capitulo 12 ¿de que se “despojo”?

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¿De Qué Se Despojó?
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CAPITULO 12
¿DE QUE SE “DESPOJO”?
Cuando el Verbo, que es Dios (Juan 1:1-3), vino a la tierra, renunció a la gloria
en que aparecía en el cielo. Se despojó a Sí mismo de la forma (morphe) de Dios,
el aspecto distintivo de la posición y estado legal que era Suyo. Vino a la tierra
en forma (morphe) o apariencia de siervo.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a
que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres” (Fil. 2:5-7).
Que “forma” (morphe) significa la apariencia, antes que la naturaleza inherente
de Su ser, es evidente por su uso en el Nuevo Testamento. La Morphe misma
aparece tres veces (Marcos 16:12, Fil. 2:6-7), con el prefijo meta cuatro veces
(Mat. 17:2; Marcos 9:12; Rom. 12:12; 2 Cor. 3:18), y con el prefijo sum tres veces
(Rom. 8:29; Fil. 1:20; 3:10).
Para dirigir la cuestión de la naturaleza del Verbo en la carne (Juan 1:1,14),
proponemos esto como pregunta: ¿Cuándo Jesús tomó la forma de siervo, asumió
el ser (la naturaleza física o existencia física) de un siervo o el papel de siervo
y apareció como siervo? ¿Un siervo tiene una naturaleza física diferente de,
digamos, un rey? ¿Hay diferente genética entre un siervo y los otros hombres?
Siempre hemos supuesto que un rey y un siervo son igualmente hombres — que
un siervo no es menos hombre que un rey — y que la diferencia está solamente
en los papeles que tienen y el modo de conducta en el que aparecen. Un “siervo”
no tiene alguna naturaleza física peculiar, modo de existencia, que lo distinga
de los otros hombres. “Forma”, por tanto, se refiere a la posición o estado legal
en que uno aparece antes que a la sustancia de su ser. Nótese que Jesús tomó la
figura (schema) de un hombre, pero la forma (morphe) de un siervo. En la carne,
Jesús estaba en forma como de hombre; tenía la figura, fuerza, discurso, acciones
y manera de vida como hombre. El papel en que apareció, no obstante, no fue el
de gloria y majestad, a la cual renunció (Juan 17:4), sino ese de siervo (Fil. 2:6-7).
Morphe
(Marcos 16:12; Fil. 2:6-7)
Este entendimiento de la “forma” (morphe) es apoyado además por su otro uso
único en el Nuevo Testamento:
“Pero después apareció en otra forma a dos de ellos que iban de camino,
yendo al campo” (Marcos 16:12).
Después de su resurrección, Jesús apareció primero a María Magdalena, luego
a los dos discípulos, y luego a los once (Marcos 16:9-14). Su primera aparición
fue en el jardín, donde Jesús estaba de pie ante el sepulcro. María giró, habiendo observado la tumba vacía, y vio a Jesús y supuso que era el hortelano (Juan
20:11-15). Más tarde, Jesús apareció a Cleofás y a otro discípulo en el camino de
Jerusalén a Emaús. Apareció en otra “forma” (morphe) a ellos. ¿Significa esto
que hubo un cambio en la sustancia de su ser? ¿Apareció en una sustancia a María y en una sustancia diferente a los dos discípulos? Obviamente no; El resucitó
en el cuerpo en que fue crucificado (Luc. 24:39). Tenía una apariencia diferente,
apareciendo en un papel diferente. En lugar de ser confundido con el hortelano,
los dos lo tomaron por un extranjero recientemente llegado a Jerusalén. “Forma”
(morphe), pareciera referirse contextualmente a una posición o estado legal en
que uno aparece antes que a la sustancia de Su ser.
Meta-morphe
(Mat. 17;2; Marcos 9:2; Rom. 12:2; 2 Cor. 3:18)
Cuando Jesús se “transfiguró” (metamorphoomai) en el monte, hubo un cam-
Anotaciones
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bio (meta) en Su forma. ¿Hubo un cambio en la naturaleza de Su ser, o hubo
un cambio en la apariencia? El texto de Mateo 17:2 y Marcos 9:2-3 describe un
cambio en la apariencia: “... y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos
se hicieron blancos como la luz” (Mat. 17:2).
En Rom. 12:2, Pablo escribe:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad
de Dios, agradable y perfecta”.
La transformación, o cambio de forma, no es un cambio físico, un cambio en
la naturaleza física de uno, sino más bien un cambio en la conducta, en el modo
de vida en que aparece a los demás. Esto es llevado a cabo, no por un cambio
genético, sino a través de un “cambio total que, en el poder de Dios, hallará su
expresión en el carácter y en la conducta”.1
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo
la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma
imagen, como por el Espíritu Santo” (2 Cor. 3:18).
El cambio en la forma obviamente no es un cambió físico, sino un cambio de
vida que se vuelve claro para todos los que ven nuestra forma de vida. Este es un
reflejo de la gloria del Señor.
Sum-morphe
(Rom. 8:29; Fil. 3:10-21)
Pablo habla de summorphos (sum, con, morphe, forma: tener la misma forma
que otro):
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito
entre muchos hermanos” (Rom. 8:29).
Hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios no es asumir la sustancia de
Su ser, convertirse Dios en naturaleza, sino mostrar Su conducta, manera de vida,
en nosotros (1 Ped. 2:21-23).
“A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
los padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Fil. 3:10).
No hay referencia aquí a alguna forma física. A medida que uno crece en
semejanza a la muerte de Cristo (“semejante a él en su muerte”, summorphizo),
uno ve una muerte hasta el yo carnal. Uno es resucitado para andar en vida nueva
(Rom. 6:3-7).
“El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también
sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil. 3:21).
El cuerpo resucitado de Jesús era el mismo cuerpo en que vivió, pero siguiendo a Su ascensión fue glorificado. Aunque Juan había visto a Jesús siguiendo
a Su resurrección, escribió: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se
ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). Como
Cristo aparecerá a los hijos de Dios, así seremos. Tendremos la misma apariencia
gloriosa. Nuestros cuerpos serán semejantes (summorphos) al Suyo.
“Forma” (morphe)
“Forma” (morphe) obviamente es como uno aparece en su posición o estado
legal; este es el aspecto distintivo de su papel. En el principio, la forma del Verbo
era esa del Padre, reflejando la gloria de Su majestad. Pablo escribe de Cristo
“siendo en forma de Dios ...” (Fil. 2:6). “Siendo” (huparcho) aquí es presen-
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te, activo, participio, expresando “prolongación o continuación de un estado o
condición precedente”,2 “una condición antecedente que es prolongada hasta el
presente. Eso es, siendo nuestro Señor en la forma de Dios era verdad de El antes
de que se convirtiera en hombre y era verdad de El al tiempo del escrito de esta
epístola, la cual nos dice que al tomar El mismo la humanidad con sus limitaciones ... no perdió nada de Su deidad intrínseca ...”3 A esta forma, no a Su Deidad,
Jesús estaba deseando renunciar en la tierra para tomar el papel de siervo, en cuyo
papel apareció. Vino en la carne, en figura de hombre apareciendo con el aspecto
distintivo y las limitaciones que caracterizan al hombre. En apariencia se parecía
a un hombre, excepto cuando fue propio para Su gloria innata brillar a través de
Su tabernáculo de polvo. En apariencia, se despojó de las prerrogativas de Su
Deidad, las cuales simplemente estaban tenidas en suspenso (excepto cuando no
comprometieron Su papel como siervo). Cuando Jesús vino a la tierra, no perdió
Su divinidad, las características de la Deidad, eso es, las cualidades de ser eso que
constituye el carácter de Dios. El era Dios en la carne (1 Tim. 3:16). La plenitud
de ser Dios estaba en ese cuerpo (Col. 2:9).
La Gloria de Dios
Jesús, desde la eternidad hasta ahora, ha sido y es deidad. Era Dios antes de
venir a la tierra (Juan 1:1); era Dios en la carne (1 Tim. 3:16). Jesús dijo, “YO
SOY”, lo cual es oración presente, afirmando Su eternidad (Juan 8:58). Como Dios,
Jesús fue visto y recibido por las huestes celestiales como Dios; apareció en gloria.
Dios mora en gloria (doxa) (Hechos 7:55; 2 Cor. 4:6; Ap. 15:8; 21:23). Gloria,
en el Antiguo Testamento (rabod), significa “el majestuoso contenido de la propia
e integra naturaleza de Dios, abarcando el agregado de todos Sus atributos acorde
a su plenitud indivisible aún revelada ... o que abarca todo eso que es excelente
en la naturaleza divina ... La doxa de Dios coincide con Su autorrevelación”.4 La
gloria de Dios aparece con una brillantez o esplendor sobrenatural, referida como
Su gloria shekinah (Ex. 24:17; 40:34; Ap. 15:8; 21:23). Dios es el “único que
tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres
ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno” (1 Tim. 6:16;
Comp. Stg. 1:17).
Jesús, como Dios, mora en la luz. Sin embargo, escondió esta forma, o apariencia, para aparecer como siervo en forma de hombre. Jesús fue “semejante a
los hombres” y estaba “en la condición de hombre” (Fil. 2:7-8). “Semejanza”
(homoioma) “denota aquello que es hecho semejante a algo, una semejanza”5;
esto expresa el hecho de que Su modo de manifestación se asemejó a lo que los
hombres son. Esto deja lugar para la suposición del otro lado de Su naturaleza —
la divina — en la semejanza de lo que El no apareció ... Humanamente era como
los hombres, pero considerado con respecto a todo Su ser, no era idéntico con el
hombre, porque había un elemento de Su personalidad que no moraba en ellos
— la igualdad con Dios. Por tanto, la declaración de Su manifestación humana
está limitada necesariamente por este hecho, y está confinada a la semejanza y
no se extiende la identidad. `Afirmar la semejanza es asegurar inmediatamente
la similitud y niega la igualdad (Dickson)’”.6 “Pablo rectamente dice semejante
a los hombres, porque, en efecto, Cristo, aunque ciertamente hombre perfecto
(Rom. 5:15; 1 Cor. 15:21; 1 Tim. 2:5), era, por razón de la naturaleza divina (la
igualdad con Dios) presente en El, no simple y meramente hombre ... sino el Hijo
encarnado de Dios ..., de manera que el poder de la más alta naturaleza divina
estaba unida en El con la apariencia humana, lo cual no era el caso con los otros
hombres. La naturaleza del que se había convertido en hombre era, hasta aquí,
no completamente idéntica a, sino sustancialmente ajustada (en semejanza) a esa
que pertenece al hombre”.7 Nótese que Jesús no estaba en forma de hombre, sino
como hombre”. [Nótese estas versiones sobre Fil. 2:7-8:
“Y siendo hallado en condición como hombre, humillose a sí mismo, haciéndose obediente, hasta la muerte, y muerte de cruz” (Versión Moderna).
“... y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo ...”
(Biblia de Jerusalén).
“... y al presentarse como hombre se humilló a sí mismo ...” (Dios Habla Hoy).
“... y presentándose en el porte exterior como hombre, se humilló a sí
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mismo ...” (N.T. Comunidad Taizé)].
Indigno de eso corpóreo exterior, dentro de ese armazón de carne, estaba el
Hijo de Dios, la misma plenitud de la Deidad. El “Verbo fue hecho carne, y habitó
entre nosotros ...” (Juan 1:14). El Verbo “fue hecho” (se convirtió) en Juan 1:14
“es ginomai, y este está en un tiempo y clasificación de ese tiempo que habla de la
entrada a una nueva condición. Por convertirse en carne Juan quiere decir que el
Dios invisible, eterno, omnipresente, omnipotente añadió para Sí mismo un cuerpo
humano y se puso a Sí mismo bajo limitaciones humanas, con todo sin pecar”.8
Los hombres naturalmente no podían ver la deidad, la luz de gloria que refleja la
majestad de Dios, morando en ese cuerpo de carne. No obstante, es interesante
notar que los seres espirituales lo vieron como El es (Mateo 8:28-29).
Después que Sus discípulos llegaron a conocerlo como el Hijo de Dios, no por
medio de ver la shekinah gloria que era Suya, sino por medio de Su vida y obras,
Jesús les permitió testificar Su majestuosa gloria.
“Seis día después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano,
y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como
la luz” (Mat. 17:1-2).
“Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. Y he aquí dos varones que hablaban con él,
los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y
hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén. Y Pedro y
los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo
despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con
él” (Lucas 9:29-32).
El apóstol Pedro reconoció que ellos habían visto la majestad de Jesús:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor
Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con
nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre
honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía:
Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia” (2 Pedro 1:16-17).
La majestad de Dios (megaliotes) es ese “esplendor visible de la majestad
divina”.9 En la transfiguración, Jesús apareció en la gloria que es Suya a medida
que se irradiaba a través de la carne.
Fue esta gloria (doxa) a la que Jesús renunció al venir a la tierra, eso es, no
apareció como el Dios que El es. Tomó la semejanza de hombre. Cuando Jesús
oró al Padre, en anticipación a la victoria que sería Suya al vencer el pecado y la
muerte, oró para que la gloria fuera restaurada.
“Ahora, pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve
contigo, antes que el mundo fuese” (Juan 17:5).
En Su ascensión, Jesús fue recibido en gloria (1 Tim. 3:16; Hch. 7:55). Su
cuerpo fue glorificado (Fil. 3:21). La gloria, con Cristo, es la esperanza de todo
hijo de Dios.
¿De Qué Se Despojó Jesús?
Jesús “tenía” gloria con el Padre antes que el mundo fuese. Renunció a esta,
y mientras estaba en la carne oró para recibir esta gloria de nuevo. ¿Para qué oró
Jesús que le fuera restaurada? ¿Su “divinidad, deidad”, todas las “características
(que) habían sido suyas como divino”, “los poderes divinos y prerrogativas que
le habrían impedido de ser completamente humano?” No; a Su Deidad (el estado
de ser Dios) El nunca renunció. Deseó la “gloria que tuvo (con el Padre) antes
que el mundo fuese”.
¿No es suficiente que se despojara a Sí mismo para hacerse a Sí mismo de
ninguna reputación? ¿Debemos robarle de Su Deidad también? Dios lo impide.
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Anotaciones
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Anotaciones
Jesús Como Siervo
Como siervo, Jesús no usó alguno de Sus poderes o privilegios que contradijera
o destruyera ese papel. Se sometió a Sí mismo a la voluntad del Padre, a honrar
al Padre.
“Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste;
mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no
te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu
voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí” (Heb. 10:5-7).
Su relación al Padre y al Espíritu Santo demostró Su sumisión. Obedeció al
Padre; invocó al Espíritu Santo en la ejecución de los milagros. El Padre lo reconoció como el Hijo de Dios (Mat. 3:17; Marcos 9:7); el Espíritu Santo demostró
que El era de Dios (Juan 3:2). No podía haber puesto la gloria majestuosa, que
era Suya, o probado Su Deidad por medio de invocar Su propio poder sin negar
Su papel de siervo. Fue un siervo y un ejemplo para que los hombres sigan. (Por
ejemplo, se bautizó, no que lo hubiera necesitado, sino como un ejemplo para
nosotros, Mat. 3:13-15).
El hecho de lo que el Padre y el Espíritu Santo hicieron por El (que podría
haberlo hecho por Sí mismo) no niega la verdad de que era pleno Dios en la carne.
Razonar que porque el Espíritu Santo lo capacitó en formas sobrenaturales, que
esto es una indicación de que había perdido Sus poderes, es enjuiciar al Padre al
mismo tiempo. ¿Comunica el Padre Su voluntad directamente al hombre? No,
El Espíritu Santo revela lo que está en la mente de Dios (1 Cor. 2:7-13). Porque
el Espíritu Santo actúe en beneficio de, en ayuda, al Padre, esto no niega que el
Padre sea omnipotente. Ni el hecho de que el Espíritu Santo ayude a Jesús en la
carne niega Su omnisciencia y omnipotencia. No hay nada degradante en el hecho
de que una Persona de la Deidad sea ayudada por otra Persona de la Deidad, ni
esto demuestra alguna inferioridad o superioridad en poder.
El Conocimiento de Jesús
En la misma vena, algunos sugieren que porque Jesús no sabía algo que pertenece a la supremacía del Padre (1 Cor. 11:3; Hch. 1:7) esto “prueba” que Jesús
renunció a Su Deidad, específicamente a Su omnisciencia. Jesús dijo:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día
y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”
(Mat. 24:35-36).10
El argumento también enjuicia al Espíritu Santo. Si “nadie sabe” prueba que Jesús
no tenía omnisciencia, ¡también prueba que el Espíritu Santo no es omnisciente!
Por tanto, en el deseo de negar la plenitud de la Deidad en Jesús sobre la tierra, la
Deidad del Espíritu Santo también es negada. Obviamente, la argumentación es
errónea. En efecto, cualquier argumento que niega que Jesús era pleno Dios en
la carne es incorrecto en el hecho de que la Biblia llanamente declara que en El
estaba corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9).
Jesús no usó Su poder de manera que destruyera Su misión de siervo; El, como
enseñó a otros a hacerlo, se sometió al Padre y esperó por la ayuda sobrenatural
del Espíritu Santo. No obstante, Jesús usó Sus poderes de Deidad cuando no
destruyeron Su papel como siervo; por ejemplo, podía saber los pensamientos de
los demás (Mateo 12:25; Luc. 6:8). Ningún simple hombre — ningún hombre
ordinario o común, como usted o yo — ¡puede hacer eso!
Jesús estaba en completo control, hasta donde Su Deidad estuviera concernida.
En cualquier momento pudo haber invocado Sus poderes, los cuales contuvo:
Pudo haber dejado Su papel de siervo, retornado a la gloria; y dejado a nosotros
sin esperanza.
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para
ponerla, y tengo poder para volverla a tomar ...” (Juan 10:17-18).
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Anotaciones
Ningún hombre ordinario, común, tiene este poder.
Aún cuando tenemos referencias a Jesús que demuestran que era mas que un
simple hombre, no las necesitamos para “probar” que estaba en la carne. Las
Escrituras llana y enfáticamente declaran que en él habita corporalmente toda la
plenitud de la Deidad (Col. 2:9).
La Tentación de Jesús11
Algunos razonan que la tentación de Jesús prueba que no tenía vestigio de
Divinidad (características que pertenecen a ser Dios) dejada en El, ni aún santidad
innata. Nos es dicho que aún podría haber dudado quien era. Que no tenía poderes
milagrosos por Sí mismo.
Si esto es verdad, ¡entonces Jesús no fue tentado en absoluto! ¿Qué hombre
hambriento (un simple hombre, ordinario) sería tentado a convertir las piedras en
pan? ¿Si usted estuviera hambriento y el diablo le sugiriera que convirtiera las
piedras en pan, estaría tentado a hacerlo? ¿Cómo puede uno ser tentado a hacer
lo que no puede hacer? Pero, podría ser razonado que El podría hacerlo con el
poder del Espíritu Santo. Si esto es así, entonces el Espíritu Santo habría tenido
que convertir las piedras en pan. Pero el Espíritu es Dios, y no puede ser tentado
de esta manera. (¿En algún momento dio el Espíritu Santo algún poder que pudiera ser usado para hacer lo malo?) Jesús no podría haber persuadido al Espíritu
Santo a obedecer a Satanás, y por tanto El no fue tentado a hacerlo así. ¿Por tanto,
dónde está la tentación de Jesús en el escenario de aquellos que enseñan que Jesús
se despojó de Su “divinidad, deidad?”
Solamente si Jesús pudiera haber cambiado Su papel de siervo para recuperar
Su gloria majestuosa como Dios, para demostrar delante de Satanás que El era
verdaderamente Dios en la carne, hubiera habido tentación. La tentación estaba
en la carne; verdaderamente hubo hambre por el pan que deseaba ser satisfecha.
Pero Jesús, tan hambriento como estaba, ni invocó Su omnipotencia para satisfacer
el hambre, ni satisfaría el deseo carnal para demostrar Su preeminencia sobre el
diablo en obrar un milagro que el diablo solamente pudo pretender hacer con sus
prodigios mentirosos.
¿Por Qué Se Despojó Jesús de la “Divinidad”?
¿Por qué los hombres quieren despojar a Jesús de Su divinidad? La razón ha sido
dada claramente: Para probar que un hombre común y corriente puede vivir una
vida perfecta. No tenemos problema en entender que Jesús ha condenado el pecado
en la carne y ha demostrado que los deseos pecaminosos de la carne pueden ser
vencidos, que uno no tiene que pecar. Pero estar tan obsesionado con una posición
en la que uno esté deseando negar la Deidad de Jesús en la carne es ridícula. El
deseo de probar su posición obviamente se ha convertido en un manía para algunos.
Todo es leído a través de las gafas de la manía. Como he leído los artículos acerca
de la humanidad de Cristo, escritos por estos personajes, obtengo la impresión
de que Jesús vino en la carne principalmente para probar la contención de ellos.
Debería ser obvio que nuestra visión de la capacidad de uno para resistir el pecado, de la humanidad de Jesús, etc., debería estar en armonía con todo lo demás
que la Biblia enseña en lugar de todo lo que la Biblia enseña ser forzado para que
armonice con nuestras visiones. ¿Cuál será?
Algunos aparentemente razonan: Nuestro entendimiento de la humanidad de Jesús
debe armonizar con el argumento de que el hombre puede vivir en perfección; por
tanto, debemos hacer a Jesús simplemente un hombre, (el Espíritu divino despojado
de la divinidad para convertirse en un espíritu humano en un cuerpo humano),
para demostrar el argumento.
Preferimos razonar: Nuestro entendimiento de la humanidad de Jesús debe
armonizar con la clara declaración de que la plenitud de la Deidad mora en él
corporalmente; por tanto, no debemos pensar de él como un espíritu humano en
un cuerpo humano; sino como un Espíritu divino, con todas las características que
lo hacen Dios (Deidad) en un cuerpo humano.
Dios En La Carne
Si, Dios fue manifestado en carne; la plenitud de la Deidad estaba en El corporalmente.
¿De Qué Se Despojó?
Aquellos que lo vieron más allá de Su carne reconocieron que es el Hijo de Dios.
Como hombres, aunque viendo solamente Su forma como hombre, discernieron
quien Es el, confesaron que es el Hijo de Dios. En ningún momento Jesús los
corrigió, diciendo: “No, yo soy simplemente un hombre, un hombre común, un
tipo ordinario, exactamente como ustedes”. ¡No me quedaré en silencio cuando
otros hombres dicen esto por El!
———————
W. E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del N.T., Vol. 4, Pág. 177.
Fritz Rienecker and Cleon Rogers, Linguistic Key to the Greek N.T., Pág. 550.
Kenneth Wuest, Word Studies, Vol. 4, “Bypaths”, Pág. 82.
4
Herman Cremer, Biblico-Theological Lexicon, Pág. 208.
5
W.E. Vine, Vol. 4, Pág. 33.
6
M.R. Vincent, Word Studies, Pág. 878.
7
H.A.W. Meyer, Critical and Exegetical Handbook, Vol. 8, Pág. 75-76.
8
Kenneth Wuest, Word Studies, Vol. 4, “Great Truths”, Pág. 29.
9
Henry Thayer, Greek-English Lexicon, Pág. 394.
10
Véase el Capítulo 28 sobre “Preguntas y Objeciones”, Pág. 190.
11
Véase el Capítulo 13, - “La Naturaleza y Tentación de Cristo”, Pág. 86.
Véase el Capítulo 16, - “Jesucristo, Dios y Hombre (2), Págs. 98.
Véase el Capítulo 17, - “La impecabilidad de Jesús”, Pág. 106.
Véase el Capítulo 18, - “Jesús y Santiago 1:13-15”, Pág. 115.
1
2
3
[Gospel Anchor, Vol. 17, Pág. 51, Gene Frost].
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Anotaciones
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