocimiento metafísico y la ciencia se basa en principios que son simples creencias
(como el de causalidad).
Kant cree que no hay intuición racional sino sólo sensorial, pero sí que hay algo
en la mente antes de la experiencia. Ese algo hace posible el conocimiento. Son las
estructuras a priori de la mente, que ordenan y permiten comprender la experiencia, dan
forma a la misma. La metafísica entendida a la manera racionalista no es una ciencia,
aunque la mente humana no pueda evitar reflexiones de ese tipo (sobre Dios o el alma).
Las estructuras de la mente son, como decimos, a priori y permiten un conocimiento a
priori sobre la realidad. Son añadidas a la experiencia y hacen posible la misma. Hacen
posible que haya universalidad y necesidad en la experiencia (ya que esas cualidades
sólo las puede dar la razón, nunca los sentidos). El conocimiento es, pues, la unión o
síntesis de elementos a priori y a posteriori. Conocemos fenómenos, que tienen la forma
o estructura que nosotros les damos (ejemplo: estructura causal) y la materia o
contenido que viene de los sentidos. Y, en conclusión, la metafísica a la manera
tradicional, admitida por Descartes y los racionalistas, no es posible, ya que pretende ser
conocimiento sin intuición sensible. Sólo será posible una metafísica que consista en el
estudio de las estructuras a priori de la mente: formas a priori de la sensibilidad (espacio
y tiempo), categorías del entendimiento e ideas de la razón.
Vemos, en definitiva, tres posiciones filosóficas sobre el conocimiento científico
y su alcance. La de Descartes, el autor del texto es la primera de ellas y la que abre el
pensamiento moderno y de ahí su importancia. Él comienza el impulso a pensar por
nosotros mismos y a centrarnos en este mundo. Y a ser metódicos.
Descartes nos invita a ser metódicos y, sin embargo, él no es consecuente con su
propio método. Influido probablemente por su educación escolástica, acepta sin poner
en duda la existencia de sustancias y la posibilidad de buscar causas más allá de la
observación. Cae en aquello que critica y hace afirmaciones indemostrables,
defendiendo un uso de la razón que no es correcto. Es necesario el apoyo en los sentidos
para alcanzar verdaderos conocimientos científicos. Pero tampoco se puede prescindir
del razonamiento en dicho conocimiento. Kant plasma, en mi opinión, perfectamente
cómo funciona nuestra mente al conocer la realidad: la razón aplica sus esquemas a lo
que los sentidos nos muestran. Hay, pues, elementos a priori y a posteriori en el
conocimiento. No es posible conocer todo aquello que está más allá de nuestros sentidos
(ni Dios, ni el alma ni el mundo)
3. Estamos, en el siglo XVII, en época de crisis de las estructuras medievales.
Esta crisis afecta tanto a lo social como al pensamiento. Se producen cambios profundos
que van a afectar a todos los aspectos de la vida humana. Hay un giro de Dios al ser
humano como centro de todo. Y, paralelamente, un interés creciente por la ciencia,
sobre todo debido a la necesidad de conocimientos prácticos y al rechazo por la
especulación filosófica. Aparece en esta época, además, un interés por la matemática y
una aplicación de la misma a la naturaleza.
En cuanto a la filosofía, se produce la crisis de la escolástica, movimiento
cultural que dominó el panorama medieval. Esa filosofía, centrada en Dios, es sustituida
por el humanismo y es, además, vista como poco práctica y, sobre todo, carente de toda
certeza. Esto lleva incluso al escepticismo en algunos casos. La filosofía moderna
reacciona frente a la escolástica y su falta de certeza, y reclama métodos para conseguir
esta seguridad en sus verdades. Se va a criticar especialmente el criterio de recurso a la
autoridad: la verdad no hay que buscarla en lo que han dicho ciertas autoridades, sino
por uno mismo. Aparece así la reivindicación de la intuición para hallar verdades y se
critican los métodos escoláticos y, concretamente, su uso de la silogística aristotélica
como principal método. En este siglo, por ello, aparecen los grandes métodos de la
ciencia. Descartes es reflejo de todo esto y creador de uno de dichos métodos.
Descartes y el racionalismo representan a la perfección todo esto: el tomar como
centro el ser humano, el interés por la ciencia, la duda, la crítica de la filosofía medieval,
etc. En su Discurso del método, y, más concretamente, en el párrafo que tenemos aquí,
nuestro autor muestra que es el ser humano y su conciencia el centro a partir del cual se
va a buscar y encontrar el camino a la verdad, el método que nos va a sacar de la duda y
nos va a proporcionar evidencias. Y, si bien Dios va a tener un papel importante, está
lejos del dios del dogma religioso. Descartes es, incluso, acusado de deísmo, una visión
de la religión que triunfará sobre todo en la Ilustración y que considera la religión como
el resultado de la razón y a Dios como algo externo al universo, que lo pone en marcha
y se desentiende de él.
La evidencia es, como decimos, principal obsesión de la época y también de
Descartes. Su filosofía se va a centrar en la búsqueda de un método para la filosofía y
para que esta avance por el camino de la certeza, de la seguridad en sus verdades. Así, la
evidencia será el principal objetivo del método y el aceptar sólo lo evidente la principal
de sus reglas.
Y ese interés por la evidencia lleva al racionalismo como primer movimiento
filosófico moderno. La certeza que las matemáticas proporcionan llevan a considerar
que la razón, en su uso a priori, en sus intuiciones (axiomas) y deducciones
(demostración de teoremas) es la única fuente fiable. Posteriormente aparecerán otras
posiciones filosóficas, como la del empirismo y Kant, que, si bien seguirán defendiendo
la intuición, serán partidarios de la intuición sensorial.
Descartes, al aceptar que la razón puede conocer a priori y que esa es la forma
de alcanzar certezas, creerá posible demostrar la existencia de sustancias (lo que no
necesita más que de sí mismo para existir): demostrará la existencia de alma, Dios –
como se aprecia en el texto- y mundo, por ese orden. Esto será criticado obviamente
por los empiristas y Kant.
Descargar