Vivo entre tres poderosos, mi marido y mis dos

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X Congreso Nacional de Estudiantes de Comunicación Social
COMUNICACIÓN VISUAL: Imagen para contar, sentidos por construir
Universidad del Norte. Barranquilla - Marzo 30 a Abril 2 de 2004
¿Qué color tiene el agua?
Psi María Mercedes Botero
Directora del Programa de Psicología
Universidad del Norte
[email protected]
Directora www.inpsicon.co
Vivo entre tres poderes afectivos: el de mi marido, el de
mis dos hijos y el mío propio; sin embargo, disfruto
ampliamente el poder efectivo del “cuarto poder”. Muchas
gracias por permitirme compartir con ustedes esta mañana
de brisa caribeña en el X Congreso Nacional de Estudiantes
de Comunicación Social.
La ciencia sensorial y de la percepción es una puerta
abierta a mundos por descubrir. Recientemente se
reunieron en Barcelona científicos de diversas disciplinas
para reflexionar sobre la pregunta: ¿es posible la
objetivación del análisis sensorial? En este encuentro se
presentaron, entre otros, los siguientes temas: “La nariz
electrónica, una nueva herramienta para analizar el aroma”
y “Lenguas electrónicas con sensores químicos“. Hoy, en
este escenario de la Universidad del Norte, entusiastas
aprendices de la comunicación social se reúnen también,
pero para contar imágenes y construir sentidos.
En esta conferencia-taller voy a trabajar realidades
mentales y mundos muy posibles, realidades y mundos de
imágenes que se soportan en dimensiones objetivas y
subjetivas, que se sustentan en la psicología de lo
cotidiano, en las ventas y los vendedores ambulantes.
Bienvenido el mundo de la percepción. En esta construcción
de ideas trataré los siguientes temas: Los sentidos, y con
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especial interés el visual; la integración de los estímulos;
los mecanismos cognoscitivos asociados, y las implicaciones
de estos procesos en el comportamiento.
Ronald Rensick1, científico titular del Visual Cognition Lab,
perteneciente a la Universidad de British Columbia, ha
investigado sobre el denominado «sexto sentido» o sentido
de la intuición; su planteamiento obliga a revisar la
linealidad de nuestros sensores biológicos y a admitir una
nueva frontera para la complejidad sensorial. Abordar la
funcionalidad de los receptores desde este prisma acaba
provocando el replanteamiento de la estructura de la
realidad que configura el entorno; no de su estructura
física, sino de la estructura informacional, que es la que
compete al proceso perceptivo.
Con base en la anterior tesis analizaré el caso de los
vendedores ambulantes de café, conocidos comúnmente
como “tinteros”, que aportan gran caudal informacional que
permite descifrar el color de esa agua que se vierte de sus
termos.
La información sensorial que recibimos cuando imaginamos
o vemos llegar o pasar al “tintero” adquiere significado; es
que en ese momento estamos percibiendo. Pero, ¿cómo
ocurre este proceso? Hay en nosotros una representación
interna del mundo exterior, y esto es lo que llamamos
percepción, que consiste en algo más complejo que la
simple recepción de información sensorial que obtenemos
cuando vemos pasar a alguien cargando termos con
variados colores. La percepción es un proceso individual y
colectivo bastante creativo, que construye el cerebro con
las herramientas que le da la cultura y la experiencia
sensorial previa.
El “tintero” se ve pasar a sí mismo; se representa en su
mundo cotidiano y en el mundo de quienes le miran y, por
supuesto, en el de los que le compran. Diariamente hay
historias y significados que, con el pretexto de hacer un
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http://www.cs.ubc.ca/~rensink/
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pare en la rutina diaria, se negocian alrededor de la
“chaza”.
En Colombia, la historia de los vendedores ambulantes de
café se inició a principios del siglo XX en Medellín,
aproximadamente en los años treintas. En esa época tomar
tinto no era muy común, a pesar de que las grandes
fortunas habían sido creadas mediante la exportación de
café. Se estimuló el consumo interno y, poco a poco, las
casas comerciales empezaron a vender café molido; de esta
forma se aumentó en algo el consumo doméstico. Pero
tomar tinto seguía siendo una costumbre de la clase alta, y
sólo lo tomaban los señores después de las comidas,
acompañado de un cigarrillo.
Hasta que a las hermanitas Melguizo (paz en sus tumbas)
se les ocurrió, en buena hora, la idea de vender pocillos de
tinto en las calles de Medellín. Estas paisas “contrataron
muchachos para que cargaran termos, pocillos y platos de
porcelana, azúcar y cucharitas en una caja de madera bien
presentada, que colgaban de sus hombros por medio de
una correa. Vendían café de oficina en oficina, de tienda en
tienda, a la salida del teatro, en el Parque de Berrío y el
Parque Bolívar. El café y su vendedor adquirieron nuevas
representaciones”2.
Las representaciones mentales que soportan la memoria
explícita (voluntaria, consciente) son sensibles a toda la
información perceptiva, contextual, espacial, temporal y
semántica de los objetos y de las personas. Imágenes de
transeúntes de las ciudades colombianas, comprando y
vendiendo tinto en pequeñas porciones, hacen parte de los
aforos de la memoria de corto y largo plazo.
En Barranquilla los tinteros son individuos flacos, no se
sabe si por naturaleza o por el oficio; generalmente andan
mal trajeados; son de caminar sereno, chiflan para
anunciarse desde lo lejos; habitualmente viajan varias
veces por la misma ruta todos los días, siempre vendiendo
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http://www.banrep.gov.co/blaavirtual/boleti1/bol42/bolet42b.htm
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tinto, bebida que mantiene desde hace tres años su valor
monetario de 200 “barras”.
Hasta aquí he planteado una noción bastante fotográfica del
proceso perceptivo: ver el estímulo e interpretarlo. El
lenguaje es común: compradores, vendedores, termos
alineados, tapas de colores, formas, movimiento o posición
de las personas en el espacio (diversos atributos de la
escena visual) son procesados como señales nerviosas que
viajan, inicialmente por el nervio óptico, para alcanzar el
tálamo dorsal y luego la corteza cerebral (corteza visual
primaria).
¿Pero, por qué esa agua, la de los “tinteros”, le da color
diferente a la vida?
La corteza visual primaria no es la única región cortical
implicada en el análisis de las señales visuales; desde esta
zona las señales son enviadas hacia otras cortezas visuales
(denominadas secundarias), donde tiene lugar el
procesamiento de aspectos más complejos de la
información visual, y posteriormente hacia otras regiones
(cortezas asociativas) donde tiene lugar la asociación de los
estímulos visuales con estímulos de otras modalidades
sensoriales. En estas regiones asociativas se ‘enriquecen’
los estímulos al ‘añadirle’ otras informaciones no visuales.
Es en las cortezas asociativas donde realmente se
‘reconocen’ formas complejas .
“Es que pueden pasar cinco o hasta diez vendedores, pero
es a Juancho al que le compramos”, puede afirmar
cualquier parroquiano. El gusto, el olfato se confabulan
linealmente. ¿Será diferente el aroma y el sabor que él
ofrece? ¿Cuáles son los argumentos y significados que
están determinando que se elija ese vendedor en
particular?
El flujo de información entre las cortezas primarias,
secundarias y asociativas no es unidireccional, ni sigue un
camino único; entre ellas se establecen múltiples vías de
interacción. Esto posibilita que las señales ‘visuales’ sean
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procesadas en múltiples pasos, en cada uno de los cuales
se hace más compleja la abstracción.
De algún modo, Juancho es portador de un gran caudal
informacional. Su sonrisa, su manera de apodar a propios y
a extraños, el ritmo que impone a su cuchara para revolver
el azúcar, entre otros comportamientos, configuran una
especie de patrones de identidad cultural que no siempre se
sustentan en las mismas proporciones, es decir, en el
análisis de los datos suministrados por los sistemas
sensoriales, en ‘la realidad’, en el recuerdo de los aspectos
conocidos de esa realidad, en ‘la memoria’ y en una cierta
cantidad de predicción sobre el futuro inmediato de esa
situación; esos patrones culturales también se sustentan en
la fantasía, en la imaginación y en la expectativa. Tomarse
un “tintico” es sentirse colombiano.
Juancho y todos los tinteros no son parte del paisaje de la
urbe. Ellos encarnan la pedagogía cultural de Jerome
Bruner; son personajes que obligan a las personas a pensar
en sí mismas y en el mundo. Cuando ellos llegan o pasan,
el mundo del trabajo se detiene. Tienen la habilidad de
entender muchas mentes; son seres muy interpretativos.
Sus imágenes mentales están representadas por múltiples
simbolismos, los cuales comparten con gran generosidad.
La cualidad de los llamados “tinteros” es que han favorecido
el aprendizaje imitativo; cada vez hay más de ellos y mayor
número de prójimos que les esperan y les requieren. Su
caudal informacional no se detiene; aplican el principio de
reciprocidad
porque
aprenden
y
enseñan
permanentemente. Tienen una activación intrínseca; se han
vuelto exploradores y experimentadores de novedosas
técnicas de mercadeo.
El agua que en principio objetivaba el análisis sensorial
tenía color y olor a café; ahora se ha llenado de contenidos.
Los “tinteros” en sus “chazas” no cuentan con narices ni
lenguas electrónicas; cargan la imagen del mundo, la del
mundo del desempleo, la del mundo de las añoranzas y la
de los amigos. Sensores con sofisticación muy humana para
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reordenar o transformar los datos de modo que permitan ir
más allá de ellos, ir hacia una comprensión. Estos
personajes son verdaderos comunicadores sociales, que
hacen con su medio de subsistencia un engranaje, donde
son múltiples las imágenes para contar y los sentidos por
construir.
Bibliografía
BRUNER, Jerome. Acción, pensamiento y lenguaje. Madrid:
Alianza, 1984.
BRUNER, Jerome. Realidad mental y mundos posibles. (Los
actos de la imaginación que dan sentido a la experiencia).
Gedisa Bna, 1989.
GERGEN, Kenneth. Realidades y relaciones. Barcelona:
Paidós, 1996.
VIGOTZKY, Lev. Pensamiento y lenguaje. Buenos Aires:
Ediciones Fausto, 1995.
Fuentes en Internet:
http://www.cs.ubc.ca/~rensink/
http://www.banrep.gov.co/blaavirtual/boleti1/bol42/bolet4
2b.htm
Esta ponencia se sustenta en trabajos de observación y
análisis realizados por los estudiantes del Minor en Psicología Económica
2004.
Asignatura: Psicología del Mercado.
Profesora: María Mercedes Botero
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