FRAGMENTS D’ALGUNES OBRES DE JANE AUSTEN “És una veritat universalment coneguda que un home solter, en possessió d’una gran fortuna, cal que desitgi tenir muller.” (Orgull i prejudici, pàg. 11) “La reunión era bastante amplia, ya que incluía a otra familia, una familia muy decente y nada objetable de la comarca, a quienes los Cole tenían la suerte de contar entre sus conocidos, y la parte masculina de la familia del señor Cox, el abogado de Highbury. Las hembras, menos distinguidas, vendrían durante la velada, con las señoritas Bates, Fairfax y Smith; pero ya los de la cena eran demasiado numerosos para que hubiera un tema general de conversación, y mientras que se hablaba de política y del señor Elton, Emma pudo entregar decentemente toda su atención a las grats palabras de su vecino.” Emma, (pàg. 229) “- No baila usted, señor Elton? A lo cual su pronta respuesta fue: - De muy buena gana, seóra Weston, si quiere usted bailar conmigo. - ¡Yo! ¡Oh, no! Le buscaré mejor pareja que yo misma. Yo no bailo nada. - Si la señora Gilbert desea bailar –dijo él- tendré mucho gusto, ciertamente, pues, aunque empiezo a sentirme un viejo cansado, y pienso que mis días de bailar se han acabado, me daría gran placer en cualquier momento emparejarme con una vieja amiga comola señora Gilbert. - La señora Gilbert no piensa bailar, pero hay una joven sin pareja a quien me gustaría mucho ver bailar, la señorita Smith. - ¡La señorita Smith! ¡Ah!, no me había fijado. Es usted muy amable...y si no fuera yo un viejo cansado...Pero mis días de bailar se han acabado, señora Weston. Me excusará. Cualquier otra cosa, me sentiría muy feliz de hacerla por su indicación...pero mis días de bailar se han acabado.” Emma (pp. 349-350) “- Resumiendo, señora -dijo la señora Musgrove con un susurro poderoso-: que aunque hubiéramos querido otra cosa, pensamos que no estaba bien seguir oponiéndonos; porque Charles Hayter estaba desesperado, y Henrietta andaba igual; así que hemos decidido que lo mejor es que se casen de una vez, y que se las arreglen como han hecho muchos antes que ellos. En definitiva, digo yo, es mejor que un largo noviazgo. - Esto es precisamente lo que yo iba a decir –exclamó la señora Croft-. Para mí es preferible que una joven pareja se establezca en seguida, aunque con pocos ingresos, y afronten alguna que otra dificultad, a mantener un largo noviazgo. Yo siempre he dicho que ningún… - ¡Ah, mi querida señora Croft! –exclamó la señora Musgrove, incapaz de dejarle terminar su discurso- no hay nada que deteste más en los jóvenes que un largo noviazgo.” Persuasión (pp. 254-255) “- Capitán Wentworth ¿qué camino lleva? ¿Se dirige a Gay-street o va más allá? - No sé –replicó el capitán Wentworth, cogido por sorpresa. - ¿Va hasta Belmont? ¿O cerca de Camden-Place? Porque si es así, no tendría reparo en pedirle que me sustituya, y dé el brazo a Anne hasta casa de su padre. Se encuentra bastante cansada esta mañana y no debe andar sola. Yo tengo que ir a hablar con ese hombre de la plaza del mercado. […] No puso objeción. Sólo mostró una correcta diligencia, una solícita disposición de cara al exterior; mientras refrenaba sonrisas y bailaba de gozo por dentro. […] siguieron el camino juntos, y no tardaron en decidir dirigirse al relativamente tranquilo y apartado paseo de grava, donde la posibilidad de conversar a sus anchas haría de esta hora una verdadera bendición, y la inmortalizaría con los más felices recuerdos que sus vidas futuras podrían concederse.” Persuasión (pp. 264-265) “La señora Dashwood sólo se sorprendió de verle al primer momento; pues su presencia en Barton era, para ella, lo más natural del mundo. Su alegría y expresiones de interés superaron con creces su asombro. Edward, recibió de ella el más afectuoso recibimiento; y la timidez, la frialdad y la reserva no pudieron ante semejante bienvenida. Hbían empezado a fallarle antes de que entrara en la casa, y sucumbieron completamente ante los cautivadores modales de la señora Dashwood. En realidad no era fácil que un hombre se enamorase de alguna de sus hijas sin incluirla a ella en su pasión; y Elinor tuvo la satisfacción de verle pronto volver a ser casi el Edward que conocía. Pareció revivir su afecto por todas, y la atención que dedicaba a su bienestar se hizo de nuevo visible. No estaba sin embargo muy animado; alabó la casa, admiró la vista, estuvo solícito y amable; pero, aun con todo, no estaba animado. Toda la familia lo advirtió, y la señora Dashwood, atribuyéndolo a alguna falta de liberalidad por parte de su madre, se sentó a la mesa indignada contra todos los padres egoístas.” Juicio y sentimiento (pàg. 118) “No hay palabras para describir el padecimiento de la señora Ferrars cuando Fanny se lo confesó. Mientras ella, con el más sincero amor, estaba planeando para su hijo una alianza de lo más deseable, ¡quién iba a imaginar que durante todo este tiempo él se hallaba secretamente comprometido con otra mujer! ¡Cómo iba a pasársele por la cabeza ni la sospecha de una cosa así! Y, si sospechaba alguna inclinación preconcebida en algún aspecto, no era desde luego en esa dirección.” Juicio y sentimiento (pàg. 325) “Las dos hermanas anduvieron a paso lento, como exigía la flojedad de Marianne en un ejercicio que no había vuelto a practicar desde que cayera enferma; y apenas se habían alejado lo suficiente para tener una vista completa de la colina –la imponente colina que we alzaba detrás de la casacuando Marianne, deteniéndose a contemplarla, dijo sin inquietud: - Ahí, justo ahí –señalando con la mano-, en aquel promontorio, fue donde caí; allí vi por primera vez a Willoughby. Su voz se apagó al pronunciar el nombre, pero poco más tarde, con nuevo aliento, dijo: - ¡Doy gracias porque veo que puedo contemplarlo sin demasiada tristeza! ¿Habremos de hablar de ello alguna vez, Elinor? –vaciló -. ¿O será mejor que no? Espero que aho ra pueda hacerlo como es debido.” Juicio y sentimiento (pàg. 422) “Hace unos treinta años, la señorita Maria Ward de Huntingdon, con sólo siete mil libras, tuvo la suerte de cautivar a sir Thomas Bertram de Mansfield Park, en el condado de Northampton, y elevarse con ello al rango de esposa de baronet, con todas las comodidades y consecuencias de una casa hermosa y una renta considerable. Todo Huntingdon proclamó la grandeza del partido, y su propio tío el abogado reconoció que le faltaban tres mil libras al menos para tener justo derecho a él. Tenía ella dos hermanas a las que beneficiar con su encubramiento; y los conocidos que juzgaban a la señorita Ward y la señorita Frances tan guapas como la señorita Maria, no vacilaron en predecirles una boda casi igual de ventajosa.” Mansfield Park (pàg. 7) “Fanny negó con la cabeza. -No puedo tener buen concepto del hombre que juega con los sentimientos de una mujer, y que ha hecho sufrir a menudo, quizá bastante más de lo que un espectador puede observar, -No le defiendo. Se lo dejo enteramente a su merced; y una vez que la haya instalado en Everingham, no me importará que le sermonee. Pero quiero decirle una cosa: que su defecto, el gustarle coquetear un poco con las jóvenes, no es ni la mitad de peligroso para la felicidad de una esposa, que la propensión a enamorarse, cosa a la que nunca ha tenido afición.” Mansfield Park (pp. 394-395)) AUSTEN, J.; Orgull i prejudici, Proa, Barcelona, 1993 AUSTEN, J.; Emma, Mondadori, Barcelona, 2006 AUSTEN, J.; Persuasión, Alba Editorial, Barcelona, , 1997 AUSTEN, J.; Juicio y sentimiento, Alba Editorial, Barcelona, 2006 AUSTEN, J.; Mansfiel Park, Alba Editorial, Barcelona, 2003