Formación Continua: Vitalidad para la Empresa y para la Sociedad

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Formación Continua: Vitalidad para la Empresa y para
la Sociedad
Por: Santiango Castro- Profesor de la Escuela de Empresas USFQ. Consultor empresarial. Magíster en Desarrollo de la
Inteligencia, Coach Certificado y Licenciado en Comercio Internacional.
La pregunta sobre qué objetivo quiere conseguir la formación continua exige una determinación
de contexto de acción, así como un fondo en el que se relacionen empresa y sociedad. Sin ese
contexto y sin ese fondo la formación continua, como todo proceso educativo, corre el riesgo de
convertirse en un simple conjunto de acciones que conducen al desarrollo de determinadas
competencias para aportar al logro de la efectividad individual y organizacional. Lo anterior sería
condenar a la formación continua a una suerte de producción en serie de seres ya no humanos
sino empresariales que procuran como finalidad última la generación de utilidades empresariales
a toda costa y el progreso económico individualista.
Además, la circunstancia económica nacional y mundial actual obliga a una profunda e ineludible
reflexión sobre el sistema educativo y, como consecuencia, a quienes nos corresponde, sobre los
procesos de formación continua. Esta reflexión conduce a plantear la necesidad de tomar con
mayor responsabilidad los procesos educativos por parte de todos los actores; en cuanto a la
formación continua, a universidades, profesores, empresarios y trabajadores. Al decir mayor
responsabilidad, conviene pensar tanto en la relación entre medios y fines, como en lo esencial
del proceso. Un primer paso debería ser definir la importancia y el espacio de la formación
continua en la vida del país y en el desarrollo de la persona.
Importancia y espacio de la formación continua
Hoy más que nunca podemos afirmar que la educación, en ninguna de las etapas formales,
puede ser considerada como concluida o acabada. El estudiante de primaria sigue a secundaria,
el estudiante de secundaria va hacia la universidad, el graduado de tercer nivel piensa en su
postgrado, el postgraduado piensa en agregar otra rama del saber a su desarrollo académico o,
en el mejor de los casos, en el postdoctorado. Si por algún motivo, tanto los que continuaron ese
proceso como quienes no lo hicieron se encontrarán, lo quieran o no, en el mundo de la empresa
y se verán una vez más involucrados en procesos educativos empresariales conocidos como
formación continua. Se puede afirmar, entonces, que la formación continua es una actividad
ineluctable para las personas relacionadas con el mundo laboral.
Entre los objetivos más críticos que procura la formación continua para las empresas se pueden
mencionar:
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Actualización de conocimientos y competencias en general.
Inducciones y re-inducciones del personal.
Renovación actitudinal y fortalecimiento de valores.
Fortalecimiento o adquisición de habilidades y competencias
La formación continua, como todo proceso de aprendizaje, debe propiciar cambios y su
importancia para la sociedad radica precisamente en los cambios que genere este proceso
educativo empresarial. La pregunta que surge inmediatamente de esto es: ¿Qué cambios debe
generar la formación continua al interior de una sociedad?
Sociedad y formación continua
Los cambios que genere la formación continua deberán, de manera inevitable, estar relacionados
con los cambios necesarios al interior de la sociedad donde se ubiquen las empresas. Si bien esta
afirmación parecería algo obvia, resulta que conduce a una de las preguntas más importantes, no
solamente para la formación continua, sino para todo el sistema educativo y para la sociedad en
su conjunto. Al formular la pregunta para la formación continua, se podría cuestionar: ¿Qué
cambios debe generar la formación continua en la empresa? Tal vez las respuestas más
importantes giren en torno a la productividad y eficiencia empresarial. Sin embargo, conviene
preguntar también: ¿Qué cambios debe generar la formación continua en las personas? En este
caso, las respuestas podrían relacionarse con la experticia y el dominio de competencias. En
busca de coherencia, se debería también preguntar: ¿Qué cambios debe propiciar la formación
continua para la sociedad? Las posibles respuestas podrían decir generar riqueza y plazas de
trabajo.
Sin embargo, la productividad, la experticia y la riqueza en un entorno de competencia no
propician, necesariamente, la construcción de una sociedad sino eventualmente a la destrucción
de la misma. Como reiteradamente lo ha declarado el científico chileno Humberto Maturana, la
competencia no es el elemento que procure el desarrollo pues está basado no solo en la exclusión
del otro sino en su anulación y, socialmente, es pernicioso que el triunfo del ser humano se base
en la derrota del otro. Solamente el reconocimiento y el respeto propio conducen al
reconocimiento y el respeto del otro y estas coordinaciones consensuales conducen a la
construcción de sociedades saludables.
Errores comunes en formación continua
Algunos de los errores más comunes al momento de enfrentar las acciones de formación
empresarial pueden ser:
 ¿El tema elegido atiende a una necesidad o problemática específica de la
empresa?
 ¿El tema aporta a la integración de los colaboradores participantes?
 ¿El tema tratado conduce al seguimiento de acciones posteriores a la formación o
de compromisos?
 ¿El tema elegido tiene aplicación práctica o responde al esnobismo de temas de
capacitación empresarial?
 ¿Se debe suspender la formación en épocas de crisis?
Si bien esta preguntas ayudan a evitar que los temas de formación empresarial se tomen a la
ligera, no impiden que suceda en ocasiones lo que tratan de evitar estas preguntas; por ejemplo,
cuando una empresa contrata un proceso de formación empresarial controlando como única
variable el precio, contratar un tema que no responde a las requerimientos fundamentales del
personal o de la realidad de la empresa, contratar formación empresarial sin comprometer el
seguimiento de los responsables de área, contratar procesos de formación con temas muy
complejos que no atienden a las brechas fundamentales del funcionamiento de la empresa y,
finalmente, no contratar formación empresarial en busca ser más eficiente y, consecuentemente,
logrando todo lo contrario.
En este punto es muy valioso recordar que los círculos de calidad japoneses se iniciaron hace
más de cincuenta años como círculos de lectura que juntaban a varios trabajadores de distintas
áreas para la asignación de lecturas asumidas como útiles para la persona, la empresa y la
sociedad y que, al correr cierto tiempo, dichos círculos acumularon tal cantidad y calidad de
conocimiento y experiencia que pudieron funcionar como asesores transversales para toda la
empresa. En otras palabras, la formación continua puede y debe servir para una renovación
permanente de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que procuren la solución de
problemas de distinto orden para la persona, la empresa y la sociedad, más todavía en épocas de
crisis. Tal vez el único costo que no debería ser reducido en la empresa sea el de formación
continua ya que esta se convierte en el pasaporte de la empresa hacia el futuro.
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