caravaggio, príncipe del tenebrismo

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DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / PINTURA
CARAVAGGIO, PRÍNCIPE
DEL TENEBRISMO
giosa y a las estampas bíblicas.
El Concilio de Trento acababa de decretar
las pautas eclesiásticas de lo que se llamó
Contrarreforma, y la Iglesia necesitaba “ilustrar” los espacios religiosos con armas para
contrarrestar la austeridad impuesta por Lutero; y para ello nada mejor que un barroquismo lleno de vida, de imáPor Mauro Armiño
genes, de fuerza, que contrastaba frontalmente con la falta
n la historia del arte no hay vida
de imágenes de la Reforma procomo la de Michelangelo Meritestante. Caravaggio aporta un
si, alias Caravaggio. Y tampoco
realismo psicológico en la expintura como la suya. Ambas, vipresión de los rostros, en la vioda y pintura, lo han convertido en uno de
lencia de los gestos (El sacrifilos ejemplos que siempre se saca a relucir
co de Isaac), en la composición
cuando se habla de genio y locura, aunque
(El sacamuelas), además de osde lo segundo apenas tenía nada este pintor
curecer, a media que pasan los
milanés por accidente (1571-1610) que, de
años, el fondo y buena parte de
hecho, pasó infancia y juventud, huyendo
las imágenes. Sólo El martirio
de la peste, en la población de la que tomó
de santa Úrsula pertenece al
el nombre: Caravaggio (Bérgamo), perteneaño mismo de su muerte. Las
ciente entonces a la Corona española. Su
obras de este periodo final, lo
existencia de espadachín pendenciero y su
más significativo de Caravagcarácter hirsuto le daba muchos boletos en
gio si no lo más influyente, juela lotería de la autodestrucción. La brevedad
gan con claroscuros dramátide su existencia y su trabajo pictórico recos: carnes blanquecinas, rospartido por diversas ciudades a las que huía,
tros lívidos, fuerte expresionishan hecho que haya sido laboriosa la remo, frialdad trágica en el gesconstrucción de vida y obra. En este moto, como en esa Salomé, de Pamento, se contabilizan a su nombre unos
trimonio Real, pintada en 1606cien cuadros, para otros sólo ochenta; me1607.
nos que las riñas y peleas que le adjudican
En el Thyssen le acompañan
MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
desde muy pronto algunos ‘biógrafos’, pin- ‘Muchacho mordido por un lagarto’, hacia1593-1595.
41 artistas influidos por su sentores que le persiguen con sus denuncias de
tido de la luz; empezando por
personaje arrebatado, agresivo, de iracundia de Caravaggio, sus dimensiones e intencio- Rubens, que aprovecha las enseñanzas del
fácil, y de moralidad más que dudosa.
nes sean distintas, y a la vez complementa- italiano en los tres cuadros aquí expuestos,
rias. En la Thyssen, una docena de cuadros sobre todo en una magnífica Cabeza de muSu influencia en el Norte. Es doble la presen- del Caravaggio van acompañados por una chacho, de un realismo naturalista compacia de Caravaggio en el título de dos exposi- cuarentena de pintores del Norte (Países Ba- rable con el citado Muchacho o Los músiciones recién abiertas en dos museos madri- jos, Holanda, Francia); en Patrimonio Na- cos. No es menos interesante, por su noveleños: en el Thyssen, Caravaggio y los pinto- cional, una pieza magnífica, Salomé con la dad entre nosotros, el resto de pintores que
res del norte (hasta el 18 de septiembre, y or- cabeza del Bautista, articula un conjunto de le acompañan: importantes figuras del baganizada por Patrimonio Nacional, con el crí- 72 piezas de pintores y escultores, entre ellos rroco que apenas aparecen ni figuran en extico holandés Gert Jan van der Sman como Bernini, del Sur. Si en el Thyssen pueden con- posiciones o museos españoles: desde Adam
comisario, y De Caravaggio a Bernini. Obras templarse cuatro obras iniciales paganas –pa- Elsheimer a Nicolás Regnier, Louis Finson o
maestras del Seicento italiano en las colec- ra entendernos, de tema no religioso– como Mathias Storm, el último caravaggista (les llaciones reales (Salas de Exposiciones tempo- ese Muchacho mordido por un lagarto, con maban también “los naturalistas”), aunque
rales del Palacio Real, hasta el 16 de octu- un escorzo de hombro que magnifica el sus- algunos de ellos pertenezcan al Sur, por trabre), con Gonzalo Redín como comisario y to ante el pequeño animal que surge de for- bajar en Nápoles, tras el paso de Caravagautor del estudio de investigación del catá- ma imprevista–, la llegada de Caravaggio a gio. La energía violenta de Los cuatro elelogo. Ambas a cual más magnífica, hacen un Roma con poco más de veinte años, y las ne- mentos (de Finson) proviene de Caravaggio,
recorrido por la pintura barroca del siglo XVII, cesarias protecciones que hubo de conseguir, mientras en otros pintores, y en el propio enaunque, pese a estar unidas por el nombre suponen su «conversión» a la pintura reli- contramos Merisi, “bodegones” bastante so-
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franco-italiano, Cesare Capitani; la había adaptado de una novela de Dominique Fernández
(n. en 1929), académico de la Francesa, todavía vivo: La Course à l’abîme (“La Carrera
hacia el abismo”, 2003). Pretendía transmitir
la sensualidad y la sexualidad inscrita en los
cuadros de Caravaggio, y sus apasionadas anEl Seicento. La muestra De Caravaggio a Ber- La autodestrucción como meta. Caravaggio es danzas por tabernas, entre tramposos, espanini va en dirección complementaria: la in- una pieza clave del arte barroco, pero, pasa- dachines, rateros y asesinos y por cárceles por
fluencia de Michelangelo Merisi en el Sur; do ese siglo XVII, el clasicismo lo borró; los las que pasó tantas veces el pintor, que teren 1606, en una de sus habituales penden- vientos soplaban en otra dirección, y no fue minó muriendo, cuando ya había obtenido el
cias, Caravaggio mató a Ranuccio Tomasso- hasta las primeras décadas del siglo XX cuan- perdón de Roma, de fiebres palúdicas (aunni, cuyos partidarios juraron venganza ade- do fue “resucitado” por el crítico de arte ita- que no está claro que ésa fuera la única caumás de poner precio a su cabeza; desde en- liano Roberto Longhi, que veía en él “no el sa). Denunciemos de paso, lo escasamente
tonces, tuvo que huir de Roma, pese a las último pintor del Renacimiento, sino el pri- traducido que está este ensayista y gran viamuchas protecciones, desde el cardenal Del mero de la época moderna”, y para quien «Ri- jero, hijo de Ramón Fernández, un ensayista
Monte en la Curia hasta la poderosa familia bera, Vermeer, La Tour y Rembrandt nunca mexicano asentado en Francia, socialista-marColonna en Nápoles, por donde pasó; Mal- podrían haber existido sin él». Aunque su vi- xista en su juventud, que terminó en el colata y Sicilia fueron otros refugios de su hui- da está todavía llena de sombras, y en la ac- boracionismo nazi celebrando las “hazañas”
da, y en ellos su prestigio le propició encar- tualidad se asegura que no fue tan penden- de Goebbels, ministro de Cultura de Hitler; si
gos, entre ellos de la Orden de Malta, que ciero como cuenta la “biografía” que, desde se libró de pasar por los tribunales de la Lillegó a nombrarlo caballero de la Orden el primer momento, le escribieron pintores beración fue porque murió pocas semanas
–aunque luego lo expulsaría por “faltas a la enemigos. Todavía en el sigloXIX, Stendhal lo antes. Olvidado hoy por su faceta colaboramoral”–, o del español Juan Alonso de Pi- calificaba de «gran pintor y malvado». Esa vi- cionista, Ramón Fernández sigue siendo, sin
mentel, conde de Benavente, virrey de Ná- da ha atraído la atención de la literatura, el embargo, un gran ensayista literario, que aborpoles desde 1603. Y en todos esos puntos de cine, la televisión y el teatro. Hace unos años dó sin sus propios prejuicios políticos la obra
fuga dejó en los pintores su lección de una pude ver en París Moi Caravagge, tras su es- de grandes escritores como Proust, Balzac,
nueva pintura, enérgica, apasionada, casi ex- treno en el Festival de Aviñón por un actor Molière, Gide… l
presionista; pero por donde pasaba también
dejaba pendencias y algún que otro muerto; por ejemplo, en Nápoles, en 1609, mató a un hombre probablemente en defensa
propia. Esta última etapa, la más caravaggista
–véase su cuadro El martirio de santa Úrsula (en la exposición del Thyssen), pintado pocas semanas antes de su muerte: la joven
concentra su mirada, y Caravaggio sus luces,
en el momento álgido de su martirio: tras la
mujer que mira el dardo clavado en su pecho, Caravaggio da luz a su propio autorretrato; el resto del cuadro permanece prácticamente en negrura de tinieblas. La culminación de su tenebrismo, de su técnica del
claroscuro, iba a influir poderosamente en
los pintores que están presentes en la muestra de Patrimonio Nacional: 72 obras, pintura y escultura sumadas, donde aparece un
abanico de grandes barrocos: desde Reni a
Lucas Jordán, Carracci, Barocci, Le Brun,
hasta llegar a Velázquez (La túnica de José)
o a José de Ribera, que hizo sobre todo su
carrera en Nápoles, y que en su etapa final
terminaría mezclando la influencia de CaPATRIMONIO NACIONAL
ravaggio con el colorismo de Van Dyck. Ava- ‘Salomé con la cabeza de Juan el Bautista’ (1606-1607).
corridos por la época con el tema de la buenaventura, de los jugadores de cartas o dados haciendo trampas (hace poco los veíamos en la exposición del Prado sobre La Tour)
y que aquí representan Simone Vouet, Nicolás Tournier, Gerard van Hothorst…
tares de vida cotidiana me han impedido ver
esta exposición del Palacio Real; pero sin la
menor indecisión puedo recomendarla más
que encarecidamente; no tardaré en verla y
seguro que la visita dejará algún comentario en próximos artículos.
nº 1163. 11–17 de julio de 2016
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