EFEMÉRIDES 25 de Mayo de 2011. A doscientos un años de la Revolución de Mayo « ¿Hasta dónde es válido pensar e interpretar el proceso de la Emancipación sólo como un aspecto de la crisis de transformación que sufre Europa desde el siglo XVIII y en la que se articula la caída del imperio colonial español? Sin duda esa crisis de transformación constituye un encuadre insoslayable para la comprensión del fenómeno americano, y lo es más, ciertamente, si se trata de analizar las corrientes de ideas que puso en movimiento. Pero, precisamente porque será siempre imprescindible conducir el examen dentro de ese encuadre, resulta también necesario puntualizar –para que quede dicho y sirva de constante referencia- que el proceso de la Emancipación se desata en tierra americana a partir de situaciones locales y desencadena una dinámica propia que no se puede reducir a la que es peculiar de los procesos europeos contemporáneos. Más aún: desencadena también unas corrientes de ideas estrictamente arraigadas a aquellas situaciones que, aunque vagamente formuladas y carentes de precisión conceptual, orientan el comportamiento social y político de las minorías dirigentes y de los nuevos sectores populares indicando los objetivos de la acción, el sentido de las decisiones y los caracteres de las respuestas ofrecidas a las antiguas y a las nuevas situaciones locales». Fuente: José Luis Romero: Prólogo a Pensamiento político de la Emancipación (1790-1825), Venezuela, Biblioteca Ayacucho, 1977, p. IX El legado de la Revolución de Mayo Por María Mercedes Tenti1 La Revolución de Mayo, para la gran mayoría de los argentinos, representa el inicio de la Argentina como nación. Desde esta perspectiva, la Revolución vendría a ser también un mito, que se corresponde con el mito moderno de redención de la humanidad por su propio esfuerzo, la conquista de un paraíso en el curso de la historia humana. Esta concepción La diligencia frente al Cabildo en la Plaza de la Victoria. Óleo de Ceferino Carnacini (detalle) c. 1910 es más acorde al pensamiento romántico y en gran parte se la debemos a los hombres de la Generación del 37, que quisieron marcar un corte abrupto con el pasado. 1 Doctora en Historia, historiadora, investigadora. 1 Quienes indagamos en los procesos históricos sabemos de la imposibilidad de establecer una fecha fundacional para la nación, sin desprenderse de la influencia del pasado cercano y de los sucesos por venir. Sin embargo, la ocasión es propicia para, frente a los doscientos un años transcurridos, hacer un balance del legado revolucionario, de cara al siglo XXI que estamos transitando. La convocatoria de los criollos a la Plaza de Mayo, el 25 de mayo de 1810, con el objeto de hacer respetar la soberanía popular, puesta de manifiesto en el Cabildo Abierto del 22 de mayo, nos habla de una movilización con compromiso activo, de querer ser partícipes de las decisiones a tomar para el futuro. Sin dudas estamos frente a una idea latente de soberanía participativa. Las medidas en pro de la igualdad de todos los habitantes, desde la proclamación de Castelli frente a las ruinas de Tihuanaco –en el primer aniversario de la revolución- de la inclusión de las comunidades indígenas, libres de los servicios personales, al decreto de supresión de honores redactado por Moreno, a la abolición de los títulos de nobleza, hasta la ley de libertad de vientres de la Asamblea del año XIII –que otorgaba la libertad a los hijos de esclavos nacidos a partir del 1 de enero de 1813-, nos muestran la vocación igualitaria de los dirigentes de entonces. La división de poderes, la publicidad de los actos de gobierno -a través de La Gaceta-, la periodicidad de los funcionarios, la honestidad en la gestión pública, puestos de relieve desde el mismo día 25, una vez sancionado el Reglamento de la Junta, la igualdad de los miembros del primer gobierno patrio etc., son una muestra de los principios republicanos de Mayo. Mariano Moreno -secretario de la Junta- brindaba una interpretación anticolonial de la Revolución, basándose en fundamentos democráticos y republicanos y proponía reformas sociales que ampliaran la base popular de la Revolución. Para conocimiento de la población ilustrada mandó publicar El contrato social de Rousseau. Para Moreno, el control político y militar debía ser mantenido por un gobierno centralizado en Buenos Aires, a cargo de la Junta Provisional Gubernativa, integrada por nueve miembros, tal como había sido electa el 25 de mayo; los diputados que representaban a los pueblos del interior debían conformar, por separado, un congreso con funciones legislativas, según el reglamento del día 25. A esta idea se opuso Cornelio Saavedra, el presidente de la Junta, que pensaba que el proceso debía ser llevado a cabo en forma pausada y sin ruptura brusca con el antiguo régimen. Por ello, defendía la incorporación de los diputados del interior a la Junta de Gobierno -con sede en Buenos Aires-, según la circular del día 27 de mayo. Finalmente, triunfó la postura de Saavedra y 2 los diputados se incorporaron a la Junta constituyendo en 1811 la denominada Junta Grande. De una u otra manera, la idea de generalizar la Revolución, con la participación de los representantes de las ciudades del antiguo virreinato, pudo concretarse. A pesar de las vicisitudes que tuvieron que atravesar los sucesivos gobiernos revolucionarios, aquellos y otros principios republicanos fueron consolidándose y gestándose, respectivamente. Hoy, a más de doscientos años de iniciada la revolución, debemos repensarlos y revalorizarlos, para que las nuevas generaciones se sientan, realmente, parte de ese proceso, aún no concluido. La revolución debe continuar construyéndose día a día. El camino es el que nos mostraron los patriotas de mayo: la participación. Sólo de esa manera podremos hacer realidad el sueño de quienes iniciaron esa aventura de liberación que debemos reforzarla todos los días, cada uno desde el lugar en que le toque actuar. Como entonces, es una empresa colectiva. 3