Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 EL ENCUADRE COMO EJE DE INVESTIGACION: “Acerca de la realidad fáctica y las realidades psíquicas” Dra. Amalia Socci * Asociación Psicoanalítica Argentina En 1982 presenté en el XIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis, un trabajo titulado “Consideraciones acerca del temor a perder y el deseo de conservar el paciente”(18). Han transcurrido 20 años y no ha perdido vigencia. Siguiendo los lineamientos de ese trabajo, enfocaré otros aspectos metapsicológicos que conjuntamente con los aspectos fenoménicos (socio – culturales) permitan continuar pensando en las dificultades técnicas con las que nos enfrentamos cotidianamente, más allá del tiempo y la época en que se producen. 1. Vasallajes del Yo (“Un particular vasallaje del Yo: la realidad externa”).(22) 2. Concepto de “doble frontera” (Green).(12) 3. Necesariedad del establecimiento de un encuadre que permita la instalación de una situación analítica y un campo analítico, es decir encuadre que posibilite y estimule la asociación libre y la interpretación.(26) Este encuadre no es único, si bien hay acuerdo en normas generales (clásicas). Debemos investigar la posibilidad de variaciones no sólo con relación a la psicopatología sino también por cuestiones socioeconómicas. Podemos preguntarnos cómo son enfocadas las influencias sociales y las presiones culturales por el psicoanálisis. Muchas veces estas influencias son inconscientes y se basan en “formas” a las que el individuo y la familia están obligados a identificarse. Es necesario tomar en cuenta ambas vertientes: la de las realidades psíquicas y la de la realidad fáctica (la de los hechos). El encuadre es una estructura y por lo tanto constituido por elementos que ofrecen diversas complejidades. Uno de sus elementos es el contrato analítico verbalizado por el analista y que da los lineamientos de trabajo: horarios, honorarios, vacaciones. Son fijos y al mismo tiempo factibles de variación. Corresponden al encuadre fáctico. Hay otro encuadre, interno o virtual y que responde a las realidades psíquicas del analista y del paciente. En un primer momento el analista pasa a ser una representación preconsciente-conciente del paciente. Esto se produce en el primer encuentro entre ambos. A partir de ese momento el analista está abierto a la “sorpresa” para dejarse sorprender por los movimientos que se producen y que lo transforman en un objeto “investido bajo una forma imprevisible”. Podríamos decir que el encuadre tiene “la función de recibir y crear investiduras significativas”.* * Miembo Titular en función didáctica – Dirección: Coronel Diaz 2142, 24°, Este, Buenos Aires, 1425, Argentina. E-mail: [email protected] Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 P. Aulagnier decía que estamos condenados a investir por lo tanto diríamos 1 que también estamos condenados a representar. Las situaciones de crisis económica nos enfrentan con él tener que dirimir si los cambios que haremos son inevitables o innecesarios. En este terreno aparece un “particular vasallaje del yo” (22) que es la realidad externa. Es común en situaciones de crisis económica que surjan comentarios tales como “hay que cuidar los pacientes”. Este “cuidado” está referido al temor a “perder” el paciente. Podríamos pensar que precisamente este “momento” irrumpe, interrumpiendo el proceso analítico si es que lo había. La “situación analizante” (término utilizado por J. L. Donnet en su ponencia de apertura al Congreso de Niza) se desdibuja y el paciente ocupa el lugar del analizante (diferencia interesante ya que no todo paciente deviene analizante). A partir de esto tenemos que considerar la neurosis del analista y cómo enfrenta ese momento de crisis socio-económica. Estas dificultades renuevan las resistencias ya que los factores economicos también afectan al analista, lo que puede obstaculizar el re-análisis del mismo. Puede ocurrir que él se identifique con los pacientes en cuanto a necesidades retentivas (estaríamos en el terreno del poder del analista), o el analista identificado con el desamparo (hilflosigkeit). Puede verse empujado a hacer “algo más”, . pero ¿qué? Aparecen pacientes “becados” por analistas que no aumentan sus honorarios, no por tener en cuenta la realidad externa sino por temor a que los pacientes interrumpan su tratamiento. Mutatis mutandis aparecen pacientes que por su poder económico becan al analista que debe “conservarlos”.¿ Problema considerable dentro del campo de la adaptación o de la patología?.(18) ¿Tenemos que admitir que inevitablemente las situaciones de crisis socioeconómica disminuyen el margen de operatividad analítica? El riesgo es no poder conservar la autonomía y el hecho analítico como creación inspirada. Sabemos que la redefinición del encuadre no es la ruptura del mismo. Existen principios generales respecto al establecimiento del encuadre no así con respecto a cuándo y cómo modificarlo. Freud en “Análisis terminable e interminable” (9) nos dice:”… la peculiaridad del analista demanda su lugar entre los factores que influyen sobre las perspectivas de la cura analítica y dificultan ésta, tal como lo hacen las resistencias". Mas adelante agrega: “… el analista a consecuencia de las particulares condiciones del trabajo analítico, será efectivamente estorbado por sus propios defectos para asir de manera correcta las constelaciones del paciente y reaccionar ante ellas con arreglo a fines, por tanto, tiene sentido que al analista se le exija, como parte de su prueba de aptitud, una medida mas alta de normalidad y de corrección anímicas”. La pluralidad de ideologías teóricas es un problema a enfrentar cuando discutimos cuestiones técnicas. ¿Será cuestión de expresar nuestras ideas basadas en la experiencia vivencial de estas situaciones? Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 Cuándo pensamos el encuadre, ¿ qué concepto de aparato psíquico está en juego? Creo que en este momento podría introducir el concepto de “doble frontera” de A. Green ya que el intercambio que se produce entre adentro y afuera (intersubjetivo) y entre las instancias Icc – Prec – Cc (intrapsíquico) se juega entre la realidad fáctica del encuadre y las realidades psíquicas de ambos integrantes de la dupla analítica. Cuando el paciente aceptó encuadrarse, se produjo cierta idealización. En ella el objeto y los ideales depositados en él serán los receptores de un investimiento significativo produciendo un efecto pulsionante (22). El encuadre clásico o aquél con las adecuaciones pertinentes a lo fáctico del paciente (por ejemplo imposibilitado de regular sistemáticamente las sesiones por razones laborales o por distancia geográfica) tendrá que permitir el “investimiento significativo”. Este será claramente detectado por el analista. Tenemos que considerar que el despliegue de las transferencias del paciente pueden constituirse en obstáculo. Esto ocurre cuando las redes transferenciales sostienen el narcisismo de los personajes del “linaje” (11) psicoanalítico del analista. Las identificaciones narcisistas del analista con el propio analista operan como identificaciones alienantes con consecuencias sobre el operar en las aplicaciones del método. La inundación del analista por afectos tales como el orgullo o la humillación, dificultan su disponibilidad para la escucha. Para crear la situación analítica y desarrollar el proceso es fundamental la “función objetalizante”. Siguiendo el pensamiento de A. Green (10) la función objetalizante posee “la posibilidad de hacer advenir al rango de objeto lo que no posee ninguna de las cualidades, de las propiedades y de los atributos del objeto a condición de que una sola característica se mantenga en el trabajo psíquico realizado: el investimiento significativo.” En un trabajo anterior (20) planteábamos si no podríamos considerar que dadas “diferentes situaciones analíticas” en el campo analítico de distintos momentos del análisis, éstas pueden servir como “muestras”, que permitan, con rigor teórico, evaluar si lo que hacemos en la práctica sigue siendo psicoanálisis (20). Como nuestra práctica es compleja necesitamos acordar el uso de conceptos de referencia. Creo que los problemas que enfrentamos tienen que ver: 1) con la realidad psicopatológica y las vías de abordaje. 2) las resistencias de los pacientes y de los analistas. ¿Todas las estructuras psicopatológicas remiten a un mismo tipo de encuadre?. Pienso que no. En el aparato psíquico coexisten diversos funcionamientos, por ejemplo el concepto de N. Marucco de diversas zonas psíquicas o Bion cuando habla de parte psicótica de la personalidad, o Pontalis y los “espacios psíquicos”. Pueden convivir en un sujeto una organización psicosomática y otra no neurótica o narcisista (El cuerpo en escena: Elsa Aisemberg y colab.) Otros hablan de casos límite, A. Green de las “locuras privadas”. Todo esto permite pensar en la variabilidad de encuadres es decir ¿podemos considerar múltiples encuadres pero una única situación analítica con una Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 lógica probabilista? J.L.Donnet habla de “site” analítico, concepto que creo nos remite a la esencia del encuadre.(26) Considero que lo arbitrario tiene que dejar paso a lo esencial y lo formal transformarse en trascendente. De lo que se trata es si hay o no proceso analítico y cuándo consideramos que lo hay. Lo que importa es un número de sesiones suficientes es decir lo que importa es la asiduidad y como dije si hay o no proceso con una construcción de sentido. El encuadre no es una cuestión disciplinaria sino una cuestión metodológica. Nos interesa conocer el cómo y el porqué cada analista trabaja de una manera particular, otorgando individualidad a su tarea. Importa conocer las tácticas y estrategias utilizadas en el quehacer clínico cotidiano Ejemplo clínico: D. 36 años, productor de televisión, horarios de trabajo variados e inusuales. Cuando concluyen las entrevistas, se logro acordar un solo horario fijo y otro móvil a ser fijado en la sesión pautada. Las primeras semanas llega frecuentemente tarde, se olvida, pide cambios de hora. Se le interpreta que ha incluido el análisis “a la manera” de todas sus actividades tratando de que no sea algo diferente y especial, con un tiempo – espacio sin interferencias, todo para él. Un dia llega a sesión y se queja que vino y no me encontró. Se aclara su equivocación. Vino en el horario que tuvo la semana anterior y olvido el nuevo horario establecido para esa semana. Reconoce las dificultades que ocasiona no tener un horario fijo y dice que “acomodará sus cosas” para concurrir las dos sesiones semanales con horarios ya establecidos. Habitualmente llegaba diez a veinte minutos tarde. Al tercer mes de tratamiento, ya le había anunciado que teníamos que interrumpir durante dos semanas por ausentarme. El día de la ultima sesión, llama por teléfono y dice que no va a continuar, que le es “muy difícil” (¿?!). Le aclaro que seria conveniente tener una “entrevista” a mi regreso, conversar sobre su decisión y dejar saldada su deuda de las sesiones realizadas durante ese mes. Accede y fijamos un horario. A mi regreso, llega puntualmente a la entrevista que realizamos frente a frente. Relata lo que le ocurrió en esas dos semanas y acomodándose en su silla dice: “Así es mejor, me gusta mucho hablar así con usted, me gustaría seguir, pero así, no acostado”. Le repito que nuevamente no quiere que nuestra relación sea diferente a cualquier otra, ya que habitualmente no se le habla acostado a alguien que esta detrás. Me pide que acepte verlo frente a frente que quizá mas adelante pueda “ir al diván”. Reconsidero la situación y le digo que probaremos trabajar así durante dos meses y volveremos a hablar de esto. Durante esos dos meses no faltó nunca ni llego tarde. Solo pidió un cambio de horario por una filmación imprevista. Hablamos de su historia actual y pasada. Surgieron datos no relatados de su vida familiar cuando era adolescente y dijo que no hubiera podido contarlo sin mirarme. Al decirle que seguramente era muy importante comprobar que yo no me horrorizaba porque él si se horrorizaba por lo ocurrido y por lo que aun sentía, se puso a llorar. Sentí y pense que era como un niño desprotegido y asustado que necesitaba que lo escuchara con mirada tierna. Su vida alocada, durmiendo toda la mañana y acostándose muy tarde, manejando su auto a 200 km. por hora, no pudiendo regresar a su casa porque Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 se angustiaba, relaciones promiscuas, cambió. Tomo un personal trainer y salía todas las mañanas a correr. Fijaba los horarios de filmación preferentemente de tarde, “se portaba bien para que mamá estuviera contenta y no se fuera”. También por eso aceptó nuevamente el diván y allí continuamos su análisis hasta el presente con tres sesiones semanales. Ha transcurrido un año. Los cambios de tipo adaptativo, en los que la sugestión y la idealización no eran ajenas, le permitieron reflexionar y pensar “ahora vivo mejor que antes” (había tenido dos accidentes de auto poco antes de concurrir a consultarme). Sus conflictos en el área afectiva persistían y tenían que ser analizados. Creo que haber revalorizado el preconsciente como espacio de ligadura entre representaciones y entre representaciones y afectos fué productivo. Aceptar la reformulación del contrato no significó modificar mi encuadre interno analítico. Las interpretaciones buscaron crear lazos entre representaciones y afectos mas que abordar los contenidos inconscientes desde el comienzo. Desde la clínica podemos decir que el psicoanálisis es una profesión y como toda profesión el riesgo es el profesionalismo, con sus estereotipos y rigideces, colocando un marco standard para todo diálogo. Por el directo e inmediato contacto con nuestro analizandos, podemos decir que hay rasgos definidos que configuran la actitud psicoanalítica. Las mencionadas situaciones de crisis e inestabilidad económica, conducen al peligro de ceder a los requerimientos de actuación por parte del analizando y hace necesaria la puesta de límites para los intentos de control omnipotente por parte del analizando hacia el analista, con la consecuente pérdida de autonomía y también del analista hacia el paciente. De todos modos las resistencias al psicoanálisis no dependen exclusivamente de circunstancias económicas, ya que la abundancia de pacientes o gran prosperidad económica no son sinónimo de progreso científico. Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay “Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002 BIBLIOGRAFIA 1. Baranger, M.: Fundamentos de la técnica en el psicoanálisis actual. Zona Erógena, N° 48, 2001. 2. 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