Número 30804 - Pág. 2 - LLAMAMIENTO PASTORAL CONJUNTO

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Número 30804 - Pág. 2 - LLAMAMIENTO PASTORAL CONJUNTO
DEL EPISCOPADO SALVADOREÑO
Concluye
Con demasiada frecuencia, especialmente en ciertas manifestaciones externas que
presenciamos con gran pena en nuestros días, la violencia, es más bien la expresión de la
venganza. Y por eso se opone totalmente al espíritu cristiano, que nos pide ir más allá de los
límites de la estricta justicia y abrazar, en el mandamiento del amor fraterno, a todos los
hombres" (carta de Pablo VI a Irlanda, 6 de Marzo de 1972)
La Verdadera Causa
de Nuestro Malestar
Social
Si arriba hemos señalado las causas inmediatas de nuestro malestar nacional, como
responsables de la vida espiritual de nuestro pueblo, no queremos dejar de buscar más hondo,
los orígenes de esta peligrosa situación, es decir, en los pecados públicos y privados de
nuestra patria y en especial en nuestros propios pecados como Pueblo de Dios. Todos somos
culpables del mal de la Nación. Es muy fácil denunciar las injusticias en los otros, pero resulta
más noble y más eficaz analizar nuestras propias responsabilidades. Después del Concilio, la
Iglesia ha tomado más conciencia de que, junto a su nota de santidad, porque la anima el
Espíritu de Dios, tiene al mismo tiempo la necesidad constante de convertirse y renovarse; "la
Iglesia -dijo el Concilio (L.G.9) -recibiendo en su propio seno a los pecadores, santa al mismo
tiempo que necesitaba de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación".
Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y seglares, todos formamos esa Iglesia con
exigencias de santidad. Invitamos pues a todos nuestros sacerdotes, religiosos y fieles a quitar
de su propia vida, las raíces del pecado, que están redundando en el mal social. Por el pecado,
todos somos responsables de estos males, así como también, todos contribuimos al bienestar
de la patria, cuando aún trabajando en medio de las realidades temporales, nos inspira el amor
sacrificante de Dios y del prójimo. Las dimensiones comunitarias y sociales y el saneamiento
de estructuras, en que pone énfasis la piedad posconciliar, de ninguna manera han superado
estas exigencias de la interiorización personal y de la santidad individual; más bien la supone
como condiciones indispensables y eficaces en los verdaderos renovadores de la sociedad
contemporánea.
Llamamiento de la Paz
y a la Concordia
Que todos los salvadoreños pues, despertemos en nuestros corazones los sentimientos de
concordia y de paz. Somos hermanos, hijos del mismo Dios y de la misma Patria.
Que sobre todas las tentaciones del egoísmo, de la ambición, de la venganza y del odio, que
matan y destruyen, prevalezcan y reinen en nuestro querido pueblo, los sentimientos de
hermandad para que juntos trabajemos por construir una Patria renovada por la justicia, la paz
y el respeto mutuo.
En San Salvador, 12 de Abril de 1972
Por la Conferencia Episcopal de El Salvador
Benjamín Barrera y Reyes
Obispo Presidente
Oscar A. Romero
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Obispo Secretario
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