TEMA I. CULTURA. INTRODUCCIÓN AL MUNDO GRIEGO. 1

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TEMA I. CULTURA. INTRODUCCIÓN AL MUNDO GRIEGO.
1.- Grecia y el legado griego: la lengua y cultura griegas y las lenguas y culturas europeas. 2.- Geografía griega.
3.- Las lenguas indoeuropeas. 4.- Historia del alfabeto.
1.- GRECIA Y EL LEGADO GRIEGO: LA LENGUA Y CULTURA
GRIEGAS Y LAS LENGUAS Y CULTURAS EUROPEAS.
Nuestra ciudad (...) ha conseguido que el nombre de griegos se aplique no a la
raza, sino a la inteligencia, y que se llame griegos más a los que participan de
nuestra educación que a los que comparten nuestra sangre.
ISÓCRATES, Panegírico.
Esta afirmación de Isócrates, formulada en alabanza de su ciudad, Atenas (una de las más
importantes del mundo griego), puede ser aplicada a todos nosostros, habitantes de un mundo
modernísimo, muy diverso, con multiplicidad de influencias, intereses, expectativas y perspectivas.
La mayor parte de Europa tiene las fuentes de su esencia en la Grecia clásica, fuentes que
con el paso del tiempo fueron sometidas a otras influencias, moldeadas, distorsionadas, rechazadas
o ensalzadas, enriquecidas o empobrecidas, pero sólo en sus aspectos más marginales, no
precisamente en su esencia misma, que, a pesar de los avatares del tiempo y de los hombres, ha
permanecido inalterada, por el hecho de ser eso que llamamos educación.
Por ello, tú, yo, éste, ése y aquél, todos nosotros, somos, consciente o inconscientemente,
griegos, porque participamos de su educación.
Claro está que en este sentido el término educación se debe aplicar a cultura, en general (y
en mayúsculas), o, como da a entender el propio Isócrates al decir inteligencia, forma de pensar, de
entender las cosas, de ver, vivir y apreciar la vida, pues es en todos estos aspectos donde más
claramente (e incluso unívocamente) se manifiesta que somos griegos, independientemente del
color de ojos o esmalte de uñas que tengamos.
Pero entonces, ¿quiénes eran esos griegos que ya pensaban como nosotros, o qué han hecho
que, después de tantos años, nosotros pensemos como ellos? Justamente, esta obra intentará darte
una visión aproximada (porque siempre hay aspectos que podrían tratarse con muchísima mayor
profundidad, pues no en vano tratamos también de ideas), de quiénes eran, dónde y cuándo
vivieron, qué cosas hicieron (e incluso cuáles dejaron de hacer), por qué las hicieron o dejaron de
hacerlas, cómo pudieron hacerlas, y, sobre todo, cómo plasmaron y pudieron transmitir (y seguir
transmitiendo hasta nuestros días) lo que pensaban y lo que consiguieron, es decir, cómo hablaban y
qué decían.
Obviamente, esta obra tratará de ensalzar sus logros, los que hicieron que nosotros seamos
como somos o pensemos como pensamos, aunque no por ello soslayaremos u olvidaremos aquellos
aspectos que podríamos considerar como defectuosos o incluso criticables (todo analizado desde
una perspectiva histórica ineludible), lo que nos servirá para poder apreciar tanto lo bueno como lo
malo de su cultura, y no cometer los mismos errores e intentar evitar caer en los mismos fallos que
ellos.
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Tal apreciación nos llevará, desde un punto de vista humano, a intentar lograr (en la medida
de lo posible) una solución a los problemas que ya ellos mismos se plantearon sobre las cuestiones
más diversas de la existencia humana, problemas que a partir del hecho mismo de su planteamiento
ya implica un principio de solución, lo que es otro aspecto que les debemos, y no es poco, a los
mismos griegos: intentar lograr el conocimiento de las cosas. Esto nos da, nos ha proporcionado
desde entonces, un afán de conocimiento que, a pesar de los pesares, nunca ha dejado de
abandonarnos, y es lo que precisamente nos hace más humanos y, por ende, más libres. Y este
afán de conocimiento es, como dijo Tucídides (otro griego del que más tarde hablaremos) una
“posesión para siempre”.
Pero retomemos la pregunta antes formulada: ¿Quiénes eran los griegos? ¿Qué hicieron?
Etc.
Tratar de dar respuesta a preguntas tan complejas requiere respuestas variadas, múltiples e
incluso multiformes. Para ello iniciaremos un “viaje” que, esperemos, esté lleno de aventuras y
conocimientos.
Para conocer los logros de los griegos nos “ceñiremos” a dos aspectos fundamentales,
aunque éstos están estrechamente relacionados y no se comprende el uno sin el otro. Nos referimos
tanto a los logros culturales (con todas sus variantes, vertientes, e incluso limitaciones), y a la
lengua que les sirvió de instrumento (y también de base) para expresar buena parte de esos logros,
por lo que nos serviremos tanto de textos traducidos de autores griegos, como de textos (que
intentaremos descifrar paulatinamente) originales de ellos, para lo cual es imprescindible un
conocimiento mínimamente básico de su lengua, la lengua griega.
Ambos aspectos han llegado unidos hasta nosotros, hasta nuestros días, en cuyo recorrido
también han influido de forma substancial en las gentes y culturas con las que entraron en contacto.
En este sentido, conocer la civilización griega, desde sus orígenes, es conocer la historia de las
culturas, de las gentes que participaron de ellas, y, en definitiva, del modelo de vida en el que se
desarrollaron y en el que todavía continuamos viviendo.
Nuestro conocimiento de la civilización griega seguirá, por tanto, dos vías paralelas y
complementarias: Aquél que afecta a sus manifestaciones culturales, para lo que es primordial
conocer lo que los propios griegos plasmaron en textos de diversa índole, incluyendo sus obras
literarias; y aquél que afecta a su lengua, con respecto a la cual tendremos que conocer sus
características, su gramática, y sus textos, con lo que al mismo tiempo adquiriremos un
conocimiento más profundo de nuestro propio idioma, y de cualquier otro, a través del influjo que la
lengua griega ha ejercido sobre todas lenguas modernas, especialmente europeas.
Por tanto, empezaremos conociendo el marco geográfico en el que tuvo origen, y
posteriormente se desarrolló, la civilización griega, y cómo, a partir de este espacio reducido, se
amplió hasta alcanzar buena parte de las tierras conocidas.
También conoceremos cuál fue el origen de la lengua griega desde tiempos prehistóricos, un
origen, por cierto, común a otras muchas lenguas tanto de Europa como de Asia, y cómo se
desarrolló y evolucionó hasta conseguir ser un instrumento utilísimo y adecuadísimo para expresar
el pensamiento humano en todas sus formas, variantes, abstracciones y sutilezas, desde hace ya más
de dos mil quinientos años. Y después cómo siguió evolucionando hasta convertirse en el griego
moderno.
En este sentido veremos la relación que guardan la lengua y cultura griegas, desde aquella
época, con las lenguas y culturas europeas, y cómo las primeras influyeron de forma decisiva en las
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segundas, para lo que es imprescincible conocer tanto el léxico griego, y la estructura de su lengua,
y su evolución, como las etimologías que han dado lugar a un amplísimo vocabulario moderno, y
que estudiaremos gradualmente.
Para tal estudio es necesario un conocimiento completo del alfabeto griego (instrumento
culminante de plasmación gráfica de todos los elementos fonéticos de un idioma, adaptado y
mejorado a partir de modelos orientales), que, aunque diferente, es muy cercano al nuestro, el
latino, y cómo tuvo su origen desde que el hombre tuvo necesidad de comunicar de forma duradera
sus pensamientos a sus semejantes, y también cómo desarrolló diferentes variantes que han dado
lugar a otros alfabetos modernos, incluyendo éste que lees.
También conoceremos la historia de Grecia, especialmente aquella en la que tuvo lugar su
gran desarrollo cultural y su máximo esplendor. Conoceremos diferentes acontecimientos y
vicisitudes que, curiosamente, han tenido continuos paralelos a lo largo de la historia de otras
naciones. Cómo, a partir de algunos de estos sucesos y otros determinantes, dieron lugar a una
notable cantidad de sistemas de gobierno, especialmente uno enteramente original y que
posteriormente pasó mucho tiempo en volver a conseguirse, nos referimos a la democracia, que para
muchos griegos no sólo significaba un modo de gobernarse, sino también de vivir, y que además fue
objeto de teorización y estudio.
En conexión con ello, también estudiaremos los tipos de sociedad en los que se
desarrollaron, y también su economía, sus valores sociales y familiares y la concepción que de sí
mismos y de otros seres humanos tenían.
En su modo de pensar veremos que cabían aspectos muy diferentes e incluso antagónicos, lo
cual se manifiesta tanto en sus creencias religiosas y su amplísima y admirada (aunque también
denostada) mitología, modelo para las más diversas manifestaciones culturales, como en la creación
y posterior evolución del pensamiento filosófico (surgido tanto de la necesidad de abstracción como
de la crítica a diversos valores tradicionales, es decir, surgido del deseo de conocer, del amor a la
sabiduría, que es el significado originario del término griego), dentro del cual se sitúan nombres tan
conocidos e influyentes como Tales, Pitágoras, Demócrito, Sócrates, Platón y Aristóteles, entre
otros; y también de unos incipientes estudios científicos.
Todas estas ideas necesitaban un vehículo para plasmarse y darse a conocer a los demás. Y
es aquí donde cobró especialísima importancia la creación del alfabeto griego, pues gracias a él los
griegos pudieron transmitir sus ideas, pero no sólo éstas, sino también sus creaciones literarias.
Precisamente un buen número de géneros literarios tuvo su origen, o por lo menos un gran
desarrollo, y, ¿por qué no decirlo?, su plenitud, en la antigua Grecia. Estos géneros todavía se
siguen utilizando con gran profusión en nuestros días, y es en las obras literarias griegas donde
muchos autores modernos siguen teniendo su fuente de inspiración.
Así podríamos hablar de la épica o la epopeya, género tan común en el origen de muchas
naciones, donde destaca el nombre de Homero, con dos obras tan emblemáticas y básicas en la
literatura universal, La Ilíada y La Odisea; o la lírica, importantísimo hallazgo de los griegos para
expresar su yo personal mediante variadísimas combinaciones rítmicas, entre otras cosas.
También se plasmaron por escrito las representaciones teatrales, el teatro, que tuvo su origen
precisamente en el momento de plenitud política de Grecia, y cuyas obras siguen siendo actuales y
siguen representándose hasta nuestros días, y que van desde la tragedia, sublimación de los
conflictos que se presentan al hombre (donde destacan como autores Esquilo, Sófocles y Eurípides),
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a la comedia, burla también de cualquier aspecto que atañe a la existencia humana (en la que
destaca Aristófanes).
También los griegos se preocuparon de fijar por escrito su propia historia y la de otros
pueblos que conocieron, pero no como una mera recopilación o enumeración de acontecimientos,
sino desde una perspectiva de análisis y comprensión de los hechos, fruto de una inmensa
curiosidad (en este ámbito conoceremos las obras de Heródoto, padre de la historia, Tucídides,
Jenofonte, y otros).
Aparentemente paradójica es la fijación por escrito de los discursos políticos, judiciales, etc.,
que tanta importacia tuvieron en la vida política e incluso cotidiana de los griegos. Pero
precisamente la creencia en la importancia de que las ideas referidas en ellos quedaran plasmadas
para siempre les llevó a poner estos discursos por escrito, tal como hicieron oradores tan
importantes como Lisias, Demóstenes o Isócrates, del que al principio hablamos.
Y tampoco descuidaremos la Lírica, poemas y canciones de contenido y forma muy
variados, donde destacan Arquíloco, Safo, Solón, Hiponacte, Píndaro, Calímaco, Teócrito, y un
larguísimo etcétera.
También hubo otros géneros literarios de creación o tratamiento griego, como la novela,
diálogos, y otros, que, aunque considerados géneros menores, también tuvieron su importacia e
influencia.
Tampoco podemos olvidar los grandes logros de los griegos en las más diversas artes
plásticas, de las que poseemos imperecederos testimonios, como son sus productos cerámicos,
verdaderas obras de arte, que en su medida sirvieron para la difusión de la cultura griega; su
escultura, mediante la que se consiguieron plasmar con sobresaliente exactitud las más diversas
formas del cuerpo humano, hasta incluso conseguir formar un canon de belleza todavía existente; su
arquitectura, donde destacan templos que el paso del tiempo no ha impedido que sigamos
admirando, como el famoso Partenón de Atenas; e incluso su urbanismo y planificación urbana, que
siguen sirviendo de modelo para la formación de ciudades modernas y racionales, adecuadas al
hombre.
Todo este mundo, riquísimo en sus más variadas manifestaciones, conforma el Legado
Griego, de cuya importancia ya fueron conscientes los propios griegos, tal como hemos indicado, y
que se plasmó también en la creación de centros de estudio y de investigación, como fue la famosa
y desgraciadamente malograda Biblioteca de Alejandría. Pero todos estos logros no hubieran
trascendido si no fuera por el espíritu con el que también surgieron, un espíritu amante de la vida y
de lo humano, de curiosidad por todo lo desconocido o no bien comprendido, y, sobre todo, un
espíritu abierto a todo lo ajeno, y que pudiera hacer aportaciones (o no) para explicar cualquier
aspecto de la vida humana.
Este espíritu les hizo dominar culturalmente a la gran potencia dominadora en cuyo imperio
político cayeron: Roma, y que sirvió como gran difusor de su cultura por toda Europa y parte de
África y de Asia, y mediante el cual ha llegado hasta nuestros días, pero siempre con renovadas
energías, y siempre con algo nuevo que decir o aportar, siempre como referencia sobre muchos
aspectos de nuestra vida y cultura moderna, como, inversamente, piedra de Sísifo ascendente. Y es
en este sentido donde toma valor la afirmación de Isócrates: Nosostros seguimos pensando como los
griegos, luego nosostros, con todas sus grandezas, que siempre es bueno mantener, y bajezas, que
conviene conocer para poder evitar, seguimos siendo, consciente o inconscientemente, griegos.
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2.- GEOGRAFÍA GRIEGA.
Nosotros(...) habitamos agrupados en torno al mar, como
hormigas o ranas alrededor de una charca.
Platón (Fedón, 109b).
Tras una serie de movimientos de población, migraciones y fusión de gentes, el pueblo
griego aparece, ya en el 2º milenio a.C., en el sur de la conocida actualmente como Península
Balcánica, básicamente lo que hoy ocupa el moderno estado griego.
Es este zona, junto con las islas adyacentes de los mares Egeo y Jónico, eminentemente
montañosa, lo que provoca la existencia de numerosos valles aislados por elevadas montañas de
gran desnivel, dada la proximidad del mar, y pocas llanuras. Además el clima es
predominantemente templado y seco, con la excepción de algunas vertientes montañosas favorables
a la llegada de vientos húmedos. Todo ello, junto a la relativa pobreza del suelo para la realización
de ciertos cultivos básicos, como los cereales, hace que Grecia sea agrícolamente deficitaria, por lo
que la adquisición (por diversos medios) de alimentos importados de otros lugares fue una
necesidad a la largo de toda su historia.
Por otra parte prácticamente todas las regiones de Grecia se encuentran relativamente cerca
del mar, gracias al cual, además de las grandes dificultades que tenían las comunicaciones
terrestres, el pueblo griego fue en gran medida marino y comerciante, dado a viajar a otros
territorios que el Mediterráneo, como húmedo camino, le ofrecía.
A consecuencia de todos estos condicionantes, los griegos ya en época protohistórica se
extendieron por las islas de los mares adyacentes, sobre todo el Egeo, e incluso por las zonas
costeras del occidente de Asia Menor, y más tarde, impulsados también por problemas
demográficos y políticos, por diversos puntos del mar Mediterráneo y del mar Negro, destacando la
colonización (o, por mejor decir, el establecimiento de población y fundación de ciudades, además
de otras actividades comerciales) de Sicilia y del sur de Italia, y llegando incluso al sur de la actual
Francia y a las costas orientales y meridionales de la península ibérica.
Por ello el estudio del ámbito geográfico griego lo dividiremos en tres zonas principales,
todas ellas importantes, aunque con características propias: La Grecia peninsular, la Grecia insular,
y la Grecia colonial.
A./ GRECIA PENINSULAR.
También la Grecia peninsular se puede dividir en tres zonas con características propias: La
Septentrional, la Central y la Meridional.
-La Grecia septentrional consta, en su zona situada más al norte, de la región de
Macedonia, amplia y variada. Ésta estaba en contacto con los pueblos llamados “bárbaros” situados
más al norte, por lo que su población era considerada por el resto de los griegos como semi-bárbara.
Apenas tuvo importancia en la historia de Grecia hasta el final de la época clásica, cuando su rey,
Filipo, se convirtió de hecho en el dueño de toda Grecia, y su hijo, Alejandro Magno, llevó a los
griegos unificados a la conquista del Imperio Persa. De entre sus escasas ciudades destacan Pella y
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Egas. Sin embargo en su zona costera se asentaron griegos de otras regiones, como en la península
calcídica, donde destacaban las ciudades de Olinto y Potidea.
Al oeste de Macedonia se encuentra, después de atravesar la gran cadena montañosa de los
montes Pindo, la región de Epiro, también en contacto con el pueblo bárbaro de los ilirios. Esta
región tampoco tuvo especial importancia en la historia de Grecia, excepto a principios del siglo III
a.C., cuando su rey, Pirro, entabló una particular lucha en Italia contra el incipiente poderío romano.
Al sur de Macedonia se encuentra la región de Tesalia. Estas dos regiones están separadas
por el monte Olimpo, el más alto de Grecia (2.985 m., a pesar de estar situado muy cerca del mar),
que, como tal, era considerado sagrado y residencia de los dioses, pues en él, según la mitología,
tenían sus palacios, más allá de las nubes que rodean su cumbre.
Tesalia constaba de una amplia y fértil llanura, aunque separada del mar por elevadas
montañas, de ahí que fuera una región eminentemente agrícola, y. prácticamente, la única apta para
la cría del caballo. Por tanto su población llevaba también un modo de vida emientemente agrícola,
mediente un hábitat disperso y sometida al poder de unos pocos nobles en cuyas manos estaba la
mayor parte de la tierra. Era, por ello, una región relativamente atrasada, sin especial importancia
política en Grecia. De entre sus escasas ciudades destacaban Larisa, Feras y Farsalia.
-Inmediatemente al sur de Epiro y Tesalia comenzaba la Grecia central, que, su vez
también constaba de varias regiones, que de oeste a este son las siguientes:
Acarnania y Etolia, regiones periféricas y relativamente atrasadas, no tuvieron relevancia
política en Grecia hasta el período helenístico, sino como marco de la rivalidad de otras regiones, o
como ubicación geográfica de algunos mitos.
Más al este se encontraban las regiones de Lócride (occidental y oriental) y Fócide, famosa
esta última por estar en ella ubicado el santuario del oráculo de Delfos (situado en la ladera
meridional de otro imponente monte, el Parnaso, con 2.450 m., considerado residencia de las
Musas), en el que el dios Apolo guiaba a aquellos que iban a consultar sobre su futuro, y que,
además era considerado el centro, el ombligo, del mundo.
A continuación venía la región de Beocia, una de las más importantes de Grecia, y que,
además de diversas zonas montañosas, también constaba de una llanura, ocupada en parte por el
semidesecado lago Copais. Esta región estuvo ocupada por grandes ciudades ya desde época
micénica, y en ella destacan las ciudades, entre otras, de Orcómeno, Tespias, Platea, y, sobre todo,
Tebas, que intentó conseguir ser hegemónica en toda la región, y que tuvo trascendental
importancia a lo largo de la historia griega, además ser patria de varios poetas y foco de importantes
ciclos mitológicos.
Finalmente, y formando una península en esta Grecia central, nos encontramos con la región
de Ática, que consta de un poco de todo: llanuras aunque pequeñas; montañas, con relativa riqueza
minera (sobre todo mármol y plata), y alguna riqueza forestal, a pesar de su aridez; y, sobre todo,
una amplia costa, muy recortada, con abundancia de promontorios, ensenadas y puertos naturales,
muy aptos para la proyección exterior de gentes con vocación marinera. La ciudad más importante,
y predominante de esta región fue (y es) Atenas (la ciudad de la diosa Atenea), una de las mayores
de la Grecia clásica y de las que mayor importancia histórica y política alcanzó en Grecia, cuna de
grandes artistas y políticos, y paradigma (no único, pero sí el más conocido) de la democracia,
gobierno del pueblo en su más amplio sentido y, en cierto sentido también, la libertad de expresión.
Los logros de la ciudad de Atenas son, como veremos, los que más han transcendido, en sus más
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variados aspectos, hasta la época moderna, e incluso su dialecto, su forma de hablar griego (en
principio una simple variedad local como cualquier otra), conforma lo que conocemos, en su
esencia, como griego clásico, y además ha dado lugar, básicamente, al griego moderno hablado hoy
en día.
De todos modos, hay que tener en cuenta que en el Ática hubo otras ciudades, u otro tipo de
lugares, de gran importancia en la historia, y con connotaciones que han llegado hasta nuestros días,
como Eleusis, Maratón, etc.
-La Grecia meridional (también conocida como península del Peloponeso), estaba
conformada prácticamente como una isla, sólo separada del resto del continente por el estrecho
istmo de Corinto (donde se ubicaba una importante ciudad comercial del mismo nombre). Ésta
constaba de varias, y variadas regiones.
En la zona noroccidental se situaba Élide, relativamente llana y excepcionalmente húmeda.
Su importancia radica en el hecho de estar situada en ella el santuario de Olimpia (dedicado al dios
supremo de los griegos, Zeus), donde se celebraban unas fisestas que, entre otras cosas, consistían
en competiciones atléticas, denominadas olimpiadas, origen e inspiración (al menos como voluntad
de intenciones) de las olimpiadas modernas.
Hacia oriente seguía la región de Acaya, que mantuvo una existencia relativamente
independiente del resto de regiones, hasta que en época helenística se erigió como centro de una
confederación.
Seguía la región de Argólide, sede de numerosos mitos, en la que destacaba la ciudad que le
daba nombre, Argos, en cuyas cercanías estaba la ciudad de Micenas, la más importante (y la que
da nombre) al período de la Grecia protohistórica peninsular de la segunda mitad del segundo
milenio a.C., y que se considera como la capitaal de la más antigua historia de Grecia. Además nos
encontramos con otras ciudades relativamente importantes, como Epidauro, sede del dios de la
medicina, Asclepio, y donde había un santuario al que la gente acudía para ser curada,
milagrosamente, por el dios. Otras ciudades conocidas fueron Sición, Fliunte, Tirinto, y también
Mégara (aunque esta estaba situada en el istmo, más allá de la ciudad de Corinto).
En el centro del Peloponeso se encontraba la región de Arcadia, la única sin salida al mar, y
conocida por ser una región boscosa y agreste. La composición étnica (o lingüística) de su
población difería de la del resto del Peloponeso, lo que puede probar el aislamiento en el que se
mantenía esta región. Era, por tanto, una región con importantes características agrícolas y
arcaizantes, aunque también destacaban en ella algunas ciudades, como Tegea, Mantinea, y, más
tarde, Megalópolis.
En la zona sudoccidental del Peloponeso se situaba la región de Mesenia, que tuvo gran
importancia en la protohistoria de Grecia, con su capital Pilos. Es un región predominantemente
agrícola pero rica. Sin embargo posteriormente estuvo sometida, hasta su completa conquista, a su
región vecina, Laconia.
Laconia ocupa la parte sudoriental del del Peloponeso. Es una región situada entre dos
grandes cadenas montañosas, como el Taigeto, pero con un gran y rico valle intermedio, cruzado
por el río Eurotas, y abierto al sur. En él estaba ubicada una ciudad que conseguiría la hegemonía de
toda la región y posteriormente también de la vecina región de Mesenia y parte del Peloponeso.
Esta ciudad fue Esparta. Esparta es conocida sobre todo por su absoluto militarismo y su frecuente
oposición (y para nosotros contraposición) a Atenas, pues a partir de cierta época se convirtió, fruto
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de su exarcebado militarismo, en una ciudad arcaizante, inmovilista, y claramente oligárquica,
frente a su rival democrática, con gran predominio político y militar, pero sin influencia ni
transcendencia cultural.
B./ GRECIA INSULAR.
Ésta está formada, sobre todo por las islas que salpican todo el mar Egeo, situado entre
Grecia y Asia Menor. Se trata de una gran cantidad de islas, algunas grandes, pero muchas muy
pequeñas, que se encuentran no muy lejanas entre sí, y siempre a la vista una de otra. Desde fecha
muy temprana sirvieron de puente entre los dos continentes, por lo que fueron objeto muy pronto de
la colonización griega.
Entre estas islas destancan, al norte, las Espóradas septentrionales, de las que destaca
Esciros. Más al sur, y muy cerca (apenas cuestión de metros en su punto más cercano) del
continente se extiende la alargada isla de Eubea), isla grande y rica, y de cierta importancia; en ella
destacan las ciudades de Calcis (una de las principales que llevó a cabo una actividad colonizadora
de otros territorios) y Eretria.
Como continuación tanto de la isla de Eubea como de la región continental de Ática, se
encuentran las islas Cícladas, muy numerosas pero de dimensiones generalmente reducidas, (las
islas que forman un círculo). Muchas de ellas fueron muy importantes en Grecia, como Naxos,
Melos, Tera, y, sobre todo Delos, sede (y supuesto lugar de nacimiento) del dios griego Apolo.
Más cercanas al continente, tanto al norte del Egeo, como junto a la costa de Asia Menor,
destacan otras islas de tamaño un poco mayor. Entre éstas conviene destacar Tasos, Lemnos,
Lesbos (patria de la lírica monódica), Quíos (supuesto lugar del nacimiento de Homero), Samos
(una de las principales islas griegas), y Rodas (también muy importante en diversos períodos de la
historia griega), que junto a las Espóradas meridionales (más pequeñas) forman el vértice
sudoriental del mar Egeo.
Más al sur, y separando el Egeo del resto del Mediterráneo, se encuentra la isla de Creta, la
más grande de las griegas, y cuna de una de las civilizaciones más antiguas del Mediterráneo
oriental (la civilización minoica). Es una isla montañosa pero también con ricas llanuras fértiles.
Servía además de puente entre Europa y el no muy lejano al sur reino egipcio.
Mención aparte merece la isla de Chipre, alejada del resto de Grecia y situada frente a las
costas de Siria, en Asia. Esta isla fue muy pronto colonizada por los griegos, que la compartieron
con las poblaciones procedentes de otros pueblos de Asia, como sirios, fenicios, etc. No obstante,
desde siempre estuvo muy integrada en el mundo griego, incluso hasta nuestros días.
En la zona occidental de Grecia también se encuentran otra serie de islas, las llamadas islas
jónicas, como prolongación del continente, y que además sirvieron como puente hasta la cercana
península italiana. Se trata de las islas de Zacinto, Cefalenia, Itaca (la mítica patria de Ulises, u
Odiseo), Léucade y Corcira (la actual Corfú), posiblemente la más importante y mayor de todas
ellas, lugar estratégico antes de pasar al sur de Italia, lugar al que como veremos a continuación fue
objeto de una intensísima colonización griega y posteriormente lugar de origen de la helenización
de otros pueblos y lugares.
C./ GRECIA COLONIAL.
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Ya desde muy tempranas fechas, y condicionados por diversos factores, los griegos se
extendieron por diversos lugares del Mediterráneo, sobre todo oriental y central, alcanzando lugares
muy alejados de su patria originaria, lugares a los que llevaron su propia civilización y que sirvieron
como fuente de irradiación de ésta, aunque también les sirvieron para conocer otros pueblos y sus
costumbres, lo que posteriormente fue de vital importancia para el desarrollo del pensamiento
griego.
Desde esta perspectiva, también podemos dividir la Grecia colonial en dos zonas básicas: la
oriental y la occidental.
-La colonización oriental empezó ya en época protohistórica, la época micénica, con la
colonización de las costas occidentales de Asia Menor. Aquí se fundaron tal cantidad de ciudades
que desde muy pronto fue considerada esta zona como parte integrante y esencial de Grecia. Esta
colonización fue llevada a cabo por diversas estirpes del pueblo griego, que mantivieron sus
diferencias e idiosincrasia en los lugares en los que se asentaron. En ella destacaron ciudades
importantísimas, como Focea, Esmirna, Clazómenas, Priene, Éfeso, Mileto o Halicarnaso, que se
repartían, de norte a sur, las regiones conocidas como Eólide, Jonia y Dóride. Estas ciudades
estuvieron en contacto estrecho, cuando no sometidas a ellas, con las culturas que se desarrollaron
en Asia Menor, e incluso más allá, como la de los frigios, lidios y también persas. De ahí el espíritu
abiero e influenciado por culturas también desarrolladas de estos pueblos. Más al sur, aunque con
escasa influencia en la historia griega, se encontraba la región de Panfilia. La mayor parte de estas
ciudades ocupaban tierras fértiles y ricas, pero también desarrollaron una intensa actividad
comercial, y muchas de ellas fueron las más activas en la posterior colonización griega de otros
lugares.
A partir del Egeo, los griegos empezaron a colonizar la zona del Helesponto, que separa (y
une) el Mediterráneo y el mar Negro, y también Europa y Asia. En esta zona destaca la
posteriormente importantísima ciudad de Bizancio (llamada después Constantinopla y ahora
Istambul).
Desde aquí pasaron a colonizar el mar Negro, que se convirtió en un mar cuyas costas
estaban salpicadas de colonias griegas, tanto en el norte de la actual Turquía, como en las costas de
las actuales Bulgaria, Rumania, Ucrania y Rusia. Se podrían mencionar muchas ciudades, pero
destacaremos Heraclea, Sinope, Trapezunte, Fanagoria, Tanais (la más septentrional), Panticapea,
Olbia, Tomi, Odessos, Apolonia, etc. etc. Estas ciudades fueron activos centros comerciales, pues
exportaban minerales y cereales (gracias a las ricas llanuras que las rodeaban) al resto de Grecia.
Finalmente, también en la zona sudoriental del Mediterráneo, en África, los griegos
fundaron algunos establecimientos, como la factoria comercial de Naucratis, en Egipto, en la
desembocadura del Nilo, y la ciudad de Cirene, ya en Libia.
-Por su parte la colonización occidental se realizó sobre todo en el sur de Italia y Sicilia, a
donde los griegos llegaron en busca de fértiles y abundantes tierras, que dieran cobijo a los
excedentes de población de las diferentes metrópolis que fundaron ciudades en estos territorios.
Aquí también se produjo un gran número de establecimientos, de manera que el sur de Italia fue
denominado como la Magna Grecia, pues se convirtión en una extensión de ésta incluso con
ciudades, generalmente, mayores. Entre estas destacaron las ciudades de Tarento, Síbaris, Crotona,
Locros, Regio, Elea, Posidonia y Cumas. Fueron precisamente estas ciudades las que entraron en
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contacto con los pueblos itálicos e influyeron decisivamente en ellos, transmitiéndoles su cultura y
también, lo que tendrá transcencental importancia, su alfabeto. Hablamos, sobre todo, de los
Etruscos y de los Romanos.
También Sicilia, una isla grande y muy fértil, fue colonizada intensamente (y casi
completamente) por los griegos. En ella destacaban las ciudades de Hímera, Zancle, Catania,
Siracusa, Gela, Acagrás, y Selinunte (ciudades que todavía hoy siguen siendo grandes urbes). En
Sicilia los griegos entraron en conflicto durante varios siglos con otra gran potencia mediterránea,
los cartagineses.
Tanto las ciudades griegas de Italia como las de Sicilia fueron un actívisimo foco cultural de
la civilización griega, y en varias de ellas nacieron, vivieron, enseñaron y fueron estudiados muy
diversos representantes de diferentes manifestaciones culturales, como Pitágoras, Parménides,
Arquímedes, etc, como veremos posteriormente con más detalle.
Finalmente los griegos también alcanzaron las costas occidentales del Mediterráneo: En el
sur de Francia fundaron la ciudad de Massalia (Marsella), y otras, y en España Emporion
(Ampurias) y Rosas. De éstas son de las que básicamente poseemos testimonios arqueológicos, pero
los propios griegos mencionan otras ciudades, aunque posiblemente éstas serían meros poblados
indígenas (básicamente iberos), en los que los griegos realizarión intercambios comerciales,
llegando incluso hasta el semimítico reino de Tartesos, en la desembocadura del Gualdalquivir.
Resulta claro, de todos modos, que desde estos lugares los griegos ejercieron una influencia
decisiva culturizadora en aquellos pueblos, remotos antepasados nuestros, con los que entraron en
contacto. A título de curiosidad podríamos mencionar algunos de estos lugares que los griegos
mencionan, y su posible identificación con ciudades actuales. Entre éstos están: Hemeroscopion
(quizás Denia), Alonis (Calpe), Akra Leuke (Alicante), Mainake (cerca de Málaga), y algunas otras.
En estos lugares los griegos también entraron en competencia con los fenicios, pero dada la
transcendencia y la influencia posterior del pueblo griego, podemos decir que el Mediterráneo se
convirtió en el gran mar de la civilización griega.
MAPAS DE GRECIA (Al final del tema pueden verse otros más detallados).
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3.-LAS LENGUAS INDOEUROPEAS.
Desde finales del siglo XVIII y principios del XIX algunos estudiosos comprobaron que
había lenguas que, a pesar de estar separadas por miles de kilómetros, o incluso haber sido habladas
a lo largo de siglos de diferencia, compartían unas características comunes que inducían a ser
consideradas como originarias de una misma lengua madre.
Observa el siguiente cuadro de correspondencias de algunas palabras:
Castel.
Madre
Dos
Diez
Latín
Mater
Duo
Decem
Griego
Meter
Duo
Deka
Sánscrito
Matar
Dváu
Dasa
Inglés
Mother
Two
Then
Eslavo
Mati
Duva
Desiat
Irlandés
Mathir
Dau
Deich
Vasco Fenicio
Ama
hm
Bi
šnm
Hamar hsr
Sumer.
Ama
Min
u
Como puedes comprobar, además del castellano, las seis primeras lenguas presentan
notables coincidencias en las palabras que hemos puesto como ejemplo. Sin embargo, en las otras
tres lenguas estas palabras son muy diferentes.
Estas coincidencias, que afectan no sólo al ámbito del vocabulario, sino también a la
estructura gramatical de las lenguas, llevaron, como hemos dicho, a considerar que había una serie
de lenguas (las mencionadas arriba) junto con otras muchas que derivababan de una lengua común
más antigua que todas ellas. Esta lengua común recibió el nombre de indoeuropeo (o
indogermánico, o ario, según los autores), y a las lenguas derivadas de ella se las llamó lenguas
indoeuropeas.
Tras muchos estudios, que todavía se siguen llevando a cabo, y que afectan tanto a la lengua,
como a las costumbres, estructuración social, religión, etc., y otros aspectos que estudia la
arqueología, de los pueblos que hablan, o hablaron, lenguas indoeuropeas, se concluyó que el
indoeuropeo era el estadio de lengua hablado por un pueblo que al menos en los milenios V, IV y
III a.C. habitaba la zona de estepas comprendida entre los actuales mar Nego y Mar Caspio (aunque
otros autores opinan que su zona de origen fue la península de Anatolia).
Se concluyó también que se trataba de un pueblo nómada, poco agrícola,
predominantemente guerrero y con una fuerte estructura patriarcal.
A partir de su patria de origen, algunos miembros o tribus de este pueblo, se fueron
extendiendo en sucesivas oleadas, a lo largo del tiempo, primero a zonas limítrofes y posteriormente
a otros puntos más alejados de su núcleo originario.
Estos pueblos que conformaban estas oleadas son los que con el paso del tiempo, y mediante
diversas mezclas con los habitantes de otras zonas, dieron origen a lo que posteriormente serán
conocidos como pueblos indoeuropeos, y a las lenguas que hablaban (y siguen, y seguimos
hablando), como lenguas indoeuropeas.
Es, en consecuencia, como a través de un método comparativo de las lenguas indoeuropeas
de las que tenemos constancia se puede reconstruir, aunque hipotéticamente y sin estar seguros del
momento concreto en el que existió, esta lengua indoeuropea madre. Así obtendríamos que las tres
palabras que más arriba nos servían de ejemplo en indoeuropeo serían: *mater-, *dwo-, y *dekm-.
12
Es obvio que cuanto más antigua sea la lengua que utilicemos para comparar, más útil será
para establecer estas reconstrucciones, y es aquí donde el griego resulta utilísimo, pues es, junto con
el sánscrito y el hitita, la lengua indoeuropea más antigua de la que tenemos textos escritos (y es,
además una lengua que ha llegado hasta nuestros días, mediante el griego moderno), pues, como
habrás podido deducir, el indoeuropeo no existió nunca como lengua escrita, sólo hablada, es decir,
no existe ninguna palabra escrita en indoeuropeo, por lo que sólo es una lengua reconstruida
hipótetica, de la que sólo sabemos que existió, pero sólo podemos intuir o deducir cómo era
realmente. Imagina, en comparación, que no hubiera nada escrito en latín y que tuviéramos que
deducir cómo era este idioma a partir de las lenguas romances, las lenguas que derivan de él, como
el castellano, catalán, francés, italiano, etc.
Las lenguas indoeuropeas han evolucionado a lo largo de milenios, a través de los cuales
han sufrido innumerables vicisitudes: cambios internos de fonología y morfología, influencia de
otras lenguas dominadas y dominantes, interrelaciones mutuas, etc. Es por esto por lo que muchas
lenguas indoeuropeas, sobre todo las más alejadas en el espacio y en el tiempo, presenten una
estructura muy diversa y sean aparentemente muy diferentes, a pesar de ese origen común
mencionado.
A través de su historia algunas lenguas indoeuropeas han desaparecido, es decir, en un
momento concreto del tiempo dejaron de hablarse, aunque previamente a su desaparición pudieron
influir en otras lenguas, y dejar incluso en éstas algunas de sus palabras particulares. Otras lenguas,
en cambio, más que desaparecer, simplemente evolucionaron y se transformaron en otras lenguas
diferentes aunque emparentadas, por lo que ellas también dejaron de hablarse, en sentido estricto,
como tales. Es lo que, por ejemplo, ha sucedido con el latín, que se transformó en las diversas
lenguas romances habladas hoy en día.
Con todos estos datos se puede reconstruir la historia de las lenguas indoeuropeas, desde sus
representates modernos hasta la primitiva lengua común. Existen varios métodos de reconstrucción,
todos ellos parcialmente válidos pero que no responden a todas las preguntas que sobre su historia
pudiéramos plantearnos. Sin embargo, dado que puede ser gráficamente muy ilustrativo,
utilizaremos para clasificar las lenguas indoeuropeas un método que consiste en a partir de un
tronco común separar diversas ramas, que también se subdividirían, y que son las posteriores
lenguas indoeuropeas. Con todo se puede establecer una primera división de las lenguas
indoeuropeas atendiendo al mantenimiento de las antiguas oclusivas sordas o a su transformación
en fricativas, y así obtendríamos lenguas llamadas “centum”, y lenguas llamadas “satem”, que
consiste en la forma de de decir cien. Esta clasificación también se podría denominar como lenguas
occidentales y lenguas orientales, pero esto no sería totalmente exacto, pues éstas pueden aparecer
muy mezcladas geográficamente.
Por lo tanto la clasificación de las lenguas indoeuropeas quedaría, a rasgos generales,
establecida del siguiente modo (En negrita aparacen los grupos generales; en cursiva aparecen las
lenguas antiguas; el asterísco, *, indica lengua desaparecida; la flecha, , indica lengua
desaparecida de la que derivan lenguas modernas; éstas, las habladas actualmente, aparecen en la
columna de la derecha):
***LENGUAS “SATEM”.
13
Eslavo
Báltico
Armenio
Indo-iranio
Eslavo meridional  Esloveno, Servo-Croata,
(Antiguo eslavo
Macedonio, Búlgaro.
eclesiástico)
Eslavo occidental  Polaco, Checo, Eslovaco.
Eslavo oriental 
Ruso, Bielorruso, Ucraniano.
Prusiano antiguo.*
Antiguo lituano.
Antiguo letón.
Armenio antiguo 
Avéstico (iranio
antiguo 
Sánscrito (indio
antiguo 
----Lituano
Letón
Armenio.
Persa moderno, Kurdo, Baluchi,
Pasto, etc.
Sindhi, Hindi, Bengalí, Singalés,
Urdú, (lenguas indias modernas),
Romaní
***LENGUAS “CENTUM”:
Itálico.
Osco.*
-----
Umbro.*
-----
Latín. 
Portugués, Castellano, Catalán,
Occitano, Francés, Italiano, Sardo,
Rético, Rumano.
----Noruego, Sueco, Danés, Islandés
Gótico.*
Escandinavo.
Germánico.
Celta.
Griego.
Ilirio
Tracio
Frigio
Tocario.
Germánico
occidental.
Insular. 
Galo*
Lepóntico.*
Celtíbero.*
Griego
Antiguo. 
(?)Albanés
Antiguo.
Tracio *
Frigio*
Tocario A*.
Tocario B.*
Hitita.*
Inglés,
Alemán,
Flamenco.
Gaélico (Irlandés)
Gaélico (Escocés)
------------Griego Moderno.
Holandés,
Albanés Moderno.
--------------------14
Anatólico.
Luvita.*
Lidio.*
Licio.*
-------------
Esta clasificación, obviamente, no es exhaustiva (e incluso muchos estudiosos le pondrían
muchas objeciones), pero puede servir para que te hagas una idea de la multiplicidad y variedad de
formas que puede tomar una lengua con el transcurso del tiempo (coadyuvado de otros factores).
Además te puede hacer comprender las vicisitudes que experimentan las lenguas, y el hecho
importantísimo de que éstas están vivas, y generalmente no mueren, sino que se transforman. Como
dijimos, muchas de las lenguas indoeurpeas han desaparecido, pero otras han alcanzado una riqueza
y variedad extraordinarias, no sólo en sus variantes modernas (observa el caso del castellano, el
francés o el inglés, extendidos hoy en día por los cinco continentes), sino también en sus variantes
más antiguas (comprueba la influencia actual del latín, o el griego, al que se sigue recurriendo para
formar nuevas palabras o dar nombre a cosas nuevas, en todos los idiomas, etc.).
Todo esto nos debe llevar a comprender que a pesar de la diversidad aparente, muchas de las
lenguas que hoy se hablan en toda Europa (con la curiosa excepción del vasco, además del
finlandés, estonio, húngaro y turco) y gran parte de Asia (además de que se han extendido a
América, Africa y Oceanía), entre las que se incluyen nuestras lenguas maternas, no son sino
diversas variedades de una lengua común antigua, y que todas estas lenguas son lenguas hermanas,
o a lo sumo, primas cercanas.
Por ello podríamos decir que las diferencias lingüísticas son más que nada aparentes, pero lo
esencial permanece. Ten esto en cuenta al estudiar el objetivo de esta obra: el conocimiento del
griego, una de las lenguas indoeuropeas más antiguas (con su derivación moderna), que mejor se
conoce, y que más ha influido en el resto de lenguas habladas en la actualidad.
15
3.B.-HISTORIA Y EVOLUCIÓN DE LA LENGUA GRIEGA.
A./ LOS SUBSTRATOS.
Uno de los grupos indoeuropeos, que desde su patria de origen emigró y se expandió por
Europa, alcanzó posiblemente al iniciarse el 2º milenio a.C. (en plena edad de Bronce) el sur de la
península balcánica, lo que hoy conocemos como Grecia. Éste será precisamente el que dé lugar al
pueblo griego, y su lengua a la lengua griega.
Sin embargo no conocemos, sino por conjeturas, el estado concreto de la lengua que hablaba
este pueblo indoeuropeo, pues una lengua evoluciona continuamente y está sometida a muchas
influencias. Ni siquiera sabemos con seguridad si hablaban una lengua unitaria, o fraccionada ya en
diferentes dialectos, tal como aparece la lengua griegas muchos siglos después.
Estos hablantes indoeuropeos, al asentarse en Grecia, se mezclaron con el pueblo (o
pueblos) que ya habitaba allí antes. Este pueblo es considerado como “Mediterráneo” (o Egeo), y
su lengua “mediterránea”. De esta lengua no sabemos apenas nada; quizás estuviera relacionada
con la hablada en Creta durante el período minoico (3er. milenio y gran parte del 2º a.C.), pero esta
lengua no ha sido todavía descifrada; incluso podría estar relacionada con otras lenguas, también sin
descifrar, de la cuenca mediterránea habladas todavía en el momento anterior a la expansión
romana; también podría estar relacionada con el Luvita, lengua ya indoeuropea que posteriormente
comprobamos asentada en Anatolia, y que quizás fuera utilizada por unos hablantes que
posteriormente pasaron (o redujeron su ámbito) a Asia, y que previamente se hablaría en Grecia,
antes de la llegada de los “futuros griegos”.
Esta lengua (o lenguas) sirvieron de substrato (lengua hablada por un grupo dominado, a la
que se superpone la hablada por un pueblo dominante) a la nueva lengua indoeuropea que, al ser
influida por ella(s), no sólo en el plano léxico, sino probablemente también en el fonético), y por
propia evolución, dio lugar a una lengua que ya podemos definir como griega, y de la que
empezaremos a encontrar constancia escrita ya en la 2ª mitad del 2º milenio a.C.
Las palabras que posiblemente pertenecen al substrato mediterráneo suelen estar
relacionadas con la actividad agrícola y con la vida contidiana, y así tenemos, p.ej.,
e)lai/a
(Oliva), oi)=noj (Vino), qa/lassa (Mar), etc.
Por su parte, del posible substrato luvita (aunque en este aspecto se han dado otras
hipótesis), tendríamos las palabras terminadas en -sso/j, y en -nqoj, p.ej.: Parnasso/j), que
suelen designar lugares geográficos; y, quizás de ambos substratos, la famosa labu/rinqoj,
“laberinto”, que designa a los palacios creteses, de gran importancia en la primitiva historia de
Grecia.
B./ EL MICÉNICO.
Los primeros testimonios escritos de la lengua griega que conococemos son los encontrados
en unas tablillas de barro en Creta, Micenas y otros lugares, y que se remontan al siglo XIV a.C. La
escritura en tablillas se usaba desde mucho antes entre diversos pueblos del Oriente Medio, y eran
utilizadas sobre todo para anotaciones de tipo contable que servían para la administración de los
16
grandes palacios de estos pueblos. Es una situación parecida a la que se da en Grecia. Sin embargo
estás tablillas solían ser destruidas (disueltas en agua) al acabar cada año o cada período contable,
pero tenemos la suerte de que en los lugares de Grecia anteriormente mencionados se conservaran
gracias principalmente a que los palacios en los que se utilizaban fueron objeto de violentos
incendios, por lo que estas tablillas se cocieron, y de ahí que no fueran objeto de destrucción,
aunque sí de fragmentación.
Estas tablillas están escritas en el llamado “silabario Lineal B”, que porcede del “Lineal A”,
utilizado por los minoicos o cretenses para escribir su lengua “mediterránea o egea”. Este tipo de
escritura consiste en, como veremos en su momento, la transcripción gráfica no de sonidos o
fonemas, ni de palabras completas, sino de sílabas o grupos de sonidos que, cuanto menos, deben
constar de una vocal. Quizás este tipo de escritura fuera adecuado para una lengua como la minoica
(que, como ya dijimos, permanece indescifrada), pero no para otras lenguas que tienen unas
estructuras silábicas muy variadas y, por lo tanto, muy abundantes. Los griegos micénicos
posiblemente adoptaron el tipo de escritura cretense porque era el que tenían más cerca, o, desde su
punto de vista, porque no conocían otro, pues la cultura minoica ejerció una influencia cultural muy
grande entre los micénicos, indoeuropeos recientemente instalados en la península balcánica.
Precisamente el tipo de estructura gráfica del lineal B condujo a muchos equívocos sobre
qué tipo de lengua notaba, pero a principios de los años 50 del siglo XX, M. Ventris y J. Chadwick,
tras no pequeños esfuerzos, consiguieron descifrar, como si de una clave secreta se tratara, este tipo
de escritura, y llegaron a la conclusión (lo que chocaba con las teorías científicas existentes) que se
trataba de una notación de la lengua griega, una notación deficitaria en muchos aspectos, y una
lengua bastante arcaizante con respecto a la conocida, pero escritura y lengua griegas al fin y al
cabo.
El lineal B consta de unos 90 signos, todos ellos con valor silábico, y, dado que el griego
presenta una estructura silábica mucho más variada y abundante, es, por tanto, un sistema de
escritura poco adecuado para transcribir una lengua indoeuropea en general y la griega en
particular, puesto que que sólo escribe los grupos de consonante más vocal, o vocal sola, mientras
que nunca marca los grupos consonánticos iniciales (tipo pr-), ni las consonantes finales de las
sílabas ni de las palabras (tan importantes en griego, como la –n o la –j), y tampoco notan
generalmente, en el caso del lineal B, la diferencia en el modo de articulación de las oclusivas (no
diferencian, p. ej., entre p, b y f), ni distinguen la l de la r; además, finalmente, tampoco
establecen diferencias entre vocales largas y breves, lo que es básico para la correcta interpretación
de la lengua griega.
De todos modos, a pesar de todas estas dificultades, podemos reconocer que la lengua que
transcribe el silabario Lineal B es una lengua griega. Se trata, como hemos dicho, de un estadio
arcaico (casi originario, desde cierto punto de vista) del griego, el conocido como griego Micénico
o Protoaqueo, en el que encontramos una situación de la lengua con unos elementos reconocibles,
pero que en época clásica habrán evolucionado o desaparecido en la mayoría de dialectos conocidos
(p.ej., la “yod”, antigua “y” consonántica; la “digamma”, una especie de “v” o “u” consonántica; las
“labiovelares”, tipo “qu-“; y otros rasgos fonéticos, morfológicos y léxicos menos evolucionados o
más “arcaizantes”).
El ámbito dialectal al que pertenece el micénico ha sido una cuestión muy debatida, a tenor
de la clasificación del pueblo griego en estirpes y los dialectos que hablaban posteriormente. Con
17
todo, parece claro que el micénico no es el antepasado de todos los dialectos griegos que
encontramos en época clásica, sino sólo del que posteriormente será llamado “arcado-chipriota”
(Ved más abajo), aunque también tiene características que comparte con el jónico, especialmente, y
con el eólico, mientras que es claramente diferente al dórico.
Sin embargo, aproximadamente a principios del siglo XII a.C. (como veremos en las
secciones dedicadas a la historia de Grecia) desaparace la civilización micénica, y con ella la
escritura Lineal B, con lo que se inicia así una época denominada “oscura”, en la que durante
algunos siglos no existe la notación escrita de la lengua, por lo que nos debemos ceñir a hipótesis y
conjeturas, según lo que conocemos posteriormente, sobre la evolución del griego en este período.
Tal desaparición se debió, según algunas hipótesis, a la invasión de los territorios micénicos
por parte de los dorios, estirpe griega también, pero que habitaba, al parecer, en la región
noroccidental de la península balcánica, y, por lo tanto, era ajena a la cultura micénica. Sin
embargo, según algunos estudiosos (como el mencionado J. Chadwick), los dorios eran el pueblo
sometido, dentro del territorio micénico, por una “casta” dominante, de cuya lengua es precisamente
de la que poseemos testimonios escritos, por lo que el dialecto dórico ya existiría desde el principio
en territorio micénico. Con ello, en época micénica existirían al menos dos dialectos griegos, el
denominado “Estandard”, que sería el micénico que conocemos, y el “Subestandard”, que sería el
dórico. Sea como fuere, los dorios aparecen posteriormente establecidos en muchos de los lugares
que previamente reconocíamos ocupados por los micénicos.
Con ello, más tarde, al adoptarse el alfabeto fenicio y crearse el griego a finales de la época
oscura (siglo IX-VIII) (Ved el tema siguiente), nos vamos a encontrar con un nuevo estado de
lengua y con una clasificación dialectal muy diferente a la del griego micénico.
C./ EL GRIEGO CLÁSICO. LA DIFERENCIACIÓN DIALECTAL.
La clasificación dialectal que encontramos cuando se inicia la época arcaica aparece
claramente definida y perdurará durante toda la época clásica.
Por otra parte, la repartición geográfica de los diferentes dialectos es muy compleja, y, en
muchas ocasiones, sin continuidad espacial. Esto es debido, básicamente a la evolución histórica de
la época anterior, postmicéncica, con la supuesta invasión (o rebelión) doria, traslados
poblacionales, etc., y también a las colonizaciones, cuando diversos grupos griegos colonizaron
diferentes regiones, en las cuales los habitantes de una nueva ciudad seguían hablando,
predominantemente el dialecto de la ciudad fundadora, o metrópolis.
Por ello la ubicación espacial de los diferentes dialectos griegos puede parecer muy
compleja, pero si conocemos bien, o a rasgos generales, la evolución histórica de Grecia en estos
períodos, la aparente anarquía que encontramos en esta distribución dialectal queda bastante
simplificada.
Generalmente el griego se ha clasificado en dos grandes grupos dialectales, el Septentrional
y el Meridional, dentro de cada uno de los cuales también encontraríamos otros dos grupos
principales. Con ello obtendríamos la siguiente clasificación general:
a) El Griego Septentrional incluye:
1. Dórico: Incluye, según las variantes de las regiones donde se hablan, los dialectos: Laconio,
Argivo, Corintio, Cretense, Rodio, etc., y al gran grupo Noroccidental, que incluye el Focidio,
18
Locrio, Eleo, etc. Se hablaba, en general en la zona occidental y todo el arco sur de Grecia y el
Egeo.
2. Eólico: Incluye el Beocio, Tesalio y Eólico (con su principal variante: el Lésbico.
b) El Griego Meridional incluye:
3.- Arcado-chipriota: Incluye el Arcadio, el Chipriota y el Panfilio (hablado en una región situada
al sur de la actual Turquía), por lo tanto en regiones muy separadas y aisladas entre sí.
4.- Jónico: Se clasifica en oriental, central y occidental, dentro del cual se incluye el Ático, que fue
el dialecto más importante de Grecia (para nosotros), y el que más tarde dará lugar,
básicamente, al griego moderno.
Por otra parte, hay que añadir, como dijimos, las colonias fundadas por diversas metrópolis,
sobre todo jonias y dorias, cuyos hablantes mantuvieron los dialectos originarios.
Además, es destacable comprobar que cada género literario que se creó o cultivó en Grecia
utilizó, en términos generales, un dialecto literario concreto, según, principalmente, la zona dialectal
en la que un determinado género empezó a ser objeto de creación o de prestigio.
Mención aparte merece la poesía épica de Homero (la primera testimoniada en Grecia), y
sus seguidores, que presenta una unión inseparable de elementos jónicos y eólicos, con algunas
características arcaizantes del micénico propias de la tradición oral (que estudiaremos en su
momento), y conservadas algunas de ellas en arcado-chipriota. E incluso presenta nuevas palabras
del dialecto ático, aunque estas son producto de la fijación por escrito acontecida posteriormente en
Atenas. Es, como se ve, una combinación de casi todos los dialectos griegos.
Por tanto, atendiendo a la distribución de los géneros literarios, podemos obtener la siguiente
clasificación de éstos (con excepción del arcado-chipriota, que apenas tiene tradición literaria):
a.- Eólico: Es el dialecto de la poesía monódica, sobre todo en su variante lésbica (Safo y
Alceo).
b.- Dórico: Es el dialecto de la poesía coral (Alcmán, Píndaro, etc.), y, por consiguiente, de
los coros del teatro ático. Además, algunos autores helenísticos siguieron usando este dialecto
convencionalmente (o como dialecto materno) para ciertos tipos de poesía o incluso para obras de
carácter científico, como Arquímedes.
c.- Jónico: Es el dialecto de la elegía y el yambo (Arquíloco, Hiponacte, etc.), y de los
inicios de la filosofía (Presocráticos) y de la historiografía (Heródoto). Posteriormente, en su
variante del ático siguió escribiéndose la filosofía (Platón), la historiografía (Tucídides y
Jenofonte), la Oratoria (Lisias, Demóstenes, Isócrates, etc.), y el teatro (Esquilo, Sófocles,
Eurípides, Aristófanes, etc.); es, por tanto, el dialecto con mayor tradición literaria.
D./ LA “KOINÉ”.
En época helenística, tras las conquistas de Alejandro Magno y la ampliación del mundo
griego, se creó una lengua o dialecto común, “koiné” (glw=ssa koinh/), que es básicamente el
dialecto ático, el más prestigioso política y literariamente, desprovisto de algunos particularismos,
con influencias del jónico y otros dialectos.
Este nuevo dialecto fue el vehículo para la expansión de la cultura griega por todos los
territorios por los que los griegos se extendieron, y sirvió no sólo para que los griegos,
recientemente asentados en nuevas tierras, se comunicaran entre sí, sino también como lengua que
19
todos conocían, incluidos otros pueblos no griegos, y de la que se servían como lengua común para
entenderse entre ellos.
En “koiné” escribió la mayoría de autores helenísticos (al menos gran parte de sus obras),
como Polibio, Calímaco, Teócrito, Plutarco, Luciano, e, incluso, en cierta medida, Aristóteles, entre
otros; aunque algunos de éstos utilizaron también, ocasionalmente, sus dialectos vernáculos, como
el dórico.
Por su parte, la “koiné” siguió evolucionando y sufriendo influencias de las gentes que
utilizaban el griego sin ser su lengua materna, como el persa, hebreo, latín, etc., y que conocemos,
entre otras cosas, por las faltas gramaticales que en sus escritos cometen gentes “no letradas”.
Posteriormente, a lo largo de la época romana hubo intentos por recuperar el antiguo
dialecto ático puro, pero la lengua hablada ampezó a presentar unas características propias
(producto de la evolución de las lenguas) que no pudieron ser eliminadas, y que anticipan en gran
medida las del griego moderno.
E.- EL GRIEGO BIZANTINO Y EL MODERNO.
Durante el Imperio Bizantino (básicamente desde la división del Imperio Romano, a finales
del siglo V, hasta la conquista de Costantinopla por parte de los turcos, en 1.453) el griego siguió su
evolución y se vio influenciado, a pesar de ser la lengua oficial del Imperio Bizantino, denominado
también Imperio Romano de Oriente, mientras existió, por elementos ajenos (primero el latín,
después el árabe y el eslavo, más tarde el turco, y finalmente el italiano, el francés y el inglés),
presentando gradualmente ya una estructura muy semejante a la del griego moderno.
Tras la dominación turca y la consecución de la independencia de Grecia en el siglo pasado
y su constitución como estado, tras el 1.830, ya encontramos el griego actual, moderno, en el que se
distinguen (además de las recurrentes variedades dialectales geográficas, e incluso algún resto local,
como reliquia, de antiguos dialectos de la antigua época clásica) dos tipos de lengua: la llamada
 (“limpia”), usada en documentos oficiales arcaizantes, y la  (“popular”), que
es la lengua hablada, y que se ha visto, como dijimos, influenciada por elementos, sobre todo,
turcos, italianos y franceses. Con todo, es la lengua del pueblo, y, por tanto, la que se ha impuesto
como lengua predominantemente oficial, además de ser el tipo de lengua más usado por diversos
autores literarios de prestigio.
Las principales características del griego moderno son: pérdida de la distinción entre vocales
largas y breves; itacismo (tendencia de algunas vocales y diptongos a pronunciarse /i/); estructura
verbal basada en la oposición presente/aoristo, y tendencia a formas analíticas (utilización de verbos
o formas auxiliares para formar el perfecto, el subjuntivo y el condicional); pérdida del dativo en las
declinaciones; simplificación en las variantes de éstas; uso de preposiciones sólo con acusativo;
predominio de las oraciones coordinadas; evolución fonética y léxica; etc.; etc.
Finalmente, podemos destacar, entre los autores griegos modernos, los siguientes nombres
de gran prestigio en la literatura contemporánea: Constantinos Kavafis, Odisseas Elitis, Yorgos
Séferis, Nikos Katantzakis, Yanis Ritsos, entre otros.
20
4.-HISTORIA DEL ALFABETO GRIEGO.
La necesidad de comunicarse ha sido una constante para cualquier grupo humano ya desde
época prehistórica. El hombre desarrolló un tipo de lenguaje fundamental: el lenguaje humano. Pero
este tipo de lenguaje en un principio sólo tenía un tipo de plasmación: el nivel sonoro, fónico, que
en todo caso podía ser ayudado por prácticas gestuales.
Sin embargo, la necesidad de transmitir una determinada información de forma duradera y
durante un período de tiempo indefinido, llevó a la creación de un nuevo tipo de comunicación: la
plasmación gráfica, es decir, la escritura.
Desde los tiempos más remotos de la existencia del hombre moderno, éste ha plasmado
gráficamente aquello que quería dar a entender no sólo a sus semejantes más cercanos, sino también
a sus descendientes, e incluso a otros grupos humanos.
Esta primera plasmación gráfica era, en principio, el mero dibujo de figuras reales, o parte
de ellas, que existían en el entorno del dibujante (recuérdense las pinturas rupestres del período
paleolítico); sin embargo, con el paso del tiempo, estos dibujos fueron estilizándose (como los que
aparecen en las pinturas del período neolítico), hasta alcanzar un nivel de abstracción (no sólo por
lo que respecta a las líneas y formas del dibujo, sino también al tipo de realidad al que hacían
referencia) que difícilmente podría ser inteligible para aquella persona que no hubiera sido educada
en, o hubiera estudiado, estos nuevos dibujos abstractos que se utilizaban en la sociedad a la que
pertenecía, y cuya comprensión podía, por tanto, quedar reducida a un pequeño número de
miembros.
Sin embargo, la consecución de un sistema gráfico capaz de plasmar todos los aspectos (o la
mayor parte de ellos) que el pensamiento y el lenguaje humanos son capaces de expresar, no tuvo
lugar hasta que surgieron, después del desarrollo del Neolítico, las sociedades urbanizadas. Por ello
los sistemas más antiguos de escritura que conocemos se desarrollaron en aquellas culturas que
lograron un desarrollo urbano que requería una plasmación escrita más o menos exacta y duradera
para las actividades que sus miembros llevaban a cabo.
Estas primeras sociedades se desarrollaron, en primer lugar, en la zona de la baja
Mesopotamia, conocida como Sumeria (actual Iraq), por lo que su sistema de escritura (primero
pictográfico, y después cuneiforme) es el más antiguo de los que conservamos, pues data ya de
mediados del IV milenio a.C. Poco después se desarrolló otro sistema de escritura en Egipto, que
conocemos gracias a los famosos jeroglíficos egipcios. (En otros lugares, no mucho más tarde, se
crearon otros sistemas de escritura, como en la India o en China, pero estos sistemas tuvieron un
uso mucho más restringido, y no influyeron en los sistemas de escritura utilizados después en
Oriente Medio y en Europa).
Ejemplo de escritura cuneiforme:

Desde estas zonas sus sistemas de escritura pasaron a otros territorios vecinos con los que
estos dos pueblos estaban en contacto, y posteriormente a otros pueblos más alejados. Sin embargo,
estos primeros sistemas de escritura no fueron copiados automáticamente, sino que en su adaptación
21
por varios pueblos con lenguas propias sufrieron cambios, adaptaciones, modificaciones, etc. Y es
esta evolución paulatina la que conocemos como historia de la escritura.
Según esto podemos clasificar en tres grandes grupos los sistemas de escritura utilizados a lo
largo de la historia:
1.- Escritura pictográfica e ideográfica. Es aquella en la que cada dibujo o símbolo representa un
concepto real o una idea, por lo que suele equivaler a una palabra (aunque muchas veces tienen
caracteres auxiliares de valor fónico o semántico). Estos signos en muchas ocasiones son dibujos
de seres reales (escritura pictográfica), pero en otras están tan estilizados o trazados tan
convencionalmente que la comprensión de la referencia a estos seres reales se nos escapa
(escritura ideográfica). Es a este tipo de escritura al que pertenecen por ejemplo los jeroglíficos
egipcios y la escritura china, que ha perdurado hasta nuestros días. También se presenta en
algunos símbolos actuales de uso corriente, como las señales de tráfico o los jeroglíficos de los
pasatiempos, aunque éstos no se pueden reconocer exactamente como escritura.
Este tipo de escritura (si sus dibujos no se han estilizado excesivamente) suele ser de fácil
comprensión, una vez dominados algunos convencionalismos, por aquél que la lee, aunque no
sepa la pronunciación real de tales signos en la lengua que los utiliza, lo que puede ser un
inconveniente. Sin embargo, los principales problemas son: a) El excesivo número de signos
necesarios para plasmar todos los conceptos existentes en el idioma, y en el mundo, lo que
implica que el arte de la escritura esté al alcance sólo de unos pocos y que éstos tengan, con ello,
un instrumento para dominar a los que no concocen tales signos; y b) La poca capacidad que
tiene este sistema para expresar conceptos abstractos, que sólo se dan en la mente humana y, por
lo tanto, no son “tangibles” (como blancura, bondad, crisis, etc.), e incluso también presentan
poca capacidad para expresar la variación que puede darse en cuanto a los accidentes
gramaticales de una palabra o frase (como la expresión del tiempo o del modo de un verbo, etc.).
Claro está que los que utilizaban esta escritura tuvieron que recurrir a métodos convencionales
para expresar todo ello, pero, en consecuencia, el número de signos o bien variaba, o bien se
creaban homofonías o polisemias, que complicaban todavía más el sistema.
***Ejemplo de escritura jeroglífica egipcia:
Y hierática:
Y escritura china:
引羽云园远何科夏家歌画回会海絵外角楽活间丸岩颜汽记帰弓牛鱼京
2.- Escritura silábica. Como puede deducirse, el anterior sistema de escritura era demasiado
complicado, por lo que hubo diversas tentativas para solucionar los inconvenientes que
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acarreaba. La solución a estos inconvencientes pasaban por no tener en cuenta el significado real
de un símbolo en cuestión, sino simplemente darle un valor fónico, lo que ya representa un nivel
elevado de abstracción. Probablemente, desde el inicio del 2º milenio A.C., diversos pueblos del
Mediterráneo Oriental, utilizando las escrituras existentes crearon un método en el que un signo
ya no representaba una palabra, sino posiblemente la pronunciación inicial o primera sílaba de
esta palabra, con lo que estos signos se podían combinar para formar nuevas palabras. Este
método es el que se conoce como escritura silábica, y sus sistemas de escritura como silabarios
(todavía no alfabetos). Existen diferentes tipos de silabarios, generalmente utilizados para
lenguas semitas de este 2º milenio, pero también destacan los utilizados en el ámbito Egeo, como
el silabario Lineal A, utilizado en Creta para notar la lengua preinodeuropea de esta isla, y,
derivado de él, el silabario Lineal B, que ya notaba, en este milenio, una lengua griega, el
micénico, como vimos en el apartado anterior. También en Chipre se siguió utilizando un
silabario derivado de éstos duranta gran parte del 1er. milenio. E incluso, en nuestros días,
existen tipos de escritura con estas características, como es el caso del signario japonés (aunque,
claro está, tiene un origen diferente).
***Ejemplo de silabario griego Lineal B:
abcefghijklmnopqrstuvwxyz
Generalmente estos tipos de escritura suelen marcar las vocales solas y los grupos de consonante
más vocal, simplemente, con lo que son adecuados sólo para ciertos tipos de lengua que
presenten habitualmente estas sílabas abiertas. Pero esto no es el caso del griego, que presenta
grupos iniciales de consonantes y, sobre todo, muchas consonantes finales, lo que no pueden
marcar los silabarios. Además, el utilizado para el griego, el lineal B, no hacía distinción entre el
modo de articulación de las consonantes y la cantidad de las vocales, y así era muy poco
adecuado para este idioma. Sin embargo, con estas escrituras se redujo considerablemente el
número de signos necesarios para plasmar por escrito una lengua, pues éstos no suelen rebasar el
número de cien, debido a que, en teoría, sólo son necesarios tantos signos como sílabas posee
una lengua
***Ejemplo de escritura silábica japonesa:
みさえさんはきれいな人ですこの本はそんなに高くないです。
3.- Escritura alfabética. En la zona más oriental del Mediterráneo, lo que hoy conocemos como
Siria, Líbano e Israel, se produjeron, a finales del 2º milenio a.C., o quizás incluso antes, nuevas
tentativas de crear nuevos sistemas de escritura menos rígidos y más adecuados a las formas de
expresión de las lenguas que debían ser transcritas. En algunos lugares, como en la gran ciudad
comercial siria de Ugarit, se empezaron a utilizar signos cuneiformes para notar no ya una sílaba
propiamente dicha, sino una simple consonante sin hacer referencia a la vocal que le pudiera
seguir. Con ello se consiguió la notación de sonidos simples, o, dicho de otra manera, de
fonemas, no un grupo de ellos, como las sílabas, con lo que se consiguió un nivel de abstracción
gráfico muy superior a los logrados hasta entonces. Algo más al sur, en Fenicia, y no mucho
después, se utilizó el mismo recurso, pero no se usó un tipo de escritura cuneiforme, sino otro
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más fluido y adecuado para ser escrito en diferentes tipos de soportes materiales. Así tuvo lugar
el nacimiento de la escritura alfabética fenicia, que es considerada como la primera escritura
fonética (o alfabética) en la historia, y que debió producirse antes de terminar el 2º milenio a.C.
Sin embargo hay que hacer notar que la escritura fenicia, al igual que la ugarítica, sólo
transcribía las consonantes, nunca las vocales, y ello es debido a que estas lenguas, semíticas,
presentan unas características en las que la notación de las vocales no es necesaria, o son
claramente identificables según el contexto en el que la palabra aparece sólo con sus
consonantes. Tal característica ha llevado a pensar a muchos estudiosos que el alfabeto fenicio
es, en realidad una forma especial de silabario, no un alfabeto en sentido estricto. Pero sea como
fuere, el caso es que con esta forma de transcribir los fonemas el número necesario de signos
para notar una lengua quedó drásticamente reducido (pues el número de fonemas de los que
consta cualquier lengua, aunque incluyamos las vocales, no suele superar el número de 30), por
lo que a partir de entonces encontramos alfabetos que tienen un número de signos que oscila en
alrededor de 30. Gracias a ello la escritura, la plasmación escrita de la lengua, pudo estar al
alcance de todo tipo de gentes, pues su aprendizaje resultaba ya muy fácil, y no sólo al de una
clase privilegiada y dominante. Fue precisamente tal accesibilidad a la escritura, y todo lo que
ella conlleva, lo que produjo que muchas capas sociales confiaran no sólo en lo que unos
privilegiados les pudieran decir, sino también en aquello que quedaba escrito (y que podía
contradecir las opiniones de los dominantes), y que, por tanto, podía estar al alcance de
cualquiera durante un tiempo indefinido, y con ello corroborado. Es, pues, la simplificación y
acccesibilidad a todos de la escritura uno de los mayores logros no sólo culturales, sino de mayor
transcendencia social, en la historia de la humanidad.
***Ejemplo de escritura fenicia:
abcdefiklmnopqrsStu
El alfabeto fenicio, utilizado por el pueblo del mismo nombre y que alcanzó un notable
desarrollo comercial por el Mediterráneo desde finales del 2º milenio y principios del 1º (y que
también sirvió de modelo, posteriormente, para otros alfabetos utilizados en oriente, como el
hebreo, e incluso el árabe), fue llevado a la cuenca del Egeo y allí, posiblemente por obra de
comerciantes (lo que también facilita su rápida expansión posterior), adaptado por los griegos.
Sin embargo los griegos no se limitaron a copiar los signos fenicios, sino que al ser hablantes de
una lengua indoeuropea, y con una gran riqueza en cuanto a su flexión, se les hacía
completamente necesario que la notación de las vocales en la escritura quedara claramente
marcada. Por ello, una serie de signos consonánticos fenicios que en griego no eran necesarios
fueron readaptados para notar las vocales, otros, en cambio fueron transformados para marcar
nuevos sonidos, y otros, finalmente, fueron con el paso del tiempo simplemente eliminados, si
bien la mayoría mantuvo su valor fonético. Con todas estas adaptaciones obtenemos la creación
del ALFABETO GRIEGO, que fue el primero en distinguir claramente los signos que
representan los fonemas de una lengua, sean éstos vocálicos o consonánticos. Tal creación tuvo
lugar, según diferentes indicios epigráficos y arqueológicos, a finales del siglo IX o principios
del VIII a.C. Sin embargo, la historia del alfabeto no termina aquí, a pesar de que, desde
entonces, todos los alfabetos, al menos los europeos (que derivan todos del griego), no son más
que meras adaptaciones del alfabeto griego originario.
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La creación del alfabeto griego no fue uniforme. Algunos signos tuvieron valor diferente
según la zona geográfica en la que se utilizaran, mientras que otros fueron readaptados para notar
valores fónicos de la lengua cuya notación era hasta ese momento defectiva (no marcaban
algunas variantes en la pronunciación del idioma que, aunque fueran leves, eran de importancia
decisiva para diferenciar palabras). Por otra parte en los textos más antiguos sólo se escribía con
mayúsculas, pues las minúsculas son en realidad una creación que pertenece aproximadamente al
siglo VIII d.C. Finalmente debe notarse una característica al menos chocante de los primeros
textos: la escritura fenicia se escribia en dirección de derecha a izquierda, pero los griegos
también vacilaron en la adaptación de este orden y en los primeros textos que conservamos no es
infrecuente encontrar la técnica denominada “Bustrofedón” (que significa, más o menos, “como
ara el buey”), y que consiste en escribir una línea de izquierda a derecha, la siguiente de derecha
a izquierda, y así sucesivamente. Sin embargo, finalmente predominó la escritura que seguía la
dirección izquierda-derecha. Además, con todo, acabó por imponerse en la gran mayoría de
territorios, y en el griego posterior, el alfabeto de tipo jónico, que es precisamente el que
estudiaremos en este libro.
No obstante otros pueblos griegos utilizaron algunas variantes del alfabeto jónico, tal como
ocurrió en las colonias de Italia, como Cumas. En esta ciudad se utilizó un tipo de alfabeto que
fue adaptado por el pueblo predominante en Italia a mediados del 1er. milenio a.C., el etrusco, y
éste a su vez fue adaptado por otros pueblos que le estaban sometidos como Roma. Así, el
alfabeto latino, que ya podemos denominar abecedario, es en realidad una adaptación de un tipo
de alfabeto griego a las particularidades de la lengua latina, y es básicamente este alfabeto (con
algunas creaciones o modificaciones, como las grafías ñ, w, ç, etc.) el que utilizan todas las
lenguas europeas, y muchas otras, en la actualidad. Finalmente otro tipo de adaptación se
produjo ya en el siglo IX d.C., cuando unos obispos bizantinos, llamados Cirilo y Metodio,
intentaron evangelizar y convertir al cristianismo a los pueblos eslavos de la Europa Oriental,
para lo que tuvieron que adaptar la escritura griega a las características de las lenguas eslavas, y
crearon el denominado alfabeto cirílico, que es el que siguen utilizando muchos pueblos
eslavos, como el ruso, el búlgaro, etc. Por ello, podemos concluir que el estudio del alfabeto
griego resulta de gran ayuda, si conocemos su evolución, para conocer las características de
muchas otras lenguas y escrituras europeas.
Hoy en día, además, el alfabeto griego (con algunos cambios en cuanto a sus signos
diacríticos y la pronunciación de algunas grafías) sigue utilizándose en la Grecia moderna, tal
como se hacía en la Grecia antigua desde hace más de 2.700 años.
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MAPAS:
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