COMENTARIOS A LA DECLARACION “DOMINUS IESUS” INTRODUCCIÓN GENERAL Mons. Hugo Fernández Mora Director del Departamento de Doctrina y Ecumenismo en el SPEC (Colombia) A fin de ofrecer un sencillo comentario de algunos aspectos de la Declaración Dominus Iesus (DI) de la Congregación para la Doctrina de la Fe (05. 08. 2000) proponemos ante todo algunas cuestiones que ayuden a situarla en la historia, que expliquen su género literario, su estructura y contenido, así como su grado de autoridad y la importancia que tiene para la fe y misión de la Iglesia, dentro y en relación con las cuales se encuentra también el ecumenismo y el diálogo interreligioso. El género literario de este trabajo es el de unos apuntes para la lectura y estudio de la Declaración Dominus Iesus. No tienen ninguna pretensión científica. Esperamos más bien, con mucho interés, que ojalá pronto esté en camino la empresa de preparar un posible "tratado orgánico" (cf. Decl. Dominus Iesus, 3b) sobre la problemática relativa a la unicidad y universalidad salvífica del misterio de Jesucristo y de la Iglesia. Sería de grande importancia para la doctrina de la fe, de mucha utilidad para la toda la Iglesia, especialmente para la formación de pastores y misioneros, para la orientación de los fieles que cada vez más se encuentran en diálogo con no católicos y no cristianos. Un comentario de alto nivel preparado por ejemplo por una comisión internacional, podría difundirse en la Iglesia para la formación doctrinal y en diversas traducciones y adaptaciones hacer llegar sus argumentos a los fieles. Parece que es un trabajo importante y urgente. 1. ¿POR QUÉ DE LA DECLARACIÓN DOMINUS IESUS? La Declaración Dominus Iesus es un servicio a la fe, a la teología, al ecumenismo, al diálogo interreligioso, aunque se haya dicho lo contrario. La razón es porque aclara las verdades fundamentales relativas "a la unicidad y universalidad salvífica del misterio de Cristo y de la Iglesia" y de su misión. Es un servicio a la fe de la Iglesia: Refiriéndose al método utilizado en ella, la Declaración dice: "Por eso el texto retoma la doctrina enseñada en documentos precedentes del Magisterio, con la intención de corroborar las verdades que forman parte del patrimonio de la fe de la Iglesia" (DI 3b). Se propone una triple finalidad a favor de la fe y la teología: a) b) c) "la de exponer nuevamente la doctrina de la fe católica al respecto; "Al mismo tiempo la Declaración quiere indicar algunos problemas fundamentales que quedan abiertos para ulteriores profundizaciones"; y confutar determinadas posiciones erróneas o ambiguas. "La Declaración se presenta, por tanto, como un servicio a la fe, sea para salvaguardarla de errores y ambigüedades que oscurecen o incluso alteran puntos esenciales de su patrimonio genuino, como el misterio de la unicidad y universalidad salvífica de Cristo y el misterio de la unidad y unicidad de la Iglesia sacramento universal de la salvación, sea para promover su comprensión más profunda, en la fidelidad y en la continuidad con la Tradición eclesial" (Tarcisio Bertone, S.D.B., Arzobispo Emérito de Vercelli, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Conferencia de prensa sobre La Declaración Dominus Iesus 05.09. 2000), p.6. De inmediato sale al paso de una objeción común que se suele lanzar contra estos servicios del Magisterio: "Tal servicio, -que es exactamente lo opuesto a limitar o sofocar la investigación teológicaabre la inteligencia de los creyentes, liberándola del riesgo de desviarse y parcializarse, para conducirla de nuevo en la dirección justa hacia la comprensión de la plenitud de la revelación divina. En tal sentido el Documento es también un servicio a la caridad, a aquella que Antonio Rosmini llamaba "la caridad intelectual", puesto que la salus animarum , que para la Iglesia vale más que cualquier otra cosa, requiere como condición esencial el anuncio y la defensa de la verdad de fe" (Id. ibid.). Efectivamente, gracias a la Declaración Dominus Iesus, uno se da cuenta con más claridad de cómo los presupuestos y teorías denunciadas llevan a grandes desviaciones de la doctrina y acarrean graves peligros para la fe. Y esta conciencia es un servicio invaluable para el progreso teológico en la justa dirección, a saber, el crecimiento de la fe, de su comprensión, en la verdadera y sólida orientación del trabajo misionero y ecuménico y del diálogo interreligioso. Es un servicio a la misión de la Iglesia: Haciendo un sintético balance del cumplimiento de la misión recibida del Señor, Dominus Iesus dice: "La Iglesia, en el curso de los siglos, ha proclamado y testimoniado con fidelidad el Evangelio de Jesús. Al final del segundo milenio, sin embargo, esta misión está todavía lejos de su cumplimiento, cf. Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 1" (DI 2a). De ahí concluye “Por eso, hoy más que nunca, es actual el grito del apóstol Pablo sobre el compromiso misionero de cada bautizado: «Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1 Co 9,16). Eso explica la particular atención que el Magisterio ha dedicado a motivar y a sostener la misión evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en relación con las tradiciones religiosas del mundo." (DI 2a). Es un servicio al diálogo interreligioso: Tratando de la práctica y profundización del diálogo interreligioso comprueba que surgen cuestiones nuevas que hay que afrontar buscando por nuevas pistas, adelantando propuestas, sugiriendo comportamientos, haciendo con cuidado el necesario discernimiento. En este contexto de búsqueda, se sitúa la Declaración DI: "En esta búsqueda, la presente Declaración interviene para llamar la atención de los Obispos, de los teólogos y de todos los fieles católicos sobre algunos contenidos doctrinales imprescindibles, que puedan ayudar a que la reflexión teológica madure soluciones conformes al dato de la fe, que respondan a las urgencias culturales contemporáneas" (DI 3a). Los destinatarios son los Obispos, los teólogos y todos los fieles católicos; el objetivo inmediato es llamar la atención sobre contenidos doctrinales imprescindibles en orden a la finalidad permanente: "que tales contenidos puedan ayudar a que la reflexión teológica madure soluciones..." pero no cualesquiera, sino con dos condiciones: una referente al dato revelado y la otra a la misión: "conformes al dato de la fe, que respondan a las urgencias culturales contemporáneas" (cf DI 3a). Luego DI concreta la situación de peligro en que se pone la misión de la Iglesia, a causa de teorías de tipo relativistas: "El perenne anuncio misionero de la Iglesia es puesto hoy en peligro por teorías de tipo relativistas, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio)". Las consecuencias de estas teorías no pueden ser más graves, pues de hecho atentan contra verdades fundamentales de la revelación de Jesucristo, de la fe, de la inspiración divina de las Sagrada Escritura, de la cristología, de la economía del Nuevo Testamento, de la soteriología, de la mediación salvífica universal de la Iglesia, de la inseparabilidad de Reino de Dios, Reino de Cristo e Iglesia, de la subsistencia en la Iglesia Católica de la única Iglesia de Cristo. Yendo más a fondo descubre las raíces generales de tales afirmaciones: "Las raíces de estas afirmaciones hay que buscarlas en algunos presupuestos, ya sean de naturaleza filosófica o teológica, que obstaculizan la inteligencia y la acogida de la verdad revelada". Y señala algunos presupuestos específicos convertidos en convicciones básicas de quienes proponen o propugnan las mencionadas tesis o hipótesis teológicas: 1) la convicción de que la verdad divina, no se puede captar ni siquiera por parte de la revelación cristiana; 2) la actitud relativista con relación a la verdad; 3) la contraposición radical entre la mentalidad lógica occidental y mentalidad simbólica oriental; 4) el subjetivismo de quien, considerando la razón como única fuente de conocimiento; 5) el vaciamiento metafísico del evento de la encarnación histórica del Logos; 6) el eclecticismo de quien, en la búsqueda teológica, asume ideas derivadas de diferentes contextos filosóficos y religiosos, sin preocuparse de su coherencia y conexión sistemática, ni de su compatibilidad con la verdad cristiana; 7) la tendencia, en fin, a leer e interpretar la Sagrada Escritura fuera de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia. Finalmente sintetiza las consecuencias de tales teorías e hipótesis para la fe cristiana: "Sobre la base de tales presupuestos, que se presentan con matices diversos, unas veces como afirmaciones y otras como hipótesis, se elaboran algunas propuestas teológicas en las cuales la revelación cristiana y el misterio de Jesucristo y de la Iglesia pierden su carácter de verdad absoluta y de universalidad salvífica, o al menos se arroja sobre ellos la sombra de la duda y de la inseguridad". Y en la conclusión de la Declaración se resume su objetivo pastoral para los de dentro y para los de fuera: "La presente Declaración, reproponiendo y clarificando algunas verdades de fe, ha querido seguir el ejemplo del Apóstol Pablo a los fieles de Corinto: «Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí» (1 Co 15,3). Frente a propuestas problemáticas o incluso erróneas, la reflexión teológica está llamada a confirmar de nuevo la fe de la Iglesia y a dar razón de su esperanza en modo convincente y eficaz" (DI, 23a). "En el agitado debate contemporáneo sobre la relación entre Cristianismo y otras religiones, no faltan entre los teólogos católicos quienes afirman que las religiones son caminos igualmente válidos de salvación. Se trata de teorías relativistas que niegan o consideran superables algunas verdades fundamentales de la fe católica acerca del carácter definitivo y completo de la revelación de Jesús, el carácter inspirado de los libros de la Sagrada Escritura, la inseparable unidad personal entre el Verbo eterno y Jesús de Nazaret, la unidad de la economía del Verbo encarnado y del Espíritu Santo, la unidad y universalidad salvífica del misterio de la encarnación, pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo, la mediación salvífica universal de la Iglesia, la inseparabilidad -en la distinción- entre Reino de Dios, Reino de Cristo e Iglesia, la subsistencia de la única Iglesia de Cristo en la Iglesia católica". (De la Síntesis de la Declaración Dominus Iesus elaborada por la misma Congregación para la Doctrina de la fe (05. 09. 2000, pg. 1). . 2. ¿POR QUÉ UNA ‘DECLARACIÓN’? La declaración Dominus Iesus sobre la unicidad y universalidad salvífica del misterio de Jesucristo y de la Iglesia, hablando de su finalidad, dice expresamente que se propone "exponer nuevamente la doctrina de la fe católica al respecto"... Y añade: "Por eso el texto retoma la doctrina enseñada en documentos precedentes del Magisterio, con intención de corroborar las verdades que forman parte del patrimonio de la fe de la Iglesia" (DI 4a). Hablando de su lenguaje expositivo, DI aclara que no es un tratado orgánico ni la propuesta de soluciones a cuestiones teológicas libremente disputadas: "…su finalidad... no es la de tratar en modo orgánico la problemática relativa a la unicidad y universalidad salvífica del misterio de Jesucristo y de la Iglesia, ni el proponer soluciones a las cuestiones teológicas libremente disputadas"... Mons. Tarcisio Bertone afirma el hecho y ofrece la explicación positiva del género literario "Declaración": "Se trata de una Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El término declaración significa que el Documento no enseña doctrinas nuevas, resultado del desarrollo y de la explicitación de la fe, sino que reafirma y vuelve a asumir la doctrina de la fe católica definida o enseñada en anteriores Documentos del Magisterio de la Iglesia, indicando su recta interpretación delante de errores o ambigüedades doctrinales difundidas en el actual ambiente teológico o eclesial" (De la Conferencia de Prensa sobre la Declaración Dominus Iesus, 05. 09. 2000, pg. 4). El Documento mismo se mantiene dentro del género literario de "Declaración", pues todo él es un tejido de textos y referencias de las fuentes de la divina Revelación y del Magisterio de la Iglesia. En el texto, que es muy denso y breve, de 14 páginas en tamaño oficio, se encuentran estas numerosas referencias (que evidentemente "non numerantur sed ponderantur"): - de la Sagrada Escritura: 93, todas en el texto; - de Profesiones de fe: 3; - de Padres de la Iglesia: 15; - del Concilio Vaticano: II 57; - de otros Concilios: 8; - del Papa Juan Pablo II: 36; - del Catecismo de la Iglesia Católica: 7; - de otros Papas: 8; - de Congregaciones Romanas: 7; Sin duda que la Declaración está fundada sobre la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio actual de la Iglesia, especialmente sobre el Vaticano II y el Papa Juan Pablo II. En el curso de la declaración se cita la profesión de fe de la Iglesia (DI 1b); y se suceden las fórmulas introductorias que remiten a la fe y a la doctrina de la Iglesia en lugares teológicos concretos, como se puede ver en las siguientes citas de la DI: Del c. I: "...es necesario reiterar" (DI 5 a), "firmemente creída la afirmación" (DI 5a); "Fiel a la palabra de Dios, el Concilio Vaticano II enseña... y confirma" (DI 5b); "por eso la Encíclica Redemptoris missio propone nuevamente a la Iglesia la tarea de proclamar el Evangelio, como plenitud de la verdad" (DI 5 c 2°); "es, por tanto, contraria a la fe de la Iglesia la tesis. (DI 6 a); "esta posición contradice radicalmente las precedentes afirmaciones de fe" (DI 6b); "Por esto la fe exige que se profese..." (DI 6b); "la respuesta adecuada a la revelación de Dios es 'la obediencia de la fe'..." (DI 7a); "Debe ser, por tanto, firmemente retenida la distinción entre la fe teologal y la creencia..." (DI 7c); "La Tradición de la Iglesia, sin embargo, reserva la calificación de textos inspirados..." (8a); Del c. II: sobre las tesis acerca de Jesús como una de tantas presencias reveladoras de Dios, o la de dos economías distintas una del Verbo eterno y otra del Verbo encarnado dice: "Estas tesis contrastan profundamente con la fe cristiana" (DI 10a); "Fiel a las Sagradas Escrituras y refutando interpretaciones erróneas y reductoras, el primer Concilio de Nicea...", "Siguiendo la enseñanza de los Padres, también el Concilio de Calcedonia profesó..." (DI 10b); "Por esto el Concilio Vaticano II afirma..." (DI 10c); "Al respecto Juan Pablo II ha declarado explícitamente: 'Es contrario a la fe cristiana introducir cualquier separación entre el Verbo y Jesucristo..." (DI 10d); "Es también contrario a la fe católica introducir una separación entre la acción salvífica del Logos... y la del Verbo hecho carne" (DI 10e); "Por lo tanto no es compatible con la doctrina de la Iglesia..." (DI 10f); "Igualmente, debe ser firmemente creída la doctrina de fe la unicidad de la economía salvífica..." (DI 11a); "El Magisterio de la Iglesia, fiel a la revelación divina, reitera que Jesucristo es el mediador y redentor universal...” (DI 11b); "...la hipótesis de una economía del Espíritu Santo con un carácter más universal que la del Verbo encarnado, crucificado y resucitado. También esta afirmación es contraria a la fe católica..." (DI 12a); "El Concilio Vaticano II ha llamado la atención de la conciencia de fe de la Iglesia sobre esta verdad fundamental..." (DI 12b); "Por eso el Magisterio reciente de la Iglesia ha llamado la atención con firmeza y claridad sobre la verdad de una única economía divina..." (DI 12e); Del c. III: "Es también frecuente la tesis que niega la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo. Esta posición no tiene ningún fundamento bíblico. En efecto, debe ser creída, como dato perenne de la fe de la Iglesia, la proclamación de Jesucristo, Hijo de Dios, Señor y único salvador..." (DI 13a); "Los testimonios neotestamentarios lo certifican con claridad…" (DI 13b); "Pablo, dirigiéndose a la comunidad de Corinto, escribe..." (DI 13c); "Basados en esta conciencia del don de la salvación, único y universal... los primeros cristianos..." (DI 13d); "Debe ser, por tanto, firmemente creída como verdad de fe católica que la voluntad salvífica de dios Uno y Trino..." (DI 14a); "Desde el inicio, en efecto, la comunidad de los creyentes ha reconocido que Jesucristo posee una tal valencia salvífica..." (DI 15a); "Por eso en conexión con la unicidad y la universalidad de la mediación salvífica de Jesucristo, debe ser creída como verdad de fe católica la unicidad de la Iglesia por él fundada...". Del c. IV: (DI 16a); "Los fieles están obligados a profesar que existe una continuidad histórica radicada en la sucesión apostólica- entre la Iglesia fundada por Cristo y la Iglesia católica..." (DI 16c); "Por tanto, los fieles no pueden imaginarse la Iglesia de Cristo como la suma...de las Iglesias y comunidades eclesiales; ni tienen facultad de pensar que la Iglesia de Cristo hoy no existe en ningún lugar ..." (DI 17c); Del c. V. Aunque en este capítulo se dan contenidos que pertenecen a la fe y a la doctrina católica, en las explicaciones no se remite a formulaciones ya elaboradas. Es notable que refiriéndose al significado de los términos Reino de los cielos, Reino de Dios y Reino de Cristo y de su relación con la Iglesia DI afirme: "Pueden existir, por lo tanto, diversas explicaciones teológicas sobre estos argumentos”. Pero luego mantiene firmemente lo que hay que mantener: tales explicaciones no pueden negar o vaciar de contenido la relación entre Cristo, Reino e Iglesia (DI 18b) Del c. VI: "Ante todo debe ser firmemente creído que la "Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación..." (DI 20b); "De todo lo que hasta ahora ha sido recordado...queda claro que sería contrario a la fe católica considerar a la Iglesia como un camino de salvación al lado de aquellos constituidos por las otras religiones.." (DI 21a). Después de este repaso de las fórmulas introductorias se justifica plenamente la frase de la conclusión: "La presente Declaración, reproponiendo y clarificando algunas verdades de fe, ha querido seguir el ejemplo del Apóstol Pablo a los fieles de Corinto: "Os trasmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí" (1 Co 15, 3)..." (DI 23a). 3. ¿CUÁL ES LA ESTRUCTURA Y CONTENIDO DE LA DECLARACIÓN? La Declaración está precedida de una introducción y estructurada en seis partes, seguidas de una conclusión del modo siguiente: Introducción (n. 1- 4) Plenitud y Definitividad de la Revelación de Jesucristo (n. 5-8). El Logos encarnado y el Espíritu Santo en la obra de la salvación (n. 9- 12). Unicidad y Universalidad del misterio salvífico de Jesucristo (n. 13-15). Unicidad y Unidad de la iglesia (n. 16- 17). Iglesia, Reino de Dios y Reino de Cristo (n. 18- 19). La Iglesia y las religiones en relación con la salvación (n. 20- 22). Conclusión (n. 23) Todo el texto está dividido en números (del 1 al 23) y cada número está subdividido en párrafos que hemos identificado alfabéticamente con una letra para su fácil manejo. 4. ¿CUÁL ES EL GRADO DE SU AUTORIDAD? "En el caso de la Declaración Dominus Iesus, se debe decir que sigue siendo un Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que por tanto no goza de la prerrogativa de la infalibilidad, en cuanto emanado de un organismo inferior al Papa y al colegio de los Obispos en comunión con el Papa. Sin embargo, las enseñanzas de las verdades de fe y de doctrina católica en él contenidos, exigen de parte de todos los fieles un asentimiento definitivo e irrevocable, no precisamente en virtud y a partir de la publicación de la Declaración, sino en cuanto tales enseñanzas pertenecen al patrimonio de fe de la Iglesia y han sido infaliblemente propuestas por el Magisterio en actos y documentos anteriores" (Tarcisio Bertone, ArzobispoSecretario de la Congregación para la Doctrina de la fe, l.c. pg.5-6). Otra cosa es el empeño de algunos por separar la autoría "del Cardenal J. Ratzinger" y la autorización de Juan Pablo II. Si fuera necesario responder a esta sospecha baste lo siguiente: conocer cómo es el proceso de preparación, estudio, colaboraciones de expertos de toda la Iglesia, personalmente y en comisión y asambleas plenarias, confrontaciones teológicas, oración, seguimiento personal del Papa. Por otra parte la Declaración misma tiene su autoridad intrínseca por el ambiente de comunión plena en que nace, las fuentes de donde procede, las que aduce, las citas textuales no sólo de la Sagrada Escritura, sino del Concilio Vaticano II, del mismo Juan Pablo II. Y, en fin, la fórmula especial al final de Declaración: "El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en la Audiencia del día 16 de junio de 2000, concedida al infrascrito Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con ciencia cierta y con su autoridad apostólica, ha ratificado y confirmado esta Declaración decidida en la Sesión Plenaria, y ha ordenado su publicación". . 5. ¿QUÉ IMPORTANCIA TIENE LA DECLARACIÓN DOMINUS IESUS EN LA IGLESIA PARA LA FE, LA MISIÓN, EL ECUMENISMO Y EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO? 1. Para la fe de la Iglesia. La Declaración Dominus Iesus es un acto del oficio petrino de pastorear a los corderos y a las ovejas (cf Jn 21, 15-17) y más concretamente, cumplimiento del anuncio y orden del Señor: "¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo: pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31-32). Efectivamente, la Declaración se propone "exponer nuevamente la doctrina de la fe católica al respecto" es decir sobre la "unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo y de la Iglesia" (cf DI 4b). "Por eso el texto retoma la doctrina enseñada en documentos precedentes del Magisterio, con la intención de corroborar las verdades que forman parte del patrimonio de la fe de la Iglesia" (DI 3b). "Al mismo tiempo la Declaración quiere...confutar determinadas posiciones erróneas o ambiguas" (DI 3 b). A manera de ejemplo se presentan resumidas en la Declaración: "teorías de tipo relativistas, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio). En consecuencia, se retienen superadas, por ejemplo, verdades tales como: el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo, la naturaleza de la fe cristiana con respecto a la creencia en las otras religiones, el carácter inspirado de los libros de la Sagrada Escritura, la unidad personal entre el Verbo eterno y Jesús de Nazaret, la unidad entre la economía del Verbo encarnado y del Espíritu Santo, la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo, la mediación salvífica universal de la Iglesia, la inseparabilidad -aun en la distinción- entre el Reino de Dios, el Reino de Cristo y la Iglesia, la subsistencia en la Iglesia católica de la única Iglesia de Cristo". Como se ve, lo que se pone en peligro no son opiniones marginales sino verdades centrales del misterio de Cristo y de su función reveladora y salvífica, así como del misterio de su Iglesia y de la misión que le fue confiada por el Hijo de Dios hecho hombre. Lo que está en juego es la disolución de la cristología, de la soteriología, de la revelación cristiana y de la fe, de la eclesiología y de la misión. Y la Declaración Dominus Iesus no sólo alerta sobre estos peligros sino que orienta certeramente sobre tales doctrinas, sus causas y sus efectos. 2. Importancia de la Declaración "Dominus Iesus" para la misión de la Iglesia. Si el contenido de la fe se diluye en opiniones iguales o parecidas a las que profesan la filosofía, ideologías o religiones de los interlocutores, ¿cuál es el mensaje de salvación que les ofrecemos y cual es la obediencia al mandato recibido de Cristo? Pero si Cristo mismo es un profeta como los demás, ¿qué sentido tiene el esquema: todo poder me ha sido dado en el cielo y en la tierra, id, predicad el evangelio, haced discípulos, bautizad, el que creyere y fuere bautizado se salvará, el que no creyere se condenará. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos, y yo pediré al Padre y os dará oto Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la Verdad a quien el mundo no puede recibir... Él os guiará hasta la verdad completa. Yo estoy con vosotros todos los días hasta que vuelva? ¿No hubiera sido más sencillo decir: vayan a dialogar y compartir con los demás y cada uno busque a su Dios a ver si lo encuentra y procuren no matarse unos a otros? Pero si ni Jesucristo es el Hijo de Dios ni el encargo recibido tiene la importancia decisiva para la salvación, ni él fundó una sola Iglesia, ¿qué sentido ha tenido el sacrificio de los mártires, el heroísmo de los santos y santas, la oración y el trabajo abnegado de todas las generaciones cristianas? ¿Qué sentido puede tener la misión? ¿Qué esperanza trascendente tenemos? Así, pues, está en peligro en sectores dentro de la Iglesia no solo la sustancia de la revelación y de la fe sino la fidelidad al mandato de Cristo, la convicción de la necesidad del anuncio misionero y el entusiasmo por proseguirlo., como testifica la Declaración Dominus Iesus: "El anuncio misionero es puesto hoy en peligro por teorías de tipo relativistas, que tratan de justificar el pluralismo religioso, no sólo de facto sino también de iure (o de principio)". Se ve entonces con toda evidencia la importancia de esta Declaración dada con la valentía, no de la arrogancia católico-romana, como hasta con cólera se ha dicho, sino con la "parresía" que da la fe en Dios Padre que ama a toda la humanidad y que envió a su único Hijo, Jesucristo, como salvador universal, con la valentía que el Espíritu le da a la Iglesia, humildemente consciente de haber recibido gratuitamente una misión que ha de llevar a cabo por amor a toda la humanidad, para salvación de todos los hermanos. 3. Importancia de la Declaración Dominus Iesus para el Ecumenismo. Se ha dicho, con la capacidad de copia instantánea universal proporcionada por internet, que Dominus Iesus ha enterrado el ecumenismo, que el Papa ha borrado con el codo lo que había firmado con la mano y tantas otras cosas y expresiones... Es importante escucharlas con serenidad, pues revelan algo de los variados pensamientos, sentimientos, actitudes, convicciones que hay en los corazones. Allí se descubren la fe, la esperanza, la caridad, pero también la ausencia de una u otra o de las tres. Cuando los ánimos se serenen y pase un poco de tiempo la gente con criterios cristianos empezará a reconocer que esto no fue simplemente una tempestad en lo más ardiente del verano (en 'ferragosto' dirían los romanos), sino una bendición divina para toda la Iglesia. ¿Por qué? Porque la unidad querida por el Señor para su Iglesia solamente se puede ir logrando gracias al Espíritu de la verdad (cf Jn 14, 17) y del amor (cf Rm 5, 5). Las dos actitudes han de estar juntas en nosotros. El Apóstol Pablo nos advierte "para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina... antes bien, con la sinceridad en el amor, crezcamos en todo hasta aquel que es la Cabeza, Cristo" (Ef 4, 14-15)."La verdad del Evangelio se explica y manifiesta en el amor"1, es decir, predicamos la verdad estando radicados en el amor. Juan Pablo II recuerda en la Enc. Ut unum sint, 14: "El Ecumenismo trata precisamente de hacer crecer la comunión parcial existente entre los cristianos hacia la comunión plena en la verdad y en la caridad". 1 H. Schlier, La Lettera agli Efesini, Pideia Editrice, Brescia, 1973, p. 323. Y más adelante se refiere a la importancia fundamental de la adhesión común a la verdad revelada: "La unidad querida por Dios sólo se puede realizar en la adhesión común al contenido íntegro de la verdad revelada. En materia de fe, una solución de compromiso está en contradicción con Dios que es la Verdad. En el Cuerpo de Cristo que es "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6). ¿Quién consideraría legítima una reconciliación lograda a costa de la verdad? La Declaración conciliar sobre la libertad religiosa Dignitatis humanae atribuye a la dignidad humana la búsqueda de la verdad, "sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia" (Conc. Ecum. Vat. II, Decl. Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa, 1) y la adhesión a sus exigencias. Por tanto, un "estar junto" que traicionase la verdad estaría en oposición con la naturaleza de Dios que ofrece su comunión, y con la exigencia de la verdad que está en lo más profundo del corazón humano" (Juan Pablo II, Enc. Ut unum sint, sobre el empeño ecuménico, 18). 4. Importancia de la Declaración Dominus Iesus para el Diálogo interreligioso En el diálogo interreligioso los interlocutores se presentan cada uno el que es, como es, con lo que cree, espera, ama, con su cultura e historia, con sus convicciones, con lo que piensa, siente y hace. Si para poder dialogar cualquiera de los interlocutores tuviera que renunciar previamente a su identidad y a su misión, no habría diálogo auténtico. Y si se diera algo parecido al diálogo sería el intercambio del que es con el que no es, o del que no es con otro que tampoco es. Allí no habría diálogo sino pantomima. El auténtico diálogo interreligioso es diálogo y es salvífico. Se hace desde la identidad de cada uno, con sincero respeto y estima por el otro, con esfuerzo de comprensión, de conocimiento recíproco, de mutuo enriquecimiento, de obediencia a la verdad y respeto a la libertad (cf. DI 2b). Para la Iglesia el diálogo no es la misión, pero acompaña a la misión. No es un fin en sí mismo. No es el fin de la misión. Es un medio importante para la misión. Ahora bien, la Declaración Dominus Iesus es una clarividente, fuerte, valiente, oportuna llamada de atención a los católicos por el peligro de disolver la fe y la misión en aras de un supuesto diálogo que ya no sería ni diálogo ni salvífico porque no tendría nada que ofrecer. Que por parte católica sería infiel a la misión recibida del Señor Jesús (cf Mc 16, 15-16; Mt 28, 18-20; Lc 24, 46-48; Jn 17, 18; 20, 21; Hch 1, 8). 6. RESUMEN DEL CONTENIDO DE LA INTRODUCCIÓN DE DOMINUS IESUS (1-4) 1. ¿Por qué los discípulos de Jesucristo anuncian el Evangelio a todas las naciones? El mandato de anunciar el Evangelio es recordado según los textos de Mc y de Mt y las referencias de Lc, Jn y Hch. 2. ¿De dónde nace la misión universal de la Iglesia y cómo se cumple? La misión universal de la Iglesia nace del mandato de Cristo. Se cumple históricamente con la proclamación del misterio de la Trinidad y el de la Encarnación del Hijo como acontecimiento salvífico para toda la humanidad. 3. ¿Cuál es, pues, el contenido fundamental de la profesión de fe cristiana? Su contenido fundamental es la profesión de fe cristiana, de estructura trinitaria, cuyo "símbolo nicenoconstantinopolitano" se transcribe por entero (DS 150). 4. ¿Cual es el balance general del cumplimiento de la misión de la Iglesia en estos dos milenios? Hace un balance: La Iglesia ha proclamado y testimoniado el Evangelio de Jesús con fidelidad, pero al final del II milenio comprueba que todavía está lejos de su cumplimiento. 5. ¿Sigue siendo actual la misión en este tiempo en que hay diálogo con los hermanos no católicos y con las religiones? Por eso considera que es actual como nunca el compromiso misionero de cada bautizado, y repite como Pablo que predicar el Evangelio no es vanagloria sino necesidad. Por eso el Magisterio motiva y sostiene la misión evangelizadora de la Iglesia, sobre todo en relación con las tradiciones religiosas del mundo. 6. ¿Cuáles son las actitudes que la Iglesia cultiva en relación con las tradiciones religiosas no cristianas? La Iglesia tiene en cuenta los valores que las religiones testimonian y ofrecen a la humanidad; según el Concilio Vaticano II demuestra actitud abierta y positiva y afirma dos cosas: 7. Considera con sincero respeto sus modos de vivir y de obrar, los preceptos y ritos; Sobre estas cosas hace discernimiento y, por más que discrepen de lo que ella profesa y enseña, encuentra que no pocas veces reflejan un destello de la Verdad que ilumina a todos los hombres (cf. Nostra aetate, 2). ¿Qué se entiende por diálogo interreligioso? Ahora le dedica un párrafo denso al tema del diálogo interreligioso: su contexto es el compromiso eclesial de anunciar a Jesucristo, "el camino, la verdad y la vida" (Jn 14, 6); es un medio para la misión; no sustituye sino que acompaña la "missio ad gentes"; obtiene su sentido del misterio de unidad por el cual los que son salvados participan del mismo misterio de salvación de Jesucristo por medio de su Espíritu. El diálogo interreligioso forma parte de la misión evangelizadora de la Iglesia (cf. Juan Pablo II, Redemptoris Missio, 55). Sus actitudes típicas son: Comprensión; relación de conocimiento recíproco, relación de mutuo enriquecimiento; se ha de practicar en la obediencia a la verdad y el respeto a la libertad. 8. En la práctica del diálogo interreligioso, ¿qué cuestiones se presentan y sobre qué llama la atención la Iglesia? Surgen cuestiones nuevas, hay que afrontarlas por nuevas pistas, proponer sugerencias y utilizar discernimiento cuidadoso. La Iglesia llama la atención sobre contenidos doctrinales imprescindibles para madurar soluciones acordes a la fe y a las urgencias culturales de hoy. 9. ¿Cuál es y cuál no es la finalidad de esta Declaración? La Declaración Dominus Iesus se propone exponer nuevamente la doctrina de fe de la Iglesia sobre la unicidad y universalidad salvífica del misterio de Jesucristo y de la Iglesia Además indica algunos problemas que quedan abiertos y confuta determinadas posiciones erróneas o ambiguas. No se propone tratar de modo orgánico los temas ni proponer soluciones a las cuestiones libremente disputadas. 10. ¿Qué lenguaje y método emplea la Declaración Dominus Iesus? De acuerdo con su finalidad, emplea lenguaje expositivo y el método de retomar los documentos del Magisterio para corroborar el patrimonio de la fe de la Iglesia. 11. ¿Cuáles teorías ponen en peligro hoy el anuncio perenne del Evangelio? Ponen hoy en peligro el anuncio del evangelio teorías de tipo relativista que tratan de justificar el pluralismo religioso no sólo de hecho (existen diversas religiones) sino en principio (siempre deben existir diversas religiones). Como consecuencias de estas teorías relativistas, ¿qué verdades consideran superadas? el carácter definitivo y completo de la revelación de Jesucristo; la naturaleza de la fe cristiana con respecto a la creencia en las otras religiones; el carácter inspirado de los libros de la Sagrada Escritura; la unidad personal entre el Verbo eterno y Jesús de Nazaret; la unidad entre la economía del Verbo encarnado y del Espíritu Santo; la unicidad y la universalidad salvífica del misterio de Jesucristo; la mediación salvífica universal de la Iglesia; 12. la inseparabilidad entre Reino de Dios, Reino de Cristo e Iglesia, aunque haya que distinguir estos tres conceptos; la subsistencia en la Iglesia católica de la única Iglesia de Cristo. ¿Cuáles son las raíces de estas afirmaciones que son un obstáculo para entender y acoger la verdad revelada? Las anteriores afirmaciones proceden de presupuestos de orden filosófico y teológico, tales como los siguientes: 13. La convicción de que la verdad divina es imposible comprenderla y expresarla completamente ni siquiera por parte de la revelación cristiana. la actitud relativista con relación a la verdad, según aquello de que lo que es verdad para unos no lo es para otros; la supuesta contraposición radical entre mentalidad lógica atribuida a Occidente y la mentalidad simbólica atribuida a Oriente; el subjetivismo de quien considera la razón como única fuente de conocimiento y así se hace incapaz de alcanzar la verdad del ser; la dificultad para comprender y acoger en la historia la presencia de eventos definitivos y escatológicos; el vaciamiento metafísico del acontecimiento de la encarnación del Verbo eterno, reduciéndolo a mero aparecer de Dios en la historia; eclecticismo de quien , en la investigación teológica, asume ideas derivadas de diferentes contextos filosóficos y religiosos, sin preocuparse de su coherencia y conexión sistemática ni de su compatibilidad con la verdad cristiana; la tendencia de leer e interpretar la Sagrada Escritura fuera de la tradición y del magisterio de la Iglesia. ¿Cuáles son las consecuencias generales de tales presupuestos? Estos presupuestos se presentan como afirmaciones o como hipótesis y basados en ellas se elaboran propuestas teológicas en las cuales la revelación cristiana y el misterio de Jesucristo y de la Iglesia pierden su carácter de verdad absoluta y de universalidad salvífica o, al menos, se arroja sobre ellos la sombra de la duda y de la inseguridad.