PARTE PRIMERA: CONCEPTOS Nota: Las definiciones están tomadas del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y figura en cursiva. SEXO: m. biol. Condición orgánica que distingue al macho de la hembra en los seres humanos, en los animales y en las plantas. Sexo es una palabra del orden biológico, y natural, que distingue orgánicamente, es decir, en función de los órganos reproductivos y otras características físicas naturales, a machos de hembras. No tiene otros significados o connotaciones en otros ámbitos, ya sean sociales, políticos o culturales, y precisamente el sexismo (véase más abajo) consiste en atribuir a las personas roles, funciones o capacidades distintos en esos ámbitos en función del sexo: por ejemplo, considerar que un hombre por su sexo está más capacitado para conducir un camión y una mujer por la misma razón de su sexo mejor preparada para cuidar niños o niñas, lo cual es falso. SEXISMO: m. 1. Atención preponderante al sexo en cualquier aspecto de la vida. 2. Discriminación de personas de un sexo por considerarlo inferior al otro. Constituye sexismo considerar o dar importancia al sexo en algún ámbito en el que no es relevante, es decir, fuera de los contextos biológicos y reproductivos en los cuales el sexo sí es pertinente. Y por lo general, el sexismo supone una discriminación de un sexo (normalmente el femenino) por parte del otro (el masculino). Así, por ejemplo, es sexista o 7 constituye sexismo, considerar que las tareas del hogar son propias del sexo femenino, o que la política es más propia del sexo masculino. Sexismo social: es el sexismo que se da en la sociedad. Sexismo lingüístico: es el sexismo aplicado al lenguaje, por el cual, se muestra un uso del lenguaje en el cual la atención o preponderancia de un género prevalece sobre el otro (por lo general, el masculino sobre el femenino). Hay sexismo lingüístico cuando no se menciona a las mujeres en el discurso, cuando las referencias a ellas son peyorativas o se les da trato de anécdota o segundo orden de importancia. GÉNERO: m. 7. gram. Clase a la que pertenece un nombre sustantivo o un pronombre por el hecho de concertar con él una forma, y generalmente solo una, de la flexión del adjetivo y del pronombre. En las lenguas indoeuropeas estas formas son tres en determinados adjetivos y pronombres: masculino, femenino y neutro. 3. Clase o tipo al que pertenecen personas o cosas. La palabra “género” adquiere en la materia que nos ocupa una importancia singular. Gramaticalmente designa si un sustantivo es masculino o femenino (dado que en castellano no hay sustantivos neutros, aunque sí algunos pronombres y artículos), pero lo hace en tanto que palabra, y no siempre en correspondencia con el sexo de la realidad extralingüística a la que refiere. Así por ejemplo, en ocasiones coincide necesariamente el género del sustantivo con el de la cosa nombrada: “ministro” es un sustantivo de género masculino que refiere exclusivamente a una realidad extralingüística de sexo masculino: un hombre que ostenta ese cargo en un ministerio; “presidenta” es un sustantivo femenino que refiere a otra realidad extralingüística, en este caso de sexo femenino: la mujer que preside alguna entidad. En otras ocasiones el sustantivo puede tener un género pero referir a realidades de ambos sexos: “persona” es de género gramatical femenino, pero puede referir a hombres y mujeres, pues unos y otras son igualmente personas; “sujeto” o “individuo” gramaticalmente pertenecen al género masculino pero pueden referir a ambos sexos: un hombre o una mujer pueden ser sujetos e individuos. En otros casos, el sustantivo en sí no tiene género hasta que no se le adjetiva o le precede un artículo que nos dé información del sexo referido y su género gramatical: por 8 ejemplo, “periodista” puede referir a un hombre o una mujer, imposible de saber hasta que no lo adjetivamos o articulamos: “periodista honrada” o “el periodista”. El género, por tanto, en algunos casos necesariamente sí está relacionado con el sexo, como acabamos de ver, pero en otros casos no lo está, como queda claramente de manifiesto en el hecho de que hay multitud de sustantivos con género y que refieren a realidades inanimadas que por ello mismo no son sexuadas: “mesa” es del género femenino y “muro” del masculino, cuando es obvio que las mesas ni los muros tienen sexo de ningún tipo. Se utiliza incorrectamente el castellano cuando se aplica un sustantivo de un género exclusivo de un solo sexo para referir al sexo contrario, por ejemplo, si para referirse a la presidenta de una Corporación Local la llamamos “alcalde” en lugar de “alcaldesa”. Y esto también rige para los plurales: los sustantivos plurales masculinos exclusivos sólo refieren a los hombres, y los femeninos exclusivos a las mujeres, y constituye sexismo lingüístico querer nombrar a mujeres con el masculino o a hombres con el femenino: por ejemplo: “los españoles tienen derecho a la libertad de expresión” es incorrecto, porque las españolas también disfrutan de este derecho; lo correcto sería: “los españoles y las españolas tienen derecho a la libertad de expresión” o bien “todas las personas españolas tienen derecho a la libertad de expresión”, donde “personas” tiene género gramatical pero no exclusivo del sexo femenino. En la acepción de “género” como “clase o tipo” se ha basado el feminismo para dar otro significado a la palabra “género”, entendiéndola como “el conjunto de roles, funciones o capacidades que social y culturalmente se atribuyen a cada sexo”. Así, “género” sería un concepto sociológico y antropológico descriptivo de cómo las sociedades establecen una división sexual del trabajo y las funciones sociales. Es de destacar que el género así entendido es cultural y convencional, y no natural y necesario a diferencia del sexo, y que los contenidos de cada género difieren mucho de unas sociedades a otras, como demuestra la antropología comparada. De este modo, comportamientos o funciones propias de un género en una sociedad pueden ser propios del género opuesto es otra sociedad distinta. Tradicionalmente, y debido al patriarcado, las sociedades han tendido a identificar en el género masculino los contenidos más relevantes, importantes y relacionados con el poder, reservando para el género femenino los contenidos más anecdóticos, secundarios y excluidos del poder. De ahí la imagen social machista del hombre como frío, calculador, inteligente, fuerte, emprendedor y dominante, y de la 9 mujer como sentimental, apasionada, “tonta”, débil, pasiva y sometida. Es en esta discriminación de género en la que el patriarcado se ha basado para, por ejemplo, negar el voto a las mujeres hasta el primer tercio del siglo XX (“no están capacitadas para decidir estos asuntos”, se decía) o para negarles el acceso a la educación, la política o el empleo (“demasiada responsabilidad”) y también para relegarles en exclusiva el cuidado de la casa, la progenie y las personas mayores (“tienen más ternura e instinto para esto”). Esta división de género se ve incluso en la división de géneros gramaticales para las palabras referidas a seres inanimados, donde una gran cantidad de sustantivos masculinos y femeninos reflejan estas características: una pared (femenino) es más débil que un muro (masculino, más fuerte), un sillón (masculino) es más grande que una silla (femenino, más pequeña); los nombres de árboles (grandes) son masculinos (peral, manzano, castaño) y el de sus frutos (más pequeños) femeninos (pera, manzana, castaña). También sucede en los oficios, que se dividen por géneros de un modo sexista: masculinos y mejor valorados socialmente (abogado, juez, profesor, político, arquitecto) y femeninos y peor valorados socialmente (ama de casa, limpiadora, niñera, prostituta). El sexismo en el género se muestra claramente en el cambio de significado que adquieren algunos sustantivos al cambiarles el género gramatical, adquiriendo significados peyorativos: mientras que “zorro” expresa astucia en un hombre, “zorra” es sinónimo de prostituta; mientras que “un chico serio” es un chico centrado en sus estudios o trabajo (aunque sea sentimentalmente infiel), “una chica seria” es la chica que no es infiel, independientemente de que trabaje o no lo haga. Y por último, en otras ocasiones, el sexismo se muestra en la ausencia de sustantivos gramaticales de género contrario: un hombre puede ser “mujeriego” dando a entender que alterna con diversas mujeres, pero no existe el equivalente “hombreriega”, sino que se utiliza el mucho más peyorativo e insultante “puta” que no es semánticamente igual a “mujeriego”, reflejando la asimetría en la percepción social respecto del alterne según lo practiquen hombres o mujeres, siendo mayor la permisividad con los hombres y mayor la censura con las mujeres. DISCRIMINACIÓN: 2. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc. La discriminación es una lacra socio-cultural y política que las sociedades del presente se empeñan en eliminar si bien resulta sumamente difícil de conseguir dado su arraigo en la mentalidad y el comportamiento, muchas veces en forma de prejuicios y 10 esquemas preceptúales y cognitivos inconscientes. La discriminación se produce cuando se niega un derecho a alguien por motivo de alguna característica moralmente irrelevante, y se le da trato de inferioridad por ello. Puede ser por razón de su raza, etnia, nacionalidad, cultura, orientación sexual, ideas políticas o religiosas, y también por su sexo. Cada una de estas formas de discriminación tiene su propia denominación (racismo, etnicismo, xenofobia, etnocentrismo, homofobia, intolerancia política o religiosa, o sexismo). La discriminación es un atentado contra los Derechos Humanos recogidos en la Declaración de 1948 y contra los derechos fundamentales garantizados en la Constitución Española de 1978. DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO: Es la discriminación que tiene lugar cuando a un género en sentido sociológico (véase más arriba) determinado se le atribuyen contenidos socialmente mal valorados o menospreciados y con ello se le da trato de inferioridad. Por lo general, la discriminación de género se hace al género femenino, al cual se le atribuyen en exclusiva y como definitorios de ese sexo contenidos como la castidad, la humildad, la fidelidad conyugal, el cuidado de hijos, hijas y mayores, el cuidado y limpieza del hogar, el apasionamiento, la sumisión, la abnegación, la resignación, el sufrimiento en silencio, etc. IGUALDAD DE GÉNERO: Es el objetivo por antonomasia del feminismo, la efectiva igualdad social entre el género masculino y el femenino, educando y fomentando las mismas características positivas de cada género para hombres y mujeres, y frenando y evitando las negativas de cada uno también para ambos. Implica una educación para la igualdad, denominada coeducación, y unas estructuras sociales, culturales y políticas que hagan posible la igualdad plena de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres. PATRIARCADO: Sociol. Organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder en los parientes aun lejanos de un mismo linaje. Este concepto es propio de la sociología y la antropología, pero ha sido recogido por el feminismo en un sentido actual para designar a las estructuras de poder actuales en las cuales se practica la discriminación de género. El término es claramente peyorativo y 11 busca asimilar estas estructuras con formas primitivas para denunciar su anacronismo en favor de la igualdad de género entre hombres y mujeres. El patriarcado relega el poder exclusivamente en los hombres, excluyendo a las mujeres del mismo. Por poder se entiende cualquier instancia de autoridad, orden o mando, como puedan ser la política, la cultura, la ciencia, el Derecho, la religión, la familia y aún el arte. Ejemplos de patriarcado son el Derecho franquista que no dotaba de independencia jurídica a las mujeres, la iglesia católica que no permite el sacerdocio a las mujeres o la monarquía española que en la forma más pura del patriarcado reserva la preferencia en la sucesión de la Corona a los varones independientemente de su edad. Por extensión, una sociedad es patriarcal cuando en ella se da discriminación de género hacia las mujeres, sobre todo en el acceso y ejercicio del poder. El equivalente contrario del patriarcado sería el matriarcado, pero antropológicamente parece ser que ninguna sociedad ha tenido una estructura matriarcal en su organización a lo largo de la historia. MACHISMO: m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres. El machismo es la forma más vulgar de expresión del sexismo hacia las mujeres, y expresa la prepotencia que algunos hombres tienen respecto a las mujeres por sus supuestas características de “machos”, haciendo con esta expresión una equivalencia entre las características de algunos animales (sobre todo las de fuerza física y bruta) y los hombres, como pueden ser el cuidado de la manada (familia), la lucha entre machos por las hembras, privilegios a la hora de comer o descansar, etc. El machismo es visible en comportamientos celosos, en riñas por las mujeres, en exhibición de fuerza bruta o de resistencia entre hombres con público femenino, en la no-colaboración en tareas del hogar, o en la idea de “mantener” (económicamente) un hombre a una mujer (a cambio de reservar para ella el trabajo doméstico en exclusiva), etc. FEMINISMO: m. 1. Doctrina social favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los hombres. 2. Movimiento que exige para las mujeres iguales derechos que para los hombres. El feminismo es una doctrina que adquiere fuerza a partir del s. XIX y que actualmente es un movimiento social y político de fuerza cada vez más creciente e influyente. Su objetivo fundamental es lograr la igualdad de género (véase más arriba) en 12 todos los ámbitos de la sociedad. Hitos importantísimos en la historia del feminismo son la Declaración de Derechos de la Mujer y de la Ciudadana presentada durante la Revolución Francesa inmediatamente después de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, la lucha de las sufragistas por el derecho al voto femenino o la resistencia numantina de las trabajadoras de Nueva Cork que en el s. XIX fueron asesinadas por reivindicar los derechos laborales de las mujeres, y en cuyo honor se celebra todos los 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. El feminismo no es una doctrina que proclama privilegios ni superioridad alguna de las mujeres con respecto a los hombres, sino que reivindica la igualdad de ambos en la sociedad, en derechos y oportunidades, y resalta el papel de las mujeres en los diversos ámbitos en los que cuales ha estado discriminada y a pesar de lo cual sin embargo ha logrado destacar pese a las dificultades: en política, ciencia, historia, arte, etc. Actualmente, la labor de recuperación de la memoria histórica de las mujeres, su papel en la historia y la ciencia, y la perspectiva de las mujeres en la consideración de la realidad y la historia, es una de las principales actividades del feminismo en lucha contra la exclusión y el ocultamiento que se ha hecho de ellas en estas esferas. 13