América Latina: su liderazgo internacional. RECORDANDO EL

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América Latina: su liderazgo internacional.
RECORDANDO EL PORVENIR.
Por Belisario Betancur.
Exposición en la “V Convención Anual de
Accionistas, Directores y funcionarios de
Conticorp
S.A.”:
Guayaquil,
Ecuador,
noviembre 17 de 1994.
I.-
INTRODUCCION.- LA CARABELA.
Publicado a los 90 años de edad y pocos antes de morir, el último
libro de sir Karl Popper, “In search of a better world”, editado en Londres en
1992 en inglés y en Barcelona en castellano en 1994, comienza así: “Todos
los seres vivos van a la búsqueda de un mundo mejor”. Por consiguiente,
entre los seres vivos el ser humano es una hazaña metafísica, dialéctica y
matemática de cada instante; pues, ese ser es lo que va quedando después
de que, momento a momento, hace
agregaciones y sustracciones,
multiplicaciones y divisiones en su propia consistencia, en busca de mejoras
en sí mismo y en su entorno.
Para los efectos de esta disertación, digamos que la América Latina
será, por tanto, lo que sean los seres que la habitan; y los dirigentes que la
guían. Y tendrá el sitio en el mundo que estos quieran que tenga, siempre en
procura de la exaltación de su identidad y de su posición en el contexto
internacional.
Por eso han escogido bien los organizadores de la V Convención
Anual de Accionistas, directores y funcionarios de Conticorp, a la que han
sido convocadas otras mentes frescas, mentes rectoras, mentes lúcidas, a
reunirse para reflexionar sobre el liderazgo en Guayaquil, en Ecuador y en
América Latina. Y sobre el lugar de la región en el tablero contemporáneo.
Además, para rememorar el pasado y recordar pedagógicamente el futuro,
el cual zarpa a cada instante de este puerto sobre el Mar de Balboa, como
una moderna carabela.
Nos detendremos en algunas reflexiones a modo de sustentación de
las afirmaciones precedentes.
II.-
LA SABIDURIA DE LOS SUFFIS.
He expresado antes una paradoja contradictoria
que necesita
explicación: recordar pedagógicamente el futuro. Pues bien, la sabiduría de
los suffis del norte de Africa enseña que el porvenir es el pasado que llega;
y que ese porvenir lo elaboramos en presente, como el escultor su obra, a
base de conocimiento, voluntad y decisión. Por tanto, lo podemos recordar:
lo cual explica que el título de esta charla sea “recordando el porvenir”.
Hay en ello una verdad que ahora, en la antesala del siglo XXI,
adquiere significado mayor, porque recoge, en un solo haz, la experiencia del
pretérito y las vivencias del presente, proyectadas hacia el mañana cual un
resplandor de los anhelos del ser humano, como compromiso con nosotros
mismos, con nuestro ámbito familiar, con nuestro entorno local y nacional,
con el espacio planetario que habitamos, tal como lo expresa el credo
corporativo de “Conticorp”. Y siempre sobre la base del principio latino:
nemo plus iure transferre potest quod ipse habet (nadie puede transmitir sino
lo que tiene).
El ser humano vive por lo que desea, vive por aquello que compromete
su alma. De manera que cuando el anhelo y el compromiso dejan de darse,
es porque ha comenzado el marchitamiento existencial. La metodología para
mantenerse en vitalidad consiste en mirar siempre hacia el futuro, al
contrario de lo que hizo la mujer de Loth. Así lo decía uno de los fundadores
de la ciencia de la prospectiva: en efecto, hace tres décadas el pensador
europeo Bertrand de Jouvenel afirmaba haber tenido que inventar este tipo
de reflexión para permanecer; y porque le incomodaba el tener que
disculparse ante los filósofos de no ser un idealista, y ante los políticos, de no
ser un utopista.
III.-
UN PAIS PARA LOS NIÑOS.
Como un ritornello hemos de repetir una verdad de Perogrullo: que
América Latina será, en el contexto internacional del siglo XXI, lo que sus
dirigentes quieran que sea. Digamos, también, otra verdad de Perogrullo: que
lo que América Latina vaya a ser, depende de la educación de los
latinoamericanos: depende de la educación de los dirigidos pero también de
la educación de los dirigentes.
En una bella pieza literaria, prólogo para el informe de la Misión de
Ciencia, Educación y Desarrollo, entregado en julio de 1994 al gobierno del
presidente de Colombia, Cesar Gaviria, Gabriel García Márquez discurrió sobre
la índole de sus compatriotas. Cada uno de los elementos de aquel discurso,
aplicable en su integridad a América Latina, va al fondo de la identidad de la
región; y muchos de ellos, aún fuera de contexto, sirven para construír más
de un prolegómeno a los desarrollos que vendrán como consecuencia de las
luces arrojadas por el diagnóstico. Me inclino hacia uno de los enunciados,
que contiene el desafío planteado por la ampliación del conocimiento para
nuestra sociedad global. Lamento y reto, son estas palabras del Premio
Nobel: “Aún estamos lejos de imaginar -dice-cuánto dependemos del vasto
mundo que ignoramos”.Y y al mirar con lente crítico hacia su entorno, surgen
para él hipótesis de causalidad que racionalmente no se podrían
menospreciar. “Nuestra educación conformista y represiva -agrega-, parece
concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue
pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que lo
transformen y engrandezcan”.
IV.-
LOS ARCANOS DEL CONOCIMIENTO.
Sería ingenuo desconocer la verdad que se encierra en esta
afirmación. Por eso es estimulante percibir que cuando descendemos al
mundo real, categoría planetaria que nos cobija a todos, descubrimos que la
pedagogía requerida por la humanidad, no es diferente a la que señala el
gran escritor para su país. A este respecto, en un reciente foro realizado por
“Le Monde” de Paris con varios de los más destacados pensadores de este
fin de siglo, Thomas Ferenczi sintetizó así el contenido de las reflexiones que
surgieron de tal convocatoria: “La duda ha sucedido a las certidumbres y las
vicisitudes de la investigación al facilismo dogmático”. (“Les Grands
Entretiens du Monde: Penser les sciences, Penser les Religions”. Tome 2,
Pag. 104). Tal conclusión es una forma de definir las nuevas teorías sobre el
orden y el caos, en la vastedad del cosmos. Lo cual no debe ser motivo de
alarma para nosotros, ciudadanos del mundo, latinoamericanos,
ecuatorianos, que apenas presentimos los arcanos del conocimiento pero
que nos esforzamos por aproximarnos a una conciencia racional sobre lo
complejo, denominador común de todo lo real. Hace más de 300 años, Pascal
lo había dicho en un escueto aforismo: “”todo está en todo
y
recíprocamente”. Y en ese contexto de interrelaciones, el desarrollo del
conocimiento lleva al punto neurálgico en el cual el ser contemporáneo
penetra en un nuevo campo de la racionalidad, donde lo impensable es la
mejor medida de lo probable como también de lo posible. Sobre este punto
volveremos más adelante.
No es fácil ubicarse en esta nueva dimensión antropológica. En otras
situaciones comparables, los seres humanos se hundieron en el nihilismo y la
desesperanza, no porque se les hubieran cerrado los caminos, sino porque
fueron incapaces de construír una nueva racionalidad, sin ataduras
determinadas y sin superticiones. Edgar Morin, estrella viva del pensamiento
actual, afirma que, “todas las ideologías que han prometido la certidumbre,
desde la revolución de la sociedad industrial hasta el afán del desarrollo, han
fallado”. Lo cual, observa, no debe implicar el paso de la certidumbre
irracional a la incertidumbre radical. La evolución del pensamiento y la
realidad de la inderdependencia global, obligan a repensarlo todo. A abrirle el
paso a la elaboración de una nueva sintaxis, en la expresión de Jean Desantí,
estado de alma en que la esperanza trágica, que trata de elaborar el ciclo del
caos al orden, conduzca a la construcción de la nueva razón ética colectiva,
como la concibe el Cardenal Josef Ratzinger.
El mundo se lo están disputando siempre, Dios y el diablo. Por lo que
se ve en Bosnia y en Ruanda, va ganando el diablo. Siempre el conflicto, la
violencia y la guerra como telón de fondo que disimula a los vendedores de
armas. Los cuales es sabido que pertenecen a las mejores familias, y son
tenaces y persuasivos hasta conseguir que Madagascar, que no tiene
conflictos, mantenga un ejército bien armado de 20 mil soldados. Las
referencias geográficas remotas, se explican porque todo está en todo, todo
está en conexión con todo, en la conciencia ecuménica de la razón pero
también del delirio. Tanto, que en un encuentro mundial de pensamiento a
comienzos de 1994, en Segovia, España, le oí contar a la socióloga Margaret
Stacey, de un monje budista que se sentía atormentado al saber que una
joven de doce años se suicidó después de haber sido violada. “Llámenme por
mis nombres verdaderos, gemía el monje budista: yo soy la niña violada; yo
soy el violador. Todos somos el todo”.
Les estoy hablando de la importancia que tiene para los seres
humanos que se asoman al siglo XXI, salir de los encierros de Umberto Eco
en “El nombre de la rosa”, porque en ellos ya no viviremos; y hacer el
aprendizaje para actuar en la globalidad, que es en la que viviremos.
V.-
TODAVIA EN LA PREHISTORIA.
En esa conciencia debe reposar la tarea de la educación para la
persona humana en sí, para la persona con vocación de liderazgo y para el
conjunto de personas que hacen la sociedad contemporánea. No basta poder
decir que los niños de hoy y los que abrirán sus ojos con el advenimiento del
nuevo milenio, estén o vayan a estar predispuestos para conectarse con el
vasto territorio de una sociedad global. Prepararlos para esa cosmovisión y
para ese liderazgo en tanto que latinoamericanos, y, en consecuencia, en
tanto que ecuatorianos, ese es nuestro compromiso. Deberíamos decir que
existen tantas barreras como diferencias abismales, entre los componentes
de la sociedad actual y esa comunidad planetaria. No solo en cuanto a
niveles individuales de conocimiento, de oportunidades y de bienestar, sino
también en cuanto a las percepciones de la especie humana sobre la realidad
del cosmos. La ignorancia sobre todo está expresada en el hecho de que,
según el consenso de la ciencia mundial, a duras penas conocemos el 10%
de la materia y poco sabemos todavía sobre el origen de la vida. Lo cual
representa una buena noticia para el futuro humano: es la mayor fuente de
su incertidumbre (en el sentido nuevo de esta palabra), pero también el
generador de mayores retos para la creatividad del ser humano. Por tanto,
no debe asombrar la afirmación de Edgar Morin, en la línea de Teilhard de
Chardin, el gran profeta del siglo XX, de que, desde el punto de vista de la
era planetaria, aún estamos en la prehistoria del espíritu humano y en la
edad de hierro de la civilización. Aunque es el ser humano mismo quien tiene
en sus manos la posibilidad de jugar racionalmente con lo incierto y lo
complejo, a fin de construír el futuro para su planeta GAIA, que bien poco o
nada significa en la infinitud del cosmos, pero que lo significa todo para la
especie humanidad.
No se está jugando con lucubraciones fútiles cuando se habla de
incorporar en el proceso educativo, la creación de conciencia sobre esta
virtualidad de la condición humana, que requiere
nuevas formas de
racionalización en el marco de una estructura antropológica renovada. Un
estadio al que no será posible llegar sin haber construído los puentes hacia
nuevas formas de rectoría, la hermosa tarea acometida por los fundadores y
mantenedores de Conticorp, en la perspectiva de diseñar una pedagogía para
la globalidad, desde el punto de vista de los valores éticos y de la plenitud de
sus derechos, muro de contención a la hecatombe moral que se advierte, y
metodología para preparar los nuevos líderes ecuatorianos.
VI.-
EL HOMBRE NUEVO.
Acceder a estas esferas requiere la creación de un ser nuevo. Y
aunque el espécimen humano de finales del sigl XX está agobiado de
contradicciones, como antes dije, de ellas surgen las respuestas que han de
abrir los espacios requeridos para la renovación. La multipersonalidad del
alma hace que el ser humano históricamente no haya dejado de ser ángel y
demonio al mismo tiempo, según afirmé atrás. No obstante, un signo de la
virtualidad que esa condición entraña, está en las nuevas aproximaciones
entre la ciencia y la filosofía, cuyos caminos no han sido siempre paralelos.
La historia de la civilización está marcada por esas distancias no
exentas de contradicciones. Hasta el punto de que, esencia y filosofía
parecieron divorciarse en algunas de sus vertientes. Uno de aquellos
trayectos fue el siglo de las luces, que enfrentó la tiranía de la razón a la
permanencia de las verdades reveladas. Sin embargo, tarde o temprano la
reconciliación entre filosofía y ciencia tenía que resultar un imperativo
racional. Lo más estimulante para quienes miramos con realista perplejidad
tales contradicciones, es que fueron los propios avances científicos y sus
locuras destructivas, los que produjeron ese reencuentro. “Científico por
vocación, he llegado a la filosofía en razón de los interrogantes que el
acontecimiento de Hiroshima plantea para las generaciones que vienen”,
confesó humilde y sabiamente el francés Michel Serres, uno de las lumbreras
del pensamiento filosófico y científico de nuestra época.
VII.-SIN RUEDA Y SIN YUNTA.
Como latinoamericanos, como ecuatorianos vivimos en un punto del
planeta donde se expresa con más intensidad el milagro de la vida y de la
concatenación del mayor número de millones de organismos vivos ni siquiera
clasificados por los hombres de ciencia. Así se lo oí decir en mitad de la selva
amazónica, al sabio estadinense Richard Evans Schultes, Director del Museo
Botánico de la Universidad de Harvard. Esta es una de esas razones para no
permanecer indiferentes frente a una realidad tan espléndida como
lastimosamente ignorada. Ser habitantes del trópico húmedo significa estar
en el centro biológico terrestre. Algo que poco nos inspiró y poco nos inspira
para decir a nuestros educandos. Muy al contrario, en el pasado fomentó en
nosotros un síndrome vergonzante ocultado con pudor, que quizá tenga que
ver con nuestra lejanía de los desarrollos del conocimiento, pero también
con una realidad de corte académico y elitista, de la ciencia y de la
tecnología, encasilladas en disciplinas curriculares, sobre las cuales poco se
ha hecho para relacionarlas. Por fortuna, las nuevas corrientes del
pensamiento se acercan ya a una aproximación científica abierta, a los
grandes temas de la ciencia y del conocimiento aplicado. A ello ha contribuído
la transformación inimaginada en el mundo de la informática y de los medios
audiovisuales, los cuales han permitido que, -siendo conscientes de que para
el común de la gente y aún para una buena parte de la propia comunidad
científica, resulta inalcanzable la plena comprensión de las interrelaciones
entre todo y el todo-, sí es posible, al menos, crear conciencia de que ellas
existen.
“Contextualizar” es no solo una nueva expresión del vocabulario
científico actual -que debe figurar en nuestro repertorio lexicográfico de uso
diario-, sino también una disciplina inculcada desde la infancia, que podría ser
o debería llegar a ser casi instintiva. Como lo fue posiblemente la sabiduría
arcaica y oral, que aniquiló o quiso aniquilar la cultura escrita, pero a la cual
se empieza a hacer justicia desde las más altas cimas del conocimiento
científico. Rastros de esa sabiduría prehistórica, quedan aún en las culturas
precolombinas: Mark Plotkin, uno de los sabios de este tiempo, enamorado
de nuestra selva húmeda, ha revelado en su último libro “Tales of a Shaman’s
Apprentice”, Viking Press, 1994) lo que va quedando de esa despensa, tras
reafirmar hechos dignos de recordar.
Uno de esos hechos es que buena parte de las especies vegetales
que dan origen a la actual cosecha alimentaria mundial, fue descubierta y
domesticada sin rueda y sin yunta, por los agricultores precolombinos. Casi
las mismas especies, incluído el maíz, originario de la selva húmeda
mexicana, hacen hoy de Estados Unidos la primera potencia agrícola mundial.
En el caso del maíz, basta con transcribir lo que dicen Edgar Morin y Anne
Brigitte Kern en un libro que titularon “TERRE - PATRIE” (Editions Du Seuil,
Paris, 1993): “Los modos de preparación del maíz en el México precolombino,
fueron regularmente atribuídos por los antropólogos a ciencias mágicas,
hasta saberse que a través de esos sistemas de cultivo, se permitía que el
organismo humano asimilara la lisina, sustancia nutritiva que fue, por largo
tiempo, base de alimentación para los aztecas. Así que lo que parecía
“irracional”, correspondía a una “racionalidad vital”. Por algo, añadiría yo, se
ha dicho que la magia fue la primera forma de ciencia aplicada.
VIII.-UNA PEDAGOGIA DE LA GLOBALIDAD.
No es vana pretensión querer abrirse paso con razones, en
contradicción con muchas de las realidades que abruman a los seres
humanos. Racionalizar la interdependencia de la complejidad, en el mundo
atomizado que dejó la guerra fría, parece empresa imposible. Mucho más
cuando las escalas de valores opuestos que, desde su perspectiva, quiso
imponer cada uno de los bandos enfrentados, han quedado cuestionadas. Lo
cual representa el mejor punto de partida para construír una pedagogía
preventiva, que evite al ser humano caer de nuevo en la trampa de los
ideologismos estrechos y alienantes.
El peligro fundamentalista no está asociado solo con la exacerbación
de los irracionalismos religiosos y étnicos. También puede ir encerrado en los
despliegues idolátricos frente al mercado, o en el maniqueísmo de algunas
posturas neoliberales o neonacionalistas. Dentro del nuevo pensamiento
antropológico que supone la planetización de la vida humana, es posible que
terminemos aceptando que el epicentro del fundamentalismo no está en las
esencias del islamismo, sino en la desfiguración de éste o de cualquier otro
credo
político
o
religioso. Por
qué
habríamos
de relacionar
necesariamente al Islam con una naturaleza diabólica y anárquica,
cuando nosotros,
-iberoamericanos, como prolongación del mestizaje
hispano-árabe-judio-, traemos en nuestra sangre los rasgos genéticos que
inspiraron la sabiduría monumental de Maimónides, de Averroes, Al -Razi y
Aviceni, los primeros en tratar de conciliar el pensamiento judío e islámico
con la propia visión aristotélica-cristiana, prolongada con la obra de Santo
Tomás de Aquino? Entender el mestizaje cultural y científico en el marco de
nuestra sociedad planetaria, es evitar que los verdaderos fundamentalismos
terminen
arrasando nuestra capacidad racional para hallar ocultas
interrelaciones entre los más evidentes
contrarios: entre muerte y
resurrección, entre enfermedad y ansia de vida.
¿No podría ser ese un buen comienzo para una pedagogía en América
Latina?
IX. EL PRAGMATICO.
Regresemos al punto de partida: decía al principio que la manera de
mantenerse en vitalidad es mirar hacia el futuro. Esta sería una a modo de
regla de oro del pragmatismo aristotélico, puesto en presente.
Por una paradoja, en tiempo de globalización y apertura, aquella clase
de realistas se ha presentado bajo la figura del pragmático, ése que cumple
con el “carpe diem” del latino Horacio, traducido por don Luis de Góngora y
Argote en el “cóge la flor que hoy nace alegre, ufana, /quién sabe si otra
nacerá mañana”. El pragmático nace y muere de satisfacción, a cada
instante, de solo sobrevivir. Ser de coyuntura, consume lo que se le presenta
como algo inevitable; y se destruye en el vacío, por falta de utopismo. Hay
quien afirma que los seres contemporáneos renunciaron a la utopía, porque
para vivir así se necesitaba demasiada humanidad y no abundan en el
presente muchos que puedan invertir en ella: condenados al hoy, vamos
quedando en el ayer, uncidos o a la nostalgia o a la amargura. El antiguo
obrero siderúrgico Lech Walesa, presidente de Polonia, ha sentenciado con
razón que hay que vivir más allá del presente; y Vaclav Havel, presidente de
la República Checa, lo ha reafirmado con mayor certeza al decir que es
preciso volver a “soñar” si se quiere tener los pies dispuestos para el mundo
cambiante que llega, a fin de recibirlo con alegría, agrego yo: para abrazarlo
como a un embajador, como a un amigo; y no con miedo o prevención como
un enemigo.
Pues bien, la tarea de la prospectiva es la de rescatar esa posibilidad
de vivir ahora lo que quizá el tiempo nos negará, de vivir con nuestra
corpórea presencia. Hacer prospectiva es conquistar un espacio de eternidad.
Se alude aquí a la “pre-dicción” y no a la “profecía”: el profeta refleja el
presente en el futuro y deduce; la “pre-dicción” escruta el futuro y descubre
lo que ha de transformarse en el presente. En la profecía hay fatum o
fatalidad; en cambio, la predicción está cargada de sabiduría.
Quizá pensando en ello, a la cabeza de un número creciente de
organizaciones industriales de los Estados Unidos, se ha puesto a filósofos, es
decir, a gentes de reflexión, especializadas en indagar el por qué de las
cosas, por ejemplo en la misión de las empresas. Y quizá pensando en ello,
también, en no pocos países la Universidad ha sido convertida en el foco de
inspiración de las actividades de los empresarios y en el centro de gravitación
de las esperanzas de la comunidad, no solo para la formación de los
empresarios futuros, sino también de los empleados y aún de los clientes. En
el documento básico para la IX Semana Monográfica de Educación convocada
para el 21-25 de noviembre de 1994 por la Fundación Santillana en Madrid,
denominado “Aprender para el futuro”, se cuenta cómo Motorola, IBM, Arthur
Andersen, Mc Donald y otras muchas empresas norteamericanas, gastan
cada año entre 50 y 60 mil millones de dólares en universidades
empresariales para formar 4 millones entre empleados fijos y colaboradores,
lo que determina que la educación de los empleados de las empresas en
EEUU, esté creciendo en 10.000% más rápidamente que la educación
académica. “Para comprender la envergadura de este esfuerzo hay que
señalar que para atender en las universidades tradicionales estas actividades
se requeriría construír anualmente 13 campus del tamaño del de Harvard”.
Exceso de liquidez? Alarde del desarrollo? O más bien, anticipación del
futuro?. Se diría que en toda entidad de carácter industrial o mercantil, existe
la finalidad obvia de obtener lucro de una inversión. Y es cierto. Pero es
igualmente cierto que detrás de ese propósito natural debe existir otro: el
de servir a la comunidad, lo que que va a dar como resultado mayores
beneficios por una mayor demanda de los bienes o servicios que la empresa
ofrece; pero, sobretodo, el resultado de saber que se está mejorando el
mundo. Sutileza de filósofos, podrá pensarse: pero es visible la diferencia
entre llegar al público con la sola avidez del negocio, que ofrecer un buen
producto o un buen servicio, aunque en ambos casos vaya implícita una
legítima ganancia empresarial.
X.-
ADQUIRIENDO FUTURO.
Es la metanoia del pensamiento griego, aquella capacidad para
transferirse de una situación a otra en busca de la quintaesencia. Es la
insatisfacción. Es el imperativo goetheano de no haber llegado pero de estar
llegando. Pedro Durán, exitoso empresario de Barcelona, miembro del Club
de Roma, cuenta este experimento: comenzó por introducir a escritores,
poetas y pintores en un consejo asesor paralelo al Consejo Directivo de Gas
de Cataluña; y con el tiempo los fue pasando a la junta directiva de la
empresa. El resultado ha sido revelador: ha descubierto que el objetivo del
managment es no solo dar lugar a cuentas de resultados con rendimientos
crecientes, sino también ganar futuro mediante la inversión social y cultural.
El empresario italo-suizo Orio Guarini, también del Club de Roma, agrega
algo que este auditorio sabe bien sabido: que cuando se vende un producto,
se está vendiendo todo el proceso, desde el origen de los insumos al contexto
general de la cadena de suministros y de producción; y que ese producto
llega a unos mercados compuestos por individuos que viven en un extorno
que el empresario debe cuidar, aún pensando con egoísmo. Pero con
egoísmo ilustrado. Fue lo que no hizo Kodak cuando se negó a estar en el
listado de patrocinadores de los últimos Juegos Olímpicos de Barcelona: las
ventas se le fueron al suelo porque solo programaba en presente sin pensar
en adquirir futuro.
Estos son experimentos quizá válidos solamente en el norte, y por
tanto acaso intransferibles. Tienen la fuerza demostrativa de las vivencias de
los empresarios avizores en procura de la organización inteligente, no solo
receptiva de conocimiento sino buscadora de nuevos saberes, que Peter
Senge pone como requisito de todo managment moderno, primera cláusula
en el diálogo entre productores y consumidores, entre los empresarios y la
sociedad a la que pertenecen.
XI.-
EL BALANCE SOCIAL.
Lo anterior va de la mano con la práctica del balance social, con el cual
se trata de conocer el aporte de la empresa a la comunidad en la que opera,
por ejemplo, el apoyo a la cultura, la defensa del ecosistema, el fomento de
los programas renovadores de educación y de recreación. La respuesta real
que se dé a esta propuesta puede servir para trazar nuevos programas y
para dar pábulo a iniciativas que aviven el entusiasmo comunitario, para que
la empresa trascienda en la comunidad y aún gane su adhesión para
defender la causa de la misma contra los agentes externos que la ataquen,
trátese de competencias desleales o de medidas impropias de los gobiernos.
Además, cada día los gobiernos, responsables del bien común, van
transfiriendo una mayor capacidad de gestión de ese bien común a las manos
de agentes privados, entre los cuales descuellan los empresarios, y los
legitimadores que van desde quienes dirigen organizaciones no
gubernamentales (ONGs) dedicadas, entre otras actividades, a la educación y
a la cordinación social, hasta los que dirigen entidades de clara finalidad
económica en el marco de las políticas generales del estado. ¿Cómo negar
que cada vez descansa con mayor énfasis, en manos de la comunidad o de la
sociedad civil, la realización concreta del bien común? Por consiguiente, cómo
eludir la necesidad de prepararse cada dirigente, en persona, para responder
a esas responsabilidades? Cómo olvidar que lo que el ser humano transmite,
es solo lo que él tiene en sí, como una segunda carnadura?.
XII.- DE REGRESO DE UN MUNDO NUEVO.
Existe la costumbre de expresarse y programar desde el hoy o desde
el ayer; pero es preciso aprender a hablar y programar desde el porvenir.
Porque quienes hablan desde el hoy, y solo para el hoy, lo hacen a partir de
la angustia, del conflicto y de la certidumbre; quienes lo hacen desde el
ayer, están impregnados por la nostalgia de un falso edén perdido. En
cambio quien prospecta desde el porvenir habla desde la vida, avizora desde
la utopía de los fines que demanda el realismo de los medios: se niega a
pensar en la fatalidad del porvenir que se desprende del pretérito, pero
prosigue con el agregado del actuar heroico que significa para el ser humano
la certeza de estar cambiando el mundo que Dios le diera en obra negra,
como muestra de confianza, para completarlo, por ejemplo, juntando las
aguas en represas a fin de producir electricidad; o separándolas para regar
la tierra y fertilizarla, que es lo que estamos haciendo en América Latina. El
gran detonador de ese salto al futuro, decía en Cartagena el empresario
mexicano Juan Gallardo, es la certidumbre de la programación, la cual ha
hecho posible que en Chile haya bonos exitosos a 30 años.
Hace dos décadas, un grupo de académicos chilenos hizo un viaje
anticipatorio al año 2010, con el objeto de indagar sobre los
comportamientos del pueblo chileno para ese entonces. Y encontró que la
modernización de aquel país y su inserción en la historia como región
desarrollada, eran una utopía posible. Solo se necesitaba la conversión de
ese anhelo en un propósito de la nación entera, porque todas las voluntades
-las de sus empresarios y sus trabajadores, las de las amas de casa y los
estudiantes, las de los soldados y los deportistas, todas-, coincidieron en esa
meta anhelada. Se trataba de sustituír el ¿Qué va a pasar? Por el ¿Qué debo
hacer? La realidad chilena demuestra que aquellos utopistas tenían razón.
XIII.-UN VIAJE ANTICIPATORIO.
Contagiado por tal antecedente, voy a hacerlos depositarios de una
confidencia: la confidencia de un viaje anticipatorio similar, que he hecho por
América Latina.
Pues bien, estoy de vuelta del reino de la utopía: de regreso de una
expedición futurista a través de una América Latina llena de vida, de
esperanza y de oportunidades, en la que la educación de que hablara García
Márquez, ha fructificado ya, y es posible vivir sin zozobra porque se aprendió
a sustituír la confrontación por el consenso, para lo cual tuvo que recuperarse
el significado de la verdad, lo que hizo posible el vencimiento de la guerra y
el renacimiento del diálogo. ¡Un continente en donde el fusil y la metralla
están dejando de ser el argumento decisivo y dando paso a la alegría de
existir!. Allí, con excepciones cada día más escasas, reina la paz en medio de
voces que conducen el cambio porque responden al pulso y al impulso de la
comunidad, a la creación de riqueza, es decir, de empleo y de bienestar. Allí
impera el realismo de la alegría de la “di-versión”, en donde el uso del
tiempo libre se convierte en el arte de la comunicación solidaria entre los
miembros de la sociedad; entre estos y la naturaleza; entre el ser humano, la
ciencia y la poesía; entre todos ellos y un infinito cierto, a causa del
redescubrimiento del humanismo. Una Latinoamérica liberada del
resentimiento, porque ha comenzado a saldar la deuda social y a ajustarles
cuentas a la injusticia y a la miseria; y en la que las necesidades básicas
humanas, son estudiadas y comienza a extinguirse la angustia que generaban
las carencias sin respuesta.
En esa América Latina de utopía de la cual estoy de regreso, han
vuelto a presentarse, también de regreso, los capitales del mundo
desarrollado, porque tienen confianza en la certidumbre y fiabilidad de la
programación. Un nuevo modelo que se fundamenta en la vigencia de
estados de derecho, en la apertura e internacionalización de las economías y
en la liberación de los mercados, se ha puesto en marcha. Es cierto que
como herencia de la
situación anterior, los términos regionales de
intercambio se han recortado en los últimos años en 65.000 millones de
dólares, que han afectado a la población indígente; pero es cierto también
que las mejores condiciones de los mercados financieros latinoamericanos
frente a los mercados de los países industrializados, trajeron en 1992, US
60.000 millones de dólares y 65.000 millones más en 1993, que empiezan a
aplicarse a la cancelación del rezago social. Porque el estado y el sector
privado han comprendido que es urgente atender a la educación, a la salud
y al empleo, al combate contra la droga, a la conservación del medio
ambiente, para todo lo cual el propio Banco Mundial reconoce que en la
región se requieren inversiones del orden de los mil millones de dólares
cada semana. En esa Iberoamérica los gobernantes de habla española y
portugueses han fortalecido, en su IV Cumbre de Cartagena de Indias, los
mecanismos de la integración, a partir de la convergencia de los distintos
convenios como Mercosur, Grupo Andino, Grupo de los 3, Acuerdos
Centroamericanos y Nafta o TLC: una integración que contribuye a mejorar
la competitividad internacional a través de un regionalismo abierto, es decir
pensando globalmente pero actuando localmente. Y en todos los Convenios
existe la voluntad política, o sea el detonador que impulsó en México el
NAFTA y que, desde luego, implica riesgos y audacia: porque como decía
Juan Gallardo, en estas materias “el que no se moja que no se queje”.
XIV.- LA CARTA DE NAVEGACIÓN.
Esta Latinoamérica del Siglo XXI que amanece, nos ha visto y sentido
superando el vaivén nietzscheano del eterno retorno, en donde en cada
oportunidad -frente a cada deslumbramiento de algún académico brillante-,
volvíamos a recomenzar. Desde cuando optamos por cultivar la riqueza del
conocimiento -o el conocimiento como riqueza-, fue brotando
esa
personalidad que nos hizo sentirnos más nosotros mismos y al mismo tiempo
más ciudadanos del mundo global. Ha sido un bello proceso, este que nos
enseñó que la mejor manera de ser universales de verdad, es
latinoamericanos de verdad.
ser
Supimos, igualmente, integrarnos hacia adentro en cada uno de
nuestros países, haciendo de la política una ética, sintiéndonos comunidad
nacional y palpando la contradicción que había en el propósito de la
integración a partir de naciones individualmente dispersas. La diversidad es
nuestra riqueza. Lo supimos ahora: descubrimos que integrarse es aceptar la
diversidad de regiones, de expectativas, de ilusiones; construír con esa
diversidad una carta de navegación cuya bitácora dé cuenta de las
prioridades y de los logros.
Supimos dominar para ello al mercado y al estado: al mercado,
tuvimos que domeñarlo extirpándole una tendencia cultural de siglos que lo
había habituado a ser el gran desintegrador y hemos conseguido encauzarlo
en la doble orilla de la democracia y de la libertad. Al estado, logramos
convertirlo en el administrador del proyecto de la sociedad anhelada y en el
promotor del bien común, al tiempo que lo llevamos a ocupar el lugar que le
correspondía, a fin de que dejara ya de distorsionar la historia para que
pudieran reconocer ambos -mercado y estado- que las fuerzas dinamizadoras
son la sociedad civil, la comunidad organizada, la descentralización. Por eso,
el cumplimiento del sueño descentralista y municipalista del ayer, en su
progresión, fue enseñando que la única ideología fructificante es aquella que
parte del enriquecimiento espiritual del ser humano y de la exaltación de la
vida comunitaria.
XV.-CREAR RIQUEZA.
Pues bien, vengo desde una América Latina que entendió a tiempo la
importancia de dar un nuevo manejo al poder; que éste no podía seguir
siendo mecanismo de ineficiencia sino que había de transformarse en
herramienta al servicio de la cooperación solidaria, de la modernización, del
desarrollo con equidad.
Desde entonces la política es diferente: empieza a haber conciencia
ética para que no sea antro de corrupción ni de engaño, sino ámbito donde
toda esperanza justa se pone en movimiento hacia su destinatario, la
comunidad. La política vuelve a ser -con excepciones que estamos
corrigiendo-, la paideia de los griegos, mediante la cual la felicidad en la
polis la alcanzaban los ciudadanos con el acatamiento de la ley, al punto de
que Sócrates, condenado por una decisión injusta, a beber la cicuta, se negó
a huír solo porque su condena la había proferido un juez. Pues bien, he
podido advertir cómo el sindicato cumple su tarea con tanta alegría y
satisfacción como el gerente, el financista y el empresario cumplen la suya,
entendiendo que las empresas hoy en día tienden a ser organizaciones del
conocimiento con capacidad de diálogo interno para estar, asímismo, en
capacidad de dialogar con su público. De ese modo llegarán a ser lo que la
revista “Fortune” advierte al empresario moderno: “Olvide sus viejas y
trilladas ideas acerca del liderazgo: la empresa de mayor éxito en la década
del 90 será algo llamado organización inteligente”. Pero según Peter Senge
en su ya famosa obra “La quinta disciplina”, nunca se llega a la excelencia,
se debe estar siempre insatisfechos en tanto que gestores empresariales,
jamás tranquilos con el aprendizaje acumulado, sino en disposición de nuevos
conocimientos, de nuevas actitudes en procura de la excelencia. Así lo hacen
también el trabajador de la cultura y el científico. La iniciativa particular
aumenta en creatividad y ayuda a superar la pobreza, al tiempo que ha
permitido insertarnos en el mundo, exportando pero con conocimiento
agregado: y ha sido eficaz en reducir las diferencias de productividad entre
los distintos grupos sociales y las regiones, desarrrollando altos niveles de
calidad de vida vinculados a la preservación del ambiente.
Todo ello porque estamos alcanzando la sabiduría de entender que es
preciso crear riqueza para superar la miseria y no para agrandar la brecha
que separa a los ricos de los pobres.
Pero el gran secreto consiste
en que en esa América Latina
aprendimos de utopía, perseverancia, disciplina y capacidad para superar las
dificultades; comprendimos que la redistribución social es una de las mejores
formas de seguridad y de paz. Que la equidad es un imperativo ético de la
economía y que la mejor manera de integrarse al mundo es superando las
tensiones sociales que, de no ser así, harían de esa integración una fase
vergonzosa de nueva dependencia.
XVI. LA DIMENSION DE LOS SUEÑOS.
Esa es la Latinoamérica que he soñado y a la cual tengo el privilegio de
servir desde este hoy futurista que nos congrega en Guayaquil, con
latinoamericanos y, entre ellos, con líderes ecuatorianos y, en concreto, de
Guayaquil.
He regresado -y quiero ratificarlo aquí-, con la convicción de que si
bien el crecimiento económico es importante, poco se avanza si no somos
audazmente generosos, audazmente constantes; y si no hacemos del futuro
un ejercicio de humanidad. Es una invitación a proseguir ascendentemente
con la Latinoamérica que se asoma al siglo XXI. He ido un poco más allá,
tratando de llegar a los sueños de Clarke en el 2019; y he podido apreciar
cómo los jóvenes empresarios que hoy me escuchan, han logrado, luego de
años de inteligencia y de esfuerzo, responder con realidades a esos sueños.
Que son las mismas ensoñaciones del Club de Roma y de los autores,
en MIT, de “Los Límites del crecimiento” y “Más allá de los límites”, cuando
previenen a la humanidad sobre el desastre que la espera si no modifica sus
comportamientos frente a los ecosistemas y si no pone la solidaridad como
timón de sus pasos venideros, fortaleciendo la institución de la familia, que
es el manantial de donde fluye la consolidación del futuro.
XVII. SEÑAS DE ETERNIDAD.
Señores empresarios del Ecuador:
Es un privilegio estar convocado a pensar en conjunto con Ustedes. El
filósofo francés Henri Bergson sostenía que ningún pensamiento es válido si
no alcanza la dimensión de los sueños, pues cuando la razón termina en la
razón, se muerde su propia cola y se devora generando el racionalismo. Y
Goethe afirmaba que la poesía es la cúspide de la realidad, por más
ensoñación que se le crea. Al mismo tiempo, es una anticipación, es el
pasado que llega según los pensadores suffis de que hablábamos antes.
Están Ustedes desafiados por una realidad que deben transmutar y
humanizar, ya no tan sólo en la palabra sino en los hechos. En Ustedes se
cumple aquello de que el futuro es el pasado que arriba, con vestiduras
nuevas. Casandra ha sido exorcizada después de que Apolo le arrebatara la
adivinación profética que le había otorgado. Ella nos dice que por ser verdad
que en el futuro pasaremos lo que nos queda de nuestras vidas, a él
debemos dedicarnos, convencidos de que es preciso hacer de la tarea de los
seres humanos no el simple y limitado arte de lo posible, sino el elan vital de
que hablara Bergson: el exigente oficio de convertir en posible lo deseable.
Hemos de aceptar con inteligencia, audacia y presteza, el reto de la
historia. Hay dos formas de encarar ese desafío: si se acepta como si fuera el
“destino” se cumplirá a partir de las amarras de un fatum inexorable; si se
elabora desde la perspectiva del deseo, debemos hacernos a la tarea de ser
creadores infatigables, sin séptimo día, porque es necesario construír a diario
para hacerlo en plenitud: en el porvenir no habita la incertidumbre, él es el
reino de la certeza y la esperanza. Ustedes portan esa luz de futuro como
quien lleva una linterna que con su haz luminoso señala lo que es preciso
recorrer, el escenario para encontrarse con el destino. A encararlo y realizarlo
a fin de ingresar a la plenitud de una existencia que entonces estará llena de
historia.
He dicho al comienzo de este ejercicio de soñar y de desear, que “el
porvenir es el pasado que llega”. Es preciso, entonces, comenzar desde
ahora a asumir las iniciativas que conviertan ese futuro, que empieza a cada
instante, en una re-creación de la que somos pequeños dioses.
Estamos asomándonos al siglo XXI con su carga de incertidumbres y
esperanzas. ¿Cuál será el liderazgo de América Latina? La misma pregunta la
formulamos al comienzo de esta disertación. La respuesta es igual a la que
entonces dimos: ese protagonismo será el que los dirigentes latinoamericanos
quieran que sea. Es fácil otear nuevas oportunidades, si al cambio de época
se le añade la nueva mentalidad de los protagonistas. Los participantes en
esta V Asamblea Anual de Accionistas, funcionarios e invitados de Conticorp
sabemos que si no hacemos ya lo imposible, mañana tendremos que padecer
lo insoportable. Para que eso no ocurra han sido convocados, aquí y ahora
quienes, desde el manantial de los sueños, son capaces de soñar con audacia
las nuevas alegrías de esa América Latina del quinto sol que cantaron los
Nahuatls. Y que es el mismo sol de la esperanza, alentada por quienes los
han convocado a esas nuevas utopías posibles.
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