NOTA CENTRAL . el Uruguay de los próximos años . deberes ineludibles La economía uruguaya viene mostrando un crecimiento económico que no tiene antecedentes en la historia de los últimos 50 años. Ese crecimiento vino de la mano de una marcada reducción de la pobreza, de una fuerte expansión del empleo y de una mejora en la distribución del ingreso. El Uruguay se ha convertido en un país atractivo para la inversión y “está en el radar de los inversores extranjeros”. Sin embargo, en la consultora Deloitte, el socio Pablo Rosselli y las economistas Tamara Schandy y Florencia Carriquiry sostienen que serán necesarios ajustes en las políticas macroeconómicas y nuevas reformas estructurales para asegurar la sostenibilidad en el tiempo de este proceso de crecimiento. Señalan que han aparecido varias “luces amarillas” y que se advierte “cierto riesgo de la automplacencia” en relación a la coyuntura actual de Uruguay. La expresión alude al libro “Esta vez es diferente – Ocho siglos de necedad financiera”, que analiza la historia económica y concluye que las crisis suelen estar precedidas por períodos de autocomplacencia, en los que por subestimar los alertas no se implementan correcciones a tiempo y se desemboca en crisis más profundas de las esperables. Para las economistas Schandy y Carriquiry, en Uruguay es ineludible recuperar la consistencia entre las políticas monetaria, fiscal y salarial para revertir las presiones de inflación sin mayor costo de competitividad y de actividad económica. El libro “Esta vez es diferente –Ocho siglos de necedad financiera”, de los economistas Carmen Reinhart y Kenneth S. Rogoff, demuestra que generalmente las crisis son precedidas por períodos en los cuales se tiende a pensar que “ahora es diferente”. “Uno está tan entusiasmado por lo que está haciendo, por los cambios que están ocurriendo, que tiende a NOTA CENTRAL . 16 . EMPRESARIAL pensar que los alertas que importaban mucho en el pasado, esta vez no importan, se van subestimando, lo que a la postre conduce a que los ajustes se posterguen y luego se termina con dificultades innecesarias”, dice Schandy. . algunas luces amarillas “En los últimos diez años Uruguay creció a una tasa formidable, cercana al 6% anual, y ese crecimiento vino de la mano de una reducción sustancial de la pobreza y de una menor desigualdad. Pero para alcanzar ese resultado, según nuestros cálculos tuvimos 2 puntos enteros de crecimiento del PIB por año que se explicaron por incorporación al mercado laboral de gente que no tenía empleo. Entre 2002 y 2012 hubo 360 mil personas más trabajando, lo que puso un plus al crecimiento del PIB. Pero ahora estamos en pleno empleo, o sea que a través de la creación de nuevos puestos de trabajo el PIB no podrá crecer mucho más: el crecimiento económico futuro deberá venir principalmente de la inversión (que también ha alcanzado niveles récord) y fundamentalmente de mejoras de productividad. Y para que eso ocurra serán necesarios cambios y reformas estructurales”. Para Carriquiry, “Uruguay puede plantearse continuar creciendo a una tasa importante, del orden de 3,5% anual, pero para eso hay varios desafíos por delante. Hay que trabajar para lograr mayores ganancias de productividad. Es necesario logar una mayor eficiencia y eficacia en el gasto público, siendo la educación una prioridad obvia. Es necesario lograr una mejor inserción internacional de nuestro país, porque Uruguay no puede irse del Mercosur pero el Mercosur no tiene vocación de crecer exportando al mundo. Es necesaria también una mejora sustancial de las relaciones laborales para logar una mayor polivalencia en el trabajo y para construir un ámbito de cooperación entre empresas y sindicatos que hoy es limitado”. Además de un empuje con nuevas reformas, “son necesarios ajustes en las políticas macroeconómicas para restablecer algunos equilibrios que se han ido perdiendo o al menos debilitando”. “Con este nivel de competitividad, con estos niveles de inflación, si el ajuste no viene promovido por un cambio de las políticas hacia una mayor consistencia, si no decidimos hacerlo en forma ordenada, el cambio vendrá por la propia realidad. Y en ese caso tendremos efectos adversos en los niveles de empleo y en la actividad económica”, indica Schandy. “No podemos desconocer que desindexar los salarios de la inflación pasada y moderar el gasto público supondría crecer algo menos en el corto plazo, pero sentaría bases para un crecimiento más sostenido hacia adelante. Eso sería un aterrizaje suave, coordinado y planificado. Los aterrizajes forzosos ocurren cuando no se toman las medidas a tiempo”. . cómo llegamos hasta acá Uruguay vivió en los últimos diez años un período de crecimiento extraordinario por diversos factores. En primer lugar, hubo un contexto internacional muy favorable para una economía de nuestras características por la fortaleza de los precios de las materias primas, pero además nos beneficiamos por condiciones de financiamiento externo muy positivas para todos los países emergentes y por un clima de expectativas y de mercado muy entusiasta hacia los países emergentes. “Pero más allá del contexto externo favorable, que impactó en toda la región, Uruguay también ha estado cosechando los frutos de numerosas reformas realizadas en las décadas del 80, del 90 y en la primera década de este siglo, que de alguna forma se combinaron con ese contexto internacional tan positivo. Es difícil enumerar en poco rato todas las reformas realizadas en esos 30 años pero la liberalización de los mercados agropecuarios en los años 90, la introducción de competencia en las comunicaciones, la apertura de la inversión privada para algunas infraestructuras como los puertos, fueron hitos relevantes. En forma más reciente, el país logró una adecuada estabilización macroeconómica, y estableció incentivos muy fuertes a la inversión. Además, se fue consolidando una visión de estabilidad institucional y de un marco adecuado para NOTA CENTRAL . 17 . EMPRESARIAL Lo otro que fue muy benévolo para Uruguay en los últimos años y que parece que empieza a cambiar es el precio en las materias primas. los negocios, pese a que se advierte en los últimos tiempos un deterioro de ese clima de negocios según las encuestas de expectativas empresariales que se realizan en el país. En ese contexto, Uruguay está registrando niveles récord de inversión, de 23% del PIB, y está recibiendo flujos de inversión extranjera directa (IED)por montos sin antecedentes en nuestra historia”, explica Carriquiry. “Detrás de Chile, Uruguay es el segundo país receptor de IED en América Latina si se mide la inversión en relación al tamaño de la economía”, apunta Schandy. “Todos eso plantea un cambio estructural en nuestro país; se han desarrollado enormemente los agronegocios, los servicios logísticos conexos a estos y los asociados también al comercio regional, el sector turístico continuó expandiéndose, el país está desarrollando también una oferta importante de servicios de exportación hacia afuera de la región que se apoyan en gran medida en las zonas francas. Entonces, si nos preguntan cuáles son las tasas de crecimiento que vemos como sostenibles a largo plazo, no deberíamos volver al pobre 2% que tuvo Uruguay a lo largo de los últimos 100 años, porque esas reformas y eso cambios ya ocurrieron y abren una perspectiva de largo plazo mucho más favorable. Sin embargo, para sacar provecho de esa oportunidad de ingresar en una senda de desarrollo del país es imprescindible reconocer que estamos viendo un cambio de contexto internacional, que no nos amenaza con una crisis como la de 2002 pero que sí plantea unos cuantos desafíos. Y a esos desafíos debe responder la política económica” dice Schandy. Si miramos al mundo, hay señales de cambio en dos vectores, el financiamiento y el precio de las materias primas. Se visualiza una recuperación de las condiciones monetarias de Estados Unidos, que no será brusco, y si bien la tasa de interés de los Fed Funds en Estados Unidos todavía no se movió y no se moverá hasta 2015, el hecho de que se avizore ese cambio ha llevado a que reaccionen los mercados. Las tasas de largo plazo, las notas a diez años, que habían estado por debajo del 2% a mediados de 2013, hoy están más cerca de 3%. “Tasas más altas fomentan cambios de portafolio y menos dinero a los países emergentes, o sea que algunas inversiones empiezan a retornar a los países centrales”, indica Schandy. A su vez está cambiando la visión que tienen los mercados del mundo emergente. Muchos de estos países, Uruguay entre ellos, aunque no encabezando la tabla, durante estos años crecimos mucho con algunos desequilibrios que fueron inicialmente pequeños pero que se han ido profundizando como son cuentas corrientes y cuentas públicas deficitarias. “El mundo no es que no veía esos desequilibrios fiscales y en las cuentas corrientes, los veía, pero cuando uno tiene financiamiento tan barato, de alguna forma encuentra la manera de afrontar ese gasto. Cuando se empieza a ver que el financiamiento será más caro y más escaso cada año, el mundo pasó a mirar con escepticismo a algunos de estos países. Pasamos de la euforia por los BRICS a una desilusión, con esta definición que se acuñó en la prensa de ‘los cinco frágiles’, en referencia a Brasil, India Indonesia, Turquía y Sudáfrica, grupo que incluye a tres de los BRICS. Esos cinco países tienen una relevancia importante para los mercados internacionales por su tamaño y tienen desequilibrios fiscales y en cuenta corriente que indican que si se reducen y encarecen las fuentes de financiamiento, tendrán que procesar un ajuste del gasto interno importante”, señala. Lo otro que fue muy benévolo para Uruguay en los últimos años y que parece que empieza a cambiar es el precio en las materias primas. “En los últimos años Uruguay podía absorber NOTA CENTRAL . 18 . EMPRESARIAL incrementos de costos internos de forma fácil porque los precios de exportación crecían aceleradamente. Pero desde hace ya dos años los precios de exportación más relevantes para Uruguay han dejado de crecer (aunque se mantienen en niveles altos) y el riesgo para adelante es que haya algún ajuste bajista porque el mundo emergente crece menos. China, que es el gran motor de la demanda de alimentos ya no crece al 10% sino al 7,5% anual. Sigue siendo un crecimiento fuerte pero que pone mucho menos presión en los mercados de commodities. A la vez, como el dólar comienza a fortalecerse, el costo de producir esas materias primas medido en dólares, presumiblemente, va a tener algún ajuste a la baja”, sostiene Carriquiry. . vecinos complicados Al tiempo que el contexto internacional empieza a mostrar un panorama menos favorable, “tenemos dos vecinos que plantean realidades complicadas, y si bien son vecinos que no nos afectan tanto como antes, igual continúan siendo relevantes para Uruguay”, añade. Brasil está creciendo muy poco, ha agotado los espacios para estimular la economía mediante política fiscal, ha sufrido un deterioro de las cuentas públicas, tiene déficit en cuenta corriente, “todo lo que hace un combo complicado, gasta más de lo que produce, sus importaciones de bienes y servicios superan lo que son sus exportaciones. Brasil sufrió intensamente la pérdida de competitividad en particular con la industria china, y lo sufrió mucho más que Uruguay o Argentina por ser mucho más industrializado”, explica Tamara Schandy. Con esa conjunción de elementos, Brasil necesita ser más competitivo, necesita una moneda más depreciada. “Como estamos en un mundo de flotación y no de cambio administrado, no hay hitos de devaluación como en otros tiempos pero Brasil de hecho viene devaluando: en 2011 llegó a tener un tipo de cambio de 1,60 reales por dólar y hoy está en torno de 2,3 reales”. Argentina es un caso aparte, no está en la lista de “los frágiles cinco” porque “juega en otra liga”, indican las analistas de Deloitte. “Argentina viene acumulando desequilibrios macro muy significativos desde hace tiempo. Los economistas lo advertimos hace mucho y cada tanto tiempo nos sorprende con algún ‘as que guardaba bajo la manga’ que le permite seguir tirando, pero cada vez tiene menos ‘ases bajo la manga’. El gasto público argentino ha A nuestro juicio es imprescindible recuperar la consistencia entre la política monetaria, la política fiscal y la política salarial. crecido en forma insostenible, está en más de 40 puntos del PIB. Si uno mira la historia argentina de los últimos 60 años, el gasto público hoy está en por lo menos 10 puntos del PIB por encima de cualquier otro pico cíclico. Eso da la pauta de la magnitud del ajuste que Argentina tiene por delante”. A su vez, el gasto público en Argentina no tiene fuentes genuinas de financiamiento, con recaudación impositiva habitual. En los últimos años ha recurrido crecientemente a las reservas del Banco Central y a otros recursos, como cuando estatizó los fondos previsionales, pero esos recursos no son permanentes; están recurriendo a ingresos que no son sostenibles. El desequilibrio fiscal que Argentina tiene el desafío de cubrir es hoy de 6% del PIB, lo que no puede cubrirse con deuda porque el país no tiene acceso a los mercados de capitales, por lo que la otra alternativa es la emisión del Banco Central, monetizando el déficit, “pero estamos hablando de magnitudes de emisión enormes para lo que es la base monetaria, por eso los analistas advertimos sobre el riesgo de que la inflación se acelere a mediano plazo pese a que el gobierno está tomando algunas medidas en la dirección correcta (estableciendo tasas de interés más altas, ajustando tarifas y buscando un acercamiento al FMI y otros organismos externos, a quien precisará pedirle dinero si el gobierno desea estabilizar la economía)”. . fortalezas de Uruguay “Nos importa advertir que pese a las dificultades que vemos en Argentina y a los desafíos que plantea el contexto internacional y el bajo crecimiento de Brasil, no deberíamos imaginar una crisis al estilo 2001-2002 en Uruguay porque la génesis de los problemas es completamente diferente y porque Uruguay tiene muchas fortalezas hoy que no tenía en aquel entonces”, observa Florencia Carriquiry. A pesar de todas estas alertas, enfatizan las analistas, nada es comparable con la crisis del 2002. “Una de esas diferencias, primera y obvia, es que el sistema financiero de Uruguay es completamente distinto. Hoy al sistema financiero lo podemos mirar con total tranquilidad, los bancos tienen mucho menos exposición a depósitos de no residentes y cuentan con una situación de liquidez abundante. El crédito total al sector privado se NOTA CENTRAL . 20 . EMPRESARIAL déficit fiscal después del pago de intereses claramente por encima de 3% del PIB. Es un desequilibrio que no plantea una amenaza o un problema de financiamiento a corto plazo pero luce claramente elevado si tenemos en cuenta que ese déficit se observa después de un período de crecimiento económico que no tiene antecedentes en los últimos 50 años”, dice Schandy. encuentra en valores bajos en relación al PIB y el crédito a las familias es casi en su totalidad en pesos, en contraposición al endeudamiento en dólares que teníamos en los años 90. Por lo tanto, es muy poco probable que veamos una crisis de sobre endeudamiento como tuvimos en 2002.”, sostiene Schandy. Las analistas también destacan la relativa flotación cambiaria, “que permite que el tipo de cambio funcione como un ‘buffer’ ante shocks externos. Uruguay acumuló muchas reservas, hizo una gestión de deuda que permitió reducirla en relación al PIB, desdolarizarla en montos importantes y también extendió mucho los plazos. El vencimiento promedio de la deuda del gobierno es de casi 11 años, lo que deja a Uruguay en una situación en la que no necesitará salir a emitir deuda en momentos de estrés en los mercados”. . debilidades Uruguay tiene muchas fortalezas en relación a épocas pasadas pero en los últimos dos o tres años se ha visto un deterioro en varios frentes. “La inflación en más de 9% anual no obedece a factores circunstanciales y de rápida reversión. Por el contrario, las presiones inflacionarias lucen muy persistentes y son un síntoma de desequilibrios que hay en el conjunto de la economía y a nuestro juicio responde en última instancia a que en los últimos años hemos estado conviviendo con objetivos de las políticas económicas (monetaria, fiscal y salarial) que no son consistentes entre sí”, sostiene Carriquiry. “A la vez tenemos una cuenta corriente en la balanza de pagos –lo que exportamos menos lo que importamos– que se ha tornado cada vez más deficitaria. En 2013 el déficit de cuenta corriente alcanzó a 5,6% del PIB. Eso quiere decir que Uruguay está gastando más de lo que produce. Hemos parado de crecer en muchos rubros de exportación, hemos tenidos dificultades en exportar servicios, pero también hemos tenido importaciones que crecieron muchísimo, creció la importación de bienes de capital porque el país está invirtiendo mucho y todos los megaproyectos significan volúmenes de inversión de maquinaria y equipos enormes, pero también crecieron las importaciones de consumo, de insumos intermedios”, explica. “Entonces esto es un reflejo de que Uruguay hoy tiene un patrón demasiado sesgado hacia la demanda interna. Es cierto que la economía sigue creciendo pero lo hace a un ritmo que se viene moderando y lo hace sobre todo en base al impulso de la demanda doméstica. Para sostener el crecimiento a largo plazo es necesario que recuperemos un crecimiento más balanceado como el que tuvimos hasta hace un par de años, cuando crecían en forma pareja el motor interno y externo”. “Buena parte del sector exportador está sufriendo una perdida de competitividad que Por otra parte, “Uruguay tuvo durante varios años un superávit primario –ingresos fiscales menos gasto público, sin contar intereses– importante pero luego fue cayendo y hoy tenemos un resultado primario prácticamente nulo. En 2014 tendremos con seguridad un NOTA CENTRAL . 21 . EMPRESARIAL se viene acumulando desde hace un tiempo relativamente largo. Uruguay está caro frente a todas las referencias relevantes. Está caro frente a Europa y Estados Unidos; hemos quedado caros frente a Argentina (sobre todo en relación al dólar blue, que es la referencia más relevante para el turismo, para la actividad comercial, para la construcción y para algunos servicios logísticos). Y también estamos caros frente a Brasil. Nuestra competitividad con Brasil está entre un 20% y un 25% por debajo de la media histórica. La principal causa de la pérdida de competitividad de este último tiempo tiene que ver con la restricción que significa la inflación para procesar subas del dólar más fuertes”, sostiene la economista Schandy. “Desde 2005 hasta 2011 o 2012 Uruguay se encarecía en dólares pero al mismo tiempo subían nuestros precios de exportación y se encarecía también la región. Era un fenómeno global de debilidad del dólar. Pero eso comenzó a cambiar y Uruguay perdió pie frente a Brasil, que a mediano plazo es una referencia ineludible. Y en buena medida perdimos pie por factores domésticos: por la suba de los salarios, por el incremento de nuestros costos internos”. La inflación en Uruguay es la principal preocupación de corto plazo y la principal restricción para la política económica porque hay que evitar por todos los medios que supere el 10%. “El 10% es el ancla de las expectativas que va quedando, luego de muchos años de incumplimiento sistemático del objetivo fijado por el gobierno. Cuando las expectativas de inflación se incrementan, es mucho más costoso después bajar la inflación”, dice Schandy. “Para bajar la inflación es necesario que el Banco Central mantenga la tónica restrictiva de la política monetaria que implementó a partir de mediados de 2013. Pero la política monetaria se ha quedado sola en el combate a la inflación. A nuestro juicio es imprescindible recuperar la consistencia entre la política monetaria, la política fiscal y la política salarial. Sin una moderación del gasto público (que debería frenarse en términos reales en los próximos años) y sin una moderación de los ajustes salariales, es difícil que la inflación baje mucho. O si lo hace, será a expensas de mantener por mucho tiempo una política monetaria de altas tasas de interés, que inducirá un mayor rezago de competitividad, con riesgos sobre el nivel de actividad y el nivel de empleo”. “La política salarial plantea dos dificultades en relación a la inflación. Por un lado, los incrementos de salarios reales están siendo altos frente a las mejoras de productividad que pueden lograr muchas empresas. Eso pone por lo tanto una presión de costos que se suma a las presiones que provienen del crecimiento de la demanda interna. Por otro lado, los salarios han quedado indexados a la inflación pasada. Entonces con niveles altos de inflación, los ajustes nominales también son altos”, dice Carriquiry. “Entonces, para atacar la inflación sin comprometer más los niveles de competitividad es necesario recuperar la consistencia entre las políticas macroeconómicas, con un freno del gasto público y una moderación de los salarios que debe lograrse a través de una desindexación parcial y progresiva de los ajustes salariales. Eso no ocurrirá en un año electoral. Serán tareas del próximo gobierno”. NOTA CENTRAL . 22 . EMPRESARIAL