HOMO EROTICUS Desde la historia de la antiquísima Grecia representada por Platón y sus celebres “Diálogos”: (1) Simposio (Banquete) o de la Erótica, y (2) Fredo o del Amor, se ha reflexionado acerca de lo fundamental que es para la vida del hombre la di mensión sentimental y afectiva. El amor a pesar de su dimensión objetiva -subjetiva no ha salido de la simbología y mitología en que lo han enclaustrado casi todas las culturas. Entre los griegos fue ERO, hijo de Afrodita, el dios que guiaba y definía las relaciones amorosas de las personas; para los romanos fue Cupido. Estos dos mitos han influido en la concepción conceptual del amor, entendido como algo más que una actitud natural: una disposición engendrada en el destino y felicidad de los hombres por la voluntad de los dioses. De ahí que los actos de reflejar el amor se hayan instaurado en un orden metafísico antes que en modos concretos. Se señala como rasgos del amor: la amistad, la benevolencia, la solidaridad, la reciprocidad, la ternura o la pasió n. El amor en su sentido mutual ha sido esquivo a cualquier teoría pues ésta debe encarar el desciframiento de la libidinalidad humana, el impulso inconsciente de la pasión, el deseo sexual y el biorritmo. Poco resiste un análisis científico -experimental la vida afectiva del genero humano. Ella es distinta en cada persona, época y sociedad. El desarrollo emocional y los estados anímicos como los haces de impulsos sensibles de atracción entre las personas están motivados por una libertad constreñida por ley es, costumbres y etnologías. Pero de todos modos el amor es energía que se irradia por el entorno que nos circunda y extensionalemente no solamente vivencia a las personas sino también a estas con las cosas y las actividades. El amor, según la concepción idealista expuesta por Platón. Se justifica cuando tiene como objetivo la búsqueda de la armonía entre lo bello y lo bueno. En el Banquete o de la Erótica, Platón, plantea que el amor es la “unión de contrarios”, de donde se derivan todas las inspiracion es artísticas y sentimentales. Para Goethe, el amor es un principio de afinidad electiva, principio universal de los seres humanos, que no es reductible a la lógica o a la ciencia. De ahí por qué a la luz de la gramática lógica, resulte esta no idónea para el discurso del amor, por ello es corriente la expresión: “Mi amor por ti es tan grande que no tengo palabras con que decírtelo”, se debe, pues, a que el amor es sentimiento y no razón. El francés MICHELET en su obra SOBRE EL AMOR (L’Amour) pretende elaborar una apología dignificante de este como la pasión más recóndita del hombre. Schopenhauer en su texto METAFÍSICA DEL AMOR se preocupo por sustentar hipótesis de naturaleza sicológica para poder entender las instancias del amor. Mantengazza escribió n umerosos ensayos titulados: 1) Fisiología del amor; 2) Higiene del amor; y 3) Etnología del amor. Todos sobre un visión sobre la cultura y el funcionamiento del amor antes que como una situación sicológica. El hombre impulsado por su sentido de sociabilid ad tiende a colectivizarse, pero no de cualquier manera sino de un modo selectivo y electivo. Se decide a amar solo a quines asiste una energía igual. Sin embargo en la presente época cuando todo se compra y todo se vende, cuando con todo se comercia, el universo de la vida afectiva ha sido capturado por la sociedad comunista, allí podemos encontrar la razón de porque hoy asistimos al bazar del amor hecho mercancía (me refiero a la celebración del día del amor y la amistad).