Inconstitucionalidad agotamiento preceptivo de la vía administrativa

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Inconstitucionalidad agotamiento preceptivo de la vía administrativa: Necesidad de su carácter
facultativo. Ernesto Jinesta L. - El Derecho público en Iberoamérica, Libro Homenaje al Prof. Jaime
Vidal Perdomo, Bogotá, Ed. Temis, Tomo II, 2010, pp. 421-438.
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facultativo. Ernesto Jinesta L. - El Derecho público en Iberoamérica, Libro Homenaje al Prof. Jaime
Vidal Perdomo, Bogotá, Ed. Temis, Tomo II, 2010, pp. 421-438.
Inconstitucionalidad del agotamiento preceptivo de la vía administrativa: La
necesidad de su carácter facultativo
Prof. Ernesto Jinesta L1.
Introducción
Uno de los grandes privilegios formales o adjetivos de los que han
gozado las administraciones públicas, cuando se fiscaliza su función o
conducta ante la jurisdicción contencioso-administrativa, consiste en el
agotamiento preceptivo de la vía administrativa o gubernativa previa. Se trata
de la proyección, al ámbito procesal, de la prerrogativa de la auto-tutela
declarativa de los poderes públicos, por cuya virtud se ha sostenido que le
asiste la facultad –presuntamente en aras del interés público o general-, antes
de plantearse la controversia o el conflicto de interés en la sede jurisdiccional
con el administrado, de intentar zanjarlo en la vía administrativa.
Este privilegio posicional ha entrado en franca crisis, al constatar la
asimetría crónica existente entre las administraciones públicas y los
administrados, incluso, al acceder, los últimos, a la jurisdicción para obtener
tutela judicial. Resulta claro en el Derecho Administrativo contemporáneo, la
tendencia de reputar a las administraciones públicas como un sujeto de
Derecho más, en una posición de igualdad con el ciudadano. El proceso
contencioso-administrativo debe aspirar a consagrar una relación procesal
simétrica, suprimir todo privilegio injustificado diseñado en favor de los poderes
públicos que desgaste al ciudadano y a establecer las mayores garantías en
1
www.ernestojinesta.com Catedrático de Derecho Administrativo Universidad Escuela Libre de
Derecho (UELD); Director y profesor programa Doctorado en Derecho Administrativo UELD;
Profesor especialidad en Derecho Constitucional Convenio Universidad Castilla La Mancha y
Universidad para la Cooperación Iberoamericana; Presidente Asociación Costarricense de
Derecho Administrativo (ASCODA); miembro de la Asociación Internacional de Derecho
Administrativo (AIDA) y del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo (FIDA); Fundador y
Vicepresidente (Costa Rica) Asociación Iberoamericana de Derecho Administrativo; miembro
del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional (IIDC) y del Instituto Iberoamericano de
Derecho Procesal (IIDP); Presidente y Académico de Número Academia Costarricense de
Derecho.
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favor de la protección efectiva de las situaciones jurídicas sustanciales del
último.
En la presente contribución abordaremos, desde la óptica del
ordenamiento jurídico-administrativo costarricense, los
inconvenientes
y
desventajas del agotamiento preceptivo de la vía administrativa consagrado en
la mayoría de las legislaciones procesales de Iberoamérica. Ulteriormente,
haremos referencia a la Sentencia del Tribunal Constitucional que declaró
inconstitucional este requisito para acceder a la jurisdicción contenciosoadministrativa (Voto No. 3669-2006 de las 15 hrs. de 15 de marzo de 2006) y al
nuevo Código Procesal Contencioso-Administrativo de 2006 –entrado en
vigencia el 1° de enero de 2008- que establece, como regla, el agotamiento
facultativo de la vía administrativa, con algunas modulaciones que se apartan
de lo establecido por el Tribunal Constitucional en el Voto No. 3669-2009 y que
configuran lo que hemos denominado un “cuasi-agotamiento preceptivo”.
I.- Inconstitucionalidad del agotamiento preceptivo: La necesidad del
agotamiento facultativo
1.- Fragilidad de los argumentos que dan fundamento al carácter
preceptivo del agotamiento de la vía administrativa2
El fundamento principal del agotamiento de la vía administrativa se
encuentra en la potestad de auto-tutela que posee la Administración Pública. Tal
privilegio le permite a la Administración Pública dirimir, sin intervención de un
tercero imparcial e independiente, los conflictos de interés que surjan con los
administrados. Bajo esta línea de argumentación, antes que el particular acuda a
la vía jurisdiccional debe dilucidar la controversia ante la Administración Pública
para que esta determine, en función de las alegaciones esgrimidas, si modifica,
reforma, sustituye, anula o revoca la actividad formal impugnada o bien si cumple
2
V. JINESTA LOBO (Ernesto), El agotamiento de la vía administrativa y los recursos
administrativos. Revista Ivstitia, Nos. 169-170, enero-febrero 2000, pp. 25-27.
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con la omisión –formal o material- o hace cesar y supera la actuación material
ilegítima que ha desplegado, todo con el presunto propósito de evitar un proceso
con las complicaciones y costos que supone3.
Evidentemente, la práctica demuestra que, en la mayoría de las ocasiones,
el superior que revisa la legalidad y oportunidad de lo resuelto por el inferior no lo
modifica, revoca o anula sino que, por el contrario, lo confirma o bien ratifica la
persistencia en la omisión o en la actuación material lesiva para el administrado.
De esa forma, el agotamiento preceptivo de la vía administrativa, como lo ha
indicado alegóricamente García de Enterría al parafrasear a un famoso juez
americano, es forzar al administrado a sacar agua de un pozo seco4.
De igual forma, se ha afirmado que una de las ventajas adicionales de la
vía gubernativa previa es que en ésta, el superior jerárquico del órgano que dictó
el acto administrativo puede revisar tanto la legalidad como la discrecionalidad,
esto es, su oportunidad, conveniencia o mérito5 e, incluso, podría modificar el
acto recurrido mediante su adecuación o sustitución por otro, aspectos que,
tradicionalmente, la doctrina entiende que el Juez Contencioso Administrativo no
tiene competencia o poderes suficientes para realizar6.
Este argumento es igualmente frágil, puesto que, en el ordenamiento
jurídico costarricense los límites de la discrecionalidad se encuentran plenamente
positivizados o juridificados. En efecto, el artículo 15 de la Ley General de la
Administración Pública de 1978 dispone que la discrecionalidad estará sometida,
3
V. GONZALEZ PEREZ (Jesús), Los recursos administrativos y económico-administrativos,
Madrid, Civitas, 1975, p. 113.
4
GARCIA DE ENTERRIA (Eduardo), Hacia una nueva justicia administrativa, Madrid, Ed.
Civitas, 2a. edición, 1992, p. 67.
5
V. GORDILLO (Agustín), Procedimiento y recurso administrativo, Buenos Aires, Ediciones
Macchi, 1971, p. 114 y GUICCIARDI (Enrico), Studi di Giustizia Amministrativa, Torino, UTET,
1967, p. 118.
6
ESCOLA (Héctor Jorge), Tratado teórico de los recursos administrativos, Buenos Aires,
Ediciones Depalma, 1967, pp. 269-270 y SANCHÉZ MORÓN (Miguel), Discrecionalidad
administrativa y control judicial, Madrid, Editorial Tecnos, 1994, in totum.
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en todo caso, a los límites impuestos, expresa o implícitamente, por el
ordenamiento jurídico para que su ejercicio sea razonable y eficiente. Por su
parte, los numerales 16 y 17 de ese cuerpo normativo fijan límites expresos para
el ejercicio de la potestad discrecional tales como las reglas unívocas o de
aplicación exacta de la ciencia y de la técnica, los principios elementales de la
justicia, la lógica o la conveniencia y los derechos del administrado. El propio
ordinal 16, párrafo 2°, de la LGAP de 1978 indica que el juez debe ejercer control
o fiscalización de la discrecionalidad, con fundamento en tales límites metajurídicos, "como si ejerciera contralor de legalidad".
Por último, no cabe la
menor duda que en nuestro ordenamiento jurídico los límites jurídicos y metajurídicos de la discrecionalidad establecidos en los ordinales 16 y 17 de la Ley
General de la Administración Pública forman parte del parámetro o bloque de
legalidad para determinar la validez o invalidez de un acto administrativo. Sobre el
particular, el artículo 158, párrafo 4°, de la Ley General de la Administración
Pública dispone que "Se entenderán incorporadas al ordenamiento, para este
efecto, las reglas técnicas y científicas de sentido unívoco y aplicación exacta, en
las circunstancias del caso". Por su parte, el numeral 160 preceptúa que "El acto
discrecional será inválido, además, cuando viole reglas elementales de lógica, de
justicia o de conveniencia, según lo indiquen las circunstancias de cada caso" –
hechos determinantes-. Por consiguiente, al formar parte del parámetro de
legalidad los límites jurídicos y meta-jurídicos de la discrecionalidad -por
encontrarse plenamente positivizados- el Juez contencioso-administrativo debe,
también, controlar su transgresión. De esa forma, queda suficientemente
demostrado que en nuestro ordenamiento jurídico, resulta totalmente infundada la
afirmación tajante y antojadiza que en vía administrativa se revisa la legalidad y la
oportunidad y que en sede jurisdiccional sólo se fiscaliza la legalidad.
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Estas
consideraciones
resultan
extrapolables
a
todos
aquellos
ordenamientos jurídicos que admiten un control intenso de la discrecionalidad
administrativa7.
Podría pensarse, igualmente, que algunos de los principios que informan
los procedimientos administrativos constituyen razones relevantes para mantener
el carácter preceptivo del agotamiento de la vía administrativa. Sin embargo, en
nuestra opinión, tales ventajas son relativas. En efecto, se afirma que la vía
administrativa es gratuita, al establecer el numeral 328 de la Ley General de la
Administración Pública que "En el procedimiento administrativo no habrá lugar a
la imposición de costas a favor o en contra de la Administración ni del
interesado", con lo que la Administración y el administrado se ahorrarían los
costos de un proceso contencioso administrativo. En contraposición -se señala-,
la vía judicial es onerosa, puesto que, puede existir condenatoria en costas por el
principio del vencimiento objetivo, esto es, que se condena al vencido por el solo
hecho de serlo al pago de los gastos causídicos (artículo 221 del Código Procesal
Civil). Empero, la mayoría de las legislaciones procesales –como en el caso
costarricense (artículos 98 de la derogada Ley Reguladora de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa de 1966 y 193 del nuevo Código Procesal
Contencioso Administrativo) admiten la facultad discrecional del órgano
jurisdiccional de exonerar a la parte vencida del pago de las costas en los
siguientes casos: a) Cuando la sentencia se dicte con fundamento en pruebas
cuya existencia verosímilmente no haya conocido la parte contraria y por esa
razón se hubiere justificado su oposición y b) cuando por la naturaleza de las
cuestiones debatidas hubiere existido, en criterio del Tribunal, motivo bastante
para litigar. También se admite la exoneración en costas cuando la parte
vencedora hubiere incurrido en plus petitio8.
7
V. GARCÍA DE ENTERRÍA (Eduardo), La lucha contra las inmunidades del poder, Madrid,
Editorial Civitas, reimpresión 3ª. Edición, 1989 in totum, FERNÁNDEZ (Tomás-Ramón),
Arbitrariedad y discrecionalidad, Madrid, Editorial Civitas, 1ª. Edición, 1991, in totum y PAREJO
ALFONSO (Luciano), Administrar y juzgar: dos funciones constitucionales distintas y
complementarias, Madrid, Editorial Tecnos, 1993, in totum.
8
Se produce cuando la diferencia entre lo reclamado y lo obtenido en definitiva sea de un 15% o
más, a no ser que las bases de la demanda fueran consideradas expresamente provisionales o su
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De otra parte, como lo hemos sostenido, en ocasiones precedentes, la
gratuidad del procedimiento administrativo resulta una falacia, por cuanto, en la
mayoría de las ocasiones, el administrado, dada la complejidad y relevancia
patrimonial o extra-patrimonial de las cuestiones debatidas en esa alambicada y
confusa vía , opta por una defensa técnica y no material –aunque se admita
formalmente la defensa material-, con lo que actúa con patrocinio letrado, siendo
que, finalmente, por la prohibición de condenar al pago de las costas, terminan
asumiendo todos los costos de su representación9.
Consecuentemente, la gratuidad de la vía administrativa no resulta tan
cierta y la onerosidad de un proceso jurisdiccional no es una regla inflexible,
puesto que, admite excepciones objetivas y razonables de importancia.
A todo lo anterior, debe aunarse la falta de dirección y coordinación en las
diversas organizaciones administrativas lo que acarrea, a su vez, un problema de
delimitación de competencias y responsabilidades en la sustanciación de las
diversas fases del iter procedimental de la vía administrativa con lo que algunos
procedimientos administrativos se prolongan por años, causando serias
dilaciones indebidas o retardos injustificados. Lo anterior violenta el principio de
celeridad y el derecho de los administrados a un procedimiento administrativo
pronto y cumplido en un plazo razonable, enunciado por el Tribunal Constitucional
a partir de los Votos Nos. 8548-2002 y 8549-2002 de 3 de septiembre de 2002
reiterados en múltiples sentencias posteriores10.
2.- Inconstitucionalidad del carácter preceptivo del agotamiento de la vía
administrativa11
determinación dependa del arbitrio judicial o de dictamen de peritos, artículos 99, párrafo 2°, de la
derogada Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1966 y 194, inciso 2),
del nuevo Código Procesal Contencioso-Administrativo.
9
JINESTA LOBO (Ernesto), Tratado de Derecho Administrativo –Tomo III, Procedimiento
Administrativo-, San José, Iusconsultec y Editorial Jurídica Continental, 2007, pp. 133-137.
10
V. JINESTA LOBO (Ernesto), Tratado de Derecho Administrativo –Tomo III, Procedimiento
Administrativo-, San José, Iusconsultec y Editorial Jurídica Continental, 2007, pp. 137-143.
11
V. JINESTA LOBO (Ernesto), El agotamiento de la vía administrativa y los recursos
administrativos, p. 27.
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En el marco de un proceso contencioso administrativo subjetivo, universal
y plenario -que es el concebido por el constituyente en el artículo 49 de la Carta
Política, tal y como lo desarrolla la Sala Constitucional en el Voto No. 9928-2010
de las 15 hrs. de 9 de junio de 2010- el carácter obligatorio del agotamiento de la
vía administrativa resulta manifiestamente inconstitucional12.
En efecto, aunque se puede argumentar la libertad de configuración o
discrecionalidad del legislador al diseñar los diversos procesos, debe tomarse en
consideración que uno de los límites de la potestad legislativa los es el principio y
derecho de igualdad (artículos 33 de la Constitución Política y 24 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos), conforme al cual no se
pueden crear procesos asimétricos en los que a una de las partes se le otorgan
privilegios o prerrogativas que no obedecen a motivos objetivos y razonables.
Debe tomarse en consideración que los principios constitucionales rectores
de la organización y actuación administrativas de la eficiencia y eficacia
administrativas plasmados en la propia Constitución Política (artículos 139, inciso
4°, 140, inciso 8° y 191)13 y la ley (artículos 4°, 225 y 269 de la Ley General de la
Administración Pública) están subordinados a los derechos fundamentales y
deben ceder ante éstos, puesto que, constituyen el fundamento del entero
ordenamiento jurídico.
En tal sentido, los artículos 41 y 49 de la Constitución Política le confieren
a los administrados el derecho a una justicia administrativa pronta y cumplida.
Desde luego, que el acceso a la tutela judicial solo puede tener tales
connotaciones si se le permite al administrado acudir a esta directamente. El
carácter vinculante de la vía administrativa previa provoca un sensible atraso14 y
12
V. MILANO (Aldo), El agotamiento de la vía administrativa en la justicia administrativa
costarricense. Críticas y perspectivas. Revista Ivstitia, año 9, No. 104, agosto 1995, pp. 10-12.
13
Desarrollados por el Tribunal Constitucional a partir del Voto 5207-2004 de las 14:55 hrs. de
18 de mayo de 2004 y reiterado en infinidad de sentencias posteriores.
14
V. PEMAN GAVIN (Juan), Vía administrativa previa y derecho a la tutela judicial. Revista de
Administración Pública, No. 127, ene-abr. 1992, pp. 145-146. GIMENO SENDRA (Vicente) y otros,
Derecho Procesal Administrativo Costarricense, San José, Editorial Juricentro, 1993, p. 300.
Inconstitucionalidad agotamiento preceptivo de la vía administrativa: Necesidad de su carácter
facultativo. Ernesto Jinesta L. - El Derecho público en Iberoamérica, Libro Homenaje al Prof. Jaime
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un obstáculo para acceder las instancias judiciales 15 lo que puede producir, a la
postre, una denegación de justicia. La vía administrativa previa prolonga, de
forma inconveniente, el acceso a la tutela judicial efectiva, por cuanto, entre la
adopción de la conducta administrativa y su impugnación en vía judicial existe un
lapso considerable representado por la necesidad de interponer y agotar los
recursos administrativos al que hay que adicionar, desde luego, la lentitud
fisiológica y patológica del proceso contencioso administrativo16 lo que puede dar
al traste con las situaciones jurídicas sustanciales aducidas por el administrado y
provocar el dictado de sentencias inútiles.
Evidentemente, el agotamiento de la vía administrativa constituye una
pesada carga para el administrado17 que lo puede forzar a aceptar, con la
desnaturalización consecuente de la jurisdicción contencioso-administrativa, las
condiciones excesivas y abusivas que impone la Administración Pública18.
3.- Carácter necesariamente facultativo del agotamiento de la vía
administrativa19
El agotamiento de la vía administrativa debe dejar de ser un presupuesto
de admisibilidad de todo proceso contencioso administrativo para convertirse en
un trámite facultativo u optativo para el administrado20.
15
V. BATALLA (Alejandro), El recurso de reposición como obstáculo para agotar la vía
administrativa. Revista Ivstitia, año 3, No. 27, marzo 1989, p. 11.
16
V. JINESTA LOBO (Ernesto), La tutela cautelar atípica en el proceso contenciosoadministrativo, San José, Ediciones Colegio de Abogados, 1996, pp. 7-21.
17
V. RIVERO ISERN (José Luis), Vía administrativa de recurso y justicia administrativa. Civitas
REDA, No. 75, julio-septiembre, 1992, p. 382.
18
V. SORIANO GARCIA (José Eugenio), ¿Desaparece la vía previa? Civitas REDA, No. 34,
julio-septiembre, 1982, p. 506.
19
V. JINESTA LOBO (Ernesto), El agotamiento de la vía administrativa y los recursos
administrativos, pp. 27-28.
20
Cabe acotar que la idea del carácter facultativo del agotamiento de la vía administrativa no
resultó extraña al ordenamiento jurídico costarricense antes del Voto de la Sala Constitucional No.
3669-2006 y del nuevo Código Procesal Contencioso Administrativo, entrado en vigor el 1° de
enero de 2008. La propia Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso Administrativa de 1966 –
hoy derogada- establecía cuatro supuestos en que resultaba optativa. Así, el artículo 32
exceptuaba del recurso de reposición el acto presunto por silencio negativo cuando emanaba del
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En nuestro criterio, es tan inconstitucional su carácter preceptivo como su
supresión absoluta21, puesto que, debe quedar en manos de la libre decisión del
administrado la determinación de la conveniencia de agotar la vía administrativa,
cuando
estime,
después
de
una
detenida
ponderación,
que
existen
probabilidades ciertas y fundadas que el superior jerárquico revierta la conducta
administrativa del inferior.
II.- Voto de la Sala Constitucional No. 3669 de las 15 hrs. de 15 de marzo
de 200622
1.- Razonamientos de la Sentencia
La Sala Constitucional en el referido Voto estimó lo siguiente:
“Redacta el Magistrado Jinesta Lobo; y,
CONSIDERANDO:
jerarca de la respectiva entidad, los actos no manifestados por escrito -se refería a los actos
tácitos, esto es, los comportamientos y actividades materiales de la Administración que tienen un
sentido unívoco e incompatible con una voluntad diversa, artículo 137 de la Ley General de la
Administración Pública- y los reglamentos. Por su parte, el artículo 87 de esa ley procesal
derogada, disponía, en tratándose del proceso especial de separación de directores de la
entidades descentralizadas, que no era necesario plantear el recurso previo de reposición. Por su
parte, el numeral 357 de la Ley General de la Administración Pública -derogado por el nuevo
Código Procesal Contencioso Administrativo- disponía que "No será necesario agotar previamente
la vía administrativa para accionar judicialmente, inclusive por la vía interdictal, contra las simples
actuaciones materiales de la Administración...". En materia municipal, el artículo 154, incisos c) y
e), del Código Municipal de 1998 establecía- antes de la reforma por el nuevo Código Procesal
Contencioso-Administrativo- que no serán susceptibles de ser recurridos, entre otros, los
reglamentos municipales y el acto de determinación de una obligación tributaria municipal.
Finalmente, en materia del recurso de amparo la Ley de la Jurisdicción Constitucional de 1989, en
su artículo 31, dispone que "No será necesaria la reposición ni ningún otro recurso administrativo
para interponer el recurso de amparo...".
21
No se puede suprimir del todo, puesto que, están en juego los derechos fundamentales del
administrado de petición (artículo 27 de la Constitución Política), defensa y debido proceso en
sede administrativa (artículo 39 ibidem), inviolabilidad de los derechos patrimoniales adquiridos y
situaciones jurídicas consolidadas (artículo 34 ibidem) e intangibilidad relativa del patrimonio
(artículo 45 ibidem).
22
V. JINESTA LOBO (Ernesto), Consecuencias de la inconstitucionalidad del agotamiento
preceptivo de la vía administrativa. Comentarios al Voto No. 3669-06 de la Sala Constitucional.
Revista Ivstitia, Nos. 232-233, abril-mayo, 2006, in totum.
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IV.-
AGOTAMIENTO
ADMINISTRATIVA:
PRECEPTIVO
PRIVILEGIO
DE
LA
VÍA
INJUSTIFICADO
FORMAL DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS. En
la
concepción
clásica
del
Derecho
Administrativo
sustancial y formal, las administraciones públicas, en
cuanto procuran y atienden los intereses públicos o la
satisfacción de las necesidades colectivas, deben estar
provistas de una serie de prerrogativas extraordinarias.
Así, en el ámbito del Derecho Procesal Administrativo,
tradicionalmente, se admitió como un privilegio de
carácter formal el
agotamiento preceptivo de la vía
administrativa o la vía gubernativa previa, esto es, que los
administrados que se estiman lesionados o agraviados
por un acto administrativo deben, de previo a acudir a la
jurisdicción contencioso-administrativa, agotar todos los
recursos administrativos ordinarios procedentes contra el
mismo en sede administrativa. Consecuentemente, el
agotamiento de la vía administrativa, se convierte en un
requisito de admisibilidad del proceso contenciosoadministrativo en su versión objetiva o revisora clásica y
tradicional. En la base de este instituto subyace la
denominada prerrogativa de la autotutela declarativa y
ejecutiva de las administraciones públicas, la cual ha
encontrado sustento, al propio tiempo, en principios tales
como los de eficacia, eficiencia y buena administración.
La autotutela declarativa significa que los entes públicos
pueden, por sí y ante sí, sin necesidad de acudir ante un
juez, imponerle obligaciones a los administrados o bien
suprimirles
o modificarles
sus
situaciones
jurídicas
sustanciales –llámense derechos subjetivos o intereses
legítimos-.
La
obligación
legislativa
ineludible
del
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administrado de ejercer o plantear todos los recursos
administrativos ordinarios contra un acto administrativo
antes de acudir ante el juez contencioso-administrativo,
constituye una manifestación específica de la autotutela
declarativa de las administraciones públicas, puesto que,
el legislador espera que la propia administración pública
pueda defender el acto administrativo impugnado o bien
anularlo o modificarlo, evitándole tener que comparecer
ante la jurisdicción contencioso-administrativa. De esta
forma, en la vía administrativa la administración pública se
convierte, al mismo tiempo, en juez y parte, puesto que,
debe atender las solicitudes o pedimentos formulados por
los administrados y resolver los recursos administrativos
ordinarios que procedan contra el acto final que ella
misma dicte. Como se ve, la autotutela es un concepto
diametralmente opuesto al que impera en el resto de las
ramas jurídicas, en las que opera la heterotutela, esto es,
la ejercida por un tercero supra partes con las garantías
constitucionales
de
imparcialidad,
independencia
y
objetividad, como lo es un órgano jurisdiccional. Así, a
modo de ejemplo, en el ámbito del Derecho Privado un
particular puede imponerle una obligación o afectar las
situaciones jurídicas sustanciales de otro, única y
exclusivamente, si ello surge de forma consensuada a
través de la aplicación del principio de la autonomía de la
voluntad (artículo 28 de la Constitución Política) o de la
intervención de un juez (artículo 41 de la Constitución
Política). No obstante, los principios rectores de la
organización y función administrativa de la eficiencia y
eficacia, plasmados en la propia Constitución Política
(artículos 140, inciso 8°, y 191), deben entenderse, en
Inconstitucionalidad agotamiento preceptivo de la vía administrativa: Necesidad de su carácter
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todo
momento
y
bajo
cualquier
circunstancia,
subordinados a los derechos fundamentales y deben
ceder ante éstos, puesto que, constituyen el fundamento y
la base de entero ordenamiento jurídico. Modernamente
las administraciones públicas deben ser concebidas y
entendidas como un sujeto de Derecho más del
ordenamiento jurídico, de modo que resulta repugnante
para el Derecho de la Constitución la asimetría o
desigualdad crónica que campea en el ámbito de la
jurisdicción
contencioso-administrativa
entre
el
administrado o el ciudadano y el respectivo ente público.
El reconocimiento y otorgamiento legislativo de una serie
de prerrogativas formales o adjetivas a los entes públicos
en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo no
tiene justificación objetiva y razonable si su función
administrativa, de acuerdo con el parámetro constitucional
(artículos 33 y 49 de la Constitución Política) debe ser
objeto de un control de legalidad plenario y universal, sin
fisuras o reductos exentos y, sobre todo, si son creados y
puestos en funcionamiento para servir o atender las
necesidades de los ciudadanos o administrados –
organizaciones serviciales-.
V.-
INCONSTITUCIONALIDAD
PRECEPTIVO
DEL
DEL
AGOTAMIENTO
CARÁCTER
DE
LA
VÍA
ADMINISTRATIVA. Actualmente, sobre todo a la luz de
los principios de la supremacía de la Constitución y de la
vinculación más fuerte de los derechos fundamentales,
así como de su eficacia expansiva y progresiva e
interpretación más favorable, se entiende que el carácter
obligatorio o preceptivo del agotamiento de la vía
administrativa riñe con el derecho fundamental de los
Inconstitucionalidad agotamiento preceptivo de la vía administrativa: Necesidad de su carácter
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administrados a obtener una justicia pronta y cumplida ex
artículos 41 y 49 de la Constitución Política (tutela judicial
efectiva) y con el principio de igualdad, puesto que, sólo
en el proceso contencioso-administrativo –y no así en el
resto de las jurisdicciones- se le obliga al justiciable, antes
de acudir a la vía jurisdiccional, agotar todos los recursos
administrativos ordinarios procedentes. La infracción al
derecho fundamental a una justicia pronta y cumplida
deviene de los siguientes aspectos: a) Normalmente,
cuando el administrado interpone los recursos ordinarios
de revocatoria, apelación o de reposición –entendido este
último como el recurso horizontal que cabe contra los
actos del jerarca o superior jerárquico supremo-, no logra
que el propio órgano o su superior lo modifique o anule,
de modo que el agotamiento de la vía administrativa es
como sacar agua de un pozo seco, al no lograrse obtener
nada de la interposición de los recursos, transformándose
así en una pesada carga o especie de via crucis para el
administrado;
b)
es
sabido
que
el
procedimiento
administrativo y su etapa recursiva o de revisión, suele
prolongarse más allá de los plazos legales y de lo que
puede concebirse como un plazo razonable, con lo cual
se prolonga indefinidamente, incluso por años, el acceso
a la tutela judicial efectiva, sin tener posibilidad de hacerlo
inmediatamente y cuando lo estime oportuno; c) la
sumatoria del plazo necesario para agotar la vía
administrativa con el requerido por
la
jurisdicción
contencioso-administrativa, provoca que los administrados
obtengan una justicia tardía, la cual, eventualmente,
puede transformarse –según su prolongación y las
circunstancias
particulares
de
los
administrados
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justiciables- en una denegación de justicia; lo anterior
constituye una clara y evidente ventaja relativa para los
entes públicos de la cual, en ocasiones, se prevalen,
puesto que, el administrado o ciudadano pasa –por su
condición ordinaria de persona física- y la administración
pública permanece prolongadamente en el tiempo. En lo
que atañe a la vulneración del principio de igualdad, debe
indicarse que el agotamiento preceptivo de la vía
administrativa, derivado del privilegio de la autotutela
declarativa, expone al justiciable que litiga contra una
administración pública a una situación discriminatoria,
puesto que, no existe un motivo objetivo y razonable para
someterlo a ese requisito obligatorio, a diferencia del resto
de
los
ordenes
jurisdiccionales.
Debe tenerse
en
consideración que, incluso, la libertad de configuración o
discrecionalidad
legislativa
al
diseñar
los
diversos
procesos, tiene como límite infranqueable el principio de
igualdad. Lo anterior, queda reforzado si se considera que
las administraciones públicas son un sujeto de Derecho
más que no tienen por qué gozar de tales privilegios o
prerrogativas y que el eje central en una administración
prestacional o en un Estado Social y Democrático de
Derecho lo es la persona, esto es, el usuario o
consumidor de los bienes y servicios públicos. En
esencia, los intereses públicos y la satisfacción de las
necesidades
colectivas
no
pueden
tenerse
como
cláusulas de apoderamiento para enervar los derechos
fundamentales de los administrados o, sencillamente,
como el altar para ser sacrificados.
VI.- ADECUACIÓN DEL AGOTAMIENTO DE LA VÍA
ADMINISTRATIVA
AL
PARÁMETRO
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CONSTITUCIONAL:
CARÁCTER
FACULTATIVO
U
OPTATIVO PARA EL ADMINISTRADO. La interpretación
más favorable a la eficacia expansiva y progresiva de los
derechos fundamentales de los administrados a una
justicia pronta y cumplida y a la igualdad, impone
replantearse cualitativamente el carácter obligatorio del
agotamiento de la vía administrativa impuesto por el
legislador. En efecto, debe entenderse que el agotamiento
de la vía administrativa debe quedar a la libérrima
elección del administrado, de modo que sea éste quien,
después de efectuar un juicio de probabilidad acerca del
éxito eventual de su gestión en sede administrativa,
decida si interpone o no los recursos administrativos
procedentes. Es de esperar que las posibilidades del
administrado se refuercen cuando se trata de los
denominados “tribunales administrativos” (v. gr. Tribunal
Ambiental,
Tribunal
Fiscal
Administrativo,
Tribunal
Aduanero Nacional, Tribunal del Servicio Civil, Tribunal de
Carrera
Docente,
Tribunal
Registral
Administrativo,
Tribunal de Transportes, etc.), puesto que, como los
mismos han sido constituidos, casi de forma usual, como
órganos desconcentrados en grado máximo, se obtiene
una mayor garantía de especialidad técnica, imparcialidad
y objetividad, al difuminarse la relación de jerarquía y
diluirse cualquier criterio político. La idea del carácter
facultativo del agotamiento de la vía administrativa, no es
ajena
o
extraña
al
ordenamiento
jurídico
infraconstitucional, la propia Ley Reguladora de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa establece cuatro
supuestos en que resulta optativa. Así, el artículo 32
exceptúa del recurso de reposición el acto presunto por
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silencio negativo cuando emana del jerarca, los actos no
manifestados por escrito –tácitos- y los reglamentos. El
artículo 87, en tratándose del proceso especial de
separación
de
directores
de
las
entidades
descentralizadas, establece que no es necesario plantear
el recurso previo de reposición. Por su parte el artículo
357 de la Ley General de la Administración Pública
estatuye que no es necesario agotar la vía administrativa
para impugnar las vías de hecho. Por último, la propia Ley
de la Jurisdicción Constitucional, en su artículo 31 indica
que no es necesario agotar la vía administrativa para
acudir al proceso de amparo. Cabe aclarar y advertir,
aunque no es objeto de la presente consulta judicial, por
su trascendental importancia que el plazo de caducidad
de la acción –cualquiera que este sea-, cuando el
administrado opta por no agotar la vía administrativa,
empezará a correr a partir de la notificación del acto final
no impugnado. En suma, el carácter electivo de la vía
administrativa, resulta absolutamente congruente con los
derechos fundamentales de los administrados de acceso
a la jurisdicción, a una justicia pronta y cumplida (artículo
41 de la Constitución Política), a la igualdad (artículo 33
de la Constitución Política) y a controlar la legalidad de la
función administrativa (artículo 49 de la Constitución
Política).
Ahora
bien,
debe
resaltarse
que
tan
constitucional es que el administrado opte por acudir
directamente a la vía jurisdiccional, sin agotar la vía
administrativa, como cuando elige hacerlo.
VII.- AGOTAMIENTO PRECEPTIVO IMPUESTO
POR EL TEXTO CONSTITUCIONAL. El constituyente
originario
estableció
varias
hipótesis
en
que
el
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agotamiento de la vía administrativa resulta preceptivo, al
entender que el órgano o instancia que revisa o fiscaliza
un acto administrativo determinado es una garantía de
acierto, celeridad y economía para el administrado. En
tales circunstancias, se encuentran los numerales 173
respecto de los acuerdos municipales, en cuanto el
párrafo 2°, de ese numeral establece que si no es
revocado o reformado el acuerdo objetado o recurrido, los
antecedentes pasarán al Tribunal dependiente del Poder
Judicial
que
indique
la
ley
para
que
resuelva
definitivamente y 184 en cuanto le reserva a la Contraloría
General de la República la jerarquía impropia de los actos
administrativos dictados en materia de contratación
administrativa. En estos dos supuestos, al existir norma
constitucional que le brinda cobertura al agotamiento
preceptivo de la vía administrativa no puede estimarse
que sea inconstitucional ese presupuesto obligatorio de
admisibilidad de un proceso contencioso-administrativo.
VIII.- ACTO TÁCITAMENTE
PRIVILEGIO
FORMAL
CONSENTIDO:
INJUSTIFICADO
DE
LAS
ADMINISTRACIONES PÚBLICAS. Otro de los privilegios
formales de las administraciones públicas en el proceso
contencioso-administrativo
lo
constituye
la
figura
dogmática y legislativa del acto tácitamente consentido
que tiene una lógica irrefutable en relación con el
agotamiento preceptivo de la vía administrativa. Si el
agotamiento de la vía administrativa –sustentado en el
privilegio de la autotutela declarativa- es un requisito de
admisibilidad de carácter obligatorio, consecuentemente,
si el administrado no ejerce en tiempo y forma los
recursos
administrativos
procedentes,
el
legislador
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presume, a partir de la conducta omisa del administrado,
que ha consentido tácitamente el acto administrativo al no
recurrirlo en los plazos y por los medios dispuestos por el
ordenamiento jurídico. Ese instituto procesal infringe
frontalmente el derecho fundamental de los administrados
de acceder a la jurisdicción (artículo 41 de la Constitución
Política), puesto que, le impide perpetuamente, discutir el
asunto ante la jurisdicción dispuesta por el constituyente
para ejercer el control de legalidad de la función
administrativa (artículo 49 de la Constitución Política),
simplemente, por no haber ejercido e interpuesto los
recursos
administrativos
procedentes.
Consecuentemente, si la adecuación del agotamiento de
la vía administrativa al parámetro constitucional impone
estimarla como facultativa u optativa para el administrado,
la figura del acto consentido debe ser reputada como
inconstitucional en cuanto supone de forma implícita que
debe cumplirse obligatoriamente con tal recaudo.
IX.- NORMAS CONEXAS. El artículo 89 de la Ley de la
Jurisdicción Constitucional preceptúa que la sentencia
que declare la inconstitucionalidad de una norma o ley,
declarará también la de los demás preceptos de ella cuya
anulación resulte evidentemente necesaria por conexión o
consecuencia. Ese numeral, por lo dispuesto en el propio
artículo 108 ibidem, resulta aplicable supletoriamente a
las consultas judiciales. Por lo expuesto, este Tribunal
Constitucional estima que por conexión con las normas
consultadas,
también
resultan
inconstitucionales
las
siguientes de la Ley Reguladora de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa: a) La frase del artículo 18,
párrafo 1° de la Ley Reguladora de la Jurisdicción
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Contencioso Administrativa en cuanto establece “(…) que
no
sean
susceptibles
de
ulterior
recurso
en
vía
administrativa (…)”; b) el inciso d) del párrafo 1° del
artículo 41 de ese cuerpo normativo en cuanto dispone “d)
Que no está agotada la vía administrativa”; c) El párrafo
3° del artículo 33 de esa ley al preceptuar“3. La falta de
agotamiento de la vía administrativa dará lugar a su
alegación, por vía de defensa previa, si el Tribunal no
apreciare el defecto en la oportunidad prevista en el
artículo 41”; d) la frase final del párrafo 4° del artículo 33
al
señalar
“(…)
por
no
haber
sido
recurridos
administrativamente en tiempo y forma”; e) el inciso c) del
artículo 50 de la ley referida al indicar “c) La falta de
agotamiento de la vía administrativa”.
El Voto de la Sala Constitucional marca un hito histórico en el desarrollo
del Derecho Administrativo –tanto desde un punto de vista sustancial como
formal-23, puesto que, le pone fin a un privilegio injustificado del que
tradicionalmente han gozado los entes públicos y que ese alto Tribunal estimó
que infringe el principio de igualdad (artículo 33 de la Constitución Política) y los
derechos fundamentales de acceso a la jurisdicción, a una justicia pronta y
cumplida (artículo 41 ibidem) y de control de la función administrativa (artículo
49 ibidem).
A partir de esta trascendental sentencia, los administrados no están
obligados a discutir por largos años, agotando todas las instancias ante la
propia administración pública. Por lo que ante cualquier diferendo que tengan
con ésta, podrán acudir directamente ante un Juez de la República para que
dirima el conflicto. El fallo de la Sala Constitucional dignifica al ser humano que
23
V. JINESTA LOBO (Ernesto), Hito histórico. La Nación, Foro, martes 26 de marzo del 2006,
p. 32 A. MILANO (Aldo), Todo un hito jurisprudencial. El Financiero, 27 de marzo-2 de abril del
2006, p. 34. JIMÉNEZ MEZA (Manrique), Privilegios injustos. La Nación, martes 8 de abril del
2006, p. 31 A. ECHANDI (María Lourdes), Fallo de avanzada. La Nación, jueves 13 de abril del
2006, p. 20 A.
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lucha contra los poderes públicos provistos de exorbitantes privilegios o
prerrogativas, al indicarse que el agotamiento de la vía administrativa es
facultativo u optativo.
El administrado ya no tendrá que esperar largos períodos para que la
propia administración le atienda su gestión, desgastándose, innecesariamente,
por el paso del tiempo, la incerteza en la resolución de su asunto y
la
erogación de recursos. Es claro que no serán los deudos de un ciudadano los
que cobraran los créditos y ejercerán sus derechos, dado que, los entes
públicos se han valido de tales privilegios para minar las fuerzas y energías de
los administrados, sometiéndolos a un prolongado calvario o via crucis de
recursos administrativos. Hay que recordar que los entes públicos permanecen
–por su condición de personas jurídicas- en tanto que los administrados pasan.
Los administrados y ciudadanos tienen alma, corazón, sentimientos, emociones
y aspiraciones, los entes públicos no, así que los representantes de los últimos
–funcionarios o servidores públicos- están dispuestos a prolongar cualquier
petición planteada.
En suma, con el voto de la Sala Constitucional nos libramos de un
pesado lastre que ha retardado la aspiración constitucional de una justicia
pronta y cumplida y, desde luego, se abandonan los vetustos mitos de las
ventajas de agotar la vía administrativa (v. gr. la posibilidad de control de la
discrecionalidad administrativa, la rapidez de la sede administrativa, la
gratuidad del procedimiento administrativo24.
2.- Consecuencias e implicaciones del Voto de la Sala Constitucional
3669-06
24
V. JINESTA LOBO (Ernesto), El agotamiento de la vía administrativa y los recursos
administrativos, pp. 25-27.
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A.- Importancia relativa del procedimiento administrativo de impugnación o
revisión
En el estado legislativo de cosas anterior al voto de la Sala Constitucional,
el agotamiento de la vía administrativa era un requisito preceptivo y, por
consiguiente, la regulación y mecánica de la fase recursiva tenía una importancia
trascendental.
Con el Voto se relativiza la importancia de los recursos administrativos,
puesto que, la parte interesada después de habérsele denegado o desestimado
una pretensión o pedimento o dictado un acto de gravamen o desfavorable en un
procedimiento incoado de oficio, puede acceder directamente ante el juez
contencioso-administrativo.
Obviamente, para las hipótesis en que decide, facultativamente, agotar la
vía administrativa el procedimiento de impugnación mantiene una importancia
determinante.
Cabe señalar que lo anterior no significa que la institución formal del
procedimiento administrativo queda en desuso o pierde toda su importancia,
puesto que, es preciso recordar que sigue siendo el cauce ineludible para obtener
una manifestación de la actividad formal de las administraciones públicas, lo cual
en determinados supuestos es indispensable (v. gr. solicitud de un permiso,
concesión, etc.). Adicionalmente, quedan vigentes algunos sectores o parcelas
del ordenamiento jurídico en que resulta preceptivo el agotamiento y, desde
luego, existirán hipótesis en que el administrado, al vislumbrar alguna
probabilidad de éxito, opta por agotar la vía administrativa.
B.- Equiparación de las categorías del acto final y definitivo
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Tradicionalmente, en nuestro ordenamiento jurídico administrativo, se ha
distinguido entre el acto final que es aquel que concluye un procedimiento
constitutivo y acto firme el cual corresponde al que resuelve los recursos y da por
agotada la vía administrativa25. Con la sentencia de la Sala Constitucional el acto
final vertido en un procedimiento administrativo constitutivo –el cual en ocasiones
es indispensable instarlo-, en el supuesto que el administrado opta por acudir a la
sede jurisdiccional directamente, sin interponer los recursos administrativos
procedentes, resulta equiparable a lo que anteriormente se denominaba acto
definitivo. En este caso, el plazo para interponer el proceso contenciosoadministrativo corre a partir de la notificación del acto final.
C.- Vías paralelas –sede administrativa y jurisdiccional-
Al reputarse el agotamiento de la vía administrativa como facultativa, un
administrado puede, perfectamente, interponer los recursos administrativos y
acudir a la sede jurisdiccional, esto es, mantener abiertas concomitantemente
ambas sedes. En este caso, el proceso puede continuar, sin necesidad de ser
suspendido, puesto que, en cuanto se obtenga una resolución en sede
administrativa, el administrado bien puede desistir del proceso –si es favorable- o
ampliar la pretensión o los hechos –en caso de ser desfavorable por una
denegatoria expresa o presunta por silencio negativo-, respectivamente, antes de
ser contestada la demanda y antes de que se dicte sentencia.
III.- El agotamiento facultativo en el nuevo CPCA26
25
V. JINESTA LOBO (Ernesto), Tratado de Derecho Administrativo, Tomo I -Parte General-,
pp. 428-429 y 433.
26
V. JINESTA LOBO (Ernesto) et alt., El nuevo proceso contencioso-administrativo –Tomo I-,
San José, Editorial Jurídica Continental, 2ª. Edición, 2008, pp. 151-155; JINESTA LOBO
(Ernesto), Manual del Proceso Contencioso-Administrativo, San José, Iusconsultec S.A. y
Editorial Jurídica Continental, 2ª. Reimpresión 1ª. Edición, 2009, pp. 109-116 y JINESTA
LOBO (Ernesto), La nueva justicia administrativa en Costa Rica. Revista de Administración
Pública, Madrid, No. 179, mayo-agosto, 2009, pp. 419-420.
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1.- Regla general
Tanto en el proyecto de ley como en el CPCA finalmente aprobado quedó
consagrada en el artículo 31, párrafo 1°, la regla general, esto es, que el
agotamiento de la vía administrativa es facultativo, salvo lo que se dispone para
las materias municipales y de contratación administrativa –en este último caso
indirectamente- en los artículos 173 y 182 de la Constitución Política.
2.- Cuasi-agotamiento preceptivo
No obstante, el principio general, por iniciativa e insistencia de la
Procuraduría General de la República en el seno de la Comisión redactora de la
Corte Suprema de Justicia y en el procedimiento legislativo, se adicionaron los
párrafos 3°, 4° y 5° al artículo 31 del CPCA, los que establecen lo siguiente:
“3) Si en los procesos establecidos contra el Estado, bajo
la representación judicial de la Procuraduría General de la
República, se
ha
acudido
directamente
a
la
vía
jurisdiccional, sin haber agotado la vía administrativa, el
juez tramitador, en el mismo auto que da traslado de la
demanda, concederá un plazo de ocho días hábiles
previos al emplazamiento previsto en el artículo 63 de
este Código, a efecto de que el superior jerárquico
supremo del órgano o la entidad competente, de acuerdo
con las reglas del artículo 126 de la Ley general de la
Administración Pública, confirme, o bien, modifique, anule,
revoque o cese la conducta administrativa impugnada, en
beneficio del administrado y sin suspensión de los
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procedimientos. Vencido el plazo indicado, si el jerarca
supremo
guarda
silencio
o
mantiene
la
conducta
impugnada, empezará a correr automáticamente el plazo
otorgado para la contestación de la demanda, a partir del
día hábil siguiente y sin necesidad de resolución que así
lo disponga. Igual regla se seguirá cuando la demanda se
interponga en forma conjunta contra el Estado y una
entidad descentralizada.
4) Si en los procesos establecidos contra cualquier
entidad de la Administración Pública descentralizada, se
ha acudido directamente a la vía jurisdiccional sin haber
agotado la vía administrativa, el juez tramitador, en el
mismo auto que da traslado a la demanda, comunicará al
superior jerárquico supremo de la entidad competente, de
acuerdo con las reglas del artículo 126 de la Ley general
de la Administración Pública, que dentro de los primeros
ocho días del emplazamiento, sin suspensión de los
procedimientos, podrá confirmar, o bien, modificar, anular,
revocar, o cesar la conducta administrativa impugnada, en
beneficio del administrado. Vencido el plazo indicado, si
el jerarca supremo guarda silencio o mantiene la conducta
impugnada, continuará corriendo automáticamente el
plazo otorgado para la contestación de la demanda, sin
necesidad de resolución que así lo disponga.
5) Si dentro del plazo de los ocho días hábiles señalado
en los apartados anteriores, la Administración Pública
modifica, anula, revoca, cesa, enmienda o corrige la
conducta administrativa adoptada, en beneficio del
administrado, se tendrá por terminado el proceso en lo
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pertinente, sin especial condenatoria en costas y sin
perjuicio de que continúe para el reconocimiento de los
derechos relativos al restablecimiento de la situación
jurídica del actor, incluso de la eventual indemnización de
los daños y perjuicios ocasionados.”
Sobre estos tres párrafos se deben efectuar los siguientes comentarios:
a) Constituyen una desnaturalización del agotamiento facultativo tal y
como fue proclamado por la Sala Constitucional en el Voto 3669-06, puesto que,
prácticamente aunque lo sea lite pendente, se opta por una solución legislativa
ocurrente de carácter intermedio entre el agotamiento facultativo y el preceptivo,
puesto que, el juez tramitador debe concederle un plazo a la administración
pública demandada para que el jerarca decida si confirma, modifica, anula,
revoca o hace cesar la conducta impugnada. En esencia, este cuasi-agotamiento
preceptivo –puesto que es un trámite ineludible o insoslayable- provoca que el
carácter facultativo quede desteñido y o desdibujado.
b) El argumento empleado por la Procuraduría General de la República
para justificar esas normas, se encuentra en que el jerarca o superior jerárquico
no conoce las actuaciones y conductas de los inferiores, de manera que debe
concedérsele la oportunidad de rectificarla o enmendarla. Esta premisa resulta
absolutamente contraria al contenido de la relación de jerarquía, puesto que,
como bien lo establece el artículo 102, inciso b), de la LGAP uno de los poderesdeberes que tiene a su haber el superior jerárquico es “Vigilar la acción del
inferior para constatar su legalidad y conveniencia, y utilizar todos los medios
necesarios o útiles para ese fin que no estén jurídicamente prohibidos”. De modo
que, las normas comentadas son el reconocimiento institucional y legal de la falta
de ejercicio de un deber que impone la ley.
c) Si se contrasta el párrafo 3° y el 4° es evidente y manifiesta la asimetría
en el trato que se le brinda a la administración central respecto de la
descentralizada, puesto que, en el caso del párrafo 4° dentro de los primeros
ocho días del emplazamiento – y no previos a éste y hábiles como se indica en el
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párrafo 3°- se le brinda al jerarca del ente descentralizado la posibilidad de
revertir su conducta en beneficio del administrado.
d) Es evidente que a través de estos dos párrafos (3° y 4°) del artículo 31
del nuevo Código Procesal Contencioso-Administrativo se resucita un privilegio
injustificado para la administración pública, puesto que, el juez tramitador debe
advertirle y avisarle que se ha interpuesto un proceso contencioso-administrativo,
pudiendo, bajo la amenaza de una demanda, revertir su criterio. Son normas que
resultan, a todas luces, obvias, puesto que, el ordenamiento jurídico no le veda a
la administración pública terminar anormalmente el proceso a través de una
transacción o arreglo extrajudicial.
e) El párrafo 5° dispone que en caso de revertirse la conducta el proceso
se tendrá por terminado sin especial condenatoria en costas. Consecuentemente
el administrado que tuvo que acudir a la vía jurisdiccional tendrá que asumir el
costo, nada despreciable, de los honorarios profesionales y demás gastos en los
que hubo de incurrir para elaborar y plantear una demanda. Al administrado le
son arrebatados los gastos en virtud de la nueva conducta de la administración
pública, lo que puede configurar una confiscación o expropiación de hecho
(artículos 40 y 45 de la Constitución Política) al imponerle un sacrificio singular
que no tiene el deber de tolerar, sin indemnización, en atención al ilegal
desconocimiento –con falta e incumplimiento a sus deberes- del jerarca de las
conductas y actuaciones de los inferiores. Este precepto tiene un marcado efecto
disuasorio perverso para que el administrado decida acudir directamente a la
jurisdicción contencioso-administrativa.
f) Los párrafos de comentario del artículo 31 no guardan relación o
concordancia con el título del Capítulo I “Gestiones prejudiciales” del Título IV del
CPCA, en los que se encuentran emplazados, por cuanto, no son prejudiciales
sino que el trámite se produce estando el curso el proceso, tanto que establecen
que ese trámite de cuasi-agotamiento no lo suspende.
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3-.- Excepciones en materia de contratación administrativa y municipal
A.- Contratación administrativa
Tanto el Voto de la Sala Constitucional No. 3669-06 como el nuevo CPCA
mantienen vigente el agotamiento preceptivo en este sector, por lo dispuesto, en
los ordinales 182 de la Constitución Política –contratación administrativa- y 184,
inciso 5° -cláusula residual que le confiere a la Contraloría General de la
República las demás atribuciones que la ley le asigne, dentro de las que figura la
jerarquía impropia en materia de contratación administrativa-, en materia de
objeción al cartel y de impugnación del acto de adjudicación –de acuerdo al
monto-. Habría, eso sí, que entender para las hipótesis en que debe intervenir
ese órgano de fiscalización de relevancia constitucional. La duda puede caber
para los supuestos en que es la propia administración pública la que debe
conocer los recursos administrativos procedentes, puesto que, en estos
supuestos no entra en juego la garantía constitucional de acierto y de objetividad
del órgano contralor. Sin embargo, sí deben considerarse, especialmente, la
celeridad y agilidad que debe mediar en los procedimientos de contratación.
B.- Municipal
En virtud de lo dispuesto en el artículo 173 de la Constitución Política, el
Voto 3669-06 y el CPCA mantienen el agotamiento preceptivo, en cuanto se trata
de una jerarquía impropia bifásica de rango constitucional. Resulta claro que
cuando esa norma constitucional hace referencia a los “acuerdos municipales”,
incluye tanto los emanados del órgano de gobierno –Concejo Municipal- como del
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resto de los órganos de la corporación (Alcalde, departamentos subordinados,
etc.)27.
En materia municipal al existir una jerarquía impropia bifásica de rango
constitucional, realmente, no se ha planteado el problema del agotamiento
preceptivo de la vía administrativa, por cuanto, el Tribunal ContenciosoAdministrativo suele resolver de forma rápida, adicionalmente, al tratarse de un
órgano colegiado conformado por jueces de carrera existe un margen importante
de acierto. De modo que son muy pocas las hipótesis en que las partes, después
de haber intervenido el Tribunal como contralor no jerárquico, acuden a la vía
jurisdiccional. Consecuentemente en esta materia el administrado sí puede
obtener
beneficios
y ventajas
del
agotamiento
preceptivo
de
la
vía
28
administrativa .
27
JINESTA LOBO (Ernesto), Los recursos administrativos en materia municipal y la función de
la Sección Tercera del Tribunal Contencioso Administrativo. Revista Ivstitia, Nos. 162-163,
junio-julio 2000, pp. 12-13.
28
V. JINESTA LOBO (E.), Los recursos en materia municipal (…), p. 14.
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