la obra colectiva

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LA OBRA COLECTIVA
Por Joaquín Soler Cataluña
Abogado
Consejero Delegado de Whose IP Agency
El artículo 8 del TRLPI encuadrado dentro del Libro Primero “De los derechos de autor” y del Título II
“Sujeto, objeto y contenido”, viene a regular el supuesto de Obra Colectiva, preceptuando que “Se
considera obra colectiva la creada por la iniciativa y bajo la coordinación de una persona natural o jurídica
que la edita y divulga bajo su nombre y está constituida por la reunión de aportaciones de diferentes
autores cuya contribución personal se funde en una creación única y autónoma, para la cual haya sido
concebida sin que sea posible atribuir separadamente a cualquiera de ellos un derecho sobre el conjunto
de la obra realizada. Salvo pacto en contrario, los derechos sobre la obra colectiva corresponderán a la
persona que la edite y divulgue bajo su nombre.”
Estamos ante uno de los supuestos previstos en nuestra legislación sobre la denominada “autoría plural”,
y las reglas de atribución del derecho de autor (la obra en colaboración del art. 7, la obra colectiva del art.
8 y el supuesto especial de atribución cuando el objeto protegido es una obra de género audiovisual al
que cabe aplicar el art. 7 en relación con el art. 87).
El resultado de las aportaciones de los diferentes autores creadas ex professo para la obra global, deriva
en una creación diferente a las que la componen, única y autónoma. Además habrá sido creada por
iniciativa y coordinación de otra persona, y no va a ser posible una participación en pro indiviso sobre el
derecho de la obra resultante como sucede con la obra en colaboración, ya que las aportaciones
individuales nada han tenido que ver con la visión de conjunto de la obra que realiza el coordinador, el
cual normalmente va a coincidir con el que tiene la iniciativa y la editará y divulgará, atribuyéndole a este
la titularidad del derecho sobre la obra resultante, salvo pacto en contrario para el supuesto que la
persona que coordina es diferente a la que la edita y divulga.
Cuando nos referimos a las obras colectivas, estamos normalmente ante publicaciones periódicas que
vienen reguladas en el artículo 52 del TRLPI, tales como enciclopedias, diarios, etc…
Con la obra colectiva encontramos el único supuesto en que la titularidad originaria del derecho de autor
puede corresponder a una persona jurídica, no obstante esta regla de autoría en la obra colectiva nada
debe impedir la correcta defensa de los derechos de los autores individuales de las aportaciones que
dentro de la obra colectiva cumplan los requisitos de protección de las obras de ingenio, y que por lo tanto
también, e independientemente de la obra resultante, tendrán sus derechos de autor y sus medidas de
protección. Los contratos que se celebren entre el coordinador-editor y los colaboradores-autores, no
podrán contravenir las normas sobre Propiedad Intelectual y se deberán respetar y proteger las autorías
individuales que cumplan los requisitos de originalidad y autoría.
Fundamental en este sentido va a ser el contenido del núm. 2 del artículo 28 del TRLPI al preceptuar que
“Los derechos de explotación sobre las obras colectivas definidas en el artículo 8 durarán 70 años desde
la divulgación lícita de la obra protegida. No obstante, si las personas naturales que hayan creado la obra
son identificadas como autores en las versiones de la misma que se hagan accesibles al público, se
estará a lo dispuesto en el los artículos 26 ó 28.1 según proceda.“
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Entiendo que aquí la Ley se refiere a personas naturales de forma específica e intencionada, para
diferenciar los supuestos de las personas jurídicas titulares de obras colectivas, respecto de las cuales no
va a ser posible por razones obvias aplicar la duración contenida en los artículos 28.1 y 26.
Ahora bien, sí que nos aporta nuevos e importantes criterios el último párrafo del núm. 2 del artículo 28
TRLPI, al referirse a los derechos de los autores identificados cuyas aportaciones identificables estén
contenidas en dichas obras, a los cuales se les aplicará el artículo 26 y el apartado 1 del artículo 28,
según proceda.
Este párrafo indudablemente se está refiriendo a los derechos de autoría específicos de las aportaciones
individuales de los autores a la obra colectiva, reconociendo los derechos de explotación sobre las
mismas (aportaciones) durante toda la vida del autor y setenta años después de su muerte.
Debemos concluir por tanto que los derechos de autor derivados de la obra colectiva a favor del
coordinador-editor en nada impiden la adecuada y correcta gestión de los derechos de autor de las
aportaciones individuales con las cuales se ha configurado la obra colectiva como obra independiente,
pero debemos dejar claro que dichas aportaciones también van a gozar de los beneficios de todo derecho
de autor, siempre y cuando, lógicamente, reúnan los requisitos de la originalidad y autoría, y no
perjudiquen, claro está, la explotación de la obra común colectiva. Deberemos respetar las autorías
individuales.
Por lo tanto son los autores de esas aportaciones los que individualmente van a ceder los derechos al
coordinador-editor de esta obra colectiva objeto de análisis.
En base a lo expuesto con anterioridad, los autores, cuyas aportaciones individuales van a configurar la
obra resultante, diferente, independiente y autónoma, van a tener que libremente ceder una serie de
derechos al coordinador-editor de la obra colectiva.
El autor de la aportación individual va a tener que decidir sobre la divulgación de su obra. Cabe señalar
que este derecho va a quedar agotado en el momento mismo de su aportación a la obra colectiva, y será
la base sobre la que se constituya el ejercicio de las facultades patrimoniales o de explotación.
El autor de la aportación asimismo va a poder exigir el derecho de paternidad de su obra y el
reconocimiento de su condición de autor de la aportación, y ello, insisto, con independencia de la autoría
de la obra colectiva.
Por otra parte el autor va a poder exigir el respeto a la integridad de la obra, impidiendo cualquier
deformación, modificación, alteración o atentado contra ella, siempre fuera de los límites o facultades
intrínsecas a la obra colectiva de la que formará parte.
Más dudas pueden plantear las facultades morales de modificación de la aportación a la obra colectiva o
el derecho de arrepentimiento, ya que el autor que incorpora una aportación individual a una obra de las
características de la colectiva, entiendo que debiera asumir las consecuencias intrínsecas que conlleva la
integración de su obra individual a un conglomerado de aportaciones, y cuyo resultado será una obra
diferente a las que la componen. Otra cosa será, indiscutiblemente, el ejercicio del derecho de exigir los
daños y perjuicios que procedan por parte del coordinador-editor. Entiendo que esta será una cuestión
que, tratándose de obra colectiva, deberá regularse debidamente en las cláusulas del contrato de cesión
de derechos para impedir desagradables situaciones de esa índole.
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Estos derechos forman parte de los derechos de la personalidad, siendo los mismos irrenunciables e
inalienables, por lo que el autor ni puede renunciar a ellos ni puede transmitirlos inter vivos.
Por último debemos referirnos a los derechos patrimoniales de explotación derivados del ejercicio del
derecho moral de divulgación, y que en este supuesto deben ser objeto de cesión. El autor de la
aportación individual debe ceder los derechos de reproducción (art. 18 TRLPI). Si bien la evolución
tecnológica ha afectado profundamente a dicho concepto, el hecho que el enunciado establezca que su
explotación no solo lo va a ser en soporte papel, sino también online para ser anunciada en internet
permitiendo accesos a partes de la misma, parece razonable que el autor deba ceder los derechos de
reproducción a estos efectos. Pero además, el derecho de reproducción va a ser un presupuesto del
derecho de distribución, ya que la distribución presupone reproducción de la obra en un soporte tangible
puesto que sin la reproducción es impracticable la obtención de copias y su subsiguiente distribución.
Por consiguiente, pacífica va a ser la necesidad de cesión de los derechos de distribución al definir los
mismos el artículo 19 del TRLPI como “la puesta a disposición del público del original o de las copias de
la obra en un soporte tangible, mediante su venta, alquiler o préstamos o de cualquier otra forma.”
Entiendo que la cesión de los derechos de comunicación pública va ser también necesaria, en tanto en
cuanto, el enunciado se refiere al anuncio de la obra en internet, permitiendo el acceso libre a parte de la
misma. En todo caso cabría vislumbrar si la aportación individual de la que se trate en cada momento va
a ser objeto de acceso libre en Internet como parte de la promoción de la obra a la que entiendo se refiere
el enunciado, y en virtud de lo que se pretenda realizar cabrá estipularlo o no debidamente en cada
contrato de cesión.
Más dudas me plantea el derecho de transformación, en tanto en cuanto que la aportación individual a la
obra colectiva, por la propia naturaleza de la misma, va a integrarse en una obra diferente y autónoma de
la propia aportación. Pero considerando tanto la aportación individual como la obra colectiva resultante,
obras independientes y diferentes, con las protecciones y facultades de autoría que a cada una de ellas
corresponden, nada obsta a que el autor y coordinador-editor pudiesen pactar en el contrato de cesión
esta posibilidad, la cual sería en todo caso facultad diferente al resultado final propio y característico de la
obra colectiva.
© Joaquín Soler Cataluña. WHOSE IP Agency, S.L.
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