No a la etiqueta de PARA LA CONSTITUCIÓN NO EXISTEN LAS PERSONAS PELIGROSAS. SOLAMENTE HAY PERSONAS RESPONSABLES POR SU CONDUCTA La peligrosidad, lo peligrosa que pueda ser una persona, es un concepto puramente subjetivo, que depende del particular criterio de quien lo aplica. El hecho de que alguien sea considerado peligroso sospechoso, temible, enemigo público, indeseable, con antecedentes, tendencias o personalidad criminal, o sea descalificado de manera similar y que por ello se le sujete a diversas restricciones de sus derechos, significa que se criminaliza a la persona por algo abstracto, que no se ha traducido en hechos que lesionen ningún derecho individual o colectivo. Al considerar a ciertas personas como peligrosas por cualquier motivo que sea se está llegando a límites que eliminan toda certeza jurídica, que es una de las bases de la convivencia de lo seres humanos en un Estado democrático. Se desconoce la presunción de inocencia y se invierte el peso de la prueba: El sujeto supuestamente peligroso se vería obligado a demostrar que no lo es, lo que, dado el carácter difuso del concepto de peligrosidad, resulta sumamente difícil. El concepto de peligrosidad es estigmatizante, discriminatorio, arbitrario, violatorio de garantías fundamentales y contrario a una cultura de los Derechos Humanos. Todo perjuicio es injusto, pero si además se le dan efectos jurídicos, entonces sí se vuelve objetivamente peligroso para la tranquilidad de todos. Del peligrosismo al fascismo hay sólo un paso... Por eso debemos decir: “NO a la etiqueta de peligroso”.