el mundo de apariencias y nuestro juicio

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EL MUNDO DE APARIENCIAS Y NUESTRO JUICIO
C
omo hemos dicho muchas veces nuestra vida es como una película;
película que como es natural está compuesta por muchos cuadros y
escenas. No conviene en modo alguno identificarnos con ninguna
escena, con ningún cuadro, con ninguna apariencia, porque todo pasa:
pasan las personas, las cosas, las ideas... Todo en el mundo es
ilusorio. Cualquier escena de la vida por muy fuerte que ella sea,
pasa y queda atrás en el tiempo. Lo que nos debe interesar a nosotros
es eso que se llama Ser, Dios, el Padre Nuestro que está en secreto.
Eso es lo fundamental porque el Ser no pasa.
Cuando nos identificamos con las distintas comedias, dramas y
tragedias de la vida, caemos como es obvio, en la fascinación y en la
inconsciencia del sueño psicológico. Por muy grave que sea una
circunstancia de la vida, no debemos identificarnos con ella, porque
pasa. Por eso se dice vulgarmente “No hay mal que dure cien años ni
cuerpo que lo resista”. Todo es ilusorio, pasajero.
Muchas veces uno se encuentra en la vida algunos problemas
difíciles; no encuentra uno la salida, la solución y éste se vuelve
enorme, monstruoso, gigantesco ante nuestra mente; entonces sucumbe
uno ante las preocupaciones: ¿Cómo haré? ¿Qué haré? Pero llega el
momento en que nos decidimos a afrontar el problema tal cual es,
entonces vemos que el problema queda en nada; vemos que es de
naturaleza ilusoria.
Pero el realismo de los problemas suele volverse tan crudo
ante nuestra mente, que no le encontramos salida por ninguna parte; y
ello se debe a que estamos identificados con ese evento. Si uno
procede a no identificarse jamás con ninguna situación, lograremos
estar siempre
Alerta, y en este estado descubriremos nuestros
defectos psicológicos. Nuestra Conciencia está embotellada entre esos
defectos,
pero
si
los
eliminamos,
la
Conciencia
despertará
radicalmente, entonces podremos ver, palpar, oír y tocar las grandes
realidades de los Mundos Superiores.
Normalmente se ha visto que los problemas obedecen al miedo.
El “YO” del temor mantiene los problemas vivos. Se teme a la vida,
tememos al “qué dirán”, al “dicen que dicen”, a la miseria, al hambre,
a la desnudez, a la cárcel; a todo se le teme y debido a ello los
problemas se hacen fuertes.
Tenemos un problema económico, por ejemplo, tememos la ruina;
que si no pagamos la deuda, nos meten en la cárcel, etc. En un
problema de familia, tememos el “dicen que dicen”, a la lengua
viperina, al escándalo, los intereses creados etc. Si tenemos que
pagar el alquiler de una casa y no hay dinero, tememos que nos lancen
a la calle, hasta pasarnos noches desvelados, pensando que el
arrendador ha de llegar y sacarnos a la calle. No hay que olvidar que
todo pasa, lo que sucede es que hay que eliminar el “Yo” del temor, y
así poder vivenciar que existimos en un mundo fugaz, ilusorio donde
todo se esfuma, todo se vuelve nada. Sin eliminar tal “Yo” del temor
no se podrá captar, palpar, ver esta gran realidad, vivimos en un
mundo de apariencias, y de ello no caemos en cuenta, por eso vivimos
engañados. Cada uno de nosotros ve el mundo de apariencias como lo
proyectan nuestros propios defectos psicológicos.
¿Cómo vemos a nuestros semejantes? Cada uno ve en el prójimo
sus propios defectos. Lo que nosotros le señalamos a otros, lo tenemos
muy sobrado; juzgamos a otros como nosotros somos. ¿Ya analizó la
antipatía mecánica? De pronto sentimos antipatía, sin motivo alguno
por otra persona, pero, ¿por qué? Si nunca la habíamos visto, si la
acabamos de conocer. ¿Qué ha sucedido? Pues que hemos proyectado sobre
nuestra víctima nuestros mismísimos defectos psicológicos. Lo más
probable es que hemos visto en esa persona el defecto más grave que
cargamos, y a nadie le gusta verse
desenmascarado. Esa persona se
ha convertido en un espejo donde nosotros nos vemos a sí mismos tal
cual somos.
Si estamos Auto-observándonos, no nos identificamos con esa
persona, no nos dejamos atrapar por las apariencias, no la criticamos,
antes bien, nos auto-criticamos, y descubriríamos un defecto nuestro
que se ha reflejado en aquella persona.
Uno debe saber vivir, en vez de sentir antipatías mecánicas,
vale la pena que nos investiguemos a sí mismos. En vez de suponer que
fulano es así o “asao” y que resulte que ni es así ni es “asao”, que
es completamente diferente, y que nuestro juicio es equivocado y
falso, todo eso se debe a que hemos perdido la capacidad de autoCriticarnos. Vemos los hechos ajenos y tenemos la tendencia a
interpretarlos erróneamente; así que nuestros defectos nos vuelven
injustos para con el prójimo.
Es indispensable transformar las impresiones para tomar
Conciencia de que vivimos en un mundo de apariencia: Juzgamos los
actos ajenos en forma equivocada, de acuerdo con nuestro Ego y el
resultado es la calumnia; y está demostrado que todos calumnian a
todos. Resulta que al juzgar nuestro juicio no coincide con la
realidad del hecho; y al haber juicio equivocado se ofende al prójimo
y también se ofende a sí mismo.
Saber vivir es muy difícil porque vivimos en un mundo de
apariencia, ilusorio, al cual tenemos la tendencia siempre de
identificarnos, olvidando lo esencial que es el Ser.
Dentro
de
nosotros
existen
factores
psicológicos
que
ignoramos y que jamás admitiríamos tener. La Conciencia está
condicionada en forma sub-conciente, es decir, está dormida, y si
tenemos la Conciencia dormida, ¿cómo podríamos en verdad conocernos a
sí mismos, cómo podemos conocer a los demás?
¿Cómo podríamos
conocernos a sí mismos, si jamás dirigimos
la inteligencia hacia nuestro interior? Si nunca nos acordamos de sí
mismos debido a que estamos identificados por los distintos eventos de
la vida que llegan a nosotros, nunca dirigimos la Conciencia hacia
dentro, debido a que los problemas de la vida nos tienen atrapados, y
creemos que son eternos; debido a nuestro estado de sub-Conciencia no
nos damos cuenta que tienen un principio y un fin; tenemos la mente
demasiado ocupada en las cosas ilusorias, en lo que es pasajero;
estamos en un estado de coma espantoso.
Debemos reflexionar en esto:
1. No nos conocemos a sí mismos.
2. Proyectamos o vemos en los demás nuestros propios defectos.
3. Juzgamos equivocadamente las acciones de los demás.
4. Las acciones no coinciden con el juicio emitido.
5. El juicio que emitimos, es en verdad el propio defecto psicológico
que sobre el prójimo hemos proyectado.
En síntesis: el prójimo nos está sirviendo de espejo, pero nosotros no
nos damos cuenta, por nuestra inconsciencia; estamos tan identificados
con los sucesos, con el mundo de apariencia, que ni remotamente se nos
ocurre reflexionar en todas estas cuestiones, vivimos en el sueño
psicológico.
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